El 12 de Marzo ha sido un día de manifestación, y en muchos casos huelga
estudiantil en las escuelas y universidades de todo el Estado español, convocado
desde el II Encuentro Estatal de Asambleas contra Bolonia de Valencia (Diciembre
de 2008) y refrendado en las distintas Asambleas a nivel local, llegando a
movilizar a 25.000 estudiantes en Barcelona y 15.000 en Madrid, en torno a 3000
en Zaragoza u Oviedo, 2000 en Valencia, 1500 en Murcia o León, más de 1000 en
Salamanca, La Palma o Sevilla, centenares en otras ciudades como Granada, Cádiz,
Jaén, Algeciras y así en más de 30 puntos, todo ello a pesar de las fechas de
exámenes en institutos. La razón de dicha protesta no es otra que el rechazo
ante la forma en que se viene implantando el Espacio Europeo de Educación
Superior, más conocido como Proceso de Bolonia ó Estrategia
Lisboa.
Sus directrices, reflejadas en el Informe Bricall, vienen delimitadas por la
Organización Mundial del Comercio (OMC) y su Acuerdo General de Comercio de
Servicios de 1995 (ACGS), cuyo objetivo declarado es “liberalizar el comercio de
servicios” a escala mundial.
Pero el Proceso de Bolonia es sólo un conjunto de declaraciones que, de por
sí, no obligan a nada. Son las leyes de cada Estado, elaboradas por distintos
ministerios, aprobadas en los parlamentos y aplicadas por equipos de gobierno
afines, las que garantizan que estas directrices puedan estar llevándose a cabo.
En el Estado español son la LOU y sus Reales Decretos, el último de los
cuales (aprobado el 29 de Octubre de 2007 bajo el mandato de Zapatero)
transforma todo el sistema de titulaciones universitarias en “enseñanzas de
Grado, Máster y Doctorado conducentes a la obtención de los correspondientes
títulos oficiales” (Artículo 3.1).
Esto no es más que la punta del iceberg de este asunto. Todos sabemos que el
precio de un Máster tiende a distar, con mucho, del precio global de una
Licenciatura o Diplomatura. A eso cabe añadir una particular subida del
precio del Grado, una importante reducción del contenido específico y
la posibilidad, a través del Máster, de introducir la paulatina participación
del capital empresarial en la Universidad Pública. Estas leyes atribuyen
competencias a la ANECA (organismo externo a la universidad, que se encarga de
establecer los nuevos Grados y Post-Grados) para que evalúe la validez de cada
título de Grado o Máster, así como al profesorado, conforme a sus propios
criterios.
Pero según su propia declaración de intenciones, para la ANECA “La
educación también adquiere gran relevancia como factor para
atraer inversión. [...] La OMC intenta ahora regular, además del comercio de
bienes industriales, el comercio agrícola y de servicios… la liberalización de
los servicios, posiblemente, va a ser bastante lenta. El capital humano, la
educación y la investigación son factores fundamentales de competitividad y
desarrollo. [...] Avanzamos hacia una sociedad de la información y del
conocimiento, por lo que la OMC tendría que afrontar el tema del libre comercio
del conocimiento, que hoy es un recurso transnacional y es algo que afecta
directamente a la organización del servicio público de la Educación Superior
”. Ello empieza a cobrar sentido cuando reparamos en la composición social
de dicho organismo, basada en personalidades del mundo empresarial, financiero,
político y el mundo docente pero, eso sí, con participación, a través de
acciones, en empresas privadas.
Para la OMC y para la ANECA, la educación no es más que “capital humano
emprendedor” o un “comercio de servicios” que debe ser “liberalizado”. También
para Ana Botín, hermana del magnate financiero del Santander , presidenta
del Banco Banesto y de la Fundación Conocimiento y Desarrollo , organismo
que sirve de punto de encuentro entre la empresa y el mundo universitario
, según declaraba en su última conferencia en Vigo “La universidad y la empresa
en la sociedad del conocimiento. Un camino compartido”, en Mayo de 2008.
Las distintas leyes de financiación autonómica, como la LAU, aprobada por la
Junta de Manuel Chaves, coinciden en que “Las universidades deben asumir una
mayor responsabilidad por su propia sostenibilidad financiera a largo plazo,
sobre todo por lo que respecta a la investigación: Esto supone una
diversificación proactiva de sus fuentes de financiación mediante la
colaboración con empresas (también en forma de consorcios transfronterizos),
fundaciones y otras fuentes privadas”.
La realidad de este Proceso de Bolonia es inseparable de la actual
coyuntura política y económica. Se incluye en el paquete de medidas con que
los distintos gobiernos, incluido el de Zapatero, están respondiendo a la
deplorable situación económica en favor del alto empresario, reduciendo gasto
público para emprender planes de rescate con los que subsidiar al sistema
financiero y la empresa en crisis y atraer la inversión, a costa de privatizar
los servicios públicos. Se retrasa así el desplome inevitable de la Bolsa,
alimentando la especulación, pero no se evita que, mientras tanto, el empresario
recurra al despido o supresión de personal y profesorado, la reducción en gastos
de enseñanza, el recorte o supresión de titulaciones y el desmantelamiento a
medio plazo de las infraestructuras.
