Chacarero: ¿un viejo concepto para un nuevo
sujeto agrario?

Stella Maris Shmite
Departamento de Geografía
FCH – Universidad
Nacional de La
Pampa
Resumen
Chacarero es un término que en nuestra región remite a un
productor agropecuario que dispone de una pequeña o mediana propiedad, que
emplea su fuerza de trabajo y además ocupa trabajadores transitorios y/o
permanentes, realiza las labores con maquinaria propia o recurre, en la mayoría
de los casos, a contratistas, dedicándose prioritariamente a la producción
mixta, es decir agricultura y ganadería.
Los chacareros conforman un sujeto histórico central en la
articulación del territorio pampeano, sin embargo, las transformaciones
económicas de las últimas décadas han modificado el modo de vida de estos
productores y se está desdibujando en la comunidad rural la figura del
chacarero. Se han desencadenado procesos de diferenciación social y diversidad
de estrategias de permanencia en un contexto donde la tendencia dominante es la
desaparición de los chacareros.
El propósito de este artículo es presentar algunas consideraciones
relacionadas con la conceptualización de los chacareros, dejando abierta la
posibilidad de discusión y profundización del
análisis.
Palabras
clave:
chacareros – territorio – transformaciones
Abstract
“Chacarero” is a word
used in our region to name an agricultural producer who owns a small or
medium-sized property, who works on his farm himself, and who hires temporary
and/or permanent workers. In our region “chacareros” give priority to mied
farming. A “chacarero” uses his own
agricultural machinery or hires, un most cases, contractors.
“Chacareros” are
considered historical character central to the territory of La Pampa. However, the economic
transformations that have taken place over the last decades have changed the
lifestyles of these producers, and the image in the rural community is being
erased. Processes of social differentiation and diverse strategies to remain on
the land have been unleashing in a context where “chacareros” extinction has become a
grouting tendency.
The purpose of this article is to provide some considerations
related to the concept of “chacarero”,
leaving open the possibility of debate and deeper
analysis.
Key
words:
chacareros – territory - transformations
Introducción
Los cambios
sociales actuales en el espacio rural en estudio pueden identificarse a través
de dos indicadores básicos: a) la reducción de la cantidad de pequeñas y
medianas explotaciones rurales (los datos comparativos de los Censos
Agropecuarios de 1988 y 2002 muestran la existencia de 877 explotaciones
agropecuarias menos) y, b) la disminución de la población rural acompañada por
la migración de la mayoría de los productores a los centros urbanos (se registra
una disminución de 8.748 habitantes rurales entre 1991 y 2001). Sólo el 5,9 % de
la población vive en el campo en los departamentos que constituyen el espacio
agropecuario de mercado (este y centro este de La Pampa)
Estas
transformaciones van desdibujando el “modo de vida” de los chacareros. Ellos
fueron sujetos sociales característicos del campo pampeano y desempeñaron un rol
importante en la configuración del territorio rural. El objetivo de esta
ponencia es abordar algunas características de los chacareros desde distintas
perspectivas y dejar planteados interrogantes respecto a la definición de
“chacareros” en el contexto actual del proceso de transformaciones territoriales
que se expresa en diferentes escalas.
La primera cuestión
que surge es la pregunta ¿Qué es un chacarero? ¿Cómo definir este sujeto social
que constituye un productor rural característico de la llanura oriental de
La Pampa y de la
región pampeana en general? La
búsqueda de respuestas a estos interrogantes implicó incursionar en numerosos
autores lo que permitió advertir la disparidad de criterios para conceptualizar
a los chacareros.
El chacarero suele
ser considerado campesino, campesino de tipo capitalista, campesino emergente,
productor familiar capitalizado, farmer, productor directo dependiente de la
clase terrateniente, pequeño productor capitalista, etc., etc. Esta variedad de
denominaciones merecería una profunda discusión debido a que no designan a un
mismo sujeto social e incluso hasta son categorías contradictorias en algunos
casos.
