NCeHu 418/08
EL CASO DE LA COMUNA DE CASABLANCA (VALPARAÍSO)
Y EL DEPARTAMENTO DE LUJÁN DE CUYO
(MENDOZA)
Margarita Riffo
Rosas
Departamento de
Geografía, Universidad de Chile
mriffo@uchile.cl
1.-
Introducción
Los
espacios rurales de Chile y Argentina están experimentando profundas
transformaciones derivadas de la modernización productiva que ha permitido su
inserción en la economía mundial gracias a sus ventajas comparativas. Los
cambios se expresan entre otros, en la reconversión productiva hacia productos
que presentan fácil penetración en los mercados externos en términos de precio y
calidad, lo cual explica la especialización que presentan ciertas áreas en torno
a productos dominantes.
Uno de
estos rubros de especialización son los viñedos orientados a la producción de
vinos finos, los cuales han ido sustituyendo gradualmente a los cultivos
agrícolas tradicionales y a las viñas destinadas a la producción de vinos
corrientes para el consumo interno. Junto con la reconversión productiva, está
operando un activo proceso de expansión de la frontera agrícola hacia el
piedemonte y la ocupación de laderas de cerros, lo cual ha implicado inversiones
significativas en habilitación de tierras, técnicas de riego y de producción,
que han sido financiadas en gran parte por acuerdos de “uniones venturosas”
(Joint Ventures) entre agentes nacionales y extranjeros.
Pero la
Modernización es selectiva respecto a las áreas que privilegia para desarrollar
la actividad, valorizándose aquellas que presentan ventajas comparativas en
términos de ubicación, clima, suelo y agua, para la producción de vinos finos
con Denominación de Origen (D.O) destacando las áreas específicas que permiten
producir vinos únicos bajo el contexto de Terroir. Como resultado, surgen nuevos
paisajes caracterizados por la especialización productiva vitícola, donde la
diferenciación se expresa respecto a las variedades plantadas, sean blancas o
tintas, lo que a su vez deriva de las condiciones geográficas de los lugares.
Como complemento, se localizan en el área las Agroindustrias o Bodegas de Vino,
las cuales se articulan con los viñateros –integración horizontal y/o bien
establecen sus propias viñas para la producción primaria -integración vertical
de actividades-.
Entre
las áreas modernizadas en el rubro destaca en Chile la comuna de Casablanca
(Provincia de Valparaíso), especializada en la producción de vinos blancos
–Chardonnay principalmente- y en Argentina el Departamento de Luján de Cuyo
(Provincia de Mendoza), reconocida por la producción de vinos tintos, destacando
el Malbec.
Aunque
la tradición vitícola en Mendoza es de larga data en comparación con Casablanca,
en ambos lugares se inicia un activo proceso de reconversión productiva a partir
de la década de los 90, la cual es mucho más radical en el área chilena, por
cuanto la comuna antes de ello era fundamentalmente agrícola –cereales y
charcas- y ganadera, en tanto el área argentina inicia un proceso de cambio
dentro de la misma actividad, sustituyendo cepas comunes o corrientes por
variedades finas.
Ello
explica en tanto, que las Bodegas sean más antiguas que en el área chilena y
constituyan Patrimonio histórico. Ambas áreas además han sacado partido de la
actividad con fines Turísticos, estableciendo las denominadas Ruta del Vino
(Chile) o Caminos del Vino (Argentina), lo que han permitido vender la imagen de
áreas especializadas en este rubro.
2.- Antecedentes Generales de la Vitivinicultura en Ambos Países
2.1.- La Vitivinicultura en Chile
Los primeros viñedos plantados en Chile fueron introducidos por
los jesuitas en el Siglo XVI en el contexto del proceso de la Conquista
Española, siendo preferentemente cepas comunes, situación que se ha modificado
en el tiempo hasta llegar hoy día al predominio de las cepas finas con D.O.
