Desertización en la Patagonia: análisis para la
acción
Gerardo Mario de Jong
Institución: Profesor Titular e investigador del
Departamento de Geografía
de la Facultad de Humanidades de la Universidad
Nacional del Comahue
RESUMEN:
No puede tratarse este problema sino a través de una adecuada aproximación a
la organización que esta particular sociedad regional ha impuesto al uso y
manejo de los recursos naturales y, en especial, a la forma en que se dan las
relaciones sociales de producción en el contexto de las formas actuales de
globalización que el sistema mundial polarizado impone a la apropiación de
excedentes a esa escala, hecho que se verifica en la exclusión de importantes
contingentes de productores. El uso de técnicas degradantes de manejo de la
tierra y el ganado, aquí en la región patagónica, o en otras partes de América
Latina y del mundo, sujetas a procesos muy activos de desertización (como
Somalia o Etiopía por ejemplo), están fuertemente relacionadas al fenómeno de la
pobreza, la miseria y la ignorancia. Pero, desde el comienzo, el fenómeno es
básicamente una cuestión de equidad.
En la Patagonia también la pobreza es enemiga de la incorporación de las
técnicas que pueden hacer posible el control de la degradación del recurso
tierras. Productores pobres o con economías de subsistencia llevan adelante un
manejo que es básicamente degradante. En las explotaciones más grandes podemos
hablar de una economía que genera una cierta capacidad de acumulación, aunque
las expectativas de los empresarios en relación al capital supuestamente
invertido quedan insatisfechas, hecho que redunda también en un manejo
fuertemente degradante.
Un escenario a considerar en materia de posibilidades de revertir el fenómeno
tiene que tener en cuenta seriamente las características actuales de la
modalidad de globalización del sistema polarizado mundial. La factibilidad de
este propósito no parece lograble hasta la implementación, a esa escala, de
métodos correctivos al estilo de los ya aplicados en los países desarrollados.
Los esfuerzos puntuales tendrán como límite de sus posibilidades el marco rígido
de las condiciones socioeconómicas de los productores involucrados. Un replanteo
del problema a escala global requiere que se ubiquen en la mesa de negociación
no solo los afectados sino también quienes tienen la posibilidad de actuar sobre
los mecanismos de regulación del sistema, especialmente en cuanto a la equidad
en las relaciones de comercialización de la producción primaria.
Desertización en la Patagonia: análisis para la acción
1 - Introducción
A pesar de los largos años en que diversas instituciones nacionales e
internacionales han trabajado en torno a la solución de los problemas inherentes
al fenómeno de la desertización, se siguen reproduciendo las áreas afectadas por
esta forma de disminución de la capacidad de producir alimentos. En la Patagonia
exclusivamente desde la meseta rionegrina hasta el confín de Tierra del Fuego,
el área con problemas de tierras degradadas hacia 1980, es decir que han
diminuido notoriamente su capacidad productiva, alcanza al 70%[1].
No puede tratarse este problema sino a través de una adecuada aproximación a
la organización que una sociedad regional ha impuesto al uso y manejo de los
recursos naturales y, en especial, a la forma en que se dan las relaciones
socioeconómicas en el contexto de las formas actuales de globalización de la
economía. El uso de técnicas de manejo de la tierra y el ganado degradantes del
recurso por parte de los productores, aquí en la región patagónica o en otras
parte del mundo sujetas a procesos muy activos de desertización (como Somalia o
Etiopía por ejemplo), están fuertemente relacionadas al fenómeno de la pobreza,
la miseria y la ignorancia. Pero desde el comienzo el fenómeno es básicamente
una cuestión de equidad.
En la Patagonia también la pobreza es enemiga de la incorporación de las
técnicas que pueden hacer posible el control de la degradación del recurso
tierras. Productores pobres o con economías de subsistencia llevan adelante un
manejo que es básicamente degradante. En las explotaciones más grandes podemos
hablar de una economía que genera una cierta capacidad de acumulación, aunque
las expectativas de los empresarios con relación al capital supuestamente
invertido quedan insatisfechas, hecho que redunda normalmente en un manejo
fuertemente degradante. En las explotaciones menores nos encontramos con
economías de subsistencia que plantean serios problemas sociales (población
aislada y marginada), económicos (la subsistencia es estructural) y ecológicos
(sobrepastoreo que actúa como degradante de los suelos y la vegetación).
Alambrados, aguadas, pastoreo rotativo, etc., requieren de una mínima sanidad
económica de la explotación.
Los paisajes lábiles son más propensos a la degradación, pero no existen
prácticamente paisajes que están exentos de tal posibilidad. Todo depende del
esfuerzo que haga la sociedad por lograrlo. En la región patagónica, por
ejemplo, existe un área fuertemente degradada (meseta de Lonco Luan), con el
aspecto de un desierto, en un ambiente con una precipitación media anual del
orden de los 1000 mm anuales, pero cuyos suelos están desarrollados sobre un
sustrato de lapilli pumíceo extremadamente lábil. Una vez destruido el suelo el
proceso de edafogénesis se detiene casi totalmente y los materiales del sustrato
pueden ser fácilmente removidos por el viento. El origen es el sobrepastoreo que
reconoce una causalidad social.