Autores como Pucciarelli (1986) o Barsky (1988) entre otros,
abordan la heterogeneidad de la estructura agraria de la región pampeana,
situación a considerar al momento de analizar los sujetos sociales que
interactúan en el espacio agropecuario de La Pampa, pues en el contexto de dicha
heterogeneidad no todos los sujetos sociales agrarios son chacareros ni todos
los chacareros presentan iguales características. Al respecto es interesante la
afirmación de M. Posada quien, en un análisis crítico de las diferentes
denominaciones y tipologías relacionadas con los campesinos argentinos,
dice
“Nos parece mucho más fructífero – y metodológicamente adecuado –
emplear en los análisis la categoría “pequeños productores”. Como indicamos,
tampoco es un concepto teórico, pero su uso nos evita cargar con lo que acarrea
“lo campesino”. Su delimitación incluye a todos aquellos sujetos que manejan
unidades productivas cuya significación es sumamente limitada, o nula, por ser
muy pequeñas o semiproletarias y un techo indicado algo más ambiguamente, que
para Murmis es un nivel que evita basar a la unidad en la renta de la tierra y
para Piñedo y Llovet es la capacidad de comprar trabajo asalariado y comenzar a
acumular. Dentro de este espectro, los pequeños productores realizarán una
amplia gama combinatoria de trabajo familiar y tierra; siendo éstos dos factores
productivos los ejes que se toman para delinear las numerosas definiciones de
campesinos, tanto en forma genérica como en el caso particular de nuestro país”
(Posada, 1996: 6).
La primera
certeza, y de acuerdo con M. Posada, es que los chacareros son pequeños
productores. Para desarrollar la conceptualización de los chacareros considero
que se debe partir de un enfoque que integre los aspectos económicos,
históricos, sociales y culturales. El desarrollo del capitalismo en el agro
argentino a dado lugar a numerosas investigaciones desde la perspectiva de
múltiples disciplinas, sin embargo, y por eso mismo, no se especifica una
categoría estricta y pura para cada sujeto agrario identificado, sino más bien
se plantean situaciones homogéneas, generalizables, pero imprecisas y hasta
contradictorias. Un factor que explica esta complejidad y las dificultades de
categorización están dadas por la particularidad que presenta cada territorio,
entendido no como límites jurídicos interprovinciales o estatales, sino como
lugares con identidad propia, identidad definida a partir de la particular
interacción del medio social y natural en un lugar determinado del espacio
geográfico. Teniendo en cuenta esto, los chacareros de Santa Cecilia estudiados
por Archetti y Stolen no tienen iguales características que los chacareros de
La Pampa.
Sin embargo, se pueden
extrapolar algunos criterios de análisis utilizados por dichos
autores.
Analizadas las explicaciones de Kristi A. Stolen (2004), comparto
la idea de considerar a los chacareros como sociedades pos-campesinas. Esta
autora señala que:
“La economía
campesina no crece ni se expande; mientras que la economía de los
chacareros, debido a su particular articulación con el capitalismo se
caracteriza precisamente por la expansión y el crecimiento... Nuestra hipótesis
fue que la acumulación de capital como tal puede no ser necesariamente una
característica de la economía chacarera y en este sentido, planteamos el
siguiente interrogante: ¿Es quizás que los chacareros, como productores
familiares, intentan lograr un excedente que les permita la reproducción de sus
chacras y hogares, y un “estilo de vida” en un ambiente crecientemente
capitalista? (Stolen, 2004:21).
Para Eduardo Archetti (Archetti y Stolen, 1975) la diferencia
fundamental entre una economía campesina y una economía pos-campesina radica en
la acumulación de capital. El autor incorporara un concepto nuevo y propone
utilizar la palabra inglesa “farmer” porque considera que tiene la ventaja de
que en antropología social se sabe que un campesino es algo diferente a un
“farmer”. De esta manera, un “farmer”
“(...) es un productor que combina trabajo doméstico y trabajo
asalariado y que acumula capital, lo que permite, en un lapso significativo,
ampliar el proceso productivo aumentando la productividad del trabajo” (Archetti
y Stolen, 1975:149).
Siguiendo con Archetti,
“En la economía pos-campesina el productor doméstico puede
acumular capital sistemáticamente, lo que se manifiesta en una adecuada tasa de
reposición de tecnología, mayores inversiones productivas y, por lo tanto,
una expansión de sus actividades económicas, inversiones no productivas (por
ejemplo en educación de sus hijos), aparición de organizaciones económicas
cooperativas y un acelerado proceso de diferenciación social intraclase”
(Archetti y Stolen, 1975: 123).
La economía de los colonos del norte de Santa Fe debe ser pensada a
partir de esta tipología, de acuerdo a la propuesta de E. Archetti. Considero
que las características asignadas a este tipo de productor santafesino, pueden
aplicarse a los “chacareros” de La
Pampa.
