LAS EXPRESIONES ESPACIALES
DE LOS DESEQUILIBRIOS EN LOS
PAÍSES AFRICANOS.
Profesora Stella Maris Shmite
Facultad de Ciencias
Humanas
Universidad Nacional de La Pampa –
UNLPam
RESUMEN
El problema a desarrollar en este artículo es la existencia de
desequilibrios en los países africanos. Asimismo, se intentará mostrar de que
modo se plasman en el espacio y cuáles son las variables intervinientes en la
actual configuración.
El análisis de esta unidad espacial es abordado teniendo en cuenta variables externas
(dependencia/independencia económica y política, vinculación con el mercado
mundial, impacto del imperialismo colonial, etc.) y variables internas (proceso histórico de
evolución socio-económica, ocupación del espacio, medio natural con sus
restricciones y oportunidades, redes y flujos, etc.) que en conjunto definen la
configuración actual del espacio en estudio.
La ocupación del espacio africano a lo largo de la historia por los
distintos grupos sociales, es una variable de significación al momento de
iniciar el análisis. La realidad actual es resultado de una construcción
espacial desarrollada por agentes sociales con diferente grado de información y
experiencia, que actúan respondiendo a distintas racionalidades y
significaciones. Tomando como punto de partida la distribución actual de la
población, corresponde analizar las particularidades históricas, las variables
políticas, económicas y étnico-culturales, las características del medio
natural, etc., todo lo cual da origen a una particular organización del espacio,
donde no están ausentes los contrastes y desequilibrios.
Es necesario
tener en cuenta que la ocupación del espacio en este caso, estuvo muy ligada a
las transformaciones derivadas de los procesos de colonización y descolonización
del continente. Por ello, subyace como hipótesis de trabajo, la idea de que la actual configuración espacial de Africa
responde a variables dominantes de orden externo.
INTRODUCCIÓN
En Africa, la
ocupación del espacio a lo largo de
la historia por los distintos grupos sociales, es una variable de significación
al momento de realizar un análisis de la estructuración actual del espacio.
También hay que tener en cuenta que una variable interviniente en la ocupación
del espacio ha sido el proceso de transformaciones derivas de la colonización y
descolonización del continente africano.
El análisis de la realidad actual del espacio africano es abordado en
este artículo tomando como punto de
partida la distribución de la población.
Teniendo en cuenta que el espacio es una construcción social producto de la
acción de agentes sociales, con distinto grado de información y experiencia, que
actúan según diferentes racionalidades y significaciones, corresponde analizar
las particularidades históricas, las variables políticas y económicas, lo étnico-cultural y los
rasgos derivados de la herencia colonial, como así mismo, las características
del medio natural, todo lo cual da origen a una particular configuración
espacial, donde están presentes una serie de contrastes y desequilibrios.
El problema a analizar es la
existencia de desequilibrios en los países africanos y el modo en que se plasman
en el espacio. Se parte del supuesto que la actual configuración espacial de
Africa responde a variables dominantes de orden externo, siendo la herencia
colonial el proceso de mayor relevancia en la explicación de los contrastes y
desequilibrios contemporáneos.
DESARROLLO
Africa ha sido y es un continente escasamente poblado, con una densidad
de unos 20 hab/Km2, pese al fuerte crecimiento demográfico que ha experimentado
en las últimas décadas. Ha pasado de 160 millones de habitantes en la década del
´30 a casi 800 millones de habitantes en el momento actual.
En un mapa de distribución de población, observamos en primer lugar que
la mayor parte de los habitantes de Africa viven al sur de los 15º de Latitud
Norte y que una gran parte del territorio está despoblado.