Un escenario a considerar en materia de posibilidades de revertir el fenómeno
tiene que tener en cuenta seriamente las características actuales de la
globalización. La factibilidad de este propósito no parece lograble hasta la
implementación a nivel mundial de métodos correctivos al estilo de los ya
aplicados en los países desarrollados. Los esfuerzos puntuales tendrán como
límite de sus posibilidades el marco rígido de las condiciones socioeconómicas
de los productores involucrados. Un replanteo del problema a nivel global
requiere que se ubiquen en la mesa de negociación no solo los afectados sino
también quienes tienen la posibilidad de actuar sobre los mecanismos de
regulación del sistema a nivel global. Otros problemas están dando lugar a
negociaciones al respecto (ej.: el clima, también potenciador del fenómeno en
cuestión). Quizás la limitación ideológica más importante a superar es el hecho
de pensar que los conflictos de las áreas sujetas a degradación no son parte de
los conflictos de la sociedad a escala global. La globalización vincula a “los
malos” y a “los buenos” como caras de una misma moneda.
2 - El medio natural
Existen diversas formas con las que el medio natural reacciona ante la
presión de uso ejercida por la sociedad, las que consisten en situaciones de
sobrepastoreo en el caso de las áreas ganaderas (caso de la Patagonia) y
sobrelabranza en el caso de las áreas agrícolas (pampa ondulada argentina).
“En general, el sobrepastoreo afecta la partes más sensibles de las
comunidades vegetales. Una vez que desaparece la cobertura vegetal, el suelo
expuesto induce una demanda evaporativa elevada en consecuencia de sus
condiciones micrometeorológicas (temperatura elevada, turbulencia, un elevado
déficit de saturación del aire) y, como resultado de una deflación generalizada,
resulta una reducción del perfil del suelo”(Del Valle, 1984). Alrededor de una
aguada, por ejemplo, se inicia un fenómeno de erosión, destrucción de la
cubierta vegetal y destrucción del suelo. La continuación del fenómeno es
biofísico: en lugares de fuertes vientos las partículas del suelo (limos,
arenas, gravas, gravillas) vuelan y se depositan sobre las partes no degradadas,
produciendo un nuevo proceso de destrucción de la cubierta vegetal, mientras que
detrás queda la roca madre sin suelo ni capacidad productiva. El proceso tuvo un
origen social y se convirtió en un proceso biofísico.El párrafo anterior
persigue el objetivo, no necesariamente logrado, de evidenciar el tipo de
procesos que caracterizan la contradicción de relaciones socioeconómicas
asimétricas, las que a partir del empobrecimiento de vastos sectores de
productores generan una contradicción insalvable en la relación entre ellos y el
recurso natural. No es un problema reciente, si bien la introducción del modelo
neoliberal de capitalismo salvaje ha acentuado, hasta extremos nunca imaginados
esta modalidad de relación entre soporte natural y sociedad. En 1984, un grupo
de expertos patagónicos y extranjeros reunidos en un seminario “ad hoc”,
volcaron en un documento fundacional esta apreciación del problema[2].Se verá
ahora de qué fenómenos biofísicos se está hablando y, a los efectos de una mayor
claridad, se consigna una tipología de los principales de ellos que concurren a
la degradación del recurso tierras[3]:
A - Formas eólicas[4]:
1) Lenguas de erosión: son formas triangulares o alargadas, que se extienden
en dirección de los vientos dominantes (preferentemente Oeste – Este), las que
normalmente tienen una cabeza activa o médano de avance, detrás del mismo un
manto de arena y, luego, pavimentos de diversas proporciones. En cuanto a la
manifestación del proceso pueden ser de acumulación dominante, de deflación
dominante y excavadas (la erosión laminar actúa combinada con la deflación,
contribuyendo a la profundización de terrenos arcillo-limosos con baja
proporción de rodados). Existen además formas mixtas.2) Pavimentos: Aquellos que
no pertenecen a lenguas se encuentran ubicados en bordes de mesetas, terrazas
pedregosas y, además, pueden estar relacionados a incendios o potreros
sobrepastoreados.
3) Médanos: Son poco frecuentes fuera de las lenguas y se presentan en forma
areal, pudiendo ser de dos tipos: aquellos que generalmente están cubiertos por
vegetación, con bordes difusos, y aquellos que constituyen macroacumulaciones a
sotavento de las mesetas y terrazas.
4) “Médanos” de arcilla: Se originan en depresiones salitrosas, con drenaje
endorreico, muy típicas de la Patagonia. Debido a la floculación de la arcilla
se producen engrosamientos del terreno por deflación a barlovento de las lagunas
ubicadas en el centro de las depresiones, como resultado de la acción eólica de
los vientos dominantes. Los engrosamientos pueden tener alturas inferiores al
metro, hasta dos o tres metros. Tienen escasa vegetación y son frecuentes
plantas muertas por las sales.B - Formas hídricas[5]:
1) Cárcavas y barrancos: Son formas más o menos ramificadas y de bordes muy
cortantes en pendientes altas a medias. En pendientes suaves, en materiales limo
arcillosos tienden a suavizar sus bordes.
2) Erosión laminar: Se manifiesta en suelos desnudos, formando parte de
pendientes medias a suaves.
3) Surcos: Asociada a las otras formas de erosión comentadas.
C – Mallines o vegasEste es un capítulo aparte debido a la importancia
productiva de los mallines (nombre local de las vegas). Su degradación o
destrucción reduce notablemente la receptividad de las tierras y, como las
formas de erosión comentadas, reconocen su origen en una dinámica impresa por
los conflictos del sistema social que supera la capacidad reproductiva de este
particular ecosistema. Allí, “la degradación se manifiesta por una salinización
generalizada, la aparición de manchones de erosión, excavaciones con
minideslizamientos rotacionales y, a medida que se produce el desecamiento, un
aumento de los procesos de deflación combinados con arrastre laminar del
material de superficie”. (Movia, C., 1987)
3 - Degradación y conflicto social
Es imposible tratar el conflicto económico y sus implicancias sociales en
forma abstracta, con el sólo planteo de marcos conceptuales más o menos
generales acerca del funcionamiento de la economía, sin precisar una situación
concreta. Por tal motivo, en este caso la referencia estará dada por la
actividad ganadera patagónica a que se refiere este trabajo, es decir la
particularidad de un proceso que en sus rasgos esenciales abarca al planeta.
