Auge y ocaso de las "Regiones Geográficas Argentinas" de Federico Daus.
De
un pasado con certezas a una actualidad de
fragmentación
Andrés
Barsky
Introducción
Habiendo realizado desde hace unos años trabajos de zonificación
agroproductiva de la región pampeana con censos agropecuarios y habiéndonos
planteado una discusión sobre la noción de región (Barsky, 1998), el presente
ensayo se propone reflexionar sobre el auge y el ocaso de las "regiones
geográficas argentinas" de Federico Daus, cuya impronta indudablemente marcó a
la geografía académica y escolar durante casi 50 años (desde los años cuarenta
hasta los años noventa, cuando se produce la reforma educativa). Nos ha parecido
interesante indagar sobre el tema porque desde principios de los años ochenta,
con la normalización de la actividad académica en el país, el concepto de región
ha tendido a ser eliminado de nuestro vocabulario en el ámbito universitario
(por lo menos, me estoy refiriendo a la Universidad de Buenos Aires). Este
proceso ha sido producto de una necesaria y crítica revisión teórica de la
geografía.
Sin embargo, nos seguimos preguntando sobre la utilidad del concepto de
región dado que nos ha tocado trabajar con una unidad de recorte territorial que
entendemos pertinente, la región pampeana. Esperamos que este artículo sirva
para dejar planteadas algunas inquietudes al respecto.
Asimismo, citaremos -entre otros- trabajos de dos geógrafos que también
han trabajado el tema: Silvina Quintero Palacios (1996), quien realizó un
profundo, extenso y lamentablemente aún poco conocido estudio del origen de la
institucionalización de la geografía escolar en la Argentina, y Federico
Fritzsche (1993), quien escribió un pequeño pero muy sugerente artículo sobre el
pensamiento regional de Daus.
El
papel de Federico Daus y el origen de las "regiones geográficas
argentinas"
En
Argentina, "la institucionalización del discurso geográfico escolar se produjo
(..) de manera articulada a la conformación de las bases materiales y políticas,
que posibilitaron la definitiva constitución de un Estado-Nación moderno en el
ámbito de las Provincias Unidas del Río de la Plata (..) se inscribió en los
modernos sistemas estatales de educación pública como un producto más de la
liberalización e internacionalización económica, cultural y política de la élite
nacionalista liberal porteña que asumió la conducción del proceso de
institucionalización estatal-nacional argentina." (Quintero Palacios,
1996:9).
A fines
del siglo XIX y a principios del XX, de la mano de Joaquín V. González llegaron
las influencias naturalistas europeas al sistema educativo argentino. La
perspectiva positivista-fisiográfica ancló
fuertemente en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, creado en 1904,
el cual tuvo el primer profesorado en Geografía. La mayoría de los profesores
del Instituto eran Doctores en Ciencias Naturales y en Filosofía traídos de
Alemania (Quintero Palacios, 1996:34-35).
Desde principios de la década del veinte, "se produce la individuación de
un campo corporativo y profesional de estudios geográficos sobre el territorio,
representado en la creación de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos
GAEA, que se constituye como un espacio de convergencia de naturalistas,
militares y profesores de cátedras universitarias de geografía (..) pretende
ocupar el rol de contralor autorizado de las reformas realizadas sobre la
orientación y contenidos de la materia geografía (..) aquí se da la confluencia
entre discurso geopolítico y ciencias de la tierra." (op cit:42;54). Durante la
primera etapa, GAEA se caracterizó por tener una perspectiva "dura" -geológica
si se quiere-, dado el tipo de formación de sus fundadores. Durante la década
del '30, egresados provenientes del INPS fueron ganando peso en GAEA y
reivindicaban la geografía del Instituto, la geografía de Huxley, Ratzel, De
Martonne. Este último, discípulo de la escuela regional francesa de Vidal de la
Blache, vino al país en 1933 con el fin de concretar la integración de la
Argentina a la Unión de Geógrafos Internacional (UGI), hecho que se produjo a
través del Comité Nacional de Geografía. En la formación de este organismo
(decreto del Poder Ejecutivo Nş 39.135) fue decisiva la participación de
Federico Daus, quien fue su Secretario General provisional y en 1934 ya era
vocal de la Comisión Directiva de GAEA. El posicionamiento de Daus, quien
provenía del Profesorado, le permitió irse perfilando "..como mediador entre el
discurso geográfico escolar y la Geografía científica institucional" (op
cit:67).