En términos generales, las actuales zonas vitivinícolas con D.O.
se extienden desde la latitud 30º 15’ Sur, con el Valle del Limarí en la IV
Región de Coquimbo, hasta la latitud 37° 00’ Sur, con los valles del Bío-Bío e
Itata en la VIII Región de Concepción, en una extensión aproximada de 770
kilómetros de Norte a Sur, donde se ubican los principales viñedos con vocación
vinícola, situados tanto en el sector costero como al interior del continente.
Los valles que se encuentran hacia el sur y hacia la costa son más
fríos y tienden a producir mejores cepas blancas, ya que son zonas de clima más
templado que mantienen los pre-cursores de los aromas. Hacia el norte y tierra
adentro, donde hace más calor, existen ven-tajas para las variedades tintas
debido a la diferencia de temperatura entre el día y la noche, lo que favorece
la formación de polifenoles responsables del cuerpo y color de los vinos
producidos con estas cepas.
Desde el punto de vista de la legislación vigente, la definición
de las zonas vitivinícolas de Chile se apoya en el Decreto Nº 464 de 1994, según
el cual Chile define una zonificación geográfica con D.O, basada en los valles
transversales generalmente delineados por ríos importantes que fluyen de
cordillera a mar. Esta zonificación divide al país en cuatro grandes regiones
vitivinícolas (Coquimbo, Aconcagua, Valle Central y Región Sur) y 10
subregiones, dentro de las cuales se encuentra el valle de Casablanca en la
región vitivinícola del Aconcagua.
La más importante de las regiones vitivinícolas de Chile es la del
Valle Central, donde des-taca el Valle del Maipo que es el que posee la mayor
tradición en esta actividad, con las variedades tintas Cabernet Sauvignon (la
más vendida del país), Merlot y Carmenère. Otra subregión con tradición
vitivinícola es el Valle del Rapel, que comprende los Valles de Cachapoal y
Colchagua, que fueron los primeros en incorporarse a la modernización del sector
con la introducción de cepajes tintos en asociación con capitales extranjeros
(españoles y franceses). El Valle del Colchagua destaca también por haber
implementado más tempranamente su propia Ruta del Vino, siendo actualmente la
más consolidada del país.
La Región Norte (Valles del Limarí y Choapa) es más conocida por
la producción de viñas para la agroindustria del pisco, siendo reciente la
incorporación de cepas vinícolas (tintas), en tanto la región del sur (Valle del
Bío-Bío) tiene mayor tradición en la producción de variedades para vinos comunes
(como la cepa “país”), encontrándose en proceso de reconversión hacia las cepas
finas blancas, como Chardonnay y Sauvignon Blanc.
2.2.- La Vitivinicultura en Argentina
En la Argentina, país productor y consumidor tradicional de vinos
del hemisferio sur, la vitivinicultura es una actividad de larga data, orientada
esencialmente hacia el mercado interno. Por la superficie con viñedos (217.000
ha) ocupa el séptimo lugar en el mundo. Esta superficie se redujo notablemente
en la década del 80 por problemas de sobreproducción. A partir de 1992 se
consigue detener el retroceso con la implantación preferencial de variedades de
alta calidad.
Según datos de la Organización Internacional de la Vid (O.I.V.)
correspondientes al año 2004, el país ocupa el octavo lugar por la producción de
uvas, es el quinto productor mundial de vinos y séptimo consumidor. El descenso
de consumo en el mercado interno incentivó, a fines de los 90, la inserción de
la vitivinicultura argentina en el comercio de exportación, ocupando el onceavo
lugar entre los países exportadores (DIRECOM, 2006).
La actividad se desarrolla en una extensa franja al oeste del país
junto al macizo andino, desde los 22º a los 40º de latitud sur, en las
provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén y
Río Negro. En este conjunto destacan Mendoza y San Juan, donde se ha establecido
una “economía regional” sobre la base de la vitivinicultura, pero Mendoza ocupa
un primer lugar muy significativo de acuerdo con los indicadores del año 2004.
La vitivinicultura se introdujo en Mendoza en la segunda mitad del
siglo XVI y tuvo un desarrollo modesto hasta fines del siglo XlX, cuando se
impone como agroindustria para satisfacer las demandas del mercado nacional.
