Los
Problemas Ambientales del Área Metropolitana de Buenos
Aires
Lic. Miriam Giambuzzi.

AMBA. Área
Metropolitana de Buenos Aires.

Fuente:
Atlas Geográfico de la República Argentina, IGM,
Buenos Aires 2000.
Abstrac
El presente trabajo plantea las problemáticas ambientales
contemporáneas del Área Metropolitana de Buenos Aires, las cuales fueron abordadas desde lo
académico y la investigación, para lograr exponer y transmitir la preocupación
ambiental.
Infinidad de veces el
inconveniente, no es la denominación de fenómenos y procesos urbanos
ambientales, sino la manera en como lo interpretamos y lo valoramos desde
nuestra propia realidad. Sin tener
en cuenta la diversidad.
El
problema central planteado es la comprensión de la
naturaleza de estos cambios y de la propia naturaleza de la ciudad actual y del
Área Metropolitana de Buenos Aires;
y como rediseñar políticas de intervención sobre unos sistemas
socioterritoriales metropolitanos tan complejos y
cambiantes.
Esta preocupación
ambiental
de las
últimas décadas no debe ser naturalizado, por el contrario debe ser combatido
enseñando a repensar desde la otredad.
En fin, Identificar las problemáticas comunes del Área
Metropolitana de Buenos Aires y
también las potencialidades que articulan el futuro de nuestras ciudades en el
marco de la diversidad cultural y
la sustentabilidad es el gran desafío para los que pensamos y acordamos con
Freire, en los inéditos posibles de ciudades
sustentables.
El presente trabajo se propone: a) reconocer la importancia de la ética y el desarrollo sustentable b) analizar la necesidad de una ética ambiental basada en valores y en una
racionalidad ambiental, c) repensar en crear sociedades
sustentables.
La metodología con la que se trabajó consistió básicamente en la búsqueda de
material bibliográfico, estadísticas, consultas en diferentes sitios de
internet, trabajo de campo con relevamientos: del AMBA y su área de influencia, entrevistas
diferentes profesionales y el uso de las TICs.
Lic. Miriam
Giambuzzi
Especialista en Educación
Ambiental
Para el Desarrollo
Sustentable.
Palabras
claves:
Problemàticas Ambientales- Diversidad- Sustentabilidad- Educación
Ambiental- Sociedades Sustentables.
Abstrac
This paper
discusses contemporary environmental issues in the metropolitan area of
Buenos Aires,
which were addressed from the academic and research, in order to expose and
transmit environmental concern. Countless times the problem is not the name of
urban environmental phenomena and processes, but how we interpret it as and we
appreciate from our own reality. Regardless of diversity. The central problem
raised is the understanding of the nature of these changes and the nature of the
current city and the Metropolitan Area of Buenos Aires, and as redesign
intervention policies metropolitan socio-territorial systems as complex and
changeable. This environmental concern in recent decades should not be
naturalized, on the contrary it must be fought to rethink teaching from
otherness.Finally, identify common issues of the Buenos Aires metropolitan area
and also the potential to articulate the future of our cities in the context of
cultural diversity and sustainability is the challenge for those who think and
agree with Freire, in unpublished potential of sustainable cities. The present
work aims to: a) recognize the importance of ethics and sustainable development
b) analyzing the need for an environmental ethic based on values and
environmental rationality, c) rethink creating sustainable societies. The
methodology that worked was basically in search of literature, statistics,
consultations on various internet sites, field work with surveys: the AMBA and
its area of influence, interviews various professionals and the use of
ICTs.
Ms. Miriam Giambuzzi
Environmental Education Specialist for Sustainable
Development.
Keywords:
Environmental
Issues, Diversity, Sustainability, Environmental Education, Sustainable
Societies.
Introducción
El presente trabajo plantea las problemáticas ambientales
contemporáneas del Area Metropolitana de Buenos Aires, las cuales fueron abordadas desde lo
académico y la investigación, para lograr exponer y transmitir la preocupación
ambiental.
Infinidad de veces el
inconveniente, no es la denominación de fenómenos y procesos urbanos
ambientales, sino la manera en como lo interpretamos y lo valoramos desde
nuestra propia realidad. Sin tener
en cuenta la diversidad.
