UNA MENTIRA MAS SOBRE LA OBRA
LATINOAMERICANA DE HUMBOLDT

Dr. Angel Bassols Batalla
Investigador Titular y Emérito
del Instituto de Investigaciones
Económicas - UNAM
México siempre se había recordado con gratitud la obra
de Alejandro de Humboldt, principalmente su "Ensayo político sobre el reino de
la Nueva España". Pero en tiempos de crisis como las actuales, han aparecido
aisladas voces que representan una corriente opuesta a la anterior, intentando
lesionar el bien ganado prestigio del Barón como innovador de la Geografía de su
tiempo y autor de libros que contribuyeron, a principios del siglo XIX, al
robustecimiento de las ansias liberadoras de nuestros pueblos. La verdad,
incluso en tiempos de crisis, deberŕ prevalecer sobre las obvias falsedades.
Todo análisis retrospectivo de la obra de
intelectuales, que hayan dejado a la posteridad importantes contribuciones en la
siempre complicada tarea de entender los factores que determinan procesos y
estructuras de la Naturaleza y la sociedad, se enfrenta a ciertos e inevitables
riesgos. Si lo anterior puede aplicarse en casos de "normalidad", con mayor
razón debemos constatarlo en tiempos de crisis, cuando se derrumban paradigmas
supuestamente eternos y también puntos de vista que derivaban de análisis de
fondo, pero de los cuales con posterioridad se descubren fallas, reales o
supuestas.
Esto viene a cuento al referirnos a la obra del sabio
alemán Alejandro de Humboldt o de algunas de sus partes, ya que las
contribuciones de ese personaje abarcaron numerosos aspectos de las ciencias
físicas y sociales de su tiempo. Pero en este Encuentro de Buenos Aires, de
ninguna manera intentaríamos "evaluar" sus notables aportes en otras ramas de la
propia Geografía y nos constreñimos a tocar un solo punto de sus polifacéticas
investigaciones: los gruesos volúmenes que integran el "Ensayo político sobre el
reino de la Nueva España", los mapas y otros materiales que resultaron de su
viaje a lo que entonces se llamaba la América mexicana, todavía bajo el yugo
colonial.
La historia en nuestro caso personal arranca desde el
año de 1959, continúa en 1969 y permanece viva hasta la fecha, al recordar a
Humboldt en este final del siglo XX, cuando han corrido ya 200 años de su
llegada y estancia en los diversos países de la actual Latinoamérica, tanto en
Tierra firme como en las islas caribeñas. En 1959 y hasta 1969, México vivía un
periodo de "auge" económico que habría después de esfumarse, para entrar a la
onda depresiva del ciclo histórico, lo cual ha traído consigo incluso cambios
profundos en la forma de interpretar las épocas anteriores, la obra de
personalidades grandes o pequeñas y el concepto mismo de "contribución de uno u
otro libro. Es decir, ahora se habla de una "reinterpretación" de nuestra
historia y aparecen autores que manifiestan su arrepentimiento por haber
expresado ideas distintas en esos ya remotos tiempos de auge. Es natural que en
países donde el impacto de las crisis parece ya no tener fin, muchos de esos
paradigmas e ideales desaparezcan y reine soberano el agnosticismo.
Pero ¿ tiene que ver todo eso con la noble figura de un
académico ilustre, que independientemente de sus contribuciones a múltiples
campos del saber y en escala mundial, nos legó esos importantes libros y mapas
sobre lo que entonces eran tierras que soportaban ya 300 años de esclavitud,
servidumbre e inaudita exacción de riquezas naturales? Pues tiene que ver mucho,
porque si bien desde el siglo XIX sus enemigos en Europa lanzaron en su contra
múltiples acusaciones de poca monta, ahora incluso en México y otros países
latinoamericanos se desata una serie de furiosas diatribas, que en verdad
representan la "negación" de los elogios que antes y en el mismo país se
expresaron.
Vacas flacas y vacas gordas: Humboldt en medio
Entiéndase bien que nuestro interés por la obra del
preclaro prusiano nada tiene que ver con el hecho de ejercer la especialidad de
Geografía socioeconómica y regional, sino con una siempre insatisfecha sed de
conocimientos, que desde antes de estudiar nuestra carrera universitaria nos
llevó a interesarnos por saber quién había sido el autor del "Ensayo político".
Con el tiempo llegamos a afirmar que ese libro representaba un hito en la
bibliografía de su tipo y que merecía analizarse como obra de consulta, así como
los mapas nos daban una visión incompleta pero interesante, de cómo se
desconocía para principios del siglo XIX el territorio de la Nueva España y sus
múlltiples regiones.
