ACERCA DE LA CUESTIÓN
POST-URBANA:
MODALIDADES DE APROPIACIÓN RECIENTE
DEL
ESPACIO METROPOLITANO DE BUENOS AIRES
Guillermo
Tella
Fabián de la
Fuente
Patricia
Dietrich
Mónica
Blanco
María
González
Facultad de
Arquitectura, Diseño y Urbanismo
Universidad
Nacional de Buenos Aires
Resumen
El presente trabajo forma parte de los resultados preliminares de un
proyecto de investigación subsidiado en curso (*), centrado en el estudio de la
estructura territorial de la región metropolitana de Buenos Aires con el
propósito de examinar los dramáticos cambios urbanos asociados a las
transformaciones de la economía global y, en general, con la
“post-modernización” de la vida urbana y la sociedad.
Buenos Aires exhibe un fuerte contraste entre centro y periferia, que
puso de manifiesto la presencia de determinados patrones característicos de una
inserción aguda a un sistema global de ciudades, tales como: la destrucción de
tejidos fabriles e industriales, la construcción de ámbitos destinados a la
expansión de la economía financiera, el desarrollo de nuevas tipologías
edilicias residenciales, nuevas formas de distribución comercial sustentadas en
el uso del automóvil particular, nuevos desarrollos del terciario avanzado,
nuevas modalidades de comercialización del ocio en las periferias, la inversión
en estructura viaria y, como contrapartida, el incremento de los asentamientos
precarios y de los niveles de violencia urbana.
Los cambios mundiales en la economía y su instalación en el contexto
local se encuentran en la base de la evolución reciente de la región
metropolitana de Buenos Aires, evidenciando en la última década un crecimiento
dicotómico como resultado de una “modernización” acelerada, tardía
respecto de sus modelos centrales de referencia: por un lado, una acentuada
concentración de la riqueza en determinados sectores sociales y, por otro, un
empobrecimiento extremo, ante la incapacidad de absorción de fuerzas de trabajo
por parte de la industria urbana. Esta situación se traduce en la formación de
verdaderos enclaves urbanos, con aspectos más agudos y de naturaleza más crítica
respecto de aquellos atribuidos a las metrópolis de países centrales.
De manera que Buenos Aires se encuentra inmersa en un proceso de
reconfiguración territorial caracterizado por: (a) la difusión de un entorno
urbano extenso y ajerárquico, fragmentado y discontinuo, que conduce a la
deconstrucción de los clásicos conceptos de “centro” y de “suburbio” frente al
surgimiento de centralidades de nuevo tipo; y (b) la tendencia hacia una
economía de servicios que induce a una gran dispersión espacial de las
actividades, impulsada por las innovaciones tecnológicas que desplazan las
fuentes de trabajo de las áreas centrales hacia los bordes
metropolitanos.
Estos procesos se llevaron a cabo de forma espontánea, por iniciativa
privada, sin responder a ningún tipo de estrategia regional y en el marco de un
laissez-faire territorial absoluto, o bien sobre la extrema periferia, en
colisión con los bordes urbanos consolidados como suburbanización popular, o
bien llenado los vacíos intersticiales dejados por el anterior avance de la
ciudad entre los ejes de expansión de la urbanización. Su articulación dio por
resultado una nueva fisonomía urbana caracterizada por: (a) la dispersión
periférica, (b) la difusión de subcentralidades, (c) la fragmentación
territorial y (d) la discontinuidad de tejidos, como principales factores de
motorización de las transformaciones territoriales recientes.
Debe subrayarse, finalmente, que se trata de situaciones inéditas que
afectan hoy a esta metrópolis semiperiférica como resultado de un proceso brusco
y acelerado de modernización, en el que se llevan a cabo en forma extrema y
tardía actuaciones que en los países centrales se desarrollaron paulatina y
morigeradamente a lo largo de varias décadas. En sólo diez años, esta situación
dicotómica de periferización de áreas centrales y de centralización de
áreas periféricas fue materializada como resultado de un proceso que
encubrió el desvanecimiento industrial, la descentralización
comercial junto con desconcentraciones residenciales espontáneas,
bajo la lógica de enclaves de alto nivel, y que han comenzado a evidenciar los
conflictos derivados de la dispersión de la urbanización.
(*) Proyecto de Investigación UBACyT
(Nro. JA13, programación científica 1998-2000), Secretaría de Ciencia y Técnica
de la Universidad de Buenos Aires. Tema: “La modernización tardía de una
metrópolis semiperiférica. El caso de Buenos Aires y sus transformaciones
socioterritoriales recientes”. Director: Arq. Guillermo Tella. Equipo
de Investigación: Arq. Fabián de la Fuente, Arq. Patricia Dietrich, Mónica
Blanco y María González. Lugar de trabajo: Instituto Superior de
Urbanismo (Dir. Arq. Juan Manuel Borthagaray); Facultad de Arquitectura, Diseño
y Urbanismo, UBA.
