“La construcción de políticas
multilaterales referidas al comercio de productos agrícolas.
Primeras reflexiones a partir de un
proyecto de investigación interdisciplinario”
M Sc Elda Tancredi
División Geografía, Departamento Ciencias
Sociales
Universidad Nacional de Luján
Palabras clave: geografía del comercio internacional; crisis
alimentaria y pobreza; vulnerabilidades ambientales; proceso de negociaciones
multilaterales; acuerdo sobre agricultura
RESUMEN
Esta ponencia
refiere a las primeras reflexiones realizadas en el marco de un proyecto de
investigación interdisciplinario, en donde se propone un estudio exploratorio de
la situación del comercio internacional de productos primarios, en especial los
agrícolas, en el contexto actual de negociaciones del Acuerdo sobre la
Agricultura de la OMC. Este acuerdo tiene como expresa finalidad contribuir al
aumento de la liberalización del comercio, a partir de la aplicación de los
“tres pilares de la reforma del comercio de los productos agropecuarios” que se
refieren a los problemas vinculados con el acceso a los mercados, los subsidios
a la producción y los subsidios a la exportación. Estas negociaciones están en
el centro de las discusiones sobre la problemática del aumento de la pobreza y
crisis alimentaria global tal como
se manifiesta desde la Agenda 21 de la Cumbre de Río, los Objetivos de
Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas y la Declaración de Doha para el
Desarrollo, discusiones que llevan a replantear la relación entre el comercio y
el desarrollo.
La hipótesis
general es que luego de más de 60 años de negociaciones multilaterales
institucionalizadas en primer lugar en el GATT (Acuerdo General de Tarifas y
Comercio) y luego en la Organización Mundial del Comercio, que lo continúa, la
participación comercial de los tradicionales países exportadores de productos
agrícolas ha disminuido en forma constante (como se verifica en el caso de
América Latina en general y de Argentina en particular) mientras que a la par ha
ido disminuyendo la disponibilidad de alimentos en los países subdesarrollados y
agravando la pobreza mundial.
ABSTRACT
This report refers to the first reflections carried out in an interdisciplinary research project
which intends an exploratory study
of the situation of the international trade of primary products, specially the
agricultural ones, in the current context of negotiations of the Agreement on
Agriculture of the World Trade
Organization (WTO). This agreement
has the expresses purpose to contribute to the increase of the liberalization of
commerce, starting from the application of the "three pillars of the
reformation” of trade of agricultural products that refer to the problems of the
access to markets, the subsidies to the production and the export subsidies.
These negotiations are in the center of the discussions on the problem of the
increase of the poverty and global alimentary crisis just as it is manifested
from the 21 Agenda of the Rio Summit, the Global Millennium Objectives of
Development of United Nations and the Declaration of Doha for Development,
discussions that restate the relationship between trade and
development.
The general hypothesis is that, after more than 60 years of
multilateral negotiations institutionalized in the first place at the GATT
(General Agreement on Trade and Tariffs) and then at WTO, the commercial
participation of the traditional countries which exported agricultural products
has diminished in a constant form (like it is verified in the case of Latin
America in general and of Argentina in particular) while at the same time, it
has gone diminishing the food allowances in the underdeveloped countries and
increasing the world poverty.
INTRODUCCIÓN
Desde los procesos
de reconstrucción de posguerra en el siglo XX la división internacional del
trabajo emergente señala una profundización de la concentración de los flujos
comerciales Norte-Norte, con una pérdida constante de participación de los
denominados países del Sur. Como se señala desde el origen de la UNCTAD
(Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) y los reclamos de
PREBISCH por “comercio, no ayuda”, el
Acuerdo General de Comercio y Tarifas de 1947 y la Organización Mundial del
Comercio que lo continúa desde 1995, marcan indefectiblemente el crecimiento del
peso de los países industrializados y de sus productos dinámicos en detrimento
de los productos primarios en especial los agrícolas, manteniéndose a través de
las “distorsiones” comerciales una posición marginal de los países en
desarrollo, entre ellos los latinoamericanos. En este nuevo siglo se continúa
verificando, más allá de un momento fugaz de mejora de precios de algunos
alimentos y materias primas, el
deterioro de los términos del intercambio y una débil participación de los
países que fueran considerados alguna vez como los “graneros del mundo”.
Sucesivas medidas de protección y ayuda interna a la producción agrícola,
combinadas con negociaciones comerciales que se dan en un campo de juego de
poderes concentrados, son elementos clave para la construcción de una geografía
desigual del comercio internacional.
Esta ponencia
refiere a las primeras reflexiones realizadas en el marco de un proyecto de
investigación interdisciplinario, en donde se propone un estudio exploratorio de la situación del
comercio internacional de productos primarios, en especial los agrícolas, en el
contexto actual de negociaciones del Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC.
Este acuerdo tiene como expresa finalidad contribuir al aumento de la
liberalización del comercio, a partir de la aplicación de los “tres pilares de
la reforma del comercio de los productos agropecuarios” que se refieren a los
problemas vinculados con el acceso a los mercados, los subsidios a la producción
y los subsidios a la exportación. Estas negociaciones están en el centro de las
discusiones sobre la problemática del aumento de la pobreza y crisis alimentaria
global tal como se manifiesta desde
la Agenda 21 de la Cumbre de Río, los Objetivos de Desarrollo del Milenio de
Naciones Unidas y la Declaración de Doha para el Desarrollo, discusiones que
llevan a replantear la relación entre el comercio y el
desarrollo.
