En el diario "El Correo Español" (edición
Rioja), un día del mes de noviembre de 1.975 se publicó un artículo con el
título:
LOS EXTRATERRESTRES
Escrito por el Sr. Julio
Manegat:
"Llevaba años investigando la posibilidad de existencia entre nosotros de seres
extraterrestres. El problema se había convertido en la razón de su vida. Por
fortuna, tenía medios económicos suficientes como para dedicarse en cuerpo y
alma a su trabajo. Así pudo realizar viajes a centros especiales de diversos
países, consultar archivos, mantener conversaciones, visitar laboratorios y
conocer misiones de secretísima investigación. Gracias a su nombre, a la
seriedad de sus ensayos, a la influencia que tenía en los medios
internacionales, todas las puertas se le abrieron.
De cada uno de sus viajes
regresaba con más seriedad en el rostro, con más inquietud en la mirada, con más
tristeza en sus palabras. Ella, su mujer, apenas se atrevía a hablarle, a
preguntarle cómo seguían sus investigaciones y si creía que más o menos pronto
llegaría a algún resultado práctico. La verdad es que ella se encontraba
inquieta y temía por la salud de su marido: aquella vocación de estudio,
aquellos largos viajes le iban desmejorando visiblemente.
Ella estaba a punto de
consultar con un buen médico: aquel progresivo agotamiento no podía seguir y era
necesario tomar una determinación. Fue entonces cuando él una noche en que el
otoño se desmayaba sobre los árboles de la avenida, frente al estudio, le habló
con serenidad y tristeza.
- Tú sabes que a esto he dedicado casi toda mi vida. Son ya treinta años de
ininterrumpido trabajo. Nadie mejor que tú conoce mis desvelos, mis consultas,
mis estudios, mis investigaciones. Nadie mejor que tú puede comprender el
dramatismo de mis conclusiones. Sí, creo que al fin he logrado llegar a un
resultado práctico, a una espectacular revelación. Sé muy bien que nos movemos
en un medio hostil, que apenas prestará crédito a mis palabras, a la veracidad
de mis meditaciones acerca de la existencia de seres de procedencia
extraterrestre entre nosotros. Incluso tú, puede que dudes de la seriedad de mis
científicas deducciones. Ya sé que es difícil de creer, pero es la verdad,
mujer: hay seres extraterrestres en la Tierra.
Ella le mira fijamente
comprendiendo que vivía unos instantes solemnes al borde ya del asombro. Y él
casi con lágrimas en los ojos contestó:
- Hay seres extraterrestres, sí, somos nosotros. No pongas esa cara de
incredulidad. No estoy loco, al contrario. Al fin lo he comprendido: los
extraterrestres somos nosotros, mujer, los que sentimos respeto por la vida, los
que no creemos en el fútbol como se cree en Dios, los que no vamos por la calle
dando codazos, puntapiés y mordiscos, los que pensamos que el hombre ha llegado
tarde a su propia humana condición, los que hemos aprendido el nombre de los
árboles y de los animales, los que leemos libros y no nos echamos a reir cuando
se habla de poesía, los que confiamos en los demás, los que sufrimos con el
ajeno sufrimiento, los que nos encontramos, por todo esto, sumidos en la
soledad. Sí, mujer, somos nosotros, provenientes, en la cadena de nuestros
antepasados, de otras galaxias de las que no conservamos memoria. Y los otros,
los que son todo lo contrario a lo que te he dicho, y más cosas aún, son los
terrícolas, los que no son extraterrestres, los que cantan las injusticias, los
que poseen vocación de ignorancia, de fraude y de miseria.
Ella le observaba con
fijeza y le comprendió. Y se tomaron de la mano y miraron sufrientes la luz de
lejanas y extrañas estrellas que apenas se distinguían en la
noche."
Un saludo afectuoso para todos,
José García
Álvarez