Turismo de playa en el litoral marítimo
bonaerense:
Grandes esperanzas, demasiadas
realidades.
Aportes para su estudio desde una
mirada geográfica.
Javier Martín
Ordoqui
Profesor en Geografía.
Becario
CONICET.
Universidad Nacional de Mar del
Plata.
RESUMEN
En esta investigación se dará la realización de ciertas pautas que
se dan en la problemática del turismo de playa en el litoral marítimo de la
Provincia de Buenos Aires y como muchas de sus cuestiones que parecen tan
locales y regionales, están entrecruzadas con variables del desarrollo histórico
del turismo de playa, tanto masivo como exclusivo y con la organización que
sobre el territorio genera la actividad turística.
También se intentará visualizar teóricamente a los espacios
turísticos dentro de enfoque geográfico, tratando de entender al turismo de
playa como actividad que genera problemáticas determinantemente geográficas.
Aparece así una necesidad de trabajar hacia nuevos aportes teóricos y
conceptuales, esencial para la explicación de la complejidad que presenta en la
actualidad la actividad turística de playa, sea su desarrollo en arenas del Mar
de las Antillas, la costa sudeste de Brasil o el litoral marítimo bonaerense en
Argentina, zona de estudio bajo la presente investigación, trabajando
puntualmente sobre Mar del Plata, Monte Hermoso, Mar de las Pampas, Pinamar y
Mar de Ajó.
A su vez se trabajará sobre las interrelaciones dadas entre los distintos
actores sociales, el juego de intereses, las diferencias en las racionalidades
de los mismos, el rol de las instituciones y el Estado en un sentido geo-
histórico sobre el desarrollo y el despliegue de la actividad turística y el
recurso playa. Estas manifestaciones deben ser analizadas dentro de los cambios
que se han producido en el Turismo en los últimos treinta años, procesos que se
han desarrollado a nivel mundial que lograron establecer nuevas especificidades
y continuidades entre aquel turismo masivo que tuvo su explosivo desarrollo
luego de la segunda posguerra mundial y aquel turismo ligado a la sociedad
posindustrial de los últimos años.
Parte de los emergentes más claros acerca de la cuestión turística son
las nuevas tendencias que aparecen tanto en los espacios turísticos insertos
dentro de la red internacional de turismo de playa como aquellos centros
balnearios dispuestos dentro de un esquema nacional o regional, como ocurre con
las ciudades y pueblos balnearios del litoral marítimo de la provincia de Buenos
Aires. Desde fines del Siglo XX y los primeros años de este Siglo XXI, han
surgido nuevas modalidades y formas turísticas de playa con manifestaciones
espaciales directas en las arenas. El evento masivo mas importante de lo que ha
transcurrido del siglo se ha desarrollado en una playa, como ha sido el recital
de Rolling Stones en las playas de Río de Janeiro ante más de un millón de
personas y en Argentina durante las temporadas, sobre todo en Mar del Plata se
dan masividades en espacios de playa.
Estos cambios han sido estudiados y caracterizados teóricamente por
Daniel Hiernaux a nivel mundial, quien ha expresado que “estas orientaciones
o “megatendencias”, son el resultado de la interacción de turismo con el resto
de los procesos económicos, sociales, culturales, políticos, tecnológicos,
ambientales o territoriales, que definen el futuro de nuestro mundo en las
próximas décadas. Son, pues, esenciales para comprender el turismo de hoy y de
mañana.” (Hiernaux,
D. 2000).
Beach Tourism in the maritime littoral of Province of
Buenos Aires:
big hopes, too many
realities.
Contributions for his study from a geographical
look.
ABSTRACT
In this research, many guidelines referring to the question of tourism in
the littoral of Buenos Aires will be offered. Also, many questions that seem to be local or
regional and that are related to the historical development of tourism, both
massive and exclusive and also to the organization that is generated on the
territory by the tourism will be discussed.
Moreover, the tourist spaces will be approached from a geographical point
of view, considering tourism in seashores an activity that causes geographical
problems. Here, a necessity to contemplate new theoretical and conceptual
contributions emerges. These conditions are essential to explain the complexity
presented nowadays in the tourist activity. This research will mainly focus
on the tourist
development in the sands of Mar de las Antiilas, the southeast coast of Brasil
or the maritime littoral of Buenos Aires and especially this investigation will
be aimed at Mar del Plata, Monte Hermoso, Mar de las Pampas, Pinamar and Mar de
Ajó.
Besides, this research will explain consider the relationships between
the social actors, their interests, the difference in rationalities, the role of
the institutions and the State in a geo historical sense taking into account the
tourist development and the beaches resources. These relationships should be
analyzed considering the changes that had been produced during the last thirty
years. Also, it should be pointed at the worldwide processes that established
new specifications and continuities between the massive tourism that developed
after the Second World War and the tourism of the post industrial
society.
Many ideas that emerge of the study about tourism are the new tendencies
that reveal both in the tourist spaces within the international net and those
spa centers arranged inside a regional or local scheme, as it happens with the cities and spa villages
of the littoral of the province of Buenos Aires. From the later 20th Century and
the beginning of the 21st Century new forms of tourism development
are manifested directly in sands have arisen. The most massive event in this
Century has been the Rolling Stones´ show that took place on a beach in Rio de
Janeiro. In summertime in Argentina, especially in Mar del Plata, many massive
events and shows take place on the beaches.
These changes had been worldwidely studied and characterized by Daniel
Hiernaux, who has expressed that “these orientations or megatrends are the
result of the interaction between the tourism and the economical, social,
cultural, political, technological, environmental or territorial processes.
These processes define the future of our world for the next decades. So, they
are essential to understand the tourism of Today and
Tomorrow”.
Playas de Pinamar. Octubre de 2007. Foto: Javier
Ordoqui
Consideraciones previas
El turismo de playa como actividad genera problemáticas
determinantemente geográficas y juega un rol decisivo en los intentos por
transitar hacia una “gobernabilidad” ambiental de los espacios donde se
manifiesta. Aparece así una necesidad de trabajar hacia nuevos aportes teóricos
y conceptuales, esencial para la explicación de la complejidad que presenta en
la actualidad la actividad turística de playa, sea su desarrollo en arenas del
Mar de las Antillas, la costa sudeste de Brasil o el litoral marítimo bonaerense
en Argentina, zona de estudio bajo la presente investigación, trabajando
puntualmente sobre Mar del Plata, Monte Hermoso, Mar de las Pampas, Pinamar y
Mar de Ajó.
