LA LEY DEL AMOR
Es evidente que nosotros, criaturas de la célula Tierra, no hemos fundado en
absoluto nuestra civilización y nuestro progreso sobre la base del Amor, sino
sobre la del odio y de la guerra. En consecuencia, obrando nosotros en el
completo albedrío de un caótico progreso científico orientado hacia la
desarmonía general de los elementos que instruyen el Orden Natural de este
planeta, hemos alterado de tal forma nuestra natural función, que en estos
últimos años la "tensión" que regula la relación astral Tierra-Sol ha sido
peligrosamente comprometida. Consecuencia de esto son LAS MANCHAS SOLARES.
Consecuencia de las manchas solares son los excesos telúricos sobre el globo
terráqueo y las varias influencias cósmicas que se abaten sobre los cuatro
reinos del mundo: mineral, vegetal, animal y humano.
Cada vez que la endemoniada Ciencia de los hombres ha efectuado una explosión
atómica en la atmósfera o en el subsuelo, una peligrosa tensión ha aumentado
negativamente la relación equilibradora Sol-Tierra, y sobre esta última, además
de las roturas de las regiones inferiores de la costra terrestre, causadas por
la enorme energía liberada por la explosión, repercutirán también los
desastrosos efectos de las crisis cósmicas debidas a las manchas
solares.
Manifestaciones de mal tiempo en todas las partes del mundo, influencias
patológicas resentidas especialmente por sujetos hipersensibles que
cristalizarán en epidemias de origen desconocido, aumento de la criminalidad y
de los peligros de una guerra total, influencias magnéticas y seísmos de
terrorífica potencia destructora están siendo y serán in crescendo, los
terribles efectos que recogemos y recogeremos desde la causa que edificamos en
nombre de la Ciencia, del progreso y de nuestra malvada conciencia, que ahora
está orientada irreparablemente hacia el odio, el egoísmo, la guerra y la
destrucción.
Nosotros, hombres de la Tierra, debemos saber que la multiplicación de las
manchas del Sol, acrecentará cada vez más los excesos cósmicos, las influencias
patológicas, magnéticas y los terremotos sobre la Tierra, que paso a paso
aumentarán siempre más, en extensión y potencia destructora. Esto quiere decir
que ahora desde el Sol, a nosotros hombres y mujeres, no vendrá más la
manifestación de la VIDA, sino por la Ley de Causa y Efecto, la desarmonía que
causamos por la total falta de Amor fraterno y el desequilibrio que ocasionamos
en el nombre de nuestra CIENCIA SIN CONCIENCIA.
Entonces
será falsa nuestra oración a DIOS, el día en el cual el torniquete de los
terribles sufrimientos nos triture en la angustia y en el terror. Falsos e
inútiles serán los lloriqueos y las promesas de arrepentimiento: porque aquellos
serán los días en los cuales nuestra presunción y nuestra Ciencia ya no podrán
sostenernos y nosotros seremos como saltamontes enloquecidos a la total merced
de los Elementos de la Naturaleza desarmonizados por nuestra nefasta obra de
destrucción.
Aquellos serán los días de la tremenda JUSTICIA DE DIOS que nosotros, los
pequeños hombres de la Tierra, creíamos haber sepultado bajo el cúmulo de
nuestros estériles razonamientos filosóficos, abtrusos y complicados. En esto
debemos meditar nosotros, los hombres de la Tierra.
Que la Paz sea con vosotros.
José García Álvarez