El
problema central planteado es la comprensión de la
naturaleza de estos cambios y de la propia naturaleza de la ciudad actual y del
Área Metropolitana de Buenos Aires;
y como rediseñar políticas de intervención sobre unos sistemas
socioterritoriales metropolitanos tan complejos y
cambiantes.
Esta preocupación
ambiental
de las
últimas décadas no debe ser naturalizado,
por el contrario debe ser combatido enseñando a repensar desde la
otredad.
Por
otra parte, reconceptualizar y
proponer acciones para contribuir desde nuestra disciplina a la
construcción de un modelo de ciudad y un proyecto político socialmente
justo, democrático desde la ética y
el desarrollo sustentable.
Hacernos cargo y contribuir al actual proceso de emergencia
ambiental contribuyendo desde los distintos saberes e incorporando la a la Educación
Ambiental, en todos los campos del conocimiento.
Estudiar alternativas
superadoras de la engañosa oposición entre una ciudad productiva que gane en
capacidad competitiva y a la vez sea integradora, solidaria y sustentable.
Algunas de las realidades descriptas en el trabajo nos obligan a definir nuevos senderos
metodológicos y a replantearnos nuestro compromiso militante como científicos,
como académicos, investigadores pero también como ciudadanos y educadores
ambientales de ciudades cada vez
más hostiles con los pobres y los oprimidos y poco sustentables.
Surge la necesidad de analizar la ética ambiental basada en valores y en una
racionalidad ambiental, la cual permitiría, el repensar en crear sociedades
sustentables.
Apropiarnos de
instrumentos conceptuales para colaborar en la construcción de una ciudad
sustentable mejor para todos, desde
la Educación
Ambiental.
Nuestra hipótesis
debería ser que existen otros caminos y alternativas de desarrollo y progreso sustentable urbano en el
mejor y más amplio sentido de estas expresiones. El desafío es entonces
construir discursos, conceptos e instrumentos analíticos y operativos
alternativos, que eludan el canto de
sirena del pensamiento único
sobre la ciudad y la planificación urbana tal cual la vemos y la
vivimos.
En fin, Identificar las problemáticas comunes del Área
Metropolitana de Buenos Aires y
también las potencialidades que articulan el futuro de nuestras ciudades en el
marco de la diversidad cultural y
la sustentabilidad es el gran desafío para los que pensamos y acordamos con
Freire, en los inéditos posibles de ciudades
sustentables.
El presente trabajo se propone: a) reconocer la importancia de la ética y el desarrollo sustentable b) analizar la necesidad de una ética ambiental basada en valores y en una
racionalidad ambiental, c) repensar en crear sociedades
sustentables.
La
metodología
con la que se trabajó consistió básicamente en la búsqueda de material
bibliográfico, estadísticas, consultas en diferentes sitios de internet, trabajo
de campo con relevamientos: del AMBA y
su área de influencia, entrevistas
diferentes
profesionales y el uso de las Tics.
En la últimas décadas se está viviendo una relevante preocupación
por la cuestión ambiental, la contaminación y los problemas globales son motivo
de atención de políticos, académicos y ciudadanos; extendiéndose al campo de la
economía, ya que esta problemática ambiental desencadenará consecuencias
negativas para el desarrollo.
Actualmente se invoca al desarrollo sustentable en el plano
ambiental como para el económico, tanto en un barrio como en un documento
gubernamental.
Esta problemática ambiental, genera una crisis ambiental, la cual
es una crisis de la civilización y una crisis de un modelo económico,
tecnológico y cultural.
La relación hombre naturaleza[4] cambia continuamente de acuerdo con el nivel de crecimiento
económico e innovaciones tecnológicas de la época. Esta categoría de naturaleza
es una creación social, distinta en cada momento histórico, cambiante de acuerdo
a cómo los hombres se relacionan con su entorno. También se determina
socialmente qué se considerará
Naturaleza, y que deja de serlo cuando es artificializado (Cronon,
1995).
La
mayoría de las sociedades ha pasado de tener un impacto mínimo sobre el ambiente
natural a tener impactos significativos y negativos, incluso, perjudicando la
posibilidad de desarrollo.
El área Metropolita de Buenos Aires es un ejemplo de relación
negativa población/ ambiente. Sus habitantes requieren energía, agua, alimentos,
materiales de construcción, etc., para poder mantenerse y
funcionar; todas estas necesidades se satisfacen con el uso de distintos
recursos naturales.
