CAMBIOS PROVOCADOS POR LA GLOBALIZACIÓN EN UNA
ECONOMÍA REGIONAL: EL ALTO VALLE DEL RÍO NEGRO.
IMPACTOS ESTUDIADOS A TRAVÉS DE DOS CASOS :
EL CULTIVO DE LÚPULO Y EL CULTIVO DE MANZANA
ORGÁNICA.
MARÍA ESTHER GÓMEZ
UNIVERSIDAD NACIONAL DE
LUJÁN
RESUMEN:
El nuevo orden económico mundial genera numerosos
cambios en las estructuras productivas en todos los países. La Argentina,
inmersa en una economía global en el rol de productora de alimentos, ha visto
modificadas algunas de sus características de producción agrícola en pos de los
lineamientos dados por la industria y la distribución, las cuales definen los
cambios en los gustos y necesidades de los consumidores.
Dos producciones agrícolas del Alto Valle del Río Negro
son muestra cabal de estas nuevas orientaciones: el lúpulo (fuertemente influido
por un proceso de integración vertical de una empresa cervecera) y la manzana
orgánica (producción íntegramente destinada a la exportación).
En el caso de la producción de lúpulo es notable el
proceso de concentración en la fase agraria. El efecto de la asociación de dos
empresas multinacionales (una productora de cerveza y un acopiadora de lúpulo)
cambió la estructura productiva y comercial dentro del Alto Valle y afectó a los
productores tradicionales, concentrados en El Bolsón. El polo concentrador de la
actividad se encuentra ahora en Fernández Oro, sede de la chacra lupulera de la
cervecera.
La producción de la manzana orgánica es una actividad
mucho más nueva en la región y su desarrollo responde a las exigencias de
consumidores no argentinos. La producción se exporta, casi en su totalidad, a
los países de la Unión Europea. El valor de este producto novedoso radica en su
calidad certificada que lo avala como de origen natural.
Ambas producciones se han visto modificadas en los
últimos años como consecuencia de nuevos lineamientos en el mercado. Como ambas
se asocian a la producción agraria, sus cambios responden a las pautas que les
llegan desde las etapas de la industria, distribución y consumo. Las ventajas e
inconvenientes de estos cambios productivos pueden analizarse desde una óptica
de reconversión productiva con miras a la inserción internacional de una
economía regional o bien desde sus consecuencias socioeconómicas en los sectores
que deben intentar la reconversión.
1. INTRODUCCIÓN
El presente ensayo integra un trabajo mayor cuyo eje es
el impacto de las nuevas leyes del mercado en algunas economías regionales
argentinas. Especialmente se trata el tema de los cambios tecnológicos y
productivos en la agroindustria del lúpulo y en el cultivo de manzana orgánica
en el Alto Valle del Río Negro. Por razones de espacio he optado por presentar
solamente los lineamientos teóricos que enmarcan estos cambios, ejemplificando
con las dos producciones citadas. Por este motivo algunos puntos no podrán ser
exhaustivamente tratados, pero intentaré ser explícita dentro de la apretada
síntesis que se presenta.
La corriente económica mercantilista del S XVIII dejó a
los países más desarrollados en un lugar de supremacía respecto a sus colonias,
las cuales fueron convertidas en simples productoras de materias primas. Esas
materias primas eran procesadas y comercializadas por las metrópolis , quienes
tenían el poder de decidir qué, cuánto y cómo era necesario producir.
En los albores del tercer milenio la situación no dista
demasiado de la anteriormente descripta. Si se hace un parangón con ella se ve
que hoy no hay ‘colonias’ en el sentido político, pero sí en el económico. Hoy
no son los países quienes detentan el poder de decisión pero hay empresas
transnacionales que cumplen esa función ( y cuyos capitales son generalmente
originarios de los países que en siglos atrás eran los detentaban el
poder).
Los términos local y global son interdependientes. El
espacio local se rige por conductas sugeridas o impuestas por el espacio global.
Pero el espacio global depende de que el espacio local acepte sus
determinaciones para incluirlo . Si no lo hace queda aislado y sin posibilidades
de crecimiento.
Pero cada espacio local tiene ventajas comparativas que
debe conocer y explotar, para poder ofrecer a las nuevas exigencias mundiales
aquello de lo cual mejor ganancia obtenga.. Sin embargo, esas diferencias
locales, que pueden hacerle ganar a una región un lugar especial dentro del
comercio planetario, no son siempre libres de conducirse por decisiones propias
del lugar. A veces deben perder algunas de esas ventajas para negociar espacios
más amplios dentro del comercio o la industria.
En este trabajo se analizarán las influencias de los
comportamientos globales ( dados a través de las demandas de consumidores y de
la industria) en un espacio local claramente delimitado: el Alto Valle del Río
Negro, provincia de Río Negro.
Los cambios que se observan en los últimos años en las
estrategias de producción del Alto Valle muestran la flexibilidad de sus
agricultores o empresarios ante las nuevas condiciones del mercado. La
flexibilidad ( tanto en cuanto al nivel de organización y distribución como de
aceptación de nuevas variedades o técnicas ) es una de las actitudes claves que
permiten adaptarse mejor a los dictados de la globalización.
Este último concepto queda claramente expresado por
Bendini ( 1997, p. 36) al indicar que
" Las nuevas condiciones de la globalización
asociadas al modelo postfordista se caracterizan por cambios tecnológicos que
demandan más flexibilidad en las empresas, mayor descentralización de la
producción y crecientes controles en la regulaciones internacionales en el marco
de mercados más competitivos e inestables".