Desde fines del Siglo XX y los primeros años de este Siglo XXI, han
surgido nuevas modalidades y formas turísticas de playa con manifestaciones
espaciales directas en las arenas. Las interrelaciones entre los distintos
actores sociales, el juego de intereses, las diferencias en las racionalidades
de los mismos, el rol de las instituciones y el Estado en un sentido geo-
histórico sobre el desarrollo y el despliegue de la actividad turística y el
recurso playa. Estas manifestaciones deben ser analizadas dentro de los cambios
que se han producido en el Turismo en los últimos treinta años, procesos que se
han desarrollado a nivel mundial que lograron establecer nuevas especificidades
y continuidades entre aquel turismo masivo que tuvo su explosivo desarrollo
luego de la segunda posguerra mundial y aquel turismo ligado a la sociedad
posindustrial de los últimos años. Parte de los emergentes más claros acerca de
la cuestión turística son las nuevas tendencias que aparecen tanto en los
espacios turísticos insertos dentro de la red internacional de turismo de playa
como aquellos centros balnearios dispuestos dentro de un esquema nacional o
regional, como ocurre con las ciudades y pueblos balnearios del litoral marítimo
de la provincia de Buenos Aires. Estos cambios han sido estudiados y
caracterizados teóricamente por Daniel Hiernaux a nivel mundial, quien ha
expresado que “estas orientaciones o “megatendencias”, son el resultado de la
interacción de turismo con el resto de los procesos económicos, sociales,
culturales, políticos, tecnológicos, ambientales o territoriales, que definen el
futuro de nuestro mundo en las próximas décadas. Son, pues, esenciales para
comprender el turismo de hoy y de mañana.” (Hiernaux, D. 2000).
El turismo es parte de las problemáticas integrales que vive un país como
Argentina, que se repite en todos los países periféricos, guardando diferencias
según sea el nivel de desarrollo de su economía y el peso que tenga el turismo
tanto desde lo económico como en los procesos sociales y territoriales
conjugados hacia el interior de ese país, yendo más allá de esa idea que admite
al turismo como una vía de desarrollo para los lugares poco desarrollados,
vinculando entonces como lo ha hecho el geógrafo neocelandés Stephen Britton a
la relación entre desarrollo y turismo: “Es importante estudiar por qué el
turismo, mientras produce indudables beneficios para muchos países del Tercer
Mundo, también suele perpetuar las desigualdades regionales y de clases, los
problemas económicos y las tensiones sociales. Este planteamiento implica la
comprensión de los mecanismos subyacentes, inherentes tanto a la industria
turística como a las economías del tercer mundo, que convierten la promoción del
turismo en una estrategia para el desarrollo peligrosamente ambigua”
(Britton, S. 1982).
En temas como el turismo de playa, los enfoques en estos tiempos
necesitan de una integridad de escalas. Lo local, lo regional, lo nacional y lo
mundial deben ser analizados para entender los procesos propios de cada espacio
y los que se originan por la permeabilidad de lo local a los cambios en escalas
mayores. Cabe aclarar la importancia de la cuestión escalar a la hora de la
investigación en Geografía: “La escala
geográfica no es un concepto que queda limitado a su uso cartográfico. La escala
puede ser utilizada para analizar las diferentes complejidades y extensión de
las relaciones socioespaciales que se dan en un territorio. No hay duda que con
las nuevas herramientas con que cuenta la geografía y sus posibilidades de
interpretación, le permite mejor que otra disciplina, abordar fenómenos de la
superficie de la tierra a través de diferentes escalas de espacio y tiempo… En
el nuevo contexto mundial es importante analizar las diferentes teorías
geográficas desde la escala, ya que hoy todo está intensamente conectado. Hay
que destacar siempre de qué manera un hecho en el espacio puede afectar a otro
distante…” (Hernández, 2008).
Desde lo local, la evolución del uso y de la ocupación del suelo
tiene impactos urbanos muy denotados y en los centros balnearios dedicados al
turismo de playa se transfieren estos procesos directamente a sus arenas. Lo
urbano dice presente en las playas. El estudio de las nuevas formas y
modalidades en el turismo de playa nos obliga a relacionar lo que ocurre en
determinada franja de playas con lo que ocurre en dinámicas mayores, que se
producen a escala internacional, relacionados fuertemente con procesos sociales
de impacto mundial. La forma en que ciertas porciones de territorio se
transforman, en este caso, playas en espacios marítimos responde a cómo se ha
desenvuelto la propia actividad turística como otra vía más de reproducción de
las actividades económicas capitalistas.
Las implicancias del paso de algunas playas de espacios exclusivos a
espacios masivos, así como surgen nuevos centros balnearios de exclusividad,
ocurren por fenómenos que van más allá de la zona donde se desarrollen sus
balnearios o paradores. Asumir una perspectiva territorial será valioso para
intentar la visualización espacial de las megatendecias turísticas y los
impactos de los dispares procesos de desarrollo regionales. Para ello, se asume
como lo ha dicho Bertoncello que “el territorio no es meramente el ámbito
donde el turismo acontece, sino que, como parte de la dinámica social general,
participa activamente, a partir de sus especificidades, en el hecho turístico.
Esto significa que la dimensión territorial debe ser analizada como parte de los
procesos que llevan al desarrollo del turismo y a su transformación a lo largo
del tiempo, y no meramente como el lugar donde el turismo ha ocurrido y,
eventualemente, en el cual se describen las transformaciones exclusivamente como
resultados de esta ocurrencia”. (Bertoncello, R.
2008).
Balneario Playa Grande, Mar del Plata. Diciembre de 2007. Foto:
Javier Ordoqui
La fragmentación y segmentación de la oferta y demanda de espacios
turísticos ha provocado el surgimiento de nuevas masividades, apareciendo
masividades selectivas que suelen congregarse en los ahora valorizados espacios
de playa y las masividades segregadas reunidas en los antiguos espacios ligados
a cierto tiempo de construcción de un pasado más integrador, más inclusivo hacia
esos sectores sociales, en tiempos de masividad de la Modernidad, entendiendo al
turismo masivo como “un modelo macro de
desarrollo social inclusivo que permitió a las clases emergentes del capitalismo
industrial integrarse al trabajo y a la recreación” (Cicalese, G. 2000). A
ese turismo masivo que se expandió no solo en la costa atlántica bonaerense,
sino que estuvo en plena expansión en la segunda mitad del Siglo XX a nivel
mundial, le sobrevinieron momentos de crisis, vinculados a los momentos vividos
tanto desde lo político como en lo económico, social y cultural en el mundo. Ese
turismo también se consolidó como una tipología turística en clara acepción
hacia la mirada del mundo con su entorno paisajístico, con su ambiente y la
naturaleza. “El turismo masivo aceleró el
desarrollo regional y jerarquizó ciudades con la creación de estructuras sobre
el espacio; en estas intervenciones territoriales generalmente la variable
ambiental no fue tomada en cuenta. La naturaleza, de acuerdo a los cánones
culturales vigentes, debía ser doblegada y conquistada, de forma que la
urbanización era vista como un avance civilizador de las posibilidades del
hombre sobre la naturaleza. Lo urbano se constituía en el símbolo material más
fuerte de la modernidad y en un pilar indispensable para la difusión de una
sociedad de consumo” (Cicalese, op. cit).