El
advenimiento de la Postmetrópolis
El presente trabajo forma parte de los resultados preliminares de un
proyecto de investigación en curso1, centrado en el estudio de la
estructura territorial de la región metropolitana de Buenos Aires con el
propósito de examinar los dramáticos cambios urbanos asociados a las
transformaciones de la economía global y, en general, con la
“post-modernización” de la vida urbana y la sociedad. Desde una perspectiva
teórica, su objetivo final es contribuir al análisis de las interrelaciones
existentes entre estructuras espaciales y procesos sociales a partir de un
estudio de caso que involucra a una metrópolis perteneciente a espacios
mundiales de tipo semiperiférico.
La geografía industrial de la metrópolis fordista ha entrado en un
fuerte proceso de retracción ante el avance de una economía de servicios, con
una densificación de los flujos de información y en el marco de una tendencia
hacia modos de producción más flexibles. Esta circunstancia dio inicio a la
denominada era de la “Postmetrópolis”, que articula nuevas y complejas formas de
urbanización, a modo de “archipiélagos urbanos”, y puso en evidencia las
limitaciones de las estructuras epistemológicas actuales para interpretar los
procesos recientes de transformación territorial. Desde esta perspectiva, el
trabajo pretende contribuir en la construcción de mediaciones entre las
discusiones teóricas generales relativas al modelo de globalización a escala
planetaria y el particular modo de producción del espacio urbano reciente de la
región metropolitana de Buenos Aires.
Ha quedado convencionalmente aceptado que la Crisis del
Petróleo de 1973 constituye el jalón con el que culminó una particular época
urbana, la de la “metrópolis moderna”, y a partir de la cual se inició la
denominada era de la “Postmetrópolis”. Fue, precisamente, cuando comenzaron a
evidenciarse los efectos territoriales sobre las grandes ciudades el momento en
que la discusión sobre el tema se tornó más aguda debido a la complejidad y
celeridad de los procesos de urbanización así como a la ineficacia de las
tradicionales herramientas de actuación.
Desde esta perspectiva, la acepción Postmetrópolis permite
resaltar las diferencias entre regiones urbanas contemporáneas y aquellas que se
consolidaron a mediados de siglo, por lo tanto, el prefijo post marca la
transición hacia nuevas formas postmodernas. (E.Soja 1996). No se trata del
desvanecimiento de la antigua estructura sino de su convivencia y articulación
con nuevas y complejas formas de urbanización. La geografía industrial de la
metrópolis fordista entró en un fuerte proceso de retracción ante el avance de
una economía de servicios, con una densificación de los flujos de información y
en el marco de una tendencia hacia modos de producción más flexibles.
En un trabajo reciente, M.Castells (1997) sostiene que en esta
“orilla de la eternidad... el espacio organiza al tiempo en la
sociedad red”, donde no sólo las nuevas tecnologías de la información se
dispersaron planetariamente a una gran velocidad sino que “la velocidad de esa
difusión tecnológica ha sido selectiva tanto social como funcionalmente”.
Argumentos que, desde este punto de vista, ponen en evidencia las limitaciones
de las estructuras epistemológicas actuales para interpretar los procesos
recientes de transformación territorial.
Características del proceso de
metropolización
En la literatura reciente aparece con insistencia un tema de renovada
importancia: el papel asignado a las metrópolis y sus funciones cambiantes en
los nuevos espacios económicos de carácter regional y mundial. (Friedmann 1986,
1995; Sassen 1991, 1996). El estudio de las transformaciones socioterritoriales
recientes de la región metropolitana de Buenos Aires —que según ciertas
clasificaciones constituiría una “metrópolis secundaria de un espacio económico
semiperiférico”—2, presenta el interés de mostrar como una
aglomeración urbana que supera los trece millones de habitantes, perteneciente a
espacios económicos no centrales, ha adoptado a ritmo acelerado patrones
observados en las ciudades globales de los países centrales pero condicionados
por una localización semiperiférica y por procesos particulares desarrollados a
lo largo de varias décadas.
Buenos Aires presenta un fuerte contraste entre centro y periferia,
que puso de manifiesto la presencia de determinados patrones característicos de
una inserción aguda a un sistema global de ciudades, tales como: la destrucción
de los tejidos fabriles e industriales, la construcción de ámbitos destinados a
la expansión de la economía financiera, el desarrollo de nuevas tipologías
edilicias residenciales, nuevas formas de distribución comercial sustentadas en
el uso del automóvil particular, la aparición de nuevas modalidades de
“comercialización del ocio” en las periferias, la inversión en estructura viaria
para dinamizar los desplazamientos y, como contrapartida, el incremento de los
asentamientos precarios y de los niveles de violencia urbana.