Con la reforma curricular de la materia Geografía de 1936, ocurrirá "..la
clarificación del perfil humanístico y regional del discurso geográfico escolar"
(op cit: 43) en la que Daus introdujo "ciertos elementos afines a la Escuela
Regional Francesa" y "un discurso de legitimación de un método y un objeto
propios de la geografía como disciplina científica autónoma" (op cit:68). Esto
implicó la victoria del debate regional al interior de GAEA. La geografía
regional tomó "como criterio la partición del territorio estatal en regiones
naturales de carácter unitario y sintético" (op cit:73; texto levemente
modificado).
Con los cambios curriculares de 1941, ya se hablaba de una geografía
física argentina en detrimento de las anteriores grandes regiones naturales
americanas surgidas de la orientación fisiográfica. "Lo regional" fue ganando
adeptos entre los profesores del profesorado como forma de análisis sintética y
unificadora, tanto para lo físico como para lo humano. Se comenzó a hablar de
una geografía argentina. Con las reformas de 1945 y 1946 se cambian los
programas de Geografía Argentina de cuarto y quinto año: "el discurso regional
se volverá hegemónico en la geografía escolar y académica, de la mano de la
particular formulación de Federico Daus sobre las "regiones geográficas
argentinas". Esta representación del territorio argentino se instituye como una
suerte de lectura oficial de la geografía del país, y constituirá al mismo
tiempo el principal pilar de la estrategia de legitimación científica para
lograr la individuación disciplinaria de la geografía en las esferas
universitarias" (op cit:76). El apogeo de la región se dio en el marco del auge
de la planificación territorial estatal de los cuarenta y los cincuenta.
Federico Daus atravesaba por una etapa de notable protagonismo académico
y político. Considerado el mejor
geógrafo del país, fue el redactor central de los programas de geografía. En
1948 ya se incluían en los mismos las Regiones Geográficas Argentinas: Llanura
Pampeana, Mesopotamia, Llanura Chaqueña, Noroeste, Sierras Pampeanas, Andes
centrales y oasis ricos de Cuyo, Patagonia e islas oceánicas (op cit:84). Con
pocos cambios, estos fueron los programas de la materia que siguieron vigentes
hasta los cambios actuales, iniciados en 1994 durante la reforma educativa
llevada a cabo durante el gobierno de Carlos Menem (op
cit:91).
Criterios metodológicos en
la construcción de "las regiones geográficas
argentinas"
Federico Daus entendió a la "región geográfica" como unidad aglutinadora
de lo físico y lo humano o, mejor dicho, donde desde lo físico se aglutina lo
humano. En el contexto histórico del nacionalismo y la expansión del Estado de
los '40, la geografía regional tuvo su auge (Souto, 1993). Dados los
requerimientos por afianzar "la unidad en la diversidad", se tornaba necesario
conocer profundamente el territorio para enaltecer la pertenencia de las partes
al todo nacional a través de la educación. La región se volvió el objetivo de la
geografía, su razón de ser.
Daus ha influido notablemente en la formación geográfica del argentino
medio y muchos de sus argumentos teóricos pueden recogerse en su libro
"Geografía y unidad argentina" (1957), cuyo título de por sí es muy claro, y
donde se argumenta que el territorio y sus fronteras naturalmente garantizan la
unidad nacional (Fritzsche, 1993).