Ese turismo masivo que había entrado en crisis comenzó a tomar
nueva fisonomía, comenzó a mostrar una nueva cara ante los cambios que se habían
originado en el turismo y el mundo desde mediados de los ´70. La masividad se
vio hackeada en los tradicionales centros balnearios de playa, que tuvieron que
reacomodarse a la situación y ello se imprimió en nuevas fisonomías que
aparecieron directamente en sus arenas. El caso de Mar del Plata y lo ocurrido
en sus playas en los noventa es paradigmático para explicar estas cuestiones. “Al abrigo del consenso neoconservador en la
ciudad de Mar del Plata, en un contexto de las restricciones y habilitaciones
que imponía un modelo social y económico que en nada ayudaba al turismo interno,
se generaron una serie de proyectos de “jerarquización” de la oferta de
recreación vía un paquete de normas y dispositivos de interpretación que
estimulaban las “iniciativas privadas”. En el devenir iluso de recuperar el
“Biarritz perdido” y su “turismo de calidad” y de dejar atrás “las
consecuencias” sociales y ambientales de un turismo masivo que rememoraba la
misa colectiva, se buscaban e inventaban productos más afines a las nuevas modas
que dictaba el mercado de ocio”. (Cicalese, G. 2005). Y los proyectos fueron
los que se desplegaron sobre las playas del sur y que significaron una base
fundamental durante esos años de decaimiento de la actividad turística
marplatense para que en la actualidad pueda darse ese despliegue de los
balnearios y paradores sureños. Las playas del sur ya en los noventa se
mostraban como las únicas playas de Mar del Plata fuera de contacto con el área
costera central, la gran “damnificada” por la masividad.
Sector de arenas en cercanías al parador Arena Beach. Febrero
2008. Foto: Javier Ordoqui
La mirada del investigador desde la Geografía, debe intentar ver
que hay detrás de la bruma en estos espacios costeros, caminar por los hechos,
palpar que ocurre en esos lugares, que transitan la globalidad y la sufren. La
bruma se hace mucho más intensa durante los veranos, aunque sus problemas de
peso de conviven todos los meses del año y se profundizan más durante los fríos
inviernos, donde todo se hace más denso para los habitantes locales. Las
primaveras suelen despertar la visión más optimista de los planes y proyectos de
la temporada, que llega y se va con todo el vértigo impuesto por el acelerado
ritmo de vida actual. Suelen parecer finitas las temporadas por la vorágine de
actividades que se dan en esos días (playas, noches, recitales, lugares, gente,
etc.), los veranos consumen muchas energías tanto para los veraneantes como para
los locales. Lo efímero del verano no puede quedarse aferrado en las mentes,
debe haber tiempo hasta en el mismo enero para detenerse a pensar en lo que
ocurre, de lo importante de saber que está pasando, para andar mejor abrigado
del frío, de las tristezas, de las alegrías pasajeras y de la envoltura que nos
provee el calor
veraniego.
Mar del Plata y los centros balnearios de la Provincia de Buenos
Aires:
Mar del Plata ha crecido y cambiado en los últimas décadas, se
expandió su desarrollo urbano, se han diversificado sus actividades, pero la
base económica sigue siendo turística, entendiendo que desde la explotación de
la ciudad como balneario masivo, han crecido una suma de servicios y actividades
comerciales que han tomado mucha fuerza pero que mantienen una dependencia
fuerte con el veraneo, este hecho ha generado una complejización de las
problemáticas de la ciudad. Desde la Geografía se han realizado en los últimos
años muchos trabajos de investigación sobre las problemáticas más significativas
de la ciudad, abordando esas cuestiones desde lo que se ha denominado en nuestra
Ciencia como “Geografía Local”. Este paradigma que surge como un desprendimiento
de las ideas de “Desarrollo Local”, ha servido para estudiar los fenómenos
propios de Mar del Plata en un nivel de particularidad fuerte y que ha sido
positivo para abordar cuestiones propias de este espacio.
Esa profundidad que integra trabajos sobre el turismo, la pesca,
problemáticas de ordenamiento territorial, urbanas, económicas, sociales,
políticas, puede caer en una falta de visión integral y general de los procesos
que se evidencian localmente y que si se comienza a estudiar de ese modo en las
distintas escalas y niveles, estas problemáticas tan locales empiezan a estar
fuertemente vinculadas a los procesos regionales, nacionales y mundiales,
confrontando de este modo con las ideas de Desarrollo Local y su correlato
geográfico, que han hablado de que los espacios locales debían “salvarse”
ajustando su oferta al mundo dentro de los esquemas del sistema capitalista
global y ocupar nichos que otros espacios no estén utilizando para sí insertarse
dentro de las oportunidades que deja abierta la “Globalización” de la economía
mundial. Los cambios que se han dado en el mundo tienen una territorialidad tan
grande que implican cada vez más respuestas que bien pueden darse desde la
Geografía, pero desde una ciencia geográfica que siga abierta a su cosmovisión.
“Los nuevos contextos territoriales de la
Globalización son la mejor expresión para plantear la necesidad de contar con
una ciencia social que pueda estudiar estos cambios, analizando los efectos
sobre las necesidades y sus territorios, desde la escala global (como una
estructura de dominación) hasta lo local (como un componente de transformación
alternativo).” (Hernández, op cit).