La producción de lúpulo está ampliamente controlada por
una reglamentación internacional muy estricta, que pauta cuales son las
variedades más aptas para su industrialización y cuáles aquellas que, por
obsoletas en cuanto a sabor o rendimiento , ya no presentan valor en el comercio
mundial. Lo mismo se observa para la manzana : la Unión Europea fija condiciones
de calidad muy específicas para comercializar dentro de su territorio. Adaptarse
a estas exigencias o quedar fuera del mercado son las taxativas
opciones.
La producción agrícola de esta región siempre tuvo un
fuerte sesgo hacia el mercado externo. Las manzanas y peras tienen una larga
tradición exportadora. También es importante la creciente importancia que ,para
la industria , adquiere la producción de lúpulo del Alto Valle. En esta
investigación se hará referencia especialmente a la industrialización del lúpulo
en la cervecería Quilmes.
En ambos casos ( tanto la manzana como el lúpulo) se
demuestra que la producción regional de esos productos está fuertemente influida
por decisiones ajenas a la etapa primaria propiamente dicha. Los cambios en los
modos de producción, elección de variedades y destinos finales, así como la
comercialización integran una red en la cual las presiones recibidas desde otras
fases del circuito productivo son decisivas. La fase agraria es la que,
actualmente, menos poder detenta dentro de esta cadena de producción de
alimentos y bebidas. Es la que recibe las demandas de las otras fases superiores
y la que debe aceptar los lineamientos exigidos si no quiere quedar al margen de
la economía nacional o internacional.
2 - LA GLOBALIZACIÓN Y SUS EFECTOS
La globalización está dejando huellas claras en todas
las actividades productivas que puedan tener alguna ventaja económica en quienes
las llevan a cabo. Muchos son los factores y cambios que están operando para que
esta modalidad planetaria se instale decididamente en las economías de América
Latina. Las economías regionales de la Argentina no son una
excepción.
Los espacios regionales se convierten en nuevos actores
de un mercado global , fuertemente trasnacionalizado, que los obliga a
reconvertir sus circuitos productivos en pos de una inserción planetaria a veces
forzada por alianzas empresarias.
La perspectiva conceptual que guía este análisis
incluye el abordaje del impacto de la globalización ( y sus políticas de ajuste
) en el marco de una economía regional en transformación decidida fuera de su
ámbito local y sin posibilidad de excluirse a ella.
Son múltiples los casos que demuestran las afirmaciones
anteriores. De ellos he seleccionado dos: el cultivo del lúpulo y la producción
de manzana orgánica. Puede criticárseme que ninguno de ellos es de gran
importancia por el volumen producido, pero los he elegido porque en ambos se
destacan cambios en la modalidad de producción , industrialización o
comercialización sustentados en las exigencias de una economía global. Y este es
el objetivo que me propuesto: demostrar la creciente globalización de las
actividades agrícolas de la economía regional..
En ambos casos es muy claro que los cambios que se han
producido últimamente son producto de la interrelación, cada vez más estrecha,
que se genera entre los distintos eslabones de la cadena productiva. En el caso
de la manzana es la demanda del consumo europeo (fase IV) quien ha provocado
cambios en la producción primaria de la fruta. En cambio, en el caso del lúpulo
es la exigencia industrial (fase II) la que produjo las modificaciones de las
variedades cultivadas . Además, como se verá más adelante, este último es un
cultivo agroindustrial en el cual se produjo una fuerte integración vertical
desde la principal cervecería argentina.
2.1 - COMMODITIES O SPECIALITIES ?
En una economía de escala, globalizada, los commodities
son una alternativa productiva que permite la inserción en la aldea global. Sin
embargo, el valor , entendido tanto en el sentido monetario como en cuanto a la
capacidad de sustitución, está en un permanente descenso.
Así, son las specialities las que ocupan un lugar de
mayor importancia dentro las opciones productivas de una región. Su cotización
en el mercado dependerá de valores inmateriales ( como origen o calidad) que
pueden presentar una batalla más dura que los grandes volúmenes de commodities,
fácilmente canjeables al primer atisbo de inestabilidad de cualquier
orden.
La Argentina entró en las globalización con los
commodities. La fuerte presencia en nuestras exportaciones de los cultivos
pampeanos han relegado al país a un lugar poco envidiable en el conjunto
mundial. Sin embargo, las economías extrapampeanas pueden presentar una mejor
oportunidad, ya que pueden explotar y exportar determinados productos, dentro de
los llamados specialities. Es en este punto dónde se puede hacer mención al
espacio regional que me ocupa, el Alto Valle del Río Negro.
Siguiendo a Gatto y Gutman (1990, p. 24) las
commodities presentan procesos de transformación simples, con baja
diferenciación del producto, perecederos, baja inversión unitaria, baja
intensidad de capital por personal ocupado y rápida rotación del capital de
giro. Como se desprende de lo anterior, ni la producción de manzana orgánica ni
la de lúpulo poseen las características descriptas. Muy por el contrario, se
trata de producciones con elevada dotación de capital y tecnología y con un
producto claramente diferenciado, consideraciones que me permiten clasificarlos
como specialities. Más aún, el caso de la manzana orgánica podría ser incluida
en las denominadas NOP (Nuevas Opciones Productivas) (Posada, 1996-a) que son
llevadas a cabo como estrategia de las empresas más grandes para no perder el
mercado europeo.
Entonces se puede ver una diferencia interesante entre
la economía pampeana (de commodities, la más plenamente globalizada) y la del
Alto Valle, con un incipiente camino hacia la producción masiva de specialities.