Tras un largo período de crecimiento con crisis esporádicas sigue
otra etapa en la cual se agudizan problemas de sobreproducción y distorsiones
entre los agentes del sector, con una injerencia estatal contradictoria e
ineficaz. Las desarticulaciones se generalizan y originan una crisis sostenida
durante la década del 80. Aproximadamente a partir de 1990 se inicia una
reestructuración de la actividad, con el ingreso de capitales locales,
nacionales y extranjeros e incorporación de innovaciones tecnológicas -
organizativas y la implantación preferencial de variedades de alta calidad. Se
consigue, así, detener el retroceso.
La provincia cuenta con condiciones ecológicas privilegiadas para
el viñedo. El déficit hídrico ha sido superado mediante la sistematización del
agua aportada por los Ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. El riego
superficial y subterráneo ha estructurado el espacio de los dos oasis, norte y
sur, que ocupan 3% de la superficie provincial de 150.000 km².
Durante los últimos años, en el marco de la apertura del comercio,
la exportación mundial de vinos tuvo una evolución positiva, a pesar de las
tendencias descendentes de la producción y el consumo. De manera que, en cifras
globales, la relación entre vino exportado y consumido pasó de 18,2 en el
quinquenio 1986/90 a 28,7 % en 2001. Entre los factores in-ternos a la
vitivinicultura que explican esta dinámica de las operaciones en el mercado
inter-nacional, se destaca el incremento de la oferta por parte de países
productores tradicionales y nuevos, incentivados los primeros por el descenso
del consumo interno y los segundos por el crecimiento de su producción.
3.- Antecedentes Geográficos de las Áreas de estudio
3.1.- Chile: Comuna de Casablanca
La comuna de Casablanca se ubica en el sector Sur-Este de la
provincia de Valparaíso, V Región. Sus coordenadas geográficas básicas son 33°
15’ latitud Sur y 71° 30’ Longitud Oeste. Posee una superficie de 952.50 Km² y
una altitud promedio de 240 msnm. Casa-blanca posee una centralidad espacial
entre los vértices formados por: Santiago (con el Aeropuerto Internacional), el
Puerto de Valparaíso (a través de la Ruta 68) y el Puerto de San Antonio (Ruta
F90), lo que constituye una ventaja para la actividad productiva, facilita el
flujo de materias primas, servicios complementarios y la distribución hacia
diversos mercados (Mapa 1)
Mapa 1
Accesibilidad a la Comuna de Casablanca
Fuente: Atlas Geográfico, V Región.
La comuna de Casablanca dispone de una superficie de 952,5
km2, una
población total de 21.874 (2002) y una densidad de aproximadamente 23
hab/km2. La
población es predominantemente urbana (69,5%) y se concentra mayormente en la
ciudad de Casablanca, capital de la comuna. La población rural (30,5%) es
relativamente alta en relación al promedio del país (13,5% en 2002), y se
distribuye en 48 entidades, como aldeas y caseríos.
Desde el punto de vista estructural, la comuna de Casablanca está
integrada por la gran cuenca de Casablanca-Vinilla y otras subcuencas, como Los
Perales de Tapihue, Lo Ovalle, Lo Orozco, Pitama, Lo Orrego, Lagunillas y El
Rosario, las cuales han sido rellenadas con material sedimentario de variada
procedencia (Mapa 2).
Mapa 2
Fuente: Troncoso, 2006.
La cuenca de Casablanca se ubica en la vertiente occidental de la
Cordillera de la Costa prolongándose hacia las planicies litorales. Es una
depresión tectónica asimétrica, cuyo eje mayor se orienta de sureste a noroeste
con tres prolongaciones hacia el noreste. Aunque los bordes montañosos están muy
erosionados y no conservan elementos estructurales origina-les el conjunto
mantiene las características de fosa tectónica.
Esta cuenca forma parte de una zona de fracturas de gran
relevancia geográfica en la Cordillera de la Costa; la parte montañosa ha sido
profundamente modificada por fosas y pilares tectónicos que han influido en la
distribución de la red de drenaje. La cuenca es recorrida por el Estero
Casablanca constituyendo el colector del drenaje local junto con sus
tributarios. Se origina en las proximidades del Cerro Manco en la Cordillera de
la Costa y su dirección es SE-NO y luego hacia el oeste (Mapa 3).
