Capitalismo
estilo Sarah Palin
Naomi Klein
La
Jornada
México,
23/8/09
Estamos en una época progresista, una
época en la cual el suelo se mueve debajo de nuestros pies, y cualquier cosa es
posible. Lo que hace un año considerábamos que era inimaginable decir y esperar,
ahora es posible. En tiempos como éstos, es esencial que tengamos la mayor
claridad posible acerca de qué queremos, porque en una de esas lo conseguimos.
Así que las apuestas son elevadas.
Hoy en día, en los discursos
normalmente hablo sobre el rescate (bancario). Todos necesitamos entenderlo
porque se está llevando a cabo un robo, el mayor atraco en la historia
monetaria. Pero hoy quisiera abordarlo de otro modo: ¿qué tal que el rescate sí
funcione, qué tal que sí salvan al sector financiero y la economía regresa al
curso que llevaba antes de que estallara la crisis? ¿Es eso lo que queremos? ¿Y
cómo se vería ese mundo?
La respuesta es que se vería
como Sarah Palin. Escuchen mis argumentos, no es un chiste. Creo que no hemos
prestado suficiente atención al significado del momento Palin. Piénsenlo: Se
subió al escenario mundial como candidata vicepresidencial el 29 de agosto, con
mucha fanfarria, en un mitin de campaña de McCain. Exactamente dos semanas
después, el 14 de septiembre, Lehman Brothers colapsó, y desencadenó el derrumbe
financiero global.
Así que de cierta manera Palin
fue la última expresión clara del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes
de que todo se viniera abajo. Eso es bastante útil porque nos mostró –a su
manera, llana, campechana– la trayectoria por la cual iba la economía
estadunidense antes del actual colapso. Al ofrecernos este vistazo al futuro que
apenas evitamos, Palin nos da la oportunidad de plantear una pregunta esencial:
¿Queremos ir ahí? ¿Queremos salvar ese sistema pre crisis, regresarlo a donde
estaba el pasado septiembre? ¿O queremos utilizar esta crisis y el mandato
electoral de hacer un cambio en serio que se obtuvo en la pasada elección, para
transformar radicalmente ese sistema? Ya debemos tener clara nuestra respuesta
porque no hemos tenido la potente combinación de una crisis seria y un claro
mandato democrático progresista por un cambio desde los años 30. Usamos esta
oportunidad o la perdemos.
Así que, ¿qué nos estaba
diciendo Sarah Palin acerca del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de
que el colapso la interrumpiera de modo tan grosero? Primero recordemos que
antes de que llegara, el público estadunidense, al fin, estaba comenzando a
aceptar la urgencia de la crisis climática, el hecho de que nuestra actividad
económica está en guerra contra el planeta, que hace falta de inmediato un
cambio radical. De verdad estábamos teniendo esa conversación: los osos polares
estaban en la cubierta de la revista Newsweek. Y luego, hizo su
aparición Sarah Palin. La esencia de su mensaje fue: esos ecologistas, esos
liberales, esos hacedores-de-bien están equivocados. No tienes que
cambiar nada. No tienes que repensar nada. Sigue conduciendo tu coche que se
chupa la gasolina, sigue yendo a Wal-Mart y compra todo lo que quieras. La razón
de esto es un lugar mágico llamado Alaska. Simplemente vengan y llévense todo lo
que quieran. “Estadunidenses”
, dijo durante la Convención
Nacional Republicana, “necesitamos producir más de nuestro propio petróleo y
gasolina. Se los dice una chica que conoce el North Slope of Alaska:
tenemos un montón de ambos”.
Y la gente en la convención
respondió, coree y coree: “Taladra, nena, taladra”
. Al mirar esa escena en
televisión, con esa extraña y espeluznante mezcla de sexo, petróleo y
patrioterismo, recuerdo haber pensado: “Guau, la convención
se transformó en un mitin en favor de chingarse al planeta Tierra.”