La hipótesis
general del trabajo es que luego de más de 60 años de negociaciones
multilaterales institucionalizadas, la participación comercial de los países
exportadores de productos agrícolas ha disminuido en forma constante (como se
verifica en el caso de América Latina en general y de Argentina en particular)
mientras que a la par ha ido disminuyendo la disponibilidad de alimentos en los
países subdesarrollados y agravando la pobreza mundial. Tres son los objetivos
generales perseguidos: estudiar la “crisis alimentaria global” y la
disponibilidad de alimentos en los países más pobres; analizar las tendencias de
la geografía del comercio internacional de productos agrícolas; analizar el
proceso de negociaciones multilaterales vinculadas con el Acuerdo de la
Agricultura de la OMC y su impacto sobre el desempeño comercial de los países
exportadores de productos agrícolas, especialmente de América
Latina.
Sobre la base de
análisis iniciales realizados en el marco de la asignatura “Geografía del
Comercio Internacional” dictada para la carrera de Licenciatura en Comercio
Internacional de la Universidad Nacional de Luján, y con la intención de
construir en el Departamento de Ciencias Sociales un nuevo espacio de reflexión
con el acople de diferentes perspectivas disciplinarias (como lo son en este
caso la Geografía, la Historia, la Economía y el Comercio Internacional) y como
espacio para la formación de alumnos de la Universidad (aquí de las
Licenciaturas en Información Ambiental y Administración), la problemática a
estudiar ha sido organizada en diferentes líneas temáticas para comenzar una
primera fase del proyecto. A estas líneas temáticas refieren los apartados
siguientes.
PRIMERA LÍNEA
TEMÁTICA: “Sobre las tendencias del comercio internacional y los productos
agrícolas: una aproximación descriptiva”
Se trata aquí de
describir la dinámica del comercio internacional desde el período de posguerra a
la actualidad, en sus transformaciones referidas a flujos regionales y
sectoriales de mercancías y servicios y sus complejas manifestaciones
espaciales. Refiere a uno de los objetivos
generales del proyecto: analizar las tendencias de la geografía del comercio
internacional de productos agrícolas
Después de la
Segunda Guerra Mundial, el comercio internacional entra en una larga etapa de
expansión sin precedentes en la que el comercio aumenta (en sus precios en
dólares), por término medio, un 6,2%, tasa mucho más alta que en el denominado
“primer episodio de globalización” (de 1850 a 1913). De acuerdo con los
datos oficiales disponibles de la OMC, el valor total comercializado
correspondientes al año 2008 (de mercancías y de servicios comerciales) es de
u$s 19.109 (miles de millones) donde el 80% corresponde a las exportaciones de
bienes y mercancías, y el 20%
restante a los servicios comerciales.
Como consecuencia
de la crisis internacional desatada desde mediados del 2008, en 2009 se produce
por primera vez desde 1982 la contracción de los volúmenes
comercializados. Sin embargo, según cifras de la OMC publicadas el 2 de junio de
2010, el valor del comercio mundial de mercancías vuelve a aumentar un 25% aproximadamente en los tres primeros
meses de 2010 en comparación con el mismo período de 2009, creciendo las
exportaciones mundiales un 27% por ciento, mientras que las importaciones
registran un crecimiento algo inferior, situado en el 24%. Ello se vincula al
impulso por la demanda de Asia y el aumento de los precios de los productos
básicos, en especial del petróleo, metales y energía.
El siguiente
gráfico refiere a la estructura de las exportaciones por tipo de producto
(mercancías y servicios) correspondiente al año 2009, donde se expresa
claramente la poco significativa participación de los productos agrícolas con el
7% del total comercializado mundial, en coherencia con la tendencia de largo
plazo.
Gráfico 1: Participación de los distintos bienes y servicios en el
comercio internacional 2008

Fuente: elaboración propia sobre datos de OMC “Estadísticas del
comercio internacional 2009” www.wto.org
Las principales
tendencias verificadas desde 1950 en la composición del comercio mundial de mercancías muestran un fuerte aumento de
la proporción de manufacturas y un marcado descenso de la de productos agrícolas
y minerales distintos de los combustibles. Así, la proporción de productos
agrícolas (incluidos los alimentos elaborados) disminuye desde un peso del 46%
en 1950 al escaso 7% de las exportaciones totales actual, siendo la variación
anual porcentual media en el volumen de los productos agrícolas es casi la mitad
del promedio para el período (solo 3,5% de variación)
Esta disminución
de la importancia de las materias primas y los alimentos en el comercio
mundial es consecuencia, entre
otros factores, de la tendencia normal de una economía en crecimiento con un
producto demanda-ingreso inelástica (ley de Engels). Como también expresa la
UNCTAD, “en el caso de las materias
primas e industriales, la demanda crece a menor ritmo que la renta por varias
razones, siendo las principales el cambio en los principales países consumidores
a una estructura económica basada en la producción y servicios que requieren
menos materia prima, la fabricación de sucedáneos sintéticos (en especial del
algodón, el caucho y la lana) y el descenso general de la cantidad de esas
materias primas en la producción industrial”. Pero por otro lado
han actuado un conjunto de medidas proteccionistas (amparadas por excepciones en
la liberalización del comercio) y el deterioro de los términos del
intercambio.
En el largo plazo
los precios reales de los productos básicos han sufrido una disminución
caracterizada por una inestabilidad significativa y están hoy en un nivel
histórico bajo. La conclusión original acerca del empeoramiento de la relación
de intercambio sustentada por Raúl Prebisch en la década del ´50 se mantiene
firme con independencia de los datos de precios de productos básicos que se usen
o de los deflactores que se escojan; verificándose la disminución constante de
los precios de algunos productos agrícolas, más allá de la coyuntural
recuperación, y la continuidad de la tendencia a la baja para los escenarios
futuros.
