A principios de abril quedó inaugurada (reinaugurada en cierto sentido) Pirquitas, la “mina de plata más grande de la Argentina”. Opera a cielo abierto y tiene previsto producir más de 10 millones de onzas de plata anualmente, que a los valores actuales significan más de 150 millones de dólares. Si sumamos el estaño y el zinc, el valor de lo producido superará los 200 millones de dólares anuales. La inversión total apenas superó el valor de la producción de un solo año (según declara la propia empresa).
Historia
Si bien cuando comenzó su construcción a fines de 2007, su propietaria, Silver Standard (una minera canadiense para la cual Pirquitas es su principal activo), declaraba que tenía reservas por 107 millones de onzas de plata (Mining Press, 14/08/07). Sucesivas “actualizaciones” la fueron elevando en un año y medio a 200 millones de onzas (Mining Press, 21/4), con lo cual se estima una vida útil de al menos 15 años. Como luego, seguramente, habrá nuevas “actualizaciones”, los beneficios previstos por la Silver son gigantescos.
Pirquitas había sido el primer y principal emprendimiento minero de Jujuy desde 1933 (aún antes que Mina Aguilar). Alberto Pichetti había descubierto el depósito de estaño y plata en 1932. El yacimiento dejó de funcionar a fines de los ’80 cuando Pirquitas Pichetti y Cía., propietaria del proyecto, quebró. Durante más de 50 años se llegaron a producir 25 millones de onzas de plata por el sistema de galería, y explotando las vetas, lo que ahora se va a producir a cielo abierto en sólo dos años y medio.
El proyecto fue aprobado y comenzó su construcción durante el gobierno de Eduardo Fellner (hoy presidente de la Cámara de Diputados). El actual gobernador, Walter Barrionuevo, lo inauguró con la presencia de Cristina en abril de este año, por los mismos días que cerraba con Gioja y los canadienses de Barrick el negociado de Pascua Lama (ver Prensa Obrera Nº 1.090, 9/7). Dios los cría y las mineras los juntan.
Protestas
Durante estos dos años, desde que comenzó a construirse Pirquitas, hubo diversos movimientos que protestaban contra la minería, en particullar la de cielo abierto y especialmente en la quebrada. En Tilcara, un año atrás, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza, “la cual impide la explotación minera en el tejido municipal y zonas de influencia” (Pregón, 10/7/08). Nuevamente, el 7 de mayo de este año (día de la minería) “alrededor de 1.500 personas (sobre una población de 5.000) marcharon desde Juella hasta la plaza central de Tilcara para expresar el rechazo a la minería a cielo abierto y a la exploración de uranio y otros minerales metalíferos en la zona de Juella y Yacoraite” (Jujuy al Día, 11/5). Incluso hubo movilizaciones en San Salvador para reclamar una ley que prohibiera la minería a cielo abierto.
Algunos políticos patronales, como Pablo Baca (radical), coquetearon con el planteo e incluso la senadora Fellner (esposa del ex gobernador) “afirmó que las explotaciones minerales en la Quebrada de Humahuaca y en la Reserva de Biosfera de las Yungas son ‘imposibles’” (Libertario, 6/7/08). También la Iglesia se manifestó “preocupada por la ‘tensión social’” que crea el tema minero (Jujuy al Día, 1/9/08), especialmente en la zona de La Quiaca. Hasta el gobernador Barrionuevo proyecta “un ente autárquico Geología y Minería SA que tendrá por objeto constituir una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria y del sector privado, que se encargará del desarrollo de todo lo que tenga que ver con los yacimientos hidrocarburíferos y también de la minería en general” (Libertario, 11/4).
Pero todos ellos, “convenientemente”, dejan en pie y sin tocar al emprendimiento de Pirquitas, el único que “realmente” se estaba construyendo y comenzó a operar, a cielo abierto, en la Puna, a 4.200 metros de altura, donde están las nacientes de los ríos que luego bajan a la quebrada. “Entes autárquicos” para que se asocien con el capital privado, como el que plantea Barrionuevo, ya funcionan en Santa Cruz (Fomicruz) y en San Juan (IPEM), y son sólo el taparrabos de la completa sumisión a los pulpos mineros extranjeros.
Programa
Techint, para variar, fue la constructora adjudicataria de la obra de Pirquitas como lo fue de Veladero y seguramente lo será de Pascua Lama. Impera el desprecio por los aspectos ambientales y sociales, como ocurrió con las intoxicaciones de plomo en Abra Pampa y los despidos y aprietes en Mina Aguilar (véase recuadro). Bolivia es un claro ejemplo de cinco siglos de saqueo de sus recursos naturales (justamente la plata y el estaño, como en Pirquitas).
El reclamo tiene que apuntar al control obrero y de las
comunidades de las explotaciones mineras, y su nacionalización sin pago para que
los recursos nacionales sirvan a un plan de industrialización del país,
subordinado a la protección del medio ambiente.
Abra Pampa y Mina Aguilar
Pasivos ambientales y sociales
“El problema del plomo en Abra Pampa existe” (Jujuy al Día, 30/7/07). Es lo que había declarado el director de Epidemiología del Ministerio de Salud, Carlos Ripolli. “Desde fines de los ‘80 se realizó el primer estudio (que) detectó la presencia de plomo en la sangre de los habitantes de Abra Pampa por la acumulación de residuos de mineral de plomo de la fundidora Metal Huasi... que fue a la quiebra, desaparecieron los dueños... Un estudio realizado por la universidad encontró que el 28% de la población tiene ese valor (el máximo permitido por la OMS) o más” (ídem).
Acá tenemos de manera incuestionable el efecto depredador de la explotación minera capitalista. La fundidora cerró, quebró, nadie se hizo cargo. La remediación que significa asegurar un destino inocuo a todos los desechos que quedan después de una explotación minera o petrolera, quedó en el aire. Las consecuencias las sufre el pueblo de Abra Pampa, la capital de la puna jujeña. Veinte años después y tras muchas denuncias y reclamos “los fondos para la remediación de Abra Pampa (provienen) de un programa del BID por 75 millones de pesos (de los cuales 8 millones son para Abra Pampa)” (Jujuy al Día, 7/9/07). Y recién a comienzos de este año “se anunció que las 15.000 toneladas de escorias acumuladas por la ex empresa Metal Huasi fieron extraidas de Abra Pampa para su depósito definitivo en una cava en Mina Aguilar” (Jujuy al Día, 31/1).
Cuando en el último trimestre del año pasado, la crisis capitalista llevó a
la baja a los exuberantes precios que habían alcanzado los metales, Minera
Aguilar sacó un comunicado informando “que los contratos que venzan en los
próximos meses no serán renovados y pone en ejecución a partir del 24 de
noviembre un plan de retiros voluntarios... y se aplicará una modificación en el
régimen de trabajo... de modo que se posibilite el trabajo contínuo... pasará a
un régimen 14 x 7, 14 días de trabajo por siete de descanso” (Pregón,
28/11/08).
En realidad, según denuncias posteriores “se estima en 600 la
cantidad de trabajadores afectados por el achicamiento. Otro grupo de empleados
está siendo invitado a acogerse al retiro voluntario... de haber llegado a una
planta de 2.500 obreros en 2005 la compañía volvería al nivel de ocupación que
tuvo en la década del ‘90, que era de 600 agentes” (Libertario,
2/12/08). Para las mineras, la crisis la tienen que pagar los trabajadores.
Hagámosle pagar la crisis a los capitalistas.