TEORIZAMOS
PARA REPRESENTAR Y REPRESENTAMOS PARA INTERVENIR
MALDONADO,
Gabriela I1
CÓCCARO,
José M2
Dpto
de Geografía. Fac.de Ciencias Humanas. UNRC-Dpto de Geografía. Fac. Humanidades
y Ciencias de la Educación. UNLP
Introducción
Esta
propuesta se inscribe en la matriz de una línea de investigación que comenzó a
perfilarse en distintos proyectos en los últimos diez años. Si bien los
“recortes territoriales contextualizados” en ese trayecto-como arraigo,
expresión y objetos de acción de problemáticas territoriales-fueron diversos y
analizados a diferentes escalas, tienen en común haber jugado el papel de
“pretextos” en la interpretación del proceso de producción del territorio para
detectar su incidencia en la potenciación, inducción y emergencia de problemas
ambientales en el “sur cordobés”.
En
el desarrollo de las actividades de investigación se fue acentuando el énfasis
puesto en la lectura del espacio geográfico como proceso de producción, del
territorio como estado de situación de ese proceso de producción y del medio
ambiente como valoración de la calidad de ambos. Desde esta perspectiva, es
esencial ponderar el “clima de ideas” que ha “nutrido” la construcción de una
jerarquía de valores, saberes y comportamientos, funcionales a las diferentes
etapas del capitalismo y en especial, a la neoliberal–conservadora, con sus
supuestos ontológicos, epistemológicos y éticos que caracterizó a la Argentina
en la década del 90 del siglo XX.
En
el contexto de este marco teórico-conceptual-metodológico se centró la
preocupación en explorar alternativas para enriquecer las metodologías
empleadas, repensando las categorías de análisis a través de su imbricación con
las dimensiones de análisis de la teoría social del riesgo. Y aquí aparece la
dimensión ética de la investigación y la “provocación” de resignificar las
categorías y dimensiones a través de un proceso dialéctico de construcción.
El
desafío que se plantea es la propuesta de formas de conceptualizar el espacio
para un abordaje ético-político de los problemas territoriales, desde una
perspectiva “situada” de responsabilidad social y de aporte al bien público.
Abordamos
el presente trabajo, entonces, desde ventanas que se han ido abriendo en el
transcurso de nuestros proyectos.
1ra
Ventana. Matriz de una línea de investigación
Esta
propuesta se inscribe en la matriz de una línea de investigación que comenzó a
perfilarse con el proyecto: “El proceso de organización espacial del sur
cordobés un estudio de base para desentrañar sus problemas
ambientales”3
y
continuó con el trabajo “La gestión de riesgo en el corredor central del
Mercosur, sector Chaján-Villa María. Un instrumento para el desarrollo
regional”4.
El objetivo del primero fue analizar el proceso histórico de la organización
espacial del sur cordobés en la producción del territorio para detectar su
incidencia en la potenciación, inducción y emergencia de problemas ambientales.
Los macroambientes que constituyen el contexto del área fueron definidos por la
integración de la espacialidad de los fenómenos involucrados en ese proceso
(procesos de diferenciación y evolución que llamamos “naturales" y de
organización, resultado de un proceso de construcción social desde las
relaciones de poder entre sectores) que determinaron sucesivas configuraciones
en ese proceso histórico de ocupación. Se definieron y caracterizaron las
unidades de configuración física preexistentes al proceso histórico de
organización y, tomando como base los rasgos de la configuración actual y la
incidencia histórica de los procesos involucrados en su organización, se
diferenciaron en el sur cordobés: el sur santafecino – cordobés (Departamentos
de Marcos Juárez-Unión); el sur riocuartense - cordobés (Departamentos de Río
Cuarto y resto de Juárez Celman);el sur pampeano - bonaerense - cordobés
(Departamento General Roca); y, el sur histórico-articulador vertebrado en el
eje norte-sur por las localidades de Villa María, La Carlota y Laboulaye
(Departamentos de San Martín, este de Juárez Celman y este de Roque Saenz Peña,
respectivamente) (ver Mapa de Referencia).
