El regionalismo latinoamericano en la hora de
desglobalización
Silvia Quintanar(*)
Resumen
El trabajo analiza el ALBA (Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América) como el esquema de integración y
cooperación regional de América Latina más representativo de lo que podríamos
llamar la hora de la desglobalización. Esta estrategia de desarrollo regional
multidimensional presenta características que la tornan original al desafiar los
supuestos del consenso neoliberal global. Se destacan sus logros y obstáculos
para su desenvolvimiento. Se señala su carácter flexible y el mérito de su
efecto demostración. El ALBA es una respuesta defensiva a la globalización
neoliberal y en este sentido se ha convertido en un interlocutor político de
fuerte incidencia en los asuntos regionales con proyección hemisférica y
mundial.
Abstract
The paper analyzes the ALBA (Bolivarian Alliance
for the peoples of our America) as the scheme of regional integration and
cooperation in Latin America more representative of what you might call the
de-globalization time. This multidimensional regional development strategy
includes features that make it original to challenge the assumptions of the
global neoliberal consensus. Highlights their achievements and obstacles to
their development. Notes its flexible nature and the merit of its demonstration
effect. The ALBA is a defensive response to neoliberal globalization and in this
sense has become a political partner of strong impact on Regional Affairs with
hemispheric and global projection.
Introducción
Este trabajo tiene por propósito analizar la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, determinando su origen,
evolución, principios y características, así como sus principales logros y
obstáculos para su desenvolvimiento.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, comúnmente denominada con el
acrónimo ALBA, correspondiente a su nombre inicial de Alternativa Bolivariana de
las Américas, es una nueva forma de regionalismo latinoamericano, identificado
por su carácter radical, alternativo a los esquemas vigentes.
El concepto de regionalismo adoptado en este
trabajo expresa dimensiones más amplias y no necesariamente limitadas a la
integración económica comercial.
El ALBA es un regionalismo en el que la política
toma la vanguardia del proceso de integración: una integración multidimensional,
que tiene como objetivo central el combate a la pobreza y el desarrollo
social.
Está integrado por un número limitado de países
sin contigüidad geográfica, pero es un esquema subregional de integración que
aspira a una proyección regional: la concreción de la Patria Grande del
imaginario bolivariano, y la que José Martí concibiera en el ensayo “Nuestra
América”, para diferenciarla de la otra América estadounidense, expansionista y
de apetitos imperiales.
El ALBA tiene identidad propia que le permite
enfatizar sus aspectos distintivos, encontrando sus raíces comunes en la
historia, en la resistencia y las luchas por la emancipación de los pueblos
latinoamericanos y caribeños, de ahí las alusiones frecuentes a la “segunda y
definitiva independencia”.
Surgió para enfrentar al proyecto del Área de
Libre Comercio de las Américas conocido como ALCA, como reacción frente a las
consecuencias sociales del modelo económico neoliberal y a la tendencia
marcadamente económico comercial que signaron la impronta de los esquemas
regionales de integración, particularmente en la década de los
noventa.
La propuesta ALBA, por lo tanto, no solamente
representa una alternativa real al ALCA dominado por los Estados Unidos, y a sus
vástagos los Tratados de Libre Comercio bilaterales, sino también, se puede
entender como una crítica a los bloques económicos regionales existentes.
Los principios que rigen el ALBA son
diametralmente opuestos a los asociados a los modelos del desarrollo neoliberal.
Promueve la complementariedad como alternativa a la competencia, la solidaridad,
la cooperación, la disminución de las asimetrías entre Estados y el respeto a la
soberanía (Fritz, 2007:5-6).
Origen, miembros y estructura orgánica del ALBA:
Hugo Chávez mencionó la idea del ALBA por primera
vez en el marco de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la
Asociación de Estados del Caribe celebrada en la isla de Margarita el 10 de
diciembre de 2001.
En palabras del presidente venezolano el ALBA se
asocia a la idea de amanecer, a la propuesta de algo nuevo y además un juego de
palabras “el ALBA…contra el ALCA”[1].
En sus orígenes fue una propuesta poco concreta
que simplemente buscaba enfrentar al ALCA. Se materializó recién después que su
gobierno lograse superar a las ofensivas de desestabilización de la oposición
conservadora. La nueva etapa en la delimitación conceptual del ALBA se inicia a
fines de 2004, luego de la abrumadora victoria en el referéndum revocatorio
realizado en agosto de ese año. Es a partir de ahí, cuando Chávez adopta una
actitud de mayor y abierto enfrentamiento con Estados Unidos al que comienza a
describir como imperio, radicalizándose además el discurso anti-neoliberal e,
incluso, sustituyéndose por una prédica anticapitalista y a favor de construir
un modelo económico descrito como “Socialismo del Siglo XXI” (Briceño Ruiz,
2011:29).
El ALBA, por lo tanto, también es reflejo de la
consolidación de la “Revolución Bolivariana” proclamada por Venezuela. El
término bolivariano identifica tanto al ALBA como el régimen prevaleciente en
Venezuela. Esta coincidencia ilustra la directa ligazón que existe entre una
experiencia política nacional y su proyección
regionalista.
