RETORNO AL CONCEPTO DE REGIÓN:
EL ANÁLISIS REGIONAL EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS
DEL SISTEMA MUNDIAL

Gerardo Mario de Jong
Departamento de Geografía de la Universidad Nacional
del Comahue
RESUMEN:
Este trabajo trata el concepto de región, los estudios
regionales y la planificación regional desde una perspectiva metodológica, en el
marco del agotamiento del sistema capitalista.
La posibilidad de transformar la realidad mediante la práctica
de la planificación regional requiere una propuesta metodológica que permita una
apropiación comprensiva del objeto región, destinada a la producción de
diagnósticos superadores de las pseudodescripciones de la planificación
espectáculo. Valga el parafraseo de los revolucionarios europeos de 1968.
No es casual que la dictadura y en general los gobiernos
autoritarios, vieron en la planificación regional y en los planificadores
regionales a uno de los uno de sus enemigos principales. Sucede que desde una
perspectiva regional se visualizan mejor los fenómenos de la diferenciación y la
exclusión. Por otro lado, el modelo neoliberal ha sido acompañado con un
discurso ideológico que desprestigia o niega la posibilidad de planificar, así
como el conocimiento regional. Cabría preguntarse si el problema está en el tipo
de producción deseada y si la misma satisface las expectativas generadas.
En el ámbito de los estudios regionales, es decir, de la
síntesis comprensiva del fenómeno socio-espacial, difícilmente se podría
plantear un objetivo transformador de una porción de la sociedad sin una
profunda comprensión del fenómeno, hecho que desde el mismo punto de partida de
este documento remite al rechazo de la linealidad metodológica. El diagnóstico
de las actividades socioeconómicas dominantes en un espacio determinado, para
que aspire a trasformar los fenómenos sociales que aborda, debe reflejar la
realidad de la dialéctica de los procesos sociales, de tal manera que la misma
no deje dudas acerca de la transformación deseable.
Finalmente, la relación entre naturaleza y sociedad es vista en
este documento, dentro del contexto de un conjunto de articulaciones
particulares de un tiempo, una sociedad y un medio natural que tiene su propia
dinámica, el cual no es indiferente a la dinámica social. Prefigurar
"importancias relativas" de un tipo de hecho sobre otro, sin prestar especial
atención a la particularidad de la región en su carácter único, constituye un
error metodológico. Este enfoque permite, a su vez, argumentar a favor de la
construcción del conocimiento regional en equipos interdisciplinarios.
Reflexiones introductorias
Un enfoque inclusivo, comprensivo, de la sociedad, el uso de
los recursos y la organización del territorio, es decir de la problemática socio
espacial, es la alternativa posible frente al viejo cientificismo, la
fragmentación posmoderna y la especulación intelectual del "paper". El concepto
de región ha dado mucho que hablar, pero paradójicamente cuando se lo discute
normalmente sólo se somete a juicio todo aquello que remite a la morfología del
problema, es decir a los emergentes de cuestiones teóricas, metodológicas é
ideológicas.
En el primer orden de temas, las cuestiones teóricas, es
frecuente encontrar que la discusión sobre si la región existe o no, tiene
normalmente en cuenta su contingencia material, cosa relativamente superflua si
se la considera desde cualquier enfoque conceptual más avanzado que aquellos
relacionados a las teorías posibilistas, corologistas y geométricas. Otro tanto
sucede cuando se busca un camino metodológico de carácter inductivo (segundo
orden de problemas), que requiera la visualización de los objetos y demás hechos
geográficos, para poder materializar a escala de un mapa la distancia entre
objetos, la superposición material de fenómenos y las supuestas vinculaciones
entre los mismos. Más irracionalmente, la región puede ser vista como el espacio
"folklórico" que un sociedad "necesita" ocupar (al estilo de las teorías
del espacio vital), o simplemente como el espacio ("territorio
soberano") que una sociedad requiere en términos políticos para
protegerse. Sin que importe mucho, por ejemplo, que el sistema polarizado
mundial haya abortado toda posibilidad real de tomar decisiones sobre el mentado
territorio. En todos estos casos y desde un punto de vista científico, el
conflicto sigue siendo en conjunto teórico, metodológico e ideológico, en tanto
se lo vea reducido a sus manifestaciones.
Cabría preguntarse si lo esencial es aquello que aparece a la
vista. En principio no basta la realización de un mapa de regiones pobres (por
ejemplo NBI según unidades territoriales), para entender la pobreza, sólo
sabríamos dónde está la pobreza. En todo caso será necesario un minucioso
análisis del tipo de relaciones sociales que la generan, para que el mapa tenga
algún significado. Ello siempre y cuando convengamos que la riqueza de las
naciones no depende de la mayor o menor dotación de recursos o del viejo truco
europeo acerca de la superioridad biológica de ciertas razas, concepción
degradada desde el punto de vista de la especulación intelectual, pero muy
vigente a nivel de la conciencia social.
Estas consideraciones llevan a percibir la dirección de esta
línea de pensamiento. El enfoque de este ensayo sobre la revalorización de los
estudios regionales como metodología de análisis científico y como práctica
transformadora de la realidad, gira en torno del materialismo histórico para
abordar la comprensión de las relaciones sociales que dan lugar a la generación
y acumulación de excedentes en el sistema capitalista. Ello es particularmente
importante en la actual crisis globalizada y sus correspondencias
superestructurales de ejercicio de la coacción, el autoritarismo y frívolo
desinterés en las necesidades populares. Justamente cuando se presenta
ideológicamente a la supuesta recuperación neoliberal globalizada como símbolo
de una sociedad sana, más justa y más igualitaria.
Toda vez que se propone una nueva especulación conceptual, su
autor pareciera pensar que en su derredor reina el caos conceptual, al que
finalmente se le podrá poner un orden. Paralelamente, las resistencias y
diversos coeficientes de fricción intelectual generan los consabidos rechazos
por supuestos reduccionismos, simplificaciones, teoricismos, empirismos, etc.,
aducibles. Aún cuando se corran estos riesgos, esta revisión del concepto se
realiza con una fuerte intención de replantear la concepción general del enfoque
regional. Si las próximas páginas logran hacer un aporte a la comprensión de los
fenómenos de la desigualdad en una sociedad que aumenta día a día sus bolsones
de pobreza, marginalidad y exclusión, el objetivo se habrá logrado. Si además se
logra despertar alguna inquietud alrededor de la capacidad transformadora de la
concepción holística del método regional, el objetivo también estará logrado. La
aspiración es que este documento no sea un ejercicio más de juegos
intelectuales, a los que estamos acostumbrados. El comentario refiere a los
kilos de papel escrito para satisfacer la endemoniada necesidad de proseguir la
carrera de la producción intelectual. No obstante, no se podrá evitar la
construcción de un enfoque generalizador, que requiere de un cierto espacio de
actividad intelectual, sin uso de papel.
