Morfología social y patrones territoriales: el perfil
sociodemográfico
y las relaciones sociales de los residentes del Club
de Campo “La
Cuesta del Sur”. Santa Rosa. La
Pampa.
Beatriz DILLON
Claudia LAUSIRICA
Lucrecia FILOMIA
Instituto de Geografía – Universidad Nacional de La
Pampa
Resumen
La actual transformación de los patrones de ocupación territorial
tiene estrecha relación con una serie de prácticas y valores emergentes producto
de su interrelación con los procesos mundiales y la cultura
mundializada.
Los cambios en los sistemas de costumbres, valores, consumos
culturales y las formas de sociabilidad se vislumbran en el
territorio.
La aparición de formas residenciales en sectores alejados de la
ciudad y su particular estilo de vida se conciben como parte de un proceso
general de desarrollo de modelos socioculturales, fragmentación social y
representaciones por parte de determinados grupos pertenecientes a las clases
medias o en ascenso.
La redefinición de nuevos espacios de socialización se basa en
valores compartidos como el contacto con la naturaleza o la preservación de
condiciones ambientales y paisajísticas presentes en el sitio a ocupar por estos grupos
sociales.
El análisis de la morfología social expresada a través del perfil
sociodemográfico de los residentes de un Club de Campo en una ciudad intermedia,
nos permite percibir que la conformación de los grupos, así como las
motivaciones y el desarrollo de vínculos sociales entre los mismos presentan
algunas diferencias respecto de los procesos manifestados en las grandes
ciudades.
Summary
The present transformation of the patterns of territorial
occupation bears a close relationship with a series of practices and emerging
values which are the product of the interrelationships with ongoing world
processes and culture.
The emergence of residential suburbs in areas of countryside far
away from the city centre , showing a characteristic lifestyle, is conceived as
part of a general process of development of sociocultural models, social fragmentation and representations
pertaining to certain groups ,
usually ascending middle class
or upper middle
class.
A redefinition of these new spaces of socialization is based on
shared values such as contact with nature, preservation of the environment and
typical landscape of the site to be occupied by these new social
groups.
The
analysis of the social morphology expressed through a socio-demographic profile
of the residents of a country club, in a medium-sized city, enables us to
perceive the conformation of such groups, as well as the motivation and
development of social relationships among members which present some differences if
compared to similar processes
taking place in larger cities.
Introducción.
Los procesos mundiales de la globalización y su articulación con
la sociedad han dado lugar a la valorización y desvalorización de determinados
espacios urbanos en función de la apropiación socio-espacial que los distintos
grupos obtienen a partir de una movilidad social ascendente o
descendente.
El crecimiento vertiginoso de nuevas actividades ligadas a las
finanzas, el mercado inmobiliario y el protagonismo central de los sectores
privados en la gestión de la ciudad, conlleva un cambio en las valoraciones, en
la relación con lo urbano, las relaciones sociales, los usos del tiempo libre y
los consumos culturales.
La visibilidad de estos fenómenos en las ciudades, particularmente
en América Latina y en Argentina en los años noventa, se opone al crecimiento
que se había manifestado a partir del desarrollo del proceso sustitutivo de
importaciones, el asalariamiento y la movilidad de las clases
medias.
En estos años comenzaron a transformarse las prácticas sociales y
culturales de las clases medias y de las clases populares en cuanto a estilos de
vida esencialmente.
Un conjunto de indicadores sociales, culturales y económicos nos
revela nuevas dimensiones de la vida social especialmente en sus relaciones con el
espacio urbano, el aprovechamiento del tiempo de ocio y nuevas modalidades de
consumo, entre otros.
Ello se contrapone
con la profundización de las desigualdades, la pauperización de algunos sectores
de las clases medias y el
aumento de la pobreza, situaciones que se repiten a distintas escalas en las
ciudades metropolitanas, en las ciudades intermedias y en las
pequeñas.
Uno de los efectos más destacados ha sido el aumento de las
disparidades en el sector de las clases medias. En ese abanico se hallan “los
que ganaron”, término usado por Svampa (2001) y los “nuevos pobres”, devenidos a
partir de la caída del empleo y el aumento de las diferencias salariales dentro
de las categorías ocupacionales.