La apropiación de recursos naturales también implica adueñarse del
espacio, usándolo y modificándolo para obtener los recursos necesarios alimentar
los procesos productivos y para recibir los desperdicios de esos procesos. Para
analizar esa apropiación se ha acuñado otro indicador, denominado huella
ecológica, definida como el área necesaria para poder producir los recursos
utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población
determinada.
Por otra parte, la apropiación de un recurso natural hacia un
proceso productivo tiene asociada la extracción de otros recursos que no son
utilizados, catalogados como “desperdicios”. Para evaluar en parte este problema
se ha desarrollado el concepto de mochila ecológica, que mide en una dimensión
material ese impacto y se refiere, a todo el material extraído en un proceso de
producción. Los recursos obtenidos se introducen en un proceso productivo en el
que son modificados de diversas maneras con el propósito de alcanzar un producto
final que estará en venta en un mercado de bienes y servicios (Gudynas, E.,
2002).
Todo este proceso generará diversos impactos ambientales, que
pueden clasificarse por lo menos bajo los siguientes
aspectos:
- El consumo de energía propio de la extracción y procesamiento
por lo general ocasiona severos impactos
ambientales.
- El consumo de otros recursos que son necesarios para alcanzar
los productos finales.
- La generación de desechos y contaminantes que tiene lugar a lo
largo de todo el proceso.
- El transporte de las materias primas, o de productos intermedios
o finales, de un sitio a otro es también parte del proceso productivo y, a su
vez, desencadena distintos impactos
ambientales.
Por último, el producto final también generará otros impactos, sea
por el uso de energía y generación de contaminantes, como por su conversión en
desperdicio una vez transcurrida su vida útil.
Esto significa que el consumo[5] es parte del proceso productivo y que posee sus propias
repercusiones ambientales.
Esta relación trae como consecuencia una gran variedad de impactos
ambientales que afectan la calidad de vida de sus habitantes y, además, influyen
en el medio urbano de forma diferente, según los sectores residenciales,
industriales, comerciales, etc.
El rápido crecimiento del área ha producido un deterioro
ambiental, al incorporar tierras muy rápidamente sin poder prever de
infraestructura y servicios a sus habitantes. Es lo que se denomina un expansión
descontrolada, con lo cual dificulta y encarece la provisión de
servicios.
Se
identifican problemáticas comunes a todos los habitantes del área, y otras
propias de cada barrio o municipio.
Entre los principales problemas ambientales podemos mencionar: la
contaminación de las aguas del Río de la Plata y del Riachuelo, las altas
cantidades de sustancias tóxicas emitidas a la atmósfera, la recolección y el
tratamiento de los desechos sólidos y el altísimo nivel de ruido de algunos
puntos del Área Metropolitana.
El Área Metropolitana de Buenos Aires es un complejo urbano que forma una misma unidad ambiental y
social a pesar de la división política. La gran capital, ciudad autónoma, y los
partidos de la provincia de Buenos Aires integrantes de la mancha urbana, cuentan, cada uno, con su
propia legislación ambiental.
Esta división política y las leyes propias agregan complejidad a
la solución de los problemas porque
quedan involucradas diferentes jurisdicciones, creando dificultades
en la aplicación del marco legal y falta de criterios comunes en
los controles, para lo cual debe disponer de una ética
ambiental.
El principal reto del comportamiento ambiental consiste en saber
hasta dónde llevar el hombre la transformación de la naturaleza. Este debe ser
el principio rector de toda ética ambiental[6]. Es fundamental construir culturas adaptativas, en función de una
responsabilidad ambiental.
Es necesario repensar la ciencia, la filosofía y los modelos
estéticos. Se debe pensar en crear una ética de comportamiento ciudadano que
necesariamente tiene que ver con la manera como está entretejida la cultura
tanto por la actividad económica como por la exigencias sociales y políticas.
Esta transformación exige una visión del mundo tanto filosófica
como ética que se traslade al derecho normativo y que se difunda a través de los
medios educativos y de comunicación social.
El concepto de ambiente implica más allá de un balance entre
crecimiento económico y conservación de la naturaleza, la cultura y la
participación social para construir estilos diversos de desarrollo sustentable,
igualitario, descentralizado y autogestionario, capaz de satisfacer las
necesidades básicas de las poblaciones, respetando su diversidad cultural y
mejorando su calidad de vida (Leff, Enrique, 1999).