El ALBA se creó a iniciativa de Hugo Chávez y
Fidel Castro el 14 de diciembre de 2004, en La Habana. Bolivia firmó su ingreso
en abril del 2006, a poco de iniciar el gobierno de Evo Morales, poniéndose en
marcha el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), como respuesta a las
negociaciones de tratados bilaterales de libre comercio con Estados Unidos, por
parte de tres miembros de la Comunidad Andina de Naciones (Colombia, Perú y
Ecuador).
La propuesta Tratado de Comercio de los Pueblos,
nombre ilustrativo del carácter social que se pretende dar a la integración, es
bastante similar a los principios del ALBA, incorporando modalidades de
producción cooperativistas e indígenas en armonía con la naturaleza y el respeto
a la diversidad cultural.
Luego del acuerdo tripartito ALBA-TCP entre
Venezuela, Cuba y Bolivia, adhirieron al esquema Nicaragua, Honduras, Dominica,
Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas y Ecuador. A fines de junio de
2009 se produjo el golpe de estado en Honduras que terminó con el gobierno de
Manuel Zelaya. Venezuela suspendió el envío de petróleo a ese país como parte de
las medidas de repudio al golpe cívico-militar. Por su parte, antes de finalizar
el año, el gobierno de facto de Roberto Micheletti denunció el tratado del ALBA
“por facilitar al presidente Chávez llevar a Honduras hacia su hegemonía y el
socialismo del siglo XXI”.
Aunque el ALBA por naturaleza tiene un fuerte
contenido ideológico, muestra una importante dosis de pragmatismo. El presidente
Chávez ha definido al ALBA como compatible con los acuerdos y procesos de
integración latinoamericanos y caribeños existentes (Mayobre, 2006:166). No hay
en el ALBA obligaciones que aten legalmente a los Estados adherentes al acuerdo
bajo las normas de tratado internacional. Los “principios” y “acuerdos
parecieran ser de naturaleza política, ellos son documentos bilaterales o
trilaterales, específicamente suscritos por Jefes de Estado y/o Gobierno. Los
términos “acceso”, “adhesión” o “participación” pudieran ser más apropiados que
el término “membresía” para dar cuenta de la naturaleza de la asociación que
implica pertenecer al ALBA (Girvan, 2008:8-9).
El ALBA ha experimentado un proceso de
institucionalización creciente. Se han realizado diez cumbres presidenciales y
siete cumbres extraordinarias. Actualmente el ALBA cuenta con una estructura
orgánica que ostenta como máxima autoridad al Consejo de Presidentes. También
existe el Consejo de Ministros que está constituido en las áreas política,
social y económica por el Consejo Ministerial Político, el Consejo Ministerial
para los Programas Sociales y el Consejo Ministerial de Complementación
Económica. Además se creó el Consejo Ministerial de Mujeres de ALBA-TCP, espacio
de visibilidad y protagonismo de las mujeres para asegurar la transversalidad de
género de todos los procesos de integración. En el mismo nivel jerárquico del
Consejo de Ministros, se encuentra el Consejo de Movimientos Sociales. Este
consejo es el espacio que permite la participación popular en la construcción
del ALBA, concibiéndose a los pueblos como el principal motor de la unidad. El
Consejo de Movimientos Sociales está en etapa de definición, siendo los
movimientos sociales de los países del ALBA responsables de su organización, la
cual deberá incorporar a los movimientos sociales de los demás países de Nuestra
América que se identifiquen y comprometan con los principios del ALBA. Para
articular estas instancias se creó la Comisión Política y la Coordinación
Permanente del ALBA.
Características, principios y prioridades del
ALBA:
El respeto a la soberanía y la recuperación del rol del Estado:
el ALBA se basa en la voluntad soberana de los Estados miembros, los
acuerdos son intergubernamentales, y no hay poderes delegados ni supeditación a
un orden comunitario de decisión. La implementación de las acciones es flexible;
los países del ALBA no están en obligación de aplicar de forma inmediata, o a la
misma velocidad, todos los acuerdos.
A diferencia de la integración neoliberal que da
prioridad al desmontaje de las capacidades de gestión pública y a la libertad de
comercio, inversiones y circulación de capitales, el ALBA pone el acento en la
recuperación del rol del Estado en su función planificadora y reguladora.
Se sostiene que la profundización de la
integración latinoamericana requiere de una agenda definida por los estados
soberanos libre de influencias nocivas de organizaciones internacionales.
El ALBA desafía el actual modelo económico basado
en la actividad económica privada y un papel pasivo del Estado. Se propone
regular fuertemente los derechos de los inversionistas privados extranjeros y
recuperar el control de los recursos considerados estratégicos; crear o
fortalecer las empresas estatales y promover la asociación de las empresas
estatales de la región
Al mismo tiempo el ALBA se contrapone a las
llamadas “reformas” que tienen por objeto la desregulación y la privatización de
los servicios públicos. La negociación de cualquier acuerdo de integración debe
tener presente que la mayoría de los servicios básicos son bienes públicos que
no pueden ser entregados al mercado, por ejemplo el considera el agua como un
derecho humano esencial para el pleno disfrute del derecho a la vida[2].