Hay diferencias casi exacerbadas entre los grupos sociales “en
ascenso” y las clases empobrecidas, éstos últimos afectados especialmente por
las políticas de ajuste, el descenso de los salarios y el desempleo.
A los problemas más urgentes, de desempleo y caída de los
salarios, se suma el de la inseguridad, acentuado a partir del crecimiento de las
grandes diferencias sociales.
En este contexto se impone la valorización de algunos sectores
urbanos, demarcando claramente contrastes entre zonas desfavorecidas y áreas
valorizadas o diferenciadas, con lo cual se garantiza la inclusión de algunos y
la exclusión de muchos.
Las formas residenciales emergentes agrupadas bajo la forma de
“urbanización cerrada” surgen como una opción de inclusión de determinados
grupos sociales que perciben a la ciudad abierta como una
amenaza.
Estas nuevas formas de ocupación del territorio se caracterizan en
general, por el acceso restringido únicamente a los residentes de la misma.
Situadas en la periferia de las ciudades, en espacios con condiciones
paisajísticas y ambientales favorables, rodeadas de muros, con vigilancia
privada, servicios y equipamientos propios, además de grandes superficies con
áreas verdes y campos de deportes.
La presencia de enclaves residenciales en el espacio suburbano nos
señala la correspondencia entre la nueva morfología social y los patrones de
ocupación territorial, conformados básicamente por comunidades autónomas y
autosuficientes.
Focalizaremos
nuestro análisis en la transformación de un espacio rural, reconvertido en un
Club de Campo “La
Cuesta del Sur, el cual presenta algunas particularidades
interesantes de revelar. Explicar este
fenómeno nos obliga también a analizar el perfil sociodemográfico de los
residentes, las formas de habitar, la sociabilidad, el uso del tiempo de ocio,
y detenernos en un conjunto de
causas y motivaciones vinculadas quizás con el ciclo vital de los mismos o con
una nueva significación de ciudad y otras representaciones
sociales.
Aproximaciones conceptuales
Las clases
medias y los” grupos sociales en
ascenso”.
En Argentina, las clases medias constituyeron históricamente el
rasgo más significativo de su morfología social, a diferencia de otros países de
América Latina. Pero, las diversas
políticas implementadas a partir de 1975 han generado profundas transformaciones
en la estructura de clases de la sociedad y fragmentaciones hacia el interior de
las mismas.
La representación de grupos sociales de clases medias estaba
vinculada a nociones de progreso y movilidad social
ascendente.
Definir la categoría de clase media ha planteado grandes
dificultades a los cientistas sociales, principalmente debido a la
heterogeneidad de sus componentes y sobre todo a la relación entre éstos con los
medios de producción.
Weber (1980)
argumenta que, fuera de las clases propietarias de los medios de producción, hay
clases que poseen ciertas habilidades, como educación y conocimientos, que
ofrecen en el mercado de servicios, las cuales se convierten en factores
objetivos que determinan su posición en la estructura social. Introduce además
la idea de grupos de status que se basan en apreciaciones objetivas de una
identidad común. Así, Weber considera que la posición de clases no se determina,
solamente, en el mercado laboral, sino que hay también grupos definidos por un
patrón de consumo y un “estilo de vida”.
Coincidiendo con la mayoría de los estudios clásicos, en América
Latina, el desarrollo de la clase media esta vinculado al proceso de
industrialización y urbanización. Debido a su heterogeneidad y a la diversidad
de los distintos segmentos que la componen (empleados, empresarios rurales y
urbanos, agricultores, comerciantes, industriales, servicios,
etc).
Johnson (1958:29)
proponía el término “sectores medios” para hacer referencia a este grupo. Para
el mismo autor el proceso de modernización de América Latina se logró gracias a
los sectores medios que sentaron las bases de las sociedades y economías
modernas del capitalismo.
Otros autores (Graciarena, 1976) describe diferentes tipos de
clase media de acuerdo a dos tipologías: clases medias dependientes y autónomas
dependiendo si actúan como asalariados o si poseen propiedades y disponen del
control de sus ingresos.
Scott Lash (1987) y John Urry (1998) reconocen a la clase media
como una “clase en si”, una tercera clase entre la burguesía y el proletariado,
con cierta autonomía en relación con las clases dirigentes.