Quizás valga la pena aclarar cualés son las implicancias reales que ha
tenido lo global en un territorio como la costa bonaerense, en relación a los
cambios que se han desarrollado en la actividad turística, mediante el análisis
que puede realizarse en base a los embates que ha sufrido el mundo en los
últimos años de convivencia bajo la “aldea global”. El caso de Mar del Plata
vuelve a ser ejemplificador, ya que la ciudad se vio durante la década de los
noventa trastocada seriamente por los procesos que vivía Argentina en lo que
muchos consideraron el salto y la integración de nuestro país con el mundo,
cuando la situación socioterritorial de la mayoría de nuestros espacios
implicaría todo lo contrario, entrando ante el cuadro social y económico más
dramático de la historia argentina. El
proceso de concentración del capital implicó una disminución del consumo de los
sectores mayoritarios de la población, teniendo en cuenta el gran porcentaje de
población que cayó en su nivel de ingresos. Estas consecuencias tuvieron un
impacto negativo en la actividad turística marplatense, además de tener un
impacto negativo en la población en general, dado que la oferta de servicios
turísticos bajo la impronta del turismo masivo había estado orientada a este
sector poblacional perjudicado ampliamente por estas políticas. El gasto en
servicios como el turismo se vio lógicamente perjudicado, convirtiéndose en uso
exclusivo del sector con mayor poder adquisitivo, que a su vez se había
redirigido: durante gran parte de la década del ´90 esos sectores dirigieron su
consumo de espacios turísticos hacia los sitios más selectos de Mar del Plata y
la costa atlántica bonaerense (aparición del nuevo estilo en Cariló y Pinamar).
Pero hubo una gran apertura hacia otros destinos como Punta del Este, sectores
de Brasil, el Caribe o Miami, donde el turismo emisivo tomó impulso nuevamente,
prohijado por la política cambiaria establecida por la Convertibilidad.La
actividad turística de playa está hasta fuertemente determinada por los procesos
socio- económicos ocurridos en el país, la crisis de la Argentina de diciembre
de 2001 y del verano 2002 marca un quiebre en relación a los suscitado en los
últimos veinte años. (ver cuadro donde se detalla la evolución del arribo de
turistas a Mar del Plata entre 1997 y 2008).
Arribo de turistas a Mar del Plata entre 1997 y 2008. Elaboración: Della Maggiora- Saulo.
Sobre datos del Emtur. 2008.
Pero también el
estudio de las prácticas que se dan sobre los espacios de arena permite un
estudio sumamente geográfico. La convivencia en las arenas de los balnearios y
paradores vale como ejemplificación por cambiar la estructura tradicional
balnearia de las playas. Luego
de la salida cambiaria y de los diez años del plan de Convertibilidad, el
turismo de playa se vio reconfigurado en muchas de sus estrategias. La
concepción tradicional del balneario con su espacio de carpas y de arena para
sus veraneantes y sus restaurantes,
comercios, fue cambiando durante los últimos años de la década de los noventa y
los primeros años del Siglo XXI. Los concesionarios de los balnearios y los
ahora denominados Paradores conviven
en los mismos espacios de playa, dado que
algunos balnearios en la zona de estudio que mantienen la estructura de
balneario tradicional.
En los paradores participan conjuntamente radios FM de fuerte
resonancia mediática, franquicias de importantes grupos económicos dedicados
desde aguas a gaseosas, cervezas, vinos, energizantes, marcas de ropa, telefonía
celular, servidores de Internet, etc. Estos espacios de ocio se encuentran
concentrados sobre la zona del Paseo Costanero Sud Arturo Illia, que se
encuentra más densamente forestado y donde la erosión y el creciente paso de
zona de playas a acantilados es mucho menor o prácticamente imperceptible por el
común denominador de la población. Hacia el sudeste en las playas del sur la
frontera de arena de Mar del Plata no puede seguir avanzando, por lo cual la
actividad balnearia y de los paradores se seguirá consolidando sobre el sector
más cercano al Faro de Punta Mogotes. Cicalese se ha referido a esta cuestión
desarrollada en las playas privadas: “Las
condiciones erosivas del sector se han incrementado recientemente por las
tormentas y –sostienen algunos autores- por las defensas duras que se hicieron
hacia el sur interrumpiendo la deriva litoral ascendente… A los conflictos que
provoca la “exclusividad social” se desencadenaron otros por el deterioro del
recurso playa, llevando a reorientar la demanda en el noroeste donde se
ejercitan los gestos de exclusividad más agudos.” (Cicalese, op cit). Esta
idea tan bien elaborada no hace más que corroborar la línea de trabajo
planteada: las playas atrapadas en el turismo masivo, en la urbanidad de Mar del
Plata no han logrado reconvertirse durante estos nuevos procesos emergentes
luego de 2002- 2003 y ya sufren también procesos erosivos de importancia, como
lo vive la zona Norte de playas, espacio siempre postergado por su menor
valorización paisajística. Entonces se produce un marco de situación de embudo
hacia el sector de playas del sur y más precisamente sobre esos 2,5 kilómetros
existentes entre el Faro de Punta Mogotes y el barrio La Serena.
En estas playas se introducen ideas ligadas a los nuevos
culturalismos ligados a la Post- Modernidad; también grandes empresas de escala
mundial a través de sus franquicias nacionales y locales traspasan e insertan
modelos desde los grandes centros de consumo y ocio de los países centrales
hacia los espacios de ocio y veraneo de la costa atlántica de la Provincia de
Buenos Aires y con centro en Mar del Plata. Una ciudad y una región que durante
la temporada de verano se transforman en el único lugar de la Argentina donde
confluyen grupos de todas las regiones y provincias argentinas y un número
creciente de turistas extranjeros y esto le imprime un sello propio que debe ser
analizado con en toda su profundidad, integridad y mediante un enfoque que
inserta todas las particularidades de esa geografía local y sus interconexiones
con lo regional, nacional y mundial.
El concepto de espacio para su análisis desde el turismo de
playa
La centralidad del saber geográfico siempre ha estado sobre como
se ha dado la famosa relación Sociedad- Naturaleza y como se manifiesta la misma
en el espacio, quien tiene características concretas, relaciones entre sus
elementos constitutivos, variables, formas, donde los grupos sociales actúan
concretamente en relación con el medio geográfico, entendida esta relación como
una interacción, donde ocurren apropiaciones sobre el medio, productos sociales,
materializaciones de una sociedad sobre ese soporte, surgiendo a su vez
diferenciaciones espaciales y jerarquizaciones, produciendo espacio social. Al
respecto Joan Sánchez se refiere explicando que “la división del espacio necesariamente debe
irse modificando a lo largo de la historia, en la medida en que el propio
espacio histórico- social se modifica. Desde el principio histórico en que el
hombre se relaciona exclusivamente con su entorno inmediato, hasta llegar al
estadio actual en que las relaciones se producen a escala del planeta, se ha
tenido que pasar por todo un proceso de ampliación progresiva en ésta
relación”. (Sánchez, J; 1981). Para lograr entender la dinámica espacial y
territorial que tiene el despliegue del turismo de playa en diversas regiones y
zonas es preciso vertebrar el fenómeno turístico dentro de otras
particularidades que se dan allí, es necesario conceptualmente desde la
Geografía trabajar no solamente con los conceptos trabajados históricamente en
la relación de nuestra ciencia con lo turístico, sino trabajar desde el propio
sentido del concepto de espacio. Entender plenamente ello, nos permitirá luego
entender al espacio turístico como un espacio social y
geográfico.
