HACIA UNA DELINEACION METODOLOGICA
PARA ABORDAR REPRESENTACIONES
LITORALES
VILLAR,
María del Carmen
Univ.
Nac. de Mar del Plata-
Grupo
Investigación Ambientes Costeros
Dpto. de Geografía- Facultad
Humanidades
-
Este trabajo
forma parte del proyecto de investigación plurianual:“Procesos de valorización espacial en el
litoral marítimo bonaerense” comenzado a ejecutar -durante el año en curso-
por el grupo de Investigación Ambientes Costeros de la Universidad Nacional de
Mar del Plata.
El
objetivo central del mismo es reflexionar sobre diferentes representaciones
históricas del litoral en general y del litoral marítimo de la provincia de
Buenos Aires y el marplatense en particular. En este sentido se ha avanzado, en
primer lugar, respecto a ciertas consideraciones teóricas involucradas como
componentes principales de la temática, tales los conceptos de paisaje y de
representación. En segundo término, se ha intentado delinear una metodología “ad
hoc” tendiente a abordar la cuestión ,donde se ha vislumbrado como relevante la
incorporación de distintos tipos de miradas según el contexto
histórico-cultural, según los actores sociales involucrados, según los usos del
mencionado espacio y según los dispositivos/medios de comunicación sociales
disponibles que contribuyen a conformar las representaciones dominantes, dentro
del contexto temporal extendido hasta las primeras décadas del siglo
XX.
INTENCIONALIDAD
Y ENCUADRE TEÓRICO-CONCEPTUAL:
1. Propósitos:
Este trabajo
forma parte del proyecto de investigación plurianual: “Procesos de valorización espacial en el
litoral marítimo bonaerense” comenzado a ejecutar -durante el año en curso-
por el grupo de Investigación Ambientes Costeros del Departamento de Geografía,
Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del
Plata.
Nuestro objetivo
es comenzar a reflexionar sobre las representaciones sociales con el propósito
de perfilar algunas representaciones históricas dominantes del litoral marítimo
bonaerense en general y del marplatense en particular y de analizar dichas
imágenes individuales y colectivas con la convicción que, las mismas, nos
ayudarán a comprender porqué el mar, lo costero, el espacio litoral (en
definitiva) no es percibido actualmente como un espacio substancial de la
“curricula” nacional. Dado la faz inicial del trabajo, sólo presentaremos
algunos avances teóricos y metodológicos.
Para comenzar a
incursionar en las representaciones litorales, debemos explicitar, en primer
lugar, qué entendemos por litoral, aunque no sobreabundaremos en este aspecto,
ya explicitado suficientemente en otras presentaciones y por otros autores . En tal sentido
diremos –sucintamente- que los espacios
litorales constituyen una interfase entre dos mundos: el acuático (marino y
fluviomarino) y el continental; esta yuxtaposición -que genera
complementariedades pero tambien rupturas tanto en el orden natural como en el
social- tiene un espesor que
incluye una porción de tierra cercana al agua y una porción de agua cercana a la
tierra. Un espacio litoral concierne a toda región situada sobre la influencia
directa e indirecta del mar, según lo expresan P.Baud, S. Bourgeat y C. Bras
(1997) .
En una segunda
instancia de aproximación, abordaremos el análisis del espacio litoral como espacio representado. En este contexto,
debemos dejar en claro nuestra posición respecto a los conceptos de representaciones de las sociedades y el de paisaje, puesto que ambos se
constituyen en los dos componentes fundamentales de dichas representaciones
litorales .
2. Acerca de las
representaciones:
En principio
diremos que, primordialmente, entendemos por “espacio representado” a aquel espacio
imaginado por los hombres; es el “producto y proceso de una elaboración
psicológica y social de lo real”. La expresión
“espacio representado” se distingue de la de espacio percibido porque esta
última apela a los mecanismos sensoriales, mientras que la representación de un
espacio compromete la historia del individuo, sus referencias y por
consiguiente, las componentes socioculturales.
La mayor parte de
los autores que han incursionado sobre la temática de las representaciones
distinguen entre “espacio perceptivo” y “espacio representativo” . Según Guy Di
Méo , para J.P. Sartre
“el espacio perceptivo” es aquel que queda atado a las formas del mundo
sensible, mientras que “el espacio representado” (transformado luego en “espacio
imaginado”) deviene en algo mucho más abstracto al elemento topográfico
privilegiado por la “percepción”, dando lugar a “una homogeneidad ilimitada, sin profundidad
y sin leyes, sin planes sucesivos”; de allí la distinción y el
complemento.