Este rasgo matizó, según Svampa (2001)(2005) aquel otro enfoque
que designa a las clases medias como un vasto conglomerado con una debilidad
estructural congénita, lo que explicaría tanto sus comportamientos políticos
como sus rasgos culturales. A ello se sumaría el desarrollo de conductas
imitativas respecto de patrones culturales propios de las clases superiores,
generando una disociación entre grupo de pertenencia y grupo de
referencia.
Tironi (1985) lejos de negar la existencia de esta clase, reconoce
su heterogeneidad social y ocupacional, para ello utiliza algunas reflexiones de
Bourdieu con el objeto de definir cual sería el conjunto de propiedades que
caracterizan a una clase media diferenciada y diferenciable. En tal
sentido, introduce la noción de “identificación simbólica” que supone la
autoidentificación de ciertos grupos “periféricos” con un “grupo central”,
autodefinido como de “clase media”. De esta manera se produce, según el autor,
una identidad nominal, mediante la cual los propios actores se clasifican,
categorizan y tipologizan para diferenciarse simbólicamente de otros grupos.
Esta identificación simbólica construye las fronteras y la identificación del
grupo y se expresa en manifestaciones objetivas, como por ejemplo, el lugar
donde se vive, como se vive, cómo se educa, cómo se viste, etc. Entonces, ante
la ausencia de una identidad común objetiva, la clase media se configura, para
el autor, a partir de la “lógica del simbolismo”, la que produce identidad
social mediante la diferencia. Esta clase media, y siguiendo a Bourdieu, esta
clase media se caracteriza por la particularidad del capital económico, del
capital social y del capital cultural.
La heterogeneidad social y ocupacional de la clase media dificulta
la posibilidad de unificar los intereses de clase, subrayando rasgos típicamente
individualistas, enfatizando intereses particulares, tendiendo a la “búsqueda de
un ascenso en la estructura social. Además la definición a través del consumo y
de los estilos de vida desembocaría en la formación de grupos de status”
(Svampa, M. 2001:22).
Desde el punto de vista sociológico, distintos autores han
retomado la cuestión particular de las clases medias en América Latina y
particularmente en Argentina. A diferencia de Europa y Estados Unidos, las
clases medias “no se sitúan en el ‘centro’ de la sociedad. Su presencia crece,
sobre todo a partir de los años ’50 y ’60 y dentro del pensamiento social
latinoamericano progresista y modernizador (Svampa, M
2001:23).
Según Alain Touraine, las clases medias se convierten en un agente
central del procesos de desarrollo debido a dos elementos centrales: 1) se
definen por su cultura, con niveles medios-altos de instrucción, instrumento
básico de movilidad social ascendente y 2) la expansión de las clases medias
urbanas en estrecha relación con el desarrollo del estado, en tanto productor de
bienes y servicios que consolidó a vastas franjas de funcionarios y
profesionales ligados a la administración pública y a los
servicios.
Según Svampa, “este fue el modelo que entró en colapso a partir de
los años ’80 y particularmente durante los ’90, con la aplicación de políticas
de ajuste fiscal y de reducción del Estados en distintos países
latinoamericanos” (Svampa, M op.cit.:27). Esta situación se hace más
evidente en Argentina, donde a diferencia de otros países latinoamericanos, las
clases medias estuvieron en el ‘centro’ de la
sociedad.
Haciendo un raconto de la estructura social urbana en
la
Argentina, Susana Torrado (1992) manifiesta que hacia 1945,
ésta contenía el 40% de los puestos de trabajo en manos de la clase media y el
60% de puestos en manos de la clase obrera, con predominio del empleo asalariado
en ambos. Esta situación representaba el 72% del empleo global, cifra asimilable
a la de los países capitalistas centrales. La dinámica del mercado de trabajo,
el rápido crecimiento del empleo urbano se logró en un contexto de plena
ocupación o con tasas de desempleo mínimas. Si bien es cierto que durante la
década del cuarenta, la clase media crece a un ritmo algo más rápido que la
clase obrera –y sobre todo el estrato autónomo de clase media, coincidente con
grupos de pequeños empleadores, trabajadores cuentapropistas del comercio
minorista y de la industria manufacturera. Durante la década de 1950 el comercio
minorista se multiplica, sobre todo los pequeños propietarios de
establecimientos de venta de bienes básicos de consumo, en su mayoría
cuentapropistas, de trabajo familiar, de muy baja productividad pero con
importantes ingresos. Lo mismo ocurre con sectores de la industria manufacturera
de carácter artesanal y de pequeños y medianos establecimientos que junto a las
plantas industriales de mayor tamaño absorbieron mano de obra asalariada. La
clase media asalariada representaba en esta época un importante porcentaje de la
población (Torrado, S. 1992).