Paradójicamente , la generalmente mal conceptuada influencia de la invasión de
capitales extranjeros y la predominancia del mercado externo en las decisiones
de producción, pueden conducir , en este caso, a que la economía regional se
encuentre mucho mejor preparada para cubrir nichos de mercado definidos por su
alto valor. Este rol es impensado, generalmente, para las economías
latinoamericanas.
Por todo esto no puede descartarse que el Alto Valle
pueda convertirse en proveedor de alimentos de gran calidad destinados a un
mercado de alto poder adquisitivo o bien, proveer un insumo agrícola muy
específico para la industria ( como los derivados del lúpulo) que encuadre entre
las exigencias de la marketa internacional, hasta hoy vedada para los
productores argentinos. Este último objetivo es al que apunta decididamente la
empresa Quilmes en su chacra lupulera rionegrina.
2.2 - EL CIRCUITO PRODUCTIVO: LAS MUTUAS INFLUENCIAS
ENTRE LAS FASES COMO CLAVE PARA COMPRENDER LOS CAMBIOS
El núcleo de la presente investigación se centra la
fase agrícola (fase I). Pero esta etapa agraria o primaria no puede ser
analizada de manera aislada. Necesita del contexto de todos los eslabones de la
cadena productiva para poder ser comprendida en su totalidad.
Los importantes cambios tecnológicos o logísticos que
reorganizaron la producción agrícola son el resultado de las numerosas
influencias recibidas desde las instancias superiores en el circuito de
producción. La actividad industrial condujo las decisiones de la etapa agrícola
durante algunos años posteriores a la Segunda Guerra. Sus demandas eran claras y
respondían a una sociedad que estaba en proceso de reconstrucción . Sin embargo,
esta preeminencia fue perdiéndose lentamente al mediar los setenta, cuando hacen
su irrupción en las ciudades las grandes cadenas de distribución. Estas empresas
empiezan a exigirle a la industria un cambio en su organización logística. Deben
recibir pequeños volúmenes de productos pero con gran frecuencia de
entrega.(Green, 1992, p. 45). Estas demandas fueron oídas gracias al fuerte
poder de negociación que adquirieron las empresas de distribución. Pero para
satisfacer estos pedidos también la industria reclamó a la fase I (agrícola)
cambios en las variedades cultivadas, sistemas de conservación y empaque. No
conformes con el espacio logrado hasta el momento, estas empresas de
distribución (cadenas de super e hipermercados) comenzaron a acercar al
consumidor nuevas opciones acordes a la agitada vida de las grandes ciudades.
Cuando los consumidores descubrieron que podían comer mejor, o cocinar más
rápido, se volvieron deseosos de obtener productos cada vez más sofisticados o
naturales o mejor envasados u otras muchas opciones que surgieron.. Así es como
se cierra el círculo, ya que nuevamente es la fase agraria la que recibe buena
parte del peso de estas nuevas exigencias del mercado, las que le llegan luego
de pasar el tamiz de la fase III (distribución) y de la industria.
Entonces, son las fases III y IV (consumo) relacionadas
las que demandan cierto tipo de producto a la industria y esta baja esas pautas
a la vapuleada fase I.
En este punto se puede acudir, para una mayor
comprensión, a un enfoque sistémico: el todo no es igual a la suma de las
partes. El comportamiento del mercado no es el equivalente al estudio de cada
una de las fases que integran el circuito productivo. Las interrelaciones entre
ellas agregan muchos elementos inmateriales que generan un resultado de mucho
mayor alcance y de más alta complejidad que la mera descripción de cada
eslabón.
El análisis sistémico ya fue propuesto por Palloix (
citado por Martínez Ibarreta , 1994, p.26) y contempla el estudio de la
internacionalización del capital . Lo expresa diciendo que
" un enfoque subsistémico [permite] integrar diversos
‘circuitos particulares’ (...) en el marco de la unidad envolvente que es la
‘industria‘ o ‘rama’, que hará posible analizar el movimiento real del proceso
de internacionalización del ciclo del capital social"
Este tipo de enfoque es claramente explicado por Colman
(1994, p.117-118) cuando propone el uso del concepto ‘subsistema de producción y
circulación’ en vez del más utilizado de circuito de producción. El autor
describe este concepto como ‘un conjunto de actividades productivas y de
circulación material y social ‘. Ese conjunto de actividades debe poseer una
articulación físico-técnica (básicamente, ésta es la cadena productiva) pero
también(y en este elemento es cuando se agrega algo más que el mercado) una
organicidad social. En este último concepto se incluyen las prácticas
técnico-económicas que funcionan de tal manera que si una de ellas no se
encuentra adaptada o sincronizada al movimiento del conjunto puede paralizar al
resto.
Con todos estos elementos previos se puede concluir que
el enfoque sistémico propone el análisis del sistema alimentario desde el punto
de vista global. Con esta óptica se distinguen dos líneas de análisis que se
entrecruzan. Por un lado, la producción agropecuaria se integra a la cadena
productiva del subsistema agroindustrial. Por otro, este último se integra a
nivel mundial dentro del proceso de internacionalización del capital al mercado
y la producción (Martínez Ibarreta et al, op cit, p. 15).
El valor de este tipo de análisis reside justamente en
que no se pierde de vista la red de relaciones que se tejen alrededor de la
producción alimentaria y ofrece una gran amplitud en la explicación de los
diferentes casos , ya que toma en cuenta factores internos y externos al proceso
productivo, sin olvidar la perspectiva histórica.
