NCeHu 635/09
Cambios productivos agrícolas en la región
sur de de la provincia de Córdoba
AGÜERO, Ricardo;
BUSTAMENTE, Marina;
ZALAZAR, Diego;
GALFIONI, María de los
Ángeles
Departamento de Geografía – UNRC
Hasta dónde es cierta la idea generalizada de que el fenómeno
de la sojización anula o reduce a una mínima expresión a los restantes cultivos
pampeanos y a las actividades ganaderas en general es la motivación central del
trabajo que a continuación se presenta.
Es así que se indaga específicamente, en la región sur de la
provincia de Córdoba y en el lapso comprendido entre 1988 y 2007, cómo es que el
proceso de agriculturización que conlleva a la implantación masiva de la soja,
afecta la expansión areal y la producción en toneladas de los demás cultivos
tradicionales de la zona. También se analizan las consiguientes repercusiones
que desencadena este fenómeno en el ámbito económico y social en el sur
cordobés.
Para ello resulta necesario: analizar la evolución general de
la producción agrícola de los últimos veinte años en la región, diferenciar y
comparar el incremento de las superficies sembradas y de los volúmenes en
toneladas de producción obtenida de los cereales y oleaginosas en el área,
analizar hasta qué extremo la expansión de la soja le quita espacio y relevancia
en la producción a los restantes cultivos, y captar las consecuencias que
derivan del actual desarrollo rural de la región en lo referente a la estructura
agraria fundiaria, fuerza de trabajo y modificaciones del paisaje agrario.
La metodología empleada se basa en un trabajo de gabinete, con
el apoyo de información directa proveniente de encuestas y de entrevistas a
varios agentes productivos calificados. Se vale especialmente de los datos
estadísticos y censales provenientes de instituciones ligadas al agro.
A raíz del análisis realizado, se puede afirmar en primer lugar
que las superficies sembradas de cereales no han disminuido, aunque está claro
que tampoco se han expandido notoriamente; en segundo lugar, la producción en
toneladas de cereales no sólo ha crecido progresivamente, sino que sus volúmenes
en los últimos veinte años también han sido superiores a los de las
oleaginosas.
Se verifica, entonces, que hasta el momento, los cereales
siguen teniendo presencia efectiva en nuestra zona, lo que no significa que más
adelante puedan sufrir cambios sustanciales. Dicha aseveración no quita que
estos cultivos clásicos estén limitados en su desarrollo por el acoso de la
soja.
Palabras claves: agriculturización – repercusiones
económico-sociales – sur cordobés.
Introducción
El propósito del presente estudio consiste en analizar las
transformaciones productivas en el quehacer agrícola que se vienen desarrollando
en la región sur de la provincia de Córdoba, en el lapso comprendido entre 1988
y 2007, con la inquietud de complementar esta indagación con anteriores trabajos
nuestros realizados sobre la misma región, referidos especialmente al análisis
de los actores sociales que se
desempeñan en las áreas rurales, a fin de alcanzar un conocimiento más integral
de las diversas y diferentes problemáticas que se entrelazan en el espacio
aludido.
Cabe resaltar que la motivación central en esta instancia, pasa
por comprobar hasta dónde es cierta la idea generalizada de que el fenómeno de
la sojización anula o reduce a una mínima expresión a los otros cultivos
pampeanos y a las actividades ganaderas en general, en todos los espacios
geográficos donde esta oleaginosa se desarrolla.
A partir de esta preocupación, nos interesa indagar
específicamente en nuestra región de estudio hasta qué punto el proceso de
agriculturización que conlleva a la implantación masiva de la soja, afecta la
expansión areal y la producción en toneladas de los otros cultivos que
tradicionalmente se vienen practicando en la zona -con especial referencia a los
cereales-, y en segundo lugar las consiguientes repercusiones que desencadena
este fenómeno en el ámbito económico y social en el sur cordobés.
Corresponde aclarar que esta investigación se circunscribe
específicamente al análisis agrícola, quedando pendiente para próximas
instancias avanzar sobre la incidencia de la agriculturización en la
problemática ganadera.
Queda claro que, a lo largo de este trabajo, se pone el ojo en
el comportamiento expansivo de la soja -fenómeno generador de beneficios
inmediatos y de resultados posiblemente inciertos en un futuro no lejano-, ya
sea en forma explícita e implícita.
En concreto, a lo arriba expresado lo podemos ampliar y
especificar en los siguientes objetivos:
• Analizar la evolución
general de la producción agrícola de los últimos veinte años en la
región.
• Diferenciar y comparar el
incremento de las superficies sembradas y de los volúmenes en toneladas de
producción obtenida de los cereales y oleaginosas en el área.
• Analizar hasta qué
extremo la expansión de la soja le quita espacio y relevancia en la producción a
los otros cultivos.
• Arribar, por último, a la
captación de las consecuencias que derivan del actual desarrollo rural de la
región, en lo referente a la estructura agraria fundiaria, fuerza de trabajo y
modificaciones del paisaje agrario.
En lo que respecta a la metodología empleada, ésta se basa
principalmente en un trabajo de gabinete, con el apoyo de información directa de
encuestas y de entrevistas a varios agentes productivos calificados, obtenida a
través de los trabajos de campo anteriormente realizados sobre el mismo espacio
asignado al actual estudio. Se vale especialmente de los datos provenientes de
los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002 y de la información
estadística correspondiente a las campañas agrícolas 1988-2007 provista por la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y Alimentación de la Provincia de Córdoba,
y de otras referencias – encuestas y relevamientos agropecuarios– provenientes
de instituciones ligadas al agro.
En suma, la mecánica central de trabajo consiste en analizar
las variables pertinentes a la estructura agraria productiva, a fin de detectar
cómo ha evolucionado la producción agrícola de nuestra área de estudio, para
luego indagar las repercusiones que generan ciertas políticas y el accionar de
algunos agentes productivos en la estructura anteriormente nombrada, y en la
estructura agraria fundiaria, como así también en el desenvolvimiento
socio-económico a nivel regional, entre otros aspectos a considerar.
En relación con el espacio que ocupa el área de estudio, cabe
resaltar que éste es de grandes proporciones, aproximadamente un tercio del
territorio provincial, y está integrado por cuatro departamentos. Estos son: Río
Cuarto, Juárez Celman, Presidente Roque Sáenz Peña y General Roca. Se ubica
(Mapa 1), como el mismo título de la investigación lo señala, en el sector sur
de la provincia de Córdoba en el que, exceptuando una pequeña franja situada en
el extremo oeste del Dpto. Río Cuarto
perteneciente geográficamente a las Sierras de Córdoba, gran parte de su
territorio corresponde a la zona occidental de la pampa argentina.
En concreto, la regionalización que en este estudio
establecemos tomando como recorte territorial a los cuatro departamentos
mencionados, no se apoya ni en los factores naturales ni en los productivos, a
lo sumo éstos colaboran de forma muy genérica y acotada en la individualización
de algunos rasgos geográficos de dicho espacio. En cambio, sí caracterizamos a
este territorio desde un criterio básicamente histórico-social, apoyándonos a su
vez, en cierta tradición que acostumbra a involucrar a estos cuatro
departamentos para definir la región sur de la provincia de Córdoba.
A continuación de haberse planteado el núcleo de la discusión
principal que motiva este trabajo, pasamos al desarrollo del mismo, empezando
por analizar las variables de los cultivos de granos de la estructura agraria
productiva, tanto a nivel provincial como de la región sur de la provincia de
Córdoba, a fin de detectar comparativamente los cambios evolutivos registrados
en el lapso intercensal 1988-2002.
Análisis comparativo de los Censos Nacionales Agropecuarios de
1988 y 2002, sobre el tipo de uso de la tierra de las explotaciones
agropecuarias (EAPs) y de las superficies implantadas con cereales y
oleaginosas, según departamentos involucrados
Con respecto a la “Superficie total de las EAPs, por tipo de
uso de la tierra”, observamos en el Cuadro 1, a nivel provincial, que en lo
correspondiente a la “superficie implantada” figura un incremento intercensal en
hectáreas considerable de los cultivos anuales (56%) y una disminución acentuada
de las forrajeras anuales (-46%) y perennes (-25%).