El 90 % de las tierras explotadas son campos naturales de pastoreo, hecho que
evidencia la aptitud natural de las tierras para la cría del ganado lanar. Esta
monoproducción está sujeta, naturalmente, a las oscilaciones del mercado y del
clima. El peso y la calidad del vellón dependen, entre otros factores, de la
buena alimentación del ganado, por lo que el clima repercute en ambas variables,
a las que deben sumarse las oscilaciones de la demanda mundial que se
caracteriza por su fuerte tendencia al comportamiento oligopólico.
También es oligopsónico, en correspondencia, el mercado local. El sistema de
ventas no está institucionalizado y el productor vende directamente en su
explotación o al acopiador local con un margen amplio de desconocimiento de la
evolución de los precios. Es decir que el precio esta fijado en gran medida por
el comprador a través de relaciones consuetudinarias que muchos productores no
se atreven a violar ante el riesgo de no poder vender su producción. Los plazos
de pago varían mucho: Cuando ocasionalmente la demanda tiene un pico se llegan a
producir pagos contraentrega, pero lo normal es que los pagos de la zafra se
hagan entre los 30 y los 180 días, plazos que indirectamente funcionan como
ajustadores del precio percibido por el productor. El productor recibe alrededor
de un 20 a un 25 % del precio internacional. La diferencia es la intermediación
por parte de las empresas de comercialización que no arriesgan capitales
importantes en la medida que pagan luego de su propia venta, pero que tampoco
corren con los riesgos y la proporción de costos fijos de la producción.
En materia de precios se da una extrema dependencia de la demanda
internacional, ya que el 90 % de la producción del país se exporta. Como se vio,
la comercialización de la lana encuentra un mercado de oferentes atomizado
frente a una demanda concentrada en un conjunto de empresas industriales y de
exportación controladas por capitales orientados a operar varios mercados
internacionales, hecho que se traduce en una desigual capacidad de negociación
en la fijación del precio del producto.
Precios orientativos con 55 %
de rendimiento
Fibra
(en micrones) |
1995/96 |
1998/99 |
1999/00 |
2000/01 |
19 |
2,64 |
3,27 |
2,98 |
3,00 |
22 |
1,92 |
1,43 |
1,20 |
1,42 |
27 |
1,53 |
1,24 |
0,95 |
1,12 |
Fuente: SIP
(INTA y SAPyA).
.
El cuadro de precios muestra las variaciones que sufren entre distintas
cosechas, no registra la realidad de los pequeños productores que entregan su
producción a pequeños acopiadores locales, como sucede en el norte de Chubut y
sur de Río Negro, dónde mediante trabajo de campo se ha podido verificar, para
la zafra 1998/2000, precios del orden de los 0,60 por kg. Asimismo, mientras los
precios de las lanas más finas son aceptables, la realidad indica que ese tipo
de lanas (mostradas en el cuadro por las de 19 micrones) están reservadas a
estancias muy grandes, con buena dotación de pasturas, raza mejorada por
perfeccionamiento de los planteles y una dotación de animales acorde con la
capacidad del campo (capacidad de reproducción del sistema ecológico).
Esta situación de conflictos, con vaivenes, se ha estado produciendo desde
1920. La excepción fue el último período de posguerra, en el cual creció la
demanda mundial hasta mediados de la década de los ’60, hecho que mejoró
cualitativamente la condición de los productores. En años recientes, la caída de
la demanda mundial de lanas implicó que Australia implementara una política de
subsidios para preservar la condición socioeconómica de sus productores. En
Argentina, país dónde el subsidio es una mala palabra de la ideología liberal
pero, además, donde el estado no tiene capacidad de otorgar subsidios salvo en
forma puntual, este tipo de solución es impracticable. Por otra parte, una
política de subsidios sería rápidamente aprovechada por las empresas que
controlan el mercado, caracterizado por marcadas asimetrías en el poder de
negociación, con pocos efectos reales en el mejoramiento de las condiciones que
generan la degradación de las tierras. En este caso se verifica una vez más que
las medidas aisladas, no planificadas, con un limitado conocimiento de las
relaciones directas de acumulación que caracterizan al subsistema ovino, son
poco efectivas. Se impone, entonces, no sólo la regulación de las relaciones
sociales de producción, sino también una modalidad de regulación basada en el
conocimiento de las relaciones entre agentes, con alta capacidad de reacción
ante los retornos que sugieren las medidas adoptadas.