Las tendencias
actuales del comercio internacional posicionan a los productos de alta
tecnología (y no a los productos primarios) como los motores del crecimiento
real y sostenido de las regiones industrializadas, confirmando así lo que a
priori resultaría evidente: las industrias intensivas en tecnología son más
dinámicas y propicias para el crecimiento de las exportaciones. Este crecimiento
es consecuencia del aumento del comercio intra-industrial entre los países más
desarrollados, y se relaciona directamente con la convergencia en cuanto a
métodos y organización de la producción entre países con distintos niveles de
ingreso, aunque no se observa una convergencia de los niveles de ingreso entre
ellos.
Por su parte, el
análisis descriptivo de la geografía del comercio internacional por
regiones, más allá de leves
variaciones anuales, sigue consolidando la existencia de una concentración del
comercio mundial de mercancías en tres de las regiones del mundo: Asia (27,7% de
las exportaciones mundiales, siendo China el segundo exportador mundial
representando el 8.9% del total y Japón, que aporta desde el cuarto lugar el
4.9%), Europa (41%, con Alemania como primer exportador del mundo aportando el
9,1%, encontrándose además entre los diez primeros Países Bajos, Francia,
Italia, Bélgica y Reino Unido) y América del Norte (13%, con el aporte del 8% de
Estados Unidos, el tercer exportador, y de 2,8% de Canadá desde el undécimo
lugar) . Ellas son, además, las regiones en las que es mayor la parte
correspondiente a las manufacturas en las exportaciones totales de mercancías,
al corresponder más del 79.2, 76.8 y 68.2% de las exportaciones respectivas a
ese grupo de productos en el año 2008. Si bien en los últimos años las regiones
marginadas muestran un aumento de su participación, ello corresponde a sólo
algunos países de las mismas de alto dinamismo exportador y en conjunto
representan apenas el 18.3% del total mundial. Y a diferencia de lo señalado,
Oriente Medio, África y la CEI dependen en gran medida de los combustibles y los
productos de las industrias extractivas, pues más de dos tercios de sus ingresos
por exportaciones proceden de ese grupo de productos (72.5, 62.7 y 59.3%
respectivamente). Esta tendencia a la especialización se ha acentuado con el
aumento de los precios internacionales de los productos básicos. Es el caso de América del Sur y del
Caribe el que muestra una menor especialización, ya que el 26.2% de sus
exportaciones corresponde a Productos agrícolas, el 42.7% a combustibles y un
28.8% a manufacturas. Como se afirma desde la CEPAL: “América Latina y el Caribe muestra dos
patrones de especialización exportadora; uno que se caracteriza por el creciente
peso de las exportaciones de productos dinámicos (México y varios países de
Centroamérica y el Caribe), y otro por el predominio de productos basados en el
uso intensivo de recursos naturales, cuya participación en el comercio mundial
es poco dinámica (Sudamérica). A estos dos patrones, se puede agregar otro de
especialización basada en los servicios, esencialmente en el turismo y las
finanzas, sectores en los cuales los países caribeños poseen mayores
potencialidades”.
Otra de las
tendencias marcadas en el comercio internacional se vincula con los cambios
producidos en la geografía del comercio de los productos agrícolas: a) en 1955,
el 85 por ciento de las exportaciones mundiales de productos manufacturados corresponde a los países
industriales, pero la participación de estos países disminuye aproximadamente a
dos tercios en 2006; b) mientras que el porcentaje de exportaciones de productos
agrícolas de esos países (incluidos los alimentos elaborados) aumenta del 40% en
1955 a alrededor del 60% en 2006. En clara diferencia
con el modelo tradicional de la división internacional del trabajo consolidada
desde fines del siglo XIX, donde se articulaban de acuerdo con las ventajas
comparativas países industrializados exportadores de manufacturas, y países
subdesarrollados proveedores de materias primas dentro de un modelo económico
agroexportador, hoy el comercio mundial de productos primarios y por ende de
exportaciones de productos agrícolas se concentra en países altamente
industrializados. %). La concentración del comercio de bienes se manifiesta
claramente también para el caso de los productos agrícolas cuando se toman las
economías en forma individual y no ya
regionalmente, ya que alrededor del 80% de las exportaciones e
importaciones totales de productos
agrícolas se concentra en sólo 15 economías.
Mapa 1:
“Comercio de productos agrícolas. Participación regional y flujos
comerciales”

Fuente: “Pulseada
internacional por la agricultura” Atlas de Le Monde Diplomatique,
2006
SEGUNDA LÍNEA
TEMÁTICA: “Sobre las negociaciones comerciales en el marco de la Organización
Mundial del Comercio”
En esta segunda
línea, se avanza sobre el siguiente objetivo del proyecto de investigación:
analizar el proceso de negociaciones multilaterales vinculadas con el Acuerdo de
la Agricultura de la OMC y su impacto sobre el desempeño comercial de los países
exportadores de productos agrícolas, especialmente de América Latina. Para ello
se propone realizar un seguimiento permanente del proceso de negociaciones
vinculándolo específicamente a los productos agrícolas, a partir de los
documentos oficiales; identificar las diferentes posiciones llevadas adelante en
el Acuerdo sobre Agricultura por los países-miembro de la OMC, en función de sus
“grupos de intereses”, con referencia particular a los países de América Latina
y Argentina; identificar y analizar críticamente los principales argumentos
esgrimidos por los diferentes países y sus grupos de intereses compartidos en
estas negociaciones (por ejemplo, argumento de la “multifuncionalidad de la
agricultura”, argumento de impacto negativo de la suba de los precios en los
países importadores netos de alimentos –PINA-; argumento de mejoramiento de los
términos de intercambio en los países exportadores netos de alimentos).