Resuelto desde esta opción metodológica el análisis
cobra fuerza y sentido explicativo.
Pero esta metodología de análisis por sí sola no
alcanza a cubrir todos los procesos que se dan en relación al sistema global.
Por eso, Rastoin (1993, p.162)sugiera dos técnicas complementarias para abordar
este análisis:
"...es preciso reforzarlo mediante el empleo de métodos
como el ‘análisis de filiere’, que permite asumir perfectamente las secuencias
técnico-económicas de producción-transformación-distribución de los productos, y
el ‘análisis estratégico’, que permite identificar los factores determinantes
del comportamiento de los agentes dentro del sistema."
En el presente trabajo se realizará un análisis con
enfoque sistémico aunque, dados los limitados alcances de la investigación, sin
entrar en la profundidad de las técnicas propuestas por el autor de la cita
anterior.
2.2.1 - ESTRATEGIAS ADAPTATIVAS DE LOS PRODUCTORES
PRIMARIOS
En el campo actual ya no se puede tomar como sinónimos
a los conceptos ‘agrario’ y ‘rural’. El contexto rural se vio invadido por los
capitales, la tecnología, las inversiones de infraestructura y ya dejó de ser
aquello que supo definirlo: el modo de vida característico del
campo.
Hoy se puede hablar de una producción agraria en un
ambiente no rural.. La modernización y los cambios que ella trae aparejados
(cambios en la modalidad de trabajo, en la productividad, en las técnicas) no
pertenecen a un ámbito rural.
Ese campo tecnificado (tal vez podríamos llamarlo
‘globalizado’) ya debe ser tildado de agroindustrial. Es esta instancia
productiva la que fija, delimita y controla la producción agraria. Y lo hace no
solo a través de una intromisión directa como entidad jurídica (integración
vertical) sino (y esto genera más dependencia que el caso anterior) a través de
la provisión de todo tipo de insumos (desde semillas hasta
pesticidas).
No es fácil para los productores adaptarse a esta
nuevas condiciones. Las trabas financieras son las que conducen a agudizar los
problemas del proceso de reconversión. Desde luego que son los agricultores
independientes o las pequeñas empresas familiares las que más sufren estos
cambios. Pero no solo ellos.
La modernización agraria modifica sustancialmente la
red laboral. La tecnificación cada vez mayor de las tareas produce dos
consecuencias interesantes de analizar: la disminución del empleo y la mayor
capacitación de los empleados.
En el primer caso las estructuras sociales rurales
reciben el impacto de una menor cantidad de sus miembros ocupados, que son ,
precisamente como consecuencia del segundo caso, los menos capacitados, y por
esa misma razón los más fácilmente substituibles. Un claro ejemplo de este
proceso se puede analizar en el cultivo de lúpulo. La operación de las actuales
máquinas requiere un mayor grado de conocimientos técnicos, pero aumenta
notablemente el rendimiento y la productividad, objetivos prioritarios para la
empresa cervecera.
La situación planteada deja casi sin alternativas
válidas a los productores independientes que apelan a algunas estrategias tales
como cooperativas, asociasionismo o nuevas opciones productivas ( Posada,
op.cit).
Las alternativas citadas no son salidas válidas en los
estudios de caso elegidos. En el caso de la manzana orgánica ( nueva opción
productiva) esta estrategia solo es llevada a cabo por las grandes empresas
productoras que, en algunos casos , también son las que concentran el mercado
exportador. Esto se debe a la seria dificultad que supone la reconversión de los
cultivos de tradicionales a orgánicos.
En cambio, la situación del lúpulo difiere. Existen
algunos pequeños productores en El Bolsón que han formado cooperativas o se han
asociado para la utilización de las máquinas de procesamiento. Pero como el
único comprador es la chacra lupulera de Quilmes, la que posee una capacidad de
procesamiento mucho mayor que el volumen de su cosecha actual, opta por comprar
el lúpulo sin procesar a los pequeños productores y así obtener doble beneficio:
pagar a menor precio y evitar la ociosidad de su importante infraestructura.
Esto conduce a un poder cada vez menor de los pequeños productores, quienes
llegados a este estado de cosas eligen nuevas opciones productivas, tales como
cultivo de frutas propias de la región andino-patagónica y/o elaboración de
productos alimenticios artesanales. Claro está que ellos pueden contrarrestar
los efectos de esa manera porque generalmente el lúpulo no es la única especie
plantada en las escasas hectáreas de su propiedad. De ahí que sea más sencillo
abandonar una de las producciones y apuntalar otras previamente instaladas en
menor superficie.
En otros casos de productores de mayor envergadura está
cambiando la idea de qué producir. Ajustándose a un modo de producción
postfordista, el concepto cambia de producir mucho a producir mejor. Esto
provoca una especialización productiva, dada a través de la calidad del
producto, el mantenimiento, el envase. Se trata de factores ligados más al
marketing que valor intrínseco del producto. Pero con esta estrategia se apunta
a diferentes sectores del mercado, que poseen distintas exigencias o poder de
compra. Se amplía la gama de presentaciones y variedades con el mismo alimento.
Las producciones masivas y standarizadas ya no resultan redituables, Ahora se
busca producir ganancias y no cantidad. (Green, op.cit, p.37).
2.2.2 LA INDUSTRIALIZACIÓN Y SUS
EXIGENCIAS
En esta investigación el eje central pasa por la
producción de alimentos y bebidas . Por esto para empezar a reflexionar sobre la
influencia de la industria en la fase agraria es necesario, previamente, definir
el concepto de industria agroalimentaria.