Se
realizaron recortes territoriales contextualizados en los subespacios
diferenciados del sur cordobés donde se demostró que de la imbricación de modos
de producción, decisiones políticas y especificidades de los escenarios emergen
problemas ambientales que son versiones locales de procesos regionales y
globales. En estos “recortes” se puso el acento en el análisis del origen de las
inundaciones y en los efectos del uso agropecuario del suelo ya que, ambas
problemáticas, han sido potenciadas por el proceso de organización y muestran
una estrecha vinculación con los ritmos climáticos recientes: en un caso como
consecuencia de la convergencia de este proceso de la historia reciente con la
herencia territorial; y, en el otro, facilitando la agriculturización y/o
especialización mixtificada, como respuesta económica (Marcos, M. S. 1999-2000;
Maldonado, G. I: 2000-2001; Sánchez, L., et. al.: 2000; Cóccaro, J., et al.,
2003)
En
el proyecto del corredor bioceánico, que atraviesa determinados macroambientes
“perfilados” en el trabajo anterior, se planteó el desafío de establecer pautas
para gestión del riesgo en el área seleccionada, a fin de prevenir y mitigar
aquellas “peligrosidades” existentes que comprometen su funcionamiento y ponen
en peligro la vida de personas y bienes materiales. En esta propuesta se utilizó
básicamente la metodología para el estudio y manejo de los peligros naturales en
proyectos de desarrollo sostenible por OEA (Organización de Estados Americanos,
1993) y el CETEM (Centro de Estudios Territoriales para el Mercosur) de la
Universidad Nacional de Cuyo, dirigido por la Doctora Nelly Gray de Cerdán,
adaptada a las “singularidades” ambientales de la llanura cordobesa como un
instrumento válido para la reducción de la “vulnerabilidad territorial”
minimizando pérdidas materiales y humanas.


Mapa
de referencia
Se
realizaron “recortes territoriales contextualizados” para analizar la
“vulnerabilidad territorial” provocadas por instalaciones críticas conectadas al
sistema vial seleccionado y análisis a macro y meso-escalas contextuales
(Altamirano, L.:2004; Soave, M.: 2004; Villegas, A.:2004; Valenzuela, et al,
2004).
En
el desarrollo de las actividades de investigación, plasmadas en parte en estos
proyectos de investigación, se comenzó a poner énfasis en la lectura del espacio
geográfico como proceso de producción, del territorio como estado de situación
de ese proceso de producción, del paisaje como el conjunto de cosas que perciben
directamente nuestros sentidos y, del medio ambiente como ponderación o
valorización de ese proceso de producción (el espacio geográfico), de ese estado
de situación (el territorio), y de las cosas que perciben directamente nuestros
sentidos (el paisaje). Desde esta perspectiva es esencial ponderar el “clima de
ideas” que ha “nutrido” la construcción de una jerarquía de valores, saberes y
comportamientos, funcionales a las diferentes etapas del capitalismo y en
especial a la etapa neoliberal-conservadora, con sus supuestos ontológicos,
epistemológicos y éticos que caracterizó a la Argentina en la década del 90 del
siglo XX.
En
los comienzos de este trayecto y a los efectos de construir un concepto de
espacio operacionable, un punto de partida, que se consideró válido en su
momento, es el diseño que se expresa en la figura 1. En la organización del
espacio es esencial el papel desempeñado por los sistemas económicos y las
estructuras de las relaciones de poder y de decisión establecidas a diferentes
escalas, que definen las características propias de cada etapa histórica de su
organización. Estas variables –que delinean un marco de interpretación-
determinan, para cada formación social, un modo de utilización del espacio y de
los recursos, que implica un tipo de racionalidad económica y política, y,
constituye una expresión de las relaciones de producción materializando formas
de modificación del espacio y condiciones de calidad de vida (Cóccaro, J. M.,
1993).

Figura
1
Sin
embargo, en el desarrollo y aplicación de este diseño se cuestiona el carácter
ontológico otorgado a los términos de la relación sociedad y naturaleza ¿Qué de
“social” tiene lo “natural”? ¿Qué de “natural” tiene lo “social”? Desde esta
perspectiva, en la evolución de la producción del espacio, se advierte un juego
de relacionamiento dialéctico -entendido como formas y modos secuenciales de la
“relación”- expresado entre sociedad-naturaleza, sociedad-naturaleza
artificializada y entre sociedad-espacio producido.
