Evolución del concepto de región ante la
emergencia del ciberespacio.
Elementos para un debate actual.

Dr.
Gustavo D. Buzai
Centro de Estudios
Avanzados – UBA
Introducción
Desde la aparición de la
geografía como ciencia humana, a finales del siglo XIX, y la iniciación de un
primer período paradigmático en nuestra ciencia, como lo fue la “geografía
regional” de principios del siglo XX, no se ha podido llegar a un acuerdo
–universalmente aceptado- acerca del concepto de “región” como objeto de estudio
unificador de nuestra disciplina.
Fueron evidentes los
esfuerzos para definirla, sin embargo, el problema inicial fue ontológico, ya
que la discusión se centraba nada más y nada menos, en su existencia. Mientras
para algunos geógrafos la región existía y era precedente a la mirada del
geógrafo, para otros había que construirla.
Durante todo el camino
seguido a lo largo del siglo XX los sucesivos paradigmas que fueron dominando
las visiones de nuestra disciplina por períodos de aproximadamente 20-25 años de
duración se han ido incorporando al debate regional.
La “región” como núcleo
central de nuestra ciencia propició además la discusión de aspectos relativos a
los objetos y métodos de estudio, a la dicotomía entre geografía física y humana
y, a la visión de escalas generales y regionales, puesto que su abordaje
implicaba determinadas formas de acceder a la realidad. Dos trabajos actuales
realizan importantes reflexiones desde nuestro país sobre el carácter
paradigmático de la diferenciación regional y su relación con la geografía en
diferentes escalas (Barsky, 2000; Baxendale, 2000).
Hoy, a principios del siglo
XXI, el concepto regional experimenta una revalorización desde diferentes
posturas. En el presente trabajo llegaremos a mencionarla en cada una de ellas,
pero pondremos principal atención en el impacto que proveen las actuales
tecnologías digitales para su desarrollo, surgiendo nuevasrelaciones entre
espacios reales-virtuales, es decir, en el camino que va hacia su incorporación
en el ciberespacio.
Un concepto de “región”
que comienza a manejarse a través de las computadoras personales en el interior
de una Geografía Global (Buzai, 1999) que hoy está al alcance de todos.
La región existe en la
realidad
El paradigma de la “geografía regional” se apoyaba en la existencia a-priori
de las regiones geográficas. Era un entorno vivencial instalado en la percepción
de los habitantes y en este caso el geógrafo debía actuar como un estudioso que
debía descubrirlas.Algunos autores afirman que el territorio francés fue
favorable para el surgimiento de esta perspectiva ya que sus características
físicas y una larga tradición histórica decantaban espacios mentales bien
conocidos por todos.
En este sentido, luego de su descubrimiento, es decir, luego de encontrar sus
límites, cada región se estudiaba profundamente en todos sus aspectos físicos y
humanos, llegando a grandes inventarios que daban lugar a importantes
monografías geográficas. Lo cierto es, que estos tratados consideraron a la
región como objeto de estudio de nuestra ciencia y se privilegiaron los aspectos
físicos como soporte de las actividades humanas en una ciencia que según Paul
Vidal de la Blache (1913), era de los lugares y no de los hombres.
La región existe en la mente
El cambio en el sentido de
los estudios, si bien tiene su origen en la década de 1920 a través de los
estudios del geógrafo alemán Alfred Hettner, comenzó a producirse por la
difusión –dos décadas más tarde- de los trabajos del geógrafo de Wisconsin,
Richard Hartshorne.
Estos trabajos se basan en el
reconocimiento de que las regiones eran “fragmentos de tierra” para las cuales
se utilizaba una gran dosis de arbitrariedad al determinar sus límites en el
espacio. Es el paso que comienza a dejar en desuso el concepto de región para
suplantarlo por el de “área”.
El método regional, entonces,
estaría determinado por aquellos procedimientos intelectuales precisos para la
construcción de áreas y como las áreas podrían ser estudiadas por diferentes
ciencias, la Geografía debía definirse por su método, no por su objeto.
El método geográfico para la
construcción de áreas de basó en el análisis espacial de asociaciones desde un
punto de vista cualitativo. Un procedimiento combinatorio de superposición
cartográfica que conforme se iban asociando mayor cantidad de variables se
definían espacialmente áreas más pequeñas hasta llegar al “sitio”.
La homogeneidad interna de
una región geográfica estaba dada, inclusive, por la arbitrariedad del
investigador.
El concepto de “región”
volvería a ser desplazado nuevamente cuando la construcción de áreas pasó a ser
producto de procedimientos provenientes del paradigma de la “geografía
cuantitativa” de mediados del siglo XX.
