26-28 de marzo de 1801. Dado que la brisa nos impidió
materialmente proseguir el camino hacia Cartagena, definitivamente se consideró
aconsejable obtener información sobre este puerto: los piratas .... acampamos en
el río Sinú, propiamente en el Zapote, unas pocas casas en el gran golfo del
mar, en el cual desembocaba el río. (véanse principalmente los manuscritos
(???). Aquí todas las observaciones de longitud eran imposibles debido a un
tiempo tormentoso y lluvioso. En realidad llama la atención que columnas de aire
tan próximas no comuniquen sus movimientos entre sí. Hasta los 10 de latitud
habíamos luchado continuamente con la calma y débil corriente de aire, y desde
hace 10 días en la costa bramaba y rabiaba una brisa tan frenética que en
Zapote, de 6 a 8 canoas (aproximadamente de 60 pies de largo, de una sola pieza,
en forma de piragua totalmente planas en la parte inferior, por lo cual no se
hunden ni se voltean) cargaban pesadamente con pollos, plátano, maíz. Cada una
de ellas transportaba más o menos 2.000 piastras de víveres; pertenecen a los
hacendados de Lorica, o más arriba, en el río Sinú. Cartagena no podría existir
sin el río Sinú, y una fragata inglesa, a principios de la guerra con
Inglaterra, se estacionó sabiamente en el golfo, entre Tigua y el Estero, para
interceptar todos los víveres. Pero se olvidaron que las lanchas cañoneras
podían venir por el canal poco profundo de Pasacaballos. Esas lanchas molestaron
tanto a la fragata, que esta se retiró. En Zapote estábamos muy poco seguros
porque desconocíamos el lugar y estábamos demasiado en la corriente, demasiado
cerca de la entrada del canal.
Era muy peligroso remar nuestro miserable y
pequeño bote hacia la embarcación del piloto, especialmente porque una vez, a
medio camino, se nos quebró un remo. De noche el movimiento era monstruoso y una
segunda ancla estaba lista para ser lanzada en caso de que se rompiera la
primera. El 27 en la mañana amainó el viento y por eso nos pusimos bajo vela.
Hasta Tigua, desde el río Sinú, se arrastra una cadena montañosa distante 5
leguas de la orilla del río; esta cadena frecuentemente tiene cumbres y hasta
conos, así las de San Antero, Tolú hasta San Martín. Es una cadena montañosa
cuyas cúspides se elevan y en su forma gemela, una junto a otra, recuerdan los
senos (tetas) de Managua en la Isla de Cuba. En El Rincón, Puerto Boquerón y
Tigua, la cadena montañosa se acerca totalmente al mar. Las tetas del Tolú
aparecieron a 21 millas de distancia 0° 37’ de altura no corregidas. Corrijo 1)
mediante refracción, 2) curva terrestre, 3) la altura fue medida con sextante
sobre el horizonte del mar, el que estaba a una distancia de solamente 9
millas, indicando un ángulo demasiado grande, lo que hay que calcular. La
distancia según el plano de Fidalgo es muy exacta. Las tetas del Tolú no son más
altas de 200 toesas. Entre Tolú y esas tetas hay los excelentes y enormemente
gruesos troncos de Toluiferra, los cuales se yerguen individualmente sobre la
hierba. Los habitantes del Tolú, Corozal, Caimito y Villa Tacuasán negocian con
el bálsamo. En las sabanas altas de Tolú hay reses y mulas, no en grandes
cantidades; cada una vale 30 piastras. Bordeamos el interior de las islas de San
Bernardo, entre Salamanquilla y Puerto Boquerón; cuando nuevamente llegamos al
mar abierto se levanto una brisa tan impetuosa que las olas en todas partes
inundaban nuestra pequeña embarcación (de 20 toneladas). Al capitán le dio
miedo, viró y quiso anclar en las inmediaciones del cerro Tigua, al Norte del
pueblito Rincón. Encontramos 5 brazas de barro. Quiso acercarse a la costa y
echar el ancla, encontrándose asustadísimo con que ya se había lanzado el ancla
y que estábamos encallados sobre un escollo. Qué griterío, qué zozobra, qué
falta de decisión, qué diferente el cuidadoso carácter alemán y el perezoso
español, el de los ingleses que se portan con serenidad. Elevaron el ancla.
