Transformaciones
socio-territoriales metropolitanas:
de
los barrios cerrados a las centralidades emergentes
en
la periferia de Buenos Aires
VIDAL-KOPPMANN,
Sonia
DIGEO/CONICET
– UNMDP
Resumen
Desde
la perspectiva urbanística, una de las transformaciones más profundas acaecida
en
la región metropolitana de Buenos Aires (RMBA) durante la última década del
siglo XX, ha
sido el cambio en los patrones de expansión metropolitana como consecuencia de
los avatares
económicos, políticos y sociales producidos a escala
global.
Esta
transformación no supone solamente la aparición de nuevos usos del suelo
urbano,
tales como equipamientos comerciales y centros de amenidades de
grandes
proporciones,
o conjuntos residenciales cerrados, por citar algunos ejemplos; sino que va más
allá,
al generar un cambio de referente en la ocupación del
territorio.
La
mutación operada apunta directamente hacia el concepto de ciudad, abarcando con
el
mismo no sólo el aspecto formal, sino el conjunto de prácticas cotidianas de la
sociedad que la
habita. Al mencionar un cambio de referente, estamos aceptando que el modelo de
ciudad tradicional
asentado sobre la trama edificada continua y organizada en función de un centro
principal,
ha dado paso a otro, de tipo difuso, con centralidades suburbanas emergentes,
donde la
movilidad constituye el principal elemento organizador.
La
incorporación de importantes fracciones de tierra suburbana (estimada en más de
400
Km²) al territorio metropolitano de Buenos Aires y su atomización en barrios
cerrados y clubes
de campo ubicados entre los 30 y los 100 kilómetros de distancia de la
ciudad-núcleo está
marcando una nueva etapa en el proceso de metropolización.
La
característica más relevante de estos nuevos territorios es la convivencia de lo
antiguo
con lo moderno, de lo permanente con lo efímero, de las redes de urbanizaciones
privadas
con el tejido urbano consolidado, originando situaciones de alta
complejidad.
Sin
embargo, toda esta mixtura no es exclusiva de la RMBA. En otras áreas
metropolitanas
(San Pablo, Santiago de Chile) se observa un proceso semejante cuya expresión
física es un paisaje de archipiélagos urbanos con fronteras fuertemente
definidas, que
representan un desafío futuro para la planificación y el desarrollo equitativo
de las ciudades.
La
dinámica urbana seguida por la expansión de las ciudades metropolitanas,
evidencia situaciones
que se replican en los tres casos mencionados; y podríamos aventurar, que en
otras ciudades
de Latinoamérica, nos encontraremos con fenómenos similares que sólo variarán
con la
incorporación de pautas de identidad locales. Variables en común, tales como la
fragmentación
del territorio metropolitano, la polarización de la sociedad y su expresión
espacial,
y la dispersión urbana a lo largo de corredores viales, entre otras pueden
encontrarse en
los casos de estudio.
Si
bien la escala, la estructura político-administrativa, la posición relativa en
el sistema global
de ciudades, etc., impiden la comparación estricta; es posible apuntar al
análisis comparado
de los procesos de metropolización recientes.
En
este sentido, las investigaciones realizadas por equipos de Chile, Brasil y
Argentina,
agrupados en la Convocatoria Prosul / CNPq, permiten suponer que está
emergiendo
una nueva matriz socio-territorial como consecuencia y expresión de los procesos
de
mercado aplicados al desarrollo urbano. Una apretada síntesis de estas
investigaciones intentaremos
presentarla en este trabajo para su discusión y debate.
Palabras
clave:
región metropolitana – urbanización privada – nuevas centralidades
La
simbiosis country-autopista-centro comercial
Para
entender el fenómeno de las urbanizaciones cerradas y de las nuevas áreas de
centralidad
excéntricas a las ciudades tradicionales de la periferia metropolitana, es
preciso remontarse
a la década de los 70 y explicar brevemente la evolución de estos
conjuntos.
Si
bien el primer antecedente de club de campo se detecta en 1930 con la fundación
del Tortugas
Country Club en el municipio de Pilar, el comienzo sistemático de la
localización de este
tipo de conjuntos urbanísticos debe ubicarse hacia principios de los años
setenta. Su aparición
no es masiva y obedece a la satisfacción de la demanda de un estrato de
población medio-alto
(empresarios, profesionales, dueños de establecimientos industriales prósperos,
etc.).
Anterior
a la aparición de los clubes de campo, ya existían desde comienzos del siglo
XX
(y un poco antes también) las residencias de fin de semana en las afueras de la
ciudad de Buenos
Aires. La modalidad de residir en la ciudad central y de poseer una segunda
residencia para
pasar el fin de semana era una práctica común, para los
porteños.