4 – Degradación y marco globalNo obstante, el marco global debe estar
presente, sobre todo ahora que el fenómeno de la actual modalidad de
globalización del sistema mundial polarizado despierta tantos adeptos, los que
acaban de descubrir la “novedad” del carácter global del sistema capitalista. Es
importante tener en cuenta que la particularidad del análisis de una situación
concreta, por ejemplo la patagónica, no puede estar desvinculada de los
fenómenos que caracterizan el funcionamiento global del sistema. Esto se conecta
a su vez con la hipótesis más fuerte de esta investigación, cual es que existen
fenómenos (la desertización, uno de ellos) que no pueden corregirse en forma
definitiva sin atar las propuestas de soluciones a determinados cambios en las
manifestaciones del sistema a escala global. Haciendo un paralelo, sería como
pretender preservar el clima del planeta, que también tiene que ver con la
desertización, sin pensar en una acción mancomunada a nivel global. Estos
conceptos se retomarán hacia el final de este documento.La “novedad” de la
globalización no es tal, ya que hace mucho tiempo que el sistema controla los
excedentes a escala global. En todo caso, lo que ha cambiado es la modalidad de
ese control. SamirAmin[6], en una revitalización de la teoría del centro y la
periferia, encuentra al sistema mundial polarizado y por lo tanto globalizado en
dos etapas, la pimera adopta la forma mercantilista y va desde 1500 hasta 1800,
la segunda la denomina modelo clásico y transcurre desde la revolución
industrial hasta nuestros días. En esta última etapa se pueden reconocer
diversos momentos, pero lo más importante a los efectos de este documento es que
la misma estuvo caracterizada por las ideologías de la liberación nacional y de
la modernización a ultranza. Ambas ideas dominantes fueron progresivamente
cuestionadas a partir de la segunda guerra mundial, hecho que dio como resultado
el deterioro del estado-nación y una menor diferenciación entre el centro
industrializado y las regiones periféricas. Paralelamente, se conformó una nueva
forma de polarización, la que reemplazó a la anterior, y es la que ahora se
entiende acríticamente como “globalización”. Esta nueva forma de polarización
globalizada se caracteriza, según el citado autor, por cinco monopolios que son
la manifestación de la relación entre el centro y la periferia.Cabría agregar
que esta forma de relación tiene un subproducto totalmente nuevo en esta etapa
de la globalización: la existencia de grandes grupos totalmente marginales al
sistema social. Los mismos se ubican en la periferia de las grandes ciudades, en
áreas agrícolas y ganaderas fuertemente desertificadas o en proceso de serlo, en
ciudades de frontera (en el sentido amplio de frontera de poblamiento: por
ejemplo, ciudades mineras abandonadas), etc. Estas poblaciones, que son
contingentes muy importantes en el conjunto de la humanidad, son marginales de
marginalidad absoluta, ya que prácticamente viven de los desechos de los
contingentes poblacionales integrados al sistema, en un marco psicosocial de
ideología lumpen.
De los cinco monopolios[7] que direccionan los mecanismos de polarización de
la globalización en su estadio actual, cuatro de ellos están directamente
relacionados con el fenómeno de la desertización:
- monopolio tecnológico
- control de los mercados financieros mundiales
- monopolios de acceso a los recursos naturales del planeta
- monopolios de los medios de comunicación
La sola cita de los mismos supone la necesidad de mecanismos de negociación a
nivel mundial. Pero lo cierto es que estos monopolios, más el quinto que
consiste en el control mundial de las armas de destrucción masiva, han producido
como resultado los mencionados contingentes inmensos de marginales (a veces
abarcan países completos) que sobreviven en base a los desechos del mundo
desarrollado. Contradictoriamente, habitan las zonas más degradadas del planeta,
aquellas que han perdido la capacidad de sustentar su población, o zonas urbanas
que tampoco pueden sustentarlos.
Se trate de poblaciones absolutamente marginales o de productores con cierta
capacidad económica, la pregunta a la generación de excedentes y su acumulación
no puede dejar de hacerse. Paradójicamente, en los países desarrollados el
recurso tierra se protege cada día más, preserva o incrementa su capacidad
productiva y exporta parte de su producción a países de medianos ingresos. Ello
es posible debido a que el sistema social admite la posibilidad de altos costos
que supone una producción eficiente de alimentos, a través del subsidio como
forma de protección de una producción agropecuaria de alta productividad que
permite sostener la calidad del producto, altos rendimientos y preservación del
recurso. Tanto en un caso como en otro, tanto en la pobreza como en la capacidad
de subsidiar producción primaria de manera tal que no implique una degradación
del recurso, la identificación, descripción y explicación del papel de los
agentes en el proceso productivo no puede estar ausente, se trate de procesos
regionales o de mecanismos de acumulación a escala continental o mundial.
Las relaciones que son la consecuencia de los monopolios antes mencionados,
requieren de un análisis más preciso que deslinde la realidad de la ficción
ideológica. Constituiría un despropósito pensar que es posible actuar sobre los
conflictos sociales que se exponen en el apartado 5, si no se cuenta con un
diagnóstico que explique esta parte tan importante para una sociedad regional,
cual es la base que hace posible su existencia.
Cuando los profesionales de la planificación intentan poner alguna
racionalidad en las decisiones económicas, territoriales y sociales, tropiezan
con dificultades que en el fondo son dificultades propias de imágenes-objetivo
contrapuestas, las que refieren a conflictos que se plantean en el marco de la
ideología dominante. Estos conflictos, que aparecen con frecuencia en el momento
de adoptar decisiones racionales, se encuentran ocultos por un velo de
precondicionamientos ideológicos que han fructificado mediante las
contradicciones usuales entre las expresiones de los ámbitos de decisión
política, incluidos sus comunicadores sociales cuando publicitan los hechos
políticos y las acciones concretas de gobierno, que marcan el duro contraste
entre la explicitación de las decisiones y el sentido concreto de las
mismas.