Mapa 3
Fuente: Troncoso, 2006.
El clima de la comuna de Casablanca es templado-cálido con lluvias
invernales y una esta-ción seca prolongada de 7-8 meses, con gran nubosidad
derivada de la acción marina. Es-tas neblinas matinales penetran al interior,
quedando aproximadamente sólo 180 días despejados al año y contribuyen a atenuar
la aridez climática, reduciendo la amplitud térmica, la evapotranspiración y el
déficit hídrico.
Los veranos secos y calurosos presentan temperaturas hasta 30ºC, y
los inviernos húmedos, temperaturas menores a 5ºC, aunque puede llegar a los
0ºC. La temperatura media anual es de 13,6ºC y la oscilación térmica anual entre
verano e invierno es de 9ºC; la precipitación anual del área es de 483 mm.
concentrándose preferentemente en invierno. Un rasgo distintivo del clima de
Casablanca es el extenso período libre de heladas (10 meses aprox.), las cuales
se presentan entre julio y agosto, lo que constituye una ventaja comparativa
para el desarrollo de la viticultura.
Influido por el Océano Pacífico y particularmente por la fría
corriente de Humboldt, este valle ubicado en medio de la Cordillera de la Costa
pero en un sector de baja altura, permite recibir la influencia del mar
convertido en frías brisas, pero también en neblinas que tienen una importancia
radical en la forma en que maduran las uvas y por lo mismo, en la manera en que
se deben manejar en el viñedo. Como el valle corre de Este a Oeste, los sectores
orientales –también conocidos como “alto Casablanca”- están más lejos del mar y
son más cálidos que aquellos del llamado “bajo Casablanca”, hacia el occidente.
Esto tiene un efecto directo en el carácter de los vinos: un Sauvignon del alto
Casablanca tiende a ser más maduro y con una acidez menos chispeante en
comparación con uno del bajo Casablanca. Sin embargo, si se compara con un
Sauvignon del Maipo, su alcohol y su madurez lo delatan de inmediato. La
diferencia de la fecha de la vendimia puede llegar a ser de dos semanas entre
ambos extremos del valle (tomando como frontera el camino a Algarrobo) y de un
mes si se toma el Maipo y el bajo Casablanca como referencias (Tapia, 2003).
La neblina que viene del Pacífico es otro tema relevante.
Desplazándose a altas horas de la madrugada como un gran manto de humedad, esta
neblina obliga a los viticultores a tomar precauciones en el manejo del follaje.
Permitir que los racimos estén en contacto con el sol y reciban una buena
aireación, es la solución más común para evitar que la madurez se retar-de en
exceso y que las enfermedades producidas por hongos ataquen la fruta.
Respecto de las heladas, éstas ocurren en noches despejadas y
tranquilas. Las nubes, las neblinas o los vientos atrapan el calor acumulado en
el suelo y en la piel de las plantas durante el día. En ausencia de estos
factores, el calor se escapa y el aire se enfría, provocan-do heladas cuyo
principal efecto es el de quemar las plantas. Como el aire frío es más denso que
el caliente, los mayores daños ocurren en los sectores planos donde el aire cae
por su propio peso, mientras que en las laderas, al ubicarse a una mayor altitud
quedan libres del daño. En Casablanca se han usado varios métodos para prevenir
los daños de las heladas: hélices, combustión, helicópteros y, en algunos casos,
riegos por aspersión. Sin embargo, lo gratificante se encuentra en el hecho de
que hasta ahora el valle sigue siendo el lugar ideal para los blancos y una
seria posibilidad para tintos de madurez corta como el Pinot Noir y en cierta
medida, el Cabernet Franc y el Merlot.
Desde el punto de vista de la disponibilidad de agua para riego,
en el valle de Casablanca y en ausencia de cursos de agua principal como ríos,
el uso de las napas subterráneas para fines agrícolas es el más importante,
siendo más intensivo entre los meses de Octubre y Abril y casi nulo en invierno.
La superficie regada con estas aguas se estima en aproximadamente 5.200 hás.