La integración energética solidaria: para el presidente venezolano la energía es el principal eje sobre el
cual impulsar un proceso de integración en América Latina y el Caribe. Dicha
iniciativa de integración energética asume que la integración regional es un
asunto de Estados, a fin de que el esfuerzo esté guiado por una voluntad
política, con visión económica y con vocación social. En este sentido, se
observa cierta tendencia a rescatar un papel más activo del Estado en las
actividades energéticas, lo que no implica, monopolio estatal de la actividad.
Los proyectos energéticos del ALBA disponen de
elementos solidarios importantes, entre ellos créditos con condiciones
ventajosas y la posibilidad de pagar parte de la factura petrolera con
exportaciones de bienes y servicios. Esto les ahorra costos reales a los países
importadores de energía.
Las iniciativas del ALBA pueden tener un efecto directo sobre la
distribución de la riqueza. Los medios que se ahorran por la importación de
petróleo, van en parte a programas de desarrollo económico y social, que han
sido creados en el marco del ALBA y PETROCARIBE, a través del Banco del ALBA, lo que garantiza un financiamiento
permanente (Fritz, 2007:21).
Las relaciones con PETROCARIBE[3] muestran con
claridad el carácter flexible del ALBA demostrado en la promoción de las
llamadas “Alianzas Estratégicas Circunstanciales”. Estas alianzas están inscriptas como versiones
pragmáticas del ALBA (PETROCARIBE es una de ellas), guiadas por el sentido del
ALBA como marco referencial pero sin los compromisos ideológicos que lo
caracterizan (Correa Flores, 2005:20).
Hay importantes similitudes entre el ALBA y
PETROCARIBE. Todos los países que integran el ALBA, forman parte de
PETROCARIBE[4]; aunque todos
los países que integran PETROCARIBE no adhieren al ALBA[5].
El tratado PETROCARIBE muchas veces sirve de referencia para la
aplicación de los principios del ALBA lo que demuestra la intención de producir
un “efecto demostración” de la lógica ALBA en esquemas más
heterodoxos. Por ejemplo la Iniciativa ALBA- Alimentos, que surge en el ALBA se
abre a la participación de PETROCARIBE.
Tanto en el ALBA como en PETROCARIBE, el gobierno
venezolano utiliza su recurso abundante, escaso en territorios de gobiernos
aliados, dando condiciones de comercialización solidarias que aseguran el acceso
democrático de los pueblos a la energía a un precio
razonable.
La cooperación social: adquiere importancia central en el ALBA destacándose la cooperación
en construcción de viviendas sociales, salud y educación.
Con respecto a salud y educación, las capacidades
en términos de recursos humanos de Cuba juegan un papel central. De hecho se
reporta que alrededor de 30.000 médicos cubanos están proporcionando servicios
gratuitos de salud a los pobres a través de Latinoamérica y el Caribe, 70.000
estudiantes están recibiendo entrenamiento como profesionales de la salud y
600.000 pacientes han sido intervenidos quirúrgicamente para restaurar diversas
dolencias oftalmológicas a través de la Operación Milagro. Los Acuerdos del ALBA
proporcionan 2000 becas cubanas por año para venezolanos y 5000 becas cubanas
para estudiar medicina para bolivianos. Además Bolivia se está beneficiando de
6000 especialistas médicos cubanos y Venezuela tiene 15.000 profesionales
cubanos de la medicina trabajando en la Misión Barrio Adentro. En el caso de
Dominica, más de 100 estudiantes de ese país están formándose en escuelas de
enfermería y de ciencias médicas cubanas. Varios cientos de dominicos con
problemas de visión han sido operados en Cuba o Venezuela a través de la
Operación Milagro (Girvan, 2008:5).
Entre otros Proyectos Grannacionales se destacan
los programas sociales de eliminación del analfabetismo, utilizando los métodos
cubanos de alfabetización y post-alfabetización “yo sí puedo” y “yo sí puedo
seguir” y otros programas nacionales como en el caso de Ecuador. El ALBA
pretende erradicar en el mediano plazo el flagelo del analfabetismo. Cuba,
Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador han declarado libres de analfabetismo
por la UNESCO[6].
La agricultura y la soberanía alimentaria: el ALBA entiende que la agricultura es la base del relacionamiento
humano con la naturaleza, el fundamento de la seguridad y autosuficiencia
alimentaria y un modo de vida para millones de personas por lo que no puede ser
tratada como una actividad económica cualquiera sometida a las reglas del
mercado.
El ALBA promueve la defensa de las economías
campesinas, el acceso a la tierra y la soberanía alimentaria de sus países. La
lucha en contra del proteccionismo y los subsidios agrícolas del Norte no debe
cuestionar a la vez el derecho de los países en vías de desarrollo a proteger su
agricultura campesina. Aunque los países desarrollados eliminaran los subsidios
a la agricultura, millones de personas en áreas rurales se verían afectadas por
una inundación de productos agrícolas importados.
El ALBA reconoce el derecho de los pueblos a
definir sus propias políticas agrícolas y alimentarias; a proteger y reglamentar
la producción agropecuaria nacional; y a privilegiar el bien colectivo por sobre
los derechos del agronegocio a través de la regulación de la oferta y de las
importaciones.