Hasta 1972, la creación de empleo urbano es aún más rápido que en
años anteriores. Si bien se produce la destrucción de un número importante de
pequeños y medianos emprendimientos industriales, se produce un crecimiento del
empleo asalariado de clase media en el área administrativa y de la construcción.
En definitiva, según Torrado se produce un descenso de la clase media autónoma y
un incremento de la clase media asalariada a la vez que se produce un importante
descenso de la clase obrera asalariada.
Entre 1976 y 1983 la estructura social urbana experimenta, según
la misma autora, mutaciones inéditas con respecto a los períodos precedentes. El
ritmo de crecimiento del empleo urbano se hizo mucho más lento con tasas de
desempleo y subempleo visibles, a causa, principalmente de la retracción de la
demanda de mano de obra debido a la recesión imperante. En esta época el estrato
de clase media autónoma lidera el crecimiento con una tendencia declinante del
salario real, principalmente en el estrato obrero. Importantes transformaciones
en el empleo generaron a su vez, una importante precarización e informalización
de la economía, situación que perjudicó a un grupo importante de trabajadores no
calificados, productores, empleados, entre otros. Sin embargo, en la
distribución del ingreso por niveles, a partir de mediados de la década del ’70
se polariza, alcanzo niveles de desigualdad notorios, situación que se agudiza a
principios de la década del ‘80. En el balance general de esta época, puede considerarse la preeminencia de
una movilidad social descendente con algunos grupos de clase media autónoma
(comerciantes y profesionales) con una movilidad ascendente.
Estas mutaciones económicas generan “nuevas necesidades y objetos
de consumo, el deseo de realización personal y profesional sigue atado al éxito
económico y al desarrollo de actividades consideradas socialmente útiles, a la
vez que se precariza e involuciona el empleo, único medio idóneo de satisfacer
aspiraciones” (Wortman, 2003).
Según Maristella Svampa (2003) las clases medias en Argentina se
caracterizan por presentar: a) debilidad estructural, b) heterogeneidad social y
cultural, c) movilidad social ascendente y d) capacidad de consumo. En las
sociedades modernas contemporáneas del Siglo XX las clases medias se
caracterizan por su creciente expansión así como su peso social y político.
Las transformaciones culturales e ideológicas producidas en
Argentina, a partir de la década del ’60, se hacen visibles en las clases medias
a través de un proceso de modernización cultural de la vida cotidiana que
incluía desde nuevos hábitos de consumo, principalmente en los estratos más
jóvenes de la población, cambios en la moral sexual, en el rol de la mujer y es
cuestionamiento de modelos de familias tradicionales, entre otros (Torti, M.
1999).
Desde los últimos diez años, las clases medias aparecen asociadas,
Según Svampa (op.cit:33) “...a un
conjunto de tendencias socioculturales que coloca en el centro de su
representación la figura del ‘consumidor’...”. Se trata, siguiendo a Bourdieu
(1979), de la asociación de ocupaciones emergentes y nuevas pautas de consumo
que provocó el ascenso de nuevos grupos de nuevas profesiones e intermediarios
culturales (vendedores de bienes y/o servicios, agentes y ejecutivos de turismo,
cine, moda, publicidad, decoración, promoción inmobiliaria) cuyo rasgo
distintivo apareció resumido en nuevo estilo de vida, más relajado, más
hedonista, que invade la vida cotidiana (Svampa, M op.
cit:33).
