La
siguiente transcripción del diálogo telefónico mantenido por Antoni
Domènech, editor de SinPermiso, y Agustín Santos Maraver, director
de gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y miembro del
Consejo de Redacción de SinPermiso en Madrid, ha sido realizada por
Casiopea Altisench y Mínima Estrella.
Finalmente Aminetu Haidar ha
podido volver a El Aiún, después de 32 días en huelga de hambre. ¿Cómo se
concretó?
El retorno el 17 de diciembre de Aminetu
Haidar a El Aiún ha sido posible por la combinación de toda una serie de
factores en una nueva fase abierta tras el 4 de diciembre: la tenacidad de
la huelga de hambre de la Sra. Haidar; la intensificación y ampliación de
la campaña de solidaridad en el Reino de España, con la incorporación
decisiva de CCOO y UGT, pero también del PSOE;y una
multiplicación de los esfuerzos diplomáticos, ampliando la negociación a
Francia, EE UU y la UE. Todo ello permitió cambiar la correlación de
fuerzas y que las autoridades marroquíes autorizaran el retorno de Haidar,
lo que sin duda es un éxito sin precedentes, que tendrá importantes
repercusiones en el contencioso del Sahara
Occidental.
El 4 de diciembre es la última
vez que nos vimos. ¿Por qué hablas de una nueva fase a partir de ese
momento?
En el desarrollo de los acontecimientos
ha habido claramente dos fases. La primera, desde la expulsión de Aminetu
Haidar del Aiun el 14 de noviembre hasta el primer intento fallido de
retorno el 4 de diciembre (1). La segunda fase, desde esa fecha
hasta el retorno definitivo el pasado 17 de diciembre. El hilo que ha
unido las dos fases ha sido la huelga de hambre, pero cada una de ellas ha
tenido características distintas y, si se quiere, suponen un proceso de
aprendizaje y reformulación de la situación por todas
las partes implicadas.
La primera fase, dicho esquemáticamente,
ha estado, marcada por una movilización que priorizaba una denuncia
unilateral de la entrada de Haidar en el territorio español y una
confrontación con el Gobierno del PSOE, al que se hacia corresponsable de
la expulsión de Haidar del Aiún. Una movilización que ponía por delante el
emplazamiento al Gobierno español a la presión directa sobre las
autoridades marroquíes y dificultaba su reforzamiento unitario con el
objetivo común del retorno de Haidar. En el terreno diplomático, durante
esta fase se intenta bilateralizar las negociaciones, con el apoyo de los
organismos e instituciones de Naciones Unidas. Se trata, por así decirlo,
de “retrotraer” la situación de violación de derechos de la Sra. Haidar al
punto de partida. Esta fase no consigue una correlación de fuerzas lo
suficientemente favorable y el vuelo del día 4 de diciembre fracasa, tras
obtener los permisos técnicos de vuelo necesarios, por una decisión
política final de las autoridades marroquíes.
Se intenta entonces abrir una nueva fase
y reorientar la estrategia, sobre la base de lo acontecido. Por un lado se
hace un esfuerzo en la movilización para dotarla de un carácter unitario y
masivo, para lo cual ha sido decisiva la implicación directa de las
direcciones de CCOO y UGT y su comprensión del problema, pero también de
la implicación autónoma del PSOE como partido. A la solidaridad de la
movilización social se sumó la presión institucional que se proyectaba en
los ayuntamientos, comunidades autónomas y el Congreso, con las
iniciativas y la proposición no de ley aprobada (PNL) con la sola
abstención del PP. Esta PNL, fruto de la negociación entre el PSOE e
IU-ICV-ERC, fue muy importante porque permitió reunificar políticamente a
todo el movimiento de solidaridad desde la izquierda y marcar al mismo
tiempo los limites en el proceso de negociación con las autoridades
marroquíes, reafirmando la posición tradicional española en el contencioso
del Sahara Occidental.
En el terreno diplomático se pasa de una
estrategia de contención bilateral con apoyo de NN UU, a una de ampliación
multilateral con Francia, Estados Unidos y, en segundo plano, la Unión
Europea. Esta ampliación tenía riesgos importantes, conociendo el apoyo a
las tesis marroquíes, en el contencioso del Sahara Occidental, de Francia
y EE UU, e implicaba un aumento de la tensión política muy difícil de
gestionar.
Pero finalmente tiene éxito, y Aminetu
Haidar vuelve en la noche del día 17 en un vuelo similar al del día 4. En
esta ocasión, irónicamente, se consiguen los acuerdos diplomáticos antes y
se tarda en obtener los permisos técnicos, que no llegan hasta el último
momento, cuando el avión se acercaba ya a El Aiun.
¿Puedes explicar un poco más a
los lectores de SP esta nueva estrategia
diplomática?