Un avance sobre el tema:
Ante todo conviene refrescar la condición de ciencia social de
la geografía y, por lo tanto, la necesidad de remarcar el sentido histórico de
los hechos geográficos. El mencionado estado de globalización del sistema social
ha producido fenómenos dignos de ser considerados. El espacio como producto
social, es cada vez menos el resultado exclusivo de la sociedad que lo habita,
de su estilo propio de organización de la circulación, de sus formas de
asentamiento, de la tecnología propia utilizada para dominar los recursos y las
distancias. Es, por el contrario, el resultado del sistema social de alcance
globalizado con su correlato de formas de dominación y sus efectos sobre esas y
otras variables de alta respuesta en la organización del territorio. Nunca la
sociedad local ha sido tan penetrada por los mecanismos de manejo de los
excedentes a escala mundial (ejemplo significativo: si Ud. es un "incluido",
cobra su sueldo mediante una cuenta que opera con plástico). Nunca como ahora la
modalidad del uso de los recursos naturales depende tanto de las necesidades de
la reproducción ampliada del capital a escala mundial. Nunca tampoco se ha
controlado de la manera presente la circulación de bienes a escala mundial,
regulado el consumo y por ende el funcionamiento de los mercados hasta el punto
que un supuesto "libre" comportamiento de los mismos les asegura su condición de
"emergentes". Tampoco antes se ha dado un control de la tecnología y de la
innovación tecnológica a escala mundial como ahora, donde el espacio acrecienta
sus rasgos comunes en función de ciertos estilos dominantes de tecnología que
aseguran una modalidad de control de los excedentes a los que habilita la
innovación y paralelamente, de uso de los recursos y de manejo del territorio.
Más triste aún, nunca se ha concentrado y ejercido el uso de la fuerza para
imponer y sostener el sistema mundial como ahora.
Desde una perspectiva política los arriba enunciados fenómenos
estructurales han resultado en que los estados nacionales han desdibujado su rol
tradicional, consistente en asegurar la reproducción del capital mediante un
sistema legal de organización y control social, encontrándose sujetos a formas
de internacionalización de las decisiones, en atención a los mecanismos de
acumulación a escala mundial y a la correspondiente concentración del capital.
En cuanto a soberanía para la toma de éstas, los estados han sido reemplazados
en buena medida por las grandes corporaciones transnacionales que controlan los
excedentes a escala mundial, mientras que los estados nacionales se han
reservado el poder de policía.
En concordancia con lo antedicho, el paisaje registra las
consecuencias de una marcada y creciente diferenciación social, cuyo producto es
la existencia de una cantidad mayor de bolsones de pobreza y hambre, con un
nuevo fenómeno social: el de la exclusión. A estos bolsones son incorporados
aquellos que no han tenido cabida en el sistema y son expulsados del mismo
porque no tienen ubicación ni aún en el ejército industrial de reserva, o por
aquellos de los cuales el sistema se sirve para las tareas viles, prácticamente
no rentadas. Verdaderos parias que el sistema social no puede ni podrá absorber
en el contexto de sus actuales contradicciones. Sus posibilidades están
limitadas a subsistir en base a los desechos del consumismo que define a quienes
tienen asegurada momentáneamente su reproducción dentro del sistema. Los
excluidos sólo intentan subsistir y, por ahora, constituyen un grupo marginal
rechazados o ignorados por el conjunto social, con una fuerte conciencia de
fracaso. Todavía no logran conformar una alternativa social de cambio frente al
papel que les ha reservado la decadencia del sistema.
Esos bolsones de exclusión, que se manifiestan en la periferia
de las grandes ciudades, en las no tan grandes, que a veces abarcan países
completos y que también se manifiestan en las áreas rurales, son integrados por
los excluidos del sistema social globalizado, en un momento histórico en el que
los detentores del poder a nivel mundial consideran al sistema justamente
"globalizado" y, trasmiten la imagen de que es un fenómeno altamente positivo
porque cada vez más países ingresan en el mentado "primer mundo".
Paradójicamente, se trata de una situación dónde el sistema capitalista se
encuentra en un proceso de retracción, en la medida que día a día aumenta el
número de los excluidos, debido a la imposibilidad del sistema de absorberlos.
Paradójicamente entonces, el sistema globalizado es cada día menos global.
En este contexto, el paisaje registra en forma correspondiente
con las fragmentación social, la fragmentación del espacio. Distintos grupos
sociales coexisten en el espacio pero no conviven en el territorio. Por ejemplo:
¿Cuantos espacios diferenciados, sin ninguna relación funcional con otros
espacios, hay dentro de una ciudad o un ára rural? Constituiría a su vez una
seria equivocación en el sendero metodológico, abordar esa fragmentación social
y territorial como fenómenos en sí, desconectándolos de las contradicciones
actuales del sistema y de la modalidad actual de polarización global.
En cuanto a esta "novedad" de la globalización se puede aducir
que no es tan nueva. Ya Elisée Reclus se manifestaba preocupado porque la
variedad geográfica "estaba siendo barrida por el rodillo homogeinizador de la
circulación y la acumulación del capital". Pero en todo caso, ese momento
histórico tenía la ventaja de encontrar al sistema capitalista en plena
expansión, incorporando cada vez más fuerza de trabajo y desestimulando todas
las formas de autoconsumo. Ahora se lo encuentra aplicando a sangre y fuego sus
limitaciones para satisfacer las necesidades de la sociedad, mediante la
consolidación del área incluida y estableciendo el control del cada vez mayor
número de excluidos.
Tal es así, que estas nuevas manifestaciones de diferenciación
social, sobre todo aquella que refiere a la aceptación final de que el sistema
mundial no es posible sin dejar fuera del mismo a millones y millones de
personas, ya están incorporados a las imágenes del paisaje, constituyendo la
evidencia más significativa de la crisis actual de este sistema social mundial.
El hecho de que no puede ni podrá incorporarlos parece ser la manifestación de
su crisis final, sostenida por la baja generalizada de las tasas de ganancia a
las que las altas tasas logradas por la innovación tecnológica no logran
compensar.