Un buen acercamiento que se puede dar al concepto de espacio, definido
desde una visión totalizadora de la Geografía, conteniendo las particularidades
y generalidades del medio natural y del medio socialmente construido y con las
diferenciaciones materiales que se darán hacia el interior de ese campo, fue la
definición realizada por Milton Santos, cuando define al espacio “como una instancia de la sociedad, al mismo
nivel que la instancia económica y la instancia cultural- ideológica. Esto
significa que, en tanto que instancia, el espacio contiene está contenido por
las demás instancias, del mismo modo que cada una de ellas lo contiene y es por
ellas contenida… La esencia del espacio es social. El espacio no puede estar
formado únicamente por las cosas, los objetos geográficos, naturales o
artificiales, cuyo conjunto nos ofrece la naturaleza. El espacio es todo eso más
la sociedad.” (Santos, Milton, 1985).
El Espacio debe ser entendido no solamente como la escenografía de los
sucesos llevados a cabo por los hombres o por el sitio en donde los grupos
sociales obtendrán beneficios y oportunidades, sino como un escenario
interactivo y dialéctico, donde las bases y los factores naturales entran en
juego en relación con las decisiones llevadas a cabo por los hombres. Entonces:
“el espacio y el modo en que se organiza,
denota el carácter histórico que asume la naturaleza mediatizada por la
actividad práctica del hombre y como tal, constituye el fundamento obvio de esa
actividad, pero también su producto, producto material elaborado, modelado y
organizado en función de esa actividad estructurada a partir conjunto de
relaciones sociales dentro de las cuales se inserta”. (Sormani, 1974). El
espacio toma una entidad concreta, donde las formas y relaciones sociales
interactúan con su medio geográfico. Como dice Milton Santos: “cada fracción de la naturaleza abriga una
fracción de la sociedad actual. Tenemos así un conjunto de objetos geográficos
distribuidos sobre un territorio, su configuración geográfica o su configuración
espacial, y el modo en que esos objetos se muestran ante nuestros ojos, en su
continuidad visible, esto es, el paisaje; por otra parte lo que da vida a esos
objetos, su principio activo, es decir, todos los procesos sociales
representativos de una sociedad en un momento dado”. (Santos, M. op cit). Es
en el espacio donde se suscitan también las luchas y las pujas en las
contradicciones que se desarrollan geográficamente. El espacio es un campo de
lucha entre los diferentes sectores que componen esa sociedad en aquel soporte
que no deja de interactuar con quienes lo han ocupado, apropiado y mediado,
existente dentro de un marco de poder ejercido por los sectores hegemónicos y
dominantes.
El espacio es un espacio de poder, en movimiento, contradictorio, sus
procesos se desarrollan dentro de una dialéctica espacial, donde los actores
sociales dirimen sus intereses. La relación entre el Hombre y la Naturaleza se
ha explicado dentro de su marco espacial y la relación entre hombres también
debe ser explicada dentro de este marco geográfico a través de las relaciones de
poder constituidas y las que se encuentran en puja, con probabilidades de
dinamizar y cambiar las estructuras de poder dadas en un espacio. “El equilibrio dinámico dentro de la
estructura de poder se alcanza por la dialéctica entre las alianzas internas,
que conforman bloques de poder y la pugna entre ellas por alcanzar la
hegemonía” (Sánchez, 1991). Estas luchas entre los sectores se explica a
través de las diferenciaciones sociales dadas no sólo por el desequilibrio en
las relaciones de poder, sino también por la dicotomía existente en la
materialidad de los distintos grupos sociales. “Dentro del bloque dominante, la lucha por
la hegemonía no es sólo una lucha intrasocial, sino que implica a su vez una
esencial e inevitable, lucha por el dominio y la hegemonía espacial sobre el
resto de las fracciones y bloques localizados tanto en la misma área como en el
resto del territorio sobre el que ejerce su poder… Dominar y manipular el
espacio geográfico es importante tanto para quienes quieren asegurar el
mantenimiento de su capacidad de dominio y actuación social, como para quienes
de una u otra forma lo cuestionan” (Sánchez, op cit) El espacio entonces
desde la Geografía es un concepto de valor político, económico y social por lo
tanto también lo será para un enfoque geográfico de la cuestión
turística.
El
espacio entonces es un concepto de valor político, económico y social, las
palabras citadas de Joan Eugeni Sánchez así lo marcan y con justificativos bien
claros. Su bajada a la cuestión turística también es importante. En los espacios
litorales y en sus mismas arenas han entrado en disputas netamente de poder, su
construcción territorial y su despliegue espacial están vinculados a los
procesos sociales y de poder que se han tejido en esas zonas, ejemplos para
nombrarse podrían ser desde el mismo proceso de fundación de Mar del Plata, los
conflictos políticos desarrollados en su franja de playas privadas, el proceso
de construcción del territorio en la zona norte del litoral marítimo de la
Provincia de Buenos Aires que terminaron dirimiendo el surgimiento de nuevas
unidades político territoriales como el Partido de la Costa, Villa Gesell y
Pinamar. Las playas también constituyen un espacio de poder, donde los diversos
actores sociales intervinientes como los agentes privados, el Estado y la propia
comunidad han expresado sus distintas
racionalidades.
Sector de playa entre los paradores Arena Beach y La Morocha.
Febrero de 2008. Foto: Javier Ordoqui
El espacio turístico como espacio
social
Para llegar a una definición clara de la noción de espacio turístico como
espacio social se hace inevitable situar a la Geografía en un marco de gran
importancia para las investigaciones en turismo, pero a su vez debe darse dentro
de un tejido conceptual y teórico más amplio que el común denominador que puede
encontrarse en los tradicionales y descriptivos trabajos realizados desde lo
geográfico sobre lo turístico, privilegiándose una versión mas naif y light de
una actividad y dinámicas territoriales muy profundas. Stephen Britton enmarca
claramente lo que ocurre: “Invariablemente, los libros de geografía
del turismo contienen siempre capítulos sobre la composición de los turistas y
esbozos de lo que constituye el sistema institucional e industrial que enmarcan
los viajes y el turismo. Son elementos importantes en el estudio del turismo.