Literalmente.
Pero lo que Palin decía
implicaba algo que forma parte del mismísimo ADN del capitalismo: la idea de que
el mundo no tiene límites. Lo que decía implicaba que no hay tal cosa como
consecuencias o déficits en el mundo real. Porque siempre habrá otra frontera,
otra Alaska, otra burbuja. Simplemente sigue adelante y descúbrelo. El mañana
nunca llega.
Ésta es la mentira más
reconfortante y peligrosa: la mentira de que el crecimiento perpetuo y sinfín es
posible en nuestro planeta finito. Y tenemos que recordar que este mensaje fue
increíblemente popular en esas primeras dos semanas, antes de que Lehman
colapsara. A pesar del historial de Bush, Palin y McCain tomaban la delantera. Y
si no hubiera sido por la crisis financiera y por el hecho de que Obama comenzó
a hacer conexión con los votantes de la clase trabajadora al poner en el
banquillo de los acusados la desregulación y la economía de goteo (de arriba
hacia abajo), quizá habrían ganado.
El presidente nos dice que
quiere mirar hacia delante, no hacia atrás. Pero para poder confrontar la
mentira del crecimiento perpetuo y la abundancia sin límite que está en el
centro de las crisis del medio ambiente y financiera, tenemos que mirar hacia
atrás. Y tenemos que mirar muy atrás, no sólo a los pasados ocho años de Bush y
Cheney, sino a la fundación misma de este país, a la idea del estado de
colonos.
El capitalismo moderno nació
con el llamado descubrimiento de las Américas. El pillaje de los increíbles
recursos naturales de las Américas generó el exceso de capital que hizo posible
la revolución industrial. Los primeros exploradores hablaron de esta tierra como
la Nueva Jerusalén, una tierra con una abundancia sin fondo, ahí para ser
tomada, tan vasta que el pillaje nunca tendría que terminar. Esta mitología está
en nuestras historias bíblicas –de inundaciones y comienzos nuevos, de éxtasis y
rescates– y está en el centro del sueño americano de la constante
reinvención. Este mito nos dice que no tenemos por qué vivir con nuestros
pasados, con las consecuencias de nuestras acciones. Siempre podemos escapar,
comenzar de nuevo.
Claro, estas historias siempre
fueron peligrosas para la gente que ya vivía en las tierras “descubiertas”
, para la gente que la
trabajaba como mano de obra forzada. Pero ahora el planeta nos dice que ya no
podemos darnos el lujo de estas historias de eternos nuevos comienzos. Por eso
es tan significativo que justo en el momento en el cual cobró vida cierto
instinto de supervivencia humana y finalmente parecía que aceptábamos que la
Tierra tiene límites naturales, llegó Palin, la nueva y reluciente encarnación
de la mujer colonialista del territorio salvaje: vengan a Alaska. Siempre hay
más. No piensen, nomás tomen.
Esto no se trata sobre Sarah
Palin. Es sobre el significado de este mito del constante “descubrimiento”
, y lo que nos dice sobre el
sistema económico en el que gastan billones de dólares para salvar. Lo que nos
dice es que el capitalismo, si se le deja, nos empujará más lejos del punto del
cual el clima se pueda recuperar. Y, a toda costa, el capitalismo evitará una
seria rendición de cuentas, ya sea de sus deudas financieras o sus deudas
relacionadas con el medio ambiente. Porque siempre hay más. Un nuevo y rápido
arreglo. Una nueva frontera.
Ese mensaje se lo compraban,
como siempre ocurre. Fue sólo cuando la bolsa de valores se derrumbó que la
gente dijo: “Quizá Sarah Palin no sea una buena
idea esta vez. Vayámonos con el tipo inteligente para surcar la crisis”
.