Todo ello implica, una transformación de los procesos productivos,
los valores sociales y las relaciones de poder para construir una nueva
racionalidad productiva con la gestión participativa de la ciudadanía. La
racionalidad ambiental se funda así en una nueva ética que se manifiesta en
comportamientos humanos en armonía con la naturaleza.
La racionalidad ambiental incorpora las bases del equilibrio ecológico como
norma del sistema económico y condición de un desarrollo sustentable; asimismo,
se funda en principios éticos (respeto y armonía con la naturaleza) y valores
políticos (democracia participativa y equidad social) que constituyen nuevos
fines del desarrollo y se entretejen como normas morales en los fundamentos
materiales de una racionalidad ambiental.
Debemos destacar que los valores ambientales surgen contra la
cultura del poder fundado en la razón tecnológica y la racionalidad económica.
Frente a la producción de masa, el desarrollo centralizado, la congestión de las
megaciudades, la homogeneización de la cultura, la producción y el consumo, y
los sistemas jerárquicos y autoritarios de toma de decisiones, se reivindican
los valores de la subjetividad, la diversidad cultural, la democracia
participativa y la tolerancia, se valoran la autodeterminación, el desarrollo
endógeno, los saberes tradicionales y los sistemas de complementación y de
intercambios comunitarios.
La ética ambiental reivindica los valores del humanismo: la
integridad humana, el sentido de la existencia, la solidaridad social, el
reencantamiento de la vida y la
erotización del mundo (Leff, Enrique, 1999).
La ética ambiental vincula la conservación de la diversidad
biológica del planeta con el respeto a la heterogeneidad étnica y cultural de la
especie humana. Ambos principios se conjugan en el objetivo de preservar los
recursos naturales e involucrar a las comunidades en la gestión de su
ambiente. Se enlazan aquí el
derecho humano a conservar su cultura y tradiciones, el derecho a forjarse su
destino a partir de sus propios valores y formas de significación del mundo, con
los principios de la gestión
participativa para el manejo de los recursos, de donde las
comunidades-individuos derivan sus formas culturales de bienestar y la
satisfacción de sus necesidades (Leff, Enrique,
1999).
La construcción de una racionalidad ambiental implica el rescate
de éstas prácticas no tradicionales, como un principio ético para la
conservación de sus identidades culturales y como un principio productivo para
el uso racional de los recursos.
Se debe pensar con una nueva racionalidad productiva de los
espacios de producción cuya reestructuración, mediante instrumentos técnicos,
normas jurídicas, políticas científicas, movimientos sociales y estrategias
políticas, constituyan los medios de una racionalidad ambiental, orientando la
reapropiación social de la naturaleza y la gestión ambiental del desarrollo.
Por ello, una ética humana frente a los designios de la
globalización exige ir más allá
para enfrentar los dilemas de la vida humana en la complejidad ambiental, de una
vida ya trastocada por los regímenes éticos y de racionalidad dominantes.
Demanda una ética que alimente la constitución de una nueva
racionalidad: de una racionalidad ambiental (Leff, 1998/ 2002).
Y
esta racionalidad debe ser éticamente construida, comprendiendo las encrucijadas
ante las cuales nos enfrenta la crisis ambiental, “la función principal de la
inteligencia no es conocer, ni crear, sino dirigir el comportamiento humano para
salir bien librados de la situación. Es pues una función ética” (Marina,
1998).
Los problemas ambientales han tomado una primera importancia desde
que fueron difundidos al mundo luego de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972: la
deforestación, la pérdida de diversidad genética de los recursos bióticos, la
extinción de especies, la erosión de los suelos y la pérdida de fertilidad de
las tierras, la desertificación, la contaminación química de la atmósfera, los
suelos y los recursos hídricos, la producción y disposición de residuos tóxicos
y desechos radioactivos, la lluvia ácida generada por la industrialización y la
destrucción de la capa foliar de los bosques, el calentamiento global y el
enrarecimiento de la capa de ozono.
Esta destrucción de la base de recursos del planeta y su impacto a
nivel local (Área Metropolitana de Buenos Aires) en los valores culturales y
humanos ha generado la necesidad de
orientar los estilos de desarrollo para mejorar la calidad de
vida.
El concepto de calidad de vida está penetrando así a todas las
clases sociales. Estas demandas ambientalistas trascienden a las aspiraciones
por un “mejor nivel de vida”;
replantean el derecho a la tierra y al trabajo, las demandas
tradicionales de empleo y salario, así como la satisfacción de las necesidades
básicas a través del consumo y la oferta de satisfactores de una economía de
bienestar (Leff, 1998).