En la franja de la “Superficie destinada a otros usos”, la
disminución en hectáreas se torna notoria en la columna de “Pasturas naturales”
y en menor término en la de “Bosques y/o montes naturales”.
Es evidente que el incremento en superficie de los cultivos
anuales se ha hecho a costa de ocupar en gran parte los espacios liberados por
las forrajeras, pasturas y montes naturales arriba mencionados, lo que estaría
indicando un avance notorio de estos cultivos sobre tierra destinada
tradicionalmente a la ganadería.
Considerando ahora la sumatoria de los cuatro departamentos que
constituyen el sur cordobés, vemos que -al igual
que a nivel provincial-
se destaca un importante incremento de
la superficie de los cultivos anuales (57%) y una disminución notoria de las
forrajeras, como asimismo de las pasturas y montes naturales. Aquí también se
hace evidente el avance de los cultivos anuales, a costa de los espacios
dedicados a la ganadería. Por otra parte, es interesante observar, en la columna
destinada a “Bosques y/o montes implantados” dentro de la superficie reducida
que ocupa a nivel comparativo, un incremento notable de su expansión areal entre
los dos censos. Esto se debe particularmente al avance de la forestación que se
llevó a cabo en dicho período intercensal, en las serranías y piedemonte que se
recuestan al oeste del Dpto. Río Cuarto.
En concreto, tanto a nivel provincial como en el conjunto de
los cuatro departamentos, no ha habido en el lapso analizado una variación areal
sustancial en el total de la superficie implantada de las EAPs –al margen de un
pequeño incremento en el total provincial (3%) y de una suave disminución en el
total de los departamentos involucrados (-6%)–; en cambio, sí se ha producido en
esta franja un reacomodamiento en el uso de la tierra.
En relación con la “Superficie implantada de las EAPs, por
grupo de cultivos” (Cuadro 2), se observa a nivel provincial -considerando el
desdoblamiento de los cultivos anuales en cereales para granos y oleaginosas- un
importante aumento en hectáreas para el año 2002 de los primeros (42%) y un
incremento sustancial de las segundas (108%), donde la incidencia de la soja en
este caso desempeña un papel preponderante. En el caso de las forrajeras anuales
y perennes, se detecta, al igual que en el cuadro anterior, una fuerte caída
intercensal. En cambio, vemos, de acuerdo
con la sumatoria de los cuatro departamentos, que la superficie destinada a los
cereales para granos apenas ha sufrido un limitado incremento (7%) en el período
intercensal, a diferencia de las oleaginosas, cuyo incremento es más que
importante (144%), correspondiendo a las forrajeras un similar declive al que se
registra en el nivel provincial.
En la desagregación por departamento del sur cordobés,
detectamos para el año 2002 en los departamentos General Roca y Pte. Roque Sáenz
Peña una verdadera irrupción de los sembradíos de oleaginosas, donde no tenía
presencia destacada en años anteriores, y un leve declive en la superficie
implantada con cereales, que indica a las claras el cambio de preferencias de
los agricultores por el primer tipo de cultivos.
A su vez, se observa en los departamentos Juárez Celman y Río
Cuarto, donde ya existía una tradición en los cultivos de oleaginosas, un
incremento areal acusado de los mismos – especialmente en el Dpto. Río Cuarto
(163%)– para el censo del año 2002, con la relevancia de que en el Dpto. Juárez
Celman se registra también un aumento significativo de la superficie implantada
con cereales para granos, en concordancia con su marcada vocación agrícola.
En suma, de acuerdo con los guarismos registrados en el censo
del año 2002, queda en evidencia el incremento sobresaliente en superficie de
los cultivos de oleaginosas –de la mano de la soja, naturalmente–, tanto a nivel
provincial como a nivel de nuestra región. Pero se debe considerar que los
cultivos de los cereales para granos, aunque en menor escala, también acusan en
el plano provincial un aumento destacado, pero no se da así, en cambio, en el
sur cordobés, cuyo leve repunte intercensal nos está indicando que no
obligadamente el aumento de los cultivos de soja implica que tengan que
disminuir los cultivos destinados a los cereales para granos.
Cabe destacar, a modo de agregado, que los valores totales de
las superficies implantadas de las EAPs en este cuadro y los subsiguientes van a
ser un tanto superiores a los registrados en el Cuadro 1, dado que en éstos se
contabiliza la primera y segunda ocupación de cultivos que se practica sobre una
misma superficie.
A continuación, pasamos a analizar la “Superficie implantada
con cereales para granos por cultivo”, según el Cuadro 3. A nivel provincial,
observamos que en el censo de 1988 la mayor superficie implantada corresponde al
maíz y en segundo término al trigo, invirtiéndose notoriamente esta disposición
en el censo de 2002, lo que se traduce en un incremento sustancial de los
cultivos de trigo (149%) y en un incremento más bien regular de los cultivos de
maíz (28%). En lo que respecta a la superficie de avena y sorgo granífero,
detectamos que sufren una caída abrupta entre 1988 y 2002. En cambio, cuando
pasamos a considerar nuestra región de estudio en conjunto, vemos que en ambos
censos el mayor cultivo implantado recae en el maíz y en segundo término en el
trigo, manifestándose en el período intercensal un mayor incremento de este
último con respecto al primero, pero con aumentos de la superficie implantada en
ambos cultivos de cereales más atenuadas que a nivel provincial. En nuestra
región también sufren una caída intercensal pronunciada los cultivos de avena y
sorgo granífero.
Con respecto al análisis por departamento en el sur cordobés,
vemos que en los departamentos General Roca y Presidente Roque Sáenz Peña
sobresalen los cultivos de trigo en ambos registros censales, dado que
tradicionalmente por sus condiciones ambientales se han dedicado más al implante
de este cereal, pero en ambos distritos en el período intercensal se ha
producido, a su vez, un pequeño descenso en el total de los cultivos de cereales
para grano. En estos resultados ha tenido mucho que ver la disminución
pronunciada de los cultivos de avena y sorgo granífero.
En los departamentos Río Cuarto y Juárez Celman, en ambos
censos, van a predominar los cultivos de maíz –por ser una zona más apropiada
para este tipo de cultivo–, con un incremento intercensal destacado en el
segundo distrito. También en los dos departamentos citados, entre 1988 y 2002,
se va a manifestar un aumento importante de las superficies implantadas de
trigo.
En síntesis, en la sumatoria de los valores departamentales del
sur cordobés, los incrementos de los cultivos de trigo y, en menor medida, de
los de maíz que acusa el censo del año 2002, no dejan de ser significativos,
pero son contrarrestados en el total de la superficie implantada con cereales
para grano, por la pronunciada caída de los cultivos de avena y sorgo granífero
que se manifiesta en el área.
En relación con el análisis de la “Superficie implantada con
oleaginosas, por cultivo” (Cuadro 4), observamos a nivel provincial que en ambos
censos predominan abrumadoramente los cultivos de soja, el segundo lugar en el
censo 1988 es ocupado por los sembradíos de girasol, pero éste en el 2002 va a
ser desplazado por el de maní. En lo que respecta a la evolución intercensal,
detectamos un incremento sobresaliente de la soja (148%), pero no así en el caso
del maní y del girasol. Dicha evolución se va a manifestar de manera similar en
el conjunto departamental del sur cordobés, pero el incremento intercensal en
los cultivos de la soja va a ser mucho más agudo (256%) que a nivel provincial y
se diferencia también en que en el censo de 2002 los sembradíos de girasol van a
seguir ocupando el segundo lugar, pero con un incremento intercensal limitado.
En cambio, no es así en el caso del maní, que a pesar de que todavía no está muy
difundido en el extremo sur de la provincia, su cultivo va a acusar un aumento
de importancia (128%). Si desagregamos ahora el análisis a nivel departamental,
observamos que en el Dpto. General Roca predomina en ambos censos el cultivo de
girasol, con un incremento importante para el año 2002 (107%), seguido por un
sobresaliente repunte de los sembradíos de soja y la aparición prácticamente por
primera vez del maní en este último año, con presencia de muchas hectáreas
sembradas.
En el caso del Dpto. Roque Sáenz Peña, los cultivos de la soja
en ambos censos van a ocupar el primer lugar, con un incremento también
importante (214%) para el año 2002, y con un descenso significativo en los
sembradíos de girasol (-63%).
