1995: EL AÑO DE LOS DESASTRES
NATURALES
Alicia Campo de Ferreras,
María Cintia Píccolo,
Alicia Capelli de
Steffens
Depto. de Geografía,
Universidad Nacional del Sur,
Bahía Blanca, Argentina
Introducción
Los desastres naturales han cobrado millares de
víctimas en todo el mundo. Las estadísticas muestran
que el número de muertes ocasionadas por fenómenos meteorológicos extremos
(huracanes, tornados, inundaciones, temporales de invierno, olas de calor, etc.)
pueden alcanzar cifras altísimas, tal es el caso del período 1947 -1980 en el
cual 759.000 personas perdieron la vida. Se puede agregar a este hecho las
muertes ocasionadas por otros dos fenómenos no meteorológicos, pero tan
desastrosos y devastadores como los anteriores, como son los terremotos y las
erupciones volcánicas, cuya cifra en igual período es del orden de las 459.000
víctimas fatales (S.M.N., 1992).
Se destaca sin embargo, que desde principios de
este siglo hasta nuestros días, el número de víctimas ha disminuido en forma
considerable. Ello no se debe a que los fenómenos naturales hayan reducido o modificado sus características o su
ocurrencia, sino a la toma de conciencia por parte de los países y comunidades
más afectadas por los mismos de los beneficios de la prevención ante estos
eventos. La no subestimación, la comprensión de su peligrosidad y las medidas
adoptadas por gobiernos y personas, han ido rindiendo sus frutos y mostraron al
mundo que en esa lucha desigual contra la naturaleza el hombre puede subsistir y
reducir sus efectos.
El objetivo del siguiente trabajo es describir los
fenómenos naturales ocurridos en 1995 y que tuvieron incidencia en la población
mundial, con especial énfasis en latinoamérica y la República Argentina en
particular.
Los desastres naturales a escala
planetaria
En los últimos años se han producido eventos
meteorológicos y telúricos severos en la mayor parte del globo los cuales han
significado pérdidas considerables de vidas humanas, bienes materiales y
reservas faunísticas y florísticas.
Los veranos e inviernos de 1995 y comienzos de
1996 han sido uno de los períodos en que se han presentado las variaciones más
significativas en los patrones climáticos normales. Esos hechos han afectado a
millares de habitantes quienes han visto desaparecer no sólo bienes y efectos
personales sino a los integrantes mismos de sus
familias.
Durante el mes de enero de 1995 se produjeron
lluvias torrenciales, aguanieve y deshielos en la zona alpina europea. Ellos
afectaron las cuencas de los ríos Mosela, Sarre y Rin y determinaron
inundaciones críticas en amplias regiones del noreste de Francia, Holanda y
Alemania donde quedaron anegadas miles de viviendas. Tal es el caso de la ciudad
de Colonia quien vio cubiertas por las aguas amplios sectores adyacentes al
Rin.
También en el mes de enero se produjo el
devastador terremoto de Kobe, Japón, en el que hubo de lamentar la pérdida de
más de 3.000 vidas humanas. El movimiento de 7,2 grados de magnitud en escala
Richter quebró la infraestructura de comunicaciones y transportes al destrozar
carreteras y líneas ferroviarias (Fig. 1).
Un fuerte movimiento telúrico de 6,9 grados de
magnitud en escala Richter afectó la isla de Timor oriental, Indonesia, en el
mes de mayo. Como consecuencia del maremoto se produjeron desgracias personales
y se perjudicaron instalaciones familiares y portuarias.
El mes de julio de 1995 se caracterizó por una
serie de fenómenos sin precedentes en los registros planetarios. Nunca se
sucedieron con anterioridad una serie de conmociones geológicas y atmosféricas
simultáneas de tanta magnitud. Olas de calor asolaron el hemisferio norte en
tanto que el sur de América, en Argentina y Chile se producían intensas olas de
frío con nevadas casi sin antecedentes en los registros de la zona. Temperaturas
sin precedentes durante los últimos 110 años abrasaron grandes zonas del
planeta, desde Europa hasta el Medio Oriente con impacto también en territorio
norteamericano. En las colinas orientales de Israel se desataron grandes
incendios de bosques que obligaron a cerrar la mayor carretera israelí.
