CIUDAD
DE BUENOS AIRES:
DINAMICA
INMOBILIARIA Y DESIGUALDAD EN LA CIUDAD
BLANCO, Jorge
Instituto de Geografía,
Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires.
1.
Introducción
En
las últimas décadas las grandes áreas metropolitanas del mundo entero vienen
sufriendo una serie de transformaciones significativas. Estas transformaciones
abarcan aspectos tales como el rol que cumplen en relación con la producción y
con el territorio regional, la relación con otras metrópolis, los cambios en su
estructura interna, la diferenciación socio-territorial, las formas de gestión y
planificación, etcétera.
En
relación con la diferenciación socio-territorial, investigaciones realizadas en
distintas ciudades coinciden en concluir que los actuales modelos
socioeconómicos generan una ampliación de la brecha existente entre los sectores
sociales, al tiempo que los mecanismos de producción del espacio urbano acentúan
los procesos de segregación y exclusión.
Es
claro que esta tendencia general debe ser reexaminada en cada situación
histórico-geográfica concreta ya que el espacio urbano resulta de la acumulación
sucesiva, complementaria y/o contradictoria de objetos geográficos producto de
decisiones de los actores sociales, en contextos particularizados. La lógica de
estas decisiones está, en un sistema capitalista, orientada por dos fuerzas: los
mecanismos de mercado y la acción estatal. Ambas fuerzas pueden tener lógicas
propias o comunes, pero siempre dentro de los límites planteados por la propia
naturaleza del Estado capitalista y del cumplimiento de su función de garante de
la reproducción del capital en su conjunto.
En
este sentido, uno de los cambios más notorios de las últimas décadas es el
producido en las relaciones Estado-Mercado en la construcción de la ciudad. De
acuerdo con el modelo político-económico dominante en gran parte de los países
del mundo, el Estado ha dejado en manos de los actores privados (y de su lógica
de mercado) aspectos esenciales de la producción de la ciudad, tales como la
prestación de servicios básicos urbanos y la planificación.
En
Buenos Aires hay ejemplos de uno y otro tipo. Los servicios de provisión de agua
potable, energía eléctrica y gas, las telecomunicaciones y el correo, los
servicios y la infraestructura de transporte han sido entregados en concesión o
privatizados. En cuanto a la planificación, es interesante destacar la
iniciativa privada en el impulso a las transformaciones en el sistema de
transporte, como es el caso de la reestructuración de la red de autopistas,
proyecto originado por un conjunto de empresas constructoras.
Tal
vez sea éste el contexto en el que pensar las nuevas condiciones de
diferenciación socio-territorial al interior de las ciudades ya que las lógicas
de acción de los actores predominantes -Estado (en la fase anterior) y del
mercado (en la actual)- son diferentes y tienden a construir diferencialmente la
ciudad. La lógica del mercado se caracteriza por su selectividad, la búsqueda de
rentabilidad, la apropiación de inversiones públicas para maximizar ganancias.
Traducido en términos urbanos, los habitantes constituyen o no mercados de
consumo para las inversiones de los actores privados.
El
resultado es una ciudad desigualmente atractiva para la inversión privada,
conformándose áreas con diferente productividad, luminosas u opacas (Santos,
1994). Por otro lado, las mismas condiciones del modelo actual reducen el campo
de acción del Estado, aún en las áreas en las que no llegan los actores del
mercado, por las restricciones sobre el gasto público, por las limitaciones para
aumentar el déficit fiscal, por la vigilancia de los organismos internacionales
sobre las cuentas de ingresos y gastos, etcétera. Se conforman así espacios de
la racionalidad, “en los que el mercado se vuelve tiránico y el Estado tiende a
ser impotente” (Santos, 1994: 33).
A
partir de las consideraciones precedentes se propone como objetivo para el
trabajo analizar las desigualdades sociales en la ciudad de Buenos Aires en
relación con la dinámica del mercado inmobiliario. Dentro de la región
metropolitana de Buenos Aires se ha seleccionado su municipio nuclear (la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires) y se ha acotado el análisis a los cambios producidos
en la década de 1990, en la cual el modelo político-económico se despliega con
mayor intensidad.
2.
Buenos Aires a inicios de los `90: La diferenciación social en la ciudad.
Tradicionalmente
se ha hablado de una división social de la ciudad de Buenos Aires en dos grandes
sectores, norte y sur, separados por el corredor representado por la avenida
Rivadavia. Si bien esta división es esquemática y asigna un valor único a áreas
que son complejas, refleja, a grandes rasgos, algunas diferencias notorias entre
ambos sectores de la ciudad. Presentaremos a continuación tres aspectos en los
que se destacan las diferencias entre ambos sectores de la
ciudad.
