KURDISTÁN-. La aviación turca bombardea, la guerrilla se mueve y los civiles
del Kandil se convierten en las víctimas colaterales del conflicto. Mientras
tanto, el Gobierno kurdo de Irak bloquea el paso a los periodistas ante las
presiones de Turquía y USA. Y es que las "operaciones transfronterizas" de
Ankara son, ante todo, secretas.
"El bloqueo se puede evitar, os podemos traer hasta aquí arriba", afirmaba
categórico por teléfono el responsable de prensa del PKK. El "bloqueo" al que se
refería este hombre, que responde al nombre en clave de Roj, no es sino la red
de puestos de control del Gobierno autónomo de Kurdistán Sur dispuesta lo largo
de la carretera que sube al macizo del Kandil, "aquí arriba". El flujo continuo
de periodistas hacia las plazas fuertes del PKK era más de lo que Ankara podía
soportar así que ésta decidió presionar a los kurdos de Irak, con la ayuda del
amigo americano. Desde el pasado diciembre apenas ningún medio ha podido dar voz
al maquis kurdo, ni tampoco fe de lo que el Ejército turco está haciendo en
territorio oficialmente iraquí.
Pero Roj estaba en lo cierto: El bloqueo se puede evitar. El viaje desde la
sureña ciudad de Suleymania dura seis horas. A tres de nuestro destino final
cambiamos de conductor antes del primer checkpoint, y de vehículo, tras el
siguiente. Las cámaras, trípodes y demás enseres comprometedores comparten hueco
con aperos de labranza, mucho más discretos, y en otra furgoneta, por
supuesto.
El último puesto de control se salva a través de un camino de montaña
imposible que pone a prueba la pericia de nuestro conductor y la paciencia de
todos. Tras atravesar un río sin puente y un valle cuya ladera norte está
controlada por el PDK de Barzani y la sur por el PUK de Talabani, nuestro chófer
nos indica que estamos ya "en territorio de Apo (seudónimo con el que se conoce
a Abdulah Ocalan)", o lo que es lo mismo, bajo control del PKK.
Un lugar en ninguna parte
"No vais a visitar ningún campo porque ya no los hay. La guerrilla está
totalmente movilizada y en alerta máxima", nos indica Roj, ya en persona pero
con la misma rotundidad de antes. Al parecer, aquellas imágenes de los
guerrilleros kurdos ejercitándose en campamentos perfectamente abastecidos son
ya sólo visibles a través de "Youtube".
"La situación ha cambiado mucho desde 2006 pero hemos sabido adaptarnos. La
última operación en Hakkari (Kurdistán Norte) es buena muestra de ello", añade
este hombre menudo en un inglés perfecto.
Es posible que la hospitalidad kurda aumente en proporción a la altura, ya
que al poco de llegar somos invitados a comer por una familia local. Entre
generosos platos de pollo con arroz y litros de dau, el yogur líquido local, el
enlace de prensa del PKK nos pone al corriente de las medidas de seguridad a
observar durante nuestra estancia. Entre otras, destaca la de no sacar fotos de
la guerrilla que puedan indicar su situación; todas aquellas localizadas en un
lugar fácilmente identificable.
"Los turcos lo bombardearían inmediatamente -asegura Roj-. No tenéis más que
ver el estado en el que se encuentra esta aldea". Evidentemente, conviene
también no mencionar el nombre del lugar donde nos encontramos. Y es que la
guerrilla se mueve constantemente, pero los civiles que quedan prefieren no
tener que abandonar sus casas. Abdula, nuestro anfitrión, ha sido testigo de los
últimos bombardeos sobre esta pequeña aldea de apenas 30 casas.
"La mitad de las familias del pueblo ha huido tras perderlo todo. Otros lo
han hecho simplemente por el temor a nuevos bombardeos", explica este lugareño,
que se resiste a abandonar su casa de adobe y su rebaño de 100 cabras.
Mashir no tuvo tanta suerte como Abdula. Tras escapar milagrosamente de un
bombardeo nocturno que redujo su casa a escombros, se refugia hoy junto a sus
tres mujeres y sus 19 hijos en una improvisada cabaña a escasos 100 metros de su
antigua vivienda. Han perdido casi todos sus objetos personales, pero también
todo su dinero para pagar la prótesis de su hija Sozan. La joven perdió su
pierna aquella noche.
"El invierno se acerca y no tenemos dónde ir. ¿Por qué se permite esto?
¿Dónde está el Gobierno kurdo de Irak? ¿Y Europa?", se queja Mashir amargamente,
antes de invitarnos a comprobar el estado en el que se encuentra el hospital del
pueblo. Un tabique blanco junto a un cráter en el que se aloja un proyectil aún
sin estallar es todo lo que queda del hasta hace poco único centro de salud en
muchos kilómetros a la redonda.