Se podría especular, seguramente, acerca de la salida posible a
escala mundial y analizar el curso probable de los acontecimientos a escala del
sistema mundial. Mientras tanto, la realidad regional y la conciencia que de su
propio mundo tienen sus habitantes, transcurre en el contexto de las formas
modernas de reproducción del capital, en el marco de las enunciadas
restricciones del sistema. La mayor o menor aceptación que la conciencia social
tiene con respecto a esas restricciones, marca el ámbito para el conocimiento
comprensivo del fenómeno regional y el ámbito de la acción posible. Toda
especulación conceptual que fragmente el conocimiento de ese "todo" determina
restricciones concretas a las posibilidades transformadoras en materia de buen
uso de los recursos, acumulación del capital y distribución del ingreso. En este
sentido, el conocimiento es revolucionario.
Una posibilidad metodológica
El primer punto a resolver es aquél que refiere a la distorsión
que la ideología dominante hace de la realidad. Las dificultades son abundantes,
dado que el investigador tiene una visión mediatizada de la misma debido a un
filtro sutil que oculta sus rasgos esenciales. Por ejemplo, una concepción
dominante es aquella que parte del hecho que todos los seres humanos nacen
libres e iguales, y que toda diferenciación entre los mismos es un fenómeno que
emana del sistema social, cosa que enunciativamente comparten en general los
analistas de la realidad social. Concepción ésta que es obviamente poco
discutible. Pero por alguna extraña razón, basada probablemente en razones de
ideología dominante, los científicos sociales han renegado de la base material
de la superestructura para volcarse con mucha fuerza a la posibilidad de
objetivar los fenómenos sociales en el comportamiento de las instituciones
sociales e incluso de los individuos dentro del contexto social. Este esfuerzo
sobre los elementos superestructurales ha redundado en un tipo de discurso que
se produce y se consume entre los científicos sociales, pero que de ninguna
manera ofrece resultados factibles de apropiación mas o menos generalizada, de
operación concreta en el seno de la sociedad. Paradójicamente, si el análisis de
la superestructura no se acompaña del estudio comprensivo de las relaciones de
producción, entendidas estas en sí mismas, relación por relación como afirma
Marx, la comprensión aludida no es factible. Las dificultades mayores comienzan
cuando se supone que este objetivo es lograble mediante la convicción de las
formas democráticas de organización social, forma superestructural que no puede
definir por sí misma el alcance real de la noción ideológica de la igualdad.
Por otra parte, por más cerca que se encuentre el análisis
superestructural de las relaciones de poder, dado que se trata del estudio de
las formas que adoptan las relaciones entre actores sociales, ninguna
explicación sobre el poder es factible por la sencilla razón de que este tiene
sus raíces en la estructura. Es extraordinariamente llamativo que en general las
referencias al funcionamiento de la base material de la sociedad sean
interpretadas por buena parte de los científicos sociales como desvíos o
reduccionismos economicistas. Cabe entonces la pregunta acerca del reduccionismo
que está involucrado en la ignorancia de la existencia de esa base material. A
diferencia de lo que sucede con los científicos sociales, los conceptos vertidos
en este párrafo son bien manejados y están muy claros en aquellos ámbitos en que
se toman las decisiones que hacen al control de los excedentes acumulados y su
producción (empresas monopólicas, empresas transnacionales, empresas
multinacionales, grandes corporaciones, empresas financieras y organizaciones
crediticias) a escala de regiones o del mundo. Allí se ocupan de aquello que es
esencial para la reproducción del capital y dejan a los intelectuales la
discusión sobre las formas.
La contradicción principal consiste en que mientras la
ideología marca la aludida concepción igualitaria, a nivel de la estructura la
generación y acumulación de excedentes sólo es posible en base a la desigualdad.
En todos los sistemas sociales, no solamente en el capitalista, la acumulación
ha sido posible en base a la desigualdad. La región, fenómeno social que
involucra a la sociedad y su espacio, lleva en sí los rasgos de esta
contradicción, pero además registra en la configuración del territorio los
rasgos de las contradicciones del pasado, tanto aquellas propias del sistema
capitalista como de otros sistemas o los sistemas subordinados.
El proceso es histórico y es dialéctico. Tanto en el paisaje
como en la memoria colectiva están registradas esas contradicciones. Entonces,
buscar las bases de las desigualdades en el sistema social, en la forma que
adoptan las relaciones directas de acumulación en la reproducción del capital,
propias de las distintas actividades productivas, así como detectar la
configuración que le imprimen al paisaje en materia de usos del recurso, calidad
y distribución de los asentamientos, caraterísticas de la circulación, riqueza,
pobreza o miseria de sus habitantes, etc., parece un camino apropiado.
Reconstruir los mecanismos similares que dieron lugar a situaciones pasadas,
parece también ineludible. Las "rugosidades" que marca la acumulación de capital
fijo sobre el espacio es el resultado de una construcción social que solo puede
ser explicada por los procesos sociales que le dieron y están dando lugar.
Hacia la detección de las articulaciones dialécticas del objeto
regional:
El sentido histórico de la resolución de las contradicciones
del sistema globalizado debe ser tenido metodológicamente en cuenta para la
comprensión de los mecanismos de producción del espacio, con tanta fuerza como
en el pasado se centró la atención académica en las contradicciones entre
sistemas sociales: uno capitalista siempre en expansión y otros subordinados
porque sus modos de producción fueron subordinados a partir de la mundialización
del capitalismo mercantil en el siglo XVI Como se verá en este desarrollo
conceptual, el camino es necesariamente histórico y dialéctico.
El paisaje, concepto holístico y descriptivo, refleja las
actuales contradicciones del sistema globalizado. El paisaje permite apreciar
dos elementos imbricados el uno con el otro: la naturaleza con su propia
dinámica y el capital fijo acumulado con su propia expresión tecnológica, a las
que se calificó como "rugosidades". Los sistemas de ingeniería son la
manifestación tecnológica de estas rugosidades. La tecnología depende a su vez,
como componente instrumental en la ocupación del espacio, de la modalidad que
adopta la reproducción ampliada del capital en una situación histórica dada.