En un contexto de escasez e incremento notable en
el precio de los alimentos que está afectando a la región, los líderes del
esquema regional sentaron los precedentes de la Iniciativa-ALBA Alimentos. Así,
en la I Cumbre Extraordinaria del ALBA, realizada en Caracas, el 23 de abril de
2008, se suscribió el Acuerdo para la implementación de Programas de Cooperación
en materia de Soberanía y Seguridad Alimentaria. Venezuela propuso extender las
iniciativas al ámbito de PETROCARIBE.
La Iniciativa-ALBA Alimentos nace en la Cumbre
Presidencial de PETROCARIBE el 13 de julio de 2008, inicialmente con el nombre
de Petroalimentos.
El Proyecto Grannacional ALBA Alimentos o
Iniciativa-ALBA Alimentos tiene el objetivo de desarrollar acciones comunes en
materia agrícola como estrategia para enfrentar la crisis alimentaria producto
de la especulación, el uso de alimentos como materia prima para la elaboración
de combustibles, y los altos costos de insumos esenciales. La conforman los
países miembros del ALBA y de PETROCARIBE, a través de sus Ministros de
Agricultura y tiene dos importantes mecanismos para su funcionamiento: el Fondo
ALBA Alimentos y la Empresa Grannacional ALBA
Alimentos.
Se propuso financiar ALBA-Alimentos por un fondo
constituido por aportes equivalentes a 0,50 dólares de cada barril exportado
fuera de los convenios de cooperación por la República Bolivariana de Venezuela
que se cotice por encima de los 100 dólares y quedará abierto a otras fuentes de
financiamiento. Si bien el fondo no pudo concretarse de la forma prevista
originalmente debido al descenso de los precios al crudo, durante las reuniones
que siguieron los compromisos fueron reafirmados con otros aportes (Ruiz.Caro,
2010:70).
Se crea la Empresa Gran-Nacional ALBA Alimentos
que coordina y/o ejecuta las directivas y mandatos de la Secretaría Técnica
Ejecutiva dependiente del Consejo de Ministros y Ministras de Agricultura y
coordina los proyectos agropecuarios en los países miembros,
Implica el desarrollo de un proceso amplio y
sostenido, de cooperación, complementariedad e integración en materia
agropecuaria que toma en cuenta una nueva concepción de distribución e
intercambio, de integración productiva, acceso a insumos productivos
fundamentales y de inversiones para la producción de alimentos.
Las iniciativas están orientadas al fortalecimiento de sectores
productivos agrícolas de las poblaciones más vulnerables para que puedan
alcanzar la soberanía alimentaria, con énfasis en las comunidades campesinas, originarias y
afro-descendientes.
La disminución de asimetrías entre países y sistemas alternativos de
comercio internacional: los gobiernos del ALBA creen que la libre competencia entre
desiguales que impone el comercio internacional hegemónico sólo sirve a los más
fuertes. Cuestiona que las normas de “trato especial y diferenciado” con las que
se comprometieron los países desarrollados en la Ronda de Doha de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), no sean más precisas, efectivas y
operacionales.
Las naciones más débiles tienen derecho a
proteger sus sectores productivos.
La no reciprocidad y el comercio compensado[7], son dos formas
mediante las cuales los principios de comercio justo y tratamiento especial y
diferenciado se aplican en el ALBA.
El ALBA quiere eliminar el comercio desigual y la
imposición de reglas comerciales rígidas. Los acuerdos de comercio son
negociados caso a caso, permitiendo la flexibilidad en los compromisos adoptados
de acuerdo a las circunstancias de cada país, con acuerdos recíprocos y
compromisos unilaterales. Así por ejemplo en el acuerdo tripartito entre
Bolivia, Cuba y Venezuela, los aportes bolivianos son bastantes modestos
comparados con la cooperación o las facilidades comerciales de Cuba o Venezuela.
Conviene destacar que tales acuerdos se
caracterizan por introducir una desconexión entre el precio de los bienes
transados y su cotización mercantil nacional o internacional, en abierta
contraposición a las normas capitalistas que guían el comercio internacional.
Este intercambio se basa en un principio de ventajas cooperativas compartidas
por todos los países y no en un esquema de ventajas comparativas de cada
economía (Katz, 2006:69).
Los esquemas comerciales se asocian a la
cooperación y asistencia técnica que ayuden a eliminar las asimetrías entre los
estados. Para apoyar el concepto de disminución de asimetrías, Venezuela propone
la creación de los llamados “fondos de convergencia estructural”, que recuerdan
a los fondos estructurales de la Unión Europea. Por lo pronto se han creado una
serie de fondos en el marco del acuerdo PETROCARIBE y del Tratado
ALBA-TCP.
La Grannacionalidad: el ALBA crea Proyectos Grannacionales y Empresas Grannacionales. La
definición misma de grannacional permite observar el apego a la idea de Gran
Nación representada por la visión bolivariana de la “unión” de las Repúblicas
latinoamericanas y caribeñas. “El concepto grannacional puede asimilarse al de
mega Estado, en el sentido de la definición conjunta de grandes líneas de acción
política común entre Estados que comparten una misma visión del ejercicio de la
soberanía nacional y regional, desarrollando y desplegando cada uno su propia
identidad social y política, sin que ello implique en el momento actual la
construcción de estructuras supranacionales” (ALBA,
2008).