Entre tanto se acercó a la costa la embarcacioncita sin vela. Había una clara
luz de luna, mas embate de las olas, de la corriente salpicante que fluía en
contra del viento, corriendo hacia el Este. La agitación de las aguas era mas
fuerte que el viento. Al parecer el peligro no era inminente, pero el capitán
estaba descontrolado. Con mucho griterío nos pusimos al fin bajo velas y pasamos
la noche en un lugar donde el mar estaba apaciguado, y el capitán no perdía la
oportunidad de alabarse personalmente sobre sus conocimientos de la costa, y
maldecir el plano de Fidalgo que, según él, le había
desorientado.
28 de marzo. Desafortunadamente, casi siempre
hubo viento en calma. Anclamos a las 3 de la tarde, cuando la brisa nos impidió
llegar a Bocachica, en la Isla Arenas. Nosotros vimos la Isla y el pueblecito de
Barú cerca. En el meridiano de la isla Arenas (al Oriente de la Isla Rosario),
latitud 10° 12’, observé dos veces la longitud por la altura del Sol.
6h 11’ 58’’ - - - 59 32 20
12’
35” - - - 23 10 av. 4h 8’ 23”
13’ 20” - - - 14 50
51” - - - 5 5
7h
26’ 32” - - - 41° 22’ av. 4h 8’ 24”
27’ 13” - - - 10 10
44 - - - 3
15 lg.78 15’ 0’’
Ya que Fidalgo indica esa isla Arenas 11’ al
Oeste del cerro de la Popa (en el meridiano de Cartagena), encuentro, según eso
la longitud de Cartagena a 78° 4’ 0’’ (las observaciones astronómicas francesas
e inglesas dieron 77° 41’), si tomo en cuenta un retardo mayor de 26” del
cronómetro, me resulta más hacia el Occidente. A no ser que mi cronómetro se
haya retrasado 25”, en el mar más que en la tranquilidad de la Habana, ya que el
bote del piloto casi no se movía en el eterno viento en calma. En Cartagena
examinaré la marcha del reloj y decidiré eso. Encontré previamente la diferencia
de longitud entre la Habana y la Isla Mucará de 6° 18’ 45” y con mas seguridad
entre la Habana e Isla Arenas 6° 28’ 48” y los satélites me han dado la Habana
84° 43’ 45” de París, ó a 76° 11’ 15” del nuevo observatorio de Cádiz (que está
4’ 57” al Oriente del antiguo ó a 6° 12’ 15” al Occidente de Greenwich). Para
los desconocedores, la Recalada de Cartagena puede ser peligrosa; las piedras de
Salmedina, las profundidades enormes de las islas del Rosario y de San Bernardo,
y un sólo placer entre los dos mencionados grupos de islas, latitud 10° 5’ y 19’
de arco al Occidente de Cartagena, como a Barlovento del bajo del promontorio la
Galera. El 29 de marzo. Hablamos frecuentemente en el año pasado y especialmente
en esta navegación del Domingo de Ramos y del cercano peligro de muerte del que
habíamos escapado con don Nicolás Soto en el año de 1800, precisamente ese
domingo, en el Orinoco, en la playa de Uruana, cuando en la mitad del cauce del
río estuvimos rodeados de cocodrilos y se volcó la piragua !Dijimos bromeando
que este domingo no quisiéramos estar en el agua! ¿Y quien lo hubiese creído
cuando el 8 de marzo salimos desde Batabanó con todas las velas en alto? A las 7
levamos anclas en la Isla Arenas, donde pasamos una noche muy intranquila y
borrascosa, tratamos de navegar entre la isla y el continente. En vano, la tenaz
brisa lo impedía. Se empezó bordeando hacia fuera, en dirección al occidente
desde las islas. Cada hora el mar estaba más impetuoso. Las olas se encrespaban
altísimas: El velero de nuestro practico (del que escuchamos, además ahora para
consolación nuestra que sus mástiles y velas estaban en malas condiciones y que
todos los marineros dudaban de la resistencia de estas al embate de las olas)
parecía una cáscara de nuez en el Océano. A las 2 de la tarde, el capitán y don