Un ejemplo patético de ello es la continua prédica respecto a las bondades
del modelo neoliberal, el cual es presentado a través de sus éxitos de
estabilidad monetaria y otros no tan demostrables como la presunta recuperación
de la capacidad de inversión, mientras que en su práctica remontan ciertas
relaciones sociales de explotación de la fuerza de trabajo -con sus secuelas de
desocupación, marginalidad social y pobreza- propias de la acumulación
capitalista en los orígenes del sistema. Paralelamente, las bondades del modelo
contrastan con la fuerte tendencia a que los mecanismos de la reproducción
ampliada del capital den lugar a un duro proceso de destrucción de partes
importantes del capital fragmentado -pequeñas empresas-, que resulta en una alta
tasa de concentración del capital en ciertas actividades, algunas de ellas
primarias y otras industriales y de servicios, que afectan profundamente a las
economías regionales. ¿Cómo es posible abordar el conflicto social sin conocer
la razón de la liquidación de pequeñas empresas? También se expresa en forma
habitual que la economía funciona en el marco del libre juego de la oferta y la
demanda que enuncia la ideología liberal, pero en la práctica se ejerce un
poderoso dispositivo regulador que favorece un determinado proceso de
acumulación en el contexto de la fuerte regulación de la economía mundial.
Sucede que el sistema capitalista, como ya se vió, se ha globalizado y
prácticamente no quedan regiones del mundo que se puedan considerar fuera del
sistema, donde la globalización no es un fenómeno reciente (aún cuando haya sido
“redescubierto” recientemente), sino que en realidad debería hablarse de la
modalidad actual del sistema mundial, de aquello que es novedoso con respecto a
la situación anterior[8]. Si en algún espacio existe una sociedad con relaciones
de producción precapitalistas, a poco que avancemos en la circulación de la
producción encontraremos que los productos principales se insertan en el sistema
en el marco de situaciones sucesivas, los que marcan fuertemente la riqueza o
pobreza de una región. Si esto es cierto a nivel de la circulación, mucho más lo
es en los aspectos culturales, en especial el efecto de demostración consumista
de la sociedad capitalista.Es sorprendente que este fenómeno del tema vedado se
dé cuando han pasado miles de años de existencia de sociedades urbanas,
sedentarias. Estas no pueden existir sin algún sistema de acumulación de
excedentes y de división del trabajo[9]. La relación entre la acumulación de un
excedente y las formas en que se canalizan las relaciones de poder en la
sociedad han estado marcando una base estructural, sólida e indivisible, en
todas las manifestaciones políticas a través de la historia. ¿Por qué obviar el
análisis y estudio de la generación y acumulación de excedentes en la sociedad
actual, en el sistema actual? La respuesta tal vez no es tan compleja, pero
puede dar lugar, cualquiera sea la misma, a fuertes rechazos según la ubicación
ideológica del observador.
Es muy sugestivo que la falta de preocupación por este tema se dé en un
momento en que existe una crisis mundial del sistema capitalista, la cual tiene
como manifestación más evidente las nuevas formas de aceptación del capitalismo
neoliberal, que remite al tipo de relaciones desiguales que han sido propias de
los orígenes del sistema. Mucho se podría escribir sobre el problema de la
ideología dominante que interpone bambalinas entre la realidad y el observador.
Es difícil percibir la misma en forma directa. Han surgido teorías recientes que
facilitan esta forma de obviar lo esencial. Balandier[10], por ejemplo,
encuentra la forma cómoda de explicar el crac bursátil de octubre de 1987 en
Wall Street como fruto de una "enfermedad oculta", "reacción delirante",
"psicosis colectiva", etc., más que el resultado de mecanismos concretos propios
del sistema.
Las actividades económicas, que permiten generar y acumular excedentes para
hacer posible la existencia de una sociedad sedentaria y organizada en el mundo,
reconocen en la empresa su unidad de decisión, planificación y organización. "En
el mundo de las empresas reina la desigualdad, el super coloso multinacional y
el taller del artesano, el conglomerado gigante y el pequeño negocio detallista,
el ferrocarril y el pequeño productor parcelario que abandona su minifundio para
buscar un "conchabo" temporario en la zafra o en la vendimia"[11]. Si observamos
que en el conjunto de empresas vinculadas a una actividad se da una gran
desigualdad, es lógico inferir relaciones desiguales.
El ámbito rural tiene actividades principales, dominantes, que en diferentes
ámbitos del sistema social vertebran un conjunto de relaciones entre empresas a
través del eje conductor de un producto principal. Por ejemplo: fruticultura,
viticultura, extracción de petróleo, petroquímica, extracción de hierro,
siderurgia, etc. Las relaciones que se establecen entre las empresas de una
actividad vertebradora son directas y definen los mecanismos de acumulación en
la actividad.
Es usual que estas relaciones directas de acumulación en el conjunto de
empresas vinculadas alrededor de un producto principal definan un sólo ámbito de
acumulación. Como ya se expresó, en el sistema capitalista la unidad técnica y a
la vez unidad de acumulación y planificación es la empresa, pero a través de las
relaciones entre las empresas el conjunto del subsistema se transforma en una
unidad de acumulación, aunque no necesariamente de planificación. Mediante
formas de regulación automática, la condición de existencia de altas tasas de
ganancia en las empresas grandes del mismo está constituida por las bajas tasas
de ganancia de la porción fragmentada del capital desembolsado. Entre las
empresas grandes y pequeñas se establecen relaciones directas de acumulación
(relaciones de carácter monopólico), que se manifiestan en la esfera de la
circulación, y que hacen posible las tasas de ganancias diferenciales que
caracterizan los mecanismos de la reproducción ampliada del capital. En este
sentido, las empresas de capital concentrado tienen una participación destacada
en las operaciones de comercialización de los productos y, consecuentemente,
inciden en la obtención de tasas de ganancia extraordinarias a expensas de la
cesión de ganancias por parte de las pequeñas empresas (aquí el papel de los
precios y los mecanismos para su fijación son una cuestión de poder, dónde gana
el más grande). Es así que normalmente un campesino recibe por su producto el
precio que fijan las empresas de transformación e intermediación en las etapas
avanzadas hasta la elaboración del producto final. La condición de permanencia
en la actividad de las empresas más grandes vinculadas a la actividad en
cuestión, consiste en lograr una tasa de ganancia superior a la media, que
responda a las expectativas que el capital según su dimensión se ha generado).