Por lo tanto, se de repensar la globalidad desde la localidad del
saber, arraigado en un territorio y una cultura, desde la riqueza de su
heterogeneidad; desde allí reconstruir el
mundo a través de un
diálogo intercultural de saberes, así como de la hibridación de
conocimientos científicos y saberes locales (Leff,
Enrique,2002).
El derecho a la diversidad cultural conduce al establecimiento de
estados pluriétnicos y al reconocimiento de los derechos y culturas indígenas.
Pero una ética de la interculturalidad implica abrir los cauces de la diversidad
cultural, más allá del derecho
a la reproducción y la preservación de sus estilos étnicos de vida, hacia
un mestizaje enriquecido de culturas, a través de un diálogo de
saberes.
Como señala Mignolo (2000), “interculturalidad no es solo estar
juntos sino aceptar la diversidad del ser en sus necesidades, opiniones, deseos,
conocimiento, perspectiva”.
Asimismo, la política de la diferencia lleva a dialogar a diversos
actores sociales y grupos de interés desde el lugar de sus propias
verdades.
Esto no conduce al elogio de la locura, de la irracionalidad y del
conflicto irresoluble entre posiciones antagónicas alimentadas por la
relatividad de los valores, sino hacia un mundo abierto a la diversidad y a la
convivencia de sus diferencias. La política de la diferencia se funda en un
principio de equidad en la diversidad, en el derecho a la diferencia que no es
sólo el derecho a ser distintos, de oponerse a la clonación de la mismidad y la
identidad que ha fundado la lógica, sino de diferir en el tiempo el proceso de
diferenciación que ha acompañado la aventura de la vida hacia la diversidad, en
una historia de heterogénesis contraria a la unificación forzada del pensamiento
y del ser. La conciencia ambiental se plantea como conciencia de todo
género humano, apelando a todo individuo como sujeto moral para
construir una nueva racionalidad social.
Es importante señalar, que se deben construir principios éticos
que sean constitutivos de los derechos del ser, y como tal, fundamento de una
nueva racionalidad centrada en el ser y abierta al
mundo.
La ética de la sustentabilidad debe reconocer las leyes límite (y
los potenciales) de la naturaleza. La ética nace del pensamiento creativo y de
la reflexión del ser para generar una nueva racionalidad donde se hermanan el
pensamiento y el sentimiento; la razón, la pasión, la creación y la acción. La
ética es la fuente de donde emanan los derechos del ser: el derecho a ser, a
vivir, a devenir, a desplegar sus potencialidades hacia la diversidad y la
posibilidad.
La ética del desarrollo sustentable se funda así en una política
de la diversidad, la diferencia, la otredad y la alternativa. Es una política
que tiene por objetivo la
Construcción de una nueva racionalidad productiva que funda una
nueva economía (ecológica, moral y cultural) como condición de sustentabilidad
(Leff, 1994).La
sustentabilidad es un fin que implica un proceso de
desconstrucción de la concepción del mundo hecha por objetos, para volver al
mundo del ser.
La ética tiene más que ver con el saber vivir y el sabor de la
existencia, que con una vida regida por la razón; los juicios de valor de la
vida se vuelven virtudes
razonables; los sentimientos, razones de vida (Leff, 1999).
La ética de la vida está hecha de sentimiento y deseo, iluminado
por la razón y designado por la palabra. En este sentido, “la inteligencia
provoca una sentimentalización de la vida afectiva” (Marina, 1995). La ética del
conocimiento para el desarrollo sustentable es una ética de los límites y del
sin sentido a los que ha llegado un modelo de conocimiento construido en la
Modernidad, centrado en la visión
economicista del mundo, la mercantilización de la cultura, y una ciencia
y tecnología concebidos para el dominio de la naturaleza. El ser ético se
piensa, pero sobre todo se siente. La ética ambiental debe pues llegar a
transformar en sentimientos profundos sus principios y valores.
Los comportamientos deben estar dictados desde la pulsión y la
repulsión, más que por una lógica y la razón. El debe ser, debe convertirse en
deseo y prohibición. Y esa resedimentación de los sentimientos deberá pasar por
la desconstrucción de las lógicas
que se han construido nuestros deseos, sueños y compulsiones; nuestros modos de
vida y nuestros modos de producción.