Los diferentes autores consultados presentan el
concepto de manera similar, con leves cambios de interpretación. Rastoin (1993,
p. 167) considera que la industria agroalimentaria es la ‘transformación de
las materias primas agrícolas en productos alimentarios’. Esta primera
limitación del concepto ya contiene la relación fase I - fase II que termina
siendo tan estrecha que en algunos casos se dará en una misma
entidad.
La Harvard Bussiness School (citada por Martínez
Ibarreta. op.cit. p.10)) propone una definición en términos del lenguaje
coloquial, pero muy clara: ‘la agroindustria es un sistema de la semilla al
consumidor’. En esta explicación sencilla ,sin embargo, no está ausente el
enfoque como sistema (al cual hice referencia en el punto 2), el cual conduce a
la manera más completa de análisis de esta temática.
La cada vez mayor relación entre industria y agro ha
llevado a algunos autores hacia un nuevo concepto integrador: los complejos
agroindustriales (CAI). Dichas relaciones pueden encararse desde distintas
ópticas, resultando de cada una de ellas una vinculación particular entre
productor agrario e industria. Martínez Ibarreta y otros ( op. cit., p.9)
definen complejo agroindustrial como
"...un concepto multidisciplinario que articula
referencias a formas organizativas del conjunto de relaciones productivas,
sociales y tecnológicas, que se desarrollan tanto en un espacio macro como
microeconómico. De ahí que pueda ser entendido desde un punto de vista jurídico,
como conjunto de contratos; desde el ámbito económico, como un sistema de
producción y circulación de mercancías; y desde la perspectiva tecnológica, como
un ‘paquete’ integrado de técnicas."
El mismo autor amplía su
propio concepto citando a Vigorito quien resume los CAI como
"... un conjunto económico compuesto por la división
de etapas productivas vinculadas a la transformación de una o más materias
primas , cuya producción se basa en el control del potencial biológico del
espacio físico. El CAI es un mecanismo de reproducción que se estructura en
torno a la cadena de transformaciones directamente vinculadas con la producción
agraria hasta llegar: a) su destino final como medio de consumo o inversión, b)
formar parte de la órbita de otro complejo no
industrial."
Esta cita puede ejemplificarse claramente en el caso de
la chacra lupulera de Maltería y Cervecería Quilmes en el Alto Valle. El control
del potencial biológico queda evidenciado con la introducción de nuevas
variedades y con la actividad presente en el laboratorio de mejoramiento
genético de la chacra. Cabe destacar que este manejo de Quilmes no es exclusivo
para el lúpulo. También (y más notoriamente) se da para la cebada
cervecera.
Las relaciones entre agro e industria no son otra cosa
que una clara manifestación de la globalización, ya que se intensifican a través
de la fuerte injerencia de los capitales en la actividad agraria. Esa injerencia
trae como consecuencia cambios en apariencia muy positivos, como ser un intenso
proceso de modernización y transformaciones tecnológicas y sociales de la
industria procesadora de productos agroindustriales y de insumos (Teubal, 1993,
p. 108). Estas manifestaciones son las que conducen , en términos del citado
autor, a la ‘caificación de la economía’.
Sin embargo, detrás de esos avances surge el fantasma
del empobrecimiento y la dependencia, con sus consecuencias sociales que afectan
a la masa asalariada que debe trabajar no ya para sus propias producciones sino
para empresas transnacionales para quienes el valor más importante es el
rendimiento por unidad de superficie o por hombre. Con estas características se
puede concluir, al igual que Feder (Citado por Martínez Ibarreta et al,op cit, p
13) que ‘cuanto más modernizadas, más pobres son las sociedades
rurales’.
Surge así una nueva dicotomía, ‘moderno-atrasada’, que
reemplaza a la tradicional minifundio-latifundio como consecuencia del impacto
concentrador y diferenciador que produce la intromisión de la industria en el
campo (Martínez Ibarreta et al , op. cit p.29)
El concepto de modernización fue variando en los
últimos treinta años desde ser considerado como la incorporación de tecnología
hasta el actual que lo acerca a la idea de la competitividad de las unidades
empresarias de producción, pasando lentamente desde una concepción de protección
estatal hacia otra de fuerte preponderancia de lo privado (Posada, 1996-a, p.
164-166). En el agro modernizado de los noventa predominan las integraciones
verticales de las empresas y se privilegia el autoabastecimiento de ellas. A
medida que en la modernización (fundamentalmente la concerniente al ámbito
rural) se incorporaba la privatización de la economía es cuando comienza a
empobrecerse la población más ligada a las tareas de producción agraria con
fines de supervivencia o mercado interno. Mientras el Estado ejerció su poder
proteccionista muchos productores quedaron a salvo de la competencia. Pero la
obligada desregulación económica, fruto de la globalización, mostró cruelmente
el desamparo en el quedaron los pequeños productores. Mientras ellos gozaban de
la seguridad de un estado paternalista, el agro se volvía cada día más
competitivo. Cuando, bruscamente, el Estado dejó de regular la economía cayó el
muro que contenía el avance de la modernización, entendida ésta en la última de
las acepciones explicadas. Por esto, los productores quedan fuera de los
circuitos globales, a menos que acepten la intromisión de los capitales
internacionales, únicos que pueden garantizar esa modernización. Como corolario,
el empobrecimiento de la población de las economías desreguladas es cada vez más
notorio.