"Venía gente desde Zangasar y Qaladiza", recuerda Mashir. "Era pequeño pero
el mejor equipado de toda la región". Según parece, el hospital fue puesto en
marcha por Medya, una enfermera alemana que decidió unirse a la guerrilla kurda
a finales de los noventa tras conocer que su propio Gobierno suministraba las
armas con las que Ankara exterminaba a los kurdos.
Moral a prueba de bombas
Roj asegura que Medya sigue viva aunque desconozca por completo su paradero.
La obligada discreción sobre su situación hace que la guerrilla descarte el uso
de teléfonos por satélite ("muy peligrosos"). Las comunicaciones internas se
realizan mediante walkie-talkies, y en ocasiones por teléfono móvil. La
cobertura se recupera nada más acercarnos a cualquiera de las antenas
parabólicas junto a las humildes casas de madera y adobe de las aldeas
locales.
A simple vista, la relación entre guerrilla y lugareños parece cordial. La
convivencia diaria hace que se intercambien saludos y alguna que otra taza de
té, siempre y cuando la aviación turca lo permita. No obstante, la guerrilla
evita en la medida de lo posible el contacto con los civiles para mayor
seguridad de estos últimos.
Uno de los combatientes se ha acercado a la casa para llenar un termo de agua
caliente. Se llama Bewar ("sin tierra" en kurdo) y nos invita a acompañarle por
un sendero hasta el lugar donde se encuentran sus cinco compañeros, dos mujeres
y tres hombres. A nuestra llegada, interrumpen el mantenimiento de sus fusiles
kalashnikov y se incorporan para saludarnos con un apretón de manos. Todos
visten el mismo uniforme, color verde oliva; un buzo de pantalones bombachos y
un chaleco de bolsillos. No llevan insignias ni distintivos de rango , por lo
que resultan aún más llamativos los cinturones del ejército iraquí de tres de
ellos.
"Somos guerrilla, lo aprovechamos todo", se justifica Bewar con una
sonrisa.
"Tengo 26 años y llevo cuatro en las montañas. Nací en Kobani, Siria",
continúa el joven mientras prepara el té para todos. Se calcula que el 20% de
los miembros del PKK procede de ese país. Sin duda, el más conocido entre ellos
es Bahoz, el mismísimo líder del HPG (el aparato militar del PKK).
"Estamos convencidos de que la solución al problema kurdo ha de comenzar por
Turquía, por eso estamos aquí", añade una compañera de Bewar llegada hace dos
años, y que responde al nombre de Kurdistá. Al igual que el resto del grupo, no
ha dormido en una cama desde que dejara atrás su Damasco natal.
Mehmet dice haberse acostumbrado a la dureza de la vida en las montañas.
Llegó desde Diyarbakir pero nació en una pequeña aldea de Sirnak, uno de los
miles de pueblos arrasados por el ejército turco durante los años ochenta y los
noventa. Junto a él se sienta Rebwar, natural de Hakkari, donde, en sus propias
palabras, "el número de Jandarmas y Komandos es casi equiparable al de las
cabezas de ganado". La última en hablar es Azmin, una kurda de Dersim de apenas
20 años. A pesar de su sólido discurso ideológico, deja entrever que se enroló
en la guerrilla a los 16 para huir de un matrimonio acordado por sus padres. No
será la primera ni tampoco la última.
La conversación transcurre fluida entre tazas de té cargadas de abundante
azúcar. Y es que, además de elemento socializador por antonomasia de Oriente
Medio, la ubicua infusión constituye también el único aporte de glucosa,
imprescindible para un guerrillero en constante movimiento. En las montañas no
hay camas, pero tampoco pasteles.
A pesar de las dificultades, este pequeño grupo de guerrilleros asegura tener
la moral alta. Celebran que hace escasos días derribaron un helicóptero Cobra y,
un poco más tarde, un caza F16 con la ayuda de cañones antiaéreos Dotchka. No
obstante, el PKK es una guerrilla al uso por lo que su arma más efectiva es la
movilidad de sus unidades por un terreno que conocen a la perfección.
"Ankara acaba de prorrogar por un año más lo que llama operaciones
transfronterizas pero saben que nunca podrán acabar con nosotros", asegura
Bewar. "El Kandil es nuestra casa, conocemos al milímetro cada uno de sus
rincones y sabemos dónde escondernos", subraya.
Paradójicamente, el joven guerrillero reconoce sentir lástima por muchos de
los soldados turcos con los que se ve obligado a combatir. "Algunos no son más
que reclutas sin ninguna experiencia, muchos de ellos kurdos como nosotros. Los
traen en helicópteros Blackhawk y se quedan paralizados por el miedo nada más
aterrizar. Pero esto es una guerra, o ellos o tú", sentencia Bewar, justo antes
de ingerir su cuarta dosis de glucosa.