Los
clubes de campo ofrecieron ventajas con respecto a las casas-quinta: por un lado
el equipamiento
deportivo (pistas de equitación, canchas de golf, canchas de tennis y otros
deportes);
y por otro, la posibilidad de mantenimiento permanente de los edificios y las
áreas parquizadas.
Estos beneficios, unidos a las condiciones de seguridad para las viviendas,
atrajeron
a potenciales usuarios que podían afrontar mayores costos fijos (pago de
expensas, pago
de membresías, etc.).
Es
de destacar que hasta mediados de 1980, las viviendas de los clubes de campo (o
country-clubs)
sólo eran usadas en forma temporaria. Las condiciones de accesibilidad y de
comunicación
no constituían factores alentadores para habitar en municipios alejados y
trabajar
o estudiar en la ciudad de Buenos Aires. Es conveniente, asimismo, agregar que
las viviendas
de fin de semana habían sido pensadas en función del tiempo libre y de la
práctica deportiva,
y no como “fortalezas” para brindar mejores condiciones de seguridad a sus
habitantes.
La
búsqueda de condiciones de seguridad física en las urbanizaciones cerradas
aparece como
un fenómeno de mediados de los noventa. Desde comienzos de esa década, se
produce una
transformación en las características de las urbanizaciones
cerradas:
a)
Las residencias temporarias de los clubes de campo se convierten en residencias
permanentes
de algunas familias imposibilitadas de sostener los gastos de dos viviendas.
b)
La tipología del “barrio cerrado” comienza a imponerse y llega a ser hegemónica
desde
1995 en adelante. Los barrios cerrados están destinados a un espectro de
usuarios
más amplio que los “countries”, ya que para habitar en ellos no es necesario
poseer
una membresía ni ser aficionado a algún deporte. El barrio cerrado como
producto
inmobiliario ofrece una tipología más adaptable en cuanto a localización,
dimensiones
y equipamiento. Un conjunto de viviendas unifamiliares desarrolladas en
una
hectárea de superficie, con un cerramiento perimetral y un acceso controlado ya
se convierte
en barrio privado. Unido a ello, la falta de una legislación urbanística
específica
para el diseño de estas urbanizaciones, hizo que su crecimiento constituyera
el
“boom” inmobiliario de los 90.
c)
La publicidad de hechos delictivos contra personas y bienes se convierte en un
factor favorable
para la promoción y venta de urbanizaciones cerradas. Esta amenaza potencial
es aprovechada como una excelente oportunidad por los desarrolladores, para
destacar
las ventajas de habitar en barrios con vigilancia privada
permanente.
d)
La ampliación y construcción de autopistas y el desarrollo de la tecnología de
las comunicaciones
impulsa la construcción cada vez más alejada de la ciudad de Buenos Aires,
y termina por imponerse un patrón urbano donde el uso intensivo del automóvil
se
vuelve imprescindible.
e)
La aceptación favorable de estas nuevas tipologías de urbanización, lleva a la
concepción
de proyectos más ambiciosos. Hacia finales del siglo XX se ponen en marcha
los desarrollos de ciudades privadas; es decir, conjuntos que agrupan en
algunos
casos a más de diez barrios privados y cuyas dimensiones superan las mil
hectáreas.
En
la Tabla 1, se ha intentado reflejar la evolución de las urbanizaciones cerradas
en la región
metropolitana según la información aportada por el Atlas Ambiental
Metropolitano1
y
por
investigaciones previas. Las cifras permiten constatar la transformación del
parque habitacional.
Tabla
Nº 1 - Evolución de las urbanizaciones cerradas: viviendas edificadas por
período
PERÍODO /
TIPO
1930 /1969 1970/ 1979
1980 / 1989 1990 / 1999 2000 en adelante
TEMPORARIO 4500 12.000
16.000 36.000 39.000
PERMANENTE 0 Sin
información
2.000 25.000
28.000
Fuente:
elaboración propia en base a los datos del Atlas Ambiental de Buenos Aires
2004-2006.
De
la tabla se pueden extraer algunas consideraciones. En primer lugar, se constata
el crecimiento
del parque habitacional que aumentó más del 100% entre fines de los ochenta y
los
primeros años del 2000.
En
segundo lugar, se observa que las viviendas de uso permanente aumentaron en más
de
diez veces, a partir de 1989. Esto mostraría la fuerte incidencia de los barrios
cerrados con respecto
a las demás tipologías.
Finalmente,
es interesante destacar que hacia fines de los años 90 más de un 69% de
hogares
se habían transformado en residencias permanentes. Es un aumento muy
significativo, ya
que al terminar la década del 80 sólo un 12,5% de las viviendas detentaban esta
categoría.