Guy Di Méo
también considera que, en las representaciones, encontramos tres ingredientes
indispensables: 1) el objeto de la percepción y de la representación (la
materialidad, lo real) 2) el sujeto como individualidad psicológica con
resoluciones propias y 3) el sujeto como ser social, con sus habilidades,
hábitos, códigos y aprendizajes sociales. Y que, esta manera de entender a las
representaciones presenta homologías con el siguiente postulado emitido por V.
Berdoulay: “el espacio geográfico puede
ser conocido como una construcción compleja donde intervienen el sujeto, la
realidad espacial terrestre y sus representaciones”
·
Representaciones
individuales y/ó representaciones colectivas:
En
nuestras apreciaciones partimos apoyándonos en la interpretaciones que E. Lamo
de Espinosa, J.M.González García y C. Torres Albero hacen de parte de
la teoría de Emile Durkheim, en el sentido de considerar al hombre con su doble
naturaleza: como ser individual y como ser social. Estos autores expresan que
Durkheim cree en la fuerza de la
conciencia colectiva sobre la conciencia individual, “en la realidad sui generis que
posee la sociedad, con sus caracteres propios y superiores a los del
individuo”
. Así, las
representaciones sociales no se reducen a la simple
suma de las representaciones individuales, como ninguna sociedad es un puro
aditamento de individuos. La
sociedad produce fenómenos que son diferentes y de mayor riqueza que los que
existen en las conciencias individuales; la sociedad -como sistema de fuerzas en
acción- se logra imponer a los propios individuos, determinando formas de
actuación y de pensamiento. La dicotomía entre el individuo -sociedad se
manifiesta en la consideración bidireccional entre el conocimiento individual y
el conocimiento colectivo, teniendo por resultado- el primero – la generación de
un conjunto de sensaciones que los objetos / fenómenos producen sobre los
sentidos del hombre a partir de las cuales se pueden construir imágenes y
representaciones individuales. Claro que, según la creencia durkheimiana, estas
sensaciones productoras de imágenes y representaciones que devienen de la
relación cotidiana entre el hombre y los objetos, no tendrían sentido si el
individuo no pudiese comunicarlas a través del lenguaje, de los conceptos y de
las categorías colectivas que lo
anteceden y lo perviven (o sea, que no son de su propia creación). Las
sensaciones, las percepciones, las imágenes, las ideas, las representaciones
individuales existen, pero ellas, dependen de un conocimiento que trasciende lo
individual y que se ha construído mancomunadamente a través de varias
generaciones.
Se pone, así, en
evidencia las diferencias entre las representaciones y los conocimientos
individuales y los colectivos. Mientras que el conocimiento individual solo
adquiere significación en un contexto comunicacional (y ello sólo es posible a
traves de un lenguaje y de unos conceptos que van más allá de lo individual), el
conocimiento colectivo depende de las cualidades grupales y nunca se restringe a
la suma de los conocimientos individuales.
Las
representaciones colectivas son, entonces, producto de una concurrencia y
colaboración social que se extiende
espacial y temporalmente a través de los hombres, y se imponen sobre el
individuo con fuerza y eficacia .
Expresan Lamo de
Espinosa y coautores que Durkheim discurre, además, sobre los aspectos creativos
de las representaciones colectivas del mundo exterior, diciendo que si –de
alguna manera- pudiésemos “observarlas objetivamente”, probablemente se nos
revelarían como incongruentes con la realidad material externa. Y esto es así
porque las representaciones colectivas, en el proceso de relacionamiento con las
cosas, tienden a adjudicarle a éstas atributos/propiedades que a veces son
inexistentes, pudiendo transformar – a nuestro juicio- lo profano en sagrado y
viceversa. No obstante, se remarca la importancia de su fuerza en la
determinación de las conductas humanas.
Los mencionados
intérpretes de Durkheim sugieren que aún las representaciones individuales están
mediadas socialmente, ya que lo que consideramos como percepción individual “está también coloreado y mediatizado por el
ambiente y el grupo social al que pertenecemos, por el momento histórico, por un
marco de referencia social del que es muy difícil sustraerse” porque “los órganos de la percepción humana están
socializados, educados y traspasados de valores colectivos”.