Asimismo, se ha evidenciado en la última década un crecimiento
dicotómico como resultado de una “modernización” acelerada, tardía
respecto de sus modelos centrales de referencia: por un lado, una acentuada
concentración de la riqueza en determinados sectores sociales y, por otro,
un empobrecimiento extremo ante la incapacidad de absorción de fuerzas de
trabajo por parte de la industria urbana. (Schneier-Madanes 1998). De este
proceso diferencial se advierte que: mientras una parte del territorio
metropolitano es objeto de inversión en equipamiento e infraestructuras de todo
tipo —exhibiendo fastuosamente los efectos de una economía urbana integrada al
sistema global—, la otra parte no es convocada para ello. Espacialmente, se
evidencia en el surgimiento de espacios estratégicos reestructurados,
debido a una fuerte concentración de inversiones de capital, así como amplias
áreas residuales del modelo, ámbitos en los que se evidencia un cierto
abandono debido a que no resultan de interés. (Tella 1996).
En Buenos Aires, la generación de espacios estratégicos se produce de
manera diferenciada y con características específicas, a través de un
equipamiento selectivo del territorio y del incremento de las desigualdades
socioterritoriales —características compartidas en muchos de sus rasgos por
otras metrópolis iberoamericanas—. Sin embargo, esto se traduce en la formación
de verdaderos enclaves urbanos, con aspectos más agudos y de naturaleza más
crítica respecto de aquellos atribuidos a las metrópolis de países centrales.
(Borja y Castells 1998).
Desde el punto de vista de la evolución histórica de la estructura
socioterritorial de Buenos Aires, en el contexto del proceso de metropolización
de la aglomeración, es posible reconocer escenarios diferenciados. El primero de
ellos (1870-1930) es en el que se consolidan los centros fundacionales de
poblados nacidos en torno a las estaciones ferroviarias, en el marco de una
política agroexportadora con la cual se recibió un importante flujo migratorio
europeo. Esta población se localizó en extremas condiciones de hacinamiento
principalmente en torno al centro de la ciudad y, en menor medida, alrededor de
las incipientes áreas subcentrales.
Un segundo escenario (1940-1960) surge como resultado del proceso de
industrialización sustitutivo de importaciones, y se caracterizó por fuertes
migraciones internas que acentuaban la expansión de la periferia, consolidando
la primera corona de urbanización por un lado, y densificando el área central
por otro. El pasaje a un modelo como este adquirió una morfología idiosincrática
tal que, en algunos aspectos, podría asimilarse a lo que ciertos autores definen
como “fordismo periférico”. (Lipietz 1986). Una tercera etapa (1960-1980) se
consagra a partir del inicio de un desmantelamiento gradual de este tipo de
desarrollo y que genera la disminución de la tasa de crecimiento metropolitano,
el debilitamiento del peso relativo de las migraciones y la reducción de las
políticas públicas (vivienda, transporte, alquileres, etc.) que habían incidido
anteriormente sobre el desarrollo urbano.
Las décadas del ´80 y ´90, correspondientes con el último escenario,
están caracterizadas por el impacto de fuertes procesos de globalización de la
economía y de dualización de la sociedad. Luego de varios intentos de apertura
económica, este proceso culmina con la instauración de un modelo caracterizado
por la apertura de las fronteras, la desregulación económica y financiera, la
privatización de las empresas públicas y la concesión de los servicios urbanos.
Los cambios mundiales en la economía y su instalación en el contexto local se
encuentran en la base de la evolución reciente de la región metropolitana de
Buenos Aires y se traducen en la aparición de nuevas formas residenciales,
nuevos patrones de consumo, así como nuevos desarrollos del terciario
avanzado.
Los nuevos
centros de compra y abastecimiento
Frente al repliegue, la desarticulación y el gradual desvanecimiento
de la industria en la región metropolitana, a comienzos de la década de 1980 se
inició una nueva fase de modernización en la distribución comercial, que ocupó
los espacios que aquella dejaba vacantes. Por una parte, se incorporaron
innovaciones tecnológicas y organizacionales en el comercio minorista y, por
otra, se implantaron sociedades con capitales internacionales. Los nuevos
centros de comercio tendieron a adoptar la forma de megarrecintos desvinculados
del espacio público, que privilegiaron el uso del automóvil particular a través
de una eficiente conexión con la red viaria y a los que es posible identificar
en dos tipos, que a continuación se detallan:
(a) El advenimiento de los “shopping
centers”:
La acepción “shopping center” constituye un anglicismo
adoptado para identificar a un particular tipo de establecimiento comercial que
se caracteriza por ser propiedad de una única empresa, administradora de un
conjunto importante de locales de venta de productos y servicios —con
explotación independiente unos de otros, y cuyos responsables son locatarios de
la empresa propietaria—.
Los shopping centers hicieron su
aparición en Buenos Aires recién a mediados de los ´80,
tres décadas más tarde que en su país de origen pero mediante una expansión muy
acelerada. Su evolución ha sido de tipo elíptico y
puede caracterizársela de la siguiente manera: (a) shopping centrales
reciclados: los primeros complejos tuvieron una localización sobre áreas
centrales y estaban basados en el reciclaje de edificios industriales
decimonónicos desafectados; (b) periféricos ex-novo: sin interrupción de
anterior proceso, se inició una etapa de construcción de edificios a nuevo, con
un lenguaje altamente atractivo, de gran tamaño y situados sobre áreas
periféricas; (c) subcentrales reciclados: finalmente, a mediados de los
´90 se sumó una nueva instancia, la de los shoppings barriales o de vecindad,
usualmente construidos por operaciones de reciclaje —pero en una escala reducida
en relación con los anteriores—.3
Desde una mirada social, los shopping centers han inaugurado
la era de la compra como actividad lúdica, como espectáculo, y desde un punto de vista territorial, constituye un objeto
urbano complejo y un efectivo detonador de fuertes centralidades,
consolidando las existentes o generándolas sobre aquellas áreas en donde
no la había. Las localizaciones centrales han producido, por un lado,
intervenciones que buscaban reacondicionar y valorizar los viejos edificios,
evocando reminiscencias tradicionales, y por otro, el apuntalamiento de ciertas
cualidades de centralidad que reforzaran la dinámica del sector.