2. Articulación de los
factores de producción
(tierra-capital-trabajo)
En
relación con el concepto de capital, E. Archetti haciendo
referencia a lo formulado por Firth sostiene
que
“el capital constituye un stock de bienes y servicios que se
retiran del consumo inmediato con el objeto de incrementar el consumo en el
futuro a través de la producción. El capital puede visto a través de 1) recursos
productivos, 2) dinero que permite el aumento del control de compra y 3) fondo
de inversión. En la economía campesina es posible distinguir y medir esos tres
tipos de capital; capital constante en equipos y herramientas además de la
tierra, capital – dinero para satisfacer las necesidades de consumo y para
reiniciar el ciclo productivo. Estas tres manifestaciones del capital en la
economía campesina son, por así decirlo, precapitalistas, es decir son previas a
la aparición del capitalismo (...) El capital como tal aparece cuando el dinero
permite comprar una mercancía de otro tipo: la fuerza de trabajo de terceros.
Para ello se necesita que el ciclo M-D-M, típico de la economía campesina, sea
reemplazado por el ciclo D-M-D” (Archetti y Stolen, 1975:
136-137).
La articulación del modo campesino de producción con el sistema
capitalista es analizada detalladamente en el texto “Antropología y Marxismo” de
A. Palerm. Este autor realiza un análisis crítico de la aplicación de la fórmula
de Marx sobre el modo de producción
campesino articulado a un sistema dominado por el capitalismo; es decir, la
formula M-D-M (Mercancías que se venden
para obtener Dinero y comprar otras Mercancías). Sostiene Palerm que esta
fórmula responde a una etapa precapitalista donde el dinero y el mercado son
importantes, pero el capital no domina el sistema ni tampoco la producción. Esta
fórmula es aplicable a campesinos o
artesanos.
Cuando
existe cierta articulación con el sistema capitalista, la fórmula se transforma
(D-M-D) porque la acumulación capitalista se
desarrolla fuera del proceso y nunca dentro de él. La función D tiene un doble
aspecto. Para el productor campesino el dinero es sólo un medio para realizar
intercambios. Sin embargo, para quienes están inmersos en el sistema de
producción capitalista, el dinero, además de ser un medio para realizar
intercambios, es el medio necesario para realizar los valores y transformarlos
en capital.
Según Palerm, existen dos momentos en que la
articulación del modo campesino de producción con el capitalismo permite la
realización de valores y la acumulación de capital: 1) cuando la mercancía
vendida entra en la circulación capitalista y es consumida o usada para la
producción; y 2) cuando la mercancía adquirida sale de la circulación
capitalista para entrar en el ciclo de reproducción campesina. Los dos momentos
están mediados por el dinero, pero este es distinto en cada circunstancia: en el
momento 1) es medio de cambio; en el momento 2) es medio de acumulación. Para
Palerm, esto demuestra que existe un intercambio desigual de valores en
beneficio del sistema capitalista y que la acumulación de capital se realiza a
expensas de los modos de producción no capitalista.
Siguiendo con el texto de Palerm, hay un aspecto
más a considerar. El campesino no solo es productor de mercancías (que ingresan
al sistema capitalista) y comprador o consumidor de mercancías producidas por el
sistema capitalista; también es productor de su propia subsistencia, es
productor de mano de obra efectiva y potencial (reserva) para el modo de
producción capitalista y es reproductor ampliado de la fuerza de trabajo en
general. Es evidente que el trabajo asalariado (proveniente de la fuerza de
trabajo del modo de producción campesina) esta creando valores dentro del
sistema capitalista. En este punto hay que tener en cuenta que cuanto más
productos circulan del modo de producción campesino al capitalista, menos
trabajo asalariado podrá extraerse, y viceversa. Sostiene Palerm que este
proceso constituye la forma principal que asume la extracción de excedente del
campesinado (mercancías y trabajo asalariado) y agrega determinadas
características:
“(…)
a medida que la empresa capitalista penetra y domina el campo concentrando la
propiedad y la producción, no sólo reduce las posibilidades de producción del
modo campesino (su producción de M`), sino que requiere cantidades crecientes de
mercancías - trabajo, trabajo que
de todas maneras ya no puede emplearse en producir M` por escasez de tierra o
falta de mercado.
Sin
embargo, las características técnicas de la mayoría de las empresas agrícolas
capitalistas exigen, no una gran fuerza de trabajo permanente, sino una reserva
de fuerza de trabajo para ocuparla estacionalmente. De ahí surge una nueva
contradicción, esta vez en el plano de la reproducción ampliada del capitalismo
en el campo.
Es
decir, el modo capitalista sólo puede seguir creciendo si elimina al modo
campesino de la esfera de la producción y se apodera
del control de los recursos (sobre todo tierra y agua), y a la vez mantiene
el modo campesino para obtener de él la fuerza de trabajo no permanente.
Esta paradoja establece un límite
tanto al proceso de proletarización del campesinado (MT creciendo contra M`),
como a la expansión del capitalismo en el campo (modo capitalista creciendo
contra modo campesino)” (Palerm,
1980:208).