·
Paisaje e
imágenes:
El territorio es
resultado de la paciente estructuración del espacio - tiempo en la cual se
interceptan factores de diferente orden: geográficos, políticos, económicos e
ideológicos; teniendo un carácter dinámico, el territorio evoluciona en forma
contínua al ritmo que le imprimen las mutaciones de sus elementos constitutivos.
Pero además y conforme a lo expresado por Guy Di Méo (op.cit.) el territorio se
traduce en la conciencia humana a través de “ imágenes (representaciones) y de paisajes
familiares, vectores de fuertes
cargas emocionales” que ameritan un
esfuerzo de comprensión.
Pero ¿qué
entendemos por paisaje?: el paisaje
constituye un término polisémico y suceptible de interpretaciones
contradictorias en la medida que designa ó nos remite –según se oriente y
privilegie su uso en el proceso histórico de evolución disciplinar– al mismo espacio ó a la representación de un
espacio.
Según Milton
Santos, el paisaje es un
conjunto heterogéneo de formas fraccionadas de lo natural y de lo artificial,
que no se crea de una sola vez, sino por acrecentamiento y sustituciones, pero
que constituyen la materialización de un instante de la sociedad. Es lo que
vemos pero también lo que sobrepasamos como aspecto cuando interpretamos su
significado.
Expresa
D. Guillemet (op.cit) que, desde el siglo 16 el término “paisaje” fue
adquiriendo diferentes significaciones (a veces contradictorias), pero que
actualmente existe un acuerdo en considerarlo como una percepción de orden
cultural, elaborada a partir de un espacio objeto que es el medio geográfico,
natural y humano.
El
paisaje es, entonces no sólo la “vista” que se nos ofrece, sino también
una “visión” del mundo elaborada por el
sujeto social . Vista y visión que no constituyen la realidad misma sino la
representación de esa realidad, que será percibida de manera diferente según los
individuos y su contexto histórico, cultural, económico, político y tecnológico
.Por lo tanto, un paisaje constituye una
verdadera “representación” que requiere de una lectura y de una interpretación,
puesto que se halla colmada de
valores ideológicos y afectivos.
Para M. Berdoulay
y M. Phipps el paisaje “nace de la intersección de la
realidad material y de las estructuras semióticas” y en ese sentido se
constituiría en un conjunto de signos producidos por la realidad material
(componentes naturales y humanos) que, estando cargados de significaciones son
percibidos por el observador, decriptados – y eventualmente- transformados por
el intérprete según su óptica
socio-cultural.
J.C.Wieber piensa que, por
un lado , existe el “paisaje
visible”, lugar donde los objetos -naturales y/ó sociales- son procurados en
imágenes perceptibles, ofrecidas a la vista, aunque no se los mire o vea. Esa es
una “imagen objetivada” que contiene
“todos los significantes posibles”.
Y, por otra parte, existe “la
determinación del significado” que está hecho por los observadores -
utilizadores del paisaje. Entre los dos, Wieber instala “filtros perceptivos” de distintos
ordenes: filosóficos, fisiológicos, socioculturales, “lugar de todas las selecciones, de todas las
cosas, de todas las creaciones míticas que los utilizadores efectúan y que
influyen sobre su recepción de las imágenes visibles”.
En suma ,bajo el
efecto de la acción humana, el espacio, la materialidad, se organiza en paisajes
que los individuos descubren y resignifican.
HACIA UNA CONSTRUCCIÓN
METODOLÓGICA:
En la medida en
que el paisaje se instituye en una
representación (vista y visión particular y a la vez colectiva de una porción
del mundo elaborada por un sujeto social al que no le son ajenos sus
circunstancias históricas, económicas, políticas, culturales, técnicas e
ideológicas), entonces podremos decir que los atributos de dicho paisaje-imagen
(en tanto representación) dependerán no solo de los objetos naturales y sociales
ofrecidos a la vista y que existen con independencia del observador, sino
también de ciertas características del sujeto:
·
Origen y condiciones del
sujeto (pertenencia a una clase social, extracción cultural,
ideológica)
·
Rol e intencionalidad del
sujeto en el momento de la observación (actividad, actitud, intereses en
relación con el espacio aludido).
·
Localización del sujeto y su
mirada (posición multidimensional relativa) respecto al espacio observado.
·
Oportunidades para realizar
observaciones dejando testimonio de las mismas (posibilidad reproductiva y de difusión de sus
representaciones en un contexto histórico, técnico, económico y político
determinado).
