DESEQUILIBRIOS Y
EXPECTATIVAS.
CONVIVENCIA DE DOS
PROCESOS PRODUCTIVOS DE BASE AGRARIA
EN LA PROVINCIA DE SANTA
CRUZ
María Eugenia Cepparo de
Grosso
CONICET - U.N. de
Cuyo
ABSTRACT
El 77% del
territorio santacruceño está afectado por desertización grave o muy grave. Ha
ocasionado serias consecuencias no sólo en el paisaje natural sino también en la
economía provincial, donde la actividad ganadera extensiva es la más
difundida.
Entre las
alternativas propuestas para recuperar los campos degradados, la reconversión
divergente es la de mayor peso. Entre las actividades con posibilidades de
diversificación, aparecen las relacionadas con los cultivos de frutas de carozo
y hortalizas. En algunos espacios, la producción es reciente, y en otros los
cultivos son conocidos desde hace décadas. Gracias a sistemas de riego
relativamente organizados, han surgido y crecido pequeñas áreas cultivadas en el
noroeste, centro y sureste de espacio provincial. Es así que la actividad
tradicional de Santa Cruz ha comenzado a convivir con otros agentes económicos y
sociales, y otro proceso productivo, en situación emergente pero con
creciente
organización.
El objetivo de
este trabajo es retomar (Cepparo de Grosso, M.E., 1985, 1990, 1994, 1997, 2000)
la larga secuencia de factores estructurales que provocaron sucesivas crisis
económicas sobre el circuito productivo de la ganadería ovina. El fin es
comprender el surgimiento de reducidos “oasis” en un medio con grandes
limitaciones. Limitaciones que obligaron buscar otras alternativas de base
agraria en aquellos lugares con los recursos naturales más apropiados. Por lo
tanto, esta ponencia intenta una
aproximación explicativa de las estructuras territoriales y sociales que
integran estos nuevos y periféricos sistemas agrícolas en la Patagonia
meridional.
Introducción
El 77% del
territorio santacruceño está afectado por desertización grave o muy grave.
Panorama que ha coaccionado serias
consecuencias no sólo en el paisaje natural sino también en la economía
provincial, donde la actividad ganadera extensiva es la más
difundida.
Entre las
alternativas propuestas para recuperar los campos degradados, la diversificación divergente es la de mayor
peso. Entre las actividades con posibilidades de generar una necesaria
diversificación, aparecen las relacionadas con la agricultura intensiva, el
turismo y la minería. En algunos espacios, la producción agrícola es reciente, y
en otros los cultivos son conocidos desde hace décadas como las frutas de carozo
y las hortalizas. Gracias a sistemas de riego relativamente organizados y
microclimas especiales, han surgido y crecido pequeñas áreas cultivadas en el
noroeste, centro y sureste de espacio provincial. Es así que la actividad
tradicional de Santa Cruz, la pastoril, ha comenzado a convivir con otro proceso
productivo, en situación emergente pero con creciente organización; y con otros
agentes económicos y sociales. El desafortunado panorama pastoril y la evidencia
que existen espacios que desarrollan otras actividades basadas, también, en el
uso agropecuario del suelo, fueron la motivación de este
estudio.
El objetivo de
este trabajo es retomar (Cepparo de Grosso, M.E., 1986, 1990, 1994, 1997, 2000)
la larga secuencia de factores estructurales que provocaron sucesivas crisis
económicas sobre el circuito productivo de la ganadería ovina. El fin es
comprender el surgimiento de reducidos “oasis” en un medio con grandes
limitaciones. Limitaciones que obligaron buscar otras alternativas de base
agraria en aquellos lugares con los recursos naturales más apropiados. Por lo
tanto, esta ponencia intenta una
aproximación explicativa de las estructuras territoriales y
sociales que integran estos nuevos y periféricos sistemas agrícolas en la Patagonia
meridional.
Los resultados
obtenidos se alcanzaron mediante el trabajo de campo que consistió en una
primera etapa de observación directa y global, luego en un sistematizado
reconocimiento de las áreas productivas, asociaciones para la comercialización e industrialización,
entrevistas en profundidad a técnicos y profesionales, historias de vida y
encuestas por muestreo a productores. Metodología que cubre la ausencia de
información no sólo estadística respecto de la agricultura en Santa Cruz, sino
también referida a las tendencias al cambio de un modelo ganadero dominante a
otro en vías de diversificación y consolidación. Por otro lado, este trabajo
completa los realizados por diferentes organismos públicos que explican el tema
de una manera general sobre la base, sólo, de informes
técnicos.
Las fluctuaciones de la
actividad más difundida, la pastoril.
Actualmente
existe 50% menos de animales que hace 40 años en Santa Cruz. Sequías cíclicas, nevadas
repetitivas y la erupción repentina del Volcán Hudson que cubrió de una gruesa
capa de cenizas a las 2/3 partes de la provincia en 1991, se suman a las
limitaciones naturales de la Patagonia Meridional provocando consecuencias
desafortunadas.