En este sentido,
se sostiene que aunque la agricultura siempre ha formado parte del ámbito del
GATT (Acuerdo General sobre tarifas y comercio), se mantuvieron importantes
diferencias entre las normas aplicadas a los productos primarios agropecuarios y
las aplicadas a los productos industriales. El GATT de 1947 ha funcionado como
foro permanente para la discusión en temas del comercio internacional
promoviendo un conjunto de normas y principios que han facilitado su rápida
expansión desde la posguerra. Sus dos ideas centrales han sido que las
negociaciones comerciales debían realizarse en un marco multilateral y que la
protección debía ejercerse por medio de aranceles consolidados no discriminados,
es decir, por instrumentos relativamente transparentes que estén en consonancia
con el mercado. Pero desde su inicio presenta graves deficiencias, en especial
la vinculada con la no inclusión del sector agrícola. El proteccionismo agrícola
se ha amparado en los artículos XI y XVI del GATT que exceptúan a la agricultura
y a otras mercancías primarias de la prohibición de aplicar restricciones
cuantitativas y no arancelarias a las importaciones y de la prohibición general
de otorgar subvenciones a las exportaciones.
El resultado de
estas políticas ha sido la creación de una disparidad cada vez mayor entre los
precios vigentes en los mercados mundiales y los precios que perciben los
productores de los países protegidos. “Los subsidios y el proteccionismo elevan los
precios de los mercados protegidos, generan superproducción y una depresión
artificial de los precios en los mercados internacionales no protegidos. Como
resultado de estas distorsiones, países eficientes en la producción agrícola,
como la Argentina, ven reducir sus márgenes de ganancia y su participación en
los mercados” Así, desde la
segunda mitad del siglo XX se van estableciendo múltiples trabas al comercio
agropecuario; productos tales como los cereales, la carne, los productos
lácteos, el azúcar y una serie de frutas y legumbres y hortalizas fueron objeto
de obstáculos al comercio, con la utilización de subvenciones a la exportación
que no se hubieran autorizado para los productos industriales.
Desde su creación,
el GATT ha funcionado desde rondas de negociaciones comerciales multilaterales;
y ellas son continuadas con la OMC. La Ronda Uruguay (iniciada en Punta del Este
en 1986 y concluida en 1994) va a producir el primer acuerdo multilateral
dedicado al sector agrícola, cuya aplicación se extiende a lo largo de un
período de seis años, a partir de 1995 (10 años para los países en desarrollo).
El Acuerdo de la Ronda Uruguay incluye un compromiso de proseguir la reforma por
medio de nuevas negociaciones. Al
conjunto de normas y compromisos sobre la agricultura se lo suele denominar
también como “Programa de reforma de la Ronda Uruguay”, que incluye reducción de
las subvenciones y de la protección, así como otras disciplinas aplicables al
comercio. El Acuerdo sobre Agricultura
(“Agreement on Agriculture –AoA-”) que entra en vigencia en 1995 con
negociaciones iniciadas en el 2000 y todavía no concluidas, reconoce en su
preámbulo que el objetivo convenido a largo plazo del proceso de reforma es “establecer un sistema de
comercio agropecuario equitativo y orientado al mercado”.
Este acuerdo tiene
como expresa finalidad el
contribuir al aumento de la liberalización del comercio, a partir de la
aplicación de los “tres pilares de la reforma del comercio de los productos
agropecuarios”. Dichos pilares se refieren a los problemas vinculados con el
acceso a los mercados, los subsidios a la producción y los subsidios a la
exportación.
En el primer pilar de reforma del comercio
agrícola (el “acceso a los mercados”), los debates refieren principalmente al
problema de los aranceles y su progresividad (o crestas arancelarias en función
del aumento del valor agregado) que condena a los países en desarrollo a
exportar sin valor agregado
dificultando el desarrollo de la industria transformadora de los países
productores de materias primas; al elevado nivel de los aranceles aplicados fuera de los
contingentes y los propios contingentes.
El segundo pilar
de reforma del comercio agrícola se relaciona con los mecanismos de “ayuda
interna” (o subvenciones a la producción). Los objetivos clave de este pilar
apuntan a clasificar la ayuda interna y promover la reducción de la misma,
dejando al mismo tiempo un amplio margen a los gobiernos para que diseñen las
políticas agrícolas nacionales de
acuerdo con las circunstancias específicas de cada país y de cada sector
agropecuario y en función de las mismas. Los distintos tipos de subvenciones se
identifican en “compartimentos” designados con colores: compartimento verde
(subvenciones permitidas, que no
deben distorsionar el comercio o,
a lo sumo, hacerlo en
grado mínimo; deben estar financiadas con fondos públicos y no han de sostener
los precios internos); compartimento ámbar
(subvenciones que deben reducirse); compartimento azul (subvenciones que están
vinculadas a programas que limitan la producción), y un compartimento “de trato
especial y diferenciado” que incluye las exenciones para los países en
desarrollo. Entre las medidas
permitidas figuran los servicios comprendidos en programas gubernamentales de
investigación y lucha contra plagas y enfermedades, servicios de promoción
agrícola y asesoramiento, servicios de infraestructura (redes de suministro de
electricidad y agua potable, carreteras y medios de transporte, instalaciones
portuarias, entre otros) y de seguridad alimentaria, ayudas para la
reestructuración de la agricultura y pagos directos en el marco de programas
ambientales y de asistencia y desarrollo regional.
Las “subvenciones
a las exportaciones” constituyen el tercer pilar de la reforma del comercio
agrícola. Se ocupa tanto de las subvenciones a la exportación como de la
competencia de las mismas; el otorgamiento de créditos, garantías y
seguros a la exportación; la
ayuda alimentaria (por motivos
humanitarios); las empresas estatales exportadoras; y las restricciones e impuestos a
la exportación.