Estos proyectos abarcan desde lo político,
social, cultural, económico, científico e industrial hasta cualquier otro ámbito
que pueda ser incorporado. De los proyectos Grannacionales pueden surgir o no,
Empresas Grannacionales; pero toda Empresa Grannacional debe ser el producto de
un Proyecto Grannacional. Un Proyecto Grannacional puede nacer y desarrollarse
en dos o más países, pero no es requisito indispensable a los efectos de
considerarlo como tal, el que no abarque el ámbito de todos los países del ALBA,
es decir en el ALBA se observa una tendencia a incluir instrumentos bilaterales
a pesar de tener objetivos multilaterales como la unidad de América Latina y el
Caribe.
Las Empresas Grannacionales son propiedad
absoluta de los Estados y pueden asociarse con el sector privado en el
desarrollo de determinadas actividades. Podrán existir entre dos o tres países,
o ser multilaterales. El concepto de Empresa Grannacional, surge en oposición al
de las empresas transnacionales, por tanto su dinámica económica se orientará a
privilegiar la producción de bienes y servicios para la satisfacción de las
necesidades humanas, rompiendo con la lógica de la ganancia y la acumulación de
capital. Su producción se destina fundamentalmente al mercado
intrarregional.
Los proyectos Grannacionales están en diferentes
etapas de maduración. Algunos presentan importantes avances como los mencionados
de Alfabetización y Post-alfabetización, la Iniciativa-ALBA Alimentos, el Alba
Cultural, el Albamed que contribuye a la accesibilidad de los medicamentos como
elemento clave de las políticas de salud de los países miembros y el Banco del
ALBA.
El Banco del ALBA y el SUCRE: el Banco del ALBA creado en el año 2008 y el Sistema Unitario de
Compensación Regional de Pagos (SUCRE) en 2009, como la alternativa monetaria
del pacto regional, se mencionan entre las iniciativas más ambiciosas del
ALBA.
El Banco del ALBA se establece con el objetivo de
financiar con créditos blandos los proyectos multinacionales de los países
miembros. Se inicia con un capital de más de 1000 millones de dólares aportados
por todos los participantes según capacidad financiera. Los mayores aportes
fueron hechos por Venezuela y Cuba. Su sede principal está en Caracas y contará
con sucursales en todos los Estados miembros.
Según la interpretación de Antulio Rosales estas
dos instituciones (Banco del ALBA
y SUCRE), son una alternativa ante las
postergaciones y/o abandono de los lineamientos definidos en la Declaración de
Quito[8] en el marco de
la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que comprometían a los presentes con
el fin de crear una “nueva arquitectura financiera regional”
(Rosales,2010:8).
La intención del SUCRE se centra en “lograr el
desacoplamiento progresivo del dólar estadounidense” (Acuerdo Marco 2009) y
avanzar sobre la base del intercambio comercial en un sistema de pagos común y
una canasta de monedas que dé sustento a la unidad
monetaria.
En este caso, la integración planteada en el
ALBA, si bien trasciende el esquema comercial del libre comercio, incorpora el
componente comercial entre sus aristas. Con la suscripción del Acuerdo Marco del
SUCRE, la promoción del comercio administrado intra-miembros y la compensación
comercial toman un carácter prioritario.
Si bien la voluntad política en el marco del
nuevo modelo integracionista representa un indicativo de fortaleza para el
futuro del SUCRE, el escaso dinamismo comercial y la poca diversificación
económica de sus miembros implican sus principales
desafíos.
Se estima que el volumen de comercio regional
alcanza los 9 mil millones de dólares de los cuales alrededor de 7 mil millones
representa el intercambio de petróleos y derivados. Esto último hace de
Venezuela un país superavitario por excelencia en el grupo y eleva dudas sobre
la conveniencia de incluir en la primera etapa los flujos petroleros en el
sistema de pagos de manera integral (Rosales,
2010:10).
La solidaridad a países de América Latina y el
Caribe: de hecho varios de los programas solidarios del ALBA se extienden a
países de PETROCARIBE no miembros del ALBA, especialmente en educación,
alimentos, salud y apoyo a micro-emprendimientos. Entre ellos se destaca el Plan
para la Contribución solidaria de los países del ALBA al Esfuerzo de
Reconstrucción de Haití, enfrentada a los desastres dejados por un devastador
terremoto en enero de 2010, al que se sumó luego una epidemia de cólera. Según
datos de la Conferencia Internacional de Donantes para Haití realizada en la
sede .de las Naciones Unidas la ayuda brindada por el ALBA a ese país supera la
de Estados Unidos y la Unión Europea.
En medio de este panorama es de reconocer la
labor de la brigada médica cubana que ha tenido a su cargo la mayoría de los
centros de atención contra la epidemia de cólera. La colaboración venezolana no
sólo se centra en el aspecto humanitario de la salud y la donación de alimentos,
sino también en el desarrollo sostenible de Haití. Además de haber condonado la
deuda de Haití con Venezuela y realizar donaciones de 18 millones de dólares
mensuales al gobierno de René Préval para sufragar sus operaciones cotidianas,
el gobierno bolivariano ha desempeñado un importante papel en la reconstrucción
de viviendas, en proyectos de infraestructura eléctrica y en la formación
académica de los jóvenes haitianos a través de la Fundación Gran Mariscal de
Ayacucho[9].