Mariano, quienes decían conocer la costa como su propia mano, nos afirmaban que
habíamos remontado felizmente la isla del Tesoro y que dormiríamos sin duda en
Bocachica. Señalaban el cerro la Popa, la Boca Grande.. y aseguraban que
llegaríamos inclusive al Noroeste de la Bocagrande, ya que es típico que
uno se equivoque al arribar a la costa, exprese mis dudas. Se observó más
detenidamente la costa y se encontró que realmente se había confundido el cerro
la Troaca con la Popa y que no encontrábamos Bocachica! Nos acercábamos cada vez
hacia tierra. El mar estaba terriblemente alto. La brisa bramaba y el cielo
estaba amablemente azul. Se quiso virar de borda y nos aconsejaron que durante
la maniobra bajásemos a nuestro pozo (que se denomina camarote de pozo) por
cuanto todo se desarrollaba tumultuosamente y en reducido espacio. Lo hicimos y
con Bonpland hablé bromeando del peligro, el cual es inferior a la inutilidad de
nuestros marineros —cuando en efecto se repitió el terrible espectáculo de los
años pasados. No vimos nada pero sentimos que la embarcación se inclinó sin
volverse a levantar. Al mismo tiempo oíamos salvajes y persistentes gritos de
miedo en la cubierta. Sacamos la cabeza de la escotilla cuando precisamente
había pasado ya el peligro. Pero todas las caras estaban pálidas y 5 horas
después seguían conversando sobre el peligro. Por inadvertencia del piloto so
dejó (íbamos fuertemente a la bolina) golpear por una enorme ola en el costado
del barco en vez de cortarla; en ese momento llegó un ráfaga de viento. El barco
escoró y sin enderezarse quedo sumergido a medias. El timonel quiso maniobrar
pero dijo a gritos que era inútil. En ese instante se trató de zafar la vela, un
remedio que seguramente era demasiado lento, cuando don Mariano, quien era el
más resuelto, vio que el piloto estaba totalmente confuso, el le arrebató el
timón de las manos para enderezar el barco, lo que felizmente logró. Según todas
las declaraciones, el peligro fue muy grande, es decir nuevamente un Domingo de
Ramos... Se me puede llamar superticioso. Pero mi fantasía se ha llenado con ese
suceso como con historias de fantasmas. El peligro de esos días no había
terminado todavía. Se entró (con viento en popa) en la ensenada que forma la
costa de la isla de Barú, al Sur de la punta Gigante; Ahí anclamos.Hoy hay
eclipse lunar, mañana (lo que es sumamente importante para la determinación de
la longitud, tan útil para la geografía, como el eclipse de Aldebarán observado
en Puerto Rico, Ferrol, París, Cádiz. . .), 30 de marzo hay una ocultación de
Virgo. Hay que temer que Fidalgo no tenga un almanaque marítimo; tal vez no
sospecha del eclipse. Seguramente llegaré muy tarde a Cartagena. Se discutió si
yo debería hacer o no el camino por tierra desde Punta Gigante hasta Bocachica o
al Canal Pasacaballos. Por la espesura del bosque, lo deshabitado de la región,
se prescindió de ese proyecto. Entre tanto el capitán sugirió remar hasta tierra
para buscar plantas. Vimos salir a un negro del matorral. Observando más de
cerca distinguimos en él a un negro joven, gordo, totalmente desnudo, cargado de
cadenas en los hombros, cintura y pies; un carcaj de flechas en la espalda y un
machete en la mano. A nuestras preguntas contestó ladinamente y sonriendo con
descaro. Nos dijo que estaba paseándose. Nos invitaba hacia la orilla y quería
ir con nosotros si le dábamos ropa, preguntándonos si realmente no éramos
españoles... Durante esa conversación, usando palabras incomprensibles para
nosotros, hablaba con sus compañeros en el matorral; a ellos no los veíamos.