(b) Los grandes centros de abastecimiento
masivo:
Cuando a principios de los ´80 se instalaron las dos primeras
empresas extranjeras, Carrefour y Jumbo, que ofrecían una gran
variedad de productos a muy bajo precio, se generó un punto de inflexión en la
forma de aprovisionamiento masivo como resultado de la gradual modernización del
sector comercial. Los espacios desde los que se impulsaron esas tendencias
fueron los “autoservicios”, que en la actualidad expenden más de los dos
tercios de alimentos que se consumen. Se trata de establecimientos comerciales
de venta al por menor de todo tipo de artículos alimenticios, con la
particularidad que el cliente se sirve por sí mismo y abona a la salida —el
rasgo distintivo lo constituye, entonces, la modalidad de aprovisionamiento: el
sistema de autoservicio—.
Bajo esta lógica y en función de su capacidad potencial para
abastecer a un determinado área de influencia, es posible reconocer cuatro tipos
de autoservicios cuya dimensión se estima en función de la extensión de su
“línea de cajas” o check-out: (a) los minimercados, que cuentan
con no más de 4 check-out; (b) los supermercados, que tienen entre
5 y 25 check-out; (c) los hipermercados, entre 26 y 70
check-out; y recientemente (d) los megamercados, con más de 70
check-out, un área de ventas superior a los diez mil metros cuadrados y un radio
de influencia que excede los ocho kilómetros.
Ahora bien, ni los “minimercados” ni los
“supermercados” han producido en Buenos Aires impactos socioterritoriales
que puedan considerarse de relevancia, debido a su carácter barrial y su área de
influencia mínima. En cambio, sí han sido los “hipermercados” el tipo de
autoservicio que ha contribuido a una importante reconversión urbana, debido a
dos aspectos principales: (a) por un lado, porque a través de ellos se impulsó
una renovación de las técnicas del merchandising (efectivas estratégica
de exhibición de productos, menor tiempo de stockeo de mercaderías, uso de
máquinas lectoras de códigos de barras, etc.), y (b) por otro, la importante
cantidad de establecimientos construidos (que superó las cuarenta unidades en
toda la región metropolitana) tanto como el gran tamaño que adquirieron (más de
5 mil metros cuadrados de área de venta, más depósitos, estacionamientos y
servicios auxiliares).
Entre los efectos urbanos evidenciados es posible señalar que, en
muchos casos, (a) favorecieron el cambio en las lógicas de funcionamiento de
numerosas áreas, (b) actuaron como detonadores de nuevas centralidades en zonas
degradadas, (c) vulneraron la vitalidad de los subcentros comerciales, (d)
modificaron los valores del suelo en su entorno inmediato, (e) propiciaron la
especialización de determinados sectores de la ciudad y (f) generaron altos
impactos ambientales negativos (no mitigados por la empresa propietaria ni
fiscalizados por la administración municipal). La serie de disposiciones
tendientes a proteger al pequeño comercio minorista y a la salud de los centros
urbanos implementadas en importantes ciudades de Europa y Estados Unidos
llegaron a Buenos Aires de manera demorada, lábil y fragmentada.
A partir del arribo en 1996 de las cadenas Wal-Mart y
Auchan algunos autores construyeron la
categoría teórica de “megamercado” para definir a una nueva generación de autoservicios.
Debido a la alta densidad de captación de público, se han convertido en
importantes motorizadores de la renovación urbana de la ciudad. Si bien los
efectos territoriales de ellos derivados aún no se han manifestado en toda su
magnitud, sí se ha observado que su localización suele producir: (a) importantes
alteraciones en el funcionamiento del área afectada, (b) el mejoramiento de las
redes de transporte primarias, (c) el surgimiento de infraestructura de apoyo
(la provisión de iluminación pública, servicios generales y equipamiento y
mobiliario urbanos), (d) la aparición de equipamiento comercial complementario y
(e) el advenimiento de una nueva lógica económica para la zona.