Prescindiendo de la condición general de desarrollo de las fuerzas productivas
en el espacio observado, que será más o menos avanzada según la situación bajo
análisis, la técnica incide fuertemente en la definición de la forma del
espacio, aún cuando no lo explique. En distintas regiones pueden coexistir
tecnologías preindustriales, aquellas propias de los comienzos de la revolución
industrial y también las más avanzadas, según corresponda a distintas
actividades con sus consecuentes capacidades de reproducción del capital
indiferenciado y diferenciado en distintos grados (industrial -simple,
potenciado, tecnológico-, comercial y financiero). Las más avanzadas estarán
vinculadas a circuitos de acumulación de mayor extensión e importancia a escala
mundial (aunque no exclusivamente, ya que algunos de estos circuitos están
basados en tecnologías rudimentarias de separación de materias primas de la
naturaleza o en las primeras etapas de transformación de materias primas, tales
como la minería artesanal del oro o, sobre todo, la producción primaria basada
en el pequeño productor agrícola o ganadero), mientras que las tecnologías más
atrasadas están vinculadas principalmente a circuitos de acumulación de alcance
local. Cualquier tentativa de seccionar este contínuo de relaciones tendrá como
consecuencia, una apropiación parcializada del objeto regional. Cualquier
tentativa de clasificar circuitos seccionando para ello las relaciones propias
de generación del producto y su circulación, de aquellas que tienen tasas de
ganancia diferenciales más altas, como sucede en las etapas de transformación de
las materias originales y primeras materias primas, que es dónde se registra el
mayor nivel tecnológico, así como la velocidad de innovación más alta,
constituye otra parcialización del fenómeno regional: sociedad, naturaleza y
territorio.
Sintetizando, el sistema social con sus actuales
contradicciones supone un espacio socialmente construido, sobre un medio
natural, donde la tecnología es el instrumento de la relación
dialéctica entre sociedad y espacio, el que define a su vez la morfología propia
del capital fijo adherido a un espacio. Visto histórica y
dialécticamente, el espacio involucra a un medio natural alterado por el
proceso histórico de ocupación, el cual conforma una unidad con el capital
fijo incorporado por el conjunto social a través del tiempo, donde ambos son
la síntesis de la forma en que se resolvieron las contradicciones del actual
sistema social o de otros, mediante un continuo de sucesivas transformaciones
del medio natural, del medio tecnológicamente construido preexistente a
la situación bajo análisis y del tipo de tecnología aplicada,
considerada esta en su papel instrumental. Obviamente, el desarrollo
tecnológico y en especial, la forma en que opera el capital tecnológico en
cuanto a la innovación adquiere un carácter más comprensivo cuando se analiza su
papel en la reproducción ampliada y en la acumulación a escala mundial.
Las consideraciones anteriores se proponen confrontar esta
perspectiva sintéticamente expresada con el abordaje del estudio de la región
como objeto, el que todavía está subyaciendo en la mayoría de los analistas
regionales, incluidos aquellos que con desesperación metodológica niegan entidad
al fenómeno y prefieren refugiarse en el escepticismo. Se trata de la visión y
perspectiva general con que se puede apreciar el espacio regional en un primer
momento descriptivo, al que pocos pueden superar. En esta primera aproximación
al fenómeno regional se distinguen solamente los componentes materiales del
espacio producido: el medio natural mayor o menormente alterado y el
espacio tecnológicamente construido. Este nivel de análisis se transforma
en una valla insalvable si no se apela a las relaciones sociales de producción
que dan lugar a una modalidad de uso de los recursos naturales, a una tecnología
aplicada y a una determinada forma de organización del espacio, en el contexto
del modo de producción dominante.
Nótese que se habla de conflicto o fenómeno regional (palabras
que alejan al concepto región de la referencia habitual a su contingencia
material), hecho que está planteando una concepción metodológica de la misma,
donde la preocupación está dirigida a la comprensión del conflicto social
y su expresión territorial, en el marco de los referidos procesos de
producción del espacio. En términos generales debe ser afirmado y
reiterado que no existen espacios en el mundo que no lleven adherida la impronta
de la sociedad. Esto no debe interpretarse como un simple reduccionismo, sino
que planteada la acción de la sociedad sobre el medio natural se producirá o
continuará produciendo una particular secuencia dialéctica donde medio natural y
sociedad se influyen mutuamente.
La triple articulación dialéctica en el fenómeno regional:
Sociedad - sociedad; sociedad - naturaleza; naturaleza - naturaleza; y la
resultante sociedad - espacio
En correspondencia con las consideraciones realizadas más
arriba, la región admite consecuentemente la apreciación de tres manifestaciones
del fenómeno que no pueden ser obviadas:
1) La articulación sociedad - sociedad:
a - La estructura del fenómeno social y sus
articulaciones superestructurales, cuyos emergentes brindan una
configuración determinada al territorio refiere al sistema capitalista con sus
actuales contradicciones, el cual se manifiesta a través de la modalidad actual
de ocupación del territorio y sus formas de dominación, las que se manifiestan
en capacidades diferenciales de acumulación. El proceso de generación y
acumulación de excedentes en las diferentes actividades productivas define la
mayor o menor riqueza de la sociedad regional, su calidad de vida y los bolsones
de pobreza extrema, cuya expresión territorial se da para el plano analítico en
los mencionados emergentes percibibles, factibles de ser categorizados y,
eventualmente, medidos. Como en los hechos de la historia, el espacio registra
las contradicciones pasadas del sistema capitalista y de los sistemas sociales
preexistentes. Los rasgos esenciales de la estructura y la superestructura no
son necesariamente visibles, por lo que requieren una prolija revisión de las
relaciones sociales de producción involucradas en los mecanismos de la
reproducción ampliada del capital propios de las distintas actividades
productivas, así como una visión histórica del proceso dialéctico que dio lugar
a la situación actual, el que explica a su vez los elementos morfológicos
heredados del pasado, fruto de conformaciones territoriales pasadas.
Como se puede percibir, estos parámetros son sólo analíticos,
ya que constituyen un todo indivisible. La estructura y su correspondiente
superestructura permiten explicar las transformaciones del marco natural, la
modalidad de uso de los recursos naturales y las "rugosidades" definidas por el
capital fijo acumulado sobre el territorio. Es decir, las instalaciones que son
el resultado de las actividades productivas (incluidas obviamente las áreas
habitacionales) y aquellas que son el resultado de diversos procesos de
acumulación habidos en el pasado. Es aquí donde surge el papel instrumental de
la tecnología (más allá de su papel en la generación de excedentes según las
formas de innovación). Los sistemas de ingeniería son el nexo entre los
componentes estructurales y el espacio producido porque son una evidencia
material de la estructura, donde su estudio facilita la comprensión de la
relación enunciada. Ellos son primero idea en la mente de los hombres, para que
mas tarde se transformen en idea materializada. Su materialidad es sólo posible
si responden a las condiciones vigentes de generación y acumulación de
excedentes y a las particularidades de los mecanismos sociales que caracterizan
esas relaciones sociales de producción en las distintas actividades
regionales.
b - Ya se mencionó que la proyección del proceso dialéctico más
arriba mencionado se manifiesta materialmente en el espacio (los componentes
materiales del mismo), es decir que refiere a los sistemas de ingeniería que
permiten a la sociedad no solo dominar la naturaleza sino también dictar
las reglas en materia de ocupación del territorio, hasta un punto tal que
la incorporación de rasgos definidos a partir de las técnicas, se han
transformado en los elementos más relevante de la configuración del territorio,
en muchos casos con predominancia absoluta sobre los rasgos naturales.