Cuando existe suficiente disponibilidad de recursos superficiales, debido a la
buena operación de los embalses, la explotación de aguas subterráneas actúa como
un complemento importante del riego superficial, que siempre resulta
insuficiente para satisfacer la demanda.
La importancia de las aguas subterráneas en el valle de Casablanca
se puede inferir a través del 49% del uso de las napas acuíferas destinado al
riego, así como de la cantidad de pozos (109) existentes en el área (Mapa 4); y
la superficie total regada con este tipo de fuente (65,1%).
Mapa 4
Fuente: Troncoso, 2006.
Los 5 embalses existentes en la comuna cuentan con una reducida
capacidad para almacenar (35 millones de m3 de
aguas lluvias), lo que permite en la práctica el regadío de sólo 2.400 has, en
circunstancias que en el valle de Casablanca existe la posibilidad de poner bajo
riego una superficie mayor a las 14.000 hás. Además, estos embalses están en un
pro-ceso de obsolescencia como consecuencia de su antigüedad (1932), por la baja
capacidad de almacenamiento y de nuevas formas de riego, mediante
aprovechamiento de las aguas subterráneas a través de la captación y
distribución optimizada; los embalses tienen una importancia relativa debido a
que en las épocas de sequía se produce una notoria disminución de su caudal, con
lo cual se ve afectado el regadío que producen los mismos.
3.2.- Argentina: Departamento de Luján de Cuyo
La escala o nivel de resolución espacial es un fenómeno
consustancial a todo análisis geográfico. En este trabajo es imposible soslayar
el juego interescalar: la pequeña y gran escala. Por ese motivo la primera
aproximación al área de estudio es la Provincia de Mendoza, caracterizada por
los contrastes territoriales entre oasis y desiertos, montañas y llanuras (Mapa
5).
Mapa 5
La provincia de Mendoza, situada en el centro oeste argentino,
tiene una superficie de 166.900 km² y forma parte de las regiones áridas y
semiáridas del país. Los especialistas opinan que un tercio de su extensión
corresponde a la montaña. Las tres cordilleras paralelas, que se extienden en
sentido N-S, constituyen por su forma, orientación y disposición no sólo un
importante relieve, sino que se destaca su valor como factor climático. La otra
unidad morfológica es la llanura con contrastes ambientales. En la montaña,
gracias al aporte de nieves y glaciares, se genera una densa red hidrográfica
que sólo llega a la planicie a través de sistemas como el de los ríos Mendoza y
Tunuyán al norte, y el Diamante-Atuel en el sur de la provincia. Desde el punto
de vista de la organización territorial, estos cursos de agua tienen gran
significación (Mapa 6).
Mapa 6
El mendocino puso en valor el recurso a través de su
sistematización en una compleja trama de diques, canales, acequias…, logró
generar los reconocidos “oasis” mendocinos: el norte de 300.000 ha y el “oasis”
sur de 200.000 aproximadamente. Ellos concentran el 97% de la población con un
70% de población urbana.
Sin duda, las condiciones naturales de Mendoza ofrecieron y
ofrecen posibilidades y obstáculos a la actividad agraria dominante en los
oasis. Las temperaturas adecuadas y el agua suficiente favorecen el cultivo de
la vid. Si bien el clima es templado continental desértico, los niveles térmicos
se ajustan a las necesidades vegetativas. La heliofanía, las marcadas
temperaturas y las temperaturas medias de 20º C, logran acentuar las diferencias
en la graduación alcohólica de las uvas. Un obstáculo es el déficit de humedad
ambiental, dado que las precipitaciones medias anuales registran valores de 200
mm. y la mayor parte de ellas se concentran en el verano. Pero, la sequedad
favorece la mínima incidencia de las enfermedades criptogámicas en la vid. Este
condicionamiento natural ha sido superado por la dotación de agua suficiente que
proviene del riego superficial a partir de la sistematización de los ríos.
