El asunto de la alteración del clima se ha
convertido en fuente de gran preocupación para personas de todo el mundo, porque
las condiciones meteorológicas - que siempre han sido difíciles de pronosticar -
parecen cada vez más imprevisibles. Por ejemplo, durante el verano de 2002
Europa se vio fuertemente afectada por unas tormentas excepcionalmente intensas
que ocasionaron, según ciertas fuentes, "las peores inundaciones de Europa
central en más de un siglo". Véanse las siguientes noticias:
AUSTRIA.- "Los fuertes temporales azotaron
con particular fuerza las provincias de Salzburgo, Carintia y Tirol. Muchas
calles se inundaron de lodo, y había montones de barro y escombros de hasta 15
metros de altura".
REPÚBLICA CHECA.- "Aunque ha sido una
terrible experiencia para Praga, la tragedia ha sido mucho peor en las
provincias. Unas doscientas mil personas han tenido que abandonar sus hogares.
Pueblos enteros han quedao sumergidos por las aguas".
FRANCIA.- "Veintitrés muertos, nueve
desaparecidos y miles de damnificados".
ALEMANIA.- "Nunca antes en la historia de
la República Federal se habían tenido que evacuar pueblos y aldeas al grado que
se ha hecho ahora durante esta 'inundación del siglo'. Miles de ciudadanos han
huído de sus poblaciones y muchos fueron rescatados en el último momento con la
ayuda de una barca o un helicóptero."
RUSIA.- "En las costas del mar Negro
murieron por lo menos 58 personas y varias decenas de automóviles y autobuses
permanecen en el fondo del mar".
En agosto de 2002, el diario alemán Süddeut-sche
Zeitung informó: "Las nuevas rachas de aguaceros y tormentas en Asia, Europa y
Sudamérica han causado estragos. En Nepal un desprendimiento de tierras provocó
la muerte de por los menos 50 personas. Un tifón mató a otro gran número en el
sur de China y las inundaciones elevaron el nivel de las aguas del río Mekong
hasta una altura jamás vista en los últimos treinta años elevando a más de
mil los muertos, y centenares de casas de Tailandia quedaron
sumergidas. En Argentina se ahogaron numerosas personas a consecuencia de las
lluvias torrenciales.
Mientras las lluvias asolaban muchas partes del
mundo, Estados Unidos experimentaba una gran sequía, existiendo grandes temores
a escala nacional, pues los pozos se estaban quedando sin agua y muchos de ellos
ya se habían secado, mientras el caudal de muchos ríos se había reducido como
nunca antes.
Ciertas regiones del norte de África están
sufriendo una devastadora sequía desde la década de 1960. Según los informes,
"las precipitaciones son entre un 20 y un 49% inferiores a las de la primera
mitad del siglo XX, lo que ha producido mucha hambre y un gran número de
muertes".
El fenómeno climático conocido como El Niño
ocasiona periódicamente inundaciones y otros trastornos climáticos,
especialmente en América del Norte y del Sur. Según las cadenas de noticias,
solamente en el período de 1983 y 1984 provocó más de mil muertes y ocasionó
catástrofes climáticas en casi todos los continentes. Algunos expertos opinan
que "El Niño ha incrementado su frecuencia" y que "se producirá más a menudo en
el futuro.
La NASA, ocultando la verdad como
siempre, dice que estos fenómenos anómalos se deben a cambios climáticos
regionales que son normales. Sin embargo, es evidente que existe un problema
grave. La organización ecologista Greenpeace predice: "Los fenómenos
atmosféricos peligrosos, como huracanes más intensos y lluvias torrenciales,
seguirán causando estragos en todo el planeta. Peores sequías e inundaciones
cambiarán literalmente la faz de la Tierra, con la consiguiente destrucción de
las tierras costeras y de los bosques". Hay que pensar serenamente si existe
alguna base para tales afirmaciones, porque los calores abrasadores, las
terribles sequías, los pavorosos incendios de muchos lugares, a la par de
lluvias incontenibles, granizadas asombrosas e inundaciones sin medida, han
superado con creces durante este año 2003 a los desastres habidos en el año
anterior. Y aún el año no ha terminado. Va siendo hora de pensar si no vamos
camino de catástrofes cada vez más grandes y frecuentes. Porque, no hay duda de
que los elementos naturales están reaccionando ante la perseverante agresión del
hombre.
José García
Álvarez