Las relaciones exteriores de Marruecos se
basan en un triángulo estratégico con Francia y España, las antiguas
potencias coloniales, en el marco de las relaciones conjuntas de todos
ellos con la potencia dominante, que es EE UU. Marruecos juega a aislar a
uno de los vértices de ese triangulo para imponer sus intereses, siempre y
cuando no tenga un veto de EE UU. En este caso, se trataba de dar la
vuelta a esta fórmula y conseguir un acuerdo entre España y Francia sobre
el derecho al retorno de la Sra. Haidar, sin el veto de EE UU.
Por otra parte, todo el proyecto de
modernización de las clases dominantes en Marruecos –que tienen que hacer
frente al mismo tiempo a la reestructuración de un estado con notorios
rasgos casifeudales, al desarrollo económico para dotarse de una
estabilidad social, al ascenso del islamismo y a las reivindicaciones
nacionales de bereberes y saharauis— pasa por una relación privilegiada y
estratégica con la Unión Europea. De ahí la importancia del “estatuto
avanzado” en su asociación con la Unión Europea. A diferencia de Argelia
–que atraviesa también una crisis importante, con elementos comunes a
Marruecos, pero desde el agotamientos de las formulas republicanas de la
independencia— Marruecos no es un país exportador de hidrocarburos. Las
autoridades marroquíes saben que su relación con la UE se refuerza y
avanza si hay consenso de Francia y España, que se mantiene si cuenta con
solo una de las dos, y que se bloquea y retrocede si ambas potencias están
en contra.
¿La derecha y varios medios de
comunicación madrileños hab hablado de “concesiones” a Marruecos. ¿Qué ha
implicado desde ese punto de vista la vuelta de Aminetu Haidar a El
Aiun?
Es evidente que en la primera fase la
contención bilateral con apoyo de NN UU implicaba operar en el marco de
las resoluciones generales de NN UU, con la conocida posición de que el
contencioso tendrá que resolverse a través de la negociación, el acuerdo
de las partes y el ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo
saharaui. Una formula, por cierto, que fue el resultado de la labor de un
grupo de diplomáticos españoles progresistas que consiguió revertir en NN
UU las consecuencias jurídicas de los Acuerdos de Madrid, firmados en
plena agonía de la Dictadura franquista.
En la segunda fase, la ampliación
multilateral supone que las partes se implican desde
sus posiciones en el propio contencioso del Sahara
Occidental. En este terreno, Marruecos cuenta con el apoyo de Francia y EE
UU para su propuesta de autonomía regional, que había sido reiterada con
gran énfasis en un discurso de Mohamed VI el 9 de noviembre, marcando el
escenario político en el que se produce la expulsión de Aminetu Haidar.
Finalmente, en las negociaciones, la parte española consigue mantener la
autonomía política de su propia posición –definida por la PNL aprobada en
el Congreso—, y que Marruecos acepte el retorno de Aminetu Haidar.
¿Ese es el sentido de los tres
comunicados, español, francés y marroquí, además de la declaración de
Hillary Clinton?
Efectivamente. Se trata de tres
comunicados unilaterales en los que las tres partes coinciden en el
retorno de Aminetu Haidar, reiteran sus posiciones en el contencioso del
Sahara Occidental, cara a una nueva ronda de negociaciones, y EE UU
expresa su satisfacción con el resultado del acuerdo. Solo falta, en este
sentido, un comunicado del FPolisario, que desconozco que haya emitido
hasta el momento.
Más allá de las formulas diplomáticas, lo
importante del comunicado español/ (2) son los dos últimos
párrafos. En ellos se reitera la fórmula tradicional: negociación en el
marco de las resoluciones de NN UU y el acuerdo entre las partes (lo que
asegura, de paso, la libre autodeterminación como aparece en las
resoluciones de NN UU y la legitimidad de la opción de la independencia,
al ser esta la posición del FPolisario) y se señala que, mientras no se
resuelva el contencioso, España “constata” que en el Territorio del Sahara
Occidental se aplica la ley marroquí, lo que tras la expulsión y el
retorno de Aminetu Haidar, es evidente.
¿Por qué tiene importancia ese
“constata”?
Mucha. Porque hay que compararlo con las
palabras utilizadas en el comunicado marroquí o el francés. “Constata” es
un galicismo que quiere decir ni más ni menos que lo que se declara en el
diccionario de la Real Academia de la Lengua: “Comprobar un hecho,
establecer su veracidad, dar constancia de él”. No implica ni aceptación
jurídica ni política. Pero s que, además, en la redacción del párrafo se
añaden dos condicionantes: “mientras se resuelve el contencioso” y “en
conformidad con la posición de Naciones Unidas”. Es decir, la situación
que supone la administración de facto del Sahara Occidental tras el
abandono por la Dictadura franquista y la ocupación marroquí se limita
temporalmente a la resolución del conflicto, porque sin el acuerdo de las
partes y el ejercicio de autodeterminación del pueblo saharaui no podrá
ser de jure. Esta es, en definitiva, la posición de NN UU tras el
Informe Corell (3), de 29 de enero del 2002.