El análisis de Palerm y especialmente la cita
anterior, merecen una mayor discusión porque deja abiertos interrogantes. Si
pensamos en el comportamiento de la relación chacareros – capitalismo es valido
preguntarse si, originalmente ¿la fuerza de trabajo de las unidades de
producción chacareras formó parte de la circulación hacia el modo capitalista de
producción, como asalariados directos? No olvidemos que entre los sujetos
agrarios, también había trabajadores o peones rurales que no eran chacareros.
El proceso productivo que se pone en marcha en
La Pampa a
partir de la finalización de la
Campaña al Desierto (1880) interrelaciona los factores
productivos (tierra - trabajo - capital) de modo particular. La “chacra” se
constituye en la unidad de producción donde el chacarero y su familia
desarrollan las actividades productivas, orientadas predominantemente a la
agricultura en las primeras décadas del siglo XX (monocultivo de trigo). Puede
decirse que en la chacra la
organización social de la unidad doméstica coincide con la organización
económica, ambas son una misma cosa.
La chacra coexiste con la estancia, una unidad de
producción de mayor escala y orientada a la producción ganadera. La escala y la
producción son dos criterios básicos de diferenciación entre la chacra y la
estancia. Se podrían agregar otros.
Al
hablar de producción
hay que tener en cuenta que es un concepto puramente cuantitativo. Está
determinada por las demandas del mercado, sujeta a otros factores (naturales y
económicos) y constituye una fase decisiva del capitalismo agrario. Difiere del
concepto de modo de
producción, el
cual refiere a la forma en que se organizan los factores del proceso productivo
(tierra – capital – trabajo).
En La
Pampa (este y centro-este) se organizó un modo de producción
donde los factores que lo estructuraron (formas de propiedad, organización de la
producción, incorporación tecnológica, relaciones con la mano de obra requerida,
canales de comercialización tanto para la compra de insumos como para la venta
de productos, etc.) dependían directamente de una organización capitalista de
mayor escala. La lógica de funcionamiento de las unidades de producción
“chacareras” estuvo desde sus inicios condicionada por la lógica de
funcionamiento del modo de producción capitalista (modelo agroexportador).
Con respecto a la relación de los chacareros con el capital surgen
varias consideraciones, todas de vital importancia para comprender la compleja
trama de la producción y reproducción social (las que quedaran pendientes de
análisis en este trabajo). Los
distintos autores analizados hacen referencia a las consideraciones de Chayanov
en torno a la hipótesis del equilibrio entre trabajo y consumo, que
condicionaría el esfuerzo productivo de la familia a lo largo de su ciclo de
vida. En referencia a esta hipótesis, Mario Torres Adrián (1985) afirma
que
“La hipótesis señala el funcionamiento de un mecanismo de
reproducción social por el cual se interrelacionan la actividad de reproducción
material, la dinámica demográfica a nivel micro y los niveles de necesidad de la
familia. Tanto la especificidad de su modus operandi, como parte de la
diferenciación social que se observa en la población campesina, tendrían su base
en dicho mecanismo” (Torres Adrián, 1985:27).
Esto nos indica que los estudios de Chayanov tempranamente
advirtieron la importancia que tenía para el funcionamiento de la economía
campesina la relación de la tierra cultivada con el tamaño y composición de la
familia. Siguiendo con Torres Adrián,
“Dentro del proceso de reproducción social se hace necesario
distinguir analíticamente entre las formas de producción de los bienes
materiales para la subsistencia y las formas de reproducción de las fuerzas de
trabajo. El proceso de reproducción social los abarca a ambos, por cuanto
comprende el conjunto de actividades sociales que al darse de manera recurrente
en el tiempo permiten a nivel individual la existencia social (un modo de vida)
y a nivel social la supervivencia y desarrollo de la sociedad (una historia).
Este proceso abarca así las dos dimensiones básicas (aunque no suficientes) para
la vida social: una dimensión económica (reproducción social de lo material) que
abarca los bienes de subsistencia; y una dimensión demográfica (reproducción
social de lo biológico) que otorga los recursos humanos
permanentes.
Se trata básicamente de un fenómeno societal, históricamente asentado en
la división social del trabajo, pero que se refleja a nivel individual y, sobre
todo, familiar, por ser el individuo y la familia unidades componentes
esenciales de la sociedad. Por su carácter intrínsicamente histórico, su
análisis sólo es posible a partir de la caracterización básica de la forma en
que una sociedad está organizada” (Torres Adrián, 1985: 44).
Teniendo en cuenta estas afirmaciones de T. Adrián, el análisis de la
reproducción social de los chacareros de La Pampa está necesariamente ligado a la
interpretación del proceso histórico de construcción social del
territorio.