Entretanto, tormentas de rayos se abatieron sobre Ucrania, donde se vieron
relámpagos de magnitud nunca antes registrados (La Nueva Provincia,
1995a).
En el mismo año la actividad sísmica se hizo
sentir en todo el mundo con lecturas desde 2,8 hasta 6,0 grados en la escala
Richter. Temblores de tierra se produjeron, en el Pacífico sur, en el este de
Turquía, en las islas Kermadec, Rumania y el sur de Grecia. En América se
manifestaron en Antofagasta, norte de Chile, con epicentro en el mar a 20 km de
la costa y sus efectos se propagaron casi 2.000 km del mismo. También en Ecuador
central, Costa Rica, y en Estados Unidos, en especial en la costa californiana,
hubo temblores de diferente intensidad. En todos los casos se registraron
importantes daños materiales y pérdida de viviendas, dejando a la población
desvalida. Además, una isla volcánica emergió de las aguas en el archipiélago de
Tonga, entre Samoa y Fiji.
También se produjeron lluvias e inundaciones en
diferentes partes del mundo. Entre ellas se destacan las de China que anegaron
importantes extensiones de campos de cultivo luego de casi cuatro meses de
lluvias ininterrumpidas. Fue necesario en este caso provocar la voladura de
represas para impedir que se ahogasen unos cien mil habitantes de valles
circundantes al río Yuan (La Nueva Provincia, 1995a).
En el mes de junio se inicia la serie de huracanes
en el Caribe. El huracán Allison produjo a su paso la muerte de 18 personas en
Honduras, en su límite con Nicaragua. Las víctimas fueron consecuencia de las
descargas eléctricas que acompañaron a lluvias torrenciales en el municipio de
Puerto Lempira. Este tipo de fenómenos son propios de esa estación del año en
Centroamérica.
Otros países aledaños
del Mar Caribe se vieron afectados por una intensa secuencia de huracanes
y tormentas que dejó sin vivienda a miles de habitantes de esas tierras. Durante
los meses de agosto, setiembre y octubre los eventos
meteorológicos afectaron la costa oeste de Florida. El huracán Felix que asoló
las costas de Carolina del Norte en el mes de agosto originó muertes en el
continente, en tanto que a su paso por las Islas Bermudas ocasionó sólo daños
materiales. A ellas se les deben agregar las tormentas tropicales Jerry al norte
de Cuba, Iris en las Pequeñas Antillas y el huracán Humberto con el mismo rumbo.
El huracán Luis devastó todo a su paso por la isla caribeña de Antigua donde las
olas superaron los tres metros de altura. Cientos de casas fueron destruídas
pero no se registraron víctimas fatales.
El huracán Marilyn, por su parte, arrasó las Islas
Vírgenes y Puerto Rico en el mes de setiembre con daños materiales cuantiosos.
La llegada del huracán Ismael a las costas del noroeste de Méjico causó
alrededor de 10 muertos, 5.500 damnificados y unas 50 embarcaciones
desaparecidas. Los vientos alcanzaron una velocidad de 100 km/h y las
poblaciones quedaron sin energía eléctrica y agua por fallas en las centrales
respectivas. El huracán Opal, de principios de octubre fue considerado el tercer
huracán más costoso en la historia de los Estados Unidos después del Andrews de
1992 y el Hugo de 1989. Opal entró a la zona continental del país con vientos de
hasta 240 km/h. La lluvia caída (125 mm) inundó varias ciudades y las olas de 5
metros destruyeron casas, muelles, hoteles y rutas a lo largo de 195 km de
playa. Los estados de Florida y Alabama fueron declarados "zona de desastre".