El nivel
sociohabitacional
La
Figura Nº 1 presenta una categorización de la ciudad de Buenos Aires de acuerdo
con el Nivel Socio Habitacional que considera, primordialmente, un índice de
personas por cuarto. En el plano puede observarse la notoria distinción entre el
norte y el sur de la ciudad. Mientras que al norte de la avenida Rivadavia
predominan los niveles sociohabitacionales altos, medio-altos y medio, al sur de
la misma hay un abrumador dominio de los niveles bajo y medio-bajo. Este índice
representa de un modo bastante directo un aspecto esencial de las condiciones de
vida de la población.
El nivel
educativo
Otro
indicador que puede aproximarse a la diferenciación social de la ciudad es el
referido al máximo nivel educativo alcanzado. En la Figura Nº 2 se han destacado
los radios censales que tienen población universitaria por encima de la media de
la ciudad. Si bien este indicador no es de aprehensión directa en relación con
las condiciones de vida, estudios realizados a nivel mundial en países con
estructuras económicas y sociales sumamente heterogéneas llegan a conclusiones
similares: existe una alta correlación entre niveles de ingresos y años de
escolaridad. La distribución en la ciudad presenta, nuevamente, una
concentración en el eje norte, en el centro y en algunos barrios del noroeste.
En el sector sur, en cambio, son muy pocos los radios censales con población
universitaria superior a la media de la ciudad.
Las
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)
Por
último, sobre la base de datos censales de 1991, el CEPA ha elaborado los mapas
de la pobreza a partir de cuatro indicadores:
-
Hacinamiento
(más de tres personas por cuarto)
-
Vivienda
inconveniente (precaria, pieza de inquilinato)
-
Condiciones
sanitarias (viviendas sin retrete con descarga de agua)
-
Asistencia
escolar (niños en edad escolar que no asisten a la
escuela)
Los
hogares que cumplían con algunas de las condiciones precedentes fueron
considerados con necesidades básicas insatisfechas. Su distribución confirma las
formulaciones precedentes en cuanto a la concentración en el sector sur de la
ciudad de los hogares con mayores carencias.
3.
El mercado inmobiliario en los ’90: la selectividad de la inversión
privada
La
década de los 90 en la Argentina se caracteriza por la decidida implantación de
un modelo económico y político que responde a los postulados básicos del
neoliberalismo a nivel mundial: apertura de la economía, desregulación,
privatizaciones, liberalización de los flujos comerciales y financieros, reforma
del Estado. La adopción de este modelo ha implicado una profunda
reestructuración de los distintos sectores de actividad económica y del
territorio.
En
los últimos años hay indicios significativos del desarrollo de importantes
cambios territoriales en Buenos Aires, en una medida tal que algunos
investigadores emplean el término “reterritorialización” para referirse a este
nueva estructuración del espacio urbano. Distintas investigaciones dan cuenta de
algunas de las transformaciones en curso más relevantes, entre las que se
encuentran las siguientes (Blanco, 1996; Ciccolella 1998a y
b):
- La modificación de los patrones
locacionales de la industria metropolitana
-
La expansión y generalización de nuevas modalidades de comercialización de
productos y de servicios recreativos, con cambios en las condiciones
locacionales
-
La reactivación parcial del mercado inmobiliario
-
La conformación de un patrón de expansión urbana residencial más complejo y
diversificado
-
Los cambios en la operación del sistema de transporte, construcción de nuevas
infraestructuras y remodelación de la existente.
-
La refuncionalización diferenciada de sectores de la
ciudad
En
todos estos procesos es interesante ver los cambios en la relación entre Estado
y mercado y la transferencia del comando en la construcción de la ciudad desde
el Estado hacia los actores privados. Este control privado en algunos casos es
directo, como en lo referido a las nuevas modalidades de comercialización de
productos – shopping centers, y en otros casos está mediado por la acción
estatal, lo que puede considerarse como un acondicionamiento del espacio a las
necesidades de las empresas (Santos, 1994).
