NCeHu 447/08
Geografías, geógraf@s y
Geografía
Gabriel Videla
Departamento e
Instituto de Geografía UBA –
Docente en UAA, UNTReF y Pcia. Bs. As.
Geografías…
Estas
líneas surgen del deseo de “pensar libre”, o desde un intento de “librarme” de
las relaciones de poder (maso, meso, micro) para poder pensar: no desde el rol o
un mandato, ni “re”presentar a nadie. Con fortuna podrán presentar articuladamente algunas
reflexiones maduradas a lo largo de decursos intelectuales, afectivos y emotivos
-personales y colectivos- durante 25 años,
con algunas grandes alegrías y períodos de dolor y frustración en los que
puse al cuerpo en juego y de los tiene registros. En sonrisas y en risas, y
otros…
A nadie
pretendo convencer de algo. Con poder esbozarlas se harán presentes y si ello
ocurre, quizás no sea tan poco, y si no… mis disculpas, ya serán mejores.
Porteño nacido en 1963 y criado en una
Argentina de dictaduras desarrollistas, violencias múltiples, terrorismos de
estado (76-83) y económico (89-91), “ajustes estructurales” sempiternos,
neoliberalismo salvaje (91-2001) y “keynesianismo neoliberal” (regular al
despojo y pobreza estructural para mantener tasas de ganancia “razonables”),
observo los pocos abordajes desde Geo UBA sobre hechos y procesos tratados
profusamente hasta en la TV, la prensa amarilla o (mucho) por el “nuevo cine
argentino”.
Por
“geografías” entiendo grosso modo a
“las formas sociales en interrelación con las materiales concretas
territorializadas”, o en términos de otros, a las “formaciones socioespaciales”
de Sormani (1974?), “geográficas” a secas de Di Cione (1999 y sucesivos) o las
“determinaciones materiales” de Escolar (1998). Hay matices, pero no para aquí.
Como
graficara Harvey en el 6to. EGAL (siguiendo a Bourdieu) son “las ventanas las
que determinan qué vemos”; desde distintos puntos de mira “veremos” diferentes
“geografías”. Y en medio de una revolución tecnológica de procesamiento de
información e imágenes, maravilla que aún mediados por (y subordinados a) las
técnicas y a los “medios” de captación y difusión de información que nos ofrecen las clases dominantes, aún
mantengamos cierto margen de potestad subjetiva de decidir desde dónde ver… y a
qué.
Pongamos un método. Lo aprendí en una población (villa miseria) chilena bajo su atroz
dictadura: allí no miraban dos canales de TV emisores de basura oficialista dieran lo que dieran: noticias,
deportes, “entretenimientos”, humor… porque todo estaba “envenenado”.
Una
opción es ver al mundo centralmente desde
los medios de propagación ideológica burguesa: la mayoría de la prensa y el
cable y la TV de rating, informes
costosos del tipo Banco Mundial sobre la “evolución de la riqueza en los países
emergentes” (de 1 a 2 U$S diarios), doctrinas mainstream (gobernabilidad,
competitividad, desarrollo estratégico, sostenible o etcs.): la carta de este
menú es infinita y ofrece matices, “noticias de interés”, polémicas, algo de
ciencia (o parecido) siempre sobre la base de ser espectador@s de lo que (nos)
pasa(n).
La otra
es, y ¡claro que cuesta!… apagar la
(esta) tele. O mejor: encenderla desde una agencia activa que busca
selectiva y concientemente identificar lo
que no muestra y/o precisar los ejes
del circo para intentar detectar por qué otros y lejanos lados ocurren los procesos que inquietan a los
patrones y gerentes, que resignan parte del plusvalor apropiado a la “imagen
institucional” y a fondos de investigación para intelectuales, comunicadores y
payasos orgánicos. Ciega un rato la falta de luz y discursos que
encandilan, pero luego se afina la vista y comenzamos a percibir otras
geografías, inmostrables, porque
disipan al circo, y pan ya es obvio que falta…
Las
geografías que mi tiempo-espacio ve
son imágenes más parecidas a las de fines del S XIX que a novelas futuristas:
acabado el alicaído e indefendible “comunismo real”, el ajuste estructural
eterno vino en par con su necesaria
ideología (neoliberal); si el espectro comunista contenía a las lógicas
occidentales más rapaces (explotadoras y devastadoras), el “mundo posmoderno
global” que le siguió, exceptuado al 15% privilegiado de la humanidad, expone
por doquier trabajo y prostitución infantil y esclavo, trata de blancas amparada
por estados, megaciudades miserables, sociedad(es) carcelaria(s) “en el centro”,
genocidios silenciosos, intervenciones (ultra)imperial(istas) desembozadas… pero
ahora con fuerzas productivas/destructivas y de control multiplicadas.
La
restauración del poder de las clases burguesas (la “fiesta neoliberal mundial”
1990-98) tomó al lado crítico derrotado y confundido (sobre el “des/neo orden”
¿hubo algo sustantivo?) o refugiado (en el regulacionismo, posmodernismos,
ambientalismos). Recién a fines de los 90’s encontré cierta luz sobre los sentidos de los procesos de
trasformación con el esquema de Michel Beaud (tres sistemas fundamentales de
[auto] reproducción en conflicto, los de la Tierra, la humanidad y el
capitalismo), dos obras clave de Wallerstein, la reciente y más aguda de Harvey,
y debates desde teoría crítica en la New
Left Review.