Haciendo
un cálculo aproximado sobre la cantidad de viviendas edificadas de carácter
permanente,
se puede estimar que la población que reside en la actualidad en los suburbios
cerrados
es de alrededor de 140.000 habitantes.
Una
de las consecuencias de la explosión inmobiliaria de los 90, ha sido la
sobre-oferta de
viviendas y loteos, dado que en la actualidad la mayoría de los complejos
residenciales no se
encuentran edificados ni vendidos en su totalidad.
El
movimiento de población hacia estas urbanizaciones entre los dos últimos
períodos censales
(1991 – 2001) representa el 1% aproximadamente del total de la población
metropolitana
(Diario La Nación, 6/2/ 2005).
En
general, el lugar de origen de los nuevos habitantes de los suburbios cerrados
se ubicaría
en los partidos del conurbano (especialmente, primera corona) y en la Ciudad de
Buenos
Aires. Este dato surge de entrevistas realizadas a agentes
inmobiliarios.
“Cuando
mucha gente advirtió que con valores similares a los de San Isidro o Martínez
podía acceder
a un country, y contar con más verde, deportes y servicios equivalentes en
educación, comenzó
la migración. Sólo a partir de entonces las urbanizaciones se convirtieron en
una opción
concreta de vivienda permanente” (Haydée
Bargueño, de la firma homónima, abril de 2005).
“Hoy
las posibilidades que tiene una familia de mudarse de un departamento en la
Capital a una
casa en un country o barrio cerrado son muchas y, obviamente dependerá de la
cantidad de
dinero de que se disponga. Pero hablando a grandes rasgos, podemos decir que una
persona
que vive en un departamento de dos o tres ambientes chicos, en una zona como
Palermo
o Barrio Norte, bien puede aspirar a una casa con un pequeño jardín dentro de un
barrio
cerrado. En síntesis, salir de la Capital es una buena alternativa y no es una
idea descabellada,
ya que vivir en las zonas de countries es muchísimo más barato que hacerlo en
la
Capital” (Hernán
Mieres, de Mieres Propiedades, entrevista para La Nación,
25/11/2006).
“Los
countries y barrios privados se mostraron como una seria propuesta inmobiliaria,
con valores
acomodados para una mejor calidad de vida. El resultado fue una fuerte migración
de pobladores
desde la Capital y el primer cordón deliran Buenos Aires hacia las zonas de
Pilar, Malvinas
Argentinas y Escobar, en el caso de la zona norte; Moreno, Gral. Rodríguez y
Luján,
en el Oeste y Esteban Echeverría y Cañuelas, en el sur” (Diario
La Nación, Suplemento
de Countries,
30/4/ 2005).
Una
posible consecuencia de la emigración de población a los suburbios podría
explicar
la pérdida de habitantes de Buenos Aires y algunos de sus municipios
vecinos.
Analizando
los datos censales, se advierte que la Ciudad de Buenos Aires como los partidos
lindantes
con ella, perdieron población; mientras que los partidos de la segunda y tercera
corona
registraron aumentos superiores al 50% (Tabla N° 2)
Tabla
Nº 2 - Crecimiento de la región metropolitana entre 1991 y
2001
PARTIDO
CABECERA
%
CRECIM. POBLAC.
URB.
PRIVADAS OBSERVAC.
1ª
corona
Avellaneda
Avellaneda
-4,45
0
General
San Martín General
San Martín -0,41
0
Hurlingham
Hurlingham
2,87
1
Ituzaingó
Ituzaingó
10,86
5
La
Matanza San
Justo 11,94
1
Lanús
Lanús
-3,43
0
Lomas de
Zamora Lomas de
Zamora 2,85
0
Morón
Morón
-7,54
0
San
Fernando San
Fernando 4,5
10
San
Isidro San
Isidro -1,94
24
Tres de
Febrero Caseros
-3,95
0
Vicente
López Olivos
-5,42
0
2ª
corona
Almirante
Brown Adrogué
14,42
0
Berazategui
Berazategui
17,85 8
2 pueblos priv.
Esteban
Echeverría Monte
Grande 23,79 15
1 pueblo priv.
Ezeiza
José
María Ezeiza 59,26
14
Florencio
Varela Florencio
Varela 37,5
0
José C.
Paz José C.
Paz 23,08
2
Malvinas
Argentinas Malvinas
Argentinas 21,5
5
Merlo
Merlo
20,17
1
Moreno
Moreno
32,96
11
Presidente
Perón Guernica
47,03
3
Quilmes
Quilmes
1,46
1
San
Miguel San
Miguel 19,01
15
Tigre
Tigre
16,03 57
2 pueblos priv.
3ª
corona
Cañuelas
Cañuelas
33,26
8
Escobar
Belén de
Escobar 41,58
41
General
Rodríguez General
Rodríguez 52,79 10
1 pueblo priv.