Como contrapartida, la fuerza centrípeta que logran ejercer atenta
contra la vitalidad del pequeño comercio y produce un notorio incremento de la
contaminación ambiental y de la congestión vehicular (automóviles particulares,
transporte público y de cargas). De manera que su emplazamiento sobre las áreas
periféricas ha comenzado de modo gradual a utilizarse para preparar el avance de
la ciudad, contribuyendo a su saneamiento general, con viarias e
infraestructuras, y direccionando el crecimiento urbano sin afectar los sectores
ya consolidados.4
Las
manifestaciones del terciario avanzado
Una de las transformaciones recientes más notorias ha sido la
construcción de edificios de oficinas en el centro de la ciudad. A comienzos de
la década del ´90 se inició en Buenos Aires la etapa de los denominados
“edificios inteligentes”, destinados a crear ámbitos propicios para sede
de las más importantes empresas transnacionales. Su arquitectura —de grandes
dimensiones, de volúmenes puros y esbeltos, y de refinadas terminaciones—,
diseñada por profesionales de renombre local y mundial, introdujo sistemas
expertos de automatización para
responder a altos requerimientos de confort, seguridad, optimización de recursos
y telecomunicaciones de avanzada.
Estos nuevos edificios aportan elementos formales innovadores al
tejido urbano tradicional de Buenos Aires, cuya lógica de localización se
caracteriza no producir el desplazamiento de actividades que le otorgaban el
carácter de centralidad al centro sino que han reforzado su fuerte carácter, en
el marco de un proceso de expansión para alojar a oficinas administrativas,
hoteles de lujo, sedes de empresas, entidades bancarias y financieras, etc.
Desde esta perspectiva, el centro de la ciudad creció de diferentes
maneras:
(a) Antiguo Puerto Madero: El primer paso fue dado, sin lugar a
dudas, por la operación de reconversión del Antiguo Puerto Madero, iniciada en
1991 y en la que se desarrollaron prácticas de planificación paradigmáticas
—similares, aunque en escala reducida, a algunas de las acciones llevadas a cabo
en los Docklands londinenses o en el Moll de la Fusta catalán—,
que implicaron un avance de la ciudad sobre terrenos portuarios y el reciclaje
de sus viejas dársenas y depósitos desafectados, pero en los que se mantuvo el
carácter tradicional de las antiguas construcciones inglesas. Una vez recuperado
como fragmento urbano, rápidamente se constituyó en un lugar de moda y de paseo,
con oficinas, con una sede universitaria, con un complejo cinematográfico y una
amplia oferta de restaurantes de lujo.
(b) Desarrollo de un corredor norte: Indudablemente, el desarrollo
longitudinal del reconvertido Puerto Madero, recostado sobre todo el área
central, le devolvió carácter al centro y actuó como detonador de nuevas
intervenciones de ampliación sobre éste, principalmente hacia el lado norte
—sitio donde mayor impacto tuvo aquella operación—. Si bien no se debió a
estrategias de planificación, sí comenzaron a surgir, al norte del área central,
una serie de torres acristaladas y de gran altura, para albergar a
holdings multinacionales que a través de su arquitectura buscaban
transmitir cierta imagen y poderío empresarial. Ejemplo de ello lo constituye
una nueva generación de edificios de oficinas, de importante innovación
tecnológica y tipológica, situados en las proximidades de la zona de
Catalinas Norte y de Plaza Roma, y que en conjunto constituyen el
más claro ejemplo de la expansión bancaria, financiera y administrativa del
centro de la ciudad.
(c) Recualificación del cordón macrocentral: Una tercera instancia
es posible reconocerla en torno al área central como resultado de los procesos
anteriores, y es la correspondiente a la lenta pero gradual recualificación del
cordón que envuelve al centro de la ciudad, área conocida como
“Macrocentro”. Esta zona fue objeto de diferentes tipos de intervención:
(a) por un lado, el reciclaje de edificios con valor patrimonial, situados sobre
un tejido urbano muy denso y consolidado, con el propósito de reemplazar usos
residenciales deprimidos por otros de tipo administrativo, financiero, comercial
y cultural; (b) y por otro, la construcción de edificios nuevos, destinados a
oficinas y hoteles de lujo, con una morfología fastuosa.
(d) Aparición de nuevas subcentralidades: Por último, y también de
manera incipiente, se observa la presencia de edificios de corporaciones
importantes que optaron por erigirse sobre nodos potencialmente estratégicos. El
ejemplo más representativo lo constituye sin lugar a dudas el caso de la
Torre Panamericana Plaza, que abandonó una localización absolutamente
central para situarse en el borde noroeste de la Capital Federal, precisamente
en la intersección de dos importantes carreteras.
Finalmente, cabe concluir que este avance del terciario sobre zonas
degradadas (principalmente residenciales), se ha desarrollado de manera
espontánea, sin previa planificación oficial (el municipio sólo otorgaba
permisos especiales que autorizaban su instalación) y, por ende, este proceso
incluyó la expulsión de los habitantes (generalmente de bajos recursos y, en
muchos casos, en situación de ocupación clandestina) y no previó su
realojamiento. Asimismo, las áreas dotadas de nuevas centralidades no han
considerado la introducción de viviendas, y en los casos aislados en que sí se
efectuó se obtuvieron magros resultados o fueron colonizadas por sectores
sociales medios y altos, evidenciando procesos de gentrificación.