Pero esas secciones son abordadas de forma descriptiva y con una débil
teorización. Este es mayor problema en el avance del estudio geográfico sobre el
turismo. Los geógrafos que trabajan ese campo han sido reacios en reconocer
explícitamente la naturaleza capitalista del fenómeno que están investigando…
Este problema es de fundamental importancia porque implica una ausencia de un
adecuado fundamento teórico para nuestra comprensión de las dinámicas de la
industria y las actividades sociales que involucra.” (Britton, S.
1991).
Esta problemática excede los conflictos que podrían verse en un
simple encuadre entre geografía turística tradicional y geografía turística
crítica, emerge un problema de la ciencia geográfica en sí. Desde una óptica
tradicionalista de la Geografía, esa que se remitía a cuestiones “territoriales”
como los límites, las fronteras, aquella que dejaba a las regiones como en una
especie de encapsulamiento histórico, recortando su capacidad de interconexión
espacial. Esa Geografía “de las tradiciones” se fue acuñando fuerte en lo
académico, produjo una mirada cercenada de lo geográfico, impactando también en
la mirada que desde el afuera se tiene sobre la ciencia geográfica, o sea,
ocuparse de cuestiones tibias, superficiales, sin conocimiento totalizador. En
estas falsas geografías también ha impactado la Globalización, la adhesión a ese
suerte de paradigma frágil, de poco sustento, pero bien cargado de ideología que
hizo pie mediante la idea de Desarrollo Local y la vinculación que ha encontrado
con lo turístico, al observarse fuertemente la idea de que el turismo es una vía
que los espacios podían optar para insertarse localmente en la economía global.
Ningún geógrafo debería estar en contra de este concepto, el tema es como se lo
ha abordado, como se lo ha caracterizado, como ya pasado con otros conceptos que
la geografía ha trabajado y elaborado. Lo sucedido con estos conceptos no es muy
distinto a lo que también ha ocurrido con los conceptos de espacio y región, por
ejemplo. Ellos también han sentido los cimbronazos de la geografía tradicional,
ahora globalizada.
Ahora llega el análisis de lo que podríamos denominar una geografía de
las playas, explotadas claramente como espacios balnearios. Se analiza esta idea
desde la óptica ya trabajada por Joan Sánchez cuando delineó un trabajo llamado
“Por una Geografía del Turismo del Litoral. Una aproximación
metodológica”. Allí el geógrafo español define muy bien que es lo que debe
suceder territorialmente para que se de la
transformación de un determinado lugar en un centro turístico balneario,
en este caso además, sobre un litoral marítimo: “el turismo de litoral
aparece cuando se da la valoración social de unos ciertos recursos naturales...
este hecho de que la base del turismo de litoral actual se fundamenta en el
consumo de unos recursos naturales contenidos en un territorio concreto, el cuál
pasa así a convertirse en un espacio de ocio” (Sánchez, J. 1984). Y también
se refiere a lo que ha pasado con los centros balnearios relacionados al turismo
masivo y los cambios que se han observado en ellos, lo que se ha podido definir
como una crisis de obsolencia de los centros turísticos balnearios
tradicionales, cuando toman fuerza los espacios litorales de los climas calidos
insertos dentro de las nuevas definiciones del turismo internacional y de acuerdo con los tiempos del turismo
posmoderno.
Dentro del esquema regional y nacional que tiene el turismo de playa del
litoral marítimo de la Provincia de Buenos Aires encontramos centros balnearios
de carácter definitivamente masivos, pero que contiene como es el caso de Mar
del Plata, por la evolución histórica que ha tenido allí la actividad turística
en su mismo despliegue, espacios de playa de carácter exclusivos, a su vez
también, como ya fue analizado con anterioridad, sujetos a las nuevas formas y
modalidades vertebradas en las megatendencias cuturales trasladas a las arenas.
El turismo masivo modeló el espacio que había sido valorizado socialmente por
ciertas características paisajísticas. “Cuando el consumo pasa a ser masivo,
será el momento en el cual las transformaciones del espacio también serán
masivas a través de una actuación intensiva sobre el territorio” (Sánchez,
J, op cit). Lo intensivo de las intervenciones territoriales en los espacios
litorales dedicados al turismo de playa es históricamente comprobable en el
litoral marítimo bonaerense, los cambios que vivió la zona costera y las
dinámicas de urbanización vividas por Mar del Plata luego de vertebrarse
definidamente como un balneario de masas así lo indica. Pero no hay que dejar de
tomar en cuenta que en los otros centros balnearios de la costa bonaerense que
también poseen un turismo masivo o popular la intervención sobre el territorio
también ha sido intensiva pero con una fuerza quizás menor, pero las
modificaciones realizadas sobre las características paisajísticas originales
también han sido fuertes. Así lo explicó Bertoncello en su investigación
referida al proceso de fundación de los balnearios del Partido de la Costa:
“el denominador común fue el considerar el medio natural como un obstáculo
que debia ser vencido, para que se “amoldara” a un plano urbano dibujado en un
tablero, ignorando sus peculiares características y dinámica, y sin considerar
que ello pudiese tener efectos negativos sobre la actividad misma: ante una
superficie irregular y movediza, correspondía entonces nivelarla y fijarla de
algún modo” (Bertoncello, R. 1993). Así en algunos de esos sitios se dejo a
los primeros pobladores casi a la deriva, luego de realizados los loteos por los
especuladores y en otros sitios se niveló el terreno y se trazaron calles, por
lo menos.
Playas de Mar de Ajó, Partido de la
Costa. Octubre de 2007. Foto: Javier Ordoqui
Las ocupaciones del territorio desarrolladas en los espacios litorales
ligados al turismo de playa han necesitado como ya se ha dicho de una
intervención con distintos grados de intensidad territorial, que ha dotado de
características distintivas a los distintas ciudades y pueblos balnearios según
el contexto histórico en el cuál han tomado fisonomía al insertarse dentro de la
red nacional turística, en este caso de veraneo y descanso sobre el mar. Además
los efectos de los procesos turísticos ligados a la masividad o a espacios que
han surgido como alternativos a éste, también han ido modificando sus
estructuras originales, las condiciones primarias para que ese determinado espacio se haya
funcionalizado a través del turismo de playa, “la funcionalización del
espacio representará convertirlo en un medio de producción específico del que se
pueden aprovechar ciertos recursos geofísicos contenidos en él. Interesa darse
cuenta de que el espacio como soporte, tal como se nos ofrece en sus
características geofísicas, debe sera actuado para que sea posible utilizarlo e
una función concreta cuando ésta ha de integrarse en el sistema productivo. Aquí
es donde pueden aparecer problemas de competencia social entre agentes
interesados en atribuir funciones distintas a un mismo territorio” (Sánchez,
op cit). Esa problemática aflora y con mucha energía en los espacios de playa
bonaerenses, la racionalidad heterogénea de los actores sociales es uno de los
puntos centrales de la cuestión. El peso distinto de los grupos de actores a la
hora de la toma de decisiones es un punto central a la hora de imprimir un sello
contradictorio a las características de las problemáticas serias de estas zonas.