Pero la unidad de planificación sigue siendo la empresa, y en un supuesto de
falta de mecanismos de regulación por parte del Estado, es dable suponer la
obtención o mantenimiento de esa tasa como estrategia empresaria. Cuando la
"fácil" obtención de una determinada tasa de ganancia mediante el manejo de los
precios genera un mecanismo de deterioro (costos, productividad, calidad de
producto, etc.), la innovación tecnológica queda supeditada a la "facilidad" y
"economicidad" del manejo de los precios en las posiciones que permitan operar
tanto sobre la oferta como sobre la demanda. La consecuencia es que los pequeños
productores bajan sus costos aún a expensas de procesos de descapitalización que
tienen sus efectos en el deterioro del manejo de los recursos, de las prácticas
de manejo del recurso y de la innovación tecnológica, así como en el deterioro
de la calidad del producto. Se inicia así un círculo vicioso que redunda
progresivamente en el deterioro del conjunto social.
Cuando las empresas del sector concentrado del capital no logran la tasa de
ganancia deseada, emigran a otras actividades mediante la realización del
capital desembolsado. Las pequeñas empresas no tienen la posibilidad de migrar y
desaparecen paulatinamente. En el caso de la actividad ovina este problema es de
tal magnitud que ante la baja de los precios ha desaparecido en ciertas partes
de las provincias de Chubut y Río Negro un agente de extrema importancia: el
“mercachifle”[12]. Porque los recorridos de éste dejaron de ser rentables el
agente desapareció, con lo cual los productores ya no pueden llegar con su
producción a un determinado punto para proceder a su venta. Comienza así no solo
la degradación de las tierras, sino también una profunda degradación social.En
uno u otro caso se trata del complejo fenómeno de las explotaciones
subfamiliares -minifundios de subsistencia- en el caso de subsistemas
agropecuarios. Las relaciones directas entre empresas que se ubican en una
posición favorable en el mecanismo de regulación automática del subsistema, con
otras que no ejercen ningún poder, es la base de que exista una acumulación
desigual.
A los productores patagónicos, que se resisten a un destino miserable, les
interesa probablemente saber a qué se deben las tendencias actuales en su
actividad productiva, más que una descripción pormenorizada de las partes del
fenómeno como alternativa a un diagnóstico comprensivo que les informe acerca de
las expectativas que pueden tener con respecto a su problemática, así como las
estrategias que pueden adoptar frente a la misma. Encontrar el instrumento
metodológico adecuado es el desafío académico. El que sigue es un intento
presentado en forma muy sucinta.
5 – Un posible manejo de los conflictos de degradación del medio natural y
socialEstos problemas admiten, como mínimo, dos preocupaciones básicas: una es
aquella que refiere a la metodología adecuada para abordar el estudio de este
tipo de fenómeno; La otra, que refiere a la universalidad del problema, tiene
que ver con la gestión que la solución del conflicto requiere. Esta última, la
gestión, remite a la planificación de las soluciones y a su marco político.
a) La metodología
La ciencia se ha planteado objetos de conocimiento propios de distintos
marcos disciplinarios, los que desde hace dos siglos han permitido entre otras
cosas el tremendo avance de la tecnología aplicada al desarrollo. “El
positivismo y sus adherentes históricos -utilitarismo, pragmatismo, sensualismo,
materialismo, economismo, naturalismo, biologismo, determinismo- es la expresión
filosófica propia de este proceso. Como teoría del saber, niega otra realidad
que no sean los hechos y no investiga otra cosa que las relaciones entre hechos,
negando todo conocimiento “a priori”. Perdió vigencia justamente, cuando se
descubrió que muchas respuestas a distintos problemas no estaban en las partes
del conjunto sino en las interrelaciones de y con la
totalidad,...”[13].Paralelamente se han agudizado los problemas que hacen a una
mejor calidad de vida y a una mayor equidad en la distribución de los recursos.
Entre esos problemas no resueltos se pueden mencionar en términos
generalizadores la destrucción sistemática de los recursos naturales, las
alteraciones ambientales y los tremendos bolsones de pobreza que caracterizan a
diversas sociedades nacionales y a la sociedad mundial. Más o menos
insensiblemente, la ciencia, basada en el paradigma anterior, o más
específicamente en las rémoras del mismo -dicho esto en forma extremadamente
simplificada-, se ha estado proponiendo problemas que podía solucionar desde el
campo disciplinario. Mientras tanto, los principales conflictos de la sociedad
actual han quedado marginados, ya que pertenecen a las amplias zonas grises
entre disciplinas y sólo pueden ser abordados mediante el trabajo
interdisciplinario. Contra dicho tipo de trabajo atenta el paradigma anterior,
que ha hecho de los campos disciplinarios cotos de caza exclusivos dónde no se
admiten opiniones desde afuera de los mismos, y la ideología individualista
propia de la sociedad moderna, que además encuentra en el mencionado paradigma
una expresión coherente.