La reducción de
la cantidad de establecimientos en actividad y de las toneladas de lana
producidas, también manifiestan la gravedad del problema. Desde 1969 fue
decreciendo el número de establecimientos con producción permanente. En ese año
existían 1400 estancias en actividad que pasaron a ser 900 en 1991 y 620 en
1997, de las cuales más del 70% tenían menos de 7500 ovejas, cifra considerada
como mínima para una unidad económica rentable. La cantidad de lana producida
también ha mermado notablemente. De 25.000 tn de lana producidas en 1990,
descendió a 8.000 tn de lana anuales en 1997.
A su vez, las
características de su circuito productivo, hacen que esta actividad sea muy
vulnerable a las crisis de los precios de la lana y de la carne ovina, y a las
competencias de otros productos. Las razones principales son la orientación
unilateral hacia la lana y la falta de integración entre los eslabones de la
cadena productiva. La caída
internacional del valor de la lana y la lucha desventajosa con la producción
subsidiada de Australia y Nueva Zelandia, constituye la mayor preocupación de
los productores.
Por otro lado,
la salida al exterior de la producción continúa realizándose sin procesar debido
a la ausencia de la transformación de la materia prima en la zona. Los pequeños
productores o minifundistas (con menos de 7.500 ovejas o 20.000 has) son los que
se hallan en la peor situación ante los vaivenes económicos y las fluctuaciones
de los precios. La suma de todos estos factores ha llevado a descapitalización
local agravada por el endeudamiento financiero que tienen los ganaderos. La
disminución de la producción y de los ingresos desalientan a los productores
para recuperar los sectores más castigados o para intentar otra alternativa
económica.
La explicación
de este panorama se encuentra en la conjunción de varios factores. Santa Cruz
constituye la provincia más austral del territorio continental argentino y la
segunda en extensión, 240.000 km2. Su ubicación condiciona las características
climáticas, templado-frías áridas, con
vientos fuertes del oeste y polares del sur. Su gran dimensión transcurre
desde los cordones andinos, bajos pero inaccesibles en la mayor parte de su
recorrido, hasta la costa, extensa y escarpada. Dilatadas y secas mesetas,
atravesadas por valles encajados y alóctonos, se extienden entre ambos frentes,
y desde el norte al sur del espacio provincial. Son rasgos que confirman sus
características físico-bióticas extremas y la convierten en un territorio
difícil de poblar y explotar económicamente.
Ante estas
condiciones, y a lo largo de la corta y lenta ocupación del territorio
santacruceño, se han logrado escasas transformaciones socioeconómicas. Circunstancia que acentúa la uniformidad aparente del
marco natural, y de los rasgos económicos, políticos y sociales que conforman la
realidad actual. El manejo del ovino dominó el espacio rural desde que se
organizó el poblamiento hace poco más de un siglo. La tradición cultural de las
primeras ondas de poblamiento, se sumó a las limitaciones del medio para
conducir la explotación económica hacia la actividad pastoril extensiva.
Durante la
primera mitad del siglo XX, la extracción de petróleo y gas dio lugar a enclaves
que no generaron mayores modificaciones en el paisaje inmediato, aunque sí con
influencia en la economía provincial. Mientras tanto el territorio se fue
"organizando", desde el punto de vista urbano, sobre la base de una periférica
red de ciudades articuladas por una elemental infraestructura. Predominaron
las actividades terciarias, con la
administración pública en primer lugar. Es decir con la presencia de un Estado
que proveía trabajo para una mano de obra acostumbrada a la terciarización o dedicada a la
extracción de sus recursos primarios. Sin embargo, la participación estatal fue
arbitraria debido a la lentitud, irregularidad y segregamiento de sus
emprendimientos.
Las influencias
más expansivas sobre la economía provincial las produjo la ganadería. Se
ocuparon tanto los pastizales con buena aptitud ganadera como también los
terrenos donde faltaba o escaseaba la vegetación. El mal uso de los pastos
acrecentó la tendencia a la desertificación que el medio por si solo generaba.
“La mayor parte del paisaje actual santacruceño es fruto de transiciones de las
comunidades vegetales provocadas por la acción del hombre, asociadas a la
degradación del suelo. Las comunidades han perdido las hierbas y gramíneas, que
han sido reemplazadas por subarbustos y plantas en cojín, con grandes
extensiones de pavimentos de erosión. La productividad del sistema ha disminuido
en un 35-40% debido a la degradación producida durante 60 años de
sobrepastoreo”.
Durante casi un
siglo de explotación, las acciones sistemáticas para mejorar los suelos, las
razas o para producir forrajes han sido excepcionales, acentuando la
desertificación, provocando el sobrepastoreo, el agotamiento de los pastos, el
debilitamiento del ganado y el descenso alarmante en la cantidad de cabezas de
ovinos. Una larga secuencia de factores
coyunturales: los vaivenes de los precios de la lana; y estructurales: la
sobrecarga de los campos, fueron generando sucesivas crisis económicas. Los
actores sociales locales involucrados, peones y propietarios, dependen de las
pobres y pequeñas unidades económicas. A pesar de que sus dimensiones tienen
como promedio las 20.000 has, son cada vez menos
rentables.