Por último, en los departamentos Juárez Celman y Río Cuarto,
los cultivos de soja van a ocupar en los dos censos el primer lugar, con un
incremento intercensal particularmente sobresaliente en este último departamento
(349%). El segundo lugar en el Dpto. Juárez Celman está ocupado en ambos censos
por su tradicional cultivo: el maní, con un incremento intercensal de
importancia (138%). Todavía hasta el año 2002 este cultivo se encuentra
principalmente focalizado en el citado departamento. En años posteriores, se va
a expandir notoriamente hacia todo el sur de la provincia. En cambio, en el
Dpto. Río Cuarto, el segundo lugar de la superficie implantada con oleaginosas
va a estar ocupado por el girasol, que, a pesar de sufrir una regular
disminución intercensal (-21%), sigue teniendo hasta el censo de 2002 una
presencia nada desestimable.
A modo de síntesis, podemos decir que, tanto a nivel provincial
como en nuestra región, los cultivos de soja en el año 2002 acusan ya un repunte
sobresaliente, seguido también por el maní, pero en mucho menor término; en
cambio, en el caso de los sembradíos de girasol, éstos tienden a estancarse.
Hasta aquí llega el estudio comparado de los dos últimos Censos
Nacionales Agropecuarios referidos a la evolución areal de los cultivos. Ahora,
en el acápite siguiente, aparte de comparar también la evolución de los granos
con otros registros estadísticos, nuestro propósito central pasa por introducir
la variable “producción en toneladas”, obtenida por los cereales y oleaginosas,
tanto a nivel provincial como en nuestra región de trabajo.
Análisis de los resultados de las campañas agrícolas 1988-2007,
según registros de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Alimentación de la
Provincia de Córdoba
A continuación, pasamos a describir la información brindada por
el Cuadro 5, que contiene datos procedentes de la Secretaría de Agricultura,
Ganadería y Alimentación de la Provincia de Córdoba, correspondientes a las
campañas agrícolas desde 1988 hasta 2007.
Si bien dicha información no se puede comparar estrictamente
con los datos registrados en los dos censos anteriormente analizados, por obvias
diferencias en el armado metodológico, no obstante, hemos tratado de hacer
coincidir el inicio de nuestra secuencia con el año 1988 –fecha correspondiente
al primer censo estudiado– hasta el año 2007, con la finalidad, además de
efectuar comparaciones aproximativas con los resultados anteriormente
descriptos, de introducir información desagregada de “superficies sembradas y de
producciones obtenidas en toneladas”, año por año, de los principales cereales y
oleaginosas, a nivel provincial y a nivel de los cuatro departamentos que
comprenden el área de estudio, como así también aportar datos lo más recientes
posible.
Entrando ahora en la descripción específica de los resultados
que brinda dicha Secretaría, observamos a nivel provincial que la mayor
“superficie sembrada” de granos a lo largo de toda la serie 1988-2007
corresponde a las oleaginosas (Gráfico 1-a), en detrimento de los cereales,
donde la soja, que ocupa un lugar preponderante, va a acusar un incremento
sustantivo a partir de los años 1999 y 2000. El girasol y el maní, que si bien
acompañan en la sumatoria del total de las oleaginosas, ocupan una superficie
limitada. Las principales superficies sembradas de cereales corresponden al maíz
y al trigo, y éstas ocupan un espacio mucho menor que la soja.
Con respecto a la mayor “producción de granos” , vemos en el
Gráfico 1-b que hasta el año 2000 fluctuó entre los cereales y las oleaginosas,
lo que indica que hasta esa fecha todavía la soja no había echado pie a nivel
provincial. Ésta recién se va a consolidar, y por ende arrastrar al
conjunto de las oleaginosas, a partir de dicho año, con cifras de producción
realmente importantes, que llegan en el año 2007 a más de doce millones de
toneladas, de las cuales a la soja le corresponde el 94% del total de las
oleaginosas obtenidas.
Dentro de los cereales, el maíz y el trigo también acusan un
incremento significativo, con las oscilaciones del caso, especialmente del
trigo, que si sumamos la producción de los dos granos, o superaron en un momento
a las oleaginosas, o no se despegan mucho de las mismas a lo largo de la serie
analizada. La producción de sorgo, si bien no es desestimable, en general es de
mucho menor volumen que la de los otros dos cereales.
En relación con la región sur de la provincia de Córdoba,
observamos que la mayor “superficie sembrada” hasta el año 1996 (Gráfico 1-c)
–exceptuando el año 1995– corresponde a los cereales, donde el maíz y el trigo
ocupan un lugar preponderante (Gráfico 2-b), para luego pasar a ocupar esta
supremacía las oleaginosas hasta el año 2007. En el caso específico de los
sembradíos de soja, recién van a ocupar un lugar destacado en el área a partir
del año 2000 (Gráfico 2-b). El girasol, que solía abarcar espacios importantes
hasta el año 2000, declina notoriamente en los años subsiguientes. En el caso
del maní, cuyas superficies sembradas fueron siempre limitadas y localizadas
especialmente en el Dpto. Juárez Celman, –dentro de nuestra zona de estudio–,
van a oscilar notablemente por un lado y deslocalizarse por otro, al cundir sus
sembradíos hacia el extremo sur de la provincia.
En concreto, vemos que la evolución de las superficies
sembradas de granos en nuestra región difiere un tanto de la señalada a nivel
provincial, dado que la introducción masiva de la soja se inició más tarde que
en otros sectores del campo cordobés.
A modo de síntesis en este punto, es interesante comparar de
forma aproximativa el crecimiento en superficie sembrada de cereales y
oleaginosas de nuestra región entre 2002 y 2007 (Cuadro 5-a), según los datos
provenientes de la Secretaría de Agricultura de Córdoba, con el crecimiento de
los mismos granos entre 1988 y 2002, según información proveniente de los censos
respectivos. Vemos así que el incremento de la superficie sembrada de
oleaginosas entre 2002 y 2007 –éstas ya están instaladas firmemente en la zona–
corresponde a un 46%, a diferencia del espectacular crecimiento del 256% del
período anterior (1988-2002) (Cuadro 4) y, en el caso de los sembradíos de
cereales, éstos acusan un suave incremento del 9,3%, muy similar al 6,7% del
período 1988-2002 (Cuadro 3). Lo importante de destacar en este caso es que
los sembradíos de cereales no retroceden
ante el avance arrollador de la soja en nuestra región, aunque tampoco se
expanden significativamente.
Con respecto a la mayor “producción en toneladas” de granos en
nuestra zona (Gráfico 1- d), observamos como caso significativo que la mayor
producción le corresponde a los cereales a lo largo de toda la serie analizada
–excepto los años 2003 y 2005–. El maíz, típico cultivo de la región
centro-norte de la región –especialmente del Dpto. Río Cuarto–, es a nivel
productivo la estrella de los granos. A pesar de expandirse sobre una superficie
relativamente limitada en términos comparativos, sus altos rendimientos por
hectárea promedio así lo posicionan. Esto se evidencia en que su producción en
toneladas supera a la soja, generalmente con diferencias importantes a lo largo
de toda la serie aludida, excepto en los años 2003, 2005 y 2007 (Gráfico 2- a).
En el caso de la producción triguera –cereal que tradicionalmente se cultiva más
en los departamentos Roque Sáenz Peña y General Roca–, ésta es de mucho menor
volumen y de cosechas más erráticas que el maíz; no obstante, ayuda eficazmente
al incremento productivo de los cereales de la región (Gráfico 2-a). La
producción de sorgo, al igual que a nivel provincial, no es para nada
desestimable y, a pesar de que en muchos años de la serie se acerca e inclusive
supera los volúmenes obtenidos por el trigo, en general está por debajo –y en
algunas campañas bastante por debajo– de éste.
La producción de soja (Gráfico 2-a) empieza tomar vuelo en el
sur cordobés a partir de 1997, en coincidencia obviamente con el incremento de
sus superficies sembradas, que toma impulso ese mismo año. No obstante, no logra
desplazar al maíz, como ya lo puntualizamos, hasta el año 2007.
Es evidente que, en relación con la evolución de la producción
de granos a nivel provincial, median diferencias de fondo con el sur cordobés,
en el sentido de que en nuestra zona todavía se mantiene hasta el 2007 la
supremacía de los cereales con respecto a las oleaginosas.