El diagnóstico comprensivo que aborda los conflictos en forma
interdisciplinaria es una designación posible, ya en uso, apta para el tipo de
conocimiento que apunta al abordaje de problemas que se encuentran en aquellas
zonas grises ubicadas entre disciplinas. Los diagnósticos tradicionales, o lo
que por un diagnóstico se entiende, basados en la forma de conocer propia del
paradigma criticado, no fueron tales, ya que no se propusieron la producción de
conocimiento transdisciplinario. El problema está por lo tanto en el tipo de
producción deseada y si la misma responde a las preguntas que el concepto
diagnóstico sugiere como respuestas. El diagnóstico, concepto con raíces en la
medicina, implica la explicación comprensiva de un objeto de conocimiento
complejo. Si se traslada al ámbito de la planificación, la consistencia del
producto es la síntesis comprensiva del fenómeno, con el correspondiente rechazo
a toda linealidad metodológica. ¿Con qué objetivo? Aquel irrenunciable por el
cual el conocimiento sirve a la toma de decisiones acertadas. El diagnóstico,
para que aspire a transformar los fenómenos propios de las mencionadas zonas
grises que aborda, debe reflejar la realidad de tal manera que la misma no deje
dudas acerca de la transformación deseable.
Por lo contrario, los productos analíticos disponibles marginan en general su
objeto de estudio y evitan inconscientemente apropiarse del mismo mediante la
mera consideración de sus manifestaciones externas emergentes, a veces en
riquísimos ejercicios lógicos de apropiación e interpretación de esas
manifestaciones (generalizaciones empíricas). Sin embargo, la transformación
social para el "desarrollo", para la mejor distribución de los recursos, para su
mejor aprovechamiento social, para la mejor calidad de vida, igualdad de
oportunidades y felicidad de un tramo de sociedad/problema sigue ausente, o
duerme el mejor de los sueños, esperando una interpretación o una respuesta por
parte de la ciencia. Cabría preguntarse por qué existe una especie de baúl bien
cerrado, de temas ocultos, que nunca son abordados y que por lo tanto quedan
siempre sin respuesta.
b) Gestión y planificación
La relaciones desiguales, asimétricas, en materia de generación y acumulación
de excedentes deben ser asumidas en un amplio marco de negociación en el
contexto internacional. El uso energético equilibrado de los ecosistemas es
posible en los países centrales debido a la disponibilidad de capital que supone
su capacidad de acumulación. Pero esa capacidad no es posible sin las
extremadamente grandes transferencias de excedentes que provienen de los países
pobres. Las relaciones asimétricas de acumulación no sólo caracterizan las
relaciones sociales de producción en los países pobres en concordancia con la
asimetría de disponibilidad de capital de las empresas, sino que a escala
mundial se da un fenómeno similar entre países ricos y países pobres. Quizás es
posible ensayar, a través de los problemas de destrucción sistemática de las
tierras productoras de alimentos, un camino de control de los efectos de esta
estructura de dominación.
Para la resolución del conflicto se imponen, entonces, formas de negociación
que impliquen la convergencia de diferentes apreciaciones y formas de ver el
mundo y el conflicto en particular, donde quienes rigen las asimetrías sociales
tienen la mayor responsabilidad. “El completo dominio del problema puede ser
dividido en tres diferentes clases: conflictos en los cuales las partes
comparten la misma visión del mundo, conflictos en los cuales las partes
comparten la misma visión del mundo sólo parcialmente y, conflictos en los
cuales no existen elementos en común. En nuestras sociedades multiculturales,
los conflictos de la segunda y tal vez de la tercera clase están creciendo. El
problema es que las teorías usuales sobre conflictos han considerado usualmente
sólo aquellos de la primera clase. […] La estrategia usual de solución de
conflictos consiste en tratar de brindar un punto de encuentro, esto es,
reduciendo los conflictos de la segunda y tercera clase a la primera. […] El
problema es cómo conseguir este propósito cuando existen visiones del mundo
diferentes.”[14]Mas allá de las implicancias que surgen de este tipo de
análisis, los posibles enfoques para la solución a escala mundial del problema
aquí analizado puede ser el siguiente:
1 – Definición y clarificación de las dimensiones del problema, la que debe
involucrar a los actores del proceso de degradación, los representantes de los
gobiernos regionales y nacionales, así como a las organizaciones internacionales
con capacidad de incidir en la regulación de la distribución y apropiación de la
riqueza.2 – Clasificación de las visiones que los actores individuales
(productores, empresas, etc.) e institucionales (gobiernos regionales y
nacionales e internacionales como FAO, BM, BID, OMC, FMI, organismos técnicos,
ONG’s, etc.) tienen sobre el conflicto.3 – Clasificación de las formas de
expresión del conflicto, especialmente el inmenso mundo de las metáforas usadas
para exponerlo y, el contenido real que de ellas se desprende.4 – Clasificación
de las relaciones asimétricas que se encuentran en el origen del conflicto, de
aquellas que responden al nivel local y de aquellas que responden a las formas
de apropiación de excedentes a nivel global. Incluye la clasificación a nivel
global de tipologías de degradación con especial atención a las relaciones entre
variables socioeconómicas y biofísicas.5 – Clasificación de las formas en que
individuos e instituciones interactúan desde sus propias visiones del problema.
Análisis de las vías posibles de evolución y convergencia hacia una apreciación
global del problema, basada en los elementos de diagnóstico del punto
anterior.Pero la clasificación, que obviamente apunta a desarticular la mentira
de un mundo que representa un espectáculo mentiroso, debe ser, a la vez, acción.
Consiste en clasificar y negociar a la vez. O se replantea la acción de los
involucrados para eliminar los diálogos cruzados o, inevitablemente, el mundo
perderá progresivamente su capacidad de producir alimentos.