A las
dificultades mencionadas anteriormente, se agregan las que experimentan las
provincias extrapampeanas, agravadas aún más, en este caso, por el hecho de que
Santa Cruz presenta el problema del
aislamiento y la aridez. La situación socioeconómica y política de la Argentina
ha impactado sobre las economías regionales y provocado discontinuidades y/o
permanencias de procesos que
explican momentos claves de sus desarrollos. La existencia de vacíos
territoriales, especialmente en zonas de fragilidad fronteriza o de
vulnerabilidad ambiental, la escasa
complementariedad de las regiones entre sí y aún de los subespacios interiores
de las mismas, y la ausencia de
integración sectorial y espacial del aparato productivo nacional, se refleja en
el desequilibrado desarrollo regional y en la falta de cohesión territorial.
En fin,
mientras el paisaje pastoril santacruceño continúa presentándose con sus
características de homogeneidad, los procesos permanecen invariables. Existe un
juego desequilibrante entre el espacio, el accionar de la sociedad y el paso del
tiempo, que, sin grandes modificaciones, han configurado un panorama fuertemente
condicionado y monótono. El sistema
socio-territorial pastoril resultante presenta características de marginalidad
reflejadas en el funcionamiento de los elementos que integran sus estructuras.
Hacia la búsqueda de una
nueva estructura productiva.
Un análisis
profundo de los atributos ambientales permitió identificar algunos sectores con
suficientes recursos para fortalecer otro tipo de actividad agraria,
sistemáticamente descartada en la provincia, pero con algunos años de práctica,
la agricultura. Según el censo ganadero 1977/78 , solamente el 22%
de las estancias cultivaban forraje. Eran las ubicadas en los departamentos del
oeste provincial y Corpen Aike en el este. Los primeros porque cuentan con
precipitaciones más abundantes que les permite cultivarlos en secano. El
segundo, porque aprovecha el importante caudal del río Santa Cruz y su
confluencia con el Chico, aunque en una escala muy insignificante con respecto a
lo que podía regarse.
En la amplitud
del espacio provincial, con grandes vacíos de población y con elementales redes
de comunicación, están emergiendo pequeñas y distantes áreas cultivadas que
resaltan en la monotonía general del paisaje. Son intensas manchas de cultivo
con variadas posibilidades productivas que pueden convertirse en focos
generadores de nuevas estructuras económicas, diferentes a la del modelo pastoril
tradicional.
Las tres únicas
localidades que desarrollan cultivos a nivel comercial y con destino provincial,
regional o internacional son Los Antiguos, Gobernador Gregores y Río Gallegos.
Presentan la ventaja que se ubican en ambientes completamente diferentes, es
decir, con variadas posibilidades agrícolas: cerezas y otras frutas de carozo en
la primera, ajo en la segunda y hortalizas en la última.
De los tres
tipos de cultivo, son las cerezas de Los Antiguos, las que presentan las mejores
alternativas debido a los buenos resultados obtenidos en las últimas cosechas, y
su creciente participación en el mercado externo. De ahí que este estudio sólo
se detendrá en esa producción.
La falta de
información rigurosa obligó a elegir en el mismo lugar, el tipo de muestreo más
satisfactorio y riguroso. Con los
planos catastrales como base y según la observación realizada en la primera
recorrida sobre el terreno, se verificó la existencia del reducido espacio
cultivado con variaciones notables entre las parcelas en producción, y con
grandes y dispersos áreas sin ningún tipo de actividad. En estos casos, aplicar
un muestreo aleatorio simple, hubiera significado malgastar tiempo y esfuerzo.
Por ello se
recurrió al muestreo estratégico u opinativo, más apropiado
para realidades con escasos y variados elementos. Las unidades de la muestra no se
eligieron al azar sino razonadamente bajo la supervisión de asesores conocedores
de la realidad local. Sobre la base de
la totalidad de las parcelas en producción se eligieron en forma proporcional
una cantidad determinada de pequeñas, medianas y grandes parcelas según su
última producción y según los fines de la investigación.
Se diseñaron
tres tipos de encuestas según su finalidad: a. a los productores agrícolas para
conocer aspectos relacionados con la actividad y con su representatividad en el
circuito económico de la producción frutícola; b. a los gerentes de asociaciones
o cooperativas para medir su peso en el circuito económico y el grado de
identidad e integración con el lugar;
c. al personal que desempeña
tareas de labranza en las parcelas para medir su peso en el circuito económico y
el grado de integración con el lugar.
El cuestionario
base para los dos primeros agentes se dividen en cuatro grandes apartados, los
tres primeros con preguntas cerradas y el último con abiertas. En total fueron
98 preguntas que demandaban una hora promedio de realización. Las preguntas
formuladas y su sistematización a partir de apartados diferentes, obedecieron a
los objetivos propuestos, y a los elementos que integran el marco ordenador de
los contenidos: las estructuras territoriales y sociales de un sistema
productivo tipo. Es necesario mencionar que en este trabajo se explicará el
accionar de los agentes enmarcados por la escala local solamente.
Una actividad frutícola en
vías de consolidación
El paisaje agrario o la
estructura territorial. Los recursos que le dan vida, la especialización de los
cultivos y el parcelamiento.