El Plan Bolonia afecta al estudiante, mediante la privatización del sistema
educativo, la sustitución de becas por préstamos, el recorte y encarecimiento de
la enseñanza y la ingerencia del empresario en los planes de estudio, de la
misma forma que la crisis afecta al mercado laboral facilitando el despido
masivo (amparado por la Junta), la congelación de salarios, aumentando la
carestía de la vida, la inaccesibilidad de la vivienda. Aspectos todos estos,
que tarde o temprano afectarán a la juventud, profesional o trabajadora, que no
contenta con no poder emanciparse hasta tarde y tener dificultad para pagar sus
estudios, tendrá que hacer frente al desempleo, la precariedad, una pésima
formación, la falta de préstamos o de salario con que afrontar el pago de
hipotecas o alquiler, etc.
Este es el tipo de mercado laboral al que Bolonia quiere “adaptar” la
Universidad. Lo cual tan sólo va en detrimento de la formación, pero no de la
dificultad para seguir encontrando empleo (salvo para los antiguos Licenciados
que no encuentren trabajo “en lo suyo”).
La realidad del trabajador, del profesional, del docente, del personal de
administración y servicios... es inseparable de la realidad del estudiante medio
y superior.
Un estudiante medio a cuya familia afecte la crisis, es un estudiante que,
aún más, con Bolonia, difícilmente podrá acceder a unos estudios universitarios.
Un estudiante superior a cuya familia afecte la crisis, tendrá que buscar
empleo, pero, con Bolonia, está obligado a asistir a clases, por lo que se verá
obligado a abandonar o interrumpir sus estudios.
El estudiante de Grado es, según el Decreto, un estudiante “de una formación
general, en una o varias disciplinas, orientada a la preparación para el
ejercicio de actividades de carácter profesional” (un F.P. 3), es decir, deberá
enfrentarse a la condición de mano de obra flexible, poco exigente y barata, y
empleos de carácter precario.
El estudiante de Máster es, según el Decreto, un estudiante “de una formación
avanzada, de carácter especializado o multidisciplinar, orientada a la
especialización académica o profesional, o bien a promover la iniciación en
tareas investigadoras”. Lo que antes te daba una Licenciatura, Ingeniería o
Diplomatura, lo suple uno o dos años de Máster pero, a un coste muy superior
(27,5 € por crédito, en torno a 1800 euros por año), con sólo una beca por 25 a
40 estudiantes. El estudiante de Máster, es, o un suertudo, o alguien endeudado
de por vida.
Debemos responder a todo ello de forma conjunta.
Los estudiantes llevamos por más de un año luchando solos contra Bolonia.
Pero no hemos conseguido que se atienda a ni una sola de nuestras demandas,
salvo por un aumento de becas. Tan sólo hemos logrado atrasar el proceso. Pero
Bolonia no es más que la LOU, y los Reales Decretos. Derogados éstos, esta
brutal transformación del Plan de Estudios no se estaría llevando a cabo.
Y la LOU es sólo una parte de la actual coyuntura política y económica. Si
queremos paralizarla, hemos de unirnos a otros sectores en lucha, afectados por
el Plan Bolonia y la situación general de la crisis. Hemos de unirnos a los
profesores, a los becarios, al personal de administración y servicios, a los
conductores de Tussam, a los mineros de Boliden, los despedidos en
Plaspapel, los astilleros, los trabajadores de la metalurgia MP que han
conseguido parar un despido masivo (un ERE) recientemente, al no firmarlo la
Junta.
Derogar la LOU es competencia del gobierno. Un día de huelga de esos
sectores causa más daño que un mes de huelga de los estudiantes. Pero el mes de
huelga de los estudiantes es relativamente sencillo con el apoyo de estos
sectores. Debemos buscar apoyos por fuera del estudiantado y la
universidad, si es necesario asumiendo reivindicaciones conjuntas,
preparando así el terreno para una huelga general indefinida en la enseñanza
media y superior contra el gobierno, con una consigna clara: la
derogación de la LOU y del Decreto.
Ésta puede ser coordinada a nivel estatal mediante el III Encuentro Estatal
de Asambleas contra Bolonia en Burgos, y preparada a través de una Hoja de
Ruta de movilizaciones conjuntas en todo el Estado, ampliamente discutida y
difundida a nivel local en las Asambleas de Estudiantes de base y planteada a
aquellos otros sectores a los que queremos llegar: profesores, PAS, y
sectores de trabajadores actualmente en lucha. Porque es el futuro de la
enseñanza lo que está en juego: es necesario una huelga general indefinida en
la enseñanza media y superior, apoyada desde otros sectores sociales, para
exigir la derogación de la LOU y sus Decretos.