Estas dos apreciaciones del ligamen dialéctico reconocen en la
generación de riqueza, forma perfecta de la satisfacción de las necesidades de
reproducción de la sociedad, el origen de la fuerza transformadora y
reproductora del medio habitado. En tal sentido debe advertirse que existen sólo
dos fuentes de generación de riqueza: el trabajo que transforma y la naturaleza
que provee de materias originales. Por lo tanto, la investigación geográfica
debe evitar en toda situación ignorar el papel que desempeña la generación de
riqueza, la que se verá expresada en aquello que refiere a los subsistemas
productivos en:
* la organización del trabajo para la apropiación de
excedentes
* las relaciones sociales que conducen a la acumulación de
excedentes
* la fuente y el ejercicio del poder que emerge del control de
éstos y de las instituciones que constituyen el ámbito de su ejercicio
* la respuesta del medio social a los requerimientos de la
generación de excedentes en un sistema social dado
* los fenómenos asociados a nivel de la conciencia social y su
materialidad
Para ilustrar el tipo de conflicto al que refiere la dialéctica
de los fenómenos propios de las relaciones sociales de producción se puede
recomendar la lectura de dos documentos que muestran los fenómenos estructurales
que han caracterizado el desarrollo de la fruticultura en el Alto Valle del río
Negro. En ellos se analiza la actividad de las empresas del oligopsonio, que se
dedicaron a partir de 1970 y en forma progresiva, a realizar importantes
inversiones en cultivos, mediante la puesta en valor de vastas extensiones de
nuevas áreas de cultivo de peras y manzanas. Esta decisión fue tomada a partir
del falso supuesto de que la tecnología agrícola de avanzada podía obtener
costos competitivos y buena calidad. Sucede que en la producción primaria
intensiva, como es el caso de esta agricultura bajo riego, es muy difícil lograr
un nivel de eficiencia óptimo en las explotaciones que involucran grandes
superficies. De hecho, la incorporación tecnología agrícola de última generación
es más rentable si se la aplica a grandes superficies, sobre todo en materia de
mecanización. Pero la fruticultura es suficientemente mano de obra intensiva
como para que el peso de la misma incida fuertemente en los costos. Más aún, la
productividad de la fuerza de trabajo es menor en las explotaciones grandes. En
resumen, en la explotación pequeña el productor hace un seguimiento del cultivo
árbol a árbol y un mejor control de la mano de obra y del uso de los insumos. En
la explotación grande esto es imposible.
En condiciones de una cierta elasticidad de la demanda, el
hecho de contar con una buena calidad de fruta permite una razonable colocación
en el mercado. Pero en años críticos, por ejemplo en casos de superproducción en
el hemisferio norte (no olvidemos que los métodos de conservación han limitado
la importancia de la primicia), la situación de conflicto afecta mayormente al
área menos eficiente. La consecuencia ha sido que las firmas del oligopsonio que
adoptaron cambios estructurales (revitalización del rol del capital fragmentado
-pequeño productor-, formas de asociación, mejoras en las cadenas de frío,
manejo de suelos, etc.), se han colocado en condiciones de competir de igual a
igual con los demás productores del hemisferio sur (Chile, Sudáfrica, Nueva
Zelandia). Las demás firmas, que llevaron adelante a ultranza el proyecto de
producción de la propia fruta que comercializaban, han sido demolidas por las
coyunturas en que los mercados les fueron desfavorables (superproducción en el
hemisferio norte, caída del mercado brasileño, etc.), con las correspondientes
convocatorias de acreedores y quiebras. Es decir que las firmas que controlan la
actividad ignoraron aquello que era necesario para la reproducción del capital y
persiguieron el fantasma de la innovación, desestimando a qué agente
correspondía ese tipo de innovación.
Recapitulando sobre los diversos aspectos relacionados con este
subsistema productivo en especial, se puede verificar que la mencionada
situación tiene su origen en una determinada forma de organización del trabajo,
la forma que adoptan las relaciones sociales de producción en aquello que
refiere a las relaciones directas (encadenamientos) entre las empresas
vinculadas a la conformación y diferenciación de los productos y el consecuente
grado de diferenciación del capital industrial, así como al ejercicio del poder
con que contaron y cuentan las empresas oligopsónicas para lograr formas de
acrecentamiento de las ganancias extraordinarias, aún a expensas de la sanidad
del conjunto del subsistema frutícola.
2) La articulación sociedad - naturaleza
Los conflictos entre la sociedad y el medio natural se dan a
partir de la forma en que esa sociedad organiza el aprovechamiento, manejo y uso
de un conjunto determinado de recursos. Es decir que los problemas ambientales
tienen sentido a partir de la existencia de la acción del hombre y en gran parte
son consecuencia de las mismas, las que no resultan de circunstancias más o
menos complejas, sino que responden a la racionalidad propia del sistema social,
por lo que la separación entre medio social y medio natural resulta totalmente
artificiosa.
En los primeros tiempos de la sociedad sedentaria, cuando el
hombre comenzó a organizar y acumular sus excedentes, aquellos que hicieron
posibles las primitivas formas de división del trabajo, la naturaleza dictaba
las reglas por las cuales la sociedad se apropiaba de los recursos necesarios
para su preservación. Los instrumentos, las técnicas, con las cuales se
establecía la relación sociedad-naturaleza eran rudimentarias. A medida que la
sociedad volvió cada vez más complejas las formas de obtener y distribuir los
recursos para cubrir sus necesidades crecientes, la configuración del territorio
fue adquiriendo una fisonomía más tecnificada y los rasgos impuestos por la
sociedad al espacio adquirieron mayor densidad. Admitamos que el dominio de la
técnica nunca es absoluto; un huracán o un terremoto pueden introducir cambios
de diversos alcances, estructurales inclusive.
No puede tratarse este problema sino a través de una adecuada
aproximación a la organización que la sociedad ha impuesto al uso y manejo de
los recursos naturales y, en especial, a la forma en que se dan las relaciones
socioeconómicas en el contexto de las formas actuales de globalización de la
economía. El uso de técnicas de manejo de la tierra y el ganado degradantes del
recurso por parte de los productores, aquí en la Argentina o en otras parte del
mundo, sujetas a procesos muy activos de desertización (como Somalia o Etiopía
por ejemplo), están fuertemente relacionadas al fenómeno de la pobreza, con sus
desprendimientos insoslayables: la miseria y la ignorancia.