La concertación política y la proyección internacional:
el ALBA sostiene elementos de una determinada política exterior si no
de carácter común, al menos muy armonizada entre sus diferentes integrantes, a
través de la cual se concibe una forma alternativa de inserción internacional
que aspira a una mayor autonomía de la región. El ALBA es una eficaz instancia de concertación política que le
otorga prioridad a la negociación en bloques subregionales, que permite
presentar posiciones normalmente monolíticas y así multiplicar el poder político
del grupo.
Esta consistencia lo ha llevado a imponerse
paulatinamente como un actor a nivel internacional. Los países del ALBA tienen
siempre una voz visible en distintas reuniones y foros multilaterales, incluida
las Naciones Unidas y han actuado en forma conjunta en crisis regionales, con
fuerza para incidir aunque no para decidir. Entre algunos ejemplos merecen
destacarse sus posiciones comunes frente a la crisis financiera internacional,
la Cumbre de las Américas de Puerto España, la Cumbre de Copenhague sobre cambio
climático, el golpe de Estado de Honduras, la instalación de bases
norteamericanas en Colombia, el ataque armado a Libia, así también se destacan
sus posturas críticas con respecto a la Organización de Estados Americanos (OEA)
y ante las instituciones globales como la Organización Mundial del Comercio
(OMC).
El objetivo de cambiar el orden mundial es explícito habiéndose
planteado como propósito la conformación de un bloque geopolítico regional en
dirección a la conformación de un mundo multipolar que quiebre la hegemonía del
imperialismo norteamericano, y para ello el ALBA tiene como uno de los objetivos
fundamentales de su política exterior, la construcción de una política de
alianzas que permita la formación y fortalecimiento de un eje antiestadounidense
a través del liderazgo de Venezuela.
Pero el ALBA también está cuestionando la calidad
de la multipolaridad en vista de que una nueva reconfiguración de las relaciones
internacionales no favorece por sí misma a los países débiles ni a las mayorías
populares. Y esta constatación[10] ha llevado a
los países del ALBA a criticar por ejemplo al G-20 en el que los grandes países
emergentes han ascendido y participan del club de los poderosos pero ninguno se
presenta como un modelo alternativo al dominante y todos han aceptado en mayor o
menor medida la economía de mercado.
Se presenta como fundamental para el ALBA la
conformación de un entorno favorable a la nueva concepción de la integración que
se trata de desarrollar y al proceso bolivariano, con aliados que compartan los
nuevos valores de la revolución, de allí la importancia de promoverlo con
múltiples y variados instrumentos, como la llamada diplomacia o diplomacia de
los pueblos propuesta por el presidente Evo Morales (Arellano,
2009:14).
Se trata de un nuevo modelo de intercambio entre
los pueblos latinoamericanos sin la intervención de los gobiernos formales, sino
de manera directa. La diplomacia de los pueblos no pretende sustituir a la
diplomacia tradicional adelantada por los Estados y los gobiernos, sino
complementarlos. Remite al intercambio ancestral que han mantenido los pueblos
originarios. La naturaleza de la diplomacia de los pueblos es la de constituirse
en instrumento para la democratización de las relaciones internacionales, a
través de la promoción de mecanismos para la participación de los pueblos más
allá de sus fronteras. (Barreto, Méndez y otros, 2007:52).
La diplomacia de los pueblos hace referencia al
reconocimiento de un nuevo actor en las relaciones internacionales: el pueblo.
En definitiva se trata de organizaciones y movimientos sociales progresistas que
se convierten en actores internacionales, bajo de principios de integración más
horizontales y como parte de un propuesta más amplia de otro tipo de democracia,
la democracia participativa.
Josette Altmann Borbón, Coordinadora Regional de
Cooperación de FLACSO señala en la introducción del libro recientemente
publicado América Latina y el Caribe: ALBA: ¿Una nueva forma de integración
regional? que el ALBA se ha logrado consolidar no sólo como una alianza política
en la región, sino como espacio para la convergencia de diversos movimientos
sociales latinoamericanos, construyendo una estrecha relación con la sociedad
civil por medio de la creación del Consejo de Movimientos Sociales del ALBA
(Altmann Borbón, 2010:12).
En el terreno de la diplomacia de los pueblos el
ALBA ha recurrido a diversas estrategias. Por una parte, una activa diplomacia
social que busca estimular la aparición de movimientos, líderes y gobiernos
afines, mediante una red de apoyo político. Otra táctica, consiste en aliarse
con los gobiernos subnacionales o locales, opositores de tendencia de izquierda
para lograr mayor penetración entre los grupos sociales radicales (Cobo,
2008:2).
Reacciones y respuestas al
ALBA
El ALBA es el vehículo político para enfrentar el
poder de los países desarrollados y en especial el de Estados Unidos. Se
fundamenta en un discurso antimperialista, que cuestiona la hegemonía
norteamericana y en general toda forma de dominación y relaciones asimétricas y
destaca de manera romántica y emocional la potencial unión política y social de
nuestros pueblos.