Cabe, por último, resaltar (Cuadro 5-b) –en base a los datos
provenientes de las campañas agrícolas– el incremento de la producción en
toneladas de los cereales y oleaginosas de nuestra región en dos períodos:
1988-2002 y 2002-2007, procurando buscar un parangón aproximativo con los
indicadores ya mencionados de la evolución de las superficies sembradas con
granos.
Vemos así cómo en el período 1988-2002, tanto las oleaginosas
como los cereales del área acusan un incremente superlativo, más pronunciado en
los cereales que en las oleaginosas. Estos incrementos resultan muy elevados
porque se debe recordar que se parte de un piso productivo muy bajo (1988) en el
primer período, en relación con el segundo. Sin la menor duda, en estos saltos
productivos intervienen durante la década del ’90 (Azcuy Ameghino, 2004; Barsky
y Gelman, 2001), al igual que en toda la Región Pampeana, la expansión de los
últimos avances tecnológicos en el quehacer agropecuario y una profunda
modificación de la estructura agraria fundiaria, que va a dar como resultado una
aguda concentración de las explotaciones, que deriva a su vez en un incremento
de la producción –a pesar de ciertos altibajos– a gran escala en términos
comparativos, con el año inicial de referencia (1988).
Sin embargo, en el período 2002-2007, los cereales acusan un
leve incremento en la producción (6%), dando la impresión de que sus volúmenes
productivos se estuviesen estabilizando o aquietando. En cambio, el incremento
de la producción de la soja (74%) es significativo, y demuestra a las claras
cómo va acortando camino con respecto a los cereales.
Para finalizar este capítulo, quisiéramos hacer la siguiente
reflexión respecto de las vinculaciones existentes entre “superficie sembrada y
producción obtenida” en toneladas de los cultivos.
En primer lugar, debemos recordar la variación profunda que
media entre hectáreas sembradas y hectáreas cosechadas –que, en función de las
contingencias del año agrícola, estas últimas suelen ser a veces sustancialmente
menores que las primeras–, como así también con respecto al rendimiento por hectáreas obtenido de los
cultivos a lo largo de las diferentes campañas agrícolas.
En segundo lugar, se debe relativizar o saber calibrar la
expansión areal de ciertos cultivos –la soja, por ejemplo–, con respecto a
otros, dado que se debe tomar en cuenta, además del incremento en superficie de
los cultivos, los rendimientos promedios de los mismos, lo que determina como
corolario la producción final obtenida por cada uno de ellos. En el caso del
maíz, que con un rendimiento promedio por hectárea muy superior al de la soja y
con una superficie destinada a su cultivo muy inferior al de ésta, en las
campañas agrícolas de nuestra región –excepto algunas de las últimas– ha
obtenido una producción en toneladas significativamente superior a la de la
soja, al margen de que la tonelada de ésta se cotice mucho más en el mercado que
la de maíz y que los costos de implantación y mantenimiento sean diferentes;
pero esas variables económicas representan una cuestión diferente a lo que en
esta instancia queremos destacar.
En suma, en este trabajo hemos hecho hincapié en las
oscilaciones de las “superficies implantadas” de los cultivos cuando hemos
analizado los dos últimos censos, dado que éstos no disponen de datos sobre la
producción, pero apoyándonos en la información proveniente de la Secretaría de
Agricultura de Córdoba, hemos querido también introducir la variable
“producción”, por entender que en última instancia, cuando se calibra macro
económicamente un cultivo –aparte de considerar su valor por unidad de peso–, se
hace en base a la producción en toneladas obtenida por el mismo, por representar
el fruto tangible de la capacidad productiva de un espacio agrícola
dado.
Conclusiones
Más allá de estudiar la evolución productiva agrícola de la
región, el nudo central de nuestra inquietud ha consistido en desentrañar hasta
qué punto la expansión de la soja afecta la producción de los otros cultivos
tradicionales de la región.
Lo dicho anteriormente está ligado al proceso de
agriculturización que, sin la menor duda, es motorizado por el crecimiento
inusitado de los cultivos de soja y que desde hace años se viene manifestando en
el campo argentino. Para nosotros, lo interesante de la cuestión ha pasado por
dilucidar si la expansión areal de la soja: 1) le ha quitado espacio de
superficie sembrada a los otros cultivos, principalmente a los cereales, y 2) ha
afectado negativamente a la producción en toneladas de los mismos.
Colateralmente al interés de despejar este núcleo duro en
nuestro trabajo, también nos ha interesado analizar otros aspectos de índole más
bien socio-económica, que trae aparejado este fenómeno de la sojización.
Entrando ahora específicamente al desarrollo del tramo final
del presente estudio, vemos obviamente que el sur cordobés no está ajeno a este
fenómeno de la agriculturización, teniendo también a la soja como abanderada. Es
más, debemos tener presente que, dentro del incremento espectacular de dicha
oleaginosa a nivel país, que alcanzó en la última campaña agrícola 2007/2008 a
cubrir 16.600.000 hectáreas sembradas y obtener una producción estimativa de
46.200.000 toneladas (SAGPyA, Estimaciones agrícolas mensuales, 15/10/08), la
provincia de Córdoba ocupa el primer lugar entre las provincias productoras,
alcanzando el 30% aproximadamente de la producción a nivel nacional (SAGPyA,
Estimaciones Agrícolas Soja, 16/11/08), lo que significa que nuestra zona forma
parte y contribuye a este importante desarrollo productivo provincial.
Por otra parte, el sur cordobés, al igual que la Región
Pampeana en general, ha pasado y está pasando por todas las transformaciones
productivas, con las derivaciones y consecuencias socio-económicas que es de
imaginar, materializadas por la intromisión tangible de la soja en el circuito
de la producción de granos, como hecho concreto, pero motivada por razones del
complejo entramado económico. En este
sentido, debe quedar claro para no demonizar arbitrariamente a la soja, que los
reales e imaginarios perjuicios que esta oleaginosa provoca no se deben a su
proliferación en sí misma, sino que en realidad es la consecuencia o el efecto
explícito de un conjunto de fenómenos causales que produjeron como resultado la
expansión de este cultivo. En forma sucinta y de manera esquemática, podemos
decir que la conjunción del ingreso del gran capital –internacional y nacional–
en las economías agrarias, de un paquete tecnológico de máxima eficiencia y de
una demanda creciente a nivel mundial de forrajeras – especialmente de esta
oleaginosa– que trajo aparejado como lógica consecuencia altos precios del
producto, coadyuvó a la difusión extraordinaria de este grano. Proliferación que
desde luego no se circunscribe solamente a nuestra nación, sino que incluye a
los países vecinos, especialmente a Brasil, aparte de incidir en otras naciones
del mundo.
Además de las causales generales arriba mencionadas, se debe
agregar en el caso de nuestro país la ausencia de una política de Estado que
pueda oficiar de reguladora de la producción agraria, en el sentido de
establecer criterios distributivos equilibrados en beneficio de todos los
sectores y ramas de la producción agropecuaria, con capacidad concreta de poder
contrarrestar, por ejemplo en esta circunstancia, el monocultivo de la soja.
En suma, son los factores políticos los verdaderos vectores que
digitan en el plano internacional y nacional las actividades –en este caso–
agropecuarias, por encima del desenvolvimiento económico y tendencias de mercado
reinantes en cada etapa histórica y en cada espacio geográfico, lo que significa
que sobre los factores económicos interactuantes en un lugar o no lugar
específico, son las decisiones políticas las que priman y mandan sobre los
factores productivos.
A continuación, una vez expresadas las causas -a nuestro
juicio- del fenómeno de la agriculturización, vamos a pasar a desarrollar los
efectos, o sea, el papel que juega este proceso en el sur cordobés.
Acortando camino, porque muchos de los aspectos y resultados
que nos propusimos desentrañar ya fueron explicitados anteriormente, pasamos a
expresar las siguientes observaciones específicas.
Podemos resumir a lo largo del recorrido de los cuadros y
gráficos analizados, las siguientes tendencias:
1) Un incremento de las superficies de los cultivos anuales en
desmedro de las forrajeras, pasturas y montes naturales, poniendo en evidencia
el avance de los cultivos anuales a costa de ocupar en gran parte los espacios
destinados a la ganadería, donde ya a partir de estos resultados se manifiesta
la embestida de los cultivos sobre otros usos de la tierra.