Claro que, si nos
aproximamos al litoral sólo a través de visiones de paisajes, los resultados han
de ser necesariamente reduccionistas puesto que se le otorga al sujeto que
observa y a su mirada una facultad desmedida, corriendo el riesgo de
considerarlo como el único recurso e instancia de constitución de dicho paisaje.
Y es reduccionista porque el observador realiza no sólo selección de
perspectivas, rasgos y configuraciones sino que, en ese proceso de “filtración” define un campo de visión y
– simultáneamente - un campo de exclusión de imágenes, conformando un
paisaje-imagen del que quedan desterrados–con gran frecuencia- los “hacedores” del paisaje.
El conjunto de
signos producidos por la realidad material son portadores de significaciones
diferentes para los distintos sujetos sociales; así la representación de un
observador del paisaje litoral como “espectáculo” será disímil de la de un
“hacedor” del paisaje litoral; el
uno, hará un consumo y una reproducción –la mayor parte de las veces– estética
del paisaje, mientras que el otro forjará “representaciones” paisajísticas
relacionadas con el trabajo; el primero
elaborará representaciones como “espectador” y el segundo como un “actor” al interior de las relaciones de
producción.
¿Cómo proceder,
entonces, como intérpretes para abordar las distintas representaciones
litorales...? Dominique Guillemet recomienda, al
respecto, y en primera instancia “tener
una aproximación sistemáticamente dual, “transitiva” y fundada sobre el uso del espacio”-en este caso, el
uso del espacio litoral- donde se torna interesante la confrontación de las
representaciones de los espectadores del paisaje con las “representaciones” de
los actores del paisaje si tomamos en
cuenta:
·
Que las representaciones de
un observador -en calidad de espectador- estarán canalizadas por el sistema del
cual el observador es copartícipe y estarán imbuídas de las impresiones que la
ideología dominante logra imponer a la sociedad en su conjunto
y
·
Que sólo comprenderemos la
“geografía mental” de los actores del paisaje si consideramos cómo los sistemas de poder – en sus diferentes escalas–
han delineado la configuración del territorio sujeto a
análisis.
El análisis
diacrónico del litoral en general y de su sociedad a través de las
representaciones / “geografía
mental”, requiere de variadas lecturas en la medida que existe una mutación
permanente en las imágenes conformadas, debido a que:
·
sus diversos tramos han sido
intervenidos, transformados y observados diferencialmente a través del tiempo ( diferentes usos, sujetos y
miradas).
·
algunos sujetos –otrora
espectadores- fueron transformándose
en actores, en decisores y otros, fueron
reemplazados.
Para poder
abordar estas representaciones, nos hemos inspirando en la metodología empleada por la historiadora Dominique
Guillemet (op.cit) para el abordaje de las representaciones en el contexto
espacial de la Belle-Ile– en- Mer (Francia), procedimiento que hemos intentado
perfeccionar a partir de las siguientes pautas iniciales:
A. Construir una tipología
de las miradas (según las características
de los sujetos enunciadas precedentemente),
B. Delimitar porciones del
litoral según sus usos, y donde puedan ser
interpretadas las representaciones
consignadas en el punto A y
C. Poner en relación las
consideraciones y categorías anteriores a lo largo del tiempo y sobre la base de una
periodización.
A. En el proceso de construcción de una tipología de las miradas, y de una manera muy
global, podemos reconocer:
·
Representaciones de
Espectadores del paisaje litoral:
Son aquellas
producidas por los sujetos que contemplan dicho paisaje de manera
directa (in situ o a través de dispositivos intermediarios que le permiten estar
en contacto directo -visión sincronizada-) ó de manera indirecta (lectores de
imágenes recabadas por variados procedimientos y distribuidas a usuarios a
través de diferentes soportes y mecanismos; lectores de textos, de mapas,
“testaferros” de las miradas, etc.).
Dentro de esta
categoría podremos precisar distintas subcategorías las que varían conforme
discurre el tiempo (viajeros, exploradores, escritores, fotógrafos, periodistas,
etc.) y según el tipo y forma de perpetuar las representaciones como testimonios
documentales (textos, mapas, fotografías, postales...).