Hubiese sido una imprudencia llegar a tierra sin armas. Era una banda de
esclavos negros fugitivos, cimarrones, cuyo amor a la libertad y justo odio
contra el blanco les vuelve capaces de todo. Seguramente nos quisieron atraer
para adueñarse del bote, y en que peligro hubiésemos estado si nos permiten
llegar a tierra sin descubrirse, atacándonos después (nosotros éramos cuatro).
Las cadenas, por lo demás, juzgando según la forma como las tenían colgadas, de
acuerdo a su cantidad y la facilidad que tienen todos los negros para limarlas,
seguramente eran una mascarada. Se las colocaría para atraemos guiados por la
compasión?.
Retornamos sin bajar a tierra. Que deseo
canibalesco tenían todos los marineros, inclusive el cocinero, un negro francés,
de atrapar a los infelices o meterles por lo menos una docena de balas en el
cuerpo. Se tasaba cuánto valdría un negro de esa clase para la venta... Fuge
fuge littus. ¡Que inhospitalario hace al mundo la crueldad europea! Quise
observar el eclipse lunar con el sextante oscurecido, midiendo limbos. Obtuve un
tiempo seguro por 1’’. Altura del Sol:
lat. 10° 17’ 8h 32 17 - - - 24°
57’ 30”
33 24 - - - 41 20
55 - - - 33 10
34 27 - - - 25 25
35 0
- - - 17 10
Avancé el cronómetro sobre el tiempo medio de
Punta Gigante 4h 7’ 20”, longitud 78° 6’ 20”, lo que da Cartagena a 78° 2’, mi
cronómetro de 0° 8’ 40” de diferencia de longitud entre Punta Gigante e Isla
Arenas, el mapa de Fidalgo da 0° 7’ 0’’
Diferencia de longitud entre Punta Gigantes y
la Habana: 6° 37’ 25”.
[EL 29 DE MARZO DE 1801]
Cartagena y Calamar, Cieca, p. 20
El Domingo de Ramos de 1801 (29 de Marzo)
casualmente el día del aniversario de nuestro naufragio en el Orinoco, estuvimos
en peligro de muerte a una distancia de 3 millas marinas del puerto de
Cartagena. La brisa azotaba violentamente, y las olas golpeaban de tal manera al
barco, que el timón cesó de dirigirlo. Si no hubiéramos rasgado las velas, el
barco no habría podido enderezarse. Consternados, viramos y buscamos refugio
detrás de Punta Gigante en la Isla de Barú, donde pude observar el eclipse total
de la luna. ¡Qué extraño! Todas las noches habían sido serenas y claras.
Precisamente el 29 de Marzo negros nubarrones impidieron en parte la
observación. Yo nunca creí que el disco lunar permaneciera tan claro en un
eclipse total de luna. Una vez que transcurrió la inmersión total, el cielo se
serenó, y todo el disco lunar apareció envuelto en una luz ígnea de un color
rojo melancólico tal, que en Europa la luna llena cuando el cielo está nuboso,
aparece menos iluminada. Los contornos de la luna roja en eclipse flotaban
ondulantes, algo así como el borde del sol, cuando éste se levanta en el
horizonte brumoso. En el centro del disco lunar, así extrañamente iluminado, se
veía en la mitad una sombra circular de color negro grisoso, posiblemente el
centro del núcleo sombreado de la tierra. Esta sombra se dirigió poco a poco
hacia el lado occidental de la luna, de tal manera que el lado que primero debía
recibir de nuevo la luz, parecía mucho, muchísimo más claro. En el momento mismo
de la emersión fue sorprendente el efecto del contraste de los colores y la
desaparición de los colores uno después de otro. Apenas brilló el primer rayo de
la recuperada luz, el resto del disco perdió su anterior resplandor. Lo que
antes nos había parecido una bella luz lunar, rojiza y plena, era ahora una luz
cenicienta. 30 de marzo (Aquí se interrumpe la anotación).