2) Un incremento intercensal (1988-2002) pronunciadísimo de las
superficies implantadas de oleaginosas (146%) y un aumento leve de la superficie
sembrada de cereales (7%), progresión que se vuelve a manifestar en el período
2002-2007, con un incremento areal del 46% para las oleaginosas y un 9,3% para
los cereales. En concreto, aparte del crecimiento vertiginoso de las superficies
implantadas de oleaginosas donde, como ya dijimos, la soja es el motor de esta
expansión, vemos que las superficies implantadas de cereales no han disminuido,
sino que se han mantenido con un leve repunte en el último período señalado. No
obstante los valores areales relativamente estabilizados de los cereales, se
debe recordar que en los primeros años de la serie 1988-2007, las superficies
sembradas de cereales predominaron sobre las oleaginosas, lo que demuestra una
presencia no menor hasta 1996.
3) Un incremento pronunciado en la producción en toneladas de
cereales (350%) en el período 1988-2002, que decae notoriamente en el último
período 2002-2007, pero siempre con valores positivos (6%). El incremento en la
producción de oleaginosas (248%) fue también muy alto en el primer período
–aunque en menor medida que los cereales–, para luego disminuir su crecimiento
entre 2002 y 2007, una vez instalados sus primeros picos productivos (74%), lo
que va a desembocar, no obstante, en una
producción total para el año 2007 que le pisa los talones al de los cereales.
Por otra parte, se debe recordar que en nuestra región, a lo largo de toda la
serie 1988-2007 –exceptuando los años 2003 y 2005–, los volúmenes de los
cereales fueron superiores a los de las oleaginosas.
En síntesis, en contra de muchas opiniones de diversa
procedencia, que consideran que la difusión de la soja ha arrasado con los otros
cultivos tradicionales -situación
que es cierta en muchos lugares-
en el caso de nuestra región vemos en
primer lugar que las superficies sembradas de cereales –hasta el año 2007– no
han disminuido, aunque está claro que tampoco se han expandido notoriamente.
En segundo lugar, observamos que la producción en toneladas de
cereales no sólo ha crecido progresivamente –más allá de ciertos retrocesos en
algunos años debido a diferentes contingencias–, sino que sus volúmenes en los
últimos veinte años (excepto dos años) también han sido superiores a los
de las oleaginosas. Por otra parte, nos interesa resaltar la variable
“producción” en nuestra región por dos razones. La primera, para dejar en claro
que si bien las superficies sembradas de cereales están limitadas y acotadas por
los sembradíos de soja, éstos no han impedido su crecimiento productivo y menos
aún, menguado su producción. La segunda, en un plano más general, consiste en
destacar que, aparte de la importancia económica de la producción en términos
volumétricos de los cereales, dicha relevancia también pasa por la connotación
alimenticia indudable que tienen estos granos y, muy en particular, en las
actuales circunstancias de nuestro país.
Está claro que los cereales, hasta el momento, siguen teniendo
presencia efectiva en nuestra zona, lo que no significa que más adelante puedan
sufrir cambios sustanciales. Es evidente que hay signos claros de un relativo
estancamiento y, en cierto modo, de acorralamiento espacial de los mismos por
parte obviamente de la soja, pero tampoco se perciben signos de retraso
manifiesto, más allá de las coyunturas de un mal año –como aparentemente se
presenta para los cereales la actual campaña 2008-2009–, al suponer que sigue
mediando la demanda de trigo y maíz de algunas importantes industrias molineras
instaladas en la región, además de cierta prevención en varios productores de
mantener una diversificación en sus cultivos por razones agroecológicas y de
tradición en el trabajo de los granos clásicos de la zona.
Resulta interesante, además, relacionar la situación por la que
atraviesan los cereales en nuestra área con la opinión de dos calificados
investigadores (Barsky y Dávila, 2008), en una de sus últimas publicaciones,
donde expresan, entre otras consideraciones, que no es del todo cierto como
muchos creen, que la expansión de soja ha anulado el crecimiento de los
restantes cultivos pampeanos.
Sin entrar en las consideraciones que manifiestan estos autores
vemos que, por lo menos a nivel de provincia de Córdoba al igual que en nuestra
región pero con las diferencias del caso expresadas en su momento, a pesar de
que las superficies sembradas y la producción volumétrica de los cereales están
subsumidas desde hace años a las de las oleaginosas, estas dos variables
mencionadas siguen creciendo en forma regular. Dicha aseveración no quita que
estos cultivos clásicos estén limitados en su desarrollo por el acoso de la
soja.
No obstante esta suerte de atrincheramiento de los cereales en
nuestra región, su futuro se presenta incierto si a este fenómeno de la
sojización no se le pone límite, dado que, sin duda, tiende a producir
distorsiones distributivas en los restantes cultivos granarios.
En lo referente a las repercusiones del proceso de
agriculturización en la estructura agraria fundiaria de la zona, nos hemos
referido exhaustivamente en otros trabajos anteriores (Agüero et al., 2006).
Aquí lo sintetizamos en los siguientes términos: al igual que en toda la Región
Pampeana, en el sur cordobés se puede observar una disminución acentuada de EAPs
entre 1988 y 2002, con signos de que continúa este declive, según información de
procedencia empírica, con un incremento sostenido en el tamaño promedio de las
explotaciones y un desplazamiento de la tenencia de las mayores superficies hacia la escala de
extensión superior a las 1.000 Has., lo que nos indica una fuerte concentración
en manos de los establecimientos de mayor tamaño.
Se manifiesta un incremento sustantivo de campos arrendados,
especialmente por aquellas explotaciones que ya poseen tierra en propiedad, a
fin de adecuarse a las nuevas escalas productivas y, por último, se evidencia
también la proliferación del tipo jurídico del productor bajo la categoría de
sociedades anónimas, lo que refleja la intromisión del gran capital en el
quehacer agropecuario.
En síntesis, lo que manifiesta la actual estructura agraria
fundiaria es la concentración del capital cada vez más en poder de pocas manos y
la despersonalización progresiva de las actividades rurales.
A continuación, nos referiremos a dos aspectos que quedan
pendientes y que están estrechamente ligados al fenómeno que venimos analizando.
Éstos corresponden a la fuerza de trabajo rural y al actual paisaje agrario
imperante en la región.
Con respecto al primer punto, lo trascendente de destacar es
que las profundas modificaciones que viene sufriendo el campo se presentan
acompañadas con la aparición de nuevos actores laborales y con la adecuación a
las nuevas circunstancias de aquellos agentes rurales que han podido o sabido
sobrevivir a los cambios productivos imperantes.
Es así como aparecen en escena los pools de siembra,
los contratistas capitalistas, las agroindustrias y cooperativas con injerencia
directa en la actividad primaria –o sea, investidos en el rol de productores–,
las sociedades anónimas agropecuarias con capitales de procedencia urbana, entre
otros. Todos ellos en consonancia con la nueva orientación productiva a gran
escala que se lleva a cabo en el campo.
En lo atinente a los trabajadores rurales dependientes -de
acuerdo con investigaciones anteriores-, su situación actual no es nada fácil.
Debido a los avances tecnológicos, las posibilidades laborales de los clásicos
trabajadores temporarios (bolseros, changarines) se encuentran sumamente
restringidas. Algo parecido pasa, pero en menor intensidad, con los trabajadores
permanentes, dado que cada vez más se prescinde de ellos. Los únicos que están
sobreviviendo con cierto éxito son aquellos que integran la mano de obra
calificada que maneja máquinas agrícolas, pero con el inconveniente en muchos
casos de que su tiempo laboral está sujeto al período de siembra y/o
cosecha.
Cabe resaltar, por último, que con todas estas
reestructuraciones del agro, el campo ha perdido mucha fuerza laboral. Esto,
desde luego, queda en evidencia a través de la disminución aguda de EAPs que se
viene detectando desde hace tiempo, y que arrastra no solamente a productores y
familiares que trabajan en ellas, sino también, desde luego, a los agentes
dependientes que trabajan en las EAPs.
