La
crisis ¿una pesadilla universal?
(Primera de cinco partes)
Alfredo César
Dachary
La crisis que hoy se cierne sobre todo el planeta, excluida más de la
mitad de la población mundial que está en situación de supervivientes, es el
tema del día, que está dominando los medios de comunicación y ha invadido los
lugares de trabajo o las reuniones, transformándose en el nuevo miedo que le
llega a esta difícil sociedad actual definida como la sociedad del riesgo por
Beck o la doctrina del shock de Klein.
Pero, ¿qué es la crisis? Este fantasma que recorre el mundo y que lleva a
todos los actores sociales a estar defendiéndose o tomando medidas de
prevención, como cuando se da una gran pandemia, situación que paraliza el
tiempo y lo hace más difícil de sobrevivir.
En su acepción más simple, la crisis
es una coyuntura que
se da en un territorio determinado y que afecta a una realidad organizada, país
o región o macro región internacional generándole una inestabilidad de diferente
magnitud acorde a la profundidad y tamaño de las
causas.
Las crisis han sido una
constante en la historia universal, aunque de muy distintas magnitudes y causas,
pero para los historiadores y economistas que analizan el desarrollo europeo y
luego el “mundo occidental”, éstas son factibles de dividirse en dos grupos,
tomando como parte-aguas el desarrollo del mercantilismo, como la antesala del
capitalismo. De este hecho que se da a comienzos del siglo XVII hacia atrás son
un tipo de crisis y desde allí hacia hoy otras diferentes.
Las más antiguas eran
las crisis que se daban, en general, por tragedias naturales, guerras, pestes, y
hoy se habla, con bases científicas, de cambios en el clima, pero en general, se
trataba de situaciones que producían grandes hambrunas; eran crisis por falta de
producción, mientras que las posteriores al mercantilismo se basan en la sobre
producción y la especulación, una combinación que genera grandes problemas.
Desde la caída del
Imperio Romano en el siglo III a la peste negra se han dado grandes y graves
situaciones en el mundo occidental, del cual tenemos más referencias, pero las
crisis tal como las consideramos ahora empiezan antes de lo pensado.
Los Países Bajos, donde se origina el
mercantilismo como prefacio al desarrollo del capitalismo, tuvieron una
revolución económica temprana y a comienzos del siglo XVII la sociedad próspera
estaba deseosa de nuevos consumos, generando un consumo suntuario muy
particular, que luego se le denominó la tulipomanía, o sea, el deseo de tener
tulipanes de diferentes colores.
Los tulipanes son
traídos por otros comerciantes a Holanda a mediados del siglo XVI, provenientes
de Turquía, logrando adaptarse rápidamente a esos suelos ganados al mar y allí
se dio un fenómeno que fue el de la diversificación de colores, que antes no
existía debido a la existencia de un pulgón que le inoculaba un virus que le
permitía generar distintos colores.
Así un objeto casual se
transforma en un nuevo “producto de lujo” y, lo que es más, un símbolo de
estatus y ostentación lo cual llevó a que muchos ricos y poderosos invirtieran
en bulbos de tulipán como una manera de lograr grandes ventajas ya que rendía
hasta un 500% al inversor.
En 1636, la peste
bubónica, redujo los campesinos y ello aumentó el valor del tulipán por falta de
mano de obra, llevando la especulación a situaciones impensadas para la época,
hasta que la burbuja reventó y en pocos días muchos granjeros, inversionistas y
comerciantes quedaron en la ruina a causa de la especulación sobre un producto
que sólo florece dos semanas en el año.
Al comienzo del siglo
XVIII se dio un famoso crack, cuando la Compañía de los Mares del Sur
fundada en 1711 logra el monopolio del comercio con América y así capitalizarse
a partir de acciones, que más tarde hicieron una nueva emisión lo cual desató
una especulación, llevando las acciones de 128 libras a 550 a mitad de 1720 y en
agosto llegaron a 1,000 libras cada una.
Pero al final del año ya
habían explotado otras burbujas de especulación en Amsterdam y París, lo que trajo
aparejada la caída de las acciones a un 10% del valor último de las mismas,
generando una gran crisis entre la población rica de Londres, que incluso hizo
caer al gobierno, como consecuencia de esta manera de especular, que se hará una
ley no escrita en los siglos siguientes.