Las nuevas tendencias residenciales
periféricas
El proceso de suburbanización de las élites, un fenómeno que
desde la difusión del automóvil fue característico de las metrópolis de Estados
Unidos y del que pueden encontrarse importantes ejemplos en las grandes ciudades
latinoamericanas, no se ha manifestado en Buenos Aires hasta mediados de la
década de 1980, momento a partir del cuál se inició un desarrollo inmobiliario
sin precedentes. (Soja 1996; Harvey 1990). Actualmente no existe en la extrema
periferia de la aglomeración (a más de 40 km. del centro) subdivisión alguna de
tierras con fines residenciales que no esté dirigida a los sectores de poder
adquisitivo alto y medio-alto. Esta acentuada tendencia marca el agudo contraste
con los desarrollos residenciales periféricos de las décadas anteriores,
protagonizados por grupos de bajos recursos en los bordes
metropolitanos.
Esta “conquista” de la periferia por parte de los fragmentos
socioeconómicos más favorecidos, principalmente en torno a la segunda y tercera
corona, se manifestó mediante emprendimientos denominados “urbanización
cerrada” y tuvo diferentes expresiones: el “barrio privado”, el
“country club” y el “club de chacra”. (Tella 1998). Asimismo, bajo
la misma lógica, existió un correlato a nivel urbano, sobre las áreas
subcentrales, a través de la tipología de la “torre jardín” como
residencia para ciertos sectores medios.
Las “urbanizaciones cerradas” son desarrollos parquizados de
viviendas amplias y diseño cuidado, separados físicamente del tejido circundante
por medio de dispositivos de seguridad que han alterado el paisaje urbano: muros
cerrados de gran altura a la manera de “murallas”, con puestos de vigilancia y
sistemas permanentes de custodia a cargo de agencias privadas que ejercen un
control permanente sobre las entradas y salidas de residentes, visitantes y
trabajadores.
En este marco, el country club representa la primera versión
de esta tendencia, que reprodujo ciertas formas de esparcimiento americanas. Se
trata de un conjunto de residencias individuales agrupadas tras un perímetro
amurallado y custodiado. Se localizan sobre áreas suburbanas y están servidos
por rápidas carreteras de acceso al centro de la ciudad. Las reducidas
dimensiones de los lotes (de hasta media hectárea) son compensadas con espacios
comunes destinados a actividades sociales y prácticas de tipo deportivas y
recreativas, maximizando las áreas públicas y de esparcimiento.
Los barrios privados, en cambio, son un conjunto de
residencias individuales agrupadas tras un perímetro igualmente cercado y
custodiado, pero construidos para una ocupación permanente. Se encuentran
también ubicados en las afueras de la ciudad y enlazados con el centro mediante
autopistas. Su diferencia con los countries es la reducción de los
espacios sociales, comunitarios y deportivos, en favor de una mayor dimensión de
los lotes (de media a una hectárea). La conformación de conjuntos de barrios
privados dio origen al surgimiento de equipamiento complementario a la oferta de
cada zona. (Morano, Tella y Torres 1997).
La variable de máxima de este proceso la constituyen los clubes de
chacra, un conjunto de residencias individuales, cercadas, custodiadas y
enlazadas por rápidas autopistas. Están destinados a una ocupación tanto
permanente como transitoria y localizados sobre las últimas coronas de la
aglomeración. Las grandes dimensiones de los lotes (de 1 a 5 hectáreas) permiten
recrear la vida de campo, los valores ecológicos, el contacto activo con la
naturaleza así como prácticas de tipo rural.
Por último, en el otro extremo de las nuevas tendencias
residenciales, surgen las torres jardín como la expresión más urbana, y
simbolizan la “llegada” del country club al barrio. Se trata de edificios
de departamentos, destinados a residencia permanente, localizados sobre áreas
residenciales densamente consolidadas y servidas. Son torres de gran de altura,
de perímetro libre, con volúmenes muy elaborados, cuyo predio ocupa generalmente
la totalidad de la manzana (una hectárea) e incluyen un departamento por planta,
de grandes dimensiones (más de 200 metros cuadrados), capaz de competir con la
residencia individual. Tienen un cerco de protección con custodia permanente y
plantas bajas provistas de servicios e infraestructura de uso
exclusivo.5
Como contrapartida, tanto en las cuencas inundables de los ríos y
arroyos, así como en zonas centrales, surgen a modo de enclaves, desarrollos
fuera del mercado, las “villas miseria”. Por otra parte, los estratos
socioeconómicos que quedan fuera de este proceso, que representan a la mayor
parte de la población (que carece de recursos para progresar en sus condiciones
económicas), se ven forzados a mantener sus habituales niveles de hacinamiento,
de polución y de congestión. Aparecen zonas en la ciudad que se estancan o que
manifiestan signos de deterioro creciente, hecho que es presentado como síntoma
de un “desarrollo desigual del espacio urbano”.
