NCeHu 22/09
México
Panorama del tercer día del Festival Internacional de
la Digna Rabia
En el tercer día de actividades del Primer Festival Mundial de la
Digna Rabia casi dos mil personas asistieron a las instalaciones del Lienzo
Charro de Iztapalapa. En la zona de puestos, 136 expositores de más de 250
organizaciones y colectivos de México y 25 países continuaron tendiendo puentes
y exponiendo sus luchas.
Desde talleres de esténcil, decenas de pláticas y
presentaciones de materiales impresos hasta proyecciones de videos y realización
de graffiti llenaron de color y de rabia las tierras del oriente de la Otra
Ciudad de México. Hay grabados, hay graffittis, hay mantas, una explosión de
obras de arte que surgen de la creatividad y de la decisión de luchar de
artistas de abajo y a la izquierda que deambulan de un espacio a otro de este
Festival antisistémico. Aquí se están encontrando luchas del campo, de la
ciudad, de lo jóvenes, de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los
ecologistas, de los pensionados, de los trabajadores, de las colonias populares
y de las escuelas. Son los olvidados de los discursos “de altura”, no importa,
ellos ya se están encontrando a sí mismos y están furiosos.
Las dos mesas de discusión que versaron sobre La Represión y
sobre “Otra Historia, Otra Política” fueron construidas con la participación de
decenas de ponentes y con un lleno total. Cuatrocientas personas por la mañana y
casi 500 por la tarde saturaron la instalación construida por adherentes a la
Otra Campaña.
Eventos culturales diversos, tan diversos como nuestra
indignación, tan diversos como son nuestras resistencias, saltaron a los dos
escenarios a partir de las 12 del día y hasta las 8 de la noche. Música clásica,
ska, hard-core, performance, teatro, poesía, danza fueron los nombres que tomó
la lucha cultural contra el capitalismo. Bajo un sol invernal quemante, los
cuerpos de niños, jóvenes y viejos bailaron y cantaron contra la explotación, la
represión, el desprecio y el despojo.
Exposiciones fotográficas, de pintura y grabado hacen que la
policromía de este encuentro sea estrictamente literal. Una gran carpa cobija la
larga historia del Congreso Nacional Indígena y su inquebrantable voluntad de
resistir.
Ninguna cantidad de trípticos de programa es suficiente, cientos
de personas los demandan todo el tiempo. Más aún, a lo largo del día no dejan de
aparecer nuevos artistas dispuestos a presentar sus trabajos. Los niños también
participan, no sólo con manifestaciones culturales, sino también rompiendo
piñatas con figuras representativas del enemigo común: el capitalismo.
Una red interna construida literalmente a mano permitió que todos
los eventos fuesen transmitidos por FM, a través del 104.5, Radio Digna Rabia.
Desde esa señal, la red de los medios de comunicación autogestiva retransmitió
la Digna Rabia a todos los rincones de la Ciudad Monstruo y por Internet al
resto del mundo.
Al fondo, la Digna Rabia se alimenta también. Las dimensiones del
Festival tienen un espejo en la larga cocina-cafetería que no deja de trabajar
en todo el día. Diariamente se preparan más de 900 comidas y aún así es
necesario que un horno, donado por adherentes a la Otra Campaña de Zumpago,
trabaje continuamente, alimentado siempre por manos de la Otra, haciendo pizzas
y postres.
En esta conjunción de rabias, Francisco Villa llega cabalgando de
nuevo en la forma de un magistral mural hecho a la lata en un muro del lienzo.
La Digna Rabia ya está aquí, dice un pequeño cartel en alguno de los largos
pasillos de puestos. Abajo, a la izquierda, algo se mueve y va a destruir al
enemigo, al capitalismo.
Galerías de fotos I, II III y IV