Sent: Monday, September 21, 2009 11:04
AM
Subject: Hemos compartido el VI Congreso
Iberoamericano de Educación Ambiental
Queridos amigos:
Quiero
expresarles mi alegría por haber compartido con ustedes el VI Congreso
Iberoamericano de Educación Ambiental.
En estos días tuvimos un vértigo
de reuniones en las que pudimos intercambiar innumerables experiencias.
Recuperamos la voz de amigos lejanos y conocimos nuevos.
Y cada uno de
nosotros tiene su propia síntesis de ese intercambio.
Les cuento la
mía:
a.. Lo primero es la coherencia. De nada nos sirve la mejor
programación pedagógica si no logramos que nuestros alumnos nos crean y confíen
en nosotros. Y para eso tenemos que demostrar que lo que hacemos se parece
a lo que decimos. Olvidemos cualquier proyecto de educación ambiental si se
sigue fumando en la Sala de Profesores. ¿Acaso alguien puede creer nuestra
preocupación por limpiar la atmósfera del planeta Tierra si no empezamos por la
de nuestros propios espacios?
Fue por ese motivo que con algunos
colegas mostramos un cartel que decía: "¡Liberen a Willy!" No era una broma,
aunque lo pareciera. Porque no podemos hacer grandes abstracciones sobre el
ambiente y al mismo tiempo mantenernos en silencio si estamos en un lugar en el
que hay cectáceos en cautiverio.
a.. Lo segundo es la
complejidad. Todos los expositores pusimos el acento en la necesidad de trabajar
cuestiones complejas. No es posible explicar el ambiente de un modo
simplificado, porque en ese caso estaríamos hablando de otra cosa. No estamos
haciendo educación ambiental sino simplemente higiene cuando enseñamos a
levantar los papelitos del aula. Y, por supuesto, tampoco hacemos educación
ambiental cuando acumulamos en la escuela pilas o cualquier otro residuo
peligroso.
Estos equívocos surgen con frecuencia cada vez que se
omiten los temas sociales. No se trata de un error. Cada vez que se encierra al
ambiente exclusivamente en las llamadas ciencias naturales, se trata de evitar
que los alumnos descubran que los problemas ambientales son la manifestación de
conflictos sociales.
a.. La historia ecológica es una herramienta
que permite la articulación de ciencias. El análisis de las interrelaciones
naturaleza-sociedad puede hacerse de un modo eficaz si lo hacemos a lo largo del
tiempo. La historia es lo que nos hace humanos y el desarrollo de la historia
ecológica local es una forma de armar el rompecabezas en el cual todos los
saberes parciales adquieren sentido.
a.. Cuando hablamos del
conocimiento, no podemos olvidar las expresiones artísticas. Arte y ciencia son
dos facetas de la experiencia humana. Cualquiera de ellas que quede afuera
significa limitar nuestro conocimiento del mundo.
a.. Nadie habló del
desinterés de los alumnos. En la mayor parte de los encuentros pedagógicos, la
falta de motivación de los alumnos suele ser el tema más frecuente, al que se
vuelve de infinitas maneras, ya sea para diagnosticar sus causas o para buscar
estrategias para atenuarlo. No es algo que nos suceda a nosotros. La educación
ambiental genera en nuestros alumnos una enorme fascinación, ya que les hablamos
de sus propias vidas. El tema central fue aquí el desinterés de las autoriades.
Y la discusión fue cómo hacer para que quienes tienen tantas responsabilidades
comprendan lo obvio: es decir, la importancia de la educación
ambiental.
No es sólo una percepción subjetiva: el Congreso argentino
dio media sanción a una Ley de Educación Ambiental y después pasó dos años sin
terminar de tratarla, con lo cual perdió estado parlamentario y se hace
necesario empezar todo de nuevo. De un modo coherente, el Ministerio de
Educación del mismo país no tiene un equipo profesional encargado del
tema.
Hay una cuestión de fondo con la cual muchas autoridades
educativas no saben qué hacer. Nuestro sistema escolar está pensado no sólo para
reproducir estructuras de poder, sin también para transmitir la admiración por
quienes construyeron el orden social y científico en el que vivimos. Hay que
admirar las hazañas de San Martín y Bolívar y la audacia intelectual de Einstein
y María Curie.
Pero cuando hablamos de ambiente, hay mucho menos
que admirar. Los docentes tenemos la obligación de mostrar a nuestros alumnos
los graves problemas que nuestra generación no pudo resolver y que,
irresponsablemente, dejamos para que ellos resuelvan.
No es el
tipo de cosas que agradan a las autoridades educativas de la mayor parte del
mundo. Por eso, a menudo la educación ambiental es un espacio que se desarrolla
a pesar de las autoridades y no con su apoyo. No hay que inhibirse por eso. En
el Congreso nos dimos cuenta de que a casi todos los sucede lo
mismo.
La obra de arte que incorporo a este mensaje es un relieve
de la época medieval tardía, que muestra a un grupo de estudiantes en clase en
la Universidad de Bolonia. El que alguno se durmiera sugiere que no estaban
tratando cuestiones ambientales.
Un gran abrazo a
todos.
Antonio Elio
Brailovsky
Estudiantes de la Universidad de Bologna,
Italia