La cuantificación en
geografía estaba de acuerdo en que la delimitación de los espacios geográficos
se construye, pero no así en la existencia de una metodología única y distintiva
del quehacer geográfico, sino que el “método científico” era compartido y, en
este sentido, sólo los objetos de estudio pueden definir los diferentes campos
temáticos. Aunque en este caso, desde la primera sistematización de William
Bunge (1962) en su Theoretical Geography, el objeto se trasladó a las
leyes que rigen las pautas de distribución espacial en una visión netamente
deductiva.
Las “regiones” y “áreas”
ahora se construían a través de técnicas cuantitativas que se aplicaban como
procedimientos clasificatorios, la región como tipología espacial. Partir de
“unidades espaciales” y obtener sus asociaciones a través de procedimientos de
correlación de variables y unidades espaciales en la “matriz de datos
geográfica” propuesta por el geógrafo Brian J.L. Berry (1964) a mediados de la
década de sesenta.
Cabe mencionar que ante esta
concepción las regiones podrían tener o no, contigüidad en el espacio. Las
aplicaciones estadísticas siempre apuntaban a asociar unidades espaciales de
máxima correlación, de esta manera, el compartir límites en el espacio era
simplemente una restricción posible de ser utilizada en los procedimientos de
asociación
La región ante un período
de letargo
Con la crítica al
cuantitativismo los límites puestos en el espacio geográfico cambian de rumbo,
ya que los estudios geográficos cambian su foco de interés.
Surgen en la década de 1970
las denominadas posturas “radicales”, aquellas que estaban radicalmente opuestas
al cuantitativismo de las décadas anteriores. La “Geografía Humanista” (Tuan,
1974) basada en estudios de la percepción apuntaba a un mundo individual en
donde los sentimientos y las aptitudes individuales definían espacios a
micro-escala, mientras que la “Geografía Crítica” basada en desarrollos apoyados
en la teoría marxista, consideraron al espacio geográfico como resultado de las
relaciones capitalistas de producción en una macro-escala (Peet, 1977; Harvey,
1985).
Para ambas perspectivas el
poner límites de regiones y áreas en el espacio geográfico fue tarea secundaria.
Sus objetos de estudio habían transitado otros caminos, el primero, de limitado
desarrollo, hacia aspectos psicológicos, mientras que el segundo, dominante
hasta finales del siglo XX, hacia aspectos principalmente económicos y
sociológicos que en última instancia tendrían sus manifestaciones espaciales.
Aunque, como lo señala Milton Santos (1978) se reconoce una dialéctica en la
cual el espacio geográfico puede imponer condiciones hacia futuro.
La vuelta a la región:
visiones desde el siglo XXI
En estudios anteriores sobre
el papel de la Geografía Global (Buzai, 1999) hemos vislumbrado que los
estudios geográficos actuales se encaminaron hacia tres perspectivas diferentes,
que conviven y que revalorizan posturas ya desarrolladas en nuestra ciencia.
La “Ecología del Paisaje”
principalmente desarrollada en el ámbito de las ciencias naturales, y con el
aporte de geógrafos físicos, revalorizan los estudios de geografí0a tradicional
basándose en las relaciones ecosistémicas con soporte regional. Una buena
sistematización de esta perspectiva pertenece a Richard Forman (1995).
La “Geografía Postmoderna”,
sistematizada inicialmente por el geógrafo de California Edward Soja (1989),
intenta incorporar a la tradición marxista toda la visión espacial que había
quedado de lado en los estudios del paradigma crítico en detrimento de otras
aproximaciones disciplinarias. Aunque, cabe aquí mencionar, apunta a la
construcción final de una “Teoría Social Crítica” propuesta en los estudios de
Anthony Giddens, que en última instancia incluye a la Geografía en el conjunto
de las ciencias sociales como proveedora de conocimientos espaciales.
La “Geografía Automatizada” ,
con un esbozo de sistematización inicial realizada por Jerome E. Dobson (1983,
1993) y cuyo debate ocupó números especiales de la revista The Profesional
Geographer, intenta poner en el foco de la discusión el impacto de la
inclusión de las modernas tecnologías digitales en la investigación geográfica
actual, siendo que un intento de sistematización apareciera dos años más tarde
(Pickles, 1995). Esta tercera línea es la que será analizada a continuación.
La región digital en el mundo real
Las tecnologías
digitales actuales revalorizan claramente, a través de los procedimientos de
análisis utilizados, dos de los procedimientos de análisis regional mencionados
en este trabajo, y que evidentemente apuntaban a la construcción de
regiones:
q
Desde un punto de vista cualitativo, los aportes de una construcción de regiones
por superposición temática mediante el uso de Sistemas de Información Geográfica
(SIG) de estructuras raster, al estructurar cada variable incorporándola
a valores numéricos de diferenciación.