La ética del saber ambiental lleva a demostrar la epistemología
que ha codificado, objetivado y alienado al mundo y construir un saber
emancipatorio que pueda conjugar la sustentabilidad y la solidaridad; que lleve
a una reterritorialización de las ideas originadas en la complejidad, y eso es
una cuestión del ser y del tiempo. En definitiva, la ética por la vida es una
ética al derecho de sentir y disentir.
Cabe señalar que en la Carta de los Derechos Humanos se ha
incorporado el derecho a un ambiente sano y productivo, incluyendo los nuevos
derechos colectivos para la conservación y aprovechamiento del patrimonio común
de recursos de la humanidad, por la dignidad y por el pleno desarrollo de las
facultades de todos los seres humanos.
La cuestión ambiental está ampliando el marco de los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Los sistemas jurídicos se
están transformando para atender los conflictos de apropiación y manejo de los
bienes comunes. De esta manera han surgido, dentro de los “derechos de la
solidaridad” el derecho de todos los humanos a beneficiarse del “patrimonio
común a la Humanidad (Gross, 1980).
El derecho ambiental debe abarcar los siguientes caracteres:
interdisciplinario, supranacional, de naturaleza preventiva, de rigurosa
regulación técnica, de vocación redistributiva y de primacía de los intereses
colectivos.
Al amparo de las reformas neoliberales en varios países
latinoamericanos se crearon secretarías o ministerios del ambiente y se
sancionaron importantes paquetes legislativos.
Pero los avances sustantivos fueron muy limitados. Actualmente se
vive un efecto rebote, donde se da una segunda ola de retracción estatal en la
temática ambiental (en este caso el ejemplo más importante fue el
desmembramiento de la secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente Humano
por la administración de Fernando de la Rúa), (Gudynas, E., 2002).
El marco legal vigente, presenta una distribución de competencias
en el ámbito de nación y provincias. En el artículo 121: las provincias
conservan todo el poder no delegado
por esta Constitución al Gobierno Federal, y el que expresamente
se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su
incorporación.
El artículo 124: (...) Corresponde a las provincias el dominio
originario de los recursos naturales existentes en su
territorio.
La Ley general Del Ambiente N ° 25.675 comprende: objetivos de la
política ambiental, principios de interpretación, presupuesto mínimo,
instrumentos de la política y la
Gestión ambiental, sistema federal ambiental, acceso a la
información y participación pública, competencia judicial, daño ambiental,
principios de interpretación, precautorio, prevención, progresividad,
congruencia, solidaridad, sustentabilidad y equidad
intergeneracional.
Dentro de la LGA[7], encontramos los siguientes instrumentos de la política y gestión
ambiental: ordenamiento territorial, evaluación de impacto ambiental, educación
ambiental y sistema de diagnóstico e información
ambiental.
Por otra parte las políticas ambientales en buena medida han sido
suplantadas por una gestión ambiental de corte técnico, pero que se torna más y
más burocratizada, inefectiva y pesada. Se confía en que las personas no
intervendrán en la gestión ambiental ya que ella descansa en “técnicos” y
“científicos” que son presentados como más capacitados. Se espera de las
personas la pasividad y el acatamiento a sus dictámenes (Gudynas, E.,
2002).
Por lo tanto, la nueva política para el desarrollo sustentable
implica cambios profundos tanto en lo social, como en las relaciones de la sociedad con el ambiente. En todos
los casos, se requiere de una activa participación ciudadana, tanto a la hora de
gestar los cambios como en llevarlos a la práctica.
Vele decir, el ciudadano debe ser actor y protagonista para
ejercer los derechos. Podemos pensar, en una apropiación social-ciudadana del
derecho, para poder ejercer dicho derecho. Las estrategias de desarrollo
sustentable no son sólo cuestión de un grupo de técnicos iluminados. Deben ser,
principalmente, una aspiración social extendida, y, por lo tanto, solo será
posible con una fuerte base en la sociedad civil y en una sociedad política dispuesta a escuchar ese pedido y actuar en
consecuencia.
Conclusión.
Las problemáticas ambientales del Área Metropolitana de Buenos
Aires, son parte de una crisis no ecológica, sino social, de nuestro tiempo.
Esta crisis abarca instituciones políticas, aparatos jurídicos y las relaciones
sociales injustas.