El gasto en apoyo
interno a la agricultura y subvenciones a la exportación notificado ante la OMC
(con valores de 1999) es de un monto de ayuda total de u$s199.864 millones,
donde los miembros de la tríada representan el 99% de los subsidios totales
mundiales. Por su parte la OCDE calculó que el valor de la ayuda a los productos
agrícolas en sus países miembros alcanzó en el 2000 la cifra de u$s 241.000
millones y de esta suma, el 63% correspondió al sostenimiento de los precios de
mercado, siendo los productos más beneficiados la carne, la leche, el arroz, el
trigo y el maíz. A modo de comparación puede considerarse que en el año anterior
(1999) el valor exportado total mundial de productos agrícolas fue de U$S
543.000 millones, siendo el valor exportado por Europa Occidental de la misma
cifra del monto de los subsidios, y la suma del valor exportado por América
Latina, África, Europa Centro Oriental-CEI y Oriente Medio fue inferior al 50%
de ese monto de subvenciones (ya que alcanzó la cifra de U$S 110.000
millones). El monto creció a un
total de U$S 388 mil millones en el 2004
En síntesis, los
elevados subsidios agrícolas que aplican los países industrializados provocan un
importante desequilibrio en el comercio internacional de productos agrícolas al
condicionar fuertemente el ingreso de productos provenientes de países en
desarrollo, que además deben afrontar numerosas barreras no arancelarias
(cuotas, licencias, requisitos técnicos, etc.) y subsidios que pueden llegar a
pesar más que los propios aranceles. Por otro lado, los subsidios aplicados son
muy superiores al monto total de la ayuda directa y asistencia oficial para el desarrollo
que los países industrializados otorgan a los países pobres, como se visualiza
en el siguiente gráfico:
Gráfico 2: Asistencia
oficial para el desarrollo por parte de los países del Comité de Asistencia para
el Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo
Económicos y apoyo agrícola
de los países de la OCDE, 2000, 2004 y 2006
(Miles
de millones de dólares de Estados Unidos)

Fuente:
Naciones Unidas “Objetivos de Desarrollo del Milenio. Informe 2008.
(P.46)
Se estima que la
completa liberalización comercial aumentaría los precios internacionales en
promedio 5,5% para los productos agrícolas básicos y 1,3% para los alimentos
procesados permitiendo a los países en desarrollo un aumento del 9% en su
participación en las exportaciones agrícolas mundiales. Pero no todos los países ganarían con la liberalización, en
especial por el efecto adverso que esto tendría en la seguridad alimentaria de
los países que son importadores netos de alimentos (PINA) y en aquellos más
pobres (PMA) donde la población vulnerable destina una parte importante de sus
ingresos a la alimentación. Pot ello las negociaciones incluyen el
establecimiento de una serie de mecanismos para asegurar que la liberalización
comercial no afecte negativamente la disponibilidad de alimentos en estos dos
grupos de países.
La complejidad de
la problemática y las desigualdades en las situaciones de los países hacen que
las negociaciones se desarrollen con dificultad y que se susciten sucesivos
fracasos. La ausencia de compromisos de los países industrializados en
avanzar el proceso de reformas de su sector agrícola determina la paralización
de los trabajos desde la Quinta Reunión Ministerial realizada en Cancún en el
2003. Luego de varios fracasos y
suspensión de las negociaciones (julio de 2006), en febrero de 2007 se reanudan
las negociaciones comerciales. Recién en diciembre de 2008 se distribuye un
último proyecto de texto revisado basado en las consultas realizadas a partir de
septiembre, tras las negociaciones del “Paquete de julio de 2008”,conteniendo
fórmulas para reducir los aranceles y las subvenciones causantes de distorsión
del comercio. El contexto de crisis del 2009 paraliza nuevamente las
negociaciones y se inicia desde la OMC un llamamiento permanente ante el
“fantasma del proteccionismo”. Hoy las negociaciones se han reanudado, sin
avances significativos.
En este contexto
de negociaciones, los países se agrupan para actuar conjuntamente valiéndose de
un solo portavoz o equipo de negociación. Las diferentes agrupaciones “por
intereses comunes” señalan las dificultades para arribar a acuerdos totalmente
consensuados. Las principales diferencias se expresan entre los interesados en
profundizar con relativa urgencia el proceso de liberalización iniciado con la
Ronda Uruguay y quienes, como la Unión Europea y el Japón, mantienen su posición
respecto de dar un tratamiento especial para el sector en virtud de su
“multifuncionalidad”. Los países latinoamericanos participan en 8 grupos diferentes de
negociación lo que señala las dificultades en proponer políticas consensuadas y
en lograr una posición fuerte conjunta. La diversidad de situaciones y la dificultad en generar un grupo
común para las negociaciones en el marco del Acuerdo sobre Agricultura son
elementos que comprometen además las posibilidades de la obtención de mejoras
comerciales para los países de la región.
TERCERA LÍNEA
TEMÁTICA: “Sobre la crisis alimentaria y la vinculación entre el comercio y las
desigualdades del desarrollo”
Respondiendo al
objetivo de vincular las discusiones comerciales con las diferentes estrategias
internacionales diseñadas para solucionar el problema de la crisis alimentaria y
el aumento de la pobreza a escala global, en especial con los denominados
Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, se inician los
análisis sobre esta tercera línea temática del
proyecto.