Influenciado tanto por la escuela fisiográfica alemana como por la
regional francesa, Daus estaba convencido de que el método regional (de región
única) constituía la vanguardia del pensamiento geográfico y que la geografía
sistemática (regionalizar de acuerdo a un criterio: hay tantas regionalizaciones
como criterios posibles) se había tornado tradicional.
Su trabajo de 1949, "Geografía de la República Argentina" estaba dividido
en dos tomos: el primero, abordaba "la parte física" y el segundo "la parte
humana". En su primer tomo puede apreciarse su concepción de región geográfica:
en la página 46 realizó el mapa de las "formaciones geológicas del territorio
argentino" y en la página 66 el mapa de "regiones geográficas de la argentina".
Prácticamente no presentaban diferencias. Divide al país en las mismas regiones
que el naturalista alemán Franz Kühn -uno de sus profesores más importantes-
había utilizado en su capítulo orográfico (1922:69): pampa, mesopotamia, Chaco,
sierras pampeanas, noroeste (en vez de "puna y sierras coherentes en su
oriente"), andes áridos (en vez de "cordillera y precordillera"), patagonia y
cordillera patagónica.
Fue en el segundo tomo donde Daus naturalizó lo social, lo inserta en el
escenario físico. En el capítulo II, "Poblamiento del territorio argentino.
Caracteres regionales de la corriente colonizadora", Daus repitió el mismo
esquema regional que en la parte física y le asignó caracteres sociales (1949
t.II:27-40): pampa oriental, pampa occidental, mesopotamia, chaco, noroeste,
sierras pampeanas, andes áridos, patagonia y Tierra del Fuego (las únicas
diferencias son que en la clasificación física Tierra del Fuego es parte de la
Patagonia y que la cordillera patagónica era una región
independiente).
A la pampa la dividió en oriental y occidental (1949:27-30). La primera,
formada por la pampa ondulada (actividades: agricultura, grandes ciudades y
puertos), deprimida (La Plata al norte, Bahía Blanca al sur; actividades
portuarias y agrícolas; actividades ganaderas hacia el centro-este de la
provincia) y relieves inclusos (sierras de Buenos Aires: ganadería, minería,
turismo). La segunda no presentaba divisiones (pampa occidental: ganadería
extensiva, escasos centros urbanos). La crítica metodológica que le realizamos
es que utiliza la misma base física tanto para su tomo de geografía física como
para el de geografía humana. Integrando en la "región geográfica" lo físico y
humano desde lo físico, dejando de lado un aspecto esencial que es el cómo
caracterizar "lo humano" (económico, histórico).
En su procedimiento de división regional, podemos nombrar algunos
ejemplos representativos:
-Independizó a la región fitogeográfica del monte (que para muchos
autores constituye la pampa occidental o seca) como región autónoma y le
atribuyó caracteres sociales.
-Independizó a las sierras pampeanas -que, según estudios anteriores, son
una unidad geológica (Napp, 1876) o morfológica (Frenguelli, 1946)- como región
geográfica y también le integró caracteres sociales.
-Retomó el concepto de mesopotamia del geógrafo francés De Moussy
(1860/64) -creado por este último por efectuar una analogía con la Mesopotamia
asiática dado que está rodeada por dos ríos- y también la independizó como
región geográfica.
En uno de sus últimos trabajos, "La macrorregión pampeana agroganadera,
con industrias urbanas y portuarias" (Daus y Yeannes, 1988) afirmaba que: "Dos
circunstancias destacadas concurren en la pampa para hacer de ella la región
nuclear y más importante de la Argentina: primero, la posición en el territorio
nacional, que es justamente céntrica, geográficamente hablando, es decir, lo es
con respecto al resto del territorio; segundo, por sus calidades para el
poblamiento y la producción, lo cual surge de sus rasgos físicogeográficos
particulares. (..) La definición elemental de la pampa, como unidad geográfica,
es la de una planicie naturalmente sin árboles, de clima templado sin estación
seca -lo cual entraña particulares consecuencias en la hidrografía- y con una
cobertura continua y permanente de pastos que impiden ver el suelo. Como factor
de organización del espacio pampeano, la actividad agraria es la cúspide de una
integración compleja que parte de la integración física antes citada."