El proceso vivido por el turismo de playa en el litoral marítimo bonaerense es
sumamente geográfico y por ende de carácter histórico.
Los conflictos espaciales sobre las
arenas
Ya se ha explicado que la concepción tradicional de explotación de
playas y arenas como balnearios fue cambiando durante los últimos años de la
década de los noventa y los primeros años del Siglo XXI. Su boom y crecimiento
sostenido se fue dando desde la temporada 2002- 2003 en adelante, llegando en
los noventa a crecer fuertemente sobre espacios como Pinamar, pero lenta y
tardíamente sobre Mar del Plata, donde durante más de veinte años, las playas del
sur fueron promocionadas por estar en un espacio de playa en mayor contacto con
la “naturaleza” por la presencia de los médanos y bosques, además de ofrecer
“tranquilidad” para sus veraneantes al estar alejadas de la urbe y de sus
masificadas playas. Se denota un cambio sustancial en el modo en que se pone a
la producción el espacio de playa, impulsado por los factores similares a los de
producción de espacio urbano. El traspaso de actividades, formas sociales y de
sociabilidad desde la ciudad a la playa así lo define, entendiendo a la
producción de espacio como “al
proceso mediante el cual los actores sociales de la ciudad incorporan a esta
nuevas fracciones de tierra y/ o crean o modifican las condiciones de
habitabilidad en el suelo urbano preexistente” (Mantobani, 2004). En las playas al espacio
no se lo habita, pero si y como ha dicho Mantobani compone la llamada “ciudad
efímera”.
La mutación de la configuración de esta franja de playas fue
tomando forma en los últimos años de los noventa y sigue una tendencia extensiva
en los primeros años del Siglo XXI. Las mismas arenas que poseían pocos
veraneantes que alcanzaban allí la exclusividad de tener su espacio de playa
propio alejado de las masas, se fueron transformando. La inserción de la
modalidad parador cambió la escena que se componía en los veranos ya que en los
paradores se encuentran una densidad y estilo de servicios que se asemejan a los
de los espacios urbanos de Mar del Plata ligados a la actividad comercial y a la
nocturnidad y las diversiones propias de la ciudad. Esto se relaciona en cómo
han evolucionado los espacios complementarios a la zona de playa, han tomado
mucha fuerza y bajo el modelo de paradores, son estos espacios los que han
logrado transformarse prácticamente en lo que impulsa a muchos veraneantes a
dirigirse hacia esos sectores de playa. Bajo el modelo tradicional de
explotación balnearia de las arenas, los espacios complementarios obviamente que
ya tenían una función de suma importancia, sin ellos la masividad era díficil,
estos sectores eran condición necesaria. A los espacios complementarios se los
ha conceptualizado también en base a lo elaborado por Joan Sánchez: “el
espacio turístico asume una función productiva por el hecho de tratarse del
consumo de recursos geofísicos in situ que precisan de toda una serie de
servicios para que dicho uso- consumo pueda hacerse efectivo... Lo que se
convierte en espacio productivo es todo aquel territorio en el que se localizan
los servicios necesarios para que el espacio de ocio pueda ser usado como tal.”
(Sánchez, op cit).
La postura que toma el visitante hacia el espacio de playa también es de
suma importancia. En Mar del Plata desde que se montó la estructura balnearia a
fines del Siglo XIX con el veraneo frente al mar de las clases altas y luego
entre la década del ´30 y ´40 del
Siglo XX con la llegada de los contingentes masivos, el motivo central de
la visita por los turistas era ya una ciudad turística. En estos tiempos, la
costumbre parece ser otra: la mayoría de las personas se encuentran de espaldas
al mar, porque el escenario ya no está frente al mar como lo estaban los
balnearios; los paradores se tornaron el centro de la escena en la playa; los
visitantes clavan sus miradas hacia el interior del espacio de playa, hacia la
contemplación de la persona y de lo materializado y no de la playa en sí, como
se dijo antes, la fuerza que han tomado los espacios complementarios y su nueva
función, como eje de sociabilidad del veraneante. Los paradores cuentan con
todas las herramientas para captar la atención a través de sus grandes
emprendimientos, como los recitales de las figuras de la música y del
espectáculo. Estos cambios no deben ser entendidos simplemente como nuevos
comportamientos culturales y sociales de la población, sino que estos mismos se
correlacionan con los cambios que principalmente se han dado en todo el mundo.
“La
sociedad está en crisis (la crisis por la que atraviesa el capitalismo y sus
dispositivos de legitimación) y la ciudad experimenta las transformaciones o las
distorsiones por las que atraviesa la sociedad urbana global y
capitalista”
(Mantobani, op. Cit). Si los
cambios se dan en la ciudad, las playas de las ciudades y pueblos balnearios no
serán indistintas con los nuevos parámetros.
Los
ámbitos de sociabilidad han tomado nuevas características y las playas no han
sido ajenas al cambio, si han mutado espacios de sociabilidad ligados a la
lógica del trabajo y de la educación, obviamente que los espacios ligados al
ocio iban a sentir las alteraciones. Y los paradores son el escenario “postmo”
donde se denotan con claridad los vectores de cambio. “El
“descubrimiento” de la playa fue el primer ejemplo de valorización diferencial
del espacio relacionado con el veraneo frente al mar… cada espacio que se
valorizaba se convertía en un nuevo escenario de sociabilidad (como las playas)
o era dotado de soportes materiales que lo complementaban y facilitaban su
apropiación y consumo (como las ramblas y balnearios) dando lugar a las
correspondientes prácticas de sociabilidad”
(Mantobani, 2004). En las décadas pasadas comenzó a cambiar la importancia que
se lo otorga a los soportes materiales que se presentan en una playa,
vislumbrado en un consumo acelerado, factor característico del empobrecimiento
cultural sobre todo de las clases medias del turismo masivo. Los soportes
materiales se han transformado en el nuevo escenario central de la sociabilidad
en los espacios de playa.