La población está muy desigualmente repartida, hasta el punto de que en
Africa coexisten espacios densamente poblados como el Delta del Nilo con más de
660 hab/Km2, con vacíos demográficos en las zonas desérticas o en la selva
ecuatorial. Hay países escasamente poblados (con menos de 10 hab/km2) como
Libia(3.3), Mauritania(2.3), Niger(7.7), Chad(5.2), Namibia(2.0) o
Botswuana(2.5) y otros con altas densidades que se pueden agrupar en dos grandes
conjuntos espaciales: el más importante es Africa Occidental, que forma una
especie de cuadrilátero al norte del Golfo de Guinea. El segundo forma un área
alargada en las tierras altas de Africa Oriental con núcleos densamente poblados
(centro de Etiopía, los grandes lagos, áreas costeras del sudeste). Otra unidad
espacial con poblamiento
concentrado es la costa mediterránea del Magreb, como también el valle inferior del Nilo. Sudáfrica, en
comparación con el norte, tiene un
poblamiento más homogéneo en cuanto a su dispersión espacial, con varios polos
de concentración de población. Entre estas áreas más pobladas se extienden
vacíos poblacionales.
Múltiples variables contribuyen a explicar estas enormes
diferencias en la ocupación del espacio. En principio hay que destacar el
“divorcio” que existe entre las variables físicas y la distribución de
población, aunque tradicionalmente se habló de un determinismo del medio
natural. Las formas de adaptación o inadaptación al medio se yuxtaponen. Medios
considerados favorables para las actividades agrarias, como el delta del Níger o
del Zambeze, siguen estando poco pobladas; mientras que medios considerados poco
favorables, como Africa occidental, están muy pobladas. Lo mismo ocurre con los
valles fluviales (Niger, Senegal, Congo, Nilo) densamente poblados en algunos
tramos mientras que otros están casi vacíos. La baja densidad de la cuenca
central de Africa (5 a 8 hab/km2) se suele relacionar con la hostilidad del
medio selvático, inhóspito e impenetrable; sin embargo, esta misma selva
presenta históricamente densidades elevadas en la costa del Golfo de Guinea
(Nigeria y Ghana).
Las
civilizaciones africanas han encontrado numerosas formas de adaptación a las
situaciones naturales, pero es válido preguntarse ¿porqué determinados grupos
sociales se esforzaron tanto para transformar algunos medios hostiles?, mientras
que dejaron de lado medios propicios para las actividades pastoriles y
agrícolas. Los mismos tipos de organizaciones campesinas agrícolas o ganaderas
están asociadas a densidades elevadas en algunas áreas y bajas densidades en
otras áreas.
Africa con unos
30 millones de km2 dispone de más de 28.000 km de costas y presenta
un relieve bastante uniforme. Geológicamente es un gran zócalo precámbrico que
aflora directamente o está recubierto por una fina película sedimentaria
sometido a rigurosos procesos erosivos. Morfológicamente es una amplia
plataforma amesetada rodeada de cordilleras al norte (Atlas) y al sur
(Drakensberg), y altas mesetas y macizos al este (Mzo. de Etiopía, montes Kenya,
Kilimanjaro). Las alturas orientales se encuentran atravesadas por una línea de
fractura, la gran falla del Rift Valley que une el norte del continente con los
grandes lagos interiores.
Lo más
relevante del zócalo precámbrico son las mineralizaciones. Esto ha permitido la
valoración y puesta en producción de gran cantidad de recursos mineros (hierro,
diamantes, cobre, oro, bauxita, estaño, uranio, etc.) mientras que los recursos
energéticos del subsuelo no son tan abundantes a excepción del Magreb y el golfo
de Guinea.
Dentro de las
variables físicas, lo más característico de Africa son los rasgos bioclimáticos
pues el continente presenta una distribución zonal de bandas biogeográficas. Por
su posición en relación con el Ecuador presenta:
-
un gran desarrollo de
tierras emplazadas bajos los trópicos que lo convierte en el continente más
cálido,
-
reproducción simétrica a
ambos lados del Ecuador de idénticos paisajes,
-
aridez, que lo transforma en
el continente más seco.