(1988:471). En esta cita puede comprobarse su concepción física
.
En definitiva, la construcción del concepto de "región geográfica
argentina" fue un producto particular que mixturó la base natural fisiográfica
alemana (con la división en regiones naturales, aunque sólo ceñidas al
territorio argentino), con la escuela geográfica regional francesa (las regiones
con ciertos atributos humanos).
¿Descartar la
región?
Indudablemente, el problema
de la división regional de Federico Daus radica en el estrechar el escenario de
los fenómenos sociales a su base natural (Fritzsche, 1994). Asimismo, el pensar
en ciertas regiones como unidades fisiográficas pueden merecer dudas: ¿son el
Noroeste, Cuyo, la Mesopotamia o la Patagonia, con sus grandes heterogeneidades
físicas, regiones naturales? ¿bajo qué criterio estas regiones poseen
homogeneidad? (Fritzsche, 1993:60).
Compartimos en gran medida la crítica metodológica que efectúa Escolar
(1992:340-1) al método regional, consecuencia de la estrategia de los geógrafos
de definir primero a la región y después justificar su "unidad": "..desde un
punto de vista formal, un conjunto definido por comprensión no se expresa por la
delimitación genérica del lugar de sus elementos. No se define un conjunto
diciendo "todos los objetos que se encuentran en el lugar", sino definiendo las
características de los objetos de los lugares y luego agrupándolos
comprensivamente. Desde un punto de vista más sustantivo, me refiero a que la
Región Pampeana no se define por sus límites (y luego se sabe lo que hay en
ella), sino por la comprensión del contenido que -según cierto patrón de
coherencia- permite conocer su límite". Es decir, que el procedimiento de los
geógrafos de haberse preocupado más por denominar en sí a las regiones que por
indagar metodológicamente sobre cómo mensurar a los procesos que las conforman
supone una crítica desde las bases mismas de la cuestión.
Una consecuencia directa de las falencias del método regional es su
indeterminación escalar. Si una comunidad académica que se titula científica
elabora un discurso que quiere "..hacerse cargo de la capacidad de nominación de
la diferenciación geográfica, como objeto de construcción teórica e
investigación empírica sobre la realidad social" (Escolar, 1992:341) y éste se
cristaliza a través del término región, resulta problemático que para el
emprendimiento de semejante empresa no se hayan basado en ningún tipo de
metodología que intente captar los aspectos dominantes de esa realidad que
intentaban diferenciar, ni especificar el "corte" que estaban utilizando cuando
se referían a la región.
Sin embargo, no es la intención de este trabajo efectuar una crítica
metodológica restrospectiva descontextualizada del momento en que se ideó el
método regional: la geografía regional fue producto de la Europa del siglo XIX,
del positivismo decimonónico. Pero para el caso argentino (cincuenta años
después), "que los términos enunciativos de "objetos geográficos" no hayan
variado sino buscado nuevos paradigmas epistemológicos que los justificasen en
otro contexto discursivo" (Quintero Palacios, 1996:136) le imprimió, más allá
del plano ideológico, una desactualización a los trabajos
regionales.
Otra crítica que también compartimos para el caso argentino es la
resultante de atribuirles a las regiones atributos externos a los hombres,
subsumiéndolos o -directamente- haciéndolos desaparecer, otorgándoles a las
mismas identidad propia, cosificándolas. "Se habla de que hay áreas y
actividades en el país que tienen vocación de. Por ejemplo "..la profunda
vocación ganadera" (de la patagonia) o una "economía (pampeana) agroganadera con
vocación exportadora". Esta idea paralizante de los procesos económicos,
sociales y territoriales (..). Las cosas parecen existir y desarrollarse como
por arte de magia, o por alguna voluntad ajena a los actores sociales. Los
territorios se estructuran y cambian movidos por alguna fuerza misteriosa, y la
subjetiva y escondidamente seleccionadora descripción se satisface casi
morbosamente a sí misma." (Reboratti, 1989:73; texto levemente
modificado).