En relación con el segundo punto, o sea las modificaciones que
viene sufriendo el paisaje agrario de la zona, en pocas palabras podemos decir
que lo más trascendente es la comprobación de un campo cada vez más vacío de
gente, donde como contraste no dejan de prosperar y cundir los cultivos de
granos, entre otros. Este cuadro va acompañado de viviendas y calles secundarias
abandonadas, alambrados caídos o inexistentes, tranqueras clausuradas,
reordenamiento visible de muchas parcelas –de antiguas explotaciones–
reagrupadas en un solo establecimiento, etc., todos signos de ausencia de
población. Esto no quiere decir que los campos estén abandonados, sino todo lo
contrario, dado que la tierra está aprovechada regularmente en su totalidad.
Éste es el estado de situación de nuestro paisaje rural. Por un
lado, luce prolijo y bien trabajado y, por el otro, carente de gente.
Finalizando este trabajo, cabe reafirmar, de acuerdo con lo
antedicho, que el fenómeno de la sojización no se limita a generar alteraciones
estrictamente productivas, sino que viene acompañado también por alteraciones
socio-económicas de todo tipo, que repercuten en forma directa o indirecta en
toda la estructura social del país. Debe quedar en claro que el fenómeno
aludido no es la causa de las alteraciones
mencionadas, sino más bien el efecto tangible de un cúmulo de medidas
político-económicas, dispuestas en diferentes planos jerárquicos de
decisión.
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Cuadro 1. Superficie total de las EAPs, por tipo de uso de la
tierra, según departamentos involucrados
Supcie implantada en Has. Superficie destinada a otros usos en
Has.
Departamento
Superficie total de las EAPs
Total Cultivos anuales
Cultivos perennes
Forrajeras anuales
Forrajeras perennes
Bosques y/o montes
Cultivos sin discriminar
Total Pasturas naturales
Bosques y/o montes naturales
Superficie apta no utilizada
Superficie no apta o de desperdicio
Caminos, parques y viviendas
Sin discriminar uso
Provincia de
Córdoba 1988 13.724.885,5 7.215.042,3 3.015.594,5
8.696,1 2.021.053,2 2.102.481,6 36.685,3 30.531,6 6.509.843,2 3.119.349,4
2.195.251,2 280.581,7 668.530,0 246.130,9
Provincia de
Córdoba 2002 12.244.257,8 7.437.338,2 4.703.861,8
5.579,9 1.096.215,8 1.580.743,8 29.648,8 21.288,1 4.806.919,6 2.105.367,4
1.923.731,9 222.214,6 410.997,5 123.790.3 20.817,9
Diferencia Nº -1.480.627,7
+222.295,9 +1.688.267,3 -3.116,2 -924.837,4 -521.737,5 -7.036,5 -9.243,5
-1.702.923,6 -1.013.982,0 -271.519,3 -58.367,1 -257.532,5 -
122.340,6
Diferencia % -10,8% +3,1% +56% -35,8% -45,8% -24,8%
-19,2% -30,3% -26,2% -32,5% -12,4% -20,8% -38,5%
-49,7%
General Roca
1988 1.188.890,5 792.738,9 194.705,3 1,9
234.303,9 363.241,3 481,5 5 396.151,6 194.988,6 82.357 21.775,5 73.462,4
23.568,1
General Roca
2002 1.052.151,7 727.827,5 329.866,5 —
165.181,0 231.782,0 812,0 186,0 324.324,2 107.805,8 79.078,2 57.353,0 71.876,4
8.210,8
Diferencia Nº -136.758,8 -64.911,4
+135.161,2 — -69.122,9 -131.459,3 +330,5 +181 -71.827,4 -87.182,8 -3.278,2
+35.577,5 -1.586 -15.357,3
Diferencia % -11,5% -8,2% +69,4% — -29,5% -36,2%
+68,8% -18,1% -44,7% -4% +163,4% -2,2% -65,2%
Pte. R. Sáenz
Peña 1988 782.565,5 429.026,9 160.427,5 — 92.311,5
175.953,9 84 250 353.538,6 222.478,6 5.804,5 51.897 61.101,3
12.257,2
Pte. R. Sáenz
Peña 2002 606.634,9 309.159,3 178.079,7 — 31.884,1
98.683,5 508,5 3,5 297.475,6 203.277,4 1.573,5 26.180,8 60.763,1 5.584,8
96,0
Diferencia Nº -175.930,6
-119.867,6 +17.652,2 — -60.427,4 -77.270,4 +424,5 -246,5 -56.063,0 -19.201,2
-4.231 -25.716,2 -338,2 -6.672,4
Diferencia % -22,5% -27,9% +11% — -65,5% -43,9%
+505,4% -15,9% -8.6% -72,9% -49,6% -0,6% -54,4%
Juárez
Celman 1988 737.576,2 514.397,6 252.745,8 7,2
123.422,5 137.723,1 493,3 5,7 223.178,6 125.342,9 2.857,8 12.954 49.685,9
32.338
Juárez
Celman 2002 746.631,5 598.336,8 425.170,3 0,1
60.669,5 111.625,6 432,2 439,1 148.294,7 73.739,4 2.587,8 18.891,6 44.601,6
8.343,8 130,5
Diferencia Nº +9.055,3 +83.939,2
+172.424,5 -7,1 -62.753 -26.097,5 -61,1 +433,4 -74.883,9 -51.603,5 -270 +5.937,6
-5.084,3 -23.994,2
Diferencia % +1,2% +16,3% +68,2% -50,8% -19% -12,4%
-33,6% -41,2% -9,9% +45,8% -10,2% -74,2%
Río Cuarto
1988 1.703.378 1.201.925,6 420.286,7 41,9
443.852,3 333.100 4.042,4 602,3 501.452,4 291.385,3 41.956,7 40.457,0 92.394,0
35.259,4
Río Cuarto
2002 1.468.291,2 1.131.833,1 679.318,6 43,0
248.690,7 195.458,5 7.806,0 516,3 336.458,1 230.019,7 26.714,0 14.652,4 48.410,9
14.682,1 1.979,0
Diferencia Nº -235.086,8 -70.092,5
+259.031,9 +1,1 -195.161,6 -137.641,5 +3.764 -86 -164.994,3 -61.365,6 -15.242,7
-25.804,6 -43.983,1 -20.577,3
Diferencia % -13,8% -5,8% +61,6% -44% -41,3% +93,1%
-32,9% -21,1% -36,3% -63,8% -47,6% -58,4%
Σ 4
Dptos.1988
4.412.410,2 2.938.089 1.028.165,3 51 893.890,2
1.010.018,3 5.101,2 863,0 1.474.321,2 834.195,4 132.976,0 127.083,5 276.843,6
103.422,7
Σ 4
Dptos.2002
3.873.709,3 2.767.156,7 1.612.435,1 43,1 506.425,3
637.549,6 9.558,7 1.144,9 1.106.552,6 614.842,3 109.953,5 117.077,8 225,652,0
36.821,5 2.205,5
Diferencia Nº -538.700,9
-170.932,3 +584.269,8 -7.9 -387.464,9 -372.468,7 +4.457,5 +281.9 -367.768,6
-219.353,1 -23.022,5 -10.005,7 50.991,6 -66.601,2
+2.205,5
Diferencia % -12,2% -5,8% +56,8% -15,5% -43,4% -36,9%
+87,4% +32,7% -24,9% -26,3% -17,3% -7,9% -18,4% -64,4%
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de los
Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002.
Cuadro 2. Superficie implantada de las EAPs, por grupos de
cultivo, según departamentos involucrados y período de ocupación, en
Has.