Casi siento que nos dieron una
última oportunidad, una especie de aplazamiento. Trato de no ser apocalíptica,
pero los textos científicos sobre el calentamiento global que leo, asustan. Esta
crisis económica, tan terrible como es, nos jaló del precipicio ecológico del
cual estábamos a punto de salir volando con Sarah Palin y nos dio un poquito de
tiempo y espacio para cambiar el curso que llevábamos. Y creo que es
significativo que cuando pegó la crisis hubo casi una sensación de alivio, como
si la gente supiera que estaba viviendo más allá de sus posibilidades económicas
y los hubieran cachado. De pronto teníamos permiso para hacer cosas juntos más
allá de ir de compras, y eso resonó profundamente.
Pero no estamos libres del
mito. La intencionada ceguera que Sarah Palin representa tan bien, está
incrustada en la manera en que Washington responde a la crisis financiera. Hay
una total negación a ver qué tan mal está la cosa. Washington prefiere aventar
billones de dólares en un hoyo negro en vez de averiguar qué tan
profundo está. Así de intencionado es el deseo de no saber.
Y vemos muchas otras señales
de que la vieja lógica vuelve. Los salarios de Wall Street regresaron casi a los
niveles de 2007. Hay cierta electricidad en las afirmaciones de que la bolsa de
valores repunta. “¿Podemos dejar de sentirnos
culpables?”
, prácticamente puedes
escuchar que preguntan los comentaristas en televisión por cable. “¿Ya regresó la burbuja?”
Y quizá tengan razón. Esta
crisis no va a matar al capitalismo o siquiera cambiarlo sustancialmente. Sin
una enorme presión popular en favor de la reforma estructural, se comprobará que
la crisis sólo fue un muy doloroso ajuste. El resultado será una desigualdad aún
mayor que la anterior a la crisis. Porque está muy, muy difícil que todas las
millones de personas que perdieron su empleo y su hogar los vayan a recuperar. Y
la capacidad manufacturera es muy difícil de reconstruir una vez que ha sido
subastada.
Es apropiado llamar a esto un
“rescate”
. Los mercados financieros son
rescatados para evitar que el barco del capitalismo financiero se hunda, pero no
están sacando agua. Sino gente. Son personas las que avientan por la borda en
nombre de la “estabilización”
. El resultado será un navío
más angosto y más mezquino. Mucho más mezquino. Porque una profunda desigualdad
–los super ricos viviendo al lado de los económicamente desesperados– requiere
de un endurecimiento de los corazones. Necesitamos creer que somos superiores a
aquellos que son excluidos para tolerar la situación. Así que este es el sistema
que están salvando: el mismo, sólo que más mezquino.
Y la pregunta que enfrentamos
es: ¿nuestro trabajo debería ser rescatar este barco, el mayor barco pirata que
jamás existió, o hundirlo y remplazarlo con una barca más sólida, una con
espacio para todos? Una que no necesite de estas purgas rituales, durante las
cuales aventamos por la borda a nuestros amigos y vecinos para salvar a las
personas que viajan en primera clase. Una que comprenda que la Tierra no tiene
la capacidad como para que todos vivamos mejor y mejor. Pero sí tiene la
capacidad, como recientemente dijo el presidente boliviano Evo Morales, en
Naciones Unidas, “para que todos vivamos bien”
.
Porque, no se equivoquen: el
capitalismo estará de regreso. Y el mismo mensaje regresará, aunque quizá haya
alguien nuevo vendiéndolo: no necesitas cambiar. Sigue consumiendo todo lo que
quieras. Hay bastante más. Taladra, nena, taladra. Quizá haya alguna solución
tecnológica que haga que desaparezcan todos nuestros problemas.
Y por eso, ahora debemos ser
absolutamente claros. El capitalismo puede sobrevivir esta crisis. Pero el mundo
no puede sobrevivir otra vuelta del capitalismo.
El texto es una adaptación de un discurso
pronunciado el 2 de mayo de 2009, en la conferencia del centenario de la revista
The Progressive y publicado en la edición de agosto de
2009.
Traducción:
Tania Molina Ramírez.