La reacción al carácter antiimperialista del ALBA
no se hace esperar. La desestabilización y el aislamiento es el principio
fundamental de la estrategia del gobierno de los Estados Unidos y de algunos
gobiernos europeos contra el ALBA[11].
Además del despiadado ataque de los grandes
medios, el gobierno norteamericano y sus aliados locales promueven bazas
políticas con el propósito de alentar crisis que afecten la gobernabilidad.
Honduras demostró ser el eslabón más débil de la cadena. Por su parte la Unión
Europea no ha reconocido como interlocutor válido a este nuevo esquema de
integración latinoamericano y caribeño.
En el ámbito regional se perfilan diferencias
entre las posturas del ALBA y los gobiernos más moderados del Mercosur y sus
socios como es el caso de Chile que evitan enunciar cualquier opinión sobre el
ALBA. Se puede apreciar también un progresivo distanciamiento entre las
estrategias de Brasil y las posturas del ALBA. Brasil aspira a un liderazgo
regional y a ser un jugador global “moderado” orientado al diálogo y el respeto
a la diversidad, para ello requiere mantener un delicado equilibrio con un
proyecto contrahegemónico cargado de simbolismos y expresiones
anti-norteamericanas.
Frente a esta rivalidad en el subcontinente, los
Estados Unidos y la Unión Europea han decidido designar a Brasil como su
interlocutor privilegiado en el diálogo con América del Sur, apoyándolo en el
desarrollo de su status de líder de la región.
En cuanto a la relación con China se ha podido
constatar que a pesar que son intensas y excelentes las relaciones bilaterales
del país asiático con los países del ALBA, las relaciones con el bloque son
incipientes. El reconocimiento de Taiwan por parte de algunos miembros del ALBA
puede que sea un impedimento para mayores acercamientos al esquema regional como
tal.
El presidente Dmitri Medvédev ha manifestado la
voluntad de Rusia de incrementar sus relaciones con el ALBA y su disposición a
hacerlo de manera “mutuamente ventajosas”,
tanto en el formato multilateral como en el bilateral.
Las relaciones con Irán que se ha incorporado
como país observador en el ALBA[12], son, por otra
parte, no sólo económicas sino estratégicas en su designio anti-norteamericano.
El ALBA ha apoyado explícitamente al presidente iraní y ha condenado las
injerencias externas sobre ese país. En febrero de 2011 se iniciaron las
coordinaciones para la creación de la Asociación Cultural
Irán-ALBA.
Conclusiones
El ALBA combina claridad conceptual y
pragmatismo. Ha mantenido su coherencia, consistencia y radicalidad y al mismo
tiempo ha construido alianzas estratégicas circunstanciales con otros países de
América Latina y el Caribe sobre la base de un discurso unionista de diálogo,
fomentando el consenso y el acuerdo entre las naciones latinoamericanas y
caribeñas.
El ALBA reafirma el respeto irrestricto a la
soberanía nacional, y el rechazo a su menoscabo en aras de algún ordenamiento
jurídico supranacional; esto se expresa muy claramente en la cautela con que se
estructuran y construyen las diferentes instancias de integración regional con
la adopción de acuerdos con formatos bilaterales, trilaterales o
multilaterales.
Sus críticos sostienen que si bien el ALBA tiene
una invocación permanente a un regionalismo de mayor extensión cuenta con un
número limitado de socios. Esta afirmación debe confrontarse con otra realidad:
el ALBA exige forjar la unidad antiimperialista y pro-socialista[13] de la región
por lo que si pretende mantener su carácter emancipador está claro que limita la
participación de aquellos países que no comparten los mismos valores políticos.
Este factor se ha constituido en un requisito fundacional, que si bien les
otorga cohesión a los miembros de la organización por el respaldo de valores
comunes, también genera limitaciones. (Arellano,
2009:7)
Para sus oponentes el ALBA no clasifica como
estrategia de integración regional, puesto que no cumple con la promoción y
liberalización del mercado como piedra angular del proceso de integración, es
por ello que suscriben al ALBA más en el esquema de cooperación internacional.
No obstante el ALBA se inserta en las propuestas de regionalismo
latinoamericano, particularmente en la última ola de nuevos regionalismos sobre
la realidad política y económica que al presente imperan en el área. (Linares y
Guerrero Lugo, 2008: 229).
Según Larry Catá Backer y Augusto Molina la mayor
contribución del ALBA podría ser su ideología. Su mera existencia sirve de base
para desafiar los supuestos de las conversaciones en curso sobre la
globalización y el internacionalismo legal patrocinados por los Estados
desarrollados. Proporciona una base a través de la cual estas voces ideológicas
distintivas pueden ser aprovechadas por los Estados para los debates de
integración hemisférica e interregionales. Entendida como una empresa ideológica
conjunta entre sus participantes, representa un espacio en el que un consenso
sobre las alternativas a las formas convencionales de comercio y al actual
modelo económico, financiero, cultural y tecnológico de la globalización puede
ser construido (Catá Backer y Molina. 2010)
La relevancia de discutir sobre un nuevo modelo
de integración surge de lo que muchos observan como el escaso efecto que ha
tenido el incremento del comercio intrazonal en la promoción de una
transformación productiva con equidad en la región
El ALBA parece confiar en el “efecto demostración” del acuerdo
subregional. El ALBA es un esquema referencial, así el impacto de la lógica del acuerdo en esquemas más heterodoxos a
nivel regional, por ejemplo en la UNASUR, o en la futura Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) parece ser una función importante.