Un mayúsculo error sería suponer, desde una posición ubicada en la soberbia
de la tecnología, que se dispone la capacidad de superar las restricciones de
los sistemas ecológicos y aumentar su resiliencia y rango de multiestabilidad.
La realidad social y económica, pone un límite a esta posibilidad. En un
imaginado futuro, podría pensarse que en todo el mundo se puede llevar la
capacidad de producción hasta el límite absoluto sobre la base de manejo y
tecnología. Algo parecido a los polders holandeses. Pero sucede que para ese
momento, más irreal que utópico, no existirá ni sociedad ni tierra fértil o
superficie transformable en tierra fértil. La alternativa es construir
relaciones distintas a escala mundial. Fenómenos como la desertización y
aquellos propios de la atmósfera pueden ser un punto de partida para comenzar a
construir relaciones más igualitarias.
A escala planetaria y continental, la acción de organismos internacionales
como FAO, PNUMA y CEPAL está encaminada a alertar sobre el deterioro de las
tierras, proponiendo metodologías y recomendando el intercambio riguroso de
experiencias y resultados. A escala nacional muchos países han tomado
determinaciones orientadas a la acción, tales como la Ley argentina n° 22428 de
fomento a la conservación de los suelos. No obstante pareciera que los
resultados son hasta ahora poco promisorios.
Un escenario para discutir
Los mecanismos de negociación deben aceptar que la realidad es cambiante no
sólo porque las decisiones tomadas desde el control de los monopolios
mencionados, sino también porque ésta tiene su propia dinámica, su propia
dialéctica y, por lo tanto, la negociación es tan permanente como la acción que
rectifica los cambios estratégicos. No parece posible que la rectificación de
los procesos de desertización pueda ser posible si la acción se encara puntual o
regionalmente, sino en el marco del redimensionamiento de la producción
agropecuaria de las zonas degradadas a escala del mundo. Para ello es necesario
establecer un nuevo sistema de relaciones basadas en compensaciones medidas
sobre la base de un balance energético de los ecosistemas utilizados[15], nuevas
relaciones económicas que restituyan la capacidad productiva de los ecosistemas
en todo el mundo.
* Profesor Titular del Departamento de Geografía de la
Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, Patagonia, República Argentina.
[1] INTA: Programa 39, Estación experimental de San Carlos de
Bariloche, 1980.
[2] Se trata del seminario “Metodología regional patagónica del
proceso de desertización”, relizado por el Departamento de Geografía de la
Universidad Nacional del Comahue, coordinado por el autor de este
trabajo.
[3] Movia, Clara P.: Metodologías aplicables a la evaluación de
la desertificación en la Patagonia, en de Jong et al. (Coordinador y editor),
“Seminario: Metodología regional patagónica del proceso de desertización”, Dep
de Geografía de la U. N. del Comahue, Neuquén, 1987.
[4] Chiozza, Elena (directora) y de Jong, G. M.(coordinador de
los capítulos de la región patagónica): El país de los Argentinos, Centro Editor
de América Latina, Buenos Aires, 1976. Allí ya se decía: Las áreas más
severamente afectadas por la erosión eólica se localizan en el centro y norte de
Santa Cruz y en el sur de Chubut. Una imagen vívida de la magnitud de la erosión
eólica nos la da el siguiente hecho: en Ricardo Rojas, provincia de Chubut, zona
activa, las cantidades de arena recogida en recolectores ubicados a 0,80 m del
suelo oscilan entre los 0,350 y 5,400 kilogramos en verano.”div>[5] Ibidem:
“Focos de erosión típicamente hídrica se presentan en toda la región, pero
especial intensidad asumen el sudoeste de Trelew (Chubut), sudoeste de Puerto
Deseado (Santa Cruz) y Valcheta (Río Negro).[6] Amin, Samir: El futuro de la
polarización global, en “Realidad Económica” N° 130, Instituto Argentino par el
Desarrollo Económico, Buenos Aires, Marzo de 1995.
[7] AMIN, Samir: Op. Cit., 1995.
[8] Ibidem.
[9]-SANCHEZ, Joan E., La geografía y el espacio social del
poder, Los libros de la Frontera, Amelia Romero, Barcelona, 1981.
[10]-BALANDIER, G., El desorden: la teoría del caos y las
ciencias sociales, Editorial Gedisa, Barcelona, 1990.
[11] Levin Pablo: El diagnóstico de subsistemas, CFI, Buenos
Aires, 1974, Inédito.
[12] Término que designa en la Argentina a una especie de
comerciante que se relaciona con los productores, a quienes visita en su pequeño
camión, a través del trueque. Recibe lanas y cueros que trueca por mercaderías
(alimentos y ropas) para el consumo de los productores. Luego, él se encarga de
vender a los acopiadores locales el fruto de sus correrías y comprar nuevos
productos manufacturados para una nueva ronda.
[13] de Jong, Gerardo M.: “Acerca del problema metodológico en
Geografía”, publicado en Boletín Geográfico, N° 8, Departamento de Geografía,
Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, Julio de 1981.div>
[14] Nudler, O.y Wedge, B.: In search of a theory for conflict
resolution taking a new look of world views analysis, en ICAR Newsletter,
publicación del Instituto de análisis de conflictos y su resolución de la
Universidad George Mason, Fairfax, EUA, Vol. 5, N°5, 1993.
[15] Joan Martinez Alier et alia: La ecología y la economía,
Cap. 8 La crítica de Soddy a la teoría del crecimiento económico, Fondo de
Cultura Económica, México, 1993.
Ponencia presentada en el Tercer Encuentro Internacional
Humboldt. Salta, Argentina. Octubre de 2001.