Valorización turística en
Patagonia Austral.
El caso del Parque y Reserva
Nacional Los Glaciares y del Calafate en la provincia de Santa Cruz
Analía
Almirón
Resumen
Este trabajo analiza la valorización turística de un
área de receptora de turistas en el sudoeste de la provincia de Santa Cruz. El
estudio aborda el caso del Parque y Reserva Nacional Los Glaciares y de la
ciudad de Calafate, un destino turístico de la Patagonia Argentina que en las
últimas décadas está adquiriendo gran importancia que se expresa en la creciente
promoción a nivel nacional e internacional y en el crecimiento permanente del
número de turistas que recibe.
En las sociedades actuales el
turismo se presenta como una práctica social y una actividad económica de gran
importancia y expansión. Uno de sus rasgos actuales relevantes es la búsqueda
permanente de nuevas modalidades turísticas (alternativas) con
características específicas que se diferencian de las prácticas tradicionales
propias del turismo masivo predominantes en décadas anteriores. La valorización
creciente de la naturaleza en sus aspectos conservados y no
contaminados son características que distinguen a una parte de estas ofertas
alternativas.
En Patagonia estas nuevas
modalidades vienen desplegándose en forma creciente sobre todo en las áreas bajo
conservación ambiental que aparecen como lugares ideales para el
desarrollo de prácticas en contacto directo con la naturaleza.
Entre las áreas protegidas patagónicas valorizadas por este tipo de práctica
turística se encuentra el Parque y Reserva Nacional Los Glaciares. Asimismo, en
el contexto de crisis de las actividades tradicionales, la actividad turística
tiene un papel importante en muchas economías locales. Las sociedades locales
ven en el turismo una vía factible para superar los problemas sociales y
económicos y una estrategia de desarrollo local. La ciudad de Calafate se
presenta como un caso paradigmático por el hecho de que se convirtió en pocas
décadas en uno de los centros turísticos de gran crecimiento de la Argentina. Se
trata de un centro de apoyo turístico de una amplia área de cordillera y estepa
de la provincia de Santa Cruz, gran parte de este territorio corresponde al
Parque y Reserva Nacional Los Glaciares, siendo el glaciar Perito Moreno el
principal atractivo turístico.
Introducción
En las sociedades
actuales el turismo se presenta como una práctica social y una actividad
económica de gran importancia y expansión. Uno de sus rasgos actuales relevantes
es la búsqueda permanente de nuevas modalidades turísticas con características
específicas que se diferencian de las prácticas tradicionales propias del
turismo masivo predominantes en décadas anteriores. Las críticas al turismo
tradicional en íntima relación con la preocupación por las cuestiones
ambientales han dado lugar, en los últimos años, a nuevas modalidades turísticas
denominadas bajo el rótulo de alternativas (Bertoncello, 1998). En
efecto, la valorización creciente de la naturaleza en sus aspectos
conservados, prístinos y no contaminados son
características que distinguen a una parte de estas ofertas
alternativas.
En Patagonia estas
nuevas modalidades vienen desplegándose en forma creciente –no reemplazando
totalmente a las modalidades tradicionales sino coexistiendo con ellas- sobre
todo en las áreas bajo conservación ambiental que aparecen como lugares
ideales para el desarrollo de prácticas en contacto directo con la
naturaleza. De esta forma, en el producto turístico Patagonia los Parques
Nacionales funcionan como una de las principales marcas (Urry, 1996)
turísticas. Los PN garantizarían a las nuevas prácticas turísticas
autenticidad ambiental, la posibilidad de realizar un turismo
activo a través de prácticas que van más allá de la contemplación
y, también, una aparente mayor distancia con los lugares y prácticas de vida
cotidiana de los turistas. Entre las áreas protegidas patagónicas valorizadas
por este tipo de práctica turística se encuentra el Parque y Reserva Nacional
Los Glaciares.