El problema es "..confundir una clasificación objetual operativa con un
objeto específico plausible de ser generalizado. Cualquier cosa puede ser
regionalizada: esto es rigurosamente cierto; de ahí a considerar que la
diferenciación geográfica es una cosa hay un salto conceptual al vacío"
(Escolar, 1992:341). En este punto, compartimos la idea de que las regiones no
son cosas exteriores a los hombres. Son los hombres los que, en función de su
propia historia, le dan vida a las regiones. "La región es una sociedad", afirma
Storper (1993).
En este punto, otra crítica que podemos efectuar es el contenido
des-historizado de las regiones dausianas: habiendo sido una mezcla entre la
fisiografía y la geografía regional francesa, las regiones geográficas
argentinas son reducciones de las grandes unidades naturales (que inicialmente
excedían al territorio argentino) mediante el discurso regional francés. Sin
embargo, prácticamente carecen del contenido historicista que le imprimían Vidal
y sus discípulos dada la formación "dura" de Daus (del INPS). La base física con
que plasmó su propuesta le quitó contenido historicista a las regiones
geográficas y la base política las despojó de su dimensión continental de
grandes unidades naturales al comprimirlas solamente al territorio argentino. En
definitiva, esta situación de hibridez, esta conversión de fisiográfica en
geográfica (en un sentido dausiano), constriñó el debate regional.
Por último, y en ese sentido, la crítica que se le puede realizar al
discurso regional argentino de "base física" es la enmarcada en la consideración
del "espacio asiento": el espacio constituye un ámbito físico que determina
dónde las actividades humanas "se asientan". Se parte de lo físico y se llega a
lo humano para ese todo "región geográfica". Esta concepción se ha plasmado en
una estrategia didáctico-ideológica muy común en la enseñanza de la geografía:
enseñar primero lo que hay "debajo" (lo físico), luego lo que hay "encima" (lo
humano determinado por lo físico) y, por último, producir la "integración" o
"síntesis" geográfica que generalmente nunca llega a
concretarse.
Las falencias del enfoque regional dausiano, señaladas en distintos
estudios realizados en el Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos
Aires durante los años ochenta y noventa, han llevado a muchos geógrafos a
descartar o relativizar el concepto de región y a una vuelta a una geografía
únicamente sistemática. Aquí nuestro trabajo marca una diferencia con respecto a
esas visiones que, a nuestro entender, generan una cierta desterritorialización
de los estudios geográficos en niveles agregados, justamente porque hemos
trabajado una unidad de análisis como la pampeana.
Nuestra concepción de
región
A diferencia de la concepción que ha predominado en la geografía
argentina, dausiana, entendemos a la región como histórica y entendemos a la
geografía como la disciplina que estudia la historia presente territorializada.
Para nosotros es la "puesta" en valor y producción del territorio la que, de
acuerdo a las determinaciones históricas, económicas, técnicas, culturales,
dentro de las cuales se incorporan las variables físicas (el suelo
valorizado-intervenido por la sociedad) generan un dinámico y cambiante espacio
geográfico. A su vez, el medio físico influencia las actividades humanas en un
ida y vuelta permanente pero no como algo externo a ellas sino como un todo
integrado. En cada contexto histórico, el medio físico lleva la impronta de la
sociedad y viceversa. Es decir, que los determinismos físicos juegan su papel en
tanto componentes de una geografía construida
históricamente.
Y, en este sentido, no se pretende con dicha afirmación minimizar el
papel del escenario en la ocurrencia
de los fenómenos sociales. Entendemos que se condicionan y modelan mutuamente,
dialécticamente. El escenario es co-constituyente de la historia. Los
territorios son producto de la dominación ejercida por los hombres. Entonces es
el motor de la historia, la valorización del territorio, el que produce cada
particular e irrepetible geografía.