Las formas de reproducción de la fuerza de trabajo familiar quedan
involucradas directamente en el “mercado de trabajo” ya sea como trabajo
productivo o no, es decir aunque genere plusvalía o no, tanto en actividades
agrícolas como no agrícolas (Torres Adrián, 1985). Al respecto resulta oportuno
incluir la siguiente cita de Marx,
“Dentro del capitalismo, sólo es productivo el obrero que produce
plusvalía para el capitalista o que trabaja por hacer
rentable el capital...el concepto de trabajo productivo no entraña simplemente
una relación entre la actividad y el efecto útil de ésta, entre el obrero y el
producto de su trabajo, sino que lleva además implícita una relación
específicamente social e históricamente dada de producción, que convierte al
obrero en instrumento directo de valorización del capital”. Karl Marx, El
Capital, México, FCE, Tomo I, cap. XIII, p.426 (en Torres Adrián,
1985:45).
Refiriéndose al “valor” del trabajo familiar de los chacareros de
Santa Cecilia, K. Stolen plantea algunas consideraciones factibles de aplicar a
los chacareros de La
Pampa,
“Debido a su alto nivel de integración dentro de un sistema
económico capitalista, los chacareros deben ahorrar e invertir para que sus
unidades de producción sean viables y así mantener su estilo de vida y consumo,
principal objetivo de toda empresa familiar. Los chacareros de Santa Cecilia
producen excedentes que no son consumidos sino utilizados como inversiones
productivas. Este excedente, sin embargo, no es idéntico a una ganancia en el
sentido capitalista en tanto es, en parte, un producto de la “auto-explotación”
del trabajo familiar. Observamos, por ejemplo, que el chacarero no contaba el
valor de su trabajo y el de otros miembros de la familia como costo de
producción. En consecuencia, aquello que definía como excedente, en muchos casos
no llegaba a cubrir los costos de trabajo familiar, si hubieran puesto precio al
trabajo” (Stolen, 2004:24).
Esta cita de K. Stolen conlleva a poner en consideración la siguiente
inquietud. El desplazamiento de la familia al pueblo e incluso, la migración del
titular de la unidad de producción (el chacarero) ¿puede considerarse una de las causas
por las que las chacras dejaron de ser viables? Lo cierto es que la fuerza de
trabajo familiar es un componente que esta ausente actualmente en la unidad de
producción. Así como K. Stolen afirma que los chacareros de Santa Cecilia no
incluían los “costos” del trabajo propio y de la familia como costos de
producción, hoy los “costos” sí forman parte de los costos de producción porque
se contrata mano de obra asalariada para todas, o casi todas, las tareas a
realizar en el campo.
3. Formación, persistencia y
crisis
El proceso histórico de construcción social del “espacio agropecuario
de mercado” de La
Pampa, no está desarticulado de la conformación de los
chacareros como sujetos sociales que desempeñaron un rol destacado en la
articulación de las relaciones productivas y reproductivas de la comunidad rural
desde principios del Siglo XX. Los chacareros son producto de la particularidad
del proceso histórico de construcción del territorio, territorio que es el
resultado de la interacción
multiescalar (local, nacional e internacional).
Recordemos que junto con los chacareros, otros sujetos sociales
estaban presentes en el espacio rural, como los trabajadores rurales, los
terratenientes y las empresas colonizadoras, entre otros. Es importante conocer,
explicar e interpretar el proceso de construcción social de los “chacareros de
La Pampa” en
tanto se conforman en relación con otros sujetos sociales, en un espacio
geográfico específico y en un momento histórico también específico, algo más
reciente que el proceso de ocupación y puesta en producción de las tierras en el
resto de la llanura pampeana (Buenos Aires, sur de Córdoba, Santa Fe y Entre
Ríos).
La definición y caracterización del “chacarero” debe realizarse desde
una perspectiva dinámica e histórica, es decir, teniendo en cuenta el proceso
permanente de construcción y reconstrucción social del territorio en el marco de
las transformaciones socio-económicas del espacio agrario de la pampa argentina.
El chacarero de principios de siglo indudablemente no tiene iguales
características que el chacarero actual, considerando que aún es posible
identificarlos. Al respecto, Javier Balsa (2006) hace referencia a la
construcción social de un conjunto de rasgos propios de un modo de vida,
donde
“(…) el mundo rural que se construyó durante la
expansión agrícola fue un mundo eminentemente chacarero, pues la profesión de
agricultor estaba asociada con un modo de vida chacarero. Aunque diferenciados
en la dotación de recursos, la mayoría de los productores pequeños y medianos no
se distinguían demasiado en sus modos de vida. Se constituyó, de esta forma, un
modo de vida rural asociado fuertemente con la profesión de agricultor, e
incluso con el concepto más vasto de productor agropecuario,, se dejamos afuera
de esta categoría a los terratenientes, tanto locales como nacionales” (Balsa,
2006: 73).