Asimismo, la
importancia actual del turismo viene sustentando un conjunto de discursos que le
atribuyen un papel importante como una estrategia impulsora del desarrollo,
particularmente apta en aquellos lugares cuyas peculiaridades permiten la
construcción de productos turísticos con demanda en el mercado
(Rodríguez, 1996; Seguí Llinas, 1998). En Patagonia, en el contexto de crisis de
las actividades tradicionales, la actividad turística tiene un papel importante
y creciente en muchas economías locales. Las sociedades locales ven en el
turismo una vía factible para superar los problemas sociales y económicos y una
estrategia de desarrollo local. La ciudad de Calafate se presenta como un caso
paradigmático por el hecho de que se convirtió, en pocas décadas, en uno de los
centros turísticos de gran crecimiento de la Argentina. Se trata de un centro de
apoyo turístico de una amplia área de cordillera y estepa de la provincia de
Santa Cruz, gran parte de este territorio corresponde al Parque y Reserva
Nacional Los Glaciares, siendo el glaciar Perito Moreno el principal atractivo
turístico.
Este trabajo analiza
la valorización turística del Parque y Reserva Nacional Los Glaciares y de la
ciudad de Calafate. Es un destino turístico de la Patagonia Argentina que en las
últimas décadas está adquiriendo gran importancia que se expresa en la creciente
promoción a nivel nacional e internacional y en el crecimiento permanente del
número de turistas que recibe.
Parques Nacionales y turismo en Argentina: la
creación del Parque Nacional Los Glaciares
El núcleo inicial de
las áreas protegidas en la Argentina
se origina en 1903 en el acto de donación de Francisco P. Moreno a la nación de
tres leguas cuadradas de su propiedad en su mayoría ubicadas en el noroeste de
la actual Provincia de Río Negro, para su preservación y uso por la comunidad.
Los propósitos de su donación están contenidos en las siguientes expresiones:
“Al hacer esta
donación emito el deseo de que la fisonomía actual del perímetro que abarca no
sea alterada y que no se hagan más obras que aquellas que faciliten las
comodidades para el visitante culto, cuya presencia en esos lugares será siempre
beneficiosa a las regiones incorporadas definitivamente a nuestra soberanía y
cuyo rápido y mediato aprovechamiento debe contribuir tanto a la buena
orientación de los destinos de la nacionalidad argentina” (tomado de: Servicio Nacional de Parques
Nacionales, 1977: 62).
Finalmente, en 1922 se crea
por decreto nacional el Parque Nacional del Sur. En el año 1924, se constituyó
la Comisión Pro Parque Nacional del Sur
que inició el camino de preparación y sanción de un proyecto de ley y de
creación efectiva de los Parques Nacionales. En 1934, se sanciona el proyecto de
ley y se crea la Dirección de Parques Nacionales –organismo dependiente del
gobierno central, actualmente Administración de Parques Nacionales (APN)- y los
Parques Nacionales Iguazú y Nahuel Huapi, éste último sobre la base del Parque
Nacional del Sur (Costantino, 1977; APN, s.f.).
Es importante destacar que
en las expresiones del acto de donación del perito Francisco P. Moreno se
plantea por primera vez la combinación de la preservación de un área, para que
sus condiciones naturales no sean alteradas, con su disposición para el acceso y
disfrute de los visitantes. Al mismo tiempo, en esas expresiones están
los contenidos de los tres objetivos fundamentales que guiarán
la creación y gestión de los primeros parques nacionales argentinos por parte
del Estado nacional: conservación de las condiciones naturales, disfrute del
visitante y defensa y control del territorio nacional (Bertoncello, 2000).
El
propósito fundamental que sostiene la creación de los parques nacionales
argentinos es el de preservar sitios de la naturaleza, que puede o no tener
belleza escénica, destinado a la investigación, la educación y la recreación,
esto último dirigido y manejado de tal forma para que no llegue a producir
trastornos a las condiciones naturales que, precisamente, se constituyeron en
los elementos esenciales para su elección. Es importante señalar, que este
propósito justifica en lo inmediato la preservación y protección de áreas en la
esfera pública y, por otro lado, la exclusión de la propiedad privada –en más de
un caso teórica- y la prohibición de la explotación
económica.
Al mismo tiempo, la presencia del estado en esas regiones lejanas para
asegurar la
defensa y seguridad del territorio nacional constituía otra de las finalidades
que sustentaban la creación y gestión de los parques por parte del Estado
nacional,
sobre todo en las primeras décadas del siglo XX donde se asistió a un proceso de
apropiación territorial y definición de límites estatal- nacionales
(Bertoncello, 2000). Este tercer núcleo constitutivo del propósito de la
creación de los Parques Nacionales remite a una finalidad nacionalista ya que
tiende a vincular la nación con los confines lejanos, a partir de la
presencia efectiva del Estado nacional, de propiciar la colonización de esos
territorios y de proveer infraestructura y equipamiento para permitir el acceso
de los visitantes.
En este sentido,
la
política inicial de la Dirección de Parques Nacionales no sólo se orientó a la
protección de la naturaleza para el disfrute de las presentes y futuras
generaciones sino también a la consolidación de la soberanía territorial
mediante el desarrollo de áreas de frontera por medio del impulso, entre otras,
de la actividad turística,
como uno de los factores de desarrollo y poblamiento (Bustillo, 1988).
En
efecto, este organismo inicia una gestión de significativo impulso al turismo
nacional e internacional en los Parques Nacionales creados, convirtiéndose, de
esta forma, en pionero en el desarrollo turístico de la cordillera austral
mediante fuertes inversiones en infraestructura vial, de transportes y hotelera
(Bergallo y Encabo, 2000; APN, 1994; Bustillo, 1988). Al mismo tiempo que
Parques Nacionales fomentaba el turismo y creaba villas turísticas (Llao- Llao,
Catedral, La Angostura y Traful) fundaba escuelas, iglesias, hospitales y otros
servicios públicos básicos como parte de un conjunto de acciones que respondían
a una política de colonización de esos territorios (APN,
1994).
Todos
estos antecedentes sirvieron de base a la creación del Parque Nacional Los
Glaciares. Durante el año 1936 parten de Buenos Aires comisiones exploradoras
con el propósito de incorporar nuevas reservas al sistema de parques nacionales
(Schlüter, 1985). Como consecuencia, la ley 13.895 sancionada en el año 1937
amplió considerablemente la lista de los Parques Nacionales Argentinos y, de
este modo, dio origen a nuevas áreas, entre ellas al Parque Nacional Los
Glaciares para preservar las “maravillas” naturales
de esta parte de los Andes Patagónicos Australes.
La
función turística del PN Los Glaciares y el surgimiento del Calafate como centro
turístico
El objetivo de
propiciar el disfrute del visitante constituye uno de los objetivos del PN Los
Glaciares. Este dará lugar a la consolidación de la práctica turística y, con
ella, de un conjunto de instalaciones, equipamientos y servicios turísticos que
posibilitan su realización.
En los años
posteriores a la creación del PN Los Glaciares hubo algunos intentos de
proveerlo de instalaciones y equipamientos para la atención del visitante y de
esta manera cumplir con la función turística. Sin embargo, por esos años la
Dirección de Parques Nacionales consideraba tales iniciativas (entre ellas: la
construcción de un hotel frente al glaciar, pedida por el entonces
gobernador)
prematuras. Al respecto, el entonces presidente de dicho organismo, Bustillo,
expresaba lo siguiente: “...este parque se encontraba tan aislado y a
una distancia tan remota de la parte poblada de la República, que fuera de
asegurar su vigilancia y protección, no cabía inversión alguna ante el riesgo de
no poder casi aprovecharse. Esa era nuestra idea y nunca se pensó en otra cosa
que en conservarlo para el futuro, cuando los medios de comunicación se hubiesen
desarrollado y fuese mayor la población del país (...) el aspecto colonizador
quedaba totalmente descartado...” (Bustillo 1988:
472).
Recién
en 1950, con la instalación de la Intendencia del Parque Nacional Los Glaciares
en la localidad de Calafate, la más próxima a su jurisdicción, la Administración
de Parques Nacionales sentó el precedente de establecer en esa localidad toda
actividad que no fuera estrictamente necesaria para la atención del visitante in
situ (Parque). Por otra parte, a partir de la década del sesenta el organismo
inicia un conjunto de acciones para permitir el acceso y permanencia de los
visitantes en el área protegida. Una de las primeras obras realizadas fue la
construcción de un camino que conectaba el glaciar Perito Moreno con la entrada
al parque (Schlüter, 2001).
El Calafate se
convirtió en el centro de atención y servicios del PN Los Glaciares. Dicha
localidad que había nacido como un centro de abastecimiento para la población
rural, dedicada a la actividad ganadera,
fue transformando su economía hacia la actividad turística, en virtud de los
atractivos que la rodean, principalmente por su cercanía al PN y al
glaciar Perito Moreno (80 km. aproximadamente). En pocas décadas el turismo se
convirtió en principal impulsor de las actividades económicas de la localidad.
Esta transformación
en centro receptor y prestador de servicios a la práctica turística se enmarca
en un contexto de crisis de la actividad ganadera (ganadería ovina).
Por esos años, la
localidad de Calafate era un pequeño poblado (500 habitantes aproximadamente)
que contaba con algunos hoteles muy simples destinados a la población rural de
la zona (Alonso, 1997; Schlüter,
2001). El insuficiente
equipamiento y de prestación de servicios en general producía una práctica
turística caracterizada por limitada, incipiente y por turistas que viajaban por
cuenta propia.
El bajo nivel de desarrollo
de la actividad turística provocó que al lanzarse oficialmente la temporada
turística en 1972, el gobierno nacional asignara importantes partidas económicas
para el mejoramiento de la infraestructura y del equipamiento existente:
hoteles, muelle de Punta Bandera, aeropuerto, caminos, etc (Alonso,
1997).
Por su parte, el gobierno
provincial agregó a la oferta de alojamiento existente (aproximadamente 50
habitaciones) otras 30 habitaciones con la inauguración del Complejo turístico
Lago Argentino, formado por el primer hotel de categoría y un conjunto de
bungalowes (Schlüter, 2001). A
esta oferta de alojamiento, se ira agregando la construcción de hotelería de
primer categoría realizada por instituciones tales como el Automóvil Club
Argentino, y de inversores privados de la provincia.
A
partir de esos años, y particularmente en la década del ochenta, se registró un
incremento notable del número de visitantes que llegaban a Calafate.
La
información estadística recopilada por la Subsecretaría de Turismo de la
provincia de Santa Cruz
permite constatar esta afirmación: durante la temporada 1972/73
Calafate recibió a 9.567 visitantes. Esta última cifra se incrementó
significativamente, durante la temporada 1987/88, a 22.600 llegadas; y a 31.091
llegadas, durante la temporada 1988/89. Otra
información, recopilada por la Intendencia del PN en base al cobro de entradas,
comprueba el crecimiento de la afluencia turística al área: creciendo el número
de visitantes ingresados al PN de 20.000 en el año 1981 a más de 45.000 en el
año 1989.
Este
aumento significativo de la demanda (donde la mayor parte pernoctaba en camping)
motivó el desarrollo del equipamiento (aumento
de la oferta de alojamientos), servicios de transporte y excursiones conllevando
a un crecimiento de la oferta.
Al
mismo tiempo esas fuentes estadísticas proveen datos sobre el origen de los
turistas: en la década del setenta, el
mayor porcentaje de turistas llegados eran de origen nacional; a partir de la
década del ochenta, si bien no se modifica dicha situación, se registra un
aumento significativo del porcentaje de los turistas internacionales en el total
de turistas llegados al área.
De
esta forma, a partir de la década del ochenta la localidad de Calafate se
consolida como centro de servicios de la práctica turística. En ella se va
instalando la mayor parte del equipamiento hotelero y de servicios en general
permitiendo el uso turístico del parque en el que se encuentran los atractivos
que motivan la llegada de turistas. En pocos años (entre la temporada 1987/88 y
la temporada 1992/93) la oferta de plazas de alojamiento tuvo un incremento
cercano al 80 porciento.
Específicamente
en el área del PN, la prestación de servicios turísticos ha sido organizada por
la APN, a través de la emisión de autorizaciones de
instalaciones y actividades y de la entrega en concesión la explotación de áreas
y servicios. En términos de la
infraestructura de servicios para la atención del visitante es a partir de la
década del ochenta que es mejorada con diversas obras: pasarelas, miradores
(desde donde se práctica la observación del glaciar Perito Moreno), sanitarios,
salas de primeros auxilios, local para el cobro de acceso al área, campamentos,
senderos, etc, siendo prácticamente las mismas en la actualidad (APN, 1993).
Actualmente, el PN
cuenta con la unidad turística ventisquero Moreno con servicio de
restaurante, con cinco camping (con o sin servicios, uno de ellos bajo
concesión), cuatro estancias (que brindan servicios de alojamiento, gastronomía,
participación en tareas de campo, pesca deportiva, cabalgatas, trekking, etc.).
Respecto a otros servicios prestados, dos concesionarios realizan excursiones de
navegación lacustre para avistaje de los glaciares, complementadas en algunos
casos con excursiones terrestres y trekking sobre los glaciares (se ofrecen
diversos circuitos).
Características
actuales de la actividad turística
En las últimas décadas, el
desarrollo del turismo en la localidad de Calafate ha experimentado un
significativo crecimiento convirtiéndola en un centro turístico de creciente
importancia nacional y con buenas perspectivas de posicionamiento a nivel
internacional.
Su transformación, en pocas décadas, en
centro de apoyo turístico del PN Los Glaciares se ha basado en la inversión
privada de pequeñas y medianas empresas, tanto de inversores locales, como
inversores externos (provinciales y nacionales) que vieron en el turismo
posibilidades de desarrollo y que fueron acompañadas por inversiones estatales,
principalmente del gobierno provincial, en obras de infraestructura que
facilitaron la prestación de los servicios a los visitantes. Al mismo tiempo, el
gobierno de la provincia de Santa Cruz (a través de la Subsecretaría de Turismo)
y el gobierno nacional (a través de la Secretaría de Turismo) han tenido un
importante papel en materia de difusión y promoción del destino a nivel nacional
e internacional, al igual que las agencias de viaje que vienen instalando el
destino en circuitos internacionales.
A partir de los primeros años de la década del noventa es cuando se
registra el despegue del turismo en Calafate. La información estadística
recopilada por la Subsecretaría de turismo de la provincia de Santa Cruz en
conjunto con la Dirección de turismo municipal (Calafate) permite corroborar
dicha afirmación. En efecto, en la temporada 1991/92 se registró una cifra de
40.171 visitantes; este ingreso supone un incremento nada despreciable si
tenemos en cuenta las cifras registradas durante la década del ochenta. En las
siguientes temporadas, el arribo de turistas no ha dejado de crecer,
registrándose la cifra máxima en la temporada 1995/1996 con 56.288 llegadas,
manteniéndose muy cercana hasta la actualidad (52.004 en la temporada 2001/02).
El mes que registra más ingresos de turistas nacionales es enero, mientras que
noviembre es el mes con más llegadas de turistas extranjeros. La temporada turística es estival y la estadía
promedio es breve, de unos dos a tres días.
Al
mismo tiempo, crece levemente la proporción de turistas extranjeros: mientras
que en la temporada 1991/92 representaban el 37 porciento del total, en la
temporada 2001/02 el 41 porciento del total son de ese origen. Entre estos, los
que mayor proporción de turistas aportan al total de turistas extranjeros son
los oriundos de Europa y América, siguiendo en menor importancia los
provenientes de Asia, Oceanía y África, respectivamente.
El mayor
porcentaje de turistas nacionales elige alojamientos de categoría 1 y 2 y de
categoría de 3 y 4, en especial éstos últimos. Esta misma característica se
presenta en el caso de la demanda extranjera (salvo la de los turistas
provenientes de Asia y África, donde los alojamientos más utilizados son los de
categoría 3 y 4 y, en segundo lugar, los camping). En el caso de las cabañas,
los hospedajes y los camping, la demanda nacional registra una elección mayor
por estos tipos de alojamiento.
Otra información puede, asimismo,
mostrar la creciente importancia de la actividad turística en Calafate. Las
mismas fuentes informan que en Calafate el total de plazas en la temporada
2001/02 alcanza las 2.567, mientras que en la temporada 1993/94 contaba con un
total de 1.321 plazas, es decir que casi se duplicó la oferta en ocho
años.
En
la oferta actual de alojamientos (temporada 20001/02), Calafate cuenta con 57
establecimientos de diversos tipos y categorías: hoteles y hosterías de una a
cuatro estrellas y albergues, cabañas, hospedajes de distintas categorías.
También existe la oferta de camping con servicios. Los emprendimientos son en
general chicos, ya que el establecimiento de mayor envergadura no supera las 90
habitaciones y el más pequeño dos. La
mayor concentración de plazas, 64 porciento, corresponde al tipo hoteles,
hosterías, turísticos y apart hoteles con un total de 25 establecimientos. De
esas plazas el mayor volumen se verifica en las categorías cuatro (560 plazas)
y tres (457 plazas), que reúnen el
61 porciento del total. Por su parte, a los tipos hospedajes, albergues y
cabañas le corresponde un total de 921 plazas.
Los atractivos y prácticas turísticas
En el Parque Nacional Los Glaciares, la vista de los frentes de
ruptura de los glaciares constituye el principal atractivo turístico. El sector
con mayor afluencia turística es el sitio donde se encuentra el glaciar Perito
Moreno, siendo la vista de sus frentes de ruptura la práctica más realizada por
los turistas. Además de esta práctica tradicional que comprende el recorrido por
pasarelas y miradores situados frente al glaciar, vienen teniendo importancia
otras prácticas como la navegación en cercanías de sus paredes y el trekking
sobre el mismo. Otro atractivo principal es la navegación por el brazo norte del
lago Argentino en cercanías al frente del glaciar Upsala con vista de los
glaciares Spegazzini, Seco, Heim, Onelli, Agassiz y Bolado.
Por otra parte, existen otros atractivos que en la última década
están mostrando una importancia cada vez mayor por la creciente afluencia de
turistas. Este el caso de los atractivos del sector norte del PN: el glaciar y
cerro Torre y cerro Fitz Roy, los glaciares Viedma y Piedras Blancas, las
lagunas Torre, Piedras Blancas, Los Tres, Sucia, Madre e Hija y Capri. Las
principales prácticas son las caminatas, el trekking (también sobre glaciares),
las cabalgatas, el montañismo y, en menor medida, las travesías en el área del
hielo continental. Con respecto a estas últimas actividades, en los últimos años
se ha incrementado la concurrencia de andinistas y escaladores que acceden
principalmente a las montañas del noroeste del lago Viedma (cerros Fitz Roy y
Torre). Para la realización de estas prácticas, el PN cuenta (en este sector)
con numerosos senderos y campamentos bases ubicados en las rutas de acceso a los
principales cerros y refugios.
Por último, es posible identificar el sector sur del PN (Reserva
Zona Roca) caracterizado por ser el sector que menor afluencia de turistas
recibe. En ella predominan los pescadores y campamentistas. Sus principales
atractivos son el lago Roca y el ascenso al cerro Cristal desde cuya cumbre es
posible visualizar el cerro Torres del Paine (Chile), los glaciares Frías y
Perito Moreno, la Península de Magallanes y los lagos Argentino y Roca. En los
últimos años, además de la pesca deportiva y la práctica de acampe viene
teniendo importancia las caminatas y los paseos en bicicleta.
En síntesis, en cada uno de estos aspectos naturales del PN con interés
turístico se desarrollan un conjunto variado de prácticas que por orden de
importancia -de acuerdo a su oferta y/o a la cantidad de turistas que las
realizan-, son las siguientes: contemplación, navegación, trekking,
campamentismo, montañismo, pesca deportiva y cabalgatas. A éstas debe sumarse el
agroturismo, que se viene desarrollando en las estancias, a través de la
complementariedad – en forma creciente- de sus actividades tradicionales con las
turísticas. Esta práctica además de ofrecer al turista la posibilidad de
realizar tareas rurales también ofrece otras tales como cabalgatas, caminatas y
pesca.
Es a partir de los primeros años de la década del noventa donde
se asiste a un incremento notable de las modalidades turísticas denominadas
alternativas que aparecen como complemento de la visita turística
tradicional a los principales atractivos (glaciar Perito Moreno y glaciar
Upsala). Desde entonces esas nuevas formas de hacer turismo se vienen
desarrollando fuertemente en el sector Norte del PN, pero también están teniendo
creciente importancia en los otros dos sectores del mismo (Centro y Sur).
Algunas reflexiones
sobre la atractividad turística del destino
La descripción
realizada en el punto anterior muestra la existencia de un conjunto
atractivos naturales que constituyen, por un lado, los elementos
motivantes del desplazamientos de turistas hacia el destino y, por el otro lado,
la base de la práctica/ actividad turística de este último. Sin embargo, la
condición de atractividad natural del PN Los Glaciares merece ser
revisada.
En torno al PN se ha ido instalando fuertemente una imagen
turística que remite a su naturaleza, en su condición de
espectacular, bella, excepcional, cuidada. Espectáculo natural inolvidable,
naturaleza de particular belleza, magnificiencia de los glaciares, medio natural
cuidado, son frases que vehiculizan un conjunto de imágenes que constituyen
la piedra angular de atractivos turísticos valorizados como productos por la
actividad turística.
Sin embargo, cabe señalar que sólo una parte de esa naturaleza es
considerada como atractiva y puesta en valor, no sólo por aquellos procesos
sociales que definen sus condiciones de conservación y las de su puesta en uso y
valorización, sino también por aquellos que definen qué partes de ella
serán mostradas y cuáles no. A través de procesos de valorización social algunos
de los atributos naturales del PN son vistos como únicos y
excepcionales y sustentan su transformación en atractivos turísticos, es
decir que sólo una parte de esa naturaleza es funcionalizada en la
práctica turística.
En el proceso de organización del
PN la definición de miradores, senderos, campamentos, caminos, etc, son
prácticas que concretan la elección de aquellos rasgos naturales que van a ser
valorizados como atractivos. La selección y acondicionamiento de ciertos
fragmentos de la naturaleza es la forma a través de la cual esos
fragmentos se irán instalando en el imaginario como los rasgos distintivos del
área (las pasarelas y miradores frente al glaciar Perito Moreno son un ejemplo
de esto). Sin embargo, es necesario tener presente que la elección es producto
de decisiones sociales, ligadas a determinadas pautas y valores culturales, y no
meramente reflejo de atributos naturales. Sólo algunos atributos naturales se
transforman en atractivos, aquellos que responden a un modelo de paisaje
magnífico, imponente y espectacular, y son puestos en valor a través de imágenes
y constructos.
La condición de atractividad
turística del PN es una construcción social, resultante de un proceso de
valorización que selecciona ciertos rasgos naturales, al mismo tiempo que otros
se dejan de lado. En efecto, la valorización turística de sus rasgos naturales,
por ejemplo de los glaciares, no deriva de la existencia per se de esos
rasgos sino de su valorización por las acciones de distintos actores sociales
que definen cuáles rasgos de la naturaleza son atractivos turísticos. Esta
valorización no se procesa por sus características intrínsecas. Afirmar esto no
significa que las características del PN son neutras, sino que los meros
atributos del área no son en sí mismos los atractivos.
En este sentido, al mismo tiempo, merece destacarse que las
características intrínsecas de los rasgos valorados no son las que convocan a
los turistas a visitar el área, sino un conjunto variado de visiones acerca de
los mismos. Tales visiones, miradas turísticas (Urry, 1996) son las que
efectivamente forman parte del principio de motivación de los turistas y, por
ende, de las promesas y expectativas que los mismos construyen. La búsqueda de
los atractivos naturales del PN, se relaciona con la búsqueda de
experiencias diferentes de las vividas cotidianamente (experiencias no
turísticas vividas en el lugar de residencia habitual) que se perciben como
artificiales o no auténticas (Sánchez, 1985; Urry, 1996). Por ello, la condición
de atractividad del PN no puede desligarse del hecho de que la valorización
turística no se procesa por la lógica de la sociedad de ese lugar. Sólo se
valoriza como atractivo aquello que contrasta con la actividad cotidiana de los
turistas y, en rigor, aquello que coincide con las demandas existentes en la
sociedad de origen de los mismos.
En el contexto social actual, la
valorización creciente de la naturaleza, asociada al desarrollo de nuevas
modalidades turísticas, refuerza aún más la valorización de la condición del PN
como ámbito natural. En el proceso de conformación de estas nuevas
prácticas y los discursos que éstas movilizan, la naturaleza se
resignifica, por hacerse énfasis en sus rasgos prístinos, conservados, no
contaminados. En este contexto, el PN reúne un conjunto de atributos
naturales que lo hacen destacable en ese sentido, proporcionando al turismo una
materia prima diferente y privilegiada donde sus finalidades de
protección, más específicamente la práctica de conservación, son atravesadas por
las prácticas turísticas y funcionalizadas en la construcción de atractivos
turísticos; siendo estos últimos productos y no meramente esa materia
prima.
En suma, el PN Los Glaciares cuenta con un conjunto de rasgos y
atributos naturales que le son propios. Mediante procesos de valorización
social, algunos de ellos, y su arreglo espacial en el área del parque, que se
expresan en paisajes peculiares, son transformados en atractivos turísticos.
Esos atractivos, por una parte, se convierten en satisfactores de la
demanda de determinados turistas y, por otra, en recursos turísticos
valorizados por agentes económicos específicos. Reflexionar sobre el carácter social de los
atractivos/ recursos turísticos del PN no resulta menor puesto que permite, por
un lado advertir que la condición de atractividad natural se construyó a
lo largo del tiempo (donde las nuevas prácticas turísticas no hacen más que
reforzarla) y, por otro lado que, en tanto construcción social e histórica, no
está cerrada a nuevas significaciones y
valoraciones.
Conclusión
El trabajo permite
conocer las características de la valorización turística de un área receptora de
turistas en la provincia de Santa Cruz, el PN Los Glaciares y Calafate, en
términos del proceso que lleva a esta condición y sus características como
destino turístico.
En pocas décadas la
actividad turística en lugar de destino se convirtió
en una actividad económica de gran relevancia. En su realización participan
distintos agentes, desde los
privados (vinculados a la prestación de servicios) hasta el sector público que
mediante sus distintos organismos, legislación y prácticas concretas, incentiva
el desarrollo de la actividad como estrategia de desarrollo local. El desarrollo
creciente de esta actividad económica genera
grandes expectativas en la sociedad local que se relacionan con un conjunto de
potencialidades que se atribuyen a su desarrollo, como la capacidad de generar
empleos y el menor nivel relativo de inversiones que se requieren, en
comparación con otras actividades económicas.
Se ha destacado que
la práctica turística en el destino se organiza en torno a atractivos
(naturales) que no son meros atributos del lugar, sino que son resultado de un
proceso social de construcción de atractividad, en el que se articulan
intereses, valores e imágenes con los atributos materiales del lugar. Esto, al
mismo tiempo, advierte el carácter social, cambiante y no unívoco de los
recursos turísticos valorizados por los agentes económicos. En efecto, las
reflexiones realizadas en torno al carácter social de la atractividad turística
del destino resultan relevantes por sus vínculos con las potencialidades del
turismo para el desarrollo local. La existencia de esa atractividad en el
lugar de destino habilitaría a encontrar en el turismo un vía para su
desarrollo.
Así, si el
desarrollo local depende de esa atractividad, entendiendo por ésta última un
producto de la dinámica social, cabe preguntarse por los procesos que
revalorizan y jerarquizan la atractividad turística del destino y que aseguran
su permanencia en el tiempo. Al mismo tiempo, cómo esos procesos se articulan
con la oferta de equipamientos y servicios en la construcción de una nueva
atractividad, en la preservación o incluso en la destrucción de la misma.
Interesa, en efecto, indagar por los procesos sociales que definen y redefinen
la atractividad. Estas preguntas deben remitirnos a un estudio de las múltiples
prácticas y discursos imbrincados en esos procesos, y del papel que la sociedad
local tiene en estos últimos.
En este sentido, reflexionar
sobre el carácter de construcción social de la atractividad turística resulta
importante sobre todo si tenemos en cuenta que en los planes de gestión y de
desarrollo turístico es ingnorado. En estos la definición de la atractividad se
basa en la selección y búsqueda de los atractivos actuales y
potenciales de los lugares. Por otra parte, la naturalización de
la atractividad que este tipo de definición implica desdibuja e impide reconocer
el rol que la sociedades locales tienen en los procesos de construcción de la
atractividad turística, en especial el de los agentes involucrados en la
práctica, conllevando que el mismo se limite a ser meras receptoras de
decisiones que se toman fuera del ámbito local.
Por último,
reconocer las potencialidades de la actividad turística para el desarrollo local
no significa que aceptemos los supuestos establecidos respecto al turismo como
impulsor automático del desarrollo local, muy frecuentes en la literatura sobre
el tema. La atribución de positividad
del turismo como motor de desarrollo local no es una característica intrínseca a
dicha actividad (como tampoco de otras actividades económicas) sino que depende
de las situaciones concretas en que la actividad turística se desarrolla. Es
necesario el análisis de las condiciones específicas del lugar para comprender
los reales alcances y limitaciones de la actividad turística en el desarrollo
local. La escasa investigación realizada hasta el momento sobre la actividad
turística en el lugar de destino mantiene vigente la pregunta en torno
a la capacidad que esta tiene para generar procesos de desarrollo.
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