Vivimos
al ritmo de lógicas impuestas (individualismo, desenfrenados egoísmos, escape a
compromisos solidarios, mercantilización de la intimidad y angustias,
alienación, explotación) que me saturan y exhalan una intuición al aire: esta
lógica de los patrones (aumentar o preservar tasas de ganancia a cualquier
precio social, humano y ecológico) y las estrategias reproductivas subordinadas
(pasarla bien, desidia,
(auto)alienarse) carecen de voluntad y de
capacidad de generar condiciones mínimas para la reproducción humana en
diversidad democrática (cultural, étnica, económica, política) o para la de
nuestro hábitat.
A esta
inercia social-conformista (Roitman
Rosenmann 2003) una revista irrespetuosa y sarcástica (Barcelona n° 144 12-13) la sintetiza
(“cagarse en todo”) errando al asignarla a
“los argentinos”: ¿qué otras políticas y consideraciones exhibieron los
EE.UU. y las potencias mundiales subordinadas los últimos 15 años…?. Un siglo
más tarde, la aguda sentencia de Rosa Luxemburgo “barbarie (¿suicidio humano?) o
socialismo” (¿cómo llamarlo/ construirlo en nuestra coyuntura?) mantiene
vigencia y claridad.
…
geógraf@s …
Viejos
consejeros de reyes, mercaderes y jefes de estado, ya “asesores de elite de las
elites” durante la institucionalización disciplinaria en la Europa decimonónica
(con cierta proletarización técnica en el proceso imperial francés), los (hoy
l@s) geógrafos tenemos una carga genética difícil de superar: nuestra
subordinación estructural al estado y al capital.
Nuestros procesos de proletarización durante el siglo XX y el actual
(ideológica vía la enseñanza y adoctrinamiento escolar inculcando la ideología
“nacional” primero, y la del capital “trasnacional global” desde los 90’s; y
técnica vía “profesionalización” con la “New Geography” y operando ahora los
SIGs) no modificaron radicalmente esta
pauta.
Somos
pocos, corporativamente livianos (no tanto en Brasil y Gran Bretaña), débiles
epistemológicamente en comparación con ciencias físico-naturales y otras
sociales… lo llamativo es que
alguna cualidad tendrá nuestro “saber” no sólo porque lo demandan (y ahora más)
los patrones habituales (estados y capital), sino por el encarnizamiento con que
trataron a los “geógrafos militantes críticos” perseverantes en hacerla pero
para actores oprimidos y en lucha: expulsados, cooptados o marginados aún a
pesar de sus méritos intelectuales incuestionados, hay “destinos comunes” en las
peripecias de los Reclus, Bunge en Toronto, Lacoste en Francia y hasta Harvey
hoy en USA. Y si fueron/son “popes” de centros imperialistas, ¿qué lugar/destino
quedará para l@s jóvenes rebeldes, para las “segundas líneas” y l@s geógraf@s
irredimibles del mundo “periférico” y
expoliado?
Si
rechazamos vender alma, corazón y cerebro mirando hacia otro lado (o ser “más de
las ratas que huyen del barco hundido corriendo a colaborar dóciles con el enemigo de
siempre”, Badiou 2008), estamos
cruzados por la vieja y dura contradicción pero ahora en tiempos más acelerados
y quizás, peligrosos: ¿cómo reproducir nuestras existencias –materiales e
“intelectuales geográficas”- cuando arrasar la naturaleza rentable y mundializar
un mercado de explotación /alienación es el único “programa mundial” del capital
trasnacional al que los estados sirven?; ¿con qué valores, proyectos y actores
adoptar otras praxis?; ¿qué (nueva) respuesta a la
persistente cuestión ética del “¿-qué hacer?” en tanto geógraf@s para superar
las lógicas inerciales, heredadas, reproductiva de lo que hay?, y ¿desde
cuál(es) colectivo(s) hilvanar lazos que disrumpan masacres interimperialistas,
o la ultraimperialista del N al S?
… y
Geografía.
Respuestas no tengo, indicios sí. Uno es profundizar y revalorizar
nuestra perspectiva disciplinaria esencial: comprender y articular
procesos y lógicas autónomas y diferentes pero en interrelación. Muy pocas “ven”
relaciones para la nuestra “casi trasparentes”, y no sorprende que bajo el
bombardeo ideológico de saturación de
información junto a reduccionismos
alienantes, saberes generados por la “Geografía disciplina” sean apetecidos
para extraer riquezas, expandir dominios, controlar territorios. Vuelvo a
Lacoste 1976: no serán determinantes pero sí estratégicos e ineludibles para
(re)producir y acumular poder(es).
Entiendo que el desafío central es invertir la génesis estructural de nuestra
legitimidad. Poner su capacidad articuladora (entre procesos, lógicas,
actores) a disposición de las clases subalternas, oprimidas, despojadas: para
sus grupos en lucha, o que demandan y experimentan nuevos senderos. Si “hacer
Geografía” fuera de la protección (burocratizada, legitimada) del estado y
empresas se percibe pronto riesgoso –tanto más cuanto más lejos estén los
conflictos de los que alumbra el circo- debe ser porque nuestro “saber” es poderoso.
También, partir de analizar junto a ellos las situacionales para
proyectar, proponer, crear. En todo conflicto y lucha circulan verdades y potenciar sus
trayectorias (nos) enseña y muestra otros modos de ver/ saber/ hacer /desear; no
en base a modelos preconstruidos, sino como efecto del flujo de actores y en su propio
movimiento.
Disruptor crucial hoy es instalar por doquier que democracia es diversidad “Bio”, étnica,
cultural, identitaria, sexual, económica, ideológica y de más tipos, desbordan
al vasito “democrático formal no vinculante” que los poderes reales únicamente
pueden admitir.
¿A qué
proyecto de país apunta mi praxis? No tiene nombre, le digo Econeosocialista y deberá ser mundial,
porque ya no hay otra escala admisible, ni para la destrucción ni para la
reproducción de la humanidad en convivencia solidaria con la de la
naturaleza.