Sin embargo, el número mayor de muertos se registró en Méjico con diez víctimas
fatales.
También en Filipinas y Japón hubo lluvias y
deslizamientos de tierras y lodo como consecuencia de las lluvias torrenciales
que acompañaron la presencia del tifón Oscar. La presión descendió a 945 hPa. y
los vientos soplaron a 200 km/h. Este fenómeno produjo graves problemas en el
transporte pues todos los aeropuertos fueron cerrados.
En Sudáfrica las inundaciones de Natal producidas
por el desborde de ríos destruyeron los hogares de más de 2.000 personas. Hacia
fines de año y principios de 1996 también hubo inundaciones en el este de
Malasia donde se perdieron varias vidas humanas y hubo cientos de
evacuados.
Sin embargo, fueron las olas de frío del
hemisferio norte (diciembre 1995 y enero 1996) los eventos climatológicos más
importantes del período. El centro y noreste de Estados Unidos sufrió una de las
borrascas más importantes del siglo que afectó a 10 estados del país y produjo
la muerte de unas 80 personas. Los aeropuertos de Nueva York y Filadelfia
permanecieron cerrados durante varios días consecutivos. Las marcas record de
temperatura se registraron en Minnesota (-58 ºC), Florida (-20 ºC), Nebraska
(-30 ºC).
San Pablo, Brasil, sufrió un intenso temporal que
produjo 11 víctimas (5 de enero de 1996), el temporal produjo deslizamientos de
tierra, causa principal de las muertes, e inundó varias viviendas, algunas de
las cuales se derrumbaron. En total, en la última
semana de diciembre de 1995 las fuertes lluvias que cayeron sobre los estados de
Rio Grande do Sul, Parana y Santa Catarina ocasionaron la muerte de 64 personas
y casi 30.000 damnificados (La Nueva Provincia, 1996).
En Méjico también se registraron temperaturas muy
por debajo de los valores normales lo cual ocasionó decenas de muertes además de
mantener cerrados varios puertos del Golfo de Méjico y ocasionar nevadas que no
se veían en 20 años. El frío mató a millones de mariposas monarca (Danaus
plexippus), coleópteros de gran colorido que cada año emigran desde Canadá al
estado mejicano de Michoacán en busca de mayores temperaturas.
En Europa, la ola de frío abarcó desde Portugal
hasta Dinamarca pasando por España, Francia, Alemania, Suiza y sur de Gran
Bretaña. Se helaron importantes cursos fluviales como el río Elba en Alemania
donde la temperatura descendió hasta los -20 ºC. Los evacuados alcanzaron el
millar y las pérdidas de los cultivos por heladas fueron enormes, como en el
caso de España. En la figura 2 se sintetiza los eventos descriptos
precedentemente.
Otro fenómeno que ocurrió en 1995 fue la
reaparición del mortal virus Ebola en varios países africanos. Desde principios
de ese año se identificaron en Zaire numerosos casos, los que fueron en aumento
desde 100 muertes en el mes de mayo a 224 en agosto. A fines de 1995 se lo había
detectado también en la Costa de Guinea y particularmente en Costa de
Marfil.
Los desastres naturales y sus consecuencias en la
República Argentina
Las nevadas en el sur argentino
El invierno de 1995 fue uno de los más fríos de
los últimos 100 años en el sur del continente americano. Las bajas temperaturas
y los temporales de nieve causaron grandes pérdidas humanas y económicas en la
República Argentina. Durante los meses de julio y agosto se produjeron nevadas y
tormentas de nieve acompañadas de fuertes vientos.
La tormenta de nieve que se produjo entre el 5 y
14 de agosto se la denominó terremoto blanco (Endlicher y Santana, 1997).