La división internacional del trabajo regionalizó a la Argentina
otorgándole el papel central a la región pampeana. Por lo tanto, entendemos que
adoptó una clara determinación escalar. Vapnarsky y Gorojovsky (1990:108)
afirman que:
"Entendemos por "región
pampeana" el área dentro del territorio argentino que, antes del cierre de los
mercados europeos, producía el grueso de las carnes y cereales que la Argentina
exportaba a Europa occidental. Tal manera de definir una región es poco
ortodoxa, si se quiere. Pero se funda en el modo como la actividad productiva
modifica y organiza la naturaleza -entre otras cosas, precisamente la
regionaliza-, de forma tal que la propia sociedad resulta modificada y
reorganizada. Así entendida la idea de "región", la región pampeana sólo puede
definirse recurriendo a un factor económico extrapampeano: el mercado europeo."
Entendemos que tiene sentido conceptualizar una dimensión regional, no en
el sentido de buscar desesperadamente una unidad que integre todo lo humano y lo
físico, pero sí en el sentido de analizar un gran proceso histórico
territorializado (la llanura pampeana como escenario valorizado a partir de la
profundización del capitalismo y todo lo que ello implicó a través de los
sujetos sociales: la ocupación-titulación de las tierras, su puesta en
producción, la conformación de un sistema de transporte -FFCC-, la conformación
del sistema urbano, etc.), es decir, la "huella original", la dimensión regional
que puede sernos útil en el análisis de los sujetos
sociales.
Pensamos a la región pampeana como una región histórica que se expresó en
una configuración geográfica con una escala específica en un sentido macro, pero
a la vez multidimensional.
En este punto, entendemos que el debate no está cerrado: si la región se
planteó responder, con determinadas intenciones, a la demanda de cualquier
persona de entender las diferencias físicas y humanas dentro de un país: ¿cómo
reformular este objetivo didáctico de la geografía en la escuela?. Reboratti ha
afirmado que "..la división clásica de la Argentina en cinco regiones (NOA, NEA,
Cuyo, Pampeana y Patagonia), (..) tiene la gran virtud de ser comprensible para
un público amplio" (Reboratti, 1989:77).
¿Se reemplaza el enfoque regional por abordajes en base a divisiones
político-administrativas (provincias)?, ¿por estudios divididos por ramas
(geografía urbana, geografía agraria, geografía industrial, etc.)?, ¿por
estudios sobre circuitos de acumulación o sistemas de comercialización?.
Entendemos que ello es necesario, pero también que el abandono del enfoque
regional puede otorgarle a la geografía un sesgo excesivamente economicista o
fragmentario temáticamente. Esto no quiere decir que
nos opongamos a los estudios temáticos, sectoriales o de cualquier otro tipo.
Todo lo contrario. Somos concientes de que cada fenómeno tiene una espacialidad
propia.
Es por ello que al pensar que entre la espacialidad propia de cada
fenómeno y la dimensión regional, que supone un escenario mayor donde las
espacialidades se vinculan en una realidad socioeconómica más amplia o un nivel
más agregado, compartimos la concepción de José Luis Coraggio (1984) sobre el
tema, quien plantea que es erróneo plantearse si las regiones son creadas o
reales, pues tienen un poco de ambas. Entendemos que si el "todo social" es un
"todo social-natural", es decir, que si nos oponemos a una concepción donde la sociedad y la naturaleza son
dos entes separados, entonces podemos rescatar el concepto de región en la
medida que nos permita estudiar complejos socio-naturales, mensurables
metodológicamente. En definitiva, que "..partiendo desde otra perspectiva de
análisis que conceptualice la problemática regional desde una definición
ontológica de las categorías sociales, las regiones existen objetiva y
dinámicamente bajo un sistema capitalista." (Quintero Palacios,
1995:83).
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