Una primera
aproximación al hecho agrario, partió de los elementos formales del sistema
productivo que se visualizan desde varios kilómetros antes de llegar a Los
Antiguos. El color intenso y la frondosidad de la vegetación que actúa como
reparo de los cultivos es lo distintivo en verano, y aún en invierno, si se lo
compara con el marco desértico del relieve chato y monótono de las mesetas. La
mancha intensamente cultivada está alimentada por una organizada red de riego
que nace de dos ríos muy cercanos. Canales y acequias con agua permanente
acompañan a las vías de acceso a la localidad o a los caminos internos. Ya en el
interior del espacio cultivado se observa que el parcelamiento experimenta modificaciones en cuanto a su
disposición y tamaño. Parcelas sin ningún tipo de mejoras cortan con frecuencia
los espacios intensamente ocupados por cultivos al aire libre, la mayoría de las
veces ocultos por las densas cortinas de árboles que también resguardan las
viviendas y construcciones anexas que varían de dimensiones, número y calidad según el destino de la
producción. Las posibilidades u
obstáculos del marco y medio natural completan el estudio de la estructura
territorial.
Los Antiguos,
en el departamento de Lago Buenos Aires, es el asentamiento que concentra la
mayor cantidad de hectáreas cultivadas con frutales en la provincia. Según los últimos datos , son 170 has que
producen cereza, damasco, durazno, ciruela y frambuesa. Las distintas variedades
de cerezas ocupan el 95% de esa superficie que produjo 140.000 kg. en la temporada
98/99, de los cuales 20.000 kg fueron exportados a Europa. Las primeras
plantaciones se realizaron en 1971 y la cosecha inicial fue en 1977.
La localidad se
ubica sobre la margen sur del lago
Buenos Aires, en el valle del mismo nombre, de 1300 has de extensión, recorrido
por los ríos Los Antiguos y Jeinimeni que han formado un cono aluvial con suelos
fluvioglaciales. Estos ríos de régimen exclusivamente nival, han servido para
organizar el regadío. La posibilidad de riego y la presencia de suelos
aluviales, concentrados en los cursos superiores, han favorecido que los
cultivos intensivos se extiendan formando un cono invertido desde el lago hacia
el curso medio de los ríos.
Sobresale de esa mancha compacta, una larga franja de chacras que se
extiende como un apéndice a lo largo del río Los Antiguos hacia el SO. (Fig.1)
La red de
riego, sistematizada a lo largo de 700 has, de las cuales están cultivadas 400
has, tiene 17.000 m de extensión. Las 1170 has potenciales para riego refuerzan
la intención de expandir los cultivos al aire libre , entre ellos los
cerezos, alentados por el buen posicionamiento de esta producción de primicia
y/o de contraestación en el mercado nacional y extranjero. La sistematización
fue organizada por la subsecretaría de Recursos Hídricos de la Provincia, y
mantenida por el Consejo Agrario de Santa Cruz. Beneficia a todos los
productores debido a que su caudal además de ser permanente, es gratuito. Posibilita la
producción de frutales y forrajes; y la expansión de las cortinas cortavientos
de álamos, sauces álamos y coníferas, sin las cuales es imposible mantener las
plantaciones debido a que los vientos del oeste son de regular intensidad. Al
tener una estación estival seca, las plantaciones tienen un alto requerimiento
de agua para su desarrollo, que se lo da el riego. El único riesgo son las
crecidas en épocas de deshielo anegando las chacras, sobre todo las que están
próximas a los cauces; y las heladas que hasta el 30 de noviembre pueden
perjudicar la floración de los frutales y disminuir los
rendimientos.
La influencia
de las masas de aire del Océano Pacífico, que aporta de 200 a 300 mm de
precipitaciones, y la acción
termoreguladora del lago se asocian para que el clima tenga muy buenas
condiciones agronómicas. Debido a la latitud moderadamente alta, 46º 30’, el
lugar tiene días de verano largos, excelentes temperaturas, alta radiación solar
y baja humedad relativa. Además no son
frecuentes las enfermedades ni las plagas, lo que favorece la proyección de las
cosechas en los mercados más exigentes, que con más frecuencia buscan productos
orgánicos.
El aporte del
agua de los ríos mencionados , el tipo de suelo
y el microclima ideal, han
permitido a los pobladores de Los Antiguos, aproximadamente 3000, desarrollar
cultivos de clima templado. Además de cerezos, se producen otros frutales de carozo y
de pepita; frutas finas como frutilla, frambuesa y demás berries; ajo,
forrajeras y hortalizas de hoja.
Las extensas
formas mesetarias y esteparias constituyen la dilatada unidad morfoestructural
que rodea al oasis en formación y detienen su expansión. Son estratos
sedimentarios cubiertos en su superficie por los tradicionales rodados
patagónicos, o formaciones basálticas que acentúan la homogénea aridez del
paisaje circundante, distinguiendo aún más el espacio cultivado de Los Antiguos del resto del panorama
del NO de la provincia. Pastizales
naturales y vegetación xerófila hacen que la actividad pastoril extensiva sea
excluyente en ese entorno.
Según el Censo
Nacional Agropecuario de 1988, la superficie implantada en la provincia con
frutales era de 114,9 has sin discriminar sus tipos. Recién en el
Censo Provincial Ganadero de 1992 se identifica la superficie por tipo de uso de
la tierra por departamento. El departamento de Lago Buenos Aires contaba con
107,80 has de frutales, el 50% del total provincial. 37,50 has correspondían a las cerezas de
Los Antiguos. Informaciones
recogidas de publicaciones del Consejo Federal de Inversiones señalan un aumento
del 25% en la superficie con frutales a escala provincial en 1995 y una
producción de cerezas de 70.000 kg.