Marcos
Paz Marcos
Paz 56,76
1
Pilar
Pilar
67,43
114 3 pueblos priv.
San
Vicente San
Vicente 31,25
3
Ciudad
de Bs. Aires -7,6
Fuente:
elaboración propia sobre la base de datos del INDEC
Los
barrios cerrados ubicados en la primera corona presentan como característica
común
la escasa superficie en la que se desarrollan, ya que en su mayoría se han
insertado dentro
de áreas urbanas consolidadas en las que difícilmente se encuentran grandes
fracciones para
urbanizar. En San Isidro, la mayoría de los mismos han sido proyectados en una
hectárea (y
en algunos casos en terrenos de menor superficie) llegando hasta cuatro; con la
excepción del
club náutico que ocupa 20 hectáreas.
Es
distinto el caso de los partidos de San Fernando e Ituzaingó que al estar más
alejados
de la Capital Federal y no poseer una trama urbana demasiado compacta, todavía
pueden
ofrecer extensiones de tierra interesantes para los desarrolladores. En
Ituzaingó, por ejemplo,
las urbanizaciones van desde las 2 hasta las 36 hectáreas; sobresaliendo el
countryclub Pingüinos
con una superficie de 260 hectáreas. Algo similar sucede en el partido de San
Fernando,
donde el mega-emprendimiento Buena Vista ocupa 120
hectáreas.
Los
datos mostrados en la tabla precedente, llevan a comprender por qué se estima
que
en el crecimiento de los partidos periféricos las urbanizaciones privadas
jugaron un papel de
importancia.
En
la Dirección Provincial de Estadísticas se atribuyó el crecimiento del conurbano
al establecimiento,
durante la década mencionada de 366 urbanizaciones2,
basándose en los datos
de un relevamiento catastral, que demostró que fueron habilitados 288 barrios
cerrados, 38
clubes de chacras; 8 mega-emprendimientos y alrededor de 35 clubes de
campo.
No
obstante, en algunos partidos, el crecimiento puede ser explicado por las
migraciones
de los sectores de ingresos medio-altos; pero también por los sectores de menor
renta.
La posibilidad de emplearse en la construcción de los nuevos emprendimientos y/o
de desempeñar
tareas de mantenimiento y servicios justifica la atracción de población hacia
los municipios
con mayor dinámica inmobiliaria.
Por
otra parte, en el período intercensal 1991 – 2001 la ciudad metropolitana
decreció en
promedio el 7,6%., aunque este porcentaje desagregado por barrios muestra
situaciones diferentes.
Palermo, Recoleta, Belgrano, Caballito y Balvanera perdieron población, mientras
que
Nueva Pompeya, Villa Soldati y Lugano crecieron (Secretaría de Desarrollo
Social, GCBA,
2003), según aparece consignado en la Tabla Nº 3.
Tabla
Nº 3 - Evolución de la población en la ciudad de Buenos
Aires
BARRIO POBL.1991
POBL.2001 PORCENTAJE OBSERVAC.
Recoleta
198.647 160.978 - 18,96 Zona norte
Palermo
256.927 225.022 - 12,41 Zona norte
Balvanera
151.302 136.980 - 9,46 Zona centro
Belgrano
140.090 126.303 - 9,09 Zona norte
Caballito
183.740 170.131 - 7,40 Zona centro
N.
Pompeya 53.407 63.797 19,45 Zona sur
Villa
Lugano 100.866 107.322 6,40 Zona sur
Soldati
35.400 39.805 12,44 Zona sur
Fuente:
elaboración propia con información proporcionada por INDEC,
2006
El
decrecimiento de las zonas norte y centro podría explicarse por un proceso
migratorio
hacia la periferia, coincidiendo con el comentario que
transcribimos:
“Cada
vez una mayor parte de la ciudad funciona como centro de operaciones, trabajo,
trámites
y estudios de una periferia más amplia conformada por la aglomeración del Gran
Buenos
Aires. Cada vez hay menos gente que reside en la ciudad, aunque pasa la mayor
parte del
día en ella” (Opinión
del investigador César Vapñarsky del Centro de Estudios Urbanos y Regionales,
para el Diario La Nación, 6/10/2002)
La
medición de la cantidad de viajes y de pasajeros transportados a diario en la
región metropolitana
corroboraría este supuesto. En el informe sobre el transporte automotor que
forma
parte del Atlas Ambiental Metropolitano, se señala que en el área de referencia
la cantidad
de líneas de transporte provinciales y comunales asciende a 164, operan en la
región 100
empresas, el número de buses es de 5800 y la cantidad de pasajeros transportados
anualmente
asciende a 400 millones (Vicente, 2006)
Sin
embargo, la mayor presencia de población permanente en los municipios alejados
de
la ciudad de Buenos Aires forma parte de la potencial demanda de nuevos
servicios próximos
a las zonas de residencia.
