Un
hallazgo que no cuestiona sin embargo al padre de la teoría de la
evolución, aunque hay quien sí lo hace. Hoy se cumplen 200 años del
nacimiento de Charles Darwin.
Charles
Darwin: el hombre que cuestionó al mismo Dios. Así le apodaron muchos de
sus detractores de la época. Aquellos que veían como inconcebible que el
ser humano pudiera descender de una bestia tal como el mono.
Pero
200 años después Darwin es aplaudido por la Ciencia Internacional. El
fundador de la biología moderna decidió embarcarse en una nave, el Beagle,
y dar la vuelta al mundo para estudiar las especies.
El viaje duró cinco años,
con escalas en Brasil, islas Galápagos (Ecuador), Tahití, Nueva Zelanda y
Australia. Fascinado por la flora y fauna de América del Sur, como el
alemán Alexander von Humboldt años antes que él - cuyos diarios Darwin
leyó ávidamente - el joven anotó todo lo que veía, recogiendo especímenes
en cada etapa.
Pero
algo cambiaría la historia: su llegada a las Islas Galápagos. Aquí
descubrió que un pequeño pájaro, el pinzón, había desarrollado 14
mutaciones distintas: una por cada Isla y entonces dedujo que la especie
había evolucionado según el medio de cada una.
Así
nació la teoría de la evolución y germinó la idea de que el ser humano
también podía ser la evolución de otra especie: el mono. Hoy conmemoramos
que Darwin aportara esta idea a la Ciencia para descubrir de dónde
venimos, con una magnífica exposición en Londres sobre la figura del
científico y mañana se abre su casa al público. Allí se podrá ver cómo
vivía y su libro, algo así como la Biblia de los evolucionistas: "El
origen de las especies".
Para
los que afirmaban que todas las especies las había creado Dios y le
llamaban blasfemo, él tenía una respuesta: si Dios me ha creado, mi teoría
también es su creación.