El pasaje de lo colectivo a lo individual, de la autorrealización
pública a la privada y la “centralidad del ciudadano-consumidor en detrimento
del ciudadano-productor son, según Svampa (37), elementos claves de este nuevo
proceso iniciado a principios de la década de 1970 y agravado durante los años
posteriores. “En términos simbólicos, para amplios sectores de la sociedad
argentina, la hiperinflación de 1989 confrontó a los individuos con la
experiencia de disolución del vínculo social...”. A partir de 1989 y durante casi diez años el “proceso de
movilidad social descendente tomó una dimensión colectiva que arrojó del lado de
los ‘perdedores’ a grupos sociales que formaban parte de las clases medias asalariadas y autónoma: franja de
empleados, técnicos y profesionales del ámbito público, ligados a la
administración, la educación y la salud; empresarios y comerciantes colocados en
una irresistible posición de desigualdad ante la apertura a las importaciones y
la entrada de nuevas formas de comercialización; propietarios rurales cuyo
destino aparecía ligado a economías regionales, consideradas poco dinámicas o
‘inviables’”.De esta manera, la clase media vio aparecer con claridad, durante
la década de los ’90, la polarización entre grupos de ‘perdedores’ y ‘ganadores
del nuevo modelo (Svampa, op.cit.:39). Los ganadores, según la
misma autora (40), conformaron un grupo ascendente participes de la conformación
de una nueva clase de servicios y representados por una elite de planificadores,
de sectores gerenciales y profesionales, y de intermediarios
estratégicos.
Nuevos modos de configuración de lo social se entremezclan con las
transformaciones planteadas en el plano económico. La implementación de planes
de ajuste económico, visualizados más claramente en países como el nuestro a
partir de los años setenta, generó una crisis en la clase media ya que ha sido
la más afectada por el impacto de estos sucesivos ajustes.
Los cambios sociales y culturales acaecidos en los últimos tiempos
han impactado notoriamente sobre la constitución de la clase media fordista y
sus formas organizativas, como así también sus dimensiones simbólico-culturales.
Esta situación provocó el surgimiento de nuevas representaciones acerca de la
sociedad, el ambiente y el individuo.
Lo novedoso de este proceso es que supone la conformación de
nuevas identidades sociales y la desmitificación del concepto de movilidad
social. Las identidades sociales son múltiples e inestables, con la consecuente
desintegración de los lazos sociales. La conformación de nuevas subjetividades
marcadas a fuego por la cultura del mercado y el consumo genera nuevos usos y
prácticas ciudadanas, así como también la ponderación de nuevos
valores.
“La
Cuesta del Sur”: características sociodemográficas de la
población residente
El Club de Campo “La Cuesta del Sur” surge como producto de un
emprendimiento inmobiliario particular, gestionado por el propietario de una
explotación agropecuaria, quien subdividió parte de su inmueble rural, para
destinarlo al uso residencial. Este proyecto se remonta a la década del ochenta
y consiste básicamente en un predio de 150 has., el cual ha sido parcelado en
lotes de menor tamaño. Actualmente el Club de Campo está conformado por 123
parcelas y 95 propietarios habiendo algunos de ellos adquirido más de una
parcela, solo el 18% de ellos reside en forma permanente en el lugar.
Durante gran parte de las décadas del ochenta y noventa, el
emprendimiento sufrió un período de estancamiento, a raíz de la situación
socioeconómica imperante en la ciudad y el país. A fines de la década del
noventa y comienzo de la actual, comenzó a despertarse un interés particular de
algunos grupos familiares quienes decidieron adquirir una parcela y construir
una vivienda para radicarse en forma transitoria – fines de semana- o permanente
en dicho lugar, proyectándose unidades habitacionales unifamiliares con
distintos lineamientos arquitectónicos. El funcionamiento se asimila al de un
condominio y se rige bajo el régimen de propiedad horizontal, en el cual se
obtiene la propiedad de una parcela y de una parte del equipamiento
común.
El sitio referenciado presenta condiciones paisajísticas
especiales, ya que está ubicado sobre una pendiente sobreelevada, en cuya parte
más baja (denominado Bajo de Giuliani), se destaca la presencia de una gran
laguna. A ello, debe añadirse las características típicas del área rural
pampeana y la vegetación natural con presencia de gran cantidad de ejemplares de
caldén, además de otras especies implantadas. La cuesta del Sur cuenta con un
área intangible de 22
hectáreas en al que se preserva un bosque de caldenes
añosos. La única actividad deportiva que se practica en el lugar es equitación.



Imagen N° 1 – La
Cuesta del Sur. Condiciones del
Sitio.
FUENTE: Google Digital Globe 2007. Datos: Ubicación 36°42’ 54’’ S
– 64°17’ 23’’ W – Altitud 136 msnm.