Según los datos recogidos en el terreno, en enero de 2000, la superficie plantada con cerezos se
mantuvo estable hasta 1993, a partir del cual se incrementó de 7 a 8 has/año
promedio. En la última temporada 1988/99 existían en el valle 160 has de
cerezas; 140 has de forrajes, especialmente alfalfa; 36 has de otros cultivos; y
el resto con forestación. Es decir que la notable expansión del cultivo de
cerezos y de su producción se ha experimentado en los últimos 7 años.
Son 102
lotes que se extienden entre 1 y 70
has. De los 86 productores del valle, se entrevistó al 12%, los cuales contaban
con superficies totales entre 5 y 70 has.
De las 120 has cultivadas relevadas por este estudio, el 64% está ocupado
por cerezos con rendimientos que varían notablemente, de 2.000 a 10.000 kg /
ha. Valores a partir de los cuales
los productores se clasifican a sí mismos como grandes productores, los que
cosechan más de 20.000 kg / año;
los medianos, los que producen entre 10.000 y 20.000 kg / año; y los
pequeños, menos de 10.000 kg / año.
La mitad de los chacareros encuestados son pequeños productores, cuatro
son grandes; y sólo uno forma parte de los medianos.
El análisis
cartográfico de las mensuras catastrales de la zona de chacras de la localidad,
demostró que se mantiene en líneas generales el cuadriculado original de las
parcelas, no así el tamaño y la disposición. En los contornos de la planta
urbana, la subdivisión ha sido más frecuente desde hace 3 o 4 años. Son antiguas
chacras fragmentadas en lotes de 1 o 2 has con el fin de facilitar el trabajo y
la inversión de los que vienen, en su mayoría, de otros pueblos para intentar la
agricultura. La venta de las tierras la realizan los pobladores que nunca
trabajaron la tierra.
El área de las
mayores explotaciones que superan las 20 has, se extiende a orillas del lago Buenos
Aires entre los brazos del río Jeinimeni y el río Los Antiguos, mientras que la
angosta faja que acompaña al río Los Antiguos hacia SO, está ocupada por chacras
más pequeñas, de 5 a 10 has, alargadas en el sentido del camino vecinal de
tierra que las separa y conecta con el centro urbano.
El tamaño
promedio de las parcelas, de 5 a 10 has,
condiciona el hábitat. Las viviendas están separadas entre sí entre 100 a
500 metros, y a su vez distanciadas de la municipalidad de Los Antiguos, centro
neurálgico del pueblo, desde 300 m
a 5 km. Es decir que a muy pocas cuadras de la calle principal, 11 de Julio, se
produce el paso inmediato entre un espacio adaptado a otro. Del uso residencial
y administrativo de un pequeño asentamiento patagónico, al agrario circundante
sin ningún tipo de transición.
Apretadas
cortinas de árboles constituyen la delimitación preferida de las chacras. En el
interior, los cerezos son plantados en cuadrículas de 6 por 7 o 5 por 4 metros,
separados por calles que también varían de ancho. En general, las nuevas plantaciones o
las que se renuevan permanentemante, se hacen con densidades de 2000 a 2500 plantas por ha. Es el sistema
“vaso español” donde las plantas están distanciadas cada 2 y 2,5 metros. Las
chacras que han conservado el sistema tradicional, cuentan con 400 a 500 plantas
por ha. Estas diferencias anticipan
los procesos actuales que están influyendo en los nuevos o más dinámicos
productores ante los desafíos tecnológicos y de mercado.
Junto a la casa
del dueño que en su mayoría vive en la explotación, aparecen otras
construcciones: la vivienda de la
mano de obra permanente,
generalmente un peón; y otras instalaciones que varían en número y
dimensiones según el proceso que se le aplica a la cereza antes de salir de la
explotación. La complejidad de la infraestructura que poseen las explotaciones
es mayor cuando el productor no forma parte de la cooperativa, es decir cuando
actúa independientemente. En esa caso, cerca de la vivienda, aparecen varios
galpones con cámaras de enfriado, fajas clasificadoras, tambores para la
preparación de la fruta en conserva, herramientas y maquinarias de
labranza.
Otro elemento
característico del paisaje son las colmenas, de 4 a 7 por hectárea,
fundamentales para polinizar los
cerezos. La falta de polinización por problemas climáticos o por abandono
perjudica la producción, al igual que el desconocimiento en el manejo de los
calentadores para impedir los efectos de las heladas tardías. Para este último riesgo climático, la
mayoría de los encuestados están reemplazando el sistema anterior por el riego
por aspersión que disminuye sus
impactos.
En fin, la
actual estructura territorial manifiesta el dinamismo de la superficie cultivada
con cerezos y cambios en el parcelamiento gracias a las posibilidades ecológicas
del lugar. El avance en la utilización del suelo con este cultivo perenne y los
cambios en la morfología interna de las parcelas (aumento en la densidad de
plantas por ha, cambio en la técnica de protección contra las heladas,
modificación en la forma de conducción de los cerezos) significa un mejoramiento
del paisaje. Mientras que otros aspectos formales del sistema agrario ( la red
de riego paralela a las comunicaciones internas ), se suman para estructurarlo
mejor desde el punto de vista territorial, los componentes funcionales generan
mecanismos íntimamente relacionados con el marco socioeconómico y político, que influye en los diferentes agentes que intervienen en la
actividad.