Los
desarrolladores coinciden, según entrevistas realizadas, que los nuevos usuarios
con
buen poder adquisitivo han sido un factor de importancia para la construcción de
centros comerciales,
de amenidades y servicios, y para el emplazamiento de complejos de oficinas y
sedes
administrativas de empresas en la periferia metropolitana. En ruedas de trabajo
de emprendedores
y agentes inmobiliarios se ha afirmado que luego de la exitosa expansión de
las
urbanizaciones privadas “ahora es tiempo de pensar en construir
ciudad”.3
Nuevas
centralidades periféricas
Las
nuevas áreas de centralidad pueden ser definidas como referencias simbólicas,
espaciales
y funcionales de la estructura urbana, caracterizadas por una compleja dinámica
apoyada
en las actividades comerciales concentradas y combinadas en diferentes
proporciones con
actividades burocráticas, recreativas, culturales, etc. (Schelotto,
2004).
Si
bien un área de centralidad es concebible como un nodo concentrador de
actividades terciarias,
especialmente comerciales, no siempre su ubicación espacial obedece a una forma
única.
De
hecho, guiándonos por los ejemplos localizados en diferentes ciudades
latinoamericanas,
podemos reconocer: nuevas centralidades dentro de un tejido
urbano
consolidado;
o bien, en zonas periurbanas de urbanización dispersa.
En
la región metropolitana de Buenos Aires encontramos una variedad de situaciones
que
van desde el subcentro emplazado en la ciudad de Buenos Aires hasta la nueva
área central
de una ciudad privada en la periferia (Vidal-Koppmann,
2006.26).
Por
un lado, aparece la transformación al interior de la ciudad central incorporando
en su
trama los “artefactos de la globalización” (De Mattos, 2004:44), nuevos sectores
urbanos (Puerto
Madero) y reciclado de edificios históricos con cambio de función (el Mercado de
Abasto,
el patio de Bullrich, las Galerías Pacífico, etc.) constituyendo una oferta
alternativa de
paseos urbanos.
Por
otro, surgen nodos en barrios alejados de la city porteña (Devoto, Villa
del Parque, Caballito),
pero como en el caso anterior dentro de una trama urbana compacta. Al igual que
en
el caso anterior la comunidad los ha integrado a sus prácticas de consumo y
recreación.
Y
finalmente, emergen nuevos nodos de actividad en la periferia asociados a una
urbanización
insular de baja densidad derivada del modelo de uso intensivo del automóvil
particular.
Esta situación comienza a competir con las áreas centrales de los municipios
periféricos,
que en muchos casos evidencian signos de degradación urbana y de
obsolescencia.
Pilar,
Tigre, Ezeiza y Moreno son algunos de los partidos4
donde
puede verificarse esta transformación.
Figura
1 - Nuevas centralidades en la RMBA
Fuente:
Centro de Información Metropolitana (FADU/UBA), P. Dietrich,
2007.
Analizando
la Figura 1 se advierte que en la ciudad principal los grandes centros
comerciales,
muchas veces vecinos a edificios de multicines o los denominados “home
centers”,
se han insertado en el tejido urbano consolidado, y las prácticas sociales
cotidianas los
han asimilado como un nuevo espacio “público”, altamente frecuentado durante los
días hábiles
y en los fines de semana como parte de la actividad
recreativa.
Asimismo,
muchos de ellos conforman un segmento de la oferta turística de los hoteles
para
los visitantes del interior y del exterior del país.
Algo
similar sucede en la primera corona de partidos de la conurbación. En general,
hipermercados
y shoppings centers se encuentran fusionados en un mismo predio, casi
siempre
alejado del casco histórico de la ciudad cabecera, complementando el abanico de
alternativas
de consumo y/o recreación, pero en este caso, es una oferta destinada a los
residentes.
Es de notar que el acceso a estas áreas de centralidad se puede lograr mediante
medios
de transporte público y/o privado (taxis, remises)
Esta
situación no es sólo característica en nuestro país. En otras grandes metrópolis
se verifican
procesos similares. Las investigaciones de Duhau y Giglia para el distrito
Federal de México
dan cuenta de que “durante los fines de semana la visita en familia al
supermercado, además
de estar destinada a la compra de algunos productos, es asumida como un paseo”
(Duhau
y Giglia, 2007:85).
A
lo que podemos agregar que en nuestro medio, la asociación del shopping
center con el
supermercado, se ha convertido en uno de los paseos de rutina de importantes
sectores de clase
media. Después de las compras para el abastecimiento semanal, las familias
recorren el mall
aunque
no exista la intención de comprar algo específico, y a lo sumo realizan algún
consumo
en los locales de comidas rápidas o en los cafés.