Desde
la década del ´70 hasta la actualidad se incorporan nuevas prácticas, se produce
un proceso de quiebre: surge un nuevo turismo dentro de una sociedad post-
industrial. Las diversiones urbanas y el crecimiento de la nocturnidad en la
ciudad impactarán sobre las prácticas sociales de los turistas y los locales.
Pero esto no ocurrió nada más que en “La ciudad feliz” sino que son vectores que
van introduciéndose en gran parte de las ciudades balnearias del mundo y con
similitudes en su impacto en los sitios dedicados a un turismo de playa masivo:
Acapulco en México, Río de Janeiro en Brasil y Mar del Plata en Argentina, con
características muy distintas dadas por algunas determinantes geográficas y por
cuestiones propias de su formación espacial y social. “En
los años cuarenta, México entró en la era del turismo masivo, justo cuando éste
se basaba en la existencia y disfrute del binomio sol- playa, ascendido,
decenios después, a trinomio (sol, playa, sexo)” (Sánchez
Crispín, 2005). El paso del binomio a trinomio se dio también aquí, aunque en
Acapulco por la determinante geográfica dada la cercanía a los Estados Unidos
que provoca una presencia muy fuerte de turismo extranjero. En los últimos años
se podría hablar de la incorporación de nuevos factores al trinomio que serían
las drogas y el alcohol.
En Argentina en los últimos treinta años se ha observado el derrumbe de
su clase media, gran protagonista del fenómeno del turismo de masas, y esto tuvo
sus repercusiones en lo económico sobre una ciudad turística como Mar del Plata,
pero los cambios también se observan en los cambios en comportamientos sociales
y la adopción de nuevas costumbres y hábitos culturales, adoptados también por
sectores poblaciones, que no son un fenómeno nacional sino que tiene su
correlato con otros espacios turísticos de América Latina y del mundo. “El
mundo cambia rápidamente, se diversifica pero a la vez se homogeniza, un doble
juego de libertad y miedo maneja a los consumidores y los encamina hacia el
consumo controlado por un sistema común de alojamientos, de alimentos, de
servicios diversos, pero todos basados en franquicias, esas marcas para ciegos
consumistas que no tienen el referente cultural que los incita a conocer nuevas
experiencias… una nueva clase media de muy bajo nivel cultural se apropia del
mundo de la masividad....” (Dachary, A; Arnaiz Burne, S; 2006). Estos factores son fuertes en las
grandes sociedades de consumo como la estadounidense y la europea, pero sin duda
se encuentra presentes dentro de las distintas geografías que ofrecen las
grandes ciudades y espacios turísticos de la periferia y ni Mar del Plata y el
resto de los balnearios son ajenos a esto.
Consideraciones finales
En estas líneas se reforzará parte de las idesa trabajadas en el cuerpo
de este trabajo, en referencia a volver a remarcar la importancia de la
revalorización y de la relectura de los conceptos abordados en el desarrollo,
sobretodo en la vinculación que desde la Geografía debe hacer para el análisis
de las cuestiones turísticas y en particular la necesidad también de visualizar
a los espacios del turismo como espacios sociales, tomando por caso lo que
ocurre en nuestras playas del litoral atlántico de la Provincia de Buenos Aires
de la mano del turismo de playa y teniendo como casos de estudio desde el sitio
en la Argentina que ha enmarcado el nacimiento y a su vez los distintos cambios,
evoluciones y continuidades históricas de la actividad como es el caso de Mar
del Plata, pero también teniendo en cuenta como se ha desplegado
territorialmente el turismo en la costa bonaerense con el crecimiento que han
tenido en las últimas décadas balnearios como Pinamar como un nuevo enclave
turístico de exclusividad, así como Mar de Ajó en el Partido de la Costa
motorizado desde un turismo masivo, Mar de las Pampas, el último gran desarrollo
urbanístico que se ha dado en el corredor balneario de la mano del turismo slow
y con un supuesto grado de desarrollo en mayor concordancia con una práctica
turística “ambientalista”, y también el caso de Monte Hermoso, singular por su
turismo regional en franco relacionamiento con su cercanía a Bahía Blanca y a
los pueblos agropecuarios de la zona. En este trabajo se ha tratado de encontrar
variables de análisis desde aspectos teóricos para luego poder trabajar en el
campo con cada uno de los balnearios citados y poder realizar así un correlato
teórico- práctico de la problemática turística y las generalidades y
particularidades de cada uno de los lugares tomados para
análisis.
Todo esto será posible de hacer entiendo a la Geografía desde su
verdadera centralidad, de la verdadera importancia de su inserción en las
realidades, aquellas que muchas veces parecen estar muy lejos desde las miradas
académicas. La realidad en el mundo, en nuestro país y en nuestras playas pide
más respuestas desde la Geografía, aunque a veces los geógrafos no den cuenta de
esto. Las distintas dinámicas que se pueden apreciar a diario lo marcan: los
conflictos geoeconómicos de escala, la cuestión migratoria, los nuevos patrones
demográficos de la aldea global, las problemáticas urbanas que afloran en las
grandes ciudades de la Periferia y también en las grandes capitales de los
países centrales, los genocidios globales realizados para llevar democracia y
dominar recursos naturales valiosos como el petróleo, el agua y la tierra, , el
avance de la frontera agropecuaria, la erosión costera, por nombrar un puñado de
ejemplos que cualquier ciudadano “medio” podría llegar a vincular con estudios
geográficos.
La centralidad aquí se da en la problemática geográfica que genera el
actual desarrollo de la actividad turística de playa en el litoral marítimo de
la Provincia de Buenos Aires, que no ha incorporado pautas que permitan avanzar
hacia una “gobernabilidad” ambiental para incrementar las posibilidades de un
desarrollo turístico sustentable en
los territorios donde se ha desplegado el turismo de playa. Las nuevas formas y
modalidades turísticas analizadas en los espacios de playa bajo estudio tienen
un impacto negativo hacia el entorno natural donde se desarrolla la actividad,
dada la continuidad histórica con las anteriores etapas de las ciudades y
centros balnearios. Nada es nuevo bajo el sol de los eneros veraniegos. El
futuro parece no fiar demasiado en las nuevas impresiones que se lleva del
turismo de playa, en lugares que siguen siendo observados como una simple
oportunidad de negocios en la playa, nunca con una mirada que realmente
contemple otra visión, y este factor no es solamente llevado a cabo por el
sector privado, el Estado ha sido otro propulsor de esta cuestion fenicia sobre
las playas, donde hasta la erosión es tomada como negocio, el fin de nuestras
playas es el comienzo de beneficios para otros...
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