Los elementos funcionales o
la estructura social. Los actores sociales y los flujos que los
relacionan
El paisaje
agrario adquiere una significación más clara cuando se explican los elementos funcionales. Por éso para
comprender los espacios adaptados analizados anteriormente (superficie
cultivada, parcelamiento, hábitat), se recurre a los procesos que le dieron
vida. Es así que entre los tantos intentos por incorporar población a los
territorios más alejados y despoblados de la Patagonia, el decreto del 11 de junio de 1921, creó
colonias pastoriles, mixtas y pueblos costeros. En el NO de la provincia de
Santa Cruz, se crearon las colonias pastoriles de Leandro N. Alem y Francisco P.
Moreno. Fueron entregados lotes de 100 has que atrajeron a ondas de poblamiento
desde el norte del país. Los primeros habitantes dieron origen a las localidades
de Los Antiguos (en un lugar con antecedentes de asentamiento indígena) y
Nacimiento, hoy Perito Moreno, ubicadas en la primera de las colonias. Los
beneficios del sitio, y las experiencias sucesivas favorables en los cultivos de
alfalfa, legumbres, hortalizas y cereales, contribuyeron a extender y
diversificar las plantaciones. Con el tiempo y la constancia se fue conformando
la morfología agrícola actual de la zona.
Sumados a estos
procesos históricos, ayudan a
definir la estructura social, los flujos visibles e invisibles que involucran a
los factores de la producción como el trabajo, el capital, la información; e
influyen sobre la organización de las actividades productivas. Actividades
llevadas a cabo por diferentes tipos de agentes, desde individuos aislados,
familias, asociaciones públicas y privadas, y el Estado. “Cada uno de estos
integrantes insertos en diferentes categorías de funciones, establecen vínculos
técnicos y sociales con otros agentes económicos en eslabones posteriores del
circuito productivo según canales propios, adaptados a las posibilidades y
capacidades de cada uno de los que intervienen en los mismos.”
En el marco de
la actividad agraria local, esos actores sociales se ven representados por el
peón rural, el propietario y su familia, y la cooperativa. Fuera de ese ámbito,
los centros de acopio, distribución y comercialización, terminan de configurar
su estructura social. No es una
estructura compleja ya que no existe una gran cantidad y variedad de grupos de
agentes. Se relacionan entre sí por
medio de transacciones que apuntan al mercado de la fruta en fresco o
industrializada, y/o al mercado nacional o internacional.
Con el fin de
medir su peso en la estructura social y el grado de integración con el lugar, se
entrevistó a los agentes mencionados. Con respecto al personal empleado o mano de obra rural permanente, su
número es reducido. En el 95% de las explotaciones encuestadas es una
persona. Generalmente es un hombre
solo que vive en la propiedad dedicado a todas las tareas anuales relacionadas
con los cultivos y con el mantenimiento de las construcciones. Sus
remuneraciones son mensuales, o mensuales y a porcentaje. No son de la localidad sino de
poblaciones vecinas tanto santacruceñas como chilenas y con antecedentes en la
actividad ganadera.
En relación a
la permanencia en la
explotación, varía entre 5
años y algunos meses. Al ser
interrogados sobre si cambiarían de lugar de trabajo y cuáles son los mayores
problemas de la actividad, todos contestaron que se irían si ganaran mejor; y en
cuanto a la segunda pregunta el 100% se refirió a los inconvenientes ecológicos
como son las heladas y la falta de agua en los meses de septiembre y
octubre.
Con respecto a
la mano de obra temporaria, éstos
varían de acuerdo a la productividad de la explotación. Cuanto mayor es la
cantidad de kg de cerezas cosechadas, más numeroso es el personal empleado. Es
decir que las que superan los 20.000 kg. de producción, consideradas como grandes explotaciones y que significan
el 40% del total, contratan entre 25 y 100 personas cada una. Realizan la
cosecha en un lapso aproximado de 20 días durante los meses de diciembre y
enero. En los predios de mayores superficies cultivadas, más 20 has., también
participan en la plantación, fertilización, poda y limpieza de
canales.
De la totalidad
de personal transitorio, el 75% proviene de Chile Chico, la localidad chilena
más cercana y sin problemas de accesibilidad. Un puente cruza desde hace pocos
años el río Jeinimeni y transportes especiales los trasladan todos los días a su
lugar de origen a menos de 20 km de distancia. El resto pertenece a Los Antiguos
en primer lugar y luego a Perito Moreno, Pico Truncado y Las Heras, las
localidades santacruceñas más próximas y ubicadas sobre la ruta provincial Nro.
520. Las pequeñas y medianas explotaciones
(de 10.000 a 20.000 kg. y menos de 10.000 kg) contratan mano de obra de
la localidad con un promedio de 11 personas por temporada.
Con respecto a
los productores, el 80% participan
en forma activa de las labores culturales; y de ellos el 40% junto a algún
miembro de su familia. En las explotaciones de superficies reducidas, menos de 5
has cultivadas, el propietario tiene a su cargo todas las actividades con mano
de obra familiar y transitoriamente algún trabajador asalariado.