La
información aportada por la Tabla N° 4 permite verificar esta condición en las
áreas de
centralidad. Por un lado, puede observarse que los flujos de visitantes por mes
que en algunos
de ellos llegan al millón de personas y en otros superan los 2.000.000, dan
cuenta de su
importancia como lugar de concentración de actividades: y por otro, la
reiteración de rubros semejantes
en materia de comercio y servicios está indicando una nueva modalidad en la
implantación
de usos del suelo urbano, que responde a las nuevas prácticas de
consumo.
Por
último, también en esta tabla se evidencia la preferencia en la localización. La
mayoría
de las grandes superficies comerciales están ubicadas en la zona norte de la
ciudad y en
los corredores norte y noroeste de la región. Con lo cual la multiplicación de
estos espacios semi-públicos
también permitiría inferir indirectamente su respuesta a la demanda de los
sectores
medios y medio-altos residentes en las zonas mencionadas.
El
estudio de casos llevado acabo en investigaciones precedentes ha demostrado que
las
nuevas centralidades se fueron configurando en torno a las zonas con mayor
localización de
emprendimientos privados, Como ejemplos pueden señalarse los centros de comercio
y servicios
denominados “Km 50” y “Km 42”, en el municipio de Pilar y los Paseos
Comerciales
“Nordelta” y “Villanueva”, ubicados en dos ciudades privadas del municipio de
Tigre.
Tabla
N° 4 - Nuevas centralidades en la Ciudad de Buenos Aires y su región
metropolitana
La
localización de los nodos de actividades comerciales en la segunda y la tercera
corona
se separa definitivamente de las áreas urbanas. Volviendo nuevamente sobre la
Figura 1,
se aprecia que la ubicación de estas áreas de nueva centralidad se encuentra en
relación directa
con el trazado de las autopistas metropolitanas. Esta situación incide de manera
directa sobre
las condiciones de accesibilidad para el conjunto de la
población.
En
efecto, a medida que nos alejamos de la ciudad de Buenos Aires, el transporte
público
es cada vez más escaso e ineficiente. La población de menores recursos de la
segunda y
tercera corona de la región resulta ser la más afectada por la falta de
movilidad física, ya que en
su mayoría no dispone de un medio de traslado individual propio, más allá de un
ciclomotor
o una bicicleta. En consecuencia, la autopista en lugar de ser un canal de
conexión para
acceder a estas áreas de consumo y recreación se transforma en una barrera. Las
dificultades
de accesibilidad constituyen un factor de profundización de la exclusión de los
sectores
socio-económicos menos pudientes.
Las
áreas de centralidad fuera de las ciudades y cerca de las autopistas parecerían
destinadas
sólo a las franjas de población que utilizan el automóvil individual como medio
de transporte.
De una forma sutil, el ordenamiento territorial de estas nuevas formas
arquitectónicas
está reforzando una situación de fragmentación social, iniciada por la
localización
de las urbanizaciones privadas.
En
este sentido, se advierte una relación directa entre los barrios cerrados
localizados en
zonas semi-rurales y las nuevas centralidades conformadas por las grandes
superficies comerciales.
En los ejemplos de Pilar y de Tigre, en la subregión norte del AMBA, los
desarrolladores
y agentes inmobiliarios han señalado que las actividades comerciales
siguieron
la instalación de los estratos de población media-alta en las urbanizaciones
privadas.
La
visión de los desarrolladores es coincidente con la de los funcionarios del área
de Planeamiento
de diferentes municipios que en ruedas de trabajo han afirmado que el
“fenómeno
country” sirvió para atraer a otras actividades asociadas con la “modernización
y el
progreso”.
Este
entusiasmo por parte de los actores públicos en los aspectos positivos de la
expansión
urbana, no ha permitido tomar cabal conciencia de las consecuencias de la
fragmentación
territorial y de la segregación social que va aumentando con la privatización de
los
espacios públicos.
Como
resumen de la totalidad de los ejemplos de nuevas centralidades localizadas en
la
región metropolitana, hemos elaborado la Tabla N° 5. En la misma intentamos
mostrar una diferenciación
de dichos nodos, que ha surgido del relevamiento in situ. La localización
dentro
de la ciudad o fuera de ella, la concentración de diferentes actividades, y su
caracterización
como espacios públicos o semi-públicos, permiten establecer diferentes
tipologías
en las centralidades emergentes.
Tabla
N° 5 - Tipologías de las nuevas centralidades
LOCALIZACIÓN
• intra-urbana:
ciudades
tradicionales, ciudades
privadas
• extra-urbana: polos
administrativos y/o
comerciales
USO DEL
SUELO PREDOMINANTE
• comercial:
shopping center, hipermercado, home
center,
etc.