Modalidades
de apropiación reciente
Los cambios de tendencia que se presentan en Buenos Aires a partir de
la década de 1980 tienen aspectos comunes con los observados en otras ciudades
de su talla. Sin embargo, las características propias de su evolución
socioespacial hacen que su impacto sea diferente. Al igual que otras metrópolis,
experimenta un importante proceso de suburbanización a partir del ´40 y a lo
largo de dos décadas, pero protagonizado por trabajadores urbanos que
consolidaron los “barrios de loteo económico” de la segunda corona de la
aglomeración, gracias a cambios en la gestión del transporte público, con
tarifas fuertemente subsidiadas.
Los procesos de globalización que afectan hoy a esta metrópolis han
agudizado los cortes existentes en el interior del amplio abanico de sus clases
medias. Pero a diferencia de otras metrópolis iberoamericanas, sólo muy
recientemente tienen lugar, por una parte, los procesos residenciales que
establecen enclaves de alto nivel en la extrema periferia, acompañados por la
expansión también periférica del terciario y, por otra, procesos de deterioro
central conducentes a la formación de guetos. Como respuesta, surge el
concepto de “urbanización cerrada” para conciliar: tierra barata (que
aprovecha terrenos de grandes dimensiones), accesibilidad (debido a su
proximidad a las autopistas), valores paisajísticos (mediante una
evocación a la naturaleza) y seguridad (a través del recurso de la
muralla y de la vigilancia privada).
Buenos Aires se ha caracterizado históricamente por su fuerte
estructura monocéntrica, de manera que su “downtown” tuvo una supremacía
irrefutable respecto del segundo nivel de centros de la aglomeración. Asimismo,
los asentamientos residenciales surgieron y se consolidaron a través del tiempo
en estrecha articulación con el trazado ferroviario. Si bien a la variable
económica debe asignársele la responsabilidad principal en cuanto a las lógicas
urbanas en el desarrollo de la ciudad, han existido procesos y resistencias
propias que le otorgaron una característica diferencial a la espacialización
local de las agudas políticas globalizadoras planetarias. Puede concluirse que
en la última década Buenos Aires en términos urbanos fue objeto de fuertes
procesos de reconversión económica e hiperurbanización acelerada, que produjeron
de manera simultánea una expansión y recualificación
socioterritorial. Del conjunto de efectos visibles, es preciso subrayar a dos
como los de mayor predominancia:
(a) generación de nuevas centralidades periféricas que
impactaron contra los bordes de la ciudad construida y que se materializaron a
partir de: 1) una descentralización comercial, principalmente sobre los vacios
intersticiales de la segunda corona y posibilitado por el gran repliegue
industrial, y 2) una desconcentración residencial, situada sobre la extrema
periferia e impulsada por el el desarrollo de los “highways” (que encubre
impensables proyecciones a futuro); y
(b) necesidad de recentralizar centralidades existentes, para
permitir la expansión de actividades administrativas y financieras a partir de
una creciente aportación de capitales transnacionales que “modernizaron” la
imagen del antiguo centro con arquitecturas emblemáticas de fuerte impacto
visual y económico (cuyo puntapié inicial fue dado por la reconversión de Puerto
Madero).
Ambos procesos se llevaron a cabo de forma espontánea, por iniciativa
privada, sin responder a ningún tipo de estrategia regional y en el marco de un
laissez-faire territorial absoluto. El primero, sobre la extrema
periferia en colisión con los bordes urbanos consolidados como suburbanización
popular, el segundo, llenado los vacíos intersticiales dejados por el anterior
avance de la ciudad entre los ejes de expansión de la urbanización. Su
dosificación dio por resultado una nueva fisonomía urbana caracterizada por: (a)
la dispersión periférica, (b) la difusión de subcentralidades, (c) la
fragmentación territorial y (d) la discontinuidad de tejidos. De manera que,
como síntesis, finanzas en el centro, comercio en los intersticios y residencia
en la periferia fueron los principales factores de motorización de sus
transformaciones socioterritoriales recientes.
Debe subrayarse, también, que se trata de situaciones inéditas que
afectan hoy a esta metrópolis semiperiférica como resultado de un proceso brusco
y acelerado de modernización, en el que se llevan a cabo en forma extrema y
tardía actuaciones que en los países centrales se desarrollaron paulatina y
morigeradamente a lo largo de varias décadas. En sólo una década, el
desvanecimiento industrial, la descentralización comercial junto
con desconcentraciones residenciales espontáneas —bajo de la lógica de
enclaves de alto nivel—, permitieron “liberar” a las áreas centrales para la
llegada del terciario avanzado y, como contrapartida, han comenzado a evidenciar
conflictos derivados de la gran dispersión de la urbanización.
Dado que este proceso de transformación socioterritorial no ha
superado aún una etapa de gestación, la situación planteada si bien por un lado
abre numerosos e importantes interrogantes en relación con la evolución futura
de Buenos Aires, por otro manifiesta con claridad la presencia de un fenómeno
urbano en expansión con consecuencias trascendentes e irreversibles sobre la
estructura metropolitana. En este marco y de manera ineludible, la
administración pública deberá comenzar a asumir el papel conductivo que
históricamente relegó.
Referencias
BORJA, Jordi y CASTELLS, Manuel.