En el mundo
alrededor de 700 y 800 millones de personas padecen de hambre. Durante la Cumbre
Mundial Sobre la Alimentación en 1996, los líderes globales se comprometieron a
reducir este número en un cincuenta por ciento antes del 2015; y sin embargo,
hasta la fecha la extensión de la agricultura industrial, la concentración del
control sobre el comercio y la cadena alimenticia en un puñado de corporaciones
transnacionales y las políticas comerciales internacionales solo han exacerbado
la inseguridad alimentaria en los países del sur y han acelerado el crecimiento
de la agricultura industrial de altos insumos
externos.
Dos informes
recientes brindan argumentos que vinculan los aspectos del comercio
internacional con la reducción de la pobreza y la superación de la crisis
alimentaria.
Por un lado, la “Evaluación Internacional de la Ciencia y
Tecnología de la Agricultura para el Desarrollo”, un esfuerzo internacional
liderado por las Naciones Unidas, que reúne a gobiernos y sociedad civil
(involucra agricultores, ONGs, el sector privado y las instituciones de
investigación) en un programa de investigación de tres años sobre los sistemas
agrícolas alrededor del mundo. La evaluación,
aprobada en abril de 2008 por 57 gobiernos en Johannesburgo es “una explicación
aleccionadora del fracaso de la agricultura industrial. Hace un llamado por un
cambio fundamental en la manera en que hacemos agricultura, para tratar mejor
los precios crecientes de los alimentos, el hambre, las inequidades sociales y
los desastres ambientales”. Toma en cuenta el entorno político y económico en que la
agricultura se desarrolla, incluyendo cuestiones claves de la liberalización del
comercio y la globalización, el acceso a la tierra, la equidad de género y la
educación. Trata temas básicos, tales como: las políticas económicas básicas que
limita la acción de agricultores incluyendo el comercio, los subsidios y
endeudamiento; la ingeniería genética; la reducción de la pobreza rural; y la
necesidad de mejorar el acceso a alimentos para la gente pobre, versus solamente
aumentar la productividad agrícola, para efectivamente alimentar a una población
global creciente. Esta evaluación global independiente reconoce que la
agricultura tiene una diversidad de funciones ambientales y sociales y que las
naciones y pueblos tienen el derecho a determinar democráticamente sus mejores
políticas de alimentación y agricultura; y reclama por acuerdos urgentes de
comercio más equitativos y mayores inversiones en ciencia y tecnologías y en
intercambio de conocimientos que apoyen enfoques agroecológicos, en sectores
tanto de pequeña producción como de mayor escala.
Por otra parte, el
“Informe sobre
el desarrollo mundial 2008”, y en función del papel de la
agricultura para incentivar el crecimiento y reducir la pobreza, analiza las
diferencias en los “tres mundos” de la agricultura en los países en desarrollo.
Este informe contiene orientaciones destinadas a los gobiernos y la comunidad
internacional acerca de cómo diseñar y poner en práctica programas de
agricultura para el desarrollo que generen cambios positivos en la vida de
cientos de millones de personas pobres en zonas rurales. Debido a las
especificidades de cada uno de los “mundos”, se sostiene la necesidad de
formular diferentes políticas, en especial frente a la tendencia a la baja en
los precios internacionales de las exportaciones tradicionales como el café y el
algodón que constituye una amenaza a los medios de subsistencia de millones de
productores. Pero como se sostiene en el prefacio “el éxito de esta empresa dependerá de la
acción concertada de la comunidad internacional para enfrentar los desafíos que
se presentan. Debemos equiparar las condiciones para todos los actores que
participan del comercio internacional, brindar bienes públicos globales, como
tecnologías para los alimentos básicos de las zonas tropicales, ayudar a los
países en desarrollo a hacer frente al cambio climático y superar amenaza de
pandemias en plantas, animales y seres humanos. Están en juego los medios de
subsistencia de 900 millones de personas pobres en zonas rurales, quienes
también merecen ser partícipes de los beneficios de una globalización sostenible
e inclusiva” (p.XIV)
Más allá de los
programas de desarrollo frente al aumento de la pobreza en el mundo, las
desigualdades permanecen. Sólo a título de ejemplo, se incluye a continuación el
cuadro referido a las proyecciones de pobreza al año 2015, que indica una leve
disminución de la cantidad de personas con ingresos menores a U$S 1, pero el
aumento de aquellos cuyos ingresos no superan los U$S
2.

Fuente: Guadagni, a, (2004) “Comercio, desarrollo y pobreza”.
CEPAL.
Los datos
presentados señalan que en los 25 años (1990-2015) la extrema pobreza en Asia
disminuiría en 624 millones de personas (más de la mitad serían chinos). Pero la
miseria crecería en África y apenas disminuiría en América Latina. Si en 1990
por cada persona pobre en África o Latinoamérica había 3 asiáticos pobres, en el
año 2000 la relación disminuye a 1,70. Hacia el año 2015 habría 0,75 habitantes
de Asia en extrema pobreza por cada pobre en el resto del mundo. Para este
autor, “lo que sí es efectivo es que la
posibilidad de que los países incrementen las exportaciones agrícolas es de
hecho sólo un “potencial”, que debe ser complementado con medidas internas
vinculadas con la oferta, como el mejoramiento de la infraestructura que utiliza
el sector exportador (caminos, puertos, aduanas, etc.), y medidas relativas a la
demanda, que consideren prácticas de comercialización modernas y la creciente
sofisticación de los consumidores de los países industrializados, que pueden
tender a “diferenciar” los productos según su origen.” Las cuestiones pendientes en relación con
la agricultura en el ámbito internacional presentan dimensiones múltiples, que
no refieren solo al establecimiento de reglas justas para el comercio
internacional.