El 100% de los
encuestados es argentino y propietario de la explotación a la que han llegado
por compra en el 50 % y por herencia en el 40 %. Estas últimas son las parcelas
que tienen como promedio 36 años de antigüedad. La totalidad lleva entre 10 y 45 años intentando la
agricultura, aunque sólo el 30% vive exclusivamente de su producción. El resto
complementa estas labores con otras actividades no relacionadas con los
cultivos, excepto en dos casos donde las esposas de los dueños elaboran
conservas caseras en sus viviendas, dentro de los predios. La permanencia del
propietario en la explotación es un referente social destacado, sin embargo no
significa que tengan mayor peso en el sistema productivo.
Al ser
interrogados sobre las mejoras realizadas en los últimos 5 años con el fin de
conocer la capacidad de inversión del productor, el 60% ha invertido en la
ampliación de la superficie plantada con frutales, construcciones, refacciones
de viviendas, compra de maquinarias. Sólo el 30% ha mantenido estable la
superficie bajo explotación, los demás han incorporado cerezos, duraznos,
damascos y ciruelos, aumentando de esa forma la superficie bajo cultivo.
Inquietud que también se reflejó en las contestaciones a la pregunta sobre las
intenciones de cambio. El 90% prefiere continuar con los cultivos e incluso
comprar más tierra o ampliar la
superficie plantada ya que consideran que los riesgos son escasos o aislados.
Desde el punto de vista ecológico, el 100% mencionó que la época de mayor crisis
sufrida fueron los 3 años siguientes a la erupción del volcán Hudson en 1991.
Durante ese lapso se perdió toda la producción y ocasionó graves problemas
económicos y sociales a la población en general.
Actualmente se
han recuperado las condiciones naturales favorables para la explotación
agrícola. Es así que el 80% de los interrogados percibe que los problemas
económicos son los que más afectan la actividad, especialmente los relacionados
con la falta de créditos accesibles y acordes con la modalidad y tiempos de la
agricultura patagónica; con el sistema de venta de la producción donde los
mercados están tan alejados; y con la falta de capacitación de la mano de obra
rural debido a su tradición en las labores pecuarias .
Entre los
productores, se distingue una asociación de chacareros, alentados y supervisados
por un organismo del Estado, el INTA, desde 1989. Esta íntima y dependiente relación con la Cooperativa Agrofrutícola “El Oasis”
(el 80% de los chacareros deja la totalidad o gran parte de sus cosechas en sus
manos), diferencia la estructura social de este sistema productivo de la de
otros espacios agrícolas, donde el cooperativismo no es tan representativo.
Actualmente son 45 socios plenos, de los cuales el 66% está en actividad. De los
productores encuestados, el 80 % está integrado en las etapas de producción,
comercialización, industrialización y transporte a la Cooperativa, la que tiene
una especial significación en la proyección de las cerezas en el mercado.
La pertenencia o no a la asociación
es lo que diferencia a los productores, ya que a partir de este hecho se
conectan con diferentes agentes.
Estos socios
están integrados en las etapas de comercialización de la fruta en fresco y
procesada; de industrialización (cerezas al Marraschino y mermeladas); de
transporte de la producción a los mercados a través de camiones térmicos
contratados; y en algunas tareas agrícolas de la fase productiva. El apoyo en
estas últimas actividades consiste no sólo en el asesoramiento sino también en
el alquiler de maquinarias (desmalezadora, arados), y la compra de todo tipo de
insumos (semillas, plantas, alambre, envases, agroquímicos, herramientas), en
Buenos Aires, Mendoza y Río Negro. El costo de todos los servicios es el 5% del
precio promedio de la fruta llevada a la cooperativa por cada
productor.
La Cooperativa,
ubicada en el centro mismo de la ciudad, cuenta con una oficina, galpón de
empaque, cámara de frío y sala para fabricación de conservas; y con todo el
equipamiento para la limpieza, clasificación, esterilización, elaboración,
empaque y envase de las cerezas. La comercialización de las cerezas, damascos,
frutillas y duraznos fue la causa de la agrupación en 1988 de un grupo de
productores con intenciones de promover los cultivos intensivos y hacer conocer
las cerezas, especialmente, en el mercado nacional e internacional. La
asociación, por intermedio de su gerente, realiza la venta de la producción de
cada temporada en forma directa relacionándose con los mercados a través de
viajes y contactos comerciales, work shop, etc.
Según el
destino de las cajas de 5kg, en la temporada 1998/99, el 75% fue al Mercado
Central de Buenos Aires y Mar del Plata; más del 20% a Europa (Inglaterra,
Alemania, Francia, España y Suiza) y el resto al Mercado Concentrador de
Comodoro Rivadavia, desde donde se vende a las provincias del extremo sur
patagónico. La reciente industrialización de las “cerezas al almíbar sabor
Marraschino”, constituye otra salida comercial y la posibilidad de utilizar la
capacidad ociosa de las instalaciones de la cooperativa desde febrero a
principios de diciembre, que es cuando comienza la producción en fresco. Además aprovechan las cerezas que no
cumplen con los requisitos de color y calibre que exigen los mercados.