¿Qué balance se puede
hacer?
Quizá es un poco pronto todavía para
hacerlo, pero se pueden adelantar algunos elementos. El retorno de Aminetu
Haidar supone la reafirmación del derecho de los habitantes del Sahara
Occidental, se consideren marroquíes o saharauis, a la libre circulación y
a fijar su residencia, de acuerdo con los Pactos Políticos y Civiles de NN
UU. Es un derecho fundamental, no solo en su ejercicio individual, sino
colectivo, teniendo en cuenta la existencia de los campos de refugiados de
Tinduf. Marruecos tiene la obligación de facilitar la documentación que
haga posible el ejercicio de ese derecho. Sin ese derecho es difícil
imaginar cómo se puede ejercer en su momento la libre autodeterminación
del pueblo saharaui en el territorio del Sahara
Occidental.
La huelga de hambre de Aminetu Haidar ha
vuelto a poner en la agenda internacional la urgencia de llevar a cabo y
concluir las negociaciones sobre el Sahara Occidental. Y lo ha hecho
reforzando la posición negociadora del FPolisario, en un escenario en el
que la opción marroquí de autonomía regional había conseguido el apoyo de
Francia y EE UU. De hecho, el FPolisario había frenado, con apoyo
argelino, la última ronda de negociaciones, consciente de que la
correlación de fuerzas internacional le era desfavorable. Ahora nos
encontramos en un nuevo escenario. Esperemos todos que el mediador de NN
UU, Christofer Ross, pueda abrir con éxito una nueva fase de
negociaciones, acompañada de medidas de confianza, como los programas de
visitas familiares entre Tinduf y el territorio del Sahara
Occidental.
La movilización unitaria y el consenso
expresado en la PNL, con la sola excepción del PP, han dado un nuevo
aliento en el Reino de España a la solidaridad con el pueblo saharaui.
Pero hay que señalar que esa solidaridad no se expresa de forma similar ni
en Francia o la UE, ni en EE UU. La represión en el Sahara es una
realidad, pero tampoco la movilización pro-independentista ha sido capaz
de superarla, y está limitada a los círculos de derechos humanos. Hay una
nueva situación demográfica y política en el Sahara Occidental que ha de
tenerse en cuenta.
El primero en hacerlo ha sido el
FPolisario. La huelga de hambre de Aminetu Haidar ha servido –junto al
viaje de los otros siete activistas de derechos humanos a Tinduf, por el
que siguen encarcelados a la espera de un Tribunal Militar—, para abrir
una nueva estrategia por la autodeterminación. En esta nueva estrategia,
los campos de refugiados siguen siendo muy importantes políticamente, pero
el centro de la reivindicación se desplaza al territorio mismo del Sahara
Occidental. Ello es coherente con la prioridad que el FPolisario ha dado a
la salida pacífica y diplomática del conflicto, a través de las
negociaciones en el marco de NN UU, dejando en segundo plano la
resistencia militar. Esa estrategia requiere el apoyo en el Sahara
Occidental de un movimiento civil lo más amplio y unitario posible por los
derechos del pueblo saharaui. Aminetu Haidar, que es una saharaui de
origen marroquí, es el mejor símbolo de esta nueva
estrategia.
NOTAS:
(1) Ver “En
solidaridad con Aminetu Haidar. Libre determinación del pueblo saharaui.
Entrevista”
www.sinpermiso.info/?id=2946. (2)
http://www.maec.es/es/MenuPpal/Actualidad/Comunicados/Paginas/105comunicado20091218.aspx.
(3) Informe
Correll: Letter dated 29 January 2002 from the Under-Secretary-General for
Legal Affairs, the Legal Counsel, addressed to the President ofthe
Security Council, 12 February 2002, S/2002/161. El párrafo esencial es el
7: “On 26 February 1976, Spain informed the Secretary-General that as of
that date it had terminated its presence in Western Sahara and
relinquished its responsibilities over the Territory, thus leaving it in
fact under the administration of both Morocco and Mauritania in their
respective controlled areas. Following the withdrawal of Mauritania from
the Territory in 1979, upon the conclusion of the Mauritano-Sahraoui
agreement of 19 August 1979 (S/13503, annex I), Morocco has administered
the Territory of Western Sahara alone. Morocco, however, is not listed as
the administering Power of the Territory in the United Nations list of
Non-Self-Governing Territories, and has, therefore, not transmitted
information on theTerritory in accordance with Article 73 e of the
Charter of the United Nations”.
Agustín
Santos Maraver,
director de gabinete del Ministerio español de Asuntos Exteriores, es
miembro de la Redacción de SP en Madrid.