La cantidad de nieve caída y los fuertes vientos registrados durante ese período
aumentaron la sensación térmica de desconfort y produjeron acumulaciones severas
de nieve dejando rutas y caminos cerrados. Varias poblaciones de Río Negro,
Neuquén, Chubut y Santa Cruz quedaron virtualmente aisladas. El intenso frío
registrado durante esa nevada produjo más de 12 muertos debido a congelamiento.
La figura 3 es elocuente del grado de enfriamiento de la atmósfera, donde se
observa el congelamiento del agua existente en un tendal utilizado en los
ambientes hogareños.
Cincuenta familias de barrios periféricos de la
ciudad turística de Bariloche fueron evacuadas. Miles de turistas extranjeros
que en esa época del año acuden a Bariloche a practicar deportes de invierno, se
vieron afectados por los cortes de luz producidos por los fuertes vientos de
hasta 80 km/h que derribaron los postes del tendido de energía eléctrica. Los
gobiernos de las diferentes provincias afectadas por las tormentas enviaban
alimentos no perecederos para las poblaciones que habían quedado aisladas por la
nieve.
Las intensas nevadas provocaron el cierre de la
ruta 3 y la ruta 40 en Neuquén (Fig. 4), dejando en este último caso
incomunicados Río Turbio con Río Gallegos por vía terrestre y aérea debido a la
acumulación de nieve. Además, las nevadas derivaron en el cierre de los pasos de
comunicación entre Chile y Argentina. La figura 5 muestra un ejemplo de cómo han
sido enterradas por la nieve varias casas de la localidad de El Turbio. Las
nevadas en El Turbio y Río Gallegos fueron las mayores del siglo y por supuesto
ello ocasionó una paralización total de las actividades de las ciudades,
suspensión de clases, etc. (La Nueva Provincia, 1995b).
El Turbio con 15.000 habitantes y una actividad
minera importante fue uno de los pueblos más castigados por las nevadas.
Lamentablemente la privatización de la mina carbonífera de esa zona ocasionó un
deterioro en el nivel de vida de sus habitantes. La vida en esta región es muy
dura dado que, en promedio, los sueldos no superan un monto de $600 y los habitantes gastan la mayor parte del mismo en
calentar sus casas durante el invierno. Para dar una idea del problema económico
de la población se debe tener en cuenta que antes de ser privatizada la mina se
pagaba una tonelada de carbón $ 5,50, luego se debió pagar $ 50 por la misma cantidad de carbón. Pero una tonelada sólo
dura una semana en los hogares (La Nueva Provincia, 1995b). Por lo tanto estos
eventos climáticos no sólo son riesgosos para la vida de las personas y animales
sino que a su vez empeoran la situación económica de los habitantes que viven en
el sur de nuestro país.
Nuestro país debió afrontar una emergencia
nacional con el consecuente gasto que ocasionó mover las fuerzas civiles de las
ciudades y pueblos azotados con las continuas nevadas. A ello debe sumársele el
apoyo de Gendarmería Nacional y de los efectivos militares (Ejército Argentino,
Prefectura Naval, etc.) que aportaron helicópteros y vehículos especiales para
recorrer e identificar poblaciones en peligro.
Un continuo manto blanco cubrió el típico paisaje
patagónico. La muerte del ganado en la Patagonia causó serios problemas
económicos debido a la pérdida de los mismos y de sus productos derivados para
la exportación. En Tierra del Fuego murió el 60 % del stock ganadero, en Chubut
250.000 cabezas de ovinos y 7.000 vacunos. Fue necesario comprar forraje para
alimentar al ganado que logró sobrevivir a las nevadas. A todo lo enunciado se
sumó las inundaciones causadas por el derretimiento de la nieve
acumulada.