Con respecto a
los productores independientes (20%
de los encuestados), se conectan con los agentes comerciales e industriales de
otra forma. En principio, sólo comercializan la propia producción. La venden en
forma directa, ya que actúan como operadores mayoristas, al mercado local,
provincial, nacional e internacional. El fraccionamiento de la venta les asegura
colocar todas sus cosechas, y diversificar los envíos entre las cerezas,
duraznos y damascos. Un camión propio lleva el mayor volumen cosechado al
aeropuerto de Comodoro Rivadavia y de allí por avión al aeropuerto de Buenos
Aires. Otra vez con transportes propios se ingresa la producción a granel en
cajas de 5kg al Mercado Central de Buenos Aires donde se elabora la guía
fitosanitaria. La sincronización de todas estas tareas y la complejidad de sus
trámites hace necesario, que éstos productores tengan personal empleado
permanente y transitorio en cada una de las escalas por donde pasan los
productos.
Al relacionar
los recursos del lugar con la ubicación austral del valle, se valoriza más su
potencialidad ya que la producción puede ingresar al mercado interno
tardíamente; y en el externo, en
contraestación. El hecho de que provienen de una zona prácticamente libre de
plagas, también aumenta su valor
por unidad de peso como producto orgánico. Las características y los tiempos de
la oferta local y los de la demanda nacional e internacional han alentado el
cultivo de la “cereza dulce más austral del mundo” y “la última cereza fresca
que se puede conseguir en la Argentina”, como dicen en la zona. La entrada
tardía a los mercados, especialmente en las fiestas de fin de año, los convierte
en productos de primicia.
Conclusión
La crisis de un modelo y los
inicios de otro. Paisajes y estructuras diferentes.
En relación a
la estructura territorial o paisaje pastoril santacruceño, predominan grandes
explotaciones, si se comparan con el resto del país, pero no necesariamente
productivas debido a sus limitaciones ecológicas y técnicas. Un diseño abierto y
sin jerarquía en cuanto a las redes de comunicación; y un hábitat muy disperso
contribuyen con su aislamiento e impiden una beneficiosa proyección de la
producción. Las características de esta morfología se comprenden mejor cuando se
recurre a la explicación de los aspectos funcionales que integran la estructura
social. Como se anticipó, las crisis cíclicas de la actividad pastoril
provocaron serias consecuencias. Entre ellas, la escasa inversión en tecnología
y el destino extraregional de la producción, la nula integración con el medio y
las escasas influencias sobre la capacidad de trabajo de la población rural.
Excepto escasas explotaciones, los agentes y sus actividades han experimentado
pocas transformaciones. Paisajes y estructuras uniformes acentúan la percepción
del interminable relieve mesetario y estepario.
Las intenciones
para cambiar este panorama han surgido desde el contexto interno como externo; y de una manera
espontánea y dirigida. Internamente, pioneros agrícolas de alguna de las zonas
con condiciones únicas para la producción agrícola, descubrieron las importantes
perspectivas para los cultivos frutícolas. Alternativa que fue alentada por un
organismo público, dando como resultado la consolidación de una Cooperativa
donde están asociados la mayoría de los productores. Externamente, actúan como
incentivos, las ventajas competitivas que presentan las cerezas santacruceñas en
los mercados externos.
Mientras que el
único testimonio local del circuito económico pecuario, es su fase productiva,
tradicional y alejada de los requisitos que los mercados esperan, la naciente
agricultura se mueve a otro ritmo. No es solamente porque los recursos son más
favorables y el sistema de comercialización es mejor, sino porque la actitud de
los productores es distinta.
La limitación
de la oferta local frente a la dimensionada demanda nacional y extranjera de la
fruta primicia, ha generado una situación positiva que se ha incrementado con
los años. Es la expansión de la superficie cultivada y el fortalecimiento del
espíritu cooperativista de los productores que los ha llevado a iniciar la
industrialización la cereza. Sin embargo, junto a estos factores favorables
aparecen otros de diferente condición:
escasa mano de obra permanente, predominio de personal foráneo para las
tareas temporarias y pocos propietarios que viven exclusivamente de sus
producciones. Son hechos que reflejan que la integración que los actores
sociales tienen con el sistema productivo no está totalmente consolidada. Hace
falta más tiempo y más confianza en la actividad para que ésta continúe
afiansándose y se convierta en una
alternativa segura ante la crisis de la ganadería.
Decisiones particulares y
políticas generaron una compacta mancha de intensos colores en medio del
escenario pastoril. Los elementos del paisaje agrícola (otro parcelamiento, otra
superficie productiva, otras técnicas y otros recursos naturales), refieren otra
estructura social. La inquietud asociativa y abierta a las exigencias del
mercado, y a las renovadas tecnologías, apoyada en el clima ideal para las
cerezas, son los factores que tienen más peso en la distinción entre las dos
actividades que, muy paulatinamente, están comenzando a convivir en el NO de
Santa Cruz.
En fin, se ha
analizado y relacionado las estructuras territorial y social de una actividad
frutícola en vías de consolidación en el marco de una escala local. No obstante,
es necesario destacar que en el proceso productivo intervienen otros agentes que
actúan y se relacionan a niveles extralocales, extraregionales y aún
internacionales. Vinculaciones que son el motivo de otros estudios.