La estructura demográfica está conformada por distintos grupos
etáreos que van desde parejas con hijos jóvenes hasta adultos mayores en edad de
jubilarse o ya jubilados. Del total de 36 familias con vivienda habitable en el
lugar, solamente 17 de ellas lo hacen de manera permanente, las cuales están
conformadas por 39 residentes distribuidos en 6 menores de 18 años y 33 adultos,
de los cuales 21 son de sexo masculino y 18 de sexo femenino. Los no residentes
ascienden a 46 personas que sumadas a los habitantes permanentes alcanza un
población total de 85 personas.
Desde el punto de
vista socio-profesional se trata de una estructura conformada básicamente por
profesionales -médicos, contadores, arquitectos, ingenieros- y comerciantes, que
desarrollan sus actividades en la ciudad de Santa Rosa. La mayor cantidad de los
residentes se dedica a la rama profesional independiente y en segundo lugar a la
actividad comercial. Los datos obtenidos para los jefes de familia revelan esta
situación: 18 profesionales independientes, 10 comerciantes y el resto
empleados, jubilados y otros.
Desde el punto de vista jurídico la organización social se rige
por un reglamento de convivencia y un consorcio de propietarios. El reglamento
organiza, entre otras cuestiones, las características más relevantes de la vida
en comunidad, el respeto por el otro y la naturaleza, el uso de los espacios
comunes y el equipamiento e infraestructura compartida. La organización
comunitaria requiere de la realización de asambleas de propietarios, reuniones
de consorcios y el asesoramiento de profesionales (contador, abogado). El
condominio se divide en: el Consorcio de la Cuesta del Sur S.A y el Club de Equitación, de
otro propietario.
Con respecto a la provisión de servicios “la Cuesta” cuenta con
electricidad, canales de cable y aire, agua potable a través de la conexión al acueducto del Río Colorado
que pasa a la vera de la
Ruta Nacional Nº 35. Al no poseer gas natural de red, el
combustible se provee de distintas maneras: gas envasado, leña,
etc.
Nuevas formas de sociabilidad?
La configuración de nuevos lugares de residencia por parte de
determinados grupos pertenecientes a las clases medias o en ascenso ubicado en
un sector alejado de la ciudad implica la redefinición de nuevos espacios de
socialización.
Los residentes de estos espacios emergentes señalan dos formatos
diferentes, por un lado aquellos que buscan el contacto con la naturaleza la
cercanía al campo y la contemplación del paisaje y otros, que adhieren a un
estilo de vida más selecto y exclusivo como rasgo de distinción e
inclusión.
En el espacio estudiado la mayoría de ellos manifiestan claramente
su alineamiento con el primer formato, es decir la elección del lugar obedece
esencialmente a un contacto con lo natural.
El hecho de vivir en la cuesta se corresponde más con una manera
de percibir la forma de vivir y las condiciones del ambiente representan a
través del paisaje natural la representación simbólica más
relevante.
El desarrollo de relaciones sociales y vínculos intraclub es muy
limitado, la mayoría de los entrevistados manifestó la necesidad de recrear una
forma de vida basada en el repliegue individual, en el descanso, la
tranquilidad y en la contemplación
de las condiciones naturales. No se manifiestan actividades comunitarias que
convoquen a los residentes del club, tanto permanentes como
temporarios.
En las entrevistas aparecieron testimonios tales
como:
“…mi relación con los
otros residentes, no es muy fluida “...yo me instalo en mi casa y no tengo
contacto con los vecinos, yo voy a mi casa y descanso. En el verano uso la pileta del club y allí es cuando
establezco relaciones con otros
residentes. (Silvia, empresaria, 45 años).
“…con los otros residentes
nos
saludamos...sí, pero no viviendo acá es difícil relacionarse, incluso viviendo
acá porque trabajan en Santa Rosa. En el verano sí porque en la pileta tenés
contacto con los vecinos, se charla mucho... la usan bastante, ahí es cuando se
establecen las relaciones con los vecinos...”(Graciela, ama de casa, 48
años)
La vida social de los residentes se circunscribe únicamente a
relaciones de solidaridad ante una situación determinada, pero con independencia
de movimientos personales. No resulta de interés realizar actividades
compartidas por los integrantes del Club.