En
todo caso, esto representa una mudanza con respecto a las tendencias
predominantes en la ciudad, ya que “durante todo el ciclo de la Buenos Aires
moderna la inversión privada no produjo intervenciones concentradas de esa
magnitud y de tal capacidad de configurar ciudad. Los diferentes modos de
intervención privada estuvieron siempre determinados –y esto es una
característica que diferenció a Buenos Aires de otros procesos clásicos de
modernización- por la iniciativa o la guía pública.” (Gorelik, 1999: 22). El
mismo investigador sostiene que los cambios en este sentido son de gran
envergadura, a tal punto de constituir “un giro epocal” por la modificación de
tendencias de larga duración. Entre los componentes de esta nueva época se
cuenta la “urbanización del capital privado, es decir, la conversión en negocio
de fragmentos completos de ciudad o grandes extensiones territoriales no como
asiento neutro de inversiones, sino en tanto ciudad y en tanto territorio; una
aplicación económica que presupone en su propia lógica de rentabilidad la
configuración, el funcionamiento y la naturaleza propiamente urbanas de sus
emprendimientos” (Gorelik, 1999: 22)
Este
giro epocal está marcado, asimismo, por un hecho con profunda significación en
términos del imaginario social: la desaparición de las aspiraciones
homogeneizantes, que hasta entonces habían estado sostenidas por las
expectativas de ascenso de vastos sectores sociales. En su reemplazo, el paisaje
de la fractura social y urbano se ha instalado como un dato permanente e
inmodificable.
Una
rápida revisión de la localización de las inversiones inmobiliarias puede
contribuir a precisar algo más el funcionamiento de la lógica actual de
construcción privada de la ciudad.
El
mercado inmobiliario metropolitano sufrió una marcada retracción durante las
décadas de 1970 y 1980, en el contexto de la crisis económica y ante la
disminución del crédito hipotecario. Durante este período los nuevos proyectos
destinados a fines residenciales emprendidos por el sector privado estuvieron
dirigidos únicamente a segmentos de ingresos altos y medio-altos y concentrados
en algunos pocos barrios de la Capital Federal.
A
partir de principios de la década del 90 las inversiones inmobiliarias
comenzaron a diversificarse. En parte, se produjo una cierta saturación del
segmento de mercado señalado. Pero aún más importante ha sido la reaparición del
crédito hipotecario, que permitió la incorporación de algunos sectores de
ingresos medios. En esta nueva situación, las inversiones en viviendas
multifamiliares muestran un patrón menos concentrado que en las décadas
anteriores. Varios barrios de la Capital Federal y varios distritos del
conurbano cuentan actualmente con distintas obras terminadas o en
ejecución.
Sin
embargo, no toda la ciudad ha sido un ámbito propicio y confiable para los
inversores. Para analizar la localización de los nuevos emprendimientos dentro
del ámbito de la ciudad de Buenos Aires, se realizó un muestreo sobre los avisos
clasificados que ofertaban nuevos departamentos, durante el período 1991-2000,
que se presenta en la Figura Nº 3.
La
permanencia de una marcada concentración de las inversiones inmobiliarias queda
a la vista a partir de la localización del muestreo de emprendimientos
inmobiliarios residenciales. En el norte se presenta un eje continuo dinámico
que incluye a los barrios de Recoleta, Palermo, Belgrano y Núñez, y un sector
también destacado en Villa Urquiza. Al sur de la avenida Rivadavia, hay un
fuerte núcleo concentrador de inversiones en los barrios de Almagro, Caballito y
Flores. Pero estas inversiones se encuentran a corta distancia del eje y
asociados con él. Fuera de esas pocas cuadras cercanas a la avenida Rivadavia
los nuevos emprendimientos inmobiliarios son muy pocos y se encuentran muy
dispersos.
Desde
el punto de vista de los sectores sociales involucrados queda explícito que la
inversión privada se ha dirigido a los grupos de ingresos altos y medio-altos,
que por otro lado son los que tenían un nivel socio habitacional más alto.
Obsérvese la alta correspondencia existente entre las nuevas viviendas (Figura
Nº 3) y las áreas de la ciudad con población universitaria superior a la media
(Figura Nº 2) .
Las
áreas con nivel sociohabitacional más bajo, es decir aquellas que más
imperiosamente requerían la renovación del parque habitacional, no resultaron
atractivas para la inversión privada. No es ajeno a este hecho la evolución de
la distribución de los ingresos y del mercado de trabajo, cuyas características
más destacadas son la fuerte disparidad en el reparto del ingreso, el alto
índice de desempleo y la creciente presencia de población que trabaja en el
sector informal. Los bajos ingresos, que además muchas veces no pueden
justificarse oficialmente, hacen que la población de estos barrios no reúna los
requisitos solicitados para el otorgamiento de créditos hipotecarios, no
calificando para ser considerada como potenciales tomadores de dichos
créditos.
Por
otro lado, en los barrios del sur se ha dado otro proceso de importancia en las
últimas dos décadas, relacionado con la situación habitacional: el retorno de la
población que habitaba villas de emergencia y que había sido expulsada de la
ciudad a fines de los años 70 por el gobierno militar de entonces. La Figura Nº
4 muestra la localización de los asentamientos precarios, en los que viven
actualmente más de 70.000 personas.