De este modo, en la pampa argentina, se fue construyendo un sujeto
social (el chacarero) que combinaba los rasgos campesinos (que los inmigrantes
europeos trasladaron a estas tierras) con sus expectativas de ascenso social, en
el contexto de las limitaciones y oportunidades que brindaba la región pampeana.
En este territorio rural se fue consolidando un modo de vida que permitía
sostener las expectativas de ascenso social, que si bien no aseguraba el acceso
a la propiedad de la tierra en todos los casos, permitía al menos, salir de la
subordinación campesina tradicional. En este sentido, afirma J.
Balsa
“La austeridad, el ahorro y la reinversión en
maquinarias o tierras (en arriendo, o eventualmente en propiedad) guiaban la
economía familiar en la búsqueda de un lugar en la sociedad pampeana” (Balsa,
2006: 74).
Sostiene W. Ansaldi (1993) que el punto de partida para interpretar a
los chacareros es comprender la especificidad del capitalismo agrario argentino,
que está conformado por una serie de aspectos distintivos entre los que se
destacan: a) la fertilidad de las tierras de la llanura pampeana; b) de lo
anterior se desprende la elevada renta diferencial de las mismas; c) las
características específicas del proceso de apropiación y distribución de las
tierras; d) la formación y las cualidades de los terratenientes; e) las
relaciones productivas y la combinación agricultura-ganadería; f) la ausencia de
“campesinos” en la región pampeana; g) la existencia y las características de
los chacareros como sujetos sociales agrarios y h) la debilidad estructural del
proletariado rural. Considero necesario afirmar que para el este y centro-este
de La Pampa,
estos aspectos tienen algunas particularidades distintivas respecto a los rasgos
enunciados por W. Ansaldi para la región pampeana, por tratarse de un espacio
marginal.
El chacarero originalmente fue un colono que en sus comienzos fue
arrendatario o mediero, dedicado de modo dominante a la agricultura en sus
comienzos, pero que evolucionó hacia la conformación de un tipo de productor
dedicado a la agricultura y la ganadería, conformando una organización
productiva característica del espacio geográfico analizado, pues se trata de un
espacio marginal a la fértil llanura pampeana argentina, donde la producción
mixta (agricultura-ganadería) resultó ser la más adecuada desde el punto de
vista agroecológico. Para W. Ansaldi:
“Los chacareros son y se hacen. Que los
chacareros son quiere decir que son chacareros; por tanto, no son campesinos ni
colonos ni farmers ni ningún otro sujeto social agrario. Los chacareros son
productores rurales – básicamente agricultores, aunque también hay ganaderos y
quienes combinan ambas condiciones – arrendatarios y/o medieros, que emplean su
propia fuerza de trabajo (personal y familiar) y tienden a comprar - sobre
todo, pero no sólo, esporádicamente
o estacionalmente – fuerza de trabajo asalariada, emplean tecnología propia o
alquilada a empresas contratistas y se apropian de una masa de plustrabajo que
a) transfieren como renta al propietario de la tierra y/o b) acumulan cierto
nivel de excedente bajo la forma de ganancia, es decir, se capitalizan o, si se
prefiere, acumulan capital” (Ansaldi, 1993 :76).
Desde una perspectiva dinámica de análisis no deben dejarse de lado
los procesos actuales de diferenciación social. Refiriéndose a la situación en
España, D. Comas d´Argemir sostiene que la evolución reciente de la
agricultura
“(…) se caracteriza por la desaparición de
numerosas explotaciones agrarias, que viene acompañada de un incremento en la
dimensión media de las existentes. Constatamos también que la mayor parte de
ellas son de tipo familiar” (Comas d´Argemir, 1998:96).
La misma autora señala que se desarrollan dos procesos que en
apariencia son contradictorios: persistencia y crisis. Es posible afirmar que en
el contexto de la unidad de análisis, el espacio agropecuario de mercado de
La Pampa, se
identifican procesos similares.