Departamento Período de
ocupación 1 Total
Cereales para
grano Oleaginosas Forrajeras
anuales
Forrajeras
perennes
Otros
cultivos
Primera 7.215.042,3 1.505.072,7 1.505.174,2 2.021.053,2
2.102.481,6 81.260,6
Provincia de Segunda 571.291,6 66.826,9 278.679,4
195.055,1 29.389,8 1.340,4
Córdoba 1988
Total 7.786.333,9 1.571.899,6 1.783.853,6 2.216.108,3
2.131.871,4 82.601,0
Primera 7.437.338,2 2.175.001,6 2.520.667,0 1.096.215,8
1.580.743,8 64.710,0
Provincia de Segunda 1.349.155,9 54.508,6 1.189.876,9
98.218,1 — 6.552,5
Córdoba 2002 Total 8.786.494,1 2.229.510,2
3.710.543,9 1.194.433,9 1.580.743,8 71.262,5
Diferencia Nº +1.000.160,2
+657.610,6 +1.926.690,3 -1.021.674,4 -551.127,6
-11.338,5
Diferencia % +12,8% +41,8% +108,0% -46,1% -25,9%
-13,7%
Primera 792.738,9 130.516,3 64.189,0 234.303,9 363.241,3
488,4
General Roca Segunda 64.598,3 15.089,0 9.309,0
34.205,3 5.995,0 —
1988
Total 857.337,2 145.605,3 70.498,0 268.509,2 369.236,3
488,4
Primera 727.827,5 125.303,5 204.433,0 165.181,0 231.782,0
1.128,0
General Roca Segunda 76.683,0 12.368,0 43.797,0
20.518,0 — —
2002 Total 804.510,5 137.671,5 248.230,0
185.699,0 231.782,0 1.128,0
Diferencia Nº -52.826,7 -7.933,8
+177.732,0 -82.810,2 -137.454,3 +639,6
Diferencia % -6,2% -5,5% +252,1% -30,8% -37,2%
+130,9%
Primera 514.397,6 110.463,3 142.279,5 123.422,5 137.723,1
509,2
Juárez Celman Segunda 30.246,6
3.968,0 13.622,2 11.785,9 870,0 0,5
1988
Total 544.644,2 114.431,3 155.901,7 135.208,4 138.593,1
509,7
Primera 598.336,8 165.836,1 259.324,2 60.669,5 111.625,6
1.999,4
Juárez Celman Segunda 71.739,4
1.699,0 62.503,9 6.418,5 — —
2002 Total 670.076,2 167.535,1 321.828,1
67.088,0 111.628,6 1.999,4
Diferencia Nº +125.431,8 +53.103,8
+165.926,4 -68.120,4 -26.967,5 +1.489,7
Diferencia % +23,0% +46,4% +106,4% -50,4% -19,5%
+292,3%
Primera 429.026,9 97.868,5 62.559,0 92.311,5 175.953,9
334,0
Pte. R. Sáenz Segunda 27.879,5
2.932,5 12.711,0 9.047,5 3.188,5 —
Peña 1988
Total 456.906,4 100.801,0 75.270,0 101.359,0 179.142,4
334,0
Primera 309.159,3 85.148,2 92.749,5 31.884,1 98.683,5
694,0
Pte. R. Sáenz Segunda 50.965,8
1.636,0 48.303,2 1.026,6 — —
Peña 2002 Total 360.125,1 86.784,2 141.052,7
32.910,7 98.683,5 694,0
Diferencia Nº -96.781,3 -14.016,8
+65.782,7 -68.448,3 -80.458,9 +360,0
Diferencia % -21,2% -13,9% +87,4% -67,5% -44,9%
+107,8%
Primera 1.201.925,6 253.536,1 166.796,6 443.852,3 333.100,0
4.640,6
Río Cuarto 1988 Segunda 92.381,7
20.657,5 10.076,5 52.237,2 9.401,5 9,0
Total 1.294.307,3 274.193,6 176.873,1 496.089,5 342.501,5
4.649,6
Primera 1.131.833,1 274.129,9 404.935,7 248.690,7 195.458,5
8.618,3
Río Cuarto 2002 Segunda 83.562,1
10.896,7 60.624,4 12.041,0 — —
Total 1.215.395,2 285.026,6 465.560,1 260.731,7 195.458,5
8.618,3
Diferencia Nº -78.912,1 +10.833,0
+288.687,0 -235.357,8 -147.043,0 +3.968,7
Diferencia % -6,1% +3,9% +163,2% -47,4% -42,9%
-85,4%
Σ 4
Dptos.1988
3.153.195,1 635.031,2 478.541,8 1.001.166,1
1.029.473,3 5.981,7
Σ 4
Dptos.2002
3.050.107,0 677.017,4 1.176.670,9 546.429,4 637.549,6
12.439,7
Diferencia Nº -103.088,1 +41.986,2
+690.128,9 -454.736,7 -391.923,7 +6.458,0
Diferencia % -3,3% +6,7% +145,9% -45,4% -38,1%
+108,0%
1 “Primera” representa primera ocupación u ocupación
permanente.
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de los
Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002.
Cuadro 3. Superficie implantada con cereales para grano, por
cultivo, según departamentos involucrados y período de ocupación, en
Has.
Departamento Período de
ocupación Total Avena Maíz Sorgo
granífero Trigo Otros 1
Primera 1.505.072,7 49.691,9 633.882,3 273.502,5 496.562,5
51.433,6
Provincia de Segunda 66.826,9 2.086,0 27.714,5
13.639,5 14.384,0 9.002,9
Córdoba 1988
Total 1.571.899,6 51.777,9 661.596,8 287.142,0 510.946,5
60.436,5
Primera 2.175.001,6 9.390,8 819.038,1 76.349,5 1.259.874,3
10.348,9
Provincia de Segunda 54.508,6 268,0 37.235,1 3.210,0
13.352,5 443,0
Córdoba 2002 Total 2.229.510,2 9.658,8 846.552,2
2 79.559,5 1.273.226,8 3
10.791,9
Diferencia Nº +657.610,6 -42.119,1
+184.955,4 -207.582,5 +762.280,3 -49.644,6
Diferencia % +41,8% -81,4% +28,0% -72,3% +149.2%
-82,1%
Primera 130.516,3 6.395,5 40.668,0 26.972,5 53.298,3
3.182,0
General Roca Segunda 15.089,0 394,0 6.071,0 2.382,0
5.279,0 963,0
1988
Total 145.605,3 6.789,5 46.739,0 29.354,5 58.577,3 4.145,0
Primera 125.303,5 666,5 37.981,0 2.070,0 82.518,0
2.068,0
General Roca Segunda 12.368,0 — 9.661,0 589,0 2.118,0
—
2002 Total 137.671,5 666,5 47.642,0 2.659,0
84.636,0 2.068,0
Diferencia Nº -7.933,8 -6.123,0
+903,0 -26.695,5 +26.058,7 -2.077,0
Diferencia % -5,5% -90,2% +1,9% -90,9% +44,5%
-50,1%
Primera 110.463,3 5.339,0 58.179,3 10.653,6 33.689,4
2.602,0
Juárez Celman Segunda 3.968,0 89,0
2.064,5 403,0 653,5 758,0
1988
Total 114.431,3 5.428,0 60.243,8 11.056,6 34.342,9 3.360,0
Primera 165.836,1 880,0 98.060,8 1.178,0 64.663,3
1.054,0
Juárez Celman Segunda 1.699,0 —
1.636,0 — 63,0 —
2002 Total 167.535,1 880,0 99.696,8 1.178,0
64.726,3 1.054,0
Diferencia Nº +53.103,8 -4.548,0
+39.453,0 -9.878,6 +30.383,4 -2.306,0
Diferencia % +46,4% -83,8% +65,5% -89,4% +88,5%
-68,6%
Primera 97.868,5 4.765,5 18.650,0 8.691,5 63.806,5
1.955,0
Pte. R. Sáenz Segunda 2.932,5
100,0 851,0 817,5 871,0 293,0
Peña 1988
Total 100.801,0 4.865,5 19.501,0 9.509 64.677,5 2.248,0
Primera 85.148,2 735,0 23.613,5 597,0 59.403,0
799,5
Pte. R. Sáenz Segunda 1.636,0 —
1.522,0 — 114,0 —
Peña 2002 Total 86.784,2 735,0 25.135,5 597,0
59.517,0 799,5
Diferencia Nº -14016,8 -4.130,5
+5.634,5 -8.912,0 -5.160,5 -1.448,5
Diferencia % -13,9% -84,9% +28,9% -93,7% -8,0%
-64,4%
Primera 253.536,1 7.101,0 183.902,6 29.141,5 28.031,5
5.359,5
Río Cuarto 1988 Segunda 20.657,5
877,0 12.719,5 2.565,5 3.393,0 1.102,5
Total 274.193,6 7.978,0 196.622,1 31.707,0 31.424,5 6.462,0
Primera 274.129,9 1.218,8 198.545,4 3.554,0 69.005,7
1.806,0
Río Cuarto 2002 Segunda 10.896,7
70,0 6.478,7 214,0 3.949,0 185,0
Total 285.026,6 1.288,8 205.024,1 3.768,0 72.954,7
1.991,0
Diferencia Nº +10.883,0 -6.689,2
+8.402,0 -27.939,0 +41.530,2 -4.471,0
Diferencia % +3,9% -83,9% +4,3% -88,1% +132,2
-69,2%
Σ 4
Dptos.1988
635.031,2 25.061,0 323.105,9 81.627,1 189.022,2
16.215,0
Σ 4
Dptos.2002
677.017,4 3.570,3 377.498,4 8.202,0 281.834,0
5.912,5
Diferencia Nº +41.986,2 -21.490,7
+54.392,5 -73.425,1 +92.811,8 -10.302,5
Diferencia % +6.6% -85,8% +16,8% -90% +49,1%
-63,5%
1 Incluye cebada cervecera, centeno, mijo, alpiste y
otros granos de menor incidencia.