Un ejemplo
clásico son los procedimientos booleanos que permitirán determinar áreas
de aptitud en el espacio geográfico mediante la combinación temática de diversas
variables. En estos casos cada variable individual tendrá dos áreas: 0 (sin
aptitud) y 1 (con aptitud), que a través de una multiplicación utilizando todas
las capas temáticas mostrará restultados: 0 (dónde haya alguna variable sin
aptitud) y 1 (solamente donde se encuentre una aptitud combinada en todas las
variables).
Estos
procedimientos pueden ampliarse a través de la cuantificación en una combinación
lineal ponderada (WLC) en las cuales se determine un valor de ponderación de
acuerdo a la importancia de cada variable en la problemática total que pesaría
un 100%. De esta manera unas variables se compensarán sobre otras en un riesgo
medio de localización. Ambos procedimientos se incluyen en las iniciales
aplicaciones de evaluación multicriterio (Eastman, 2000).
q
Desde un punto de vista cuantitatativo, los aportes de una construcción de
regiones se produce mediante la aplicación de procedimientos estadísticos a
través del uso de Software de Análisis Estadístico (SAE) en la matriz de datos
geográfica: original, estandarizada y de correlaciones (de variables y espacial)
(Buzai y Sánchez, 1998).
Un ejemplo
son los procedimientos de Linkage Analysis que parten de la matriz de
correlaciones para obtener áreas sin contigüidad espacial, el Cluster
Analysis que provee la posibilidad de realización de un procedimiento
interactivo al cual se puede incorporar la restricción de contigüidad espacial y
el Análisis Factorial para la búsqueda de factores subyacentes al
comportamiento multivariables del espacio geográfico y la determinación de áreas
a través de los puntajes factoriales. En esta línea es clásico el aporte de
Waine K.D. Davies (1984) y en nuestro medio el libro de Joaquín Bosque Sendra y
Antonio Moreno Jiménez (1994).
No debe
olvidarse, que si bien el único procedimiento que brinda una solución única es
el primero, los siguientes presentan una flexibilidad para la determinación en
la cantidad de regiones o en la cantidad de factores que muchos autores las
consideran como “la subjetividad de los métodos objetivos” y en este sentido el
análisis espacial cuenta con la mayor riqueza al ir construyendo paulatinamente
la historia evolutiva del resultado final (Haggett, 1977). Un ejemplo es el
corte (o los cortes) deteminado en un dendrograma de correlación
espacial.
La región digital en el mundo
virtual
En la actualidad las
tecnologías digitales hacen que la región pueda ser pensada en un nuevo mundo,
ya que se puedan definir dentro de un nuevo espacio. A mediados de la década del
ochenta, el escritor de ciencia ficción William Gibson (1998) utilizó por
primera vez el concepto de “ciberespacio” como “una alucinación consensual
experimentada diariamente por billones de legítimos operadores en todas las
naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos… Una
representación gráfica de la información abstraída de los bancos de datos de
todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable.
Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y
contelaciones de información. Como luces de una ciudad que se aleja…”.
A partir de
esta perspectiva, el ciberespacio se considera como una matriz (the
matrix) electrónica de interconexión entre bases de datos digitales ubicados
en cualquier lugar del mundo y conectados a través de una red (actual Internet).
Es un nuevo espacio que se superpone cada vez con más fuerza a la geografía real
de los paisajes empíricos.
En este sentido, el siglo XXI nos presenta nuevas perspectivas en el marco de
la cibercultura y la simulación digital.
Un nuevo campo de aplicación, la “Cibergeografía” se presenta entonces, como
el estudio de la naturaleza espacial de las actuales redes de comunicación y los
espacios existentes entre las pantallas de las computadoras (Dodge &
Kitchin, 2001). Los estudios posibles incluyen una gran variedad de fenómenos,
desde los puramente materiales como el estudio de la distribución espacial de
las infraestructuras físicas de comunicación hasta los más abstractos como la
percepción humana de estos nuevos espacios digitales.En esta línea conviene
comenzar a pensar como serán las nuevas regiones se nos presentarán a la
vista.
Los chats en 3d presentan una simulación perceptual en la cual el operador
puede tomar las características de un avatar y a través de él recorrer un nuevo
mundo de simulación digital. En este sentido, es indudable que las perspectivas
de una geografía empírica (tradicional y humanista) se verán representadas. Los
espacios locales presentarán una fricción en la acción y son ellos los que lucen
a la vista.