En líneas
generales, se trata de un universo bastante homogéneo donde “las interpretaciones paisajísticas se
imponen al conjunto social por la ideología dominante, en sus dos acepciones: la
de la clase dominante ó la que es cuantitativamente y colectivamente
dominante” ,pudiendo no
ser –ambas- forzosamente equivalentes. Los testimonios documentales de estas
representaciones son tan abundantes como socialmente excluyentes, en la medida
que dejan pocas o ninguna huella sobre los verdaderos “constructores ” del
paisaje, dejando traslucir - las materialidades espaciales de los que forjan la
historia oficial y organizan el territorio.
·
“Representaciones” de
Actores ó “Geografía mental” del paisaje litoral:
Son las generadas
por los que producen, construyen y
transforman directamente
(junto con los
factores naturales) al paisaje, lo hacen.
En el seno de
esta categoría podemos reconocer múltiples actores diferenciados según el uso
que hacen del espacio litoral (pescadores, trabajadores rurales, trabajadores de
la construcción, etc.). Las variaciones en la geografía mental de los sujetos
involucrados, en estos casos, dependerá del grado de su participación activa en
los procesos de cambios suscitados en el uso del espacio (guardando -esto
también- correspondencia con su origen y sus relaciones sociales, en especial
las de producción) y del grado de libertad relativa para poder optar por un
cambio de actividad cuando lo deseen.
En términos
genéricos, se trata de un grupo del cual se cuentan escasos testimonios
documentales impresos, puesto que -en primer término- los sujetos comprometidos
en esta categoría están más ocupados en el proceso de construcción del paisaje
que en el de la contemplación del mismo, ellos “hacen” el paisaje litoral que
otros miran y del cual generan y difunden imágenes donde no están
–generalmente–incluídos los hacedores.
Y contamos con
escasos testimonios de sus representaciones del espacio litoral porque parte de
estas poblaciones fueron –durante una gran porción de la historia- analfabetas y
sin posibilidades de poder apropiarse de los medios de producción, de un tiempo
de contemplación y de la palabra (en el sentido más amplio del término). Se
trata de las representaciones de los individuos y/ó grupos sociales dominados,
dependientes, alejados de las esferas del poder y sólo considerados
–eventualmente- como aspectos pintoresquistas de un paisaje animado, como fuerza
de trabajo o utilizados con fines clientelistas o populistas, de los cuales, sin
embargo, se puede intentar reconstruir su “geografía mental”, sus relaciones con
el litoral a través de diferentes
técnicas y métodos, entre los cuales no están ausentes las interpretaciones de
los periódicos populares, los archivos fiscales, la historia oral y tantas otras
fuentes y procedimientos destinados a “recuperar el testimonio de los de sin
historia”
.
·
Representaciones de
decisores del paisaje litoral:
Son esas construidas por los que detentan
el poder del espacio litoral y lo ejercen a través de diversos
dispositivos.
Categoría
perteneciente a las altas clases sociales e integrada por diferentes
subcategorías jerárquicas que han ido cambiando de medios y métodos a lo largo
de la historia, conforme a las variaciones suscitadas en los escalonamientos
sociales, pero que siempre han procurado el “hacer contemplar” como forma
provocadora de deseos en otras clases sociales, como señales demarcatorias de
pertenencia espacial y de “gustos” -en el sentido de Pierre Bourdieu -, como un
mecanismo de captación de rentas y también como una manera de distinción al
propio interior de la clase dominante a través del doble propósito de “hacer
contemplar” y “contemplarse” (modalidad autoreferencial).
Se debe destacar
que, los arquetipos de esta categoría, disponen de medios de poder político y
económico que son utilizados para apropiarse del espacio litoral y balizarlo con
materialidades emblemáticas que se constituyen en unos medios simbólicos de
legitimación del poder de las clases dominantes. Estas materialidades suelen
motorizar representaciones míticas del espacio litoral forjadas en las mismas
clases dominantes que luego se trasladan a la sociedad en su conjunto
(representaciones del espacio) y, otras veces, inducen –en las clases dominadas-
imágenes que contribuyen a perpetuar la espacialización del poder (espacios de
las representaciones).
Encontramos aquí
testimonios documentales
abundantes, de heterogéneas formas
(textos, archivos
fiscales, folletería, fotografías, postales, videos, etc) que nos devuelven
imágenes donde se hacen visibles ciertas cosas y se ocultan otras no deseables;
estando contenidas en ellas -como en toda imagen- lo manifiesto pero también lo
latente que hay que desentrañar detrás de las estrategias de visibilidad
promovidas por los “gestores de la
apariencia”
En el contexto de
estas tres categoría suele ocurrir que:
·
Los sujetos considerados en
una categoría -durante un momento dado- puedan mudar de categoría -en otro
momento-. El ritmo de mudanzas es contingente, dependiendo mayormente de las
relaciones sociales y, con escasa frecuencia, del azar.