CUARTA LÍNEA
TEMÁTICA: “Sobre la vinculación entre el comercio internacional y el desarrollo
ambientalmente sustentable”
Esta cuarta línea
temática se fundamenta en que la problemática ambiental entra de pleno en los
procesos de negociaciones multilaterales a partir de la segunda Conferencia de
las Naciones Unidas sobre ambiente y desarrollo (Río 1992), donde uno de los
principales documentos emanados de esta Cumbre es el Programa de Acción conocido
como Agenda 21. La Agenda 21 establece en su Preámbulo, que frente a la
perpetuación de las disparidades entre las naciones y dentro de las naciones,
con el agravamiento de la pobreza, el hambre, las enfermedades y el
analfabetismo y con el continuo empeoramiento de los ecosistemas de los que
depende el bienestar, deben integrarse las preocupaciones relativas al medio
ambiente y al desarrollo para satisfacer las necesidades básicas, elevar el
nivel de vida de todos, conseguir una mejor protección y gestión de los
ecosistemas y lograr un futuro más seguro y más próspero. Concebido como un
programa dinámico, que puede evolucionar en función de los cambios de las
necesidades, circunstancias, capacidades y prioridades de los países y las
regiones, se definen diferentes áreas del programa describen las bases para la
acción, los objetivos, las actividades y los medios de ejecución.
En su Capítulo 2
“DIMENSIONES SOCIALES Y ECONOMICAS”, se afirma que “la reactivación y la aceleración del
desarrollo requieren un ambiente económico internacional dinámico y propicio,
así como políticas decididas a nivel nacional… el proceso de desarrollo no
cobrará impulso si … los países en desarrollo arrastran el lastre del
endeudamiento externo, si la financiación para el desarrollo es insuficiente, si
existen barreras que limiten el acceso a los mercados y si los precios de los
productos básicos siguen siendo bajos y las relaciones de intercambio de los
países en desarrollo siguen siendo desfavorables”. Por lo tanto debería
construirse un clima internacional para lograr los objetivos en la esfera del
medio ambiente y el desarrollo, por ejemplo a través del fomento del desarrollo
sostenible mediante la liberalización del comercio y logrando que el
comercio y el medio ambiente se apoyen mutuamente.
Entre otras líneas
de acción la Agenda 21 sostiene que un sistema comercial multilateral abierto,
equitativo, seguro, no discriminatorio y previsible, que sea compatible con los
objetivos del desarrollo sostenible y que conduzca a la distribución óptima de
la producción mundial sobre la base de la ventaja comparativa, redundará en
beneficio de todos los asociados comerciales. “Por otra parte, un mejor acceso a los
mercados de las exportaciones de los países en desarrollo, junto con unas
políticas macroeconómicas y ambientales apropiadas, tendría un efecto positivo
en el medio ambiente y, por tanto, haría una contribución importante al
desarrollo sostenible.” (AREA DE
PROGRAMA 2.5, A-Fomento del desarrollo sostenible mediante el comercio, bases
para la acción)
Y dado que, por un
lado, el sector de los productos básicos domina las economías de muchos países
en desarrollo con respecto a la
producción, el empleo y los ingresos de exportación, y por el otro una
característica importante de la economía mundial de los productos básicos en el
decenio de 1980 fue el predominio de precios reales muy bajos y en descenso para
la mayoría de los productos básicos en los mercados internacionales, se ha
producido una disminución importante de los ingresos obtenidos con la
exportación de productos básicos para muchos países productores. Por ello, la
capacidad de esos países para movilizar, mediante el comercio internacional, los
recursos necesarios para financiar las inversiones que requiere el desarrollo
sostenible puede verse obstaculizada por esta situación, así como por las
barreras arancelarias y no arancelarias, incluido el incremento de los
aranceles, que limitan su acceso a los mercados de exportación.
Por todo lo
descripto, la Agenda sostiene que “es
indispensable eliminar las distorsiones actuales del comercio internacional. El
logro de este objetivo requiere, en especial, una reducción considerable y
progresiva del apoyo y la protección del sector agrícola - comprendidos los
regímenes internos, el acceso a los mercados y los subsidios a las exportaciones
-, así como de la industria y otros sectores, a fin de no causar grandes
pérdidas a los productores más eficientes, especialmente en los países en
desarrollo”.
A ello se suma y
en el mismo sentido, la aprobación de la “Declaración del Milenio” en el año
2000, que inicia el compromiso de los países en lograr en el año 2015 los
llamados Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM), que envuelven las aspiraciones de desarrollo del mundo en su
conjunto representado valores y derechos humanos universalmente aceptados como
la lucha contra el hambre, el derecho a la educación básica, el derecho a la
salud y responsabilidad frente a las generaciones futuras, adoptando una visión del mundo
en la cual los países desarrollados y en desarrollo trabajarían juntos por el
bien común, en especial de los más desfavorecidos. A efectos de brindar un marco dentro del
cual se pudiesen medir los avances, esta visión se tradujo en 8 objetivos de
desarrollo del Milenio, 18 metas y 48 indicadores. En el año 2007 se revisó este
marco de seguimiento, a fin de incorporar cuatro nuevas metas acordadas por los
Estados Miembros en la Cumbre Mundial de 2005; se identificaron asimismo otros
indicadores para realizar un seguimiento de los avances hacia las nuevas
metas.
El último objetivo
tiene entre sus metas el desarrollar un sistema comercial más abierto,
atendiendo específicamente a las necesidades de los países en desarrollo y menos
adelantados. Ello incluye por ejemplo, el acceso sin aranceles ni cupos de las
exportaciones de los PMA. Entre los indicadores formulados para medir el logro
de esta meta se encuentran: la proporción del total de importaciones de los
países desarrollados procedentes de países en desarrollo y menos adelantados,
admitidas libres de derechos; los aranceles medios aplicados por países
desarrollados a los productos agrícolas y textiles procedentes de países en
desarrollo; la estimación de la ayuda agrícola en países de la OCDE como
porcentaje de su PBI; la proporción de la “Asistencia especial para el
desarrollo” destinada a fomentar la capacidad comercial.