Pensar en un desarrollo sustentable en el AMBA, es intentar
armonizar el proceso económico con la conservación de la naturaleza. Fomentar un
balance entre la satisfacción de las necesidades actuales (servicios,
producción, infraestructura, etc.);
y las de las generaciones futuras. Se debería tener en cuenta el promover
una nueva alianza naturaleza-culturas, una nueva economía, reorientando las
herramientas potenciales de la
ciencia y la tecnología de este
capitalismo neoliberal posfordista y una nueva cultura política fundada en una
ética para la sustentabilidad.
Un aspecto importante a considerar es pensar globalmente y actuar
localmente; pensar localmente y actuar globalmente, favoreciendo los movimientos
sociales y los gobiernos locales, promoviendo la responsabilidad colectiva, la
equidad social, la justicia ambiental, la calidad de vida para las actuales
generaciones y las futuras. Las nuevas propuestas deben reorientar y
repensar los comportamientos individuales y colectivos, así como las acciones
públicas y privadas de los actores intervinientes orientadas hacia la
sustentabilidad.
Pensar en una nueva racionalidad productiva nos estaría llevando a
conformar y crear sociedades
sustentables. Por ello, es necesario repensar la globalidad desde la localidad
del saber, arraigado en un territorio y una cultura, desde la riqueza de su
heterogeneidad, diversidad y singularidad. Construir o reestructurar los
espacios a través del diálogo intercultural de saberes y la hibridación de los
conocimientos científicos con los saberes locales. Tomar conciencia de la
importancia de la apropiación de los recursos en contra del desarrollismo, no
generando una resistencia, sino desde la alternativa, favoreciendo el diálogo
multifacético.
Tener acceso a la información nos permite socializar y
democratizar, nos posibilita ejercer nuestros derechos, nos facilita utilizar
las herramientas para el planteo de propuestas para reapropiarnos de los
recursos en función de nuestra propia
sustentabilidad.
Bibliografía.
Gudynas Eduardo, “Ecología Economía y Ética del Desarrollo
Sustentable”, ediciones Marina Viltre-CTERA, 2002.
Giambuzzi Miriam,”En Pensando en Educación Ambiental, Inforum, Buenos Aires,
2007.
Leff, Enrique, “Saber Ambiental”, Siglo XXI, México,
1999.
Leff, Enrique, Coordinador. Red de Formación Ambiental. “Justicia
Ambiental. Construcción y Defensa de los Nuevos Derechos Ambientales, Culturales
y Colectivos en América Latina”, Serie Foros y Debates Ambientales, PNUMA,
Junio, 2001.
Leff, Enrique, Ética, Vida y Sustentabilidad, Coordinador, PNUMA y
otros, Agosto 2001.
Los problemas
ambientales del Área Metropolitana de Buenos Aires.
Ejes conceptuales.
Los problemas ambientales
del área Metropolitana de
Buenos Aires (AMBA).
§
contaminación de las
aguas del Río de la Plata y del Riachuelo.
§
altas cantidades de
sustancias tóxicas emitidas a la atmósfera.
§
altísimo nivel de
ruido de algunos puntos del Área Metropolitana.
*La crisis ambiental
*Desarrollo Sustentable
*Ética, valores y racionalidad
ambiental
*Ética, valores y racionalidad productiva. Ética de una producción
para la
vida.
*Ética, valores, diversidad cultural y apropiación social de la
naturaleza.
*Ética del ser, los tiempos de la sustentabilidad en la
complejidad.
*La conciencia ecológica de los
pueblos.
*La participación y la democracia en la valoración del
ambiente.
*Justicia Ambiental y
sustentabilidad.
Conclusiones
Ponencia
presentada en el XII Encuentro Internacional Humboldt "El Capitalismo como
Geografía", La Rioja, Argentina - 20 al 24 de setiembre de 2010.
[4]
La palabra Naturaleza ocupa un lugar central en las discusiones sobre ambiente y
desarrollo en América Latin,
según Gudynas Eduardo, en Ediciones
Marina Vilte, Ctera.
[5]
Según García Canclini (1995), define al consumo como un conjunto de procesos
socioculturales por los cuales las personas se apropian y utilizan
productos.
[6]
En La ética de la Tierra. Ética y medio ambiente, Augusto Ángel y Felipe Ángel,
2001
[7]
Ley General Del Ambiente.