Como se ha visto más arriba, existen dos formas de generación
de riqueza: el trabajo y las materias que el hombre extrae de la naturaleza. En
el primer caso, la participación de la fuerza de trabajo en los mecanismos
propios de la reproducción del capital está sujeta a las restricciones de la
crisis del sistema que ya ha sido comentada. En el segundo, la naturaleza
asegura un aumento de la productividad del trabajo en la medida que mediante el
uso de una determinada tecnología es posible el aumento de la productividad y un
peso relativo menor de los salarios en la ecuación productiva.
El desarrollo de tecnologías cada vez más complejas en las
etapas más avanzadas del desarrollo del sistema capitalista, ha dado como
resultado un uso cada vez más intensivo de los sistemas naturales con el objeto
de incrementar la extracción de riqueza de la naturaleza. Existen dos fenómenos
vinculados a esta cuestión. Por un lado, el uso de tecnologías de uso de los
recursos naturales en forma intensiva y/o contaminantes a nivel planetario,
propias del capital diferenciado potenciado y del capital tecnológico, con sus
consecuencias en la destrucción de los ecosistemas productivos o que al menos
suponen fuertes desbalances energéticos. Como se puede apreciar, en este caso se
trata de fenómenos relacionados con la reproducción del capital y acumulación a
escala mundial. Por otro, la consecuencia de la diferenciación social y la
pobreza que resultan en formas de sobreuso de los recursos con el consecuente
desbalance energético.
El concepto al que refiere el párrafo anterior tiene que ver
con la evaluación que Soddy hace del problema del mal uso de los ecosistemas
productivos cuando plantea que muchas inversiones no incrementan la capacidad
productiva del medio natural, sino que aumentan la destrucción de los recursos.
Según este autor y en correspondencia total con el papel de la naturaleza en la
generación de riqueza, la ecuación económica que se maneja en la economía de las
empresas no incluye a las generaciones futuras en la tasa de retorno de las
inversiones. Las inversiones con un alto rendimiento suponen una alta tasa de
destrucción de los recursos naturales, hecho no compatible con el mencionado
alto rendimiento de la inversión. Esta postura parte de la falta de conocimiento
de la distinción aristotélica entre economía y crematística cuando se refiere al
uso laboral de la energía, es decir aquel uso del recurso con destino al aumento
de la riqueza realizado de tal manera que no se contempla una reposición
energética de los ecosistemas productivos en el caso de los recursos naturales
renovables o la reposición de energía-tiempo acumulada por siglos en el caso de
los recursos naturales no renovables. E. Leff propone el desarrollo de
"tecnologías ambientales" para evitar que la participación de los recursos
naturales en la generación de riqueza implique su destrucción. Este objetivo
aparece como poco factible de ser logrado, concretándose sólo en aquellos pocos
casos en que la generación de riqueza y el balance energético positivo de
resultante del uso de los recursos naturales intervinientes se pueden dar la
mano.
Particularizando el análisis, se puede afirmar que la pobreza
es enemiga de la incorporación de las técnicas que pueden hacer posible el
control de la degradación del recurso tierras. Si se toma como ejemplo a la
región Patagonia, sucede que productores pobres (pequeñas explotaciones), con
economías de subsistencia, llevan adelante un manejo que es básicamente
degradante, dónde se plantean serios problemas sociales (población aislada y
marginada), económicos (estructura económica de subsistencia) y ecológicos (el
sobrepastoreo actúa como degradante de los suelos y la vegetación: posibles
mejoras en cuanto a alambrados, aguadas, pastoreo rotativo, etc., requieren de
una mínima sanidad económica de la explotación). En muchas de las explotaciones
más grandes, aún cuando se trata de empresas con una cierta capacidad de
acumulación, las expectativas de una determinada tasa de ganancia en relación al
capital supuestamente invertido quedan insatisfechas, hecho que redunda
normalmente en un manejo fuertemente degradante.
Desde el punto de vista biofísico, los paisajes lábiles son más
propensos a la degradación, pero todos los paisajes pueden ser degradados. Todo
depende del esfuerzo que haga la sociedad por lograrlo. En la ya mencionada
región patagónica, por ejemplo, existe un área fuertemente degradada (meseta de
Lonco Luan, en el Departamento Alumine de la Provincia del Neuquén), cuyo
aspecto es el de un desierto, en un ambiente con una precipitación media anual
del orden de los 1300 mm. La causa principal del problema es el sobrepastoreo,
hecho que indiscutiblemente reconoce un origen social y por lo tanto
histórico.
Un escenario a considerar en materia de posibilidades de
revertir el fenómeno tiene que tener en cuenta seriamente las características
actuales del sistema de polarización mundial, la ligeramente denominada
"globalización". La factibilidad de este propósito no parece lograble hasta la
implementación a nivel mundial de métodos correctivos al estilo de los ya
aplicados en los países desarrollados: subsidio a la producción agropecuaria por
ejemplo. Los esfuerzos puntuales tendrán como límite de sus posibilidades el
marco rígido de las condiciones socioeconómicas en que desarrollan su actividad
los productores involucrados.
Un replanteo del problema a nivel global en el marco de una
hipótesis reguladora de la desigualdad y la consecuente degradación de los
recursos, requiere que se ubiquen en la mesa de negociación no solo los
afectados sino también quienes tienen la posibilidad de actuar sobre los
mecanismos de regulación del sistema a nivel global.Quizás la limitación
ideológica más importante a superar es el hecho de pensar que los conflictos de
las áreas sujetas a degradación no son parte de los conflictos de la sociedad a
escala global. La agudización de las contradicciones del sistema a escala global
y, sobre todo, la eficientización de los mecanismos de apropiación de los
excedentes vía el sistema financiero mundial, vincula a "los malos" y a "los
buenos" como caras de una misma moneda.
La respuesta dialéctica del medio natural a los estímulos
transformadores de la sociedad en un diálogo permanente con los instrumentos de
trasformación -según la tecnología aplicada por el hombre en distintas épocas y
que como ya se expresó están reflejadas en los sistemas de ingeniería-,
constituyen el segundo ligamen dialéctico.
Deberá considerarse entonces:
* la forma de apropiación, uso y reproducción de los recursos
según la modalidad de extracción de riqueza (balance energético de los
ecosistemas productivos y liquidación de los stocks energéticos constituidos por
los recursos naturales no renovables)
* la respuesta del medio natural al mayor o menor grado de
afectación de los ecosistemas productivos.