Una
cuarta parte de Africa esta ocupada por desiertos, el Sahara al norte, que tiene
una extensión equivalente a Europa y el desierto de Kalahari al sur. En
contraposición, la existencia de
las zonas ecuatoriales y subecuatoriales se caracterizan por exceso de
agua.
El
desierto de Sahara parte a Africa en dos mitades prácticamente disociadas: al
norte, un espacio influenciado por la historia mediterránea e incorporado en
cierta forma a Europa; al sur, se extiende la africanidad propiamente dicha con
espacios interiores que evolucionaron sin conexión exterior y áreas costeras
fuertemente influenciadas por las relaciones de ultramar.
En
síntesis, dominan los ambientes áridos, semiáridos y húmedos. Unos y otros
presentan claras limitaciones para la ocupación humana. Como alternativas, en
las áreas más secas el nomadismo pastoril ha sido la forma de aprovechamiento
del espacio, pero es un sistema que ha llevado al sobrepastoreo, lo que unido a
sequías y conflictos sociales ha hecho disminuir considerablemente la actividad
ganadera, especialmente en la región del Sahel. Otra respuesta ha sido la agricultura de tipo tradicional con
regadío, aunque el regadío facilita la propagación de insectos y saliniza los
suelos.
En el ámbito
húmedo, la actividad agrícola, ligada a la deforestación, facilita la obtención
de tubérculos y cereales para subsistencia, o de cultivos industriales para
exportación (café, cacao, aceite de
palma, etc.). La fertilidad de los suelos es temporal, y la utilización del
sistema de rozas es difícil de mantener sobre todo cuando la presión demográfica
aumenta. La alternativa más rentable se ha encontrado en la agricultura de
plantación, que ha tenido un éxito
considerable en determinadas áreas como en la costa del Golfo de
Guinea.
Hoy se
desarrollan en Africa dos mundos:
el de la ciudad, más moderno y cada
vez más vinculado a los flujos externos, y el del campo. Es evidente que el proceso histórico ha
desempeñado un papel decisivo en la evolución del poblamiento urbano y rural.
Las rivalidades étnicas entre pastores y agricultores y los desplazamientos de
tribus es una fundamentación
histórica de la movilidad espacial, las capturas de esclavos han
contribuido a las bajas densidades de algunas áreas y al desplazamiento de
pueblos antes de la colonización. La colonización favoreció la movilización, a
menudo en forma involuntaria, por diferentes razones: a) reagrupamiento y
fijación de núcleos poblacionales en torno a infraestructuras mineras,
portuarias o agrícolas, b) “huida” o movilización para escapar a los trabajos
forzados o al pago de impuestos. De esta forma la colonización modificó la disposición de las áreas de
concentración y de dispersión de la población.
En esta desigual distribución poblacional juegan un papel de relevancia
las ciudades, cuya localización va unida en algunos casos a la existencia de
antiguas civilizaciones urbanas como es el caso de Egipto, y en otros casos a
los intereses coloniales de los países europeos (Johannesburgo, Kinshasa,
Lagos). En las últimas décadas las ciudades africanas han manifestado un fuerte
crecimiento demográfico, pero aún así, sólo vive en núcleos urbanos el 30% de la
población, siendo los países más urbanizados los del norte del continente y
Sudáfrica. La ruralidad domina en el continente en contraste con pocos núcleos
urbanos que superan el millón de habitantes, caracterizados por una fuerte
hipertrofia, donde la Población
Económicamente Activa se ubica mayoritariamente en el sector terciario de
la economía.
No es significativo el nivel de urbanización, pero si es relevante el
dinamismo que se manifiesta a partir de la década del ´90. En 1950 la tasa de
urbanización de Africa no alcanzaba el 4% y sólo había cinco ciudades con más de
100.000 habitantes. En la década del ´90 la tasa de urbanización creció a un
ritmo de 5 a 7 % anual, y existen actualmente unas diez ciudades con más de un
millón de habitantes.