No se puede dejar de mencionar, de todos modos, que,
para algunas regiones, la dependencia de la industrialización de sus productos
es la única perspectiva futura de crecimiento y la seguridad del aumento del
rendimiento. Queda en la voluntad política de los que pueden tomar decisiones de
que a esos beneficios que obtengan las empresas se les agregue alguna ventaja
social (empleo, legislación laboral protectora, compromisos de capacitación del
personal u otro tipo de inversiones de fuerte impacto social
positivo).
Estos CAI presentan a su vez una organización
particular, que favorece la incidencia de la industria sobre la agricultura.
Como resultado de la interdependencia que se da ente las distintas actividades
del complejo surgen, naturalmente, polos que concentran algunos procesos y los
integran. En estos polos se realizan tareas de coordinación o control entre las
distintas unidades que conforman el complejo. Dentro de esos polos algunos
tienen más poder que otros según la mayor o menor capacidad de decisión que
posean dentro del conjunto. Aquellos que poseen mayor poder de determinación son
los que pasan a constituirse como núcleos del complejo (Martínez Ibarreta et al,
op.cit, p 18,22).
Un ejemplo de estos núcleos del complejo se da con el
caso del lúpulo, en el cual la chacra de Quilmes actúa como compradora de los
conos de lúpulo del resto de los productores de la provincia. Esa tarea de
concentración de actividad la posiciona como referencia obligada del complejo
agroindustrial cervecero.
A partir la definición de CAI dada por Martínez
Ibarreta se pueden distinguir cuatro tipos de organización de dichos complejos
según cual fuere el nexo vinculante entre las actividades que los conforman.
Teubal ( op.cit) las reseña con las siguientes denominaciones: integración
vertical por propiedad (o propiamente dicha); integración vertical contractual o
agricultura de contrato; integración vertical asociativa y cooperativizada e
integración vertical vía poder de mercado.
El primer caso se ejemplifica claramente con el lúpulo.
La empresa Quilmes, principal cervecería en Argentina, es dueña (parcial) de la
chacra productora de lúpulo en el Alto Valle.
El segundo caso también se puede ejemplificar con el
lúpulo, pero esta vez en relación con los pequeños productores de El Bolsón, con
quienes la empresa cervecera acuerda la compra de la totalidad de la
producción.
También se ejemplifica con lúpulo el tercer tipo de
CAI, pero en este caso intervienen solo los pequeños productores, que lograron
integrarse para la compra y utilización de la maquinaria requerida par el secado
de los conos de lúpulo, primer eslabón en la etapa de industrialización del
producto. Como ya se ha dicho, esta situación se ve seriamente comprometida por
las estrategias comerciales de Quilmes.
En el caso de la manzana orgánica se da
fundamentalmente el primer tipo de integración, ya que se trata de las mismas
empresas que ya poseen toda la cadena productiva las que reconvierten sus
cultivos y sistemas de procesamiento y empaque para asimilarlos a las exigencias
del mercado orgánico. El caso más destacado es la empresa EXPOFRUT.
Esta fuerte influencia de la industria sobre la
actividad agrícola ha cambiado también la visión de qué es lo que se produce.
Hace algunas décadas el productor pampeano producía trigo; hoy, la industria ve
en ese productor a una fábrica de gluten. Más recientemente, se podría dar el
ejemplo con la soja y la producción aceitera o la leche y la grasa butirosa.
Esto quiere decir que para la industria hay un subproducto de una especie
vegetal que es el que necesita por su valor alimentario. Desgraciadamente para
algunas regiones, ese subproducto puede hoy estar producido por una especie y en
el futuro por otra, quedando fuera del circuito comercial las zonas del planeta
con tendencia la monocultivo de la especie abandonada. Este tipo de situaciones
son mucho más frecuentes en los países menos desarrollados que, por sus
limitaciones financieras y tecnológicas, no pueden rápidamente reconvertir sus
producciones. Más aún, con la ayuda de la biotecnología se podrían ‘crear’
especies más rendidoras o resistentes que se cultivarían en aquellas áreas en
dónde los capitales transnacionales estuvieran dispuestos a invertir, decisiones
en las que priman más las conductas políticas que los factores naturales. Esa
compleja madeja de relaciones, valores, influencias y necesidades lleva a que la
producción agrícola tenga cada vez menos valor en sí misma.
El caso del lúpulo, cultivo típicamente industrial,
demuestra como hoy se buscan especies con altos rendimientos en aceites y
resinas, ya que esa es la materia prima que la industria cervecera está
interesada en comprar. Por esto se dejan de lado las tradicionales variedades,
con larga data en el terreno pero que responden a valores productivos que hoy ya
no tienen cabida en el mercado.
2.2.3 LA DISTRIBUCIÓN: CENTRO DE
PODER
Ya se ha visto como dentro de la cadena productiva la
etapa de la distribución ha ido ganando poder de decisión en desmedro de las
etapas agraria e industrial.
El transporte y la venta son dos puntos neurálgicos en
la organización actual de la empresa. El nuevo sistema de producción, denominado
postfordista, exige una entrega frecuente, de volúmenes no muy grandes, con gran
sincronización con las tareas de producción y con una optmización permanente del
tiempo y el espacio, que se traduce en la reducción de los stocks ociosos a su
menor expresión.
Estas nuevas formas de producir, sumadas al poder de
negociación cada vez mayor de las grandes cadenas de distribución de alimentos y
bebidas, han afectado al sector primario así como a la industria. Sin duda, es
la segunda etapa del circuito productivo la que más ha debido reorganizarse para
cumplir las nuevas pautas. Sin embargo, el sector primario debe reacomodar su
forma de producir para poder satisfacer las demandas industriales.