En el Informe 2008
describe la siguiente situación: el
acceso a mercados de la mayoría de los países en desarrollo ha mejorado muy
poco; si bien varios acuerdos unilaterales que benefician a países en desarrollo
se han ampliado o convertido en acuerdos comerciales regionales o bilaterales,
no ha habido nuevas iniciativas de importancia para favorecer a los países en
desarrollo en su conjunto; excluido el armamento y el petróleo, la proporción de
exportaciones de países en desarrollo libres de gravámenes que acceden a los
mercados de países desarrollados en general no muestra variación desde 2004, e
incluso disminuye levemente en el caso de los países menos adelantados; la
proliferación de programas comerciales preferenciales entre países desarrollados
y países en desarrollo que no integran el grupo de países menos adelantados está
reduciendo el margen de preferencia que reciben las exportaciones de los países
menos adelantados a los mercados desarrollados; los subsidios agrícolas internos
de los países ricos sobrepasan el dinero destinado a asistencia para el
desarrollo.
Este informe
además, sostiene que “la crisis mundial
de los alimentos se debe en parte a los subsidios agrícolas internos y la
protección arancelaria de los países desarrollados, lo que durante muchos años
ha desmotivado la producción agrícola en los países en desarrollo…El apoyo
prestado por los países desarrollados a sus propios sectores agrícolas ha
continuado en momentos en que los países en desarrollo han promovido el cese de
todo respaldo público a la agricultura. Ello constituye un freno para la
producción agrícola en las regiones en desarrollo y debilita el objetivo general
de respaldo que tiene la asistencia oficial para el desarrollo” (p.
46)
La problemática de
la crisis mundial de los alimentos se articula también con las negociaciones
multilaterales vinculadas al cambio climático, la disminución de la diversidad
biológica y el aumento de la desertificación. En este sentido, resulta
importante también abordar la relación entre las amenazas ambientales y las
vulnerabilidades crecientes en los países en desarrollo. Por ejemplo, no sin
discusiones entre los expertos, se sostiene en las proyecciones al año 2025 que
el cambio climático probablemente genere una disminución de los rendimientos
agrícolas en la mayoría de los países (pero en especial en los
subdesarrollados), dadas las prácticas y variedades de cultivo actuales. El mapa
siguiente muestra la variación porcentual de los rendimientos en 11 cultivos
principales (trigo, arroz, maíz, mijo, guisantes, remolacha azucarera, batata,
soja, maní, girasol, colza) entre 2046-2055, en comparación con el período
1996-2046
Mapa 2. Variación
porcentual del rendimiento agrícola como consecuencia de variaciones climáticas
entre el presente y el 2050

OMC. “Comunicados de Prensa 2010, Press/604”
2 de junio de 2010.
Fuente: OMC ”Estadísticas del Comercio Internacional
2007”,
OMC (2004) “Negociaciones sobre
Agricultura” www.wto.org
A modo de ejemplo puede mencionarse que es frecuente
que los productos de los países de América Latina y el Caribe deban competir con
mercancías subvencionadas de los Estados Unidos, tanto en el mercado interno
como en otros mercados de exportación. Los programas de apoyo a las
exportaciones de los Estados Unidos facilitan las operaciones de exportación en
los países extranjeros mediante incentivos especiales, facilidades de crédito a
los posibles compradores e infraestructura en el exterior para el almacenamiento
de productos agrícolas estadounidenses.
Un aspecto muy importante del proceso de
negociaciones se vincula con el compromiso de las partes de la aceptación del
conjunto de los acuerdos como un “compromiso único” (conocido en inglés como “single undertaking”). Este compromiso
resulta esencial pues todos los temas incluidos en la agenda de negociaciones
deben ser acordados. El descuerdo en sólo uno de ellos implica el fracaso de
todo el proceso.
Los países que
aplican los mencionados obstáculos al comercio de productos agrícolas sustentan
su existencia a partir del argumento de la “multifuncionalidad de la
agricultura” con tres razones que explican el apoyo y la protección que conceden
a sus agricultores: asegurar la producción de alimentos suficientes para
satisfacer las necesidades del país; proteger a los agricultores de los efectos
de condiciones meteorológicas desfavorables y de las fluctuaciones de los
precios mundiales; y preservar a la sociedad rural. Un primer desarrollo de este
tema puede encontrarse en: TANCREDI, E. (2009) “La
multifuncionalidad de la agricultura como
argumento de restricción al comercio internacional. Su incidencia sobre
las exportaciones primarias latinoamericanas”. Segundo Congreso
de Geografía de las Universidades Nacionales. Universidad Nacional de La
Pampa
Los ocho ODM que han sido adoptados como un marco
para las actividades de desarrollo de más de 190 países en diez regiones, quedan
así desglosados en 20 metas y más de 60 indicadores. Ellos son: 1: erradicar la
pobreza extrema y el hambre; 2: lograr la enseñanza primaria universal; 3:
promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer; 4: reducir
la mortalidad de los niños menores de 5 años; 5: mejorar la salud materna; 6:
combatir el VIH/Sida, la malaria y otras enfermedades; 7: garantizar la
sostenibilidad del medio ambiente; 8: fomentar una alianza mundial para el
desarrollo.
Ponencia presentada en el
XII Encuentro Internacional Humboldt "El Capitalismo como Geografía", La Rioja,
Argentina - 20 al 24 de setiembre de 2010.