Precisamente en setiembre de 1969 la Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística llevó a cabo una serie de actos para
celebrar los 200 años del nacimiento de Humboldt y ahí se recordó que un siglo
antes esa misma institución integró una Comisión organizadora para conmemorar el
primer centenario de ese nacimiento. En el acto en su honor hablaron brillantes
intelectuales de entonces, entre ellos Gabino Barreda e Ignacio Ramírez, apodado
este último "El Nigromante". Liberado el país en 1867 de la injusta invasión de
tropas francesas y liquidado el "imperio" del iluso Maximiliano, todo fueron
elogios a la vida y la obra del geógrafo centroeuropeo. Nosotros en 1969 nos
sumamos a la tarea de difundir la obra de dicho personaje, pero siempre
advertimos que nuestra mente estaba lejos de un sentimiento que expresase
"complejo de inferioridad" debido a la nacionalidad que aquel ostentaba y menos
aún porque considerásemos que era un "deber" rendirle homenaje. Por lo
contrario, en nuestra intervención recordamos que fue precisamente Benito Juárez
"el hombre que guió al pueblo mexicano para reconquistar la patria invadida"
quien en plena guerra de Reforma había conferido desde la ciudad de Veracruz el
título de "Benemérito de la Patria" al viajero berlinés.
Lo que más nos interesó fue hacer hincapié en que por
arriba de su origen ligado a la nobleza, Humboldt "se puso abiertamente de lado
de las corrientes humanistas y con ello alentó las causas libertarias de
América". Terminábamos afirmando que dicho autor "contribuyó en gran medida al
proceso de maduración de la conciencia nacional en la hoy América Latina, pues
desenmascaró, sutil y elegantemente al régimen colonial" y exhibió
ante la opinión europea muchos de sus aspectos
negativos. El propio maestro afirmó siempre que el "Ensayo político" tenía,
entre otras cosas, el claro propósito de ser útil a quienes dirigieran los
destinos de nuestros países, de tal forma que se impulsara el conocimiento
científico y se explotaran mejor los recursos naturales, en bien de las
sociedades que habrían de nacer. Son bien conocidas las palabras finales del
libro VI, capítulo XIV, de esa voluminosa obra: "¡ Ojalá, sobre todo, que
llegase a persuadirse de una verdad importante, a saber: que el bienestar de los
blancos está íntimamente enlazado con el de la raza bronceada, y que no puede
existir felicidad duradera en ambas Américas, sino en cuanto esta raza,
humillada pero no envilecida en medio de su larga opresión; llegue a participar
de todos los beneficios que son consiguientes a los progresos de la civilización
y de las mejoras del orden social!"
Pues bien, en 1997 se publicó en un periódico de gran
circulación de la capital mexicana, el artículo de alguien llamado M. Magaña, en
el cual lo menos que se dice sobre Humboldt es que "llegó a la traición al
entrega información cartográfica, límites territoriales y riquezas naturales de
nuestro país y de estrategia de inteligencia militar al Presidente Jefferson".Y
no sólo eso, si no que "resulta ser precursor del espionaje internacional contra
nuestro país y antecesor de servicios de inteligencia como la CIA y el FBI".
Adviértase que el autor de esta ponencia siempre ha señalado una verdad: el
sabio prusiano reunió materiales entonces existentes en la capital del
virreinato y por eso su obra pudiera considerarse incluso "conjunta", gracias a
los conocimientos que tenían especialistas como Andrés del Río, Elhuyar, Alzate,
Cervantes y otros, que por órdenes reales se entregaron al investigador europeo
durante su estancia en la Nueva España.
Pero una cosa es reconocer lo anterior y otra muy
distinta es el afirmar que el geógrafo alemán "abusó de la buena fe de los
mexicanos que le dieron información sobre nuestro país. Nunca pensaron -
continúa aquel autor - que los datos habrían de ser utilizados para atacarnos
con mayor cálculo y perversidad", tal como en verdad lo hace el venenoso
articulista de nuestro tiempo de las vacas flacas.
¿Qué podríamos decir sobre semejantes improperios,
lanzados casi 150 años después de que el Benemérito Benito Juárez rindiera justo
homenaje al autor del "Ensayo político"? No se trata de "vindicar" a quien no lo
necesita, sino de plantearnos al menos algunos razonamientos finales. En primer
lugar, el prusiano llegó a América con las órdenes que le había dado el soberano
español, con objeto de que pudiese viajar libremente y recibir toda la
información que sobre las colonias existiese. En consecuencia, a quien se
debiera acusar de "suicidio por estupidez" es al rey de España y no a Humboldt.
En segundo lugar, a estas alturas de lo que algunos llaman "la quinta revolución
técnico-científica", considerar "espía" a quien publica un libro y lo divulga,
resulta punto menos que irracional. Por lo contrario los "Ensayos políticos"
sirvieron para dar a conocer las riquezas naturales que poseían las entonces
colonias españolas, pero sobre todo para poner el dedo en la llaga de la
opresión, la miseria y la ignorancia en que vivían las grandes masas,
principalmente indígenas, de la América hoy Latina. El sabio europeo supo captar
las ansias de liberación de los pueblos latinoamericanos y las expresó sin
tapujos en las páginas de su revolucionario libro.
Conferencia dictada en el Primer Encuentro
Internacional Humboldt. Buenos Aires, Argentina. Noviembre de
1999. |