Durante todo el período colonial la ciudad fue la herramienta esencial
del comercio. La red de ciudades se calcó sobre las jerarquías administrativas
existentes, a los que se sumaron los puertos y las ciudades mineras. La
independencia trajo aparejado un modelo de desarrollo que privilegió la
urbanización y la industrialización, favoreciendo a las ciudades. La explosión
demográfica actual ofreció los medios para un crecimiento urbano sostenido. Así,
las capitales, los puertos y los antiguos centros administrativos coloniales
fueron sus principales beneficiarios, pero a medida que van creciendo en número
y en tamaño las ciudades secundarias se diversifican y su trama se hace cada vez
más densa.
El acceso de los países a la independencia
no trajo cambios decisivos en el mundo rural tendientes a la articulación
intraespacial o formas adecuadas de integración al sistema mundial. Como
herencia de las mutaciones introducidas
por los europeos deriva una dualidad de las estructuras
agrarias:
a- por un lado,
estructuras tradicionales donde no
tienen la propiedad privada de la tierra y las relaciones entre tribu y tierra
son de alianza. El terreno está dividido en parcelas de las que cada familia es
usufructuaria en el marco de la propiedad colectiva. Los sistemas de producción
presentan distintas variantes: itinerante, sedentario, cultivos de inundación en
los valles fluviales, nomadismo ganadero. Más allá del sistema de productivo,
esta estructura es de abastecimiento local;
b- por otro lado,
las estructuras comerciales donde
los imperios coloniales tendieron a la concentración de la producción y a una
jerarquización social de la producción. Los colonizadores buscaron el apoyo de
los estratos sociales dirigentes convirtiéndolos en intermediarios entre las
masas de población campesina explotada y sus intereses. Esta estructura
productiva rompió formas antiguas
de producción al tiempo que introdujo distorsiones en el sistema de
comercialización de productos.
Es un sistema agrario que se
asienta en los suelos más fértiles y no colabora en el abastecimiento
alimentario nacional. La demostración de esto es que en muchos países africanos
la exportación de productos alimenticios tiene un peso considerable en la
balanza comercial, pero al mismo tiempo, la quinta parte de las importaciones de
Africa son precisamente, productos
alimenticios.
La articulación de la economía tradicional con la economía de mercado y
la sobreexplotación de la fuerza de trabajo ha provocado un sistema migratorio
particular caracterizado por el desplazamiento de población activa masculina
hacia los polos de producción agrícola o minera. Esta migración masculina hace
que la fuerza de trabajo familiar descanse cada vez más en el trabajo de las
mujeres. Según D. Cohen, “la esclavitud de las mujeres africanas es el primer
piso de la miseria del continente. En el segundo piso se desarrolla otra
explotación: la de los campos enteros por las ciudades. Según un estudio del
Banco Mundial, las ciudades se apropian de casi la mitad de las riquezas
producidas por los campos africanos.”(1998:19).
La inserción poscolonial de los países africanos en el sistema
capitalista mundial era vista como una estrategia para salir del subdesarrollo.
Pero no todos los países tuvieron crecimiento económico y por lo tanto, no se
podía esperar una modernización del mundo rural. En ningún país se dio una
verdadera revolución agrícola, sólo se dieron desarrollos parciales de Complejos
Agrícolas basados en la sobreexplotación de la mano de obra, siempre potenciando
oportunidades puntualmente localizadas.
Lo cierto es que la agricultura en cualquiera de sus diversas
modalidades, es la actividad principal (da empleo al 80% de la población y
aporta el 50% del PIB africano). Para muchos estados africanos es la única
actividad en la que se apoya la estructura comercial.
En cuanto a las
perspectivas del sector minero conviene recordar la abundancia de
riquezas. La posesión de las minas fue
uno de los móviles del avance europeo sobre el espacio y cada potencia se
esforzó por asegurar dominios con riqueza minera y al mismo tiempo con salida
directa al mar. Actualmente, para muchos países africanos, la minería es la
actividad más importante.