Los ritmos de la producción agrícola no son, en manera
alguna, asimilables a los de la producción industrial. De ahí que no puede
pensarse que el sistema postfordista esté manejando la producción agraria de
lúpulo y manzana orgánica. Más difícil aún se torna aplicar esta nueva modalidad
cuando la producción de lúpulo no autoabastece ni siquiera a la empresa a la
cual pertenece la principal chacra productora. Por esto, las entregas en tiempo
y volumen asociadas al sistema de flujo tenso (como también se denomina al
sistema postfordista) se relacionan más con la importación del producto que con
la producción nacional.
2.2.4 - LOS CONSUMIDORES Y SUS NUEVOS
COMPORTAMIENTOS
Los consumidores son, en última instancia, quienes
determinan el éxito de un producto. Por ello, el atento seguimiento a los
cambios de hábitos o gustos es la clave para posicionarse en el
mercado.
Nadie duda de los importantes cambios que se han
concretado a partir de la modificación en la estructura familiar y los roles de
sus miembros. El trabajo de la mujer, los hombres solos, las distancias que
separan el trabajo del hogar y el tiempo que toma recorrerlas son algunos de los
factores que han provocado cambios en el momento de elegir qué alimento
comprar.
Pero, además de los mencionados, han surgido otros
cambios que pesan en el momento de la compra y que se relacionan con la gran
diferenciación de tipos sociales. El consumo de los adolescentes no se asemeja a
las elecciones de los más ancianos ni tampoco se parecen los consumos de la
clase media argentina a los que puede adquirir la clase media
francesa.
Los nichos de mercado son cada vez más variados. Desde
el componente de la salud (que lleva a la proliferación de productos sin grasas
, ni cremas o de bajo poder calórico) hasta la moda de la vuelta a lo natural
(que produce una avalancha de productos orgánicos o de elaboración
artesanal).
Desde ya que todos esos nichos de mercado se destinan a
población de diferente poder adquisitivo y esto es más notorio en el caso de los
productos destinados exclusivamente a la exportación a la Unión Europea. Sin
embargo, es interesante resaltar que para todos los niveles sociales puede
encontrarse variedad y diferenciación entre los productos a elegir.
El caso de la manzana orgánica es el que más se acerca
en la explicación de estos cambios en los gustos de los consumidores. Pero el
lúpulo no se queda atrás. El mercado cervecero actual es de una gran variedad de
estilos: desde cervezas sin alcohol, ligth o negra, además de la tradicional
pilsen. Esta gran oferta de sabores ha surgido de la necesidad de cubrir la
demanda de diferentes grupos sociales.
Ambos productos, manzana orgánica y lúpulo, son fieles
exponentes de los cambios que se suceden a medida que el marketing exige nuevas
estrategias para captar clientes.
2.3 - GLOBALIZACIÓN Y SEGURIDAD
ALIMENTARIA
La integración de una región de un país periférico al
sistema agroindustrial conduce a cambios notables que modifican su manera de
consumir y producir de tal modo que se va perdiendo el carácter particular de
esa producción para comenzar a hacerlo con las pautas del sistema
global.
De la misma forma , pero con consecuencias más graves,
los patrones alimentarios también se globalizan. El delicado equilibrio logrado
por muchas comunidades latinoamericanas entre sus producciones agrícolas y sus
alimentos básicos se ha roto. Ahora producen cereales para alimentar ganados
extranjeros y productos exóticos que sacian las demandas de consumidores con
paladares exquisitos y bolsillos bien provistos de los países centrales.
Mientras tanto, estas economías globalizadas deben gastar sus magros recursos
financieros para solventar absurdas importaciones de alimentos producidos en
otras latitudes.
Citando a Vigorito, Martínez Ibarreta (op cit, p 16)
expresa la grave situación y sus consecuencias de las siguiente
manera:
‘los países centrales transfieren un nuevo patrón
alimentario basado en su agricultura ‘moderna’, el patrón transnacional,
provocando cambios en la manera de producir y de consumir. Este proceso no
ocurre equilibradamente, sino que genera un conflicto, dado que estos cambios no
se condicen con las características históricas que ha tenido el desarrollo
económico de América Latina.’
Sin embargo, a mi entender, Argentina escapa a este
poco beneficioso panorama que caracteriza a sus vecinos de América del Sur y
Central. La evolución histórica de nuestro país , con larga experiencia en
producciones destinadas a la exportación, cambia la relación entre el productor
agrario y el capital transnacional, porque no se trata de población campesina
que produce para consumo propio sino de dueños de la tierra que producen para un
mercado en el cual quieren ganar clientes.
Martínez Ibarreta et al explican las causas de esta
situación diferenciada:
‘...el caso de Argentina muestra que históricamente la
inversión transnacional en el agro no fue un rasgo dominante, como tampoco lo
fue la crisis alimentaria que sí vivieron otros países, al tiempo que los nexos
con los mercados mundiales son de muy antigua data, y no un producto de la
expansión más o menos reciente del capital transnacional (sin contar que la
desintegración de una economía de subsistencia por efectos de esa inserción
externa , es un proceso inexistente en este país).’
Estas razones justifican que la seguridad alimentaria
argentina no se encuentre en situación de riesgo ni medianamente comprometida,
al menos para gran parte de la población.
Sin embargo, el país aun no aprovecha totalmente sus
importantes ventajas comparativas. Para ello es necesario analizar seriamente
las estrategias usadas por los países centrales (tales como protección de la
agricultura ,o tecnología o privilegiar la autosuficiencia) y adaptarlas al
sistema socioeconómico argentino para tratar de lograr la mejor posición en el
mercado.