«Europa debe ver con sus ojos qué pasa en Kurdistán»
Entrevista con Bozan Tekin, Comandante en jefe de la guerrilla del
PKK
El comandante Bozan Tekin nos saluda con una sonrisa y un amistoso
apretón de manos a nuestra llegada a una de las humildes aldeas del Kandil. Se
interesa por la operación que nos ha permitido superar el bloqueo informativo
impuesto por el Gobierno autónomo kurdo de Kurdistán Sur, y nos invita después a
sentarnos para cumplir con el ritual del té. En esta casa de adobe con techo de
madera y paja, Tekin se confiesa admirador de los clásicos rusos, y sobre todo
de George Orwell, del que dice haber leído toda su obra. Probablemente tuvo
tiempo más que de sobra en los 20 años que pasó en las prisiones turcas.
Al poco enciende su portátil. Quiere darnos unas fotos sacadas por soldados
turcos que ha conseguido recientemente. No especifica si se las ha hecho llegar
un recluta kurdo, o si se las han arrebatado a un soldado turco, vivo o muerto.
En ellas aparecen tanques y helicópteros en los cuarteles; jóvenes soldados
posando con armamento pesado junto a la bandera turca o junto a cadáveres de
guerrilleros del PKK a los que les han vaciado las tripas y cuyos intestinos se
enredan en la maleza. «Que lo vea todo el mundo», nos pide Tekin. Pronto podrán
ser visionadas en zinarala.blogspot.com).
Para la entrevista nos alejamos del pueblo y evitar así que éste sea
identificado y, luego, bombardeado por la aviación turca. Nos acompañan dos
guerrilleros, una kurda de Damasco y un kurdo de Sirt (Kurdistán Norte). Sacamos
la cámara y el trípode, y ellos hacen lo propio de manera casi simultánea.
Nosotros grabamos al comandante, y ellos a nosotros. Ése es el trato.
«Dicen que el internacionalismo murió con Che Guevara pero esta entrevista es
buena prueba de que no es verdad», afirma Tekin, con una sonrisa que la prisión
y la vida en las montañas no han podido borrar todavía.
El Ejército turco ha recrudecido los ataques sobre el Kandil en las
últimas semanas. ¿Cuál cree usted que es la razón?
El AKP de Erdogan ha perdido su prestigio, por eso realizan estas
operaciones. Han defraudado a los islamistas, a los turcos y a los kurdos que
les votaron, y ahora quieren recabar apoyo entre los nacionalistas. Además, el
PKK ha realizado numerosas operaciones con éxito y eso ha mermado la moral del
Ejército turco. Por otra parte, estamos a pocos meses de las elecciones en
Turquía, por lo que el partido en el poder se va a emplear a fondo para que no
quede duda sobre la contundencia de su «lucha contra el terrorismo».
Pero ustedes dicen estar completamente movilizados y lejos de los
campamentos.
Es cierto. La situación no nos ha afectado sino que nos hemos adaptado a
ella. Hoy contamos con cerca de 10.000 hombres y nuestra capacidad de reacción
es mayor que nunca. Ni Alejandro Magno ni Saddam Hussein pudieron controlar
nunca esta región, y está claro que Erdogan y sus generales tampoco lo van a
conseguir.
Además de la guerrilla, parece que la gente se ha movilizado también en
las principales ciudades de Kurdistán Norte. ¿Estamos ante un nuevo
levantamiento de los kurdos de Turquía?
Sin duda. La gente ha respondido en la calle a las torturas infligidas a
nuestro líder, Abdula Ocalan. Ha sido torturado tanto física como
sicológicamente, y ha dicho en repetidas ocasiones que prefiere morir a ser
insultado. Lleva 10 años encerrado y privado de todos sus derechos. Pero nuestro
pueblo le sigue apoyando y cada vez se moviliza más. Tras las últimas torturas,
Erdogan viajó a Amed (Diyarbakir) y se encontró una ciudad paralizada por la
huelga. La respuesta también ha sido masiva en Wan (Van), Colamerg (Hakkari),
Mus... La gente ha dicho `basta' y ha salido a la calle. Todo kurdo que
reaccione ahora es un guerrillero.
Sin embargo, Erdogan es copresidente de la «Alianza de Civilizaciones»
junto a Rodríguez Zapatero. ¿Qué opinión le merece esto?
Resulta cuando menos irónico que alguien que denuncia la asimilación de los
pueblos como una `aberración', ignore, prive de todo derecho y reprima a 20
millones de kurdos en su propio país. Zapatero es, por tanto, cómplice de la
barbarie que sufre nuestro pueblo y eso debería hacerle reflexionar tanto a él
como al resto de los líderes europeos. Zapatero y Erdogan lideran un proyecto
falso con el que Turquía pretende, a su vez, engañar a la UE. Simplemente se
pusieron de acuerdo para exterminar a los kurdos.