2 Incluye maíz pisingallo.
3 Incluye trigo candeal.
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de los
Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002.
Cuadro 4. Superficie implantada con oleaginosas, por cultivo,
según departamentos involucrados y período de ocupación, en Has.
Departamento Período de
ocupación Total Girasol Maní Soja Otros
1
Primera 1.505.174,2 218.476,3 200.711,6 1.063.905,6
22.080,7
Provincia de Segunda 278.679,4 15.659,0 6.195,5
255.930,9 894,0
Córdoba 1988
Total 1783.853,6 234.135,3 206.907,1 1.319.836,5 22.974,7
Primera 2.520.667,0 187.755,5 220.137,4 2.112.695,1
79,0
Provincia de Segunda 1.189.876,9 19.582,0 1.521,0
1.168.472,9 301,0
Córdoba 2002 Total 3.710.543,9 207.337,5
2 221.658,4 3.281.168,0 3
380,0
Diferencia Nº +1.926.690,3
-26.797,8 +14.751,3 +1.961.331,5 -22.594,7
Diferencia % +108,0% -11,5% +7,1% +148,5% -98,4%
Primera 64.189,0 52.375,0 400,0 11.190,0
224,0
General Roca Segunda 9.309,0 6.893,0 — 2.416,0
—
1988
Total 73.498,0 59.268,0 400,0 13.606,0 224,0
Primera 204.433,0 105.566,0 31.229,0 67.619,0
19
General Roca Segunda 43.797,0 17.186,0 21,0 26.590,0
—
2002 Total 248.230,0 122.752,0 31.250,0
94.209,0 19,0
Diferencia Nº +174.732,0 +63.484,0
+30.850,0 +80.603,0 -205,0
Diferencia % +237,7% +107,1% +7.812,5% +592,4%
-91,5%
Primera 142.279,5 23.378,2 41.405,8 77.326,5
169,0
Juárez Celman Segunda 13.622,2
1.282,5 650,5 11.665,2 24,0
1988
Total 155.901,7 24.660,7 42.056,3 88.991,7 193,0
Primera 259.324,2 11.647,5 99.814,3 147.802,4
60,0
Juárez Celman Segunda 62.503,9
368,0 435,0 61.450,9 250,0
2002 Total 321.828,1 12.015,5 100.249,3
209.253,3 310,0
Diferencia Nº +165.926,4 -12.645,2
+58.193,0 +120.261,6 +117,0
Diferencia % +106,4% -51,3% +138,7% +135,1%
+60,6%
Primera 62.559,0 32.964,0 130,0 29.357,0
108,0
Pte. R. Sáenz Segunda 12.711,0
1.463,5 — 11.247,5 —
Peña 1988
Total 75.270,0 34.427,5 130,0 40.604,5 108,0
Primera 92.749,5 12.555,0 911,0 73.283,5
—
Pte. R. Sáenz Segunda 48.303,2
260,0 — 48.043,2 —
Peña 2002 Total 141.052,7 12.815,0 911,0 127.326,7
—
Diferencia Nº +65.782,7 -21.612,5
+781,0 +86.722,2 -108,0
Diferencia % +87,4% -62,8% +600,8% +213,6%
-100,0%
Primera 166.796,6 55.325,1 30.715,5 79.974,0
782,0
Río Cuarto 1988 Segunda 10.076,5
4.232,5 370,0 5.355,0 119,0
Total 176.873,1 59.557,6 31.085,5 85.329,0 901,0
Primera 404.935,7 45.745,0 35.827,5 323.854,2
—
Río Cuarto 2002 Segunda 60.624,4
1.208,0 — 59.416,4 —
Total 465.560,1 46.953,0 35.827,5 382.779,6
—
Diferencia Nº +288.687,0 -12.604,6
+4.742,0 +297.450,6 -901,0
Diferencia % +163,2% -21,2% +15,2% +348,6%
-100,0%
Σ 4
Dptos.1988
481.542,8 177.913,8 73.671,8 228.531,2
1.426,0
Σ 4
Dptos.2002
1.176.670,9 194.535,5 168.237,8 813.568,6
329,0
Diferencia Nº +695.128,1 +16.621,7
+94.566,0 +585.037,4 -1.097,0
Diferencia % +144,3% +9,3% +128,4% +256,0%
-76,9%
1 Incluye colza, lino y otros granos de menor
incidencia.
2 Incluye girasol confitería.
3 Incluye soja 1º y soja 2º.
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de los
Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002.
Cuadro 5 - a.
Incremento de las superficies sembradas de granos en el período
2002-2007 en la Región Sur de la provincia de Córdoba
Años Cereales - Superficies sembradas
(Has.)
Oleaginosas - Superficies sembradas
(Has.)
2002 701.320
995.000
2007 766.700
1.454.000
Diferencia
Nº
+65.380 +459.000
Diferencia
%
+9,3% +46,1%
Cuadro 5 - b
Incremento de las producciones obtenidas de granos en el
período 2002-2007 en la Región Sur de la provincia de Córdoba
Años Cereales (Tns.) Oleaginosas (Tns.)
1988 781.140
584.980
2002 3.519.442
2.035.833
Diferencia Nº +2.738.302 +1.450.853
Diferencia % +350,1% +248,0%
2002 3.519.442
2.035.833
2007 3.724.440
3.536.150
Diferencia Nº +204.998 +1.500.317
Diferencia % +5,8%
+73,7%
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y
Alimentación, Subsecretaría de Agricultura, Provincia de
Córdoba.
Gráfico 1 - b
Producción obtenida de los totales de cereales y oleaginosas
que predomina en cada año agrícola de la serie 1988-2002. Provincia de
Córdoba
Gráfico 1 - a
Superficie sembrada de los totales de cereales y oleaginosas
que predomina en cada año agrícola de la serie 1988-2002. Provincia de
Córdoba
Gráfico 1- d
Producción obtenida de los totales de cereales y oleaginosas
que predomina en cada año agrícola de la serie 1988-2002. Región Sur de la
provincia de Córdoba
Gráfico 1 - c
Superficie sembrada de los totales de cereales y oleaginosas
que predomina en cada año agrícola de la serie 1988-2002. Región Sur de la
provincia de Córdoba
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y Alimentación, Subsecretaría de
Agricultura, Provincia de Córdoba.
Gráfico 2. - a
Curva de tendencia de la producción de maíz, soja y trigo en el
período 1988-2007 en la Región Sur de la provincia de Córdoba
0
500000
1000000
1500000
2000000
2500000
3000000
3500000
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Maíz Soja Trigo
Gráfico 2. - b
Curva de tendencia de las superficies sembradas de maíz, soja y
trigo en el período 1988-2007 en la Región Sur de la provincia de
Córdoba
0
200000
400000
600000
800000
1000000
1200000
1400000
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
200 0
200 1
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Maíz Soja Trigo
Fuente: Elaboración propia en base a datos procedentes de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y Alimentación, Subsecretaría de
Agricultura, Provincia de Córdoba.
Ponencia
presentada en “La geografía ante la diversidad socio - espacial contemporánea” -
2º Congreso de Geografía de las Universidades Nacionales. Santa Rosa, La Pampa -
Argentina. 15 al 18 de setiembre de 2009.
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