• servicios:
administrativos,
culturales, educativos,
otros.
• recreativo:
multicines,
amenidades, otros.
• usos
mixtos
CONDICIÓN
URBANÍSTICA
• espacios
públicos
• espacios
semi-públicos
Fuente:
elaboración propia
Considerando
la segunda y tercera coronas de la RMBA, los desarrollos más consolidados
son las concentraciones de edificios de grandes superficies en la periferia de
las ciudades
y en localizaciones próximas a los corredores rápidos de transporte. La
autopista Panamericana
en sus ramales hacia los distritos de Pilar y Escobar, en la subregión noroeste
es la
que hasta el presente ha concentrado la mayor cantidad de inversiones, y en
consecuencia presenta
incipientes áreas de nueva centralidad rodeadas por zonas de edificación
dispersa.
A
modo de conclusión
El
problema que plantea la extensión de la estructura metropolitana superponiendo
territorios
urbanos continuos con una red articulada sobre la base de nodos de centralidad,
tejido
residencial abierto y autopistas, es el de compatibilizar esta
“multiterritorialidad”5
(Haesbaert,
2004:54).
Es
indudable que en la trama urbana, la movilidad y el transporte juegan un rol
esencial
como conectores. Sin embargo, el transporte público que a través de los canales
podría
constituir un flujo articulador es casi inexistente. La conexión entre los
megaemprendimientos y
el resto de la región es posible mediante el uso de medios particulares. Los
emprendimientos
privados de mayor envergadura y grado de consolidación poseen su propio
sistema
de transfers, y nuevas modalidades de transporte privado semi-público,
tales como remises
y
charters han encontrado un “nicho de oportunidad” frente a la demanda
creciente (Kralich,
1999)
Podría
afirmarse que la movilidad urbana y la accesibilidad de la población a los
equipamientos
y servicios es uno de los temas no resueltos poder lograr una adecuada
articulación
de las zonas periféricas. Los servicios públicos de transporte son escasos
debido la
baja rentabilidad económica y a la falta de una planificación integrada con los
usos del suelo.
En
el resto de los servicios (recolección de residuos, seguridad) y de las redes de
infraestructuras
básicas (gas, agua corriente, desagües, etc.) tampoco existe la integración con
la
trama urbana; ya que, por un lado, las nuevas urbanizaciones y emprendimientos
cuentan con
sistemas privados propios, y los núcleos urbanos tradicionales dependen de la
gestión pública
local. Por lo tanto, es evidente una fragmentación entre los sistemas públicos y
privados
que afecta las condiciones de articulación entre los nuevos desarrollos
suburbanos y el
tejido urbano pre-existente.
Otro
punto que habría que repensar en función de la búsqueda de integración entre los
múltiples
fragmentos de ciudad, es el de los denominados “centros cívico-comerciales”
(áreas centrales
internas de las ciudades privadas) emplazados en los
mega-emprendimientos.
Nordelta,
Villa Nueva, Estancias del Pilar y otros conjuntos urbanos similares han
concretado el
diseño de un área comercial y de servicios dentro de la planificación de los
barrios residenciales
cerrados. En todos estos ejemplos, los desarrolladores se han esforzado en
destacar
que constituyen espacios públicos abiertos a toda la comunidad, no sólo a los
residentes
de los barrios privados.
No
obstante, las características de los comercios y la frecuencia de utilización
permiten deducir
que forman parte de una ambientación local para los residentes de esas ciudades
y eventualmente,
en los fines de semana o feriados pueden ser parte de un posible circuito de
visitantes
de los alrededores, más por curiosidad o recreación que por alguna necesidad
específica.
Las
comunicaciones mediadas por el automóvil particular y las distancias entre
localidades
no conducen a un recorrido dentro de las prácticas urbanas cotidianas. Podrían
ser un
elemento aglutinador de la comunidad local (countristas); pero no un componente
articulado
funcionalmente con la trama urbana tradicional.
Por
otra parte, en los ejemplos estudiados es más evidente la función comercial que
la cívica,
en todo caso la denominación “social” sería más ajustada a la naturaleza de los
mismos.
En las ciudades privadas se ha buscado replicar el área central mediante la
localización
de usos del suelo destinados al comercio y/o servicios. En todos los casos que
hemos
estudiado, los espacios públicos abiertos son controlados por dispositivos
electrónicos y/o
personal de seguridad privada y ofrecen una escasa variedad de actividades
(predominando
las de consumo). Su estructura y funcionalidad se acerca más a un “shopping
a cielo
abierto” que al centro de una ciudad tradicional.