Los nuevos espacios virtuales, en su organización y la imposibilidad de
fricción física han comenzado a tomar características ideales desde un punto de
vista de la geometría espacial. Algunos creadores de mundos virtuales como ViOS
(http://www.vios.com/) han comenzado a realizar sus aplicaciones llegando a
conceptos de la “teoría del lugar central” en un mundo ideal de ciudades para la
búsqueda de páginas Web relacionadas con palabras claves. Aunque otros como
Alpha Worlds (www.activeworlds.com) intentan representar los impedimentos que
brindan las leyes espaciales del mundo real. Algunos de estos mundo pueden ser
hoy visitados personalmente a través de los modelos 2000-SD, 2000-SU, 1000-SD y
1000-CS de la empresa inglesa Virtuality, que pueden llevar al usuario a tanto a
un vuelo realístico sobre ciudades específicas o a una caminata por el suelo
marciano como en “Total Recall” (llevada al cine como “El vengador del futuro”)
del escritor de ciencia ficción Philip Dick.La relación entre estos espacios
virtuales y reales sufre algunas tensiones e ingresar al ciberespacio puede
llevarnos a un espacio de extremo control, por lo menos eso es lo que indica el
recorrido de los flujos comunicacionales por la red y su vinculación con las
metodologías aplicadas para una televigilancia global (Buzai, 2000).
Nuevas regiones se abren a nuestra vista y nuevas relaciones socioespaciales
requieren aún de conceptualización. Mientras tanto, desde la tecnología SIG, los
módulos de análisis 3d de la actualidad, acercan las dimensiones de la región
digital mencionada en este trabajo.
Síntesis final
A lo
largo de esta presentación hemos realizado una exposición introductoria acerca
de los cambios en el concepto de región que se han sucedido a partir de que la
geografía quedara definida como ciencia humana y un camino de más de un siglo en
el cual queda demostrada la imposibilidad de llegar a una definición única de
este objeto de estudio.
En
nuestra ciencia, nunca un nuevo paradigma ha podido desplazar al anterior, por
lo tanto, en la actualidad son tres las perspectivas que confluyen revalorizando
aspectos de las anteriores y viéndose cada vez más como complementarias, no como
contradictorias a la usanza del período de la “modernidad”.
En este
contexto, las tecnologías digitales comienzan a ocupar un lugar de importancia
en la re-significación de muchos conceptos geográficos. Particularmente en el
caso del concepto de región, se revalorizan procedimientos numéricos de aspectos
cualitativos y aspectos cuantitativos de construcción clasificatoria, ambos en
el nivel de operatividad sobre el mundo real.
Por otro
lado, encontramos la aparición emergente del ciberespacio y la definición de
nuevos espacios que se encuentran entre las pantallas de la computadora para
mostrarse a través de cada vez más realistas simulaciones digitales en tres
dimensiones.
En la
primera línea serían los paradigmas tradicional (actualizado por la visión
racionalista) y cuantitativo aquellos que quedan revalorizados, mientras que en
el segundo caso se verifica un alto componente matemático con la finalidad de
apuntar a la percepción, mientras que las pautas geométricas de localización
vuelven a cobrar un peso relevante (ante la emergencia de un verdadero espacio
isotrópico).
Esta
perspectiva ideal que propicia el ciberespacio no está exenta de peligros y
aparece con similares vicios de control verificados en cualquier nivel de la
organización social, con la diferencia de que se ha llegado a niveles de control
de televigilancia global jamás pensados.
Para finalizar y volviendo a la utilización del concepto de región para
actuar sobre la realidad podemos afirmar que desde esta perspectiva el
cuantitativismo está siempre presente, aunque este sería incompleto para acceder
a explicaciones globales de la realidad si es que no se consideran otras
perspectivas. También lo considero de forma inversa desde cualquier otra
perspectiva.
La construcción de regiones mediante técnicas cuantitativas aparece
actualmente como una posibilidad concreta para el trabajo geográfico ya que las
tecnologías digitales han posibilitado aplicaciones que antes se reservaban
solamente aquellas instituciones con alta capacidad de financiamiento
(conocimientos, equipamiento y tiempo). Consideramos que se deben aprovechar
estas posibilidades para lograr las explicaciones más completas de la realidad
regional.
Ante esta visión reconocemos que la verdadera capacidad académica del
geógrafo actual quedaría expresada ante una confluencia paradigmática en la cual
pueda tomar de cada postura teórica aquellos aspectos que considere positivos
para el abordaje de su objeto de estudio. El mundo actual ha llegado a altos
grados de complejidad y solamente una verdadera amplitud de criterios puede
dirigirnos hacia las mejores soluciones. Es un tema para seguir pensándose.
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