“aca, cada uno hace la suya…quizá para alguna fiesta de fin año,
compartimos algo con algunos, pero la verdad que ni me entero si están o no
están…//…cada cual hace lo suyo y nadie molesta al otro…//… de todas maneras hay
muy buena relación entre los vecinos” (Graciela, ama de casa, 48
años)
“ en cuando a relación?... buena… yo no estoy mucho, a veces
asisto a las reuniones de consorcio, donde las resultantes son de común acuerdo.
La relación es buena, cada cual se ocupa de lo suyo, pero eso si, si sucede algo
o pasa algo… son todos muy solidarios…”(Liliana, profesional independiente, 45
años)
“ acá, cada uno hace la suya y ni nos enteramos de la vida de los
demás, todos estamos si alguien necesita algo, somos compañeros, en ese sentido,
pero no nos metemos y nadie se mete…”…”(Ricardo, comerciante, 50
años)
En el sistema de relaciones que se establece entre los residentes
de “La Cuesta”
adquiere significación especial un valor compartido por la mayoría y que le
otorga el casi único rasgo de homogeneidad frente a la heterogeneidad presente
en la tipología arquitectónica, en las edades de los grupos residentes, en los
vínculos sociales que se desarrollan:
“…si hay una homogeneidad, es en el sentido de los vínculos con la
naturaleza, es
una forma de recrear el campo. A todos los que estamos acá nos une el
tema
ecológico
o la naturaleza, el relax…Acá hay
mucho apego. (Pablo, profesional
independiente, 43, años)”.
“…el
grupo de residentes es muy heterogéneo, tenés
desde gente jubilada hasta
matrimonios jóvenes con chicos, creo que hay una pareja de
homosexuales
también, hay de todo...(Antonio, jubilado, 66
años).
Contrariamente, a los resultados de otras investigaciones
realizadas en las grandes ciudades, a medida que se ha avanzado en la
realización de entrevistas y demás observaciones de campo en “La Cuesta del Sur”, la
conformación de los grupos residentes presenta una gran heterogeneidad tanto en
los consumos, hábitos, prácticas sociales, a excepción de representaciones como
la valoración del paisaje, el apego a lo natural y la vida al aire
libre.
La mayoría de los residentes expresa la idea recrear una
convivencia pacífica con la naturaleza en la cual se evoca quizás un pasado
rural nostálgico, pero con la necesidad de mantener algunas pautas de vida
urbanas y preservar las condiciones ambientales actuales para el
futuro.
Consideraciones finales
La transformación de los patrones de ocupación territorial tiene
que ver con una serie de prácticas y valores emergentes como producto de su
interrelación con los procesos mundiales y la cultura
mundializada.
Los cambios en los sistemas de costumbres, valores, consumos
culturales, y las formas de sociabilidad tienen como escenario elegido su
materialización en el territorio.
Las nuevas formas residenciales y su particular estilo de vida
forman parte de un proceso general de desarrollo de nuevos modelos
socioculturales, fragmentación social y nuevas representaciones de sus actores
principales.
La elección de tipologías residenciales emergentes se basa en
valores compartidos como el contacto con la naturaleza o la preservación de
condiciones ambientales y paisajísticas presentes en el sitio a ocupar por determinados
grupos sociales.
La transformación de un espacio rural reconvertido en un Club de
Campo “La
Cuesta del Sur”, en el cual se reconocen nuevas percepciones
sobre el entorno, el modo de habitar, la reproducción de patrones urbanos en el
espacio rural y los nuevos vínculos
y sociabilidades que se establecen entre sus habitantes y los de la ciudad
abierta tiene que ver con una serie de prácticas emergentes de un proceso de
transformación económica y social que se enmarca en el territorio.
El perfil sociodemográfico de los residentes de “La Cuesta” presenta rasgos de
heterogeneidad tanto en los grupos etáreos como en las actividades económicas
que despliega el jefe de familia. La presencia de jóvenes, parejas sin hijos,
adultos mayores, da cuenta de nuevas demandas tanto materiales como simbólicas
de determinados grupos sociales que encuentra en este formato residencial una
opción válida para desarrollar su vida cotidiana fuera de la
ciudad.
Las relaciones sociales y los modelos de sociabilidad adoptados
por los residentes del Club de Campo “La Cuesta del Sur”, manifiestan claramente un modo vida
circunscripto a la vida individual, el descanso, la tