MERCOSUR
¿UNA
INTEGRACIÓN FORZADA?
Berardi, Ana
Laura
Cogley,
Romina
Piñero,
Mariela
Universidad Nacional de Mar del
Plata
INTRODUCCIÓN
América Latina fue y sigue siendo un espacio
controvertido. Nunca ocupó una posición central, aunque siempre aspiró a ello.
Tampoco, dado su desarrollo histórico, podemos insertarla dentro de los países
subdesarrollados. Bien define Rouquié a América Latina cuando dice que “...
ocupa un lugar propio en el mundo desarrollado. (...) Sería en este sentido el
Tercer Mundo de Occidente y Occidente del Tercer Mundo”.
Esta definición también habla de las idas y venidas, de los adelantos y
retrocesos que experimentó y experimenta la región. El Mercosur, totalmente
embebido de estas dicotomías, es el bloque que augura prosperidad y despierta
esperanzas a la vez que suscita dudas de cara al futuro.
Las naciones de hoy son el resultado de su
historia. Por lo tanto, los aciertos y avatares en el interior del bloque son
consecuencia de su presente como así también de su pasado. Las economías de los
países integrantes no solo no tienen la misma estructura industrial ni el mismo
desarrollo económico, sino que tampoco dichos países alcanzan iguales
indicadores demográficos. Como consecuencia de esta diversidad intra-bloque, las
relaciones comerciales que se generan sufren desigualdades.
A pesar de estos desequilibrios, el Mercosur
ha logrado superar varios obstáculos y resulta sustancialmente
significativo para la prosperidad de las economías que lo integran. Hoy el grupo
se encuentra en una encrucijada: entre la fusión continental o la unión con la
Comunidad Andina de Naciones. De la dirección en la que encamine la solución de
esta disyuntiva se jugará el futuro del bloque. Para esto, las decisiones de
Brasil y Argentina son de vital importancia.
Considerando este marco general expuesto, nos
abocaremos a esbozar un estado de situación que describa el Mercosur como un
todo sin dejar de lado la singularidad de las partes. Para ello, los
acontecimientos históricos son de vital relevancia. En este contexto,
intentaremos entablar una discusión en torno a la fortaleza del bloque. Queda
claro que del grado de solidez que presente el mismo dependerá su futura
existencia.
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS
A mediados de los ´70 la mayoría de las
economías latinoamericanas sufrieron un agotamiento del modelo de sustitución de
importaciones, el mismo que había sido el motor económico en décadas anteriores.
Como consecuencia de ello, algunos países, como Argentina, implementaron
programas basados en la gradual desregulación y liberación de la
economía.
De ésta manera, al debilitamiento del modelo
anterior se suman algunos impactos externos que afectan a las diversas economías
nacionales, tales como los shock petroleros, sucedidos ambos durante la misma
década (1973-1974 y 1979-1980). Además, debido a las dificultades en las
economías nacionales, se hace creciente el endeudamiento externo, cuya causa
obedece a los préstamos contraídos en esos años tanto por los gobiernos de facto
como por el sector privado. Esta última deuda luego es traspasada al Estado,
como ocurrió en Argentina. En algunos casos, estos créditos fueron utilizados
para grandes obras de infraestructura, mientras que en otros responden al boom
importador y a la fuga de capitales.
Es así como los principales países
latinoamericanos hacen su ingreso a la década del ´80 acarreando una fuerte
crisis, lo que la denominó “década perdida”. Durante esta etapa se producen
varios cambios en Latinoamérica, tanto económicos como políticos.
En materia económica, la deuda representa un
gran peso en las distintas naciones. Las principales corresponden a los grandes
países: México, Brasil y Argentina. A ello se le suma la caída del producto per
cápita en un 10% aproximadamente, alcanzando algunos países alrededor del 25%,
tal es el caso Argentino.
Todo esto se manifiesta con una clara desigualdad social.
Por otro lado, en materia política, retornan
los gobiernos constitucionales que, al asumir deben hacerse cargo de la deuda
creciente que posee el Estado con el exterior.
Hacia el final de la década, y con una crisis
agravada, nuevos gobiernos optan por aplicar políticas neoliberales, siguiendo
los parámetros que impone el sistema mundial.
Todas estas dificultades y restringidos
desarrollos que han atravesado los diferentes gobiernos latinoamericanos, se
enmarcan dentro de un contexto de gradual “globalización”. Como consecuencia de
este fenómeno es evidente que se hace casi imposible un desarrollo nacional
aislado. Frente a este panorama, la integración regional resulta un factor
esencial.
“La formación de bloques económicos
regionales constituye, paralelamente a la mundialización o globalización de la
economía, una de las tendencias cruciales de la realidad internacional actual.
Estos bloques son esquemas complejos y contradictorios mediante los cuales se
intenta alcanzar, al nivel regional, un equilibrio ventajoso entre el libre
comercio y la protección de mercados nacionales”.
Continuando con lo anterior, Viktor
Sukup plantea que estos bloques sostienen distintas opiniones acerca
de la integración regional como instrumento de desarrollo y de inserción más
dinámica en la economía mundial. Además, éstos vinculan la economía globalizada
con los intereses nacionales, los cuales no son siempre concordantes entre los
países miembros. Las diferencias intragrupo, que en algunos casos pueden ser
mayores debido a presiones externas, pueden llegar a hacer peligrar la
continuación del proyecto de integración. Igualmente, frente a la economía
global, los bloques pretenden representar los distintos intereses nacionales de
sus miembros.
En América Latina uno de los primeros bloques
o asociaciones fue la llamada “Asociación Latinoamericana de Libre Comercio”
(ALALC). Dicha asociación fue fundada en 1960, agrupando casi la totalidad de
los países latinoamericanos. A los pocos años la ALALC perdió importancia y, más
tarde, fue reemplazada por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI),
agrupando a los mismos países miembros. Su objetivo es el de lograr un aumento
en los márgenes regionales con preferencia entre los países que la
integran.
Tanto la ALALC primero como la ALADI
actualmente han tenido más contras que pro, entre otras cuestiones, debido a las
diferencias en cuanto estructura de los países que la integran, a su dependencia
con respecto al comercio, capitales y tecnologías exteriores y a la debilidad de
los intercambios. Frente a esta situación resulta complicado superar estas
dificultades. Con el tiempo, se vislumbró claramente que los países más grandes
(México, Brasil y Argentina) lograron mayores ventajas con respecto a los
intercambios, mientras que los demás miembros tendían a acarrear con los costos.
La causa principal de estas diferencias correspondería a que ante la
liberalización de intercambios en función a criterios de libre mercado, ha
traído mayores ventajas en los países más desarrollados del bloque.
Al referirse a esta problemática, Sukup
plantea que la asociación se corresponde con una suerte de “Subdesarrollo
integrado”, dado que los beneficios tienden a concentrarse en contados países,
más concretamente en el capital privado proveniente de las empresas extranjeras.
Por lo tanto, en lugar de incentivar el intercambio entre sus miembros, los
desvirtuó. (Sukup, 1999)
Paralelamente a la ALADI, en América Latina,
se han originado otros bloques o mercados comunes con menos cantidad de países
miembros y limitados, en su totalidad, geográficamente. Uno de estos bloques, el
cual es centro de nuestro trabajo, es el Mercosur
El primer paso hacia esta integración fue
dado por los gobiernos de Argentina y Brasil, en noviembre de 1985, en el cual,
mediante acuerdos bilaterales, pusieron en marcha un nuevo tipo de integración.
Dichos acuerdos coincidieron con un proceso de reestructuración económica y de
mayor apertura en ambos países.
En este contexto, la cooperación e
integración bilateral pasó a constituir una prioridad política de ambas
naciones.
A principios de la década del ’90 estos
países con nuevos gobiernos, que adhieren a políticas neoliberales, decidieron
intensificar las relaciones bilaterales, acortar los tiempos y avanzar sobre el
tratado de integración regional. En marzo de 1991, Uruguay y Paraguay se
incorporan al proyecto mediante la firma del Tratado de Asunción, que da origen
al Mercado Común del Sur (MERCOSUR). El mismo entró en vigencia el 1º de enero
de 1995.
Previamente a la entrada en vigor del
Tratado, los países miembros se suscribieron al Tratado de Ouro Preto, mediante
el cual se implanta un órgano permanente y comienza a regir el arancel externo
común que, conjuntamente al inevitable intercambio mutuo, dio lugar a la unión
aduanera. El fin que persigue el establecimiento de un órgano institucional gira
en torno a preparar al Mercosur para objetivos mayores y procesos de
negociaciones más profundas con otros países, grupos de países y organismos
internacionales.
La idea inicial era que a partir de la firma
del Tratado y hasta su entrada en vigencia, se redujeran los aranceles
paulatinamente hasta su eliminación total. Hacia finales de 1994, Argentina y
Brasil habían respondido a lo acordado con una liberación del comercio que
abarcaba cerca del 90%, con la expectativa de llegar a su totalidad en el año
2000. Aquellas mercancías que no integren el común arancelamiento conforman una
lista de productos exceptuados, lo que posibilita la aplicación de medidas
proteccionistas. Durante los últimos años, se han producido graves discordancias
dentro del acuerdo por la discrepancia en torno a lo establecido. Tal es el caso
de los sectores azucarero, lácteo, textil y automotriz.
En lo que concierne a la política comercial
común frente a terceros, este tema ha presentado serios problemas intragrupo y
aún no puede hablarse de una política común. Las negociaciones vinculadas al
arancel externo común no resultaron sencillas, principalmente por la
confrontación de intereses de los países. De este modo “para Uruguay y Paraguay,
por ejemplo, significaba una desventaja aumentar los aranceles a los bienes de
capital y a los productos de alta tecnología, mientras que Brasil y Argentina,
contrariamente, estaban interesados en proteger esos sectores de la competencia
externa”.
Si bien en algunos temas aún se
mantienen tratativas, el bloque ha logrado alcanzar varios objetivos como
tal, que se vislumbran claramente en la multiplicación del comercio dentro del
grupo. Lo cual incide sobre las economías nacionales y más concretamente sobre
las economías de sus dos grandes socios.
Pese a que Argentina y Brasil han logrado
mayores beneficios dentro del mercado regional, cabe destacar la mayor
diferencia en cuanto a estrategias políticas como naciones frente al bloque.
Durante la década anterior, Argentina privilegió el comercio y la organización
macroeconómica, sin tener en cuenta las desigualdades existentes. Mientras que
Brasil actuó con una política más definida, en torno a algunos mecanismos
institucionales, particularmente en el sector industrial. En relación con
lo anterior, se puede inferir que Brasil puso mayor peso en la estrategia
política que en las cuestiones económicas. Quizás este haya sido el instrumento
utilizado para fortalecer su capacidad y lograr una preeminencia en las
decisiones del grupo. Planteando que “la faz económica es la dimensión operativa
del proyecto político”
Calcagno y Calcagno encuentran la diferencia de enfoques entre la posición
argentina y brasilera.
En los últimos años la devaluación del
Real ha impactado negativamente en las diversas economías nacionales de la
región. En el caso argentino, sufriendo una tendencia de fuerte emigración de
empresas hacia Brasil, con cierre definitivo en Argentina o la conocida
avalancha de turistas hacia ese país. Aquí es innegable que deberían mantenerse
las medidas del Tratado que aseguran “condiciones adecuadas de competencia entre
los Estados”.
Actualmente la devaluación del peso argentino
ha vuelto a impactar dentro del bloque. Con respecto a lo mencionado
anteriormente, aún es un hecho reciente como para formular algún tipo de
predicción certera. Queda por ver las diversas negociaciones a las que pueda
acceder Argentina para sortear la crisis que atraviesa el país.
UNA MIRADA
HISTÓRICA
A LOS
PROCESOS ECONÓMICOS DE LA REGIÓN
“La historia del siglo XX aparece sesgada
desde el punto de vista geográfico y no puede ser escrita de otra manera por el
historiador que quiera centrarse en la dinámica de la transformación mundial”.
Tomando estas palabras del historiador Eric
Hobsbawn, desde el otro polo, el geográfico, y asumiendo el comportamiento
dialéctico de ambas disciplinas, es por demás evidente que debemos mirar hacia
atrás, es decir debemos mirar a la historia.
Y “la historia cuenta”, dice Benjamín
Coriat,
por lo tanto, para poder comprender los procesos económicos actuales es
fundamental conocer el pasado de los países que competen al trabajo y sus
relaciones con las demás naciones del mundo.
El principio del siglo XX encontró a
Argentina, en una inmejorable situación económica. El modelo agroexportador,
devenido de la clase política oligárquica reinante, generó una activa
participación en la división internacional del trabajo, sobre la base de las
ventajas comparativas del sector agropecuario. (Sukup, 1999).
Conjuntamente a esta situación, la masiva ola inmigratoria y las inversiones de
una todavía poderosa Gran Bretaña, hicieron de la Argentina una de las economías
más prósperas del mundo. Una situación similar ocurría en la vecina nación
uruguaya, quien al igual que la Argentina basaba su economía en la exportación
de productos de clima templado.
Brasil, tampoco era ajeno a esta dinámica
mundial, en palabras de Sukup, este país “nació en el nordeste (Bahía)
como un gran emprendimiento mercantilista transcontinental para producir azúcar,
entonces el principal producto del comercio mundial”.
Este desarrollo económico se daba fundamentalmente gracias a la mano de obra
esclava. Una vez abolida la esclavitud, esta masa de trabajadores se convierte
en asalariados, la cual encuentra su fuente laboral en los cafetales del ya
incipiente São Paulo.
La crisis del ’30 y posteriormente la segunda
contienda mundial marcan el final de esta etapa de propensión
exportadora.
El nuevo orden mundial conlleva a la
reorganización de la economía: la crisis económica que afectó a todo el mundo
capitalista y el conflicto bélico de la década siguiente coadyudaron al
desarrollo de la industria en las zonas periféricas, bajo lo que se denominó el
proceso de sustitución de importaciones.
En este contexto, tanto en Argentina como en
Brasil, los factores internos eran favorables: bases industriales preexistentes,
pero débiles, mercado interno lo suficientemente importante (aunque
sustancialmente mayor en Brasil) y, sobre todo un estado de corte populista que
fomentó el desarrollo industrial, dejando de lado lo que otrora fuera el motor
de la economía: el comercio de materias primas.
Ahora bien, aunque en ambas naciones
sufrieron procesos en apariencia similares, las diferencias son importantes y
hasta decisivas en épocas posteriores. Por un lado, dentro de esta etapa
económica, se pueden apreciar diferentes momentos: lo que se denomina la
primera fase sustitutiva, donde el desarrollo se basó principalmente en la
generación de la industria liviana. Este periodo proteccionista
representativo de la posguerra, implicó una notable caída de las
importaciones. Como menciona Aldo Ferrer, en Argentina, “la industria
asumió el liderazgo del proceso de crecimiento. La producción de textiles,
alimentos y de la química y metalúrgica liviana, registraron las más altas tasas
de crecimiento”.
La muerte de Getulio Vargas en 1954 y el
derrocamiento de Juan D. Perón, marcan el inicio de una nueva etapa, la cual se
conoció como segunda fase sustitutiva de industrialización. En este nuevo
contexto, la prioridad para ambos países fue el desarrollo de la industria
pesada con fuerte inversión de capitales extranjeros. La década del ’60 estuvo
marcada por importantes crisis económicas y desestabilización de las estructuras
sociales y políticas en ambos países. Aquí surgen divergencias en el proceso
económico que empezaban a recorrer cada una de las naciones, en Brasil, luego de
la caída de la economía de principio del ya mencionado decenio, el golpe
militar, a diferencia de otros regímenes similares en Latinoamérica, mantiene y
refuerza el importante papel del Estado en el desarrollo industrial, fomentando
a las empresas públicas. (Sukup, 1999).
Cuadro 1:
Crecimiento del PBI, de la producción industrial y agrícola de Argentina y
Brasil.
|
1950/55 |
1955/60 |
1960/65 |
1965/70 |
PBI |
|
|
|
|
Argentina |
3.0 |
3.2 |
3.5 |
4.1 |
Brasil |
5.7 |
5.9 |
4.2 |
7.1 |
Prod.
Industrial |
|
|
|
|
Argentina |
3.8 |
3.8 |
4.1 |
5.0 |
Brasil |
8.1 |
10.3 |
4.9 |
10.3 |
Prod.
Agrícola |
|
|
|
|
Argentina |
4.1 |
-0.4 |
2.1 |
1.1 |
Brasil |
5.0 |
3.7 |
6.9 |
3.0 |
(Fuente: C. Furtado, “La economía
Latinoamericana. Formación histórica y problemas contemporáneos.)
Sí tenemos en cuenta los datos que arroja el
cuadro 1, se puede ver claramente el predominio de Brasil sobre todos los
indicadores de la economía Argentina. Esta situación que se manifiesta
claramente para esta etapa de la economía de ambas naciones, seguirá el mismo
curso e incluso profundizará las inequidades hasta la actualidad. Sobre esta
situación Mariana Vázquez señala lo siguiente: “una de las más importantes
asimetrías, es la existencia de tradiciones diferentes en Brasil y Argentina.
Una ventaja estratégica del país vecino es la continuidad de los grandes ejes de
la política económica y de los objetivos de la misma, adaptados a cada momento
de su propio proceso histórico y del contexto económico internacional. Brasil no
deja de esforzarse por conservar las líneas centrales de su proyecto
nacional”.
La década de los ’80, sumergió a todos los
países de América Latina en una profunda crisis, donde la inflación y el aumento
estrepitoso de la deuda externa, conllevaron al colapso de las
economías ya golpeadas.
De esta
manera, el nacimiento del Mercosur se da en el marco de una década signada por
los grandes cambios sucedidos a escala mundial. Con la caída del bloque
soviético, el mundo bipolar se volvió multipolar desde el punto de vista
económico. En este contexto, el neoliberalismo impuesto desde las potencias
hegemónicas y los organismos internacionales es la receta para combatir la
inestabilidad económica y pauperización que dejó como saldo la década
perdida.
De la misma forma, el modelo impuesto, llevó
a crear políticas de estabilización a fin de frenar la inflación crónica,
“reina” de la década anterior. Tanto el Plan Real como el Plan de
Convertibilidad intentaron equilibrar los procesos macroeconómicos, suceso que
ocurrió al menos por algunos años.
En este marco de aparente orden es cuando el
Mercosur, entra en vigencia.
Las asimetrías de los intercambios comerciales
Este bloque económico que nació con el
propósito de promover los intercambios con equidad, desde un comienzo estuvo
signado por los desequilibrios. Nada más pertinente que retomar la frase de
Benjamín Coriat “La historia cuenta” para explicar las relaciones que entre los
socios del bloque, y a su vez éste como un todo inmerso dentro de la dinámica
mundial. Y esa historia marca no solamente, el diferente grado de desarrollo de
los cuatro socios al interior, sino también muestra su posición de periferia
“retrasada”, en el contexto de la economía mundo.
El Mercosur como bloque absorbe alrededor del
25% de las exportaciones de sus socios; pero lo que significa para cada de estos
difiere ostensiblemente. Para Paraguay y Uruguay representa el 61% y 55%
de sus exportaciones respectivamente, para la Argentina el 36% y para Brasil
17%.
Como se observa, se podría trazar una línea inversamente proporcional, a menor
grado de desarrollo mayor es la dependencia económica con respecto al bloque.
Ahora bien, como se mencionó anteriormente,
sólo el 25% de las exportaciones de los socios tienen como destino el bloque,
por lo que creemos pertinente esbozar una breve descripción del comercio que
mantiene cada país con el resto del mundo.
En el caso de Argentina, el porcentaje de sus
exportaciones (36%), a simple vista demostraría que su dependencia respecto del
bloque sería relativa. Sin embargo, sí tenemos en cuenta que uno de los
integrantes del bloque, Brasil, es su principal socio comercial, con casi un
cuarto de los intercambios, el cuadro varía. Esta situación nos permite
hacer varias apreciaciones.
En primer lugar, es pertinente tener claro
que estamos hablando de un proceso de integración periférico, en condiciones de
atraso relativo con respecto a su similar asiático, que en la actualidad se ha
convertido en la periferia dinámica que otrora fuera Latinoamérica. De acuerdo
con estas características, el desarrollo de productos competitivos a nivel
mundial es ostensiblemente limitado. Sí a eso le sumamos que gran parte de las
actividades industriales son generadas por multinacionales, que
tienen como política la producción para la región y no precisamente para los
mercados centrales, y que; Brasil por mercado interno, desarrollo de
infraestructuras, competitividad y políticas impulsadas desde el gobierno,
resulta más atractivo para la instalación, la situación de Argentina se
agrava.
En segundo lugar, y relacionado con lo
anterior, el progresivo aumento de los intercambios con su socio mayoritario
muestra la pérdida de presencia mundial, sobre todo en los intercambios con
Europa Occidental (representa el 20.3% de sus exportaciones y el 29.9% de sus
importaciones), a quien por historia estuvo íntimamente relacionado. Pero esta
situación también debe ser tomada en cuenta con precaución, ya que el bloque
comunitario, luego de Brasil, representa el mayor volumen de su comercio,
especialmente con España, Francia e Italia, países que tienen gran presencia en
la Argentina, sobre todo como consecuencia de los procesos de
privatizaciones que se gestaron a mediados de los noventa bajo la presidencia de
Carlos Menem. De igual manera, esta situación marca la debilidad de los
intercambios, ya que con todos estos países presenta déficits, devenidos de la
comercialización de productos que varían significativamente en su valor
agregado, principalmente por la importación de bienes de capital para el
desarrollo de sus empresas en este país.
En tercer lugar, debemos tener presente a
EEUU. Este país es el segundo socio comercial de Argentina, un 11, 4 % de los
productos se dirigen hacia el país del norte y de éste provienen un 19.6%. Al
igual que lo que sucede con la Unión Europea, en este caso se produce déficit,
por un lado por la similitud que tiene con el bloque europeo con respecto a los
intercambios y a esto se suma que tiene como principal socio latinoamericano a
México, el cual mantiene alrededor del 80% de los intercambios con el socio
principal del Nafta. En este caso, la cercanía geográfica, juega un papel muy
importante. De igual manera, la presencia norteamericana es de notable
relevancia.
Siguiendo la lógica, de las demás potencias
mundiales, Japón no podía ser la excepción, sin embargo la presencia nipona en
nuestro país, al igual que en toda la región es mucho menos significativa que
las dos restantes: sólo representa un 2.3% de las exportaciones de Argentina y
4.2% de las importaciones. Esta débil presencia, en términos relativos, se debe
principalmente a que sus intereses comerciales se encuentran estrechamente
ligados a sus vecinos, tratando de afianzar el bloque asiático.
Por último, y producto de todo lo expuesto
anteriormente, los intercambios con el resto del mundo son poco significativos.
Fundamentalmente, se trata de mercados, que en algunos casos son eventuales, en
donde Argentina tiene la posibilidad de colocar, preferentemente
commodities y productos alimenticios, mercancías que no
puede comerciar con la Unión Europea y EEUU por producirlos en sus propios
países o, en el caso de la Europa Comunitaria, que da prioridad a las
naciones del este europeo.
En el caso del principal país del
Mercosur, en términos económicos, de población y territorio, es el que menor
dependencia del bloque tiene. Como se mencionó anteriormente, es el que mayor
atractivo ofrece para la instalación de empresas transnacionales. El
Mercosur es el primordial mercado para las exportaciones brasileñas de alto
valor agregado. Como menciona Helio Jaguaribe, las exportaciones de estos
productos tienen como destinos los países del Mercosur y demás de América
del Sur. Estos productos no tienen cabida en los países centrales.
Al igual que Argentina, no guarda una fuerte
dependencia con los EEUU, aunque los lazos comerciales con el mismo son
relevantes, un 18% de las exportaciones van a este país y un 21% provienen de
éste.
Cabe destacar que su situación comercial, con
respecto a sus intercambios, es similar a la de Argentina. La diferencia radica,
en la diversificación de su economía y su mayor desarrollo
industrial.
En el caso de los dos socios menores del
Bloque, Paraguay y Uruguay, su situación es de mayor dependencia con respecto a
éste. Básicamente su desarrollo económico está basado en las actividades
primarias y los productos encadenados a éstas. Por lo tanto, sus intercambios
comerciales están limitados a la venta de estos productos, lo que provoca un
desarrollo poco favorable para sus economías. Esta condición se ha visto
agravada en la última década por las devaluaciones tanto en Brasil como en
Argentina, lo que ha restado competitividad a sus ya debilitadas
economías.
Esta radiografía del comercio de los
integrantes del bloque, nos permite observar, por un lado las asimetrías que
existen al interior del mismo, lo que en muchas situaciones ha generado
discrepancias. Por otro, sería importante intensificar los intercambios dentro
de éste, teniendo en cuenta que todos los integrantes presentan déficit
comerciales con los países centrales.
PROBLEMÁTICAS DE UNA POSIBLE INTEGRACIÓN
En los últimos años, América Latina, y especialmente
el Mercosur se encuentran en una encrucijada. Esta región se halla en el
medio de una disputa entre los países centrales. EEUU
puja por seguir siendo la potencia hegemónica. Para ello, es primordial que
termine por alinear a toda América definitivamente bajo su cuidado. Por su
parte, la Unión Europea no quiere quedar fuera, y lucha por su permanencia y
robustecimiento en la región. Se trata de afirmar por parte de los dos oponentes
el sistema de dominación, donde los mercados emergentes están cumpliendo
una función substancial. Bien lo expresa Luis Bilbao cuando afirma que “ en el
norte muestran los colmillos; en el sur se dan las dentelladas”.
En otro extremo de los acontecimientos América del Sur
está buscando una integración que sea ajena a las disputas del norte. Brasil,
seguido por otros países de la región, se encuentra impulsando las negociaciones
en este sentido. Las alternativas son variadas y de la elección de una u
otra depende el futuro desarrollo de la región.
El Mercosur en el ALCA
El Area de Libre Comercio de las Américas
es la versión actualizada de la Doctrina Monroe y de la Alianza para el
Progreso. Ahora con la propuesta “Desde Alaska a Tierra del Fuego”, EEUU
pretende consolidar la integración regional. Bajo este lema tan unificador como
uniforme, intenta homogeneizar a toda la región y anhela hacer lo mismo con el
contenido de su propuesta.
La meta de este tratado es la libre
circulación de mercancías y de capital, no de personas. Para ello, procura
asegurar las inversiones y brindarle a todas las empresas trato nacional.
También propone revisar el papel del sector público en cuanto salud, educación,
cultura y temas estratégicos. Alrededor de estos ejes se crearon los grupos de
negociación: *Acceso a mercados, *Agricultura, *Servicios, *Compras del sector
público, *Inversiones y Subsidios y *Antidumping y Derechos
compensatorios.
El ALCA intenta profundizar el modelo de
desarrollo que viene experimentando América Latina. La simplificación de la
estructura industrial en su conjunto y, especialmente, de algunas regiones que
poco a poco van ganando fuerza en un desarrollo con mayor independencia del
norte (léase Brasil). Resulta evidente que muy pocas empresas de América Latina
están en condiciones de competir de igual a igual con sus pares
norteamericanas. Como afirman Calcagno y Calcagno “... con el arancel cero del
ALCA, las manufacturas estadounidenses barrerán del mercado sudamericano a los
productos nacionales. Se terminará así con la veleidad industrializadora y
volveremos al redil de los productores de materias primas y mano de obra
barata”.
América del Sur tampoco sería seductora para la instalación las maquilas por su
lejanía geográfica.
Con esta perspectiva se crearía una
especialización excluyente y las economías se tornarían drásticamente
vulnerables. Por un lado, la demanda de materias primas esta condicionada a su
génesis (los productos de clima templado no encontrarán muy buena aceptación) y
a los avances tecnológicos; por otro, la mano de obra barata será ofertada por
toda la región, lo que significa tener que adicionarle otro tipo de ventajas
para su atracción (disminución de impuestos, daños irrestrictos al medio
ambiente, etc).
A los objetivos económicos se suman los
geopolíticos. Es necesaria la dominación de los pueblos en pos de poder
implementar su duro plan. Esta estrategia ya tiene nombre “Plan Colombia”. Bajo
la excusa de la lucha contra el narcotráfico, EEUU envió tropas a Colombia. La
presencia militar norteamericanas se exhibe en las bases militares
localizadas en América Central y América del Sur.
El tratado ALCA supera en jerarquía a las
constituciones nacionales, exceptuando a la de EEUU.
Así, los estados-naciones verían reducida drásticamente su capacidad de acción.
En la esfera social, se profundizaría la
desigual distribución de los ingresos incrementando la polarización y
estratificación social. La pauperización de las condiciones de vida y del
trabajo con la consiguiente ampliación de la subocupación y desocupación
estarían entre algunas de las consecuencias.
Integración Iberoamericana: Una opción
pausada
La Unión Europea no queda fuera de esta
tendencia de integración que estimula el sistema económico mundial. Este bloque,
por lazos históricos, es un socio vital para América del Sur y
esencialmente para el Mercosur. Su intención es consolidar un acuerdo de
cooperación económica con todos los países de Iberoamérica en donde estaría
incluida Cuba. Sus negociaciones han sido más lentas y precavidas que las que
presenta EEUU. A mediados del mes de mayo en la Cumbre
Iberoamericana, Aznar se manifestó a favor de la integración pero se abstuvo de
poner una fecha para su inicio. Agregó que era necesario que la región austral
del continente americano ordene su situación política y económica, haciendo
alusión a las crisis institucionales y económicas de la zona.
Integración Sudamericana ¿otra
alternativa?
Los países de América del Sur tienen una
alternativa de integración autónoma. Esta propone una unión entre iguales, entre
naciones que no reconocen diferencias extremas en cuanto desarrollo
económico.
Brasil es el principal impulsor de esta
propuesta, en vistas que de no mediar EEUU, la
potencia regional de erigirá como país dominante. Esta nación “... está ansiosa
por alzarse como potencia hegemónica en la región, mediante el Mercosur (...),
como alternativa al dominio estadounidense”.
Como bien lo plantea Eric Hobsbawn, Brasil ha sido históricamente la economía
“... siempre a punto de convertirse, aunque sin lograrlo nunca, en los Estados
Unidos del hemisferio sur...”,
sin duda, sus últimos esfuerzos apuntan a obtenerlo.
El Área de Libre Comercio para Sudamérica (ALCSA) busca
la fusión del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) con la Comunidad Andina de
Naciones (CAN). En una reunión de estos bloques en Junio del 2001 se reafirmó la
necesidad de fortalecer los mecanismos regionales para aumentar los
intercambios. Junto a ello se sostuvo la importancia que tenía para la región la
combinación y convergencia de los bloques para afrontar con una posición más
sólida las negociaciones con la Unión Europea y los EEUU. El
año anterior, estos mismos países habían firmado una declaración reivindicando
el espacio ampliado, es decir, la integración de las naciones de la región.
Los países integrantes de los bloques
mantienen estrechas relaciones comerciales, en especial, de aquellos productos
en los que no son competitivos a nivel internacional, llámese manufacturas de
origen industrial y productos tecnológicos. "De las exportaciones sudamericanas,
el 55,4% de las manufacturas " nuevas" de origen industrial quedan dentro de la
región ...".
De no optarse por el ALCSA, estos intercambios se verían interrumpidos por la
falta de competitividad de las economías de la zona ante la entrada masiva
de productos norteamericanos.
Las relaciones de fuerza que se juegan dentro
del ALCSA son mucho más laxas que las que ofrece el ALCA. Si bien, los países
que lo integran mantienen ciertas diferencias en cuanto a la estructura
industrial y al nivel tecnológico, estas desigualdades no impedirían un
desarrollo relativamente más equitativo y prospero para todas las naciones que
lo componen.
El Mercosur significa cerca de la mitad de la
población del subcontinente y genera algo más del 50% del producto bruto
regional. Dada la magnitud del bloque dentro del contexto
subcontinental, si éste optara por un proyecto autónomo con eje en la industria
y el mercado interno, la hegemonía mundial vería jaqueado su plan. Sin estos dos
bloques no hay ALCA. Deja de tener sentido una integración sin las economías
donde aún quedan algunos vestigios de población con alto poder adquisitivo donde
el país del norte pueda insertar sus productos de mayor valor agregado. Por otra
parte, EEUU ya tiene bajo su tutela los países de
América Central y México, y es solo América del Sur la que se escapa en mayor
proporción a su órbita. También lo inquieta la incesante y próspera relación
comercial que poco a poco se va afianzando con los países asiáticos y la ya
consolidada con la Unión Europea.
De implementarse el ALCSA, las perspectivas
de desarrollo son más auguriosas. Esta mayor armonía permitiría un superior
desarrollo relativo que incentivaría la industria, la difusión del progreso
técnico y la expansión del mercado interno. Consecuentemente esto se traduciría
en una mayor productividad, en creación y en la mejora de las condiciones de
empleo y en la diversificación de las exportaciones. Las naciones sudamericanas
necesitan una mayor capacidad de maniobra para poder desarrollar una economía de
mercado más seria y responsable que apunte a una penetración sólida en el
comercio internacional.
Es la decisión de ser o no Estados-Naciones
soberanos donde el desarrollo
sea autárquico. Junto a un plan económico que rompa con los preceptos
neoliberales, debe haber políticas certeras que apunten a revertir el hondo
resquebrajamiento de los tejidos sociales producidos en las décadas de los 80’y
90’. Una mejor repartición de la riqueza en pos de combatir la
polarización social, la pobreza y la marginalidad. Una nivelación educativa de
toda la población y un mejor acceso a los servicios sanitarios y a los sistemas
previsionales. Para ello, es esencial crear un órgano político coordinador que
evalúe y monitoree su ejecución en las regiones que más lo necesiten.
Es necesario que América del Sur tome una
posición firme en cuanto a su futuro desarrollo y se sume al creciente
rechazo mundial del neoliberalismo, que crece de manera irresistible y plural.
Es su oportunidad de ser la expresión espacial de las construcciones
alternativas al pensamiento único.
CONSIDERACIONES
FINALES
América Latina se posiciona en la
economía mundo en una condición desfavorable. Su situación política, económica y
social dista mucho de ser satisfactoria. La voluminosa deuda externa, el
pauperizado mercado interno y su frágil perfil industrial, nos hablan de un
continente debilitado por los avatares de la mundialización.
Atrás quedaron los tiempos de Latinoamérica
en el rol de la periferia dinámica. Es que a principios de siglo, la inserción
en el mercado mundial como proveedora de materias primas resultaba ventajosa.
Pero los tiempos cambiaron y la región se quedó en el pasado. Ya no se es
competitivo vendiendo lo que el campo o las haciendas pueden producir. Y es
consecuencia de su historia. Los estados nacionales perdieron su autonomía al
renunciar a un proyecto nacional autárquico, cediendo ante el capital
hegemónico, favorecido por la desregulación de la economía, la especulación
financiera y la privatización del sector público.
Bajo estas condiciones se inserta el
Mercosur, que sin lugar a dudas lleva la carga de su posición geográfica y de su
historia. Este bloque como tal, es el fiel reflejo del lugar donde se gestó:
Latinoamérica. En comparación al Nafta y al Asean, no sólo ha registrado una
caída durante la década del ’90 como proveedor para el mundo, sino también como
destino para las exportaciones mundiales. Esto demuestra el grado de
vulnerabilidad que presenta con respecto al sistema global; y señala el papel
central que cumple el bloque para los intercambios de sus miembros.
Ahora bien, sí analizamos el Mercosur en el
contexto regional, la situación difiere relativamente de lo expuesto en el
párrafo anterior. El desarrollo industrial brasilero, tiene no sólo como destino
a los países del bloque, sino que también produce para los mercados cautivos que
conforman la Comunidad Andina de Naciones. Sin duda el hecho de que
Venezuela se encuentre dentro del CAN, implica una importancia adicional. Este
país, juega un rol vital como proveedor de petróleo.
Bajo estas circunstancias, es relevante
plantear la postura que asumen tanto EEUU, como la Unión Europea. El proyecto de
integración que propone la potencia continental (ALCA), tiene como
objetivo principal, la colocación de sus mercancías dentro del continente, de
proveerse de materias primas y mano de obra barata, además de consolidar
definitivamente su posición hegemónica. Por otra parte, entra en escena el
bloque europeo, quien intenta obstruir los planes de su competidor. La
conformación del ALCA, implicaría que la Unión Europea rompiera los lazos que
hasta la actualidad la unen con los socios del Mercosur, además la legitimación
de EEUU como el socio más influyente del continente, significaría que el país
del norte ha ganado una batalla en la pugna por el control mundial.
Ante estas alternativas de integración surge
otra de carácter regional: el ALCSA. Este proyecto, sin embargo, presenta puntos
a favor y en contra. Por un lado, de concretarse, permitiría una relativa
autonomía respecto de los países centrales, ya que se trata de una asociación
entre economías emergentes, que si bien tienen diferente grado de desarrollo no
dejan de ser periféricas. Sin lugar a dudas, la conformación de este bloque
regional significará que Brasil ha cumplido sus objetivos, ya que es esta
nación, por su posición de líder sudamericano, quien se verá mayormente
beneficiada.
Si bien este proyecto de integración,
en apariencia resulta alentador, se debe tener en cuenta que es solamente un
intento de asociación entre economías periféricas, que además han perdido su
posición de dinamismo a nivel mundial. Bajo estas circunstancias, las
condiciones de desarrollo de la región se encuentran absolutamente
limitadas.
De esta situación se desprende que,
tanto el Mercosur, o en caso de conformarse el ALCSA, muestran diversas
realidades según que socio se analice. Indudablemente, los procesos de
integración favorecen a los estados – naciones que disponen de una base
industrial y un nivel de desarrollo más sofisticado. Mientras que los países que
se encuentran en una condición más desfavorable, siguen reproduciendo, en
mayor o menor medida, su condición de dependencia.
Frente a este espectro de posibilidades cabe
preguntarnos, hasta que punto los proyectos de integración del
subcontinente devienen de una condición de voluntad de cada una de los
miembros, o forman parte de una situación forzada por su condición de atraso y
débil inserción en la economía mundial, aunque esto signifique reproducir las
mismas características de sumisión ante los socios más competitivos de la
región. Queda claro que la elección de una u otra instancia no modificará su
posición, sino se apunta a la reestructuración de las bases del sistema
político y económico que permitan un desarrollo con relativa autonomía del
capital hegemónico.
BIBLIOGRAFÍA
Sukup,
Viktor. “América Latina, 2000 ¿Unida y Dominada?. Centro de Estudios Alexander
von Humboldt. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro. Bs.
As, Junio de 1999.