La persistencia de la producción familiar es un proceso que se
relaciona con el hecho de que las grandes empresas capitalistas vinculadas a la
agricultura transfieren la producción directa y los riesgos inherentes a la
actividad a los productores individuales. De este modo las unidades de
producción familiares cubren aquellos nichos de producción que no le interesa a
las grandes empresas. Esto constituye una ventaja competitiva para la
explotación familiar pero también marca sus límites: aplicar innovaciones
técnicas, incrementar la superficie cultivada, realizar constantes inversiones,
etc. En este caso, sostiene C. D´Argemir,
“(...) los medios de producción se capitalizan aunque la fuerza de
trabajo siga siendo familiar. Esta dinámica modifica el sistema de clases
sociales, pues genera procesos de diferenciación social entre los agricultores”
(Comas d´Argemir, 1998: 97).
En relación con el otro aspecto, la crisis de las explotaciones
familiares, Comas d´Argemir, a partir de una cita de Godelier hace referencia a
algunos elementos de la crisis de las explotaciones familiares. Al respecto,
sostiene que
“(...) derivan del proceso de
diferenciación social y de la situación marginal en que van quedando algunas
explotaciones, Pero es que, además, los agricultores no producen ellos mismos
los elementos materiales de su existencia, por lo que las condiciones de su
reproducción se subordinan a la lógica capitalista. Efectivamente, no sólo
dependen del mercado para vender sus productos, sino también para producir. El
acceso a nuevas técnicas agrícolas y ganaderas, la necesidad de créditos y la
falta de control sobre los precios origina relaciones de dependencia respecto al
capital industrial, financiero o comercial. Así pues, el capitalismo suministra
a las explotaciones agrícolas las bases materiales necesarias para su existencia
y domina sus condiciones de reproducción (Godelier, 1987)” (Comas d´Argemir,
1998: 98).
Factores estructurales y coyunturales se combinan en la explicación
de la persistencia y la crisis de las explotaciones agrarias familiares. Acuerdo
con D. Comas d´Argemir cuando afirma que en el análisis de las formas de
producción hay que tener en cuenta la dinámica de formación de clases y los
mecanismos que inciden en los procesos de diferenciación social de los sujetos
sociales agrarios.
4. Cultura e
identidad
El
análisis del proceso histórico muestra que el “chacarero” construyó su espacio
de pertenencia territorial teniendo como objetivo la posesión de la tierra.
Sostienen M. Bonaudo y E. Sonzogni (1998) que la chacra como unidad de
producción puede adoptar diferentes apariencias de acuerdo a la relación entre
propiedad y tenencia, pero es innegable la relevancia que adquiere el análisis
de esa unidad de producción en cuanto a su cualidad de propiedad, dentro de la
compleja trama de la estructura agraria. A tal punto que la conversión de
arrendatarios a propietarios es, incluso, un proceso de ascenso social,
característico de las décadas de 1940 a 1960, que fortaleció la
construcción social de estos sujetos sociales agrarios en relación con los
“otros” sujetos y permitió afianzar su propia identidad. Sostiene W. Ansaldi
que
“(...) en tanto sujeto social constituido bajo la forma de
clase, el chacarero tiene una identidad colectiva - aun cuando ella sea parcial
-, la cual no es ajena a la historicidad ni puede concebirse como algo dado,
“natural” o definitivo. Es decir, hay un proceso constitutivo de tal identidad,
que se desenvuelve a partir de la última década del siglo XIX o de la primera
del XX...” (Ansaldi, 1995:4).
Pensando en las claves para definir la identidad, M. Bonaudo y E.
Sonzogni, afirman que la unidad de producción, es decir la chacra y los sujetos
que en ella viven, es relevante pero
“es necesario articularlo con otras esferas por cuanto éstas
también van definiendo sus vínculos de interacción con una multiplicidad de
actores. A partir de tales interacciones emergen aquellos elementos que permiten
indagar la construcción de una identidad en la trama de una configuración a la
que convergen percepciones del otro, hábitos, creencias, valores,
diferenciaciones, antagonismos, resistencias y conflictos. En consecuencia,
hablar de la identidad del chacarero pampeano no sólo implica discutir un modo
de acercamiento a la tierra y consecuentemente determinar las relaciones
sociales que se gestan en torno a la misma, sino también apelar a un universo
cultural que opera como su espacio de pertenencia y de referencia, en el que se
autodefine y se diferencia de los otros actores que comparten esta compleja
trama social (Bonaudo y Sonzogni, 1998:2).
El espacio agropecuario de mercado es un territorio que representa una
comunidad de intereses donde los sujetos sociales le han dado un determinado uso
y significación. Esto se relaciona con la
constitución simbólica de la sociedad a la que refiere Ariño cuando afirma
que
“(...) no es posible expresar la estructura al margen de la
cultura, lo material al margen de lo ideal; que no es posible explicar el
comportamiento humano sin tener en cuenta que los actores sociales, además de
posiciones en redes y estructuras, además de individuos racionales y
maximizadores, son agentes productores de significado, usuarios de símbolos,
narradores de historias con las que producen sentido e identidad. Símbolos,
significados e historias con recursos con los que unas veces se orientan y otras
se pierden, con los que se comunican y confunden; con los que sueñan, juegan,
aman, organizan su existencia y anhelan la utopía, subliman sus frustraciones,
trabajan y se alienan o construyen barreras para cortar el ascenso social.