Las causas de los desastres en el sur del
continente
Para tratar de analizar climatológicamente este
desastre natural se deben estudiar diversos factores. Uno de estos es que el
mismo coincidió con los efectos del fenómeno La Niña. La Niña es un término
empleado para describir un fenómeno natural de interacción océano-atmósfera, que
ocurre en la región del Pacífico ecuatorial en escala interanual. Se caracteriza
principalmente por presentar condiciones de la temperatura del mar más frías que
lo normal en el océano Pacífico ecuatorial. Los vientos alisios que en
condiciones naturales se encuentran en la región intertropical del océano
Pacífico, comienzan a ser más intensos, favoreciendo de esta manera el arrastre
de aguas superficiales más frías desde la región oriental del Pacífico hacia un
espacio su parte occidental. Esto produce gran variabilidad climática a escala
mundial. En la atmósfera media y alta del Pacífico ecuatorial central, bajo
estas condiciones frías, aparece una intensificación de la circulación de las
masas de aire que descienden desde la alta atmósfera un espacio hasta la
superficie. Esto origina que los anticiclones subtropicales del Pacífico Sur
aumenten en magnitud y extensión espacial, impidiendo el ingreso de sistemas
frontales por el sur de la cordillera de los Andes.
Los análisis de la temperatura superficial del mar
en la región del Pacifico ecuatorial, definen como períodos fríos de La Niña,
los siguientes años de inicio: 1904, 1908, 1910, 1916, 1924, 1928, 1938, 1950,
1955, 1964, 1970, 1973, 1975, 1988, 1995. Es importante señalar que la mayoría
de estos episodios tienen una duración que abarca entre la primavera-verano de
un año hasta el otoño-invierno del año siguiente. El último evento, en 1995, se
recuerda como uno de los más fuertes en cuanto a las consecuencias económicas,
humanas y climáticas en general.
La Niña ocasionó un desvío de la circulación
típica del sur de Chile y Argentina. Si se considera la precipitación, en el
trimestre junio-agosto de ese año cayó la mayor cantidad de precipitación en
forma de nieve de los últimos 25 años (Endlicher y Santana, 1997). La variación
espacial en la cantidad de nieve en el sur de Chile fue significativa. Por
ejemplo totalizó 92,9 mm en Punta Arenas (53º 08' S; 70º 53’ W) mientras que
sólo 88,1 mm en el Aeropuerto Presidente Ibañez (53º 01' S; 70º 50’ W). Otro
factor importante a considerar es la temperatura del aire. En esos meses se
alcanzaron valores más bajos que lo normal. Las temperaturas mínimas absolutas
llegaron hasta -12 ºC en el sur de Chile. El tercer factor a considerar es el
viento, que acompañó a las nevadas con intensidad de más de 80 km/h. Es así que
los habitantes del lugar hablaron de voladeros, refiriéndose a las
ventiscas tan importantes que se produjeron en la zona.
Tormentas y tornados en nuestro
país
En la llanura pampeana, y en especial al norte de
los 40° de latitud Sur se producen con mucha frecuencia tormentas de gran
envergadura que por su repentina aparición y rápido desarrollo, ocasionan
severos daños que afectan a una de las áreas más densamente poblada del país. Se
describen a modo de ejemplo algunas tormentas importantes que se produjeron en
la provincia de Buenos Aires en el año 1995.
En marzo se originó un violento temporal de lluvia
y viento que trajo la apariencia de una típica situación invernal en la ciudad
de Bahía Blanca. Durante todo un día soplaron ráfagas de viento del sector
noroeste con velocidades que alcanzaron 95 km/h. Los efectos en la ciudad fueron
importantes, hubo caídas de árboles y voladura de chapas y carteles en varios
sectores de la ciudad, incluso se produjeron cortes de energía por verse
afectadas las redes como consecuencia de la alta velocidad del viento.
Un mes después, a principios de abril, se
desarrolló en la localidad de Pergamino, en el norte de la provincia, una de las
tormentas con consecuencias más desastrosas desde el punto de vista económico y
social. Las pérdidas superaron los 40 millones de dólares, hubo más de 4.000
evacuados y un lamentable saldo de 3 muertos (La Nueva Provincia, 1995c). La
velocidad del viento fue cercana a los 100 km/h, y la lluvia registrada fue 330
mm de agua que cayeron en pocas horas. Uno de los efectos más destacado fue el
incremento de las aguas del arroyo Pergamino lo que ocasionó una gran inundación
que dejó bajo el agua a la mayor parte de las casas de esta ciudad de 100.000
habitantes.