La mencionada actividad está regida por una “Ley de Aguas” de 1884
que establece un orden legal moderno al sistema de riego. Contiene
prescripciones en torno a privilegios, con-cesiones, gobierno y sostenimiento
económico del sistema de riego. Se ejecuta y hasta el momento la aplicación en
general, es satisfactoria. Completa la dotación de agua, la riqueza de
“acuíferos libres” que agregan la posibilidad de agua subterránea. Las
tecnologías actuales optimizan el recurso utilizando otros métodos como el riego
por goteo. Sin embargo, la producción vitícola de Mendoza disminuye por la
acción destructiva de dos flagelos climáticos: el granizo y la helada,
accidentes climáticos con impactos notables por su magnitud y frecuencia. El
granizo afecta más del 10% de la vendimia en el oasis norte. Como la vid es un
cultivo de tipo permanente, los rendimientos decrecen no sólo cuando sucede el
evento, sino que el efecto repercute durante varios años. Hasta el momento se
utilizan diversos métodos con diferentes resultados para disminuir su acción.
El Departamento de Luján de Cuyo se localiza al noroeste de la
provincia de Mendoza, Re-pública Argentina. En su extenso territorio —4.847
km2—,
que se extiende en sentido oeste-este, contrasta el sector oriental que integra
el oasis norte de la provincia con la zona oeste ocupada por majestuosas
montañas. El río Mendoza está totalmente integrado al departamento, como eje que
atraviesa la planicie valorizada del este o como límite norte en el área
cordillerana de esa unidad administrativa. Sobre este curso de agua se han
construido dos obras fundamentales de infraestructura, el dique derivador
Cipolleti y el dique Potrerillos. A este sitio de privilegio, se suma una
posición ventajosa histórica y vigente, como paso obligado de las comunicaciones
hacia el sur, con destino al otro oasis provincial y hacia el oes-te, como parte
del canal bioceánico hacia Chile.
Integrado por 13 distritos, su población de 104.470 habitantes
según el censo del año 2001 sostiene una dinámica de crecimiento y sigue un
modelo de distribución notablemente con-centrado en el sector nororiental del
departamento, espacio que ya integra la aglomeración del Gran Mendoza. Al sur
del río el poblamiento es más disperso. El área de estudio específica dentro del
Departamento de Luján de Cuyo (Distritos de Perdriel, Agrelo, Ugarteche y El
Carrizal) se encuentra ubicada al sur del río Mendoza, en la llanura, pero más
precisamente en el denominado “piedemonte”. Esta estrecha faja articula unidades
morfoestructurales de regiones montañosas con otras zonas “planizadas”
(terrazas, abanicos fluviales y planicies aluvionales). El sector corresponde a
una superficie de erosión denominada “glacis y pedimentos”, enmarcada hacia el
oeste por el piedemonte y al este por la zona de “huaquerías”.
Los piedmonts con frecuencia cumplen la función de ser el soporte
de la expansión agrícola y urbana, cuando las planicies han sido ocupadas casi
totalmente. Con respecto al resto de las condiciones ambientales, participa en
general de las características de Mendoza. No existen estudios locales, que
permitan diferenciarlos.
Sin duda el área situada en el Departamento de Luján de Cuyo, al
sur del Río Mendoza, aporta las cualidades de la gran escala, como la
posibilidad de captar información con mayor capacidad factual, además de
fenómenos manifiestos contrastados que justifican la se-lección de los cuatro
distritos: Perdriel, Agrelo, Ugarteche y El Carrizal como estudio de caso de la
vitivinicultura mendocina. Los cuatro distritos ocupan una superficie total de
862 km2
concentrando una población de 26.436 habitantes según censo del
2001, lo que da como resultado una densidad de 30,7 hab/km2.
Cuadro 1: Área de Estudio
Distritos
|
Superficie
km² |
Población
2001 |
Perdriel
|
72
|
11.628
|
Agrelo
|
150
|
6.114
|
Ugarteche
|
130
|
4.592
|
Carrizal
|
510
|
4.102
|
Total
|
862
|
26.436
|
Ponencia presentada en las X Jornadas
Cuyanas La geografía frente a la
necesidad de integrar territorios y voluntades, realizadas en Mendoza,
Argentina entre el 28 y el 31 de mayo de
2008. |
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