En
el mercado inmobiliario de la ciudad siempre ha habido una activa participación
del sector privado, pero también hubo un acompañamiento por parte del sector
público en el financiamiento de viviendas para los sectores de ingresos más
bajos. Diversas circunstancias afectaron esta tendencia. Entre ellas se menciona
la descentralización del Fondo Nacional de la Vivienda, la transformación del
Banco Hipotecario en banco mayorista y la sanción de la ley de Financiamiento a
la Construcción y la Vivienda que, en conjunto, implicaron una disminución de
los fondos disponibles y una disminución del ritmo de construcción de viviendas
para sectores carenciados, de 500 a menos de 400 viviendas anuales (Plan Urbano
Ambiental, 1998).
En
un trabajo oficial se estima que el sector privado está en condiciones de
atender al 70% de la demanda de viviendas nuevas y que el 30% restante debería
ser atendido por iniciativas oficiales, que como ya se ha señalado son
insuficientes y se encuentran en retroceso (Plan Urbano Ambiental,
1998).
Dado
que la inversión directa en viviendas ha sido escasa, cabe preguntarse si ha
habido algún tipo de inversión promocional, es decir, destinada a mejorar la
capacidad de las áreas donde las necesidades eran más acuciantes para atraer
inversiones privadas.
La
desagregación por áreas de la inversión pública durante el período, presentada
en la Figura Nº 5, muestra que los distritos más beneficiados se encuentran en
el Area central y en el sector norte de la ciudad, que recibieron fuertes
inversiones en infraestructura vial y en la extensión del subterráneo.
Les
sigue a estos distritos, la Boca, barrio situado en el sector sur, en el que se
desarrolló un programa de obras destinadas al control de las inundaciones. Este
subespacio combina residencias de sectores de ingresos medio bajos con
atractivos turísticos, por lo que no deja tener un cierto componente de
internacionalización. Los distritos de menor inversión absoluta se encuentran en
el suroeste y oeste de la ciudad. En términos de inversión per cápita la
situación es un poco más equilibrada, con distritos pobres ocupando el segundo y
el tercer lugar entre los más beneficiados.
De
estos datos puede concluirse que la lógica de la inversión estatal no ha estado
centralmente orientada hacia la disminución de las diferencias sociales al
interior de la ciudad de Buenos Aires, al menos en términos de cuestiones
esenciales para la valorización de un subespacio como son la construcción de
infraestructura y la renovación del patrimonio público. Por otro lado, para las
áreas situadas al margen del mercado es probable que solo una fuerte inversión
estatal transforme las condiciones de vida o las haga atractivas para la
inversión privada. Y esta asociación entre subespacios de inversión pública
coincidentes con áreas de inversión privada son un ejemplo de apropiación por
parte del capital de la valorización producida por el Estado (Souza,
1993).
4.
Desigualdades en la ciudad: hacia una ampliación de la
brecha?
La
desigualdad social en la ciudad tiene múltiples dimensiones y somos conscientes
de haber abordado sólo un aspecto parcial del tema. Sin embargo, la asignación
espacial de la inversión en el mercado inmobiliario residencial puede ser un
indicador de las actuales condiciones de producción del espacio urbano.
En
particular, los elementos presentados parecen señalar el predominio de una
lógica de mercado propia de los actores privados que no tiene un correlato
compensatorio en la acción del Estado, al menos durante el decenio 1990-2000. Y
esto ha sucedido en el subespacio con más alto producto bruto per cápita de la
aglomeración metropolitana.
Las
evidencias existentes con respecto a la localización de las inversiones
destinadas al uso comercial y recreativo siguen una tendencia muy similar, o
inclusive aún más concentrada. La ciudad parece transformarse así en la ciudad
de los negocios, de la rentabilidad, de la ganancia y no en la ciudad de los
ciudadanos.
La
aceptación de la lógica propia de los actores privados plantea la pregunta
acerca de las características que debería tener la escasa inversión estatal.
Dado que ésta no está dirigida a enfrentar directamente las necesidades de la
población más carenciada, al menos podría orientarse a esas áreas con el
objetivo de crear condiciones de mercado que las vuelvan atractivas ante los
actores privados.
Sin
entrar a discutir si los conceptos de polarización y dualización son apropiados
para describir los procesos en curso, sí parece posible sostener que la
diferenciación social al interior de la ciudad se va ampliando inexorablemente
con la afirmación del modelo socioeconómico vigente, y que hay notorias
manifestaciones territoriales de esa diferenciación
social.
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