·
Se hallen tipos mixtos, en
la medida en que el sujeto juegue diferentes roles al mismo tiempo, o –sin mudar
de categoría- altere sus representaciones a través del
tiempo.
B. Delimitar porciones del
litoral:
Aquí, la
fragmentación del espacio litoral según los usos dominantes y en cada etapa
histórica se torna imprescindible en la medida en que determina la cualidad (¿y
cantidad?) de las acciones dominantes, las que, necesariamente tendrán un
correlato espacial y temporal con dichos usos.
Y es importante
realizar una fragmentación en base a los distintos tipos de empleos y
aprovechamientos del espacio, puesto que, el uso portuario del litoral no
convocará el mismo tipo de representaciones que el uso recreativo comercial de
las ramblas o el uso de la playa como recurso terapéutico, ó deportista, ó
pasatista. Así tampoco suscitará el mismo tipo de representaciones la costa
"salvaje” más propicia – hoy- a la exploración y al tránsito hacia la “aventura”
que aquella destinada al uso residencial ó industrial.
C. Periodización:
Variaciones temporo-espaciales de miradas y usos:
En esta etapa se
intentarán relacionar los diferentes tipos de miradas sobre el espacio litoral
con los distintos tipos de usos del mismo, con una perspectiva diacrónica de
análisis e intentando una periodización donde sea posible distinguir –en cada
etapa histórica definida por sus rupturas- los tipos de representaciones
dominantes sobre el espacio litoral que privilegian el “contemplar”, el “hacer
”, el “hacer contemplar” y/ó el “contemplarse”.
En esta fase y para la consideración de las diversas miradas se tendrá
presente - en el proceso analítico de cada una de ellas – aquella advertencia
formulada por G. Myrdal ,según la cual “antes que haya una visión se fija un punto
de vista y esto implica valoración” ; valoración
espacial diferencial que habrá que interpretar y que sólo alcanzará a encontrar
significación en el contexto de una periodización situada.
En lo que
respecta a los usos del espacio, se considerará – ante todo – que, siendo “el paisaje un conjunto de formas
heterogéneas, de edades diferentes, pedazos de tiempos históricos
representativos de las diversas maneras de producir las cosas, de construir el
espacio” el mismo es
suceptible a cambios infrecuentes en el tiempo. Pero también se reparará que, los cambios en el uso devienen
de:
a) Las nuevas divisiones del trabajo requeridas
por los modernos modos de producción que necesitan de nuevos objetos y otorgan
valores diferentes a los ya existentes. Así, aunque no haya cambio aparente en
las formas de las cosas, ello no quiere decir que el uso se mantenga, que no
haya cambios en el uso, puesto que una
misma cosa puede ser real –ayer y hoy-
pero no tener la misma significación en los dos momentos por el hecho de tener
otro papel,otra significación en la política, en la economía y en la sociedad. Y
de
b) Los cambios en
los hábitos de los hombres, hábitos que están en permanente transformación.
Dichos cambios en el uso no requieren –necesariamente- de la sustitución abrupta
de un uso por otro.ya que, la mayor parte de las veces, encontramos
sobrelapamiento de los mismos porque ciertos hábitos adquiridos por los hombres
en el pasado –por mediación con la experiencia- se trasladan entre generaciones
a modo de “redes de memoria” ó ,como lo expresa Rupert Sheldrake, a modo de “resonancia mórfica”.
Por último, y recordando que la
intención de aplicar esta metodología responde a dos escalas de análisis
diferentes: la del espacio litoral marítimo bonaerense en general y la del
litoral marplatense en particular, se advierte como necesario un desdoblamiento
de las periodizaciones, en la medida en que los procesos de valorización y
organización espacial del litoral bonaerense han sido diferenciales a lo largo
del tiempo, dando por resultado desarrollos locales desiguales y permitiendo
–actualmente- la convivencia litoral de espacios tradicionales con fuerte
vocación rural, de espacios con tardía vocación turística y de espacios
polifuncionales, que convocan –todos ellos- a variadas y múltiples representaciones sociales.