La
figura 2 muestra dos niveles de aproximación en el análisis: la configuración
territorial y la organización espacial. Así, la organización espacial es el
resultado de una permanente búsqueda de la reproducción de la estructura
espacial que asegure su explicación (la de la configuración territorial) a
través de la realidad relacional concreta “situada” aprehendida desde el espacio
relacional como categoría de análisis (Cóccaro, J. M., Agüero, R., 1998).

Figura
2.
2da
Ventana. Repensando las categorías de análisis
En
los proyectos: “Problemáticas territoriales y medio ambiente: riesgos emergentes
en el sur de Córdoba. Lecturas situadas que interpelan
responsabilidades”5
y,
“Vicuña Mackenna las relaciones local-global con el territorio como eje.
Riesgos, incertidumbres y potencialidades”6,
se pretende explorar alternativas para enriquecer las metodologías empleadas,
repensando las categorías de análisis espacio geográfico, territorio y medio
ambiente -utilizadas en los proyectos mencionados- a través de la imbricación
con las dimensiones de análisis de la teoría social del riesgo (Natenzon,
C.,:1995). De esta manera, el riesgo social puede estudiarse desde cuatro
dimensiones: la peligrosidad o amenaza, resignificando estudios sectoriales de
diversas disciplinas, que permitan conocer la dinámica
del
fenómeno o los fenómenos estudiados, a fin de determinar su recurrencia y
magnitud; la vulnerabilidad, es decir, las características socio-estructurales
previas a la consecución del evento; la exposición de la población y las
construcciones materiales (la configuración territorial actual) con la necesidad
de empirizar el tiempo en el espacio, siendo la configuración actual producto de
un proceso de construcción del territorio; y la incertidumbre, referida
fundamentalmente al ámbito de la toma de decisiones, de la percepción y de los
valores e intereses que se sustentan (Natenzon, C., 1995; Natenzon, C., 1998,
Citado en Maldonado, G.I., et. al, 2006).
3ra
Ventana. Lectura Macro del Riesgo
En
este orden post-tradicional o de modernidad tardía (Guiddens, A.:1990) la noción
tradicional de “naturaleza”, se ha reformulado y transformado y, hablar de
“ambiente” no es equivalente a referirse a “naturaleza”. La modernidad produjo
una nueva forma de “naturaleza”: el ambiente, y con ello, un cambio cualitativo
en la noción de riesgo. En los últimos años se ha popularizado, sobre todo en la
literatura sociológica, la descripción de nuestras sociedades como “sociedades
de riesgo” (Guerra Palmero, M. J.1998). El concepto de riesgo se refiere
específicamente a una fase de desarrollo de la sociedad moderna en la que los
riesgos sociales, políticos, ecológicos e individuales generados por la misma
dinámica de la renovación se sustraen, crecientemente, a las instituciones de
control y aseguramiento de la sociedad industrial. Las instituciones de la
sociedad industrial devienen en generadoras y legitimadoras de peligros que no
pueden controlar. En su desarrollo se produce una autoconfrontación de las
consecuencias de la modernización con los fundamentos de la misma, y los limites
de su propio modelo (“modernización reflexiva”), en la medida que no cambia
(Beck, U:1996). Hay una globalización de los riesgos y emergencia acotada de
bienestar tecno-económico. A mayor racionalidad se deriva mayor riesgo.(March,
J. M.: 2004), legitimados por la racionalidad social dominante como “efectos
colaterales no deseados”.(Cóccaro, J. M. 2004; Maldonado, G. I.; Cóccaro, J. M.,
2006).
“Así
“nuestro tiempo”, hoy, es más que nunca la expresión de la técnica
-intermediario entre la “naturaleza” y lo “humano”- que, a través de su
complejización terminó por trastocar los términos de esa mediación , en todas
las dimensiones y planos de su manifestación. Debemos ser conscientes que la
tecnología no es sólo un medio de dominación sino una cristalización en
formas-objetos de la ideología de dominación que construye y legitima
representaciones desde el poder (Santos, M.:2002), Y se representa para
intervenir.” (Cóccaro, J. M., 2004: 225)
4ta
Ventana. La de la ética de la tecnociencia.
Y
desde esta perspectiva, “aparece” la ética de la tecnociencia (Agazzi,E.:1996).