Símbolos e historias que pueden convertirse, pervertirse, subvertirse y que
constituyen una dimensión o un ingrediente sustantivo de la realidad social”
(Ariño, 1997: 9-10).
En la provincia de La Pampa se desarrollaron desde fines del
siglo XIX hasta la actualidad, cambios socio-productivos que abarcan una
compleja y amplia gama de variables que articulan los procesos de construcción
social del espacio. El comportamiento evolutivo del espacio agropecuario de
mercado permite identificar los diversos procesos sociales desarrollados sobre
el territorio los cuales han favorecido la sedimentación y creación de
significados que están presentes en la configuración actual del espacio. Para
comprender esta configuración no deben dejarse de lado acciones previas cuyos
signos prevalecen y aún intervienen en la interacción entre comunidad y
territorio.
La comunidad rural del espacio agropecuario de mercado, fue
construyendo un territorio con características particulares dado que
“Las personas, los
grupos y las sociedades que interactúan perciben, significan, construyen y usan
el tiempo, el espacio, el medio ambiente, las relaciones humanas, las
tecnologías, de los modos más diversos” (Grimson, 2000 :
57).
El mismo autor sostiene que las “unidades socio-culturales” son
complejas, diversas y cambiantes. Las diferencias se procesan en situaciones de
interacción porque los actores sociales cambian sus concepciones culturales a lo
largo de su vida como resultado de la interacción con otros grupos u otras
personas con concepciones diferentes. En cada momento histórico, estas
situaciones de interacción dejan su impronta pues la identidad es internalizada
e incorporada con un sentido común muy fuerte.
La actividad del campo se define por la relación con la tierra,
por lo que el vínculo del productor con la tierra tiene raíces profundas. Esa
relación define un modo de ser individual, familiar y comunitario con una
especificidad y una particular trayectoria de construcción social que se
relaciona con el entorno, con el “lugar”. Los chacareros recibían como herencia
más que pertenencias o bienes materiales. Heredaban prácticas y saberes
acumulados a través del tiempo en el espacio cotidiano de convivencia. Esos
saberes y prácticas que evolucionaron adaptándose a las necesidades de los
individuos y su entorno, conforman su identidad. La actividad agraria con su
tradición y sus costumbres se refleja en las formas de vida no sólo en relación
con la unidad doméstica de producción sino con el “vivir” en un núcleo de
relación en torno al “pueblo” o núcleo urbano inmediato. Este sitio se
representa como un lugar de convivencia
comunitaria, con una historia propia y compartida, con fuertes lazos de
continuidad generacional. Por otra parte, hay una relación de vecindad que
involucra relaciones comunitarias con actividades compartidas (yerras,
carneadas, doma, etc.). Este espacio compartido tiene una riqueza identitaria
bien definida, pues la interacción no es sólo material sino que es relacional
(M. Santos, 1996).
Reflexiones
finales
Los cambios en el
modo de producción afectan la manera en que los chacareros desarrollan la
organización económica al interior de la unidad productiva, es decir, en “su campo”. Las estrategias de
articulación con el mercado son variables y el logro de una articulación
efectiva y favorable esta relacionada con múltiples variables: las
características del productor y de su núcleo familiar, su capacidad de
integración y/o intervención en los procesos productivos, su poder como sujetos
sociales involucrados en la toma de decisiones del territorio y en la
disponibilidad de los factores de producción para organizar la gestión de las
explotaciones agropecuarias, etc.
Al mismo tiempo y
paralelamente, se produce la emergencia de nuevos sujetos sociales agrarios que
dan cuenta de un cambio sustancial en la interacción entre los diversos sujetos
y, entre éstos y el territorio. En este contexto, las estrategias de
articulación productiva de los chacareros, al interior de la unidad de
producción y en relación con el mercado, pueden ser exitosas o no, y esto
dependerá de la manera en que los distintos sujetos manejen sus capacidades
productivas en función de las demandas de la economía
capitalista.
Las transformaciones socio-económicas ocurridas en décadas
recientes, con los cruces de escalas (global, regional y local) impuestos por la
reestructuración del sistema agroalimentario, tienen un fuerte impacto sobre la
articulación del territorio, impulsando los cambios en la vida cotidiana y en la
identidad rural.
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