La herencia
colonial quedó plasmada en la infraestructura ferroviaria y en la red de canales
navegables, cuya organización manifiesta la relación directa con la costa,
tendiente a acercar la producción al puerto. Esto actualmente se traduce en la
ausencia de integración espacial.
Las fuentes
energéticas en explotación son muy reducidas. El carbón es escaso y el petróleo,
que se encuentra en Magreb y Guinea, es relativamente importante. El enorme
potencial hidroeléctrico no está aprovechado, representa el 40% del potencial
mundial. El recurso hidroeléctrico es para Africa lo que el petróleo es para
Medio Oriente.
El
escaso desarrollo industrial contrasta con la abundancia de materias primas.
Actualmente Africa sólo aporta el 2% a la producción industrial mundial, pero
dispone de las tres cuartas partes de la producción de diamantes y la mitad del
oro y del cobalto, entre otros ejemplos. Por ello, uno de los objetivos de los
estados actuales es crear una moderna actividad agro- minera y su
correspondiente integración industrial. Para lograr este objetivo y tantos
otros, es necesario romper con viejas estructuras estatales sedimentadas durante
más de un siglo.
El rol del estado en la etapa colonial fue asegurar las condiciones
para la extracción de los productos y la acumulación de capital por los
intereses metropolitanos, dirigiendo su articulación con las formas
tradicionales de producción. Por otra parte debía proveer, como una condición
esencial para los intereses del colonialismo, un marco de orden estable político
y de control efectivo sobre el territorio y sobre la población local.
La colonización creó economías especializadas en exportación
agro-mineras, muy vulnerables, desarticuladas interiormente, con baja
productividad y escaso desarrollo industrial. Se puede afirmar que el espacio
africano heredó un modelo de crecimiento depredador, cuya característica más
destacada es la dificultad de formar un Estado con voluntad y capacidad para
organizar una estructuración nacional integrada. Las economías se
transnacionalizaron y esto generó un conjunto de procesos que actúan
negativamente en la organización nacional autónoma.
REFLEXIONES FINALES
La interacción
social es dinámica, toma distintas formas, distintas particularidades en cada
espacio. Procesos como la colonización y descolonización del Africa provocaron
un impacto en la estructuración de la sociedad que se traduce en la distribución
de la población. Dichos procesos
acentuaron la fijación y desarrollo de núcleos poblacionales (agrícolas, mineros
y portuarios) y provocaron una movilización poblacional de “huida” (migraciones
internas y externas, enfrentamientos).
Para los
africanos, sus propias divisiones por etnia importaban mucho. El reparto del
continente entre las potencias colonizadoras estableció límites que nada
tuvieron en consideración a los grupos étnicos existentes. Así, las fronteras
dividieron etnias al mismo tiempo que encerraron enemigos. Esta situación
contribuyó a generar enfrentamientos y desplazamientos que aún hoy
perduran.
Hay siempre una
permanente resistencia de los factores internos en la confrontación con los
factores externos. Entre las variables internas figuran los valores culturales
que no se les ha asignado su verdadera significación. Los programas de
desarrollo implementados en los países más atrasados deberían tener en cuenta no
sólo las ventajas comparativas del espacio, sino también los valores culturales.
Es decir, aquellos factores comunes compartidos por una comunidad que los
identifica y que facilita la convivencia: tradiciones, costumbres, creencias,
expectativas, normas de relaciones sociales. A pesar de su importancia, estos
valores están por completo ajenos en las acciones de los Organismos
Internacionales que aplican planes de apoyo en los países subdesarrollados. Ante
el fracaso de estos proyectos, que excluyen los factores culturales, se le
asigna la culpa a la sociedad y en especial, a los gobernantes dictatoriales y/o
corruptos, que de hecho también existen.
La
configuración actual del espacio africano muestra un conjunto de sociedades
dependientes que han visto quebrar sus sistemas tradicionales frente a nuevas
realidades socio-económicas locales y globales. La articulación del espacio
africano con el espacio global no hace más que acrecentar los desequilibrios y
contrastes.
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Octubre de 2000.