La manifestación más severa de una tormenta es el
tornado, se lo observa como una nube giratoria en forma de embudo o manga que se
extiende desde la base de una nube de tormenta hasta el suelo y gira
generalmente en el sentido de las agujas del reloj. (S.M.N., 1989). Los tornados
son un ejemplo de fenómeno meteorológico más espectacular, destructivo y que
puede llegar a devastar completamente una comunidad por la acción combinada de
la fuerza giratoria del viento y la diferencia de presión que se produce entre
él y su entorno. El viento puede alcanzar una velocidad de 500 km/h en una
reducida extensión horizontal de 250 m en promedio.
Las áreas donde se originan más tornados en
nuestro país se localizan entre los 20° S y 50° S, éstas son las zonas bajo la
influencia de las masas de aire polar y tropical (Fig. 6). La mayor frecuencia
de tornados a lo largo del año se produce entre los meses de octubre y marzo.
Con respecto a la observación de los tornados es destacable el hecho que sólo
son detectados cuando afectan al hombre y su habitat (S.M.N., 1986). Por ello,
estos eventos pasan desapercibidos en áreas despobladas, sin embargo, cobran
gran importancia cuando se desarrollan en zonas urbanizadas. Un tornado de día
se identifica por la forma característica que se desprende de la nube y
especialmente por el ruido que genera la gran velocidad del viento. Este ruido
puede ser oído a varios kilómetros de distancia y es la única forma de
reconocerlo cuando el tornado se produce en horas de la noche.
En la noche del 26 de octubre de 1995 en Monte
Caseros, Corrientes, ocurrió uno de los tornados más devastadores que se produjo
en el país. En esta localidad, ubicada sobre el río Uruguay, 180 casas fueron
literalmente "arrancadas" y más de 300 viviendas quedaron seriamente dañadas,
por lo cual 450 familias tuvieron que ser evacuadas (Clarín, 1995). El ancho de
la trayectoria no superó los 100 m y la velocidad del viento alcanzó 386 km/h.
Estos valores hacen que el tornado de Monte Caseros en la escala Fujita -
Pearson se lo clasifique como "F4 P2". Esta escala tiene como valor máximo los
tornados "F5", es decir, cuando los mismos alcanzan velocidades máximas de
viento entre 421 y 500 km/h y la destrucción ocasionada es total. El tornado de
Monte Caseros pasó por un tendido de líneas de alta tensión destruyendo a su
paso siete torres de la línea eléctrica que abastecía a tres localidades
próximas que quedaron sin electricidad. Los daños se extendieron al área rural
cuya principal actividad económica es la citricultura. Además del tornado
cayeron más de 100 mm de lluvia y granizó intensamente. El granizo destruyó gran
cantidad de naranjales y produjo una pérdida entre el 80 y el 90 % de la
cosecha. Por otra parte, se produjo la inundación de la producción hortícola la
cual no pudo ser comercializada.
Otro ejemplo de similares características se
produjo en la localidad de Guatraché, en el este pampeano, el 22 de diciembre
del mismo año. El tornado tuvo una duración de poco menos de media hora, con
velocidades de viento de 200 km/h y lluvias con granizo que totalizaron 100 mm
durante el evento (La Nueva Provincia, 1995d). El área afectada por el tornado
fue de aproximadamente 400 km2, y por su intensidad y trayectoria
tuvo una magnitud F2 P3. Si bien la zona donde se manifestó no está densamente
poblada los daños fueron considerables, hubo voladuras de techos, galpones,
silos, carteles y antenas con el consecuente corte de la provisión de los
servicios telefónicos, eléctricos y de agua. Cabe destacar que la mayor parte de
su recorrido fue por la zona rural donde causó graves destrozos. El poder
destructivo del tornado se evidenció con máximo rigor en las dos únicas
localidades del sector, Guatraché y una Colonia Menonita integrada por 1.500
habitantes.