Entre otras críticas se señalan su carácter
antisistémico confrontativo con potenciales incidencias negativas en términos de
convivencia en el marco internacional, temor a que incorpore una dimensión
militar, dudas sobre su fortaleza y continuidad que depende de avatares
políticos, disminución de la proyección regional de Hugo Chávez y
contradicciones entre discurso y realidad al mantener importantes intercambios
comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea.
Lo cierto es que a pesar de todas sus debilidades
y contradicciones la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
ha comprobado que los márgenes para una integración social y solidaria son mucho
más amplios de lo que afirman muchos gobiernos.
El ALBA ha aportado un conjunto de resultados
tangibles que benefician a un amplio sector de las masas populares de la región,
con lo cual se amplía la base social de los proyectos de
cambio.
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Geógrafa, Magister en Relaciones Internacionales. Co-Directora del Grupo de
Investigación Mercosur y Relaciones Internacionales. Profesora Titular de
Geografía de América Latina y de Relaciones Internacionales de América Latina.
Directora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de
Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro, Tandil, República
Argentina.
Comentarios de Hugo Chávez en rueda de prensa,
Palacio de Convenciones, La Habana, Cuba, 29 de abril de
2006.
Entre las primeras luchas desarrolladas por esta
temática en el ámbito del actual ALBA se destaca la que los movimientos sociales
bolivianos llevaron a cabo en 1999 en Cochabamba que luego se denominaría “Guerra del
agua”. Comenzó cuando el Estado boliviano entregó en concesión el servicio de
agua potable a una empresa extranjera Bechel Enterprises, de Estados
Unidos.
Organización creada en el marco de PETROAMÉRICA, el proyecto de integración
energética de América Latina que impulsa el presidente Chávez.
Al cierre de este capítulo vuelven a ser 18 los
países adherentes a PETROCARIBE ya que Porfirio Lobo y Hugo Chávez negocian la
reincorporación de Honduras al esquema, como parte de los acuerdos del retorno
de Manuel Zelaya al país centroamericano.
Según la UNESCO un país está listo para
solicitar esta declaratoria a escala internacional cuando la población de
analfabetos no supera el 3,9% del total de
habitantes.
Por ejemplo a través del intercambio directo de productos que no
requiere concurrir al gasto de divisas, o, petróleo por prestaciones médicas y
de educación, como es el caso de la cooperación venezolano-cubana.
El 3 de mayo del 2007 hubo una importante
reunión en Quito, en la que se reunieron funcionarios de Argentina, Bolivia,
Paraguay, Uruguay, Ecuador, Venezuela, y Brasil. Se coincidió respecto a la
necesidad de diseñar una nueva arquitectura financiera regional. Los
funcionarios presentes convinieron: priorizar la creación del Banco del Sur,
analizar el concepto del Fondo de Estabilización (el Fondo del Sur), una suerte
de escudo de la región para defenderse de las crisis financieras, una forma de
evitar la dependencia del FMI en situaciones de crisis creando un mecanismo
complementario al Banco del Sur y avanzar en el desarrollo de un sistema
monetario regional para poder generar finalmente una moneda única
regional.
Estas actitudes contrastan con el intento de Estados Unidos de
monopolizar la ayuda a Haití tomando el control militar del aeropuerto de Puerto
Príncipe, asumiendo de facto la coordinación de la ayuda en el país caribeño.
Estados Unidos dio un paso al frente ante la catástrofe de Haití y envió un
contingente de 10.000 soldados entre marines y ejército de tierra. La diplomacia
de la Unión Europea y de los países europeos, en especial de Francia, no
ocultaron su malestar y señalaron que Haití no necesitaba más ayuda militar sino
mayor coordinación para que la ayuda humanitaria llegase a los afectados.
Denunciaron que el despliegue estadounidense en el aeropuerto estranguló la
llegada de ayuda humanitaria. “Se trata de ayudar a Haití y no de ocupar a
Haití”, declararon. En El Mundo, 2010.
Señalada por Claudio Katz y expresada en el
concepto “multipolaridad opresiva” en el artículo América Latina frente a la
crisis global (2009), en
http//www.lahaine.org/b2-ing09/Katz_crisis
Para demostrar la hostilidad de la actual
administración norteamericana hacia algunos países del ALBA-TCP puede verse el
artículo de Luis Suarez Salazar Las estrategias inteligentes de Barack Obama
contra el ALBA-TCP, 12 de febrero de 2010.
También son miembros observadores del ALBA,
Haití, Paraguay, Uruguay y Siria.
En realidad la sustitución del régimen
capitalista por otro que surgiría de proyectos basados en un nuevo ideario
socialista para el siglo XXI, aparece como meta final a construir, pero por su
carácter altamente sensible, aún no ha trascendido el discurso político del
bloque. Esta observación la remarca Carlos Oliva Campos en el artículo El ALBA y
la UNASUR: Entre la concertación y la confrontación.