Parece ser que el problema fundamental en la consideración moral de la
investigación científica y de sus aplicaciones es la evaluación del riesgo. La
misión es promover la eliminación o minimización del riesgo, como tarea
estrictamente tecnológica. Es una expansión más de la racionalidad tecnológica
instrumental y de un proceso de marginación de la racionalidad práctica y, si el
problema del riesgo se convierte en el único problema de la ética de la ciencia,
se confirma la autosuficiencia de la técnica: ella es el remedio a los propios
males que propicia y causa (Maldonado et. al, 2006; Maldonado, el. al 2005).
Pero
la técnica es sólo un medio y no un fin. La relevancia moral está en la
valoración de los riesgos. El desafío consiste en “moderar” enfoques
reduccionistas, simplificadores y formalistas considerando a lo cualitativo, a
aquello que no se deja cuantificar porque su valor, la supervivencia, la salud,
y el bienestar humano, es incalculable. La noción de probabilidad siempre va
unida a la de riesgo e incertidumbre. Desde una ética de la investigación
científica a la que se debe conceder valor epistémico, la honestidad y el
sospechar de los propios prejuicios, en el caso del investigador, van a jugar a
favor de la “objetividad”. (Shrader-Frechette, K.,1994). Es esencial hacer
explícita la incertidumbre e intentar determinar sus fuentes para poder tratarla
(Funtowick, S.;Ravetz, J. R.:1993).
Ante
esta “provocación”, y en el contexto de la matriz teórico-conceptual delineada,
la propuesta plantea la necesidad de repensar y resignificar las dimensiones del
riesgo (peligrosidad, vulnerabilidad, exposición y incertidumbre), a través de
su imbricación con las categorías de análisis geográfico como paso intermedio
para alcanzar una propuesta de abordaje ético-político de los problemas
territoriales desde una perspectiva situada de responsabilidad social y aporte
al bien público.
5ta
Ventana. La voz del territorio. Una lectura situada
Desde
la perspectiva de las ciencias sociales, uno de los grandes desafíos, es
aprender a “escuchar” las diferentes voces del territorio, con todo lo que esto
implica. Es esencial para involucrarnos desde nuestra “situacionalidad”,
comprender que el territorio, el paisaje y la misma “realidad” son siempre
representaciones que nos construyen y/o construimos y sobre las que debemos
actuar. Y aquí está nuestro problema: porque la articulación para construir
representaciones del “territorio” y de la “realidad” es privilegio de los que
tienen poder” (Cóccaro, J. M., 2002).
En
esta propuesta queremos provocar a nuestra capacidad de ejercer la cuota de
poder, que tenemos como ciudadanos críticos con responsabilidad social, para
desentrañar, traducir y reproducir los signos significantes que percibimos de
las imágenes. Sentir y darle sentidos a las “voces” que escuchamos del
territorio que nos dicen que detrás de ellas, entre otras cosas que sentimos,
hay agentes y actores sociales intervenientes -desde estructuras de poder y
decisión-en las formas resultantes del paisaje, que expresan lógicas, objetivos,
intereses e intencionalidades.
En
este contexto el riesgo es, en definitiva, una forma de expresión territorial de
los conflictos y contradicciones de las formas de pensar el territorio. En la
figura 3 se representa una lectura del riesgo, nutrida por una forma de pensar
lo geográfico, desde una perspectiva de responsabilidad social y de aporte al
bien público (Maldonado, G. I., Cóccaro, J. M., 2006). Así, el riesgo es
expresión de un proceso dialéctico de construcción de la amenaza y
vulnerabilidad social donde se imbrican la impronta estructural de las
desigualdades socio-territoriales, producidas por el sistema capitalista,
necesarias y funcionales a sus diferentes modalidades de reproducción, con las
categorías de análisis geográficas construidas para su interpretación e
intervención, desde una lectura de distribución de justicia socio-territorial.

Figura
3.
6ta
Ventana. Puntos de apoyo para una lectura situada que interpele
responsabilidades.
Si
la sociedad, parafraseando a Marx, es la unidad esencial entre el hombre y la
naturaleza, el espacio producido es, sin duda, parte integral de la producción
de la sociedad. De esta manera se legitima el planteo dialéctico del espacio
como producto de la sociedad y productor de la sociedad. Entonces, ¿por qué no
plantear?:
•
El espacio geográfico como la unidad esencial de la sociedad y su proceso de
producción;
•
El territorio como la unidad esencial de la sociedad y un estado situacional de
su proceso de producción.