3) La articulación naturaleza - naturaleza
Los procesos naturales tienen una dinámica particular que
implica reacciones múltiples e interdependientes ante cada acción del hombre. Ya
se ha visto que toda acción humana presupone un riesgo, tanto en su interacción
con el medio natural como con el medio social, producto del mismo conjunto
social hacia el cual va dirigida. Es usual que pongan en marcha procesos
relacionados con el medio biofísico que tienen una dinámica que les es
propia.
Medir con un determinado conjunto de indicadores los parámetros
relativos al mencionado riesgo, evaluarlos y definir las acciones conducentes
hacia la obtención de decisiones que supongan un resultado global positivo de
esas acciones, es un objetivo a lograr. Debe entenderse como positivo aquel
resultado que armoniza las exigencias mínimas de conservación del recurso con
los requerimientos del sistema social en términos de la conservación de los
ecosistemas involucrados, de tal manera que la capacidad productiva de los
mismos pueda ser conservada o aumentada.
La forma en que reacciona el sistema natural tiene un alto
grado de incertidumbre. Esta incertidumbre es el resultado de la imposibilidad
de abarcar la complejidad de las interacciones entre los diversos elementos del
medio natural en general y de los casos particulares, en las áreas de estudio.
También concurre a ello el pecadillo cientificista de la física y la química
aplicadas por parte de los edafólogos, geólogos, biólogos y otros científicos
que tienen como objeto de estudio exclusivo al medio natural, más preocupados en
la comodidad que brinda la construcción de una taxonomía de los elementos
componentes, que por la comprensión del fenómeno global. Ello ha concurrido a
que, por otro lado, muy poco se conozca de las interrelaciones entre procesos
biológicos, físicos (y sociales) más o menos complejos, que requieren de un
conocimiento sintético de los objetos de estudio.
Metodológicamente, las relaciones complejas que caracterizan a
los distintos componentes del medio natural y su temporalidad (ejemplo: el
comportamiento particular del delicado equilibrio entre el agua, el suelo y la
vegetación en las tierras que conforman la ladera de un valle), solo pueden ser
apropiadas mediante un proceso cognitivo de aproximaciones sucesivas, muy
distinto del positivismo, más ideológico que científico, que domina en las
disciplinas mencionadas más arriba.
Existen; por ejemplo, diversas formas con las que el medio
natural reacciona ante la presión de uso ejercida por la sociedad, las que en el
caso de las tierras consisten en situaciones de sobrepastoreo, cuando se trata
de actividades ganaderas (caso de la Patagonia) y, sobrelabranza en el caso de
áreas agrícolas (caso de los vertisoles entrerrianos). "En general, el
sobrepastoreo afecta la partes más sensibles de las comunidades vegetales. Una
vez que desaparece la cobertura vegetal, el suelo expuesto induce una demanda
evaporativa elevada en consecuencia de sus condiciones micrometeorológicas
(temperatura elevada, turbulencia, un elevado déficit de saturación del aire) y,
como resultado de una deflación generalizada, resulta una reducción del perfil
del suelo". Alrededor de una aguada, por ejemplo, se inicia un fenómeno de
erosión, destrucción de la cubierta vegetal y destrucción del suelo. La
continuación del fenómeno es biofísica: en lugares de fuertes vientos las
partículas del suelo (limos, arenas, gravas, gravillas) vuelan y se depositan
sobre la partes no degradadas, produciendo un nuevo proceso de destrucción de la
cubierta vegetal, mientras que detrás del médano queda un pavimento de erosión
sin suelo ni capacidad productiva. El proceso tuvo un origen social y se
convirtió en proceso biofísico. El conocimiento del fenómeno biofísico permite
aportar soluciones para detener el proceso, pero esta forma de abordarlo implica
desconocer el origen del problema y por lo tanto el problema queda sin solución
si se ignora el origen y viceversa. El resultado es la generación de nuevos
focos de erosión, nuevos casos en que el problema queda otra vez sin
solución.
Los geógrafos que se alejan del conocimiento del medio natural,
limitan sus posibilidades de comprender el fenómeno regional y eventualmente
pierden capacidad para recurrir a especialistas y/o aportar su visión holística
en los equipos interdisciplinarios. Otro tanto sucede con la inversa de este
tipo de conflicto conceptual y metodológico.
Obviamente, existen procesos de origen estrictamente natural,
pero se puede convenir que muy pocas veces pueden ser desvinculados directa o
indirectamente de la acción del hombre y su construcción social para resolver el
problema de su reproducción biológica y social.
4) La resultante sociedad - espacio
En este caso el concepto de espacio, de mayor grado de
abstracción, convoca a generalizaciones que empalman con los sustentos
conceptuales vertidos hasta aquí. La globalización del sistema social, hecho que
no implica una novedad histórica ya que el sistema hace rato que está
globalizado, pero que indudablemente tiene sus peculiaridades derivadas de la
actual situación, se caracteriza por imprimir al espacio cada vez más rasgos
comunes a nivel global, los que no son otros que aquellos que adopta una
particular combinación histórica de las contradicciones emergentes de las
articulaciones dialécticas a que se hizo referencia en los párrafos
anteriores.
Pero más allá de esos rasgos, importa sobre todo el carácter
común de los mecanismos de producción del espacio, la modalidad capitalista de
acumular excedentes en la coyuntura histórica, la que no por globalizada ha
cambiado sus rasgos esenciales. En todo caso sus manifestaciones son ahora más
homogéneos a nivel global, mientras que anteriormente las particularidades de
los modos de producción subordinados tenían un papel más decisivo en la
configuración del territorio. Esa configuración involucra al escenario natural
que interactúa con las decisiones de la sociedad desde su propia dinámica, al
que retiene los rasgos de decisiones de la sociedad en el pasado (al igual que
los geoglifos del arte rupestre) en forma conjunta con el capital fijo adherido
y, al que recibe cotidianamente el efecto diverso de las decisiones de la
sociedad actual con su capacidad y modalidad de incorporar capital sobre el
escenario natural y construido del pasado.