Las
densidades, la dispersión de los conjuntos residenciales, la privacidad de lo
público,
van estructurando un tejido híbrido que intenta parecerse a una ciudad,
se
autodenomina
de esta manera y se pretende legitimar por medio de reglamentos de edificación,
de zonificación y de convivencia. En tanto que para poder recrear un ambiente
con
mayor diversidad, se permite la instalación de estudios, talleres de arte,
locales comerciales
y algún que otro condominio de oficinas, con el argumento de que todos estos
usos
constituirán una fuerza centrípeta para atraer a los habitantes de otras
localidades.
Los
proyectos en marcha evidencian que mediante un zonning totalmente
controlado, se
están disminuyendo las situaciones de incertidumbre y de riesgo propias de la
variada naturaleza
de las ciudades. Para lograr este cometido, el control comienza en los tramos de
acceso
desde la autopista con cámaras de video de circuito cerrado y seguridad privada,
protegiendo
de esta forma la llegada hasta el portal de entrada en cada una de las
ciudades.
Luego,
el perímetro cercado de todos los barrios es otro mecanismo que lo
refuerza.
En
lo que respecta a los equipamientos (cines, comercios minoristas, locales
gastronómicos,
etc.) no resulta evidente que hayan sido proyectados como complementarios
de
lo que puede encontrarse en la ciudad abierta. Su localización ha sido pensada
en función de
las demandas de los residentes de los barrios cerrados, para animar la vida
cotidiana de estas
urbanizaciones.
Algo
semejante ha sucedido con la localización de grandes superficies comerciales
fuera
del tejido urbanizado y en relación directa con las autopistas metropolitanas.
De acuerdo con
la opinión de los desarrolladores, los equipamientos de abastecimiento y de
amenidades responden
a las necesidades de los nuevos pobladores radicados en forma permanente en las
urbanizaciones
cerradas.
En
consecuencia, hay que destacar que la privatización de la ciudad no sólo abarca
la función
residencial; paulatinamente, se van cerrando otras actividades con
sus
correspondientes
espacios adaptados (espacios de recreación, de consumo, culturales, etc.) y la
ciudad
como espacio público, se va diluyendo y degradando.
El
análisis de diferentes casos de estudio (municipios de la segunda y tercera
corona metropolitana)
permitió comprobar que los “elementos fijos”6
portadores
de la imagen de modernidad
(cadenas de importantes hipermercados, complejos de cines, centros comerciales,
etc.)
no se localizaron en las respectivas áreas centrales de las ciudades, sino fuera
de ellas, creando
un nuevo nodo hacia donde convergen flujos de personas, bienes, información,
etc.
Estos
espacios no pueden ser rigurosamente definidos “espacios públicos”, sin
embargo,
parecería que van reemplazando a los “elementos fijos tradicionales”: la plaza,
la calle
peatonal comercial, las áreas verdes para recreación, etc. Mientras que la
noción de espacio
público va quedando relegada a aquellos elementos que permiten la conectividad
entre los
nuevos nodos de actividad (básicamente, redes de
circulación).
En
resumen, nos encontramos frente a una mutación de la periferia urbana
caracterizada
por la superposición de lógicas de suburbanización diferentes que se
corresponden
con etapas socio-económicas perfectamente determinadas, tanto por su
historicidad
como por su especialidad. En esta nueva forma de expansión de los suburbios
metropolitanos
sobresale la concentración de inversiones privadas de manera puntual, en
determinadas
áreas y el acompañamiento de las mismas mediante la inversión pública en
infraestructuras,
priorizando este crecimiento planificado por el mercado, y descuidando, al
mismo
tiempo, la gestión y la planificación urbana de los centros
tradicionales.
Referencias
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Santa
Cruz do Sul: EDUNISC.
Suplemento
Countries de los diarios:
• La
Nación (Argentina)
• Clarín
(Argentina)
Notas
1
Publicación
on-line del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
2
El
número de urbanizaciones provisto por esta Dirección varía con respecto a las
cifras relevadas en otras fuentes.
Ello se debe a que muchos proyectos no han sido debidamente
registrados
3
La
frase pronunciada por un empresario del Grupo Nordelta se refiere a la necesidad
de construir equipamientos complementarios
para las nuevas urbanizaciones residenciales. V Jornadas de Desarrollos
Suburbanos, Buenos Aires
2006.
4
Partido
es la denominación político-administrativa que reciben los distritos de la
provincia de Buenos Aires y cuyos
límites coinciden con los límites municipales.
5
El
concepto de multiterritorialidad enunciado por R. Haesbaert designa un área
donde se superponen diferentes sistemas
de organización del territorio.
6
Expresión
utilizada por Milton Santos para designar los espacios físicos destinados a las
actividades humanas.