•
El medio ambiente como la valorización de esa unidad esencial procesual (espacio
geográfico) y/o situacional (territorio).
Y
si en nuestro proceso investigativo-docente, enfatizamos el principio de no
minimizar el plano ético-político, por qué no pensar el territorio como
patrimonio social común y expresión de un estado situacional de la unidad
esencial de la sociedad con su proceso de producción. Esto visto desde una
perspectiva de responsabilidad social y de aporte y compromiso al bien público.
En
la figura 4 se presenta una aproximación geográfica a las instancias analíticas
de la comprensión del espacio situado como patrimonio social común y, a su vez,
como marco para la elaboración de estrategias y propuestas alternativas de la
interpretación, detección y respuesta a los problemas situados. En la misma
pivotean, juegan y se relacionan categorías de análisis de geógrafos que han
aportado conceptos al debate teórico para un abordaje político del espacio en
esta tendencia (Santos, Massey, Harvey, Silveira). El diseño es expresión de un
intento de interpretación de cómo el territorio se legitima como mercancía desde
las relaciones de poder en las etapas del capitalismo, abordado desde una
propuesta de espacio que considera el territorio como instrumento de
reproducción de vida, resultado de un juego dialéctico (producto y productor
social), y atravesado por las categorías de análisis –espacio geográfico,
territorio y medio ambiente- construidas desde una matriz definida por un
espacio geográfico como parte integral de la sociedad.
Pero
las categorías de análisis, siempre supeditadas a su relatividad histórica, no
se legitiman solamente en la solidez y consistencia académicas en que son
producidas. Así, el territorio, como producto social y productor de la sociedad,
aparece como una categoría inobjetable en muchos discursos geográficos. Sin
embargo, atravesada por un plano multidimensional ideológico-ético, apoyado en
diferentes supuestos, se convierte en instrumento de análisis e interpretación
de diferentes representaciones construidas de la realidad que condicionan las
políticas de intervención. Un ejemplo de lo expresado se representa en la figura
5. Parafraseando a Enrique Leff, el gran desafío en nuestro quehacer
investigativo docente es desenmascarar el encubrimiento ideológico en que son
generados los conceptos, desde el poder de la racionalidad social dominante,
para aprehender la materialidad de lo “real”, y así, buscar un enfoque
totalizador que permita una lectura e intervención inspirada en una distribución
más equitativa de justicia socio-territorial.
Como
teorizamos para representar y representamos para intervenir, el desafío es
promover, en el plano simbólico, una lucha teórica y política: nos imponen ideas
en el contexto de globalización (expansión del neoliberalismo) que producen
efectos simbólicos muy fuertes. Esa intencionalidad educativa ha permitido
legitimar -en distintas etapas históricas- un modelo cultural que impide ver el
territorio como una “producción de patrimonio social común”, con todo lo que
ello implica. Pero sí, desde nuestra “situacionalidad” producimos conceptos que
también operan y tienen significados para la “gente”, no cambiaremos el mundo
pero comenzaremos a cambiar la forma de verlo.

Figura
4.

Figura
5
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1
Dpto
de Geografía. Fac.de Ciencias Humanas. UNRC-Becaria CONICET
2
Dpto
de Geografía. Fac.de Ciencias Humanas. UNRC-Dpto de Geografía. Fac. Humanidades
y Ciencias de la Educación. UNLP - jmcoccaro@yahoo.com.ar
3
Aprobado
por SECyT-UNRC. 1998-2002. Director: José María Cóccaro.
4
Aprobado
por SECyT-UNRC. 2003-2004. Directora: María Cristina Valenzuela.
5
Aprobado
por SECyT-UNRC. PPI 2005-2006. Directora: Elina del Carmen Sosa.
6
Aprobado
por SECyT-UNRC. 2007-2008. Directora: María Cristina Valenzuela.
Ponencia
presentada en las X Jornadas Cuyanas La geografía frente a la necesidad de
integrar territorios y voluntades, realizadas en Mendoza, Argentina entre el 28
y el 31 de mayo de 2008.