El PKK lleva décadas luchando. ¿Ha conseguido algo?
El PKK lleva luchando ideológicamente 35 años y 30 con las armas, bajo el
liderazgo de Abdula Ocalan. Hemos tendido la mano hacia la paz en más de una
ocasión, pero lejos de negociar, Turquía nos ha respondido con el estado de
excepción. No hay ninguna diferencia entre los generales turcos y Franco o
Salazar. Nosotros luchamos contra la imposición turca y es más que evidente que
se ha producido un cambio significativo en la mentalidad de la gente. Los kurdos
se sentían avergonzados de su cultura, de ser kurdos. Hasta nosotros aprendimos
a ser `mejores turcos' en el colegio. Pero Apo (Ocalan) nos enseñó a sentirnos
no sólo kurdos sino también personas. Nuestro pueblo ha tomando conciencia de su
propia existencia y eso se lo debemos en gran medida a nuestro líder, Abdula
Ocalan. Él abrió el camino y lo apoyaremos hasta el día de su muerte.
¿Sueñan ustedes con un Kurdistán independiente?
Nosotros perseguimos un confederalismo democrático. El PKK es un movimiento
internacionalista y cuenta en sus filas con combatientes de muchas otras
nacionalidades. Entre nosotros hay kurdos, pero también rusos, alemanes,
armenios... e, incluso, turcos. No somos nacionalistas, no luchamos por un
Estado propio sino por nuestros derechos y nuestra libertad. Luchamos contra el
imperialismo y creemos en una democracia real basada en el socialismo y la
convivencia entre los pueblos. Hemos vivido siempre junto a persas, turcos y
árabes, y queremos pensar que podemos seguir haciéndolo pero de manera
pacífica.
Pero los propios kurdos han luchado entre sí hasta hace poco y siguen aún
divididos.
Es cierto. El PKK estuvo en guerra contra el PDK de Barzani, y éste, a su
vez, con el PUK de Talabani. Nosotros hemos creado el KCK (Confederación
Democrática de Kurdistán) para aunar a los kurdos de Turquía, Irak, Siria e Irán
en un organismo único que impulse los ideales democráticos y socialistas. El
PJAK en Kurdistán Este es uno de sus componentes y lucha por sustituir la
teocracia de Teherán por un Gobierno federal que respete los derechos de todos
los pueblos de Irán. También está el PYD, el partido más importante entre los
kurdos de Siria, que comparte los ideales de Ocalan. Por otra parte, tanto
Barzani como Talabani son conscientes del arraigo que están teniendo las ideas
del KCK en Kurdistán Sur.
¿Cuál es el primer paso hacia una solución de este conflicto?
El Gobierno turco ha de retirarse o negociar la paz con nosotros. El PKK se
volvió muy poderoso en la década de los 90 y hoy no es sólo la guerrilla sino la
comunidad entera. Contamos con 22 diputados en el Parlamento de Ankara y, aún
así, los turcos siguen empeñados en que no hay kurdos en Turquía. Las leyes no
sirven de nada en Kurdistán porque el estado de guerra es continuo.
¿Un ingreso de Turquía en la UE mejoraría las cosas?
Si para ello Turquía tuviera que importar el modelo de democracia europeo,
está claro que sí. Desgraciadamente, ningún gobierno europeo nos ha tendido la
mano todavía. Turquía interesa a Europa y a Estados Unidos por el potencial de
su mercado y, sobre todo, por su situación estratégica, que le confiere un papel
preponderante en la OTAN. Sin ir más lejos, Ankara nos está bombardeando
valiéndose de la información sobre nuestra situación que le ofrece Estados
Unidos. Hasta que esto no cambie, seguiremos siendo víctimas de la desastrosa
política occidental en Oriente Medio.
Por el momento, tanto la UE como Estados Unidos les considera «un grupo
terrorista».
La Constitución turca no hace mención alguna a los kurdos. Se producen
arrestos y torturas a diario. La represión de Ankara durante las últimas décadas
se ha cobrado miles de pueblos arrasados y cuatro millones de desplazados. De
entre la multitud de kurdos asesinados hay cerca de 5.000 muertos en `extrañas
circunstancias' muchos de ellos víctimas de la guerra sucia de Ergenekon,
orquestada por el propio Estado turco. Ustedes tuvieron Gernika; nosotros
tenemos Diyarbakir, Mus, Sirnak, Wan...Y todavía siguen apareciendo los restos
de los desaparecidos. Europa nos considera como «una organización terrorista»
desde 2000, ya que el Gobierno turco controla los medios de información y
occidente «bebe» de ellos después. La gente, los parlamentarios europeos,
tendrían que venir aquí y ver lo está pasando con sus propios ojos.
Gara