1998. Local y Global. La gestión de las ciudades en la era de la
información. Madrid: Taurus.
CASTELLS,
Manuel. (1997), La
era de la información: Economía, sociedad y cultura. Madrid:
Alianza.
FRIEDMANN, John.
1986. “The World City Hypothesis”. Development and Change. Nº 17,
69-84.
————.
1995. “Where we stand: A decade of world city research”. En: P.L.Knox y
P.J.Taylor (eds.), World cities in a world system. Cambridge, UK:
Cambridge University Press, 21-47.
HARVEY,
David. 1990. The condition of postmodernity. Oxford: Basil
Blackwell.
LIPIETZ,
Alain. 1986. “L’industrialisation dans la péripherie: déploiment interrégional
et international du fordisme”. En: Auriac, F. y Brunet, R. (dir.), Espaces,
jeux et enjeux. Paris: Fayard; 36-53.
SASSEN,
Saskia. 1991. The Global City: New York, London, Tokyo. Princeton
University Press.
————.
1996. Losing Control? Sovereignty in an Age of Globalization. The 1995
Columbia University L.H.Schoff Memorial Lectures. New York: Columbia University
Press.
SCHNEIER-MADANES, Graciela. 1998.
“Buenos Aires: une métropole en projet”. París: Urbanisme, Nº 298,
14-22.
SOJA,
Edward. 1996. Thirdspace. Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined
Places. Cambridge (Mass.): Blackwell Publishers Ltd.
TELLA, Guillermo. 1996. “El
retorno de los enclaves. La reconstrucción de la ciudad a partir de sus
intersticios urbanos centrales”. Buenos Aires: Compendio de la
Construcción, N°52, 6-10.
————. 1998. “Modalidades de
apropiación del espacio metropolitano”. Memorias del Seminario sobre Barrios
Cerrados: Nuevas formas de urbanización del Gran Buenos Aires. Buenos Aires:
Municipalidad de Malvinas Argentinas, 13-25.
Notas
1 Proyecto de Investigación UBACyT (Nro. JA13,
programación científica 1998-2000), Secretaría de Ciencia y Técnica de la
Universidad de Buenos Aires. Tema: “La modernización tardía de una
metrópolis semiperiférica. El caso de Buenos Aires y sus transformaciones
socioterritoriales recientes”. Director: Arq. Guillermo Tella. Equipo
de Investigación: Arq. Fabián de la Fuente, Arq. Patricia Dietrich, Mónica
Blanco y María González. Lugar de trabajo: Instituto Superior de
Urbanismo (Dir. Arq. Juan Manuel Borthagaray); Facultad de Arquitectura, Diseño
y Urbanismo, UBA.
2 La “hipótesis de la ciudad global”, que tan profundo
impacto causó en el mundo académico, lleva ya diez años de fructífera discusión.
La literatura acumulada durante ese período permite hoy insertar a Buenos Aires
dentro del esquema clasificatorio más difundido. Si en los países centrales las
ciudades primarias están encabezadas por Nueva York, Londres, París y Tokio, y
las secundarias por ciudades como Milán, Madrid, Toronto o Sydney; en los países
semiperiféricos las ciudades primarias serían centros como San Pablo o Singapur
y las secundarias ciudades como Buenos Aires, Caracas y Seúl. Siguiendo este
esquema, entonces, Buenos Aires debería ser considerada como “metrópolis
secundaria de un espacio económico semiperiférico”, mientras que una importante
cantidad de aglomeraciones urbanas del Tercer Mundo, conformadas por millones de
habitantes, quedarían fuera.
3 Los Shopping Centers tienen asignada como unidad
de medida, que permite comparar entre sí su tamaño, al Área Bruta
Locativa (ABL), y está representada por la superficie propia de los locales
y del patio de comidas, quedando excluido: circulaciones, estacionamiento,
depósitos y administración. Actualmente, el ABL de
toda la región metropolitana de Buenos Aires supera el medio millón de metros
cuadrados, distribuidos en más de una veintena de
recintos.
4 Los
grandes espacios sobre los que se localizan estos complejos son, generalmente,
de carácter intersticial; de manera que la empresa propietaria suele hacerse
cargo de la apertura de viario en el entorno, su pavimentación, iluminación e
infraestructuras, como modo de favorecer su accesibilidad.
5 La llegada de esta nueva tipología residencial a muchos
barrios tradicionales consolidados de la ciudad, generalmente de baja densidad
habitacional y ocupados por viviendas de clase media, que contaban con
equipamiento comunitario básico, ha provocado un importante impacto de tipo
urbano, ambiental y social, que se ha manifestado principalmente en cambios en
la vida cotidiana, en las relaciones entre el vecindario, en los modos de
aprovisionamiento, en la utilización del espacio público y el tiempo libre, en
la morfología urbana. Esto se vio agravado porque no se previó ningún tipo de
compensación o mitigación de los perjuicios generados por estos
emprendimientos.
Ponencia presentada al Segundo Encuentro Internacional Humboldt. Mar del
Plata, Argentina. Octubre de
2000.