Estos dos últimos ejemplos testimonian la
importancia que tiene la ocurrencia de estos eventos destructivos en áreas
pobladas o poco pobladas. Ambos tornados fueron de gran magnitud, sin embargo,
los daños ocasionados en Guatraché, y en especial en la Colonia Menonita, donde
nada quedó en pie, fueron relativamente mucho más importantes que los de Monte
Caseros. Asimismo, confirman la importancia de los sistemas de difusión y
educación de la población respecto a las normas de seguridad que deben tomarse
frente a uno de los fenómenos naturales más destructivos.
Conclusiones
En el presente trabajo se han descripto los
principales desastres naturales ocurridos en escala planetaria y en nuestro país
en particular. Ese año, 1995, se caracterizó por el fenómeno La Niña, uno de los
fenómenos más intensos en el presente siglo. Los acontecimientos en escala
planetaria fueron numerosos en cuanto a la presencia de huracanes, intensas olas
de frío y de calor, erupciones volcánicas.
En la República Argentina, La Niña ocasionó
grandes nevadas en la Patagonia con la consecuente muerte de personas, ganado
vacuno y ovino, hambrunas en los pueblos aislados por la nieve. Además en el
centro y norte de nuestro país se produjeron tornados con efectos devastadores
en determinados lugares como Guatraché y Monte Caseros e intensas lluvias que
ocasionaron inundaciones de consideración.
Todos estos fenómenos causaron grandes pérdidas
humanas, materiales. y sobretodo, a pesar de no haber sido discutido en el
presente trabajo, afectaron la vida y emociones de los personas
implicadas.
Agradecimientos
Para la realización de este trabajo se contó con el apoyo del
Lic. Walter Melo en la diagramación de las figuras y de la Sra. Olga Gelós en la búsqueda bibliográfica.
Figura 4. Provincia de Santa Cruz mostrando las
locali-
des más afectadas por las nevadas
Referencias
Clarín, 1995. Tornado en Monte Caseros. 27 de
octubre, Buenos Aires, p. 32.
Endlicher, W y Santana, A.A., 1997. El invierno de
1995: Un fenómeno climático muy severo en la Patagonia Austral. Anales Inst.
Patagonia, Ser. Cs. Nat. (Chile), 25, 77-88.
La Nueva Provincia, 1995a. Tiempo loco en todo el
mundo. 5 de agosto, Bahía Blanca pág. 23.
La Nueva Provincia, 1995b. Santa Cruz retorna a la
normalidad. 22 de agosto, Bahía Blanca, pág 14.
La Nueva Provincia, 1995c. Tres muertos y 4.000
evacuados en Pergamino. 9 de abril, Bahía Blanca, p.7.
La Nueva Provincia, 1995d. En Guatraché no
soplaron buenos vientos. 22 de diciembre, Bahía Blanca, p. 8.
La Nueva Provincia, 1996. Bajo un nefasto influjo
climático, 5 de enero, Bahía Blanca pág 14.
S.M.N., 1992. Prevención de desastres naturales.
Boletín informativo 49, Buenos Aires, Argentina. 52 pp.
S.M.N., 1992. Prevención de desastres naturales.
Boletín informativo 49, Buenos Aires, Argentina. 52 pp.
S.M.N., 1986. Tornados. Boletín informativo 5,
Segunda edición, Buenos Aires, Argentina. 12 pp.
S.M.N., 1989. Tormentas. Boletín informativo 42,
Buenos Aires, Argentina. 14 pp.
Ponencia presentada en el Primer Encuentro Internacional
Humboldt. Buenos Aires, Argentina. Noviembre de 1999.