En artículos publicado hace algunos años en el número 8 del
Boletín de Geografía editado por el Departamento correspondiente de la
Universidad Nacional del Comahue, se hacía referencia a dos conceptos que son
sustentables desde el enfoque teórico metodológico aquí expuesto. El primero
atiende al carácter único e histórico del hecho regional. El segundo, como
desprendimiento del primero, asigna un carácter metodológico al concepto en
cuestión. Allí se afirmaba que "la región comienza y termina dónde comienza y
termina su explicación". Los párrafos anteriores han pretendido reafirmar y
actualizar una concepción metodológica dónde el espacio es visto como un
producto social, pero dónde la naturaleza produce sus propios retornos, es decir
que no queda inerte ante la dinámica social. Naturaleza y sociedad se resuelven
en un conjunto de articulaciones particulares de un tiempo, una sociedad y un
medio natural que tiene su propia dinámica y no es indiferente a la dinámica
social. Prefigurar "importancias relativas" de un tipo de hecho sobre otro, sin
prestar especial atención a la particularidad de la región en su carácter único,
constituye un error metodológico.
Los límites del conocimiento parcializado para la producción de
conocimiento regional transdisciplinario
Las consideraciones de los párrafos anteriores se dan, en el
tiempo, en forma paralela a la agudización de los problemas que hacen al
deterioro de la calidad de vida y al aumento de la inequidad en la distribución
de los recursos. Entre los problemas derivados no resueltos se pueden mencionar
en general a:
- la destrucción sistemática de los recursos naturales,
- las alteraciones ambientales y,
- los tremendos bolsones de pobreza que caracterizan a diversas
sociedades nacionales y a la sociedad mundial.
La respuesta a la dinámica arrolladora de esos problemas está
subyaciendo en este trabajo. El concepto de región, de raíz eminentemente
geográfica, que en el pasado designó objetos (las regiones continuas y contiguas
del posibilismo) y que actualmente refiere a la forma de conocer de los
geógrafos, requiere del aporte de otras disciplinas. La crítica a la actitud
pasiva de muchas disciplinas para la comprensión de los fenómenos sociales y del
espacio, no puede ser tal que interfiera con la construcción del conocimiento
sintético del fenómeno regional hasta el punto de considerar que esta es una
tarea exclusiva de geógrafos.
La construcción de el conocimiento regional requiere
necesariamente del aporte de otras disciplinas y especialidades. El campo del
conocimiento científico es un continuo: en todo caso es problema de los
científicos su corte en objetos propios de cada ciencia. El recorte de ese campo
en pedazos, además de ser una rémora positivista, ha actuado como freno para la
solución de importantes problemas de la sociedad actual, que han quedado
ubicados en zonas grises entre disciplinas. Las incumbencias rígidas contribuyen
a ello, así como fomentan la pereza de los investigadores.
No obstante, está claro que las preocupaciones teóricas y
metodológicas de cada disciplina no pueden trasladarse a todo el ámbito del
conocimiento científico y definen por sí mismas una cierta incumbencia. Esto
traslada el problema del conocimiento de fenómenos ubicados en zonas grises
entre disciplinas, al ámbito del trabajo interdisciplinario. Eso supone que
todas las ciencias sociales, en particular, y muchas de las ciencias que abordan
objetos de conocimiento relacionados con la naturaleza, en especial aquellas que
se mencionaron más arriba, deben desarrollar hábitos de trabajo
interdisciplinario. Para abordar los innumerables conflictos ubicados en las
zonas grises mencionadas en el párrafo anterior, se requiere una actitud de
humildad que consiste en reconocer las limitaciones del campo propio. La
soberbia de suponer que se pueden abordar objetos de conocimiento hacia el cual
concurren varias disciplinas desde una sola de ellas, implica dos salidas
funestas: la especulación sin validez científica y/o el trabajo sobre tramos muy
pequeños del problema.
La ciencia, más o menos insensiblemente, basada en la comentada
mentalidad positiva y en la consecuente pereza a que induce -dicho esto en forma
extremadamente simplificada-, se ha estado proponiendo problemas que podía
solucionar desde el campo disciplinario. Mientras tanto los principales
conflictos de la sociedad actual han quedado marginados, ya que pertenecen a
esas amplias zonas grises entre disciplinas ya mencionadas. Contra el trabajo
interdisciplinario atenta el paradigma criticado, que ha hecho de los campos
disciplinarios cotos de caza exclusivos, dónde no se admiten opiniones desde
afuera de los mismos y, la ideología individualista propia de la sociedad
moderna, que además encuentra en el mencionado paradigma una expresión
coherente.
Los diagnósticos (concepto de uso corriente en estudios
interdisciplinarios) tradicionales, o lo que por un diagnóstico se entiende,
basados en la forma de conocer parcializando el objeto de conocimiento, no
fueron tales, ya que no se propusieron la producción de conocimiento
transdisciplinario. El problema está por lo tanto en el tipo de producción
deseada, en el método adoptado con tal propósito: por lo tanto, en las virtudes
que contenga para responder a las preguntas que el concepto diagnóstico sugiere
como respuestas. Una vez más el problema no atañe a la palabra que lo designa,
sino al contenido metodológico que implica la explicación comprensiva de
un objeto de conocimiento complejo. No existen diagnósticos de factura
disciplinaria. Por lo contrario, los productos analíticos disponibles marginan
en general su objeto de estudio y evitan inconscientemente apropiarse del mismo,
mediante la mera consideración de sus manifestaciones externas emergentes. A
veces en riquísimos ejercicios lógicos de apropiación e interpretación de esas
manifestaciones (generalizaciones empíricas). Sin embargo, la transformación
social para el "desarrollo", para la mejor distribución de los recursos, para su
mejor aprovechamiento social, para la mejor calidad de vida, igualdad de
oportunidades y felicidad de un tramo de sociedad/problema sigue ausente, o
duerme el mejor de los sueños esperando una interpretación o una respuesta por
parte de la ciencia. Cabría preguntarse por qué existe una especie de baúl, bien
cerrado, de temas ocultos que nunca son abordados y que por lo tanto quedan
siempre sin respuesta.
Si se traslada el problema al ámbito de la planificación, la
consistencia del producto es la síntesis comprensiva del fenómeno, con el
correspondiente rechazo a toda linealidad metodológica. ¿Con qué objetivo? Aquel
irrenunciable por el cual el conocimiento sirve a la toma de decisiones
acertadas. El trabajo interdisciplinario, para que aspire a transformar los
fenómenos propios de las mencionadas zonas grises que aborda, debe reflejar la
realidad de tal manera que la misma no deje dudas acerca de la transformación
deseable. En ese caso el producto científico transdisciplinario será el
resultado conjunto de las disciplinas involucradas y aportará conocimiento del
objeto social único y retornos teóricos para las disciplinas involucradas. Los
geógrafos y otros científicos sociales, que logren superar los pecados
metodológicos del pasado, serán más eficientes en la construcción de
conocimiento regional si se plantean la investigación en equipos
interdisciplinarios. De ellos depende, en buena parte, el mantenimiento de la
unidad del objeto de estudio.