El pasado sábado 27, a las 11.30 hora local, 50 cazas de
combate israelíes demolieron unos 50 puntos de Gaza en tres minutos. Fue una
violación de los Diez Mandamientos y de la santidad del sabbath, pero tal vez no
se apliquen cuando de matar palestinos se trata: centenares en esta ocasión y
más de mil heridos. Hay diferentes puntos de vista sobre las razones de esta
matanza brutal. Tel Aviv asegura que es una represalia por la ominosa práctica
de Hamas de lanzar cohetes al territorio israelí. Analistas varios opinan que
más bien tiene que ver con las próximas elecciones en Israel, donde todavía es
primer ministro –interino y renunciante por corrupción– Ehud Olmert. Los hechos
históricos indicarían otra cosa: se trata del nunca olvidado intento de
reconstruir el “Gran Israel” echando a los palestinos de su tierra.
Ben Gurion, que inauguró el cargo de primer ministro del flamante Estado de
Israel, aceptó la partición de Palestina en territorios israelíes y territorios
palestinos que la ONU estableció en 1947. Pero tenía un viejo pensamiento de
fondo: en carta a su mujer confió que un Estado judío “parcial” –un proyecto de
1937 del ocupante británico que nunca se llevó a cabo– era sólo un comienzo y
que planeaba organizar un ejército de primera y utilizar la coerción o la fuerza
para absorber toda la extensión del país (Letters to Paula and the Children,
David Ben Gurion, University of Pittsburg Press, 1971, carta de fecha 5-12-37,
págs. 153-57). Esto se cumplió con la ocupación militar israelí de los
territorios palestinos desde 1967 a la fecha. En el 2006, Tel Aviv se “retiró”
de Gaza, a la que impuso un cerco implacable. El triunfo de Hamas en las
inobjetables elecciones de ese año disgustó a Israel: un Estado que se dice
democrático no tenía por qué respetar la democracia cuando de palestinos se
trata.
Olmert es del partido Kadima, una escisión del derechista Likud, del que no
se diferencia mucho, como prueban las guerras que sigue desatando. El Likud, a
su vez, desciende del Herut, organismo que dio forma política al grupo
paramilitar de Menahem Begin, también primer ministro de Israel (1977-1983). Los
nombres cambian, pero la contumacia no. En diciembre de 1948, a siete meses de
la declaración de independencia de Israel, Begin visitó EE.UU. y causó
reacciones dispares. Por ejemplo, la de Albert Einstein, Hannah Arendt, el
rabino Jessurun Cardozo y otros 26 destacados intelectuales judíos
estadounidenses. Consta en una carta abierta que el New York Times publicó el
4-12-48.
El texto comienza así: “Entre los fenómenos políticos más inquietantes de
nuestra época figura la aparición, en el recién creado Estado de Israel, del
‘Partido de la Libertad’ (Tnuat Herut), un partido político estrechamente
emparentado con los partidos nazifacistas por su organización, sus métodos, su
filosofía política y su demanda social. Fue creado por los miembros y
partidarios de la ex Irgun Zvai Lemi, una organización terrorista de extrema
derecha y chauvinista en Palestina. La visita actual a EE.UU. de Menahem Begin,
jefe de ese partido, ha sido evidentemente calculada para dar la impresión de un
sostén estadounidense a su partido y para cimentar los lazos políticos con los
elementos sionistas conservadores de EE.UU.”.
Continúa así: “Muchos norteamericanos de reputación nacional han prestado su
nombre para acoger esa visita. Es inconcebible que quienes se oponen al fascismo
en el mundo entero, muy correctamente informados sobre el pasado y las
perspectivas políticas de M. Begin, puedan sumar sus nombres y apoyar al
movimiento que él representa”. Señala que es preciso informar a la opinión
pública del país sobre el pasado y los objetivos de Begin –“uno de los que han
predicado abiertamente la doctrina del Estado fascista”– para no dar la
impresión en Palestina de “que una mayoría de EE.UU. respalda a elementos
fascistas en Israel”. A continuación menciona la matanza que las fuerzas
israelíes provocaron en la aldea árabe de Deir Yassin, “que no había participado
en la guerra y que incluso había combatido a las bandas árabes que querían
convertirla en su base de operaciones”. Precisa: “El 9 de abril (de 1948),
bandas de terroristas (israelíes) atacaron esa pacífica aldea, que no era un
objetivo militar, asesinaron a la mayoría de sus habitantes –240 hombres,
mujeres y niños–- y dejaron a algunos con vida para hacerlos desfilar por las
calles de Jerusalén. Invitaron a todos los corresponsales extranjeros a ver las
montañas de cadáveres y los destrozos causados en Deir Yassin”. El texto acusa a
Herut de preconizar en el seno de la comunidad judía una “mezcla de
ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial”, signo indudable
de un partido fascista para el cual el terrorismo “es un medio para alcanzar su
objetivo de ser un ‘Estado líder’”. Agrega: “Es más trágico aún que la alta
dirección del sionismo estadounidense se haya negado a hacer campaña contra los
designios de Begin”. Han pasado 60 años desde que se publicó esta carta que
Einstein firmó. ¿Habrá perdido actualidad? Muchas cosas cambiaron en Israel
desde entonces. Su objetivo central, no.
VDC: y el Sistema Mundo ausente?