3- A MODO DE CONCLUSIÓN El proceso de globalización de
la economía mundial está afectando notablemente a dos antiguas producciones
agrícolas del Alto Valle: el lúpulo y la manzana.
Los cambios tecnológicos y de modalidad de producción
demuestran que casi ningún segmento de la economía regional ha escapado a los
ajustes que exige una economía planetaria.
El lúpulo, cultivo agroindustrial por excelencia, tiene
una larga tradición en la Argentina . Sin embargo, en el último lustro ha pasado
por más modificaciones que en sesenta años. Por empezar, la alianza de
Cervecería y Maltería Quilmes con Haas, principal acopiadora mundial de lúpulo,
de capitales norteamericanos, provocó una revolución en un mercado tan pequeño,
y por ello tan sensible, como lo es el del lúpulo en la Argentina. Desde el
cambio de variedades sembradas (según conveniencia de la transnacional) hasta
una disminución importante en el precio de venta, la incursión de capitales
internacionales ha generado reconversiones forzadas entre los pequeños
productores. Indefensos ante los lineamientos marcados por una ‘marketa’
internacional que nunca los preocupó, sus producciones se vieron repentinamente
devaluadas. La condición oligopsónica del mercado lupulero terminó de complicar
la situación. Ni siquiera las cooperativas lupuleras (tanto de El Bolsón como
del Alto Valle) pudieron competir con el poder de negociación que controla
Quilmes. Con este panorama, los pequeños productores, con variedades obsoletas,
bajo nivel de tecnificación y dependientes de un casi único comprador, acordaron
en vender sus producciones a menor precio con la consecuente pérdida de
rentabilidad. Esta situación obligó a muchos de esos productores a disminuir la
superficie destinada a lúpulo, dentro de sus superficies de heterogéneos
cultivos, actitud que concentró aún más el poder de Quilmes.
El proceso que acaba de resumirse muestra claramente el
impacto provocado por la llegada de una empresa transnacional al Alto Valle
(considerando a la alianza Quilmes - Haas como una nueva empresa). Su influencia
llegó hasta los productores de El Bolsón quienes se encuentran en la encrucijada
de decidir si tecnificarse y cambiar sus viejas plantaciones por las nuevas
variedades exigidas en el mercado (con lo que deberían endeudarse sin conocer
los resultados de sus nuevas actividades) o a mantenerse en su situación actual
y perder lentamente su posición en el mercado.
Con la aparición de Quilmes - Haas se sacudió el sector
lupulero, se impulsó una modernización y se planea una proyección internacional
del lúpulo argentino; pero los pequeños productores quedan al margen de estas
iniciativas.
La globalización provoca cambios beneficiosos en un
aspecto: una economía regional se prepara para competir en un mercado global
conducida por la alianza de dos empresas transnacionales. Pero también la
globalización muestra en este caso la cara del ajuste: los pequeños productores
quedan fuera del futuro si no se reconvierten. Sus magros capitales conspiran en
contra. Y la ayuda que les proveen las empresas interesadas en sus producciones
no es gratuita.
Las mismas bases económicas capitalistas que guiaron el
proceso del lúpulo están influyendo en el proceso creciente de producción de
manzana orgánica en la misma zona, el Alto Valle. Dos producciones, una misma
región, un futuro globalizado para ambas que las conduce a una reconversión
mirando el mercado exterior, buscando ajustarse a las leyes del mercado y a las
exigencias de los consumidores, dirigidas por las grandes transnacionales, ya
sean de agroindustrias o de la distribución.
La influencia de la globalización en el sector
productivo de la manzana, tan tradicional y caro a la identidad del Alto Valle,
se plasma a través de las nuevas producciones orientadas al mercado europeo.
Esta parte del mundo exige productos orgánicos. El cuidado del medio ambiente y
la salud de los consumidores es una tendencia cada vez más marcada en los
sectores de mayor poder adquisitivo. Este tipo de demanda modifica la modalidad
de producción de algunos productos. Este claro mensaje ha sido captado por las
empresas en condiciones de reconvertirse y transformar sus cultivos
tradicionales en producciones orgánicas. Así se origina la producción de manzana
orgánica en el Alto Valle y su superficie aumenta año a año, entusiasmada por
los buenos logros obtenidos en la captación de nuevos clientes y la aceptación
de los productos argentinos en la exigente Unión Europea.
También, y al igual que en el caso del lúpulo, muchos
productores se quedan al margen de estas prácticas por imposibilidad económica:
no podrían subsistir mientras reconvierten sus producciones a orgánicas (proceso
que toma al menos dos años).
No quiero cerrar este ensayo sin antes explicitar
algunos interrogantes que surgen de esta investigación y que pueden ser puntos
de reflexión futura:
- Se puede hablar de un modelo postfordista en las
modalidades de trabajo que se plantean para el lúpulo y la manzana los
productores del Alto Valle ?
- La actual tendencia a aumentar la producción agrícola
orgánica se manifiesta a través de un manejo verdaderamente sustentable del
medio ?
- La producción ecológica es solo una estrategia
adaptativa o se plantea como una auténtica respuesta a una verdadera toma de
conciencia ?
- La industria interviene en el procesos productivo
agrícola por sí o forzada por el conservadurismo de los productores
?
El dinamismo del proceso seguramente planteará nuevos
interrogantes al intentar responder estos.
Mientras tanto, el Alto Valle se globaliza. Es su
estrategia para sobrevivir en un mundo cada vez más conectado y competitivo.
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Latina- Corregidor
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