Londres, capital del
Imperio Británico que brilló en el siglo XIX y, por ello, centro de las grandes
crisis que en este siglo se dieron cada diez años como media, motivados por
nuevos avances de la industria, nuevos productos y, por ende, nuevos
mercados.
En 1866, la quiebra del
Banco Overend & Guerney parece una constante de la historia, los bancos y
sus crisis, arrasó con los bancos más pequeños ya que los dejó sin fondos, lo
cual reducía sus operaciones. Esta situación llevó a que el Banco de Inglaterra
se hiciera cargo de dar liquidez a los bancos.
Esta situación le
permitió dos décadas después cuando la famosa y, no bien recordada en América,
la Banca Baring fue rescatada de la crisis que generó, principalmente en el cono
sur de América, dando lugar a uno de los “primeros rescates” de la historia de
los bancos por 18 millones de libras en 1890 ¿Nada nuevo se ha inventado para
este 2009?
Pero lo más parecido a
la crisis económica actual, y todo lo que lo enmarca en la actualidad, fue la
crisis de 1929, originada en la caída
estrepitosa de Wall Street,
punto de partida de un período conocido como la
Gran Depresión de los
30´.
Para Versteegh, hay una
similitud entre la crisis del 29 y la que se inicia en el 2008, donde el capital
financiero no fue la causa de la crisis sino el factor que la desencadenó, o
sea, que no estamos frente a una crisis bursátil sino por la gran
superproducción.
En la década del 20´
tuvieron auge la industria del automóvil y la incipiente comunicación con la
radio, ambas áreas en expansión aunque con otras dimensiones y tecnologías al
comienzo del siglo XXI, los automóviles y el
Internet.
La crisis de 1929, al
igual que la actual, tiene como centro geográfico a Estados Unidos y el
escenario tenía ciertas similitudes al actual:
-
Distribución desigual de la renta, que en este tiempo se profundizó por
un sobre-endeudamiento de las capas medias, y un deterioro sistemático del poder
adquisivo mientras se daba un incremento constante de los productos de consumo
masivo y suntuario, hoy integrados a las necesidades “básicas” de la población.
-
Profundo desfase entre los precios agrícolas e industriales, que en la
actualidad se profundiza por el gran proceso de concentración y especialización
en el manejo de la producción agrícola altamente
tecnificada.
-
La ampliación de los centros financieros mundiales en su época a Londres,
París, Berlín y otros, lo que origina una competencia de préstamos exteriores
entre el dólar y la libra esterlina lo que
le dio mayor margen de inestabilidad.
-
Hay un auge de la industria automotriz y un estancamiento en los
ferrocarriles, siderurgia, algodón y el carbón en la década del 20´ y hoy la
deslocalización y las privatizaciones han dejado en debilidad a gran parte de la
denominada “industria pesada”.
Hay muchas
coincidencias, incluido los costos que les tocó pagar a los países más
desarrollados en pérdida de empleos , y como ejemplo en Alemania en 1932 había 7
millones de desempleados, más del 50% de la población económicamente activa y en
Estados Unidos que era de 14 millones, el 25% de la población
trabajadora.
De la crisis del 29´
salió una Alemania muy fuerte, la que llevó a Hitler a estallar la segunda gran guerra del siglo
XX y un Estados Unidos modernizado y consolidado como para poder cambiar el
curso de este gran conflicto bélico; dos de los países más afectados, los dos
que lograron en corto tiempo una revitalización excepcional. ¿Cuál fue el motor
de estos cambios drásticos? ¿La segunda guerra mundial fue la solución a la
crisis?
¿Fue la guerra lo que
permitió la aplicación de medidas muy fuertes y drásticas y logro alinear a las
sociedades atrás de los gobiernos para poder lograr una recuperación y volver a
una situación mejor y con ello también borrar las amenazas de los
opuestos?
Lo más similar de ambas
crisis es el hecho de que los gobiernos de los países afectados tomaron
políticas semejantes de intervención para pedir sacrificios por un lado y, por
el otro, arropar a los grandes capitales con préstamos, que aunque se
transformaron en verdaderas nacionalizaciones, caso de los bancos, luego se les
devolvieron, asumiendo toda la sociedad la carga de la
crisis.
Hoy hay en juego más que
estos temas, porque se trata de una crisis de la sociedad, de la hegemonía de la
potencia que rige los destinos del mundo, del modelo y sus ajustes y de la
definición de un futuro, temas que intentaremos plantear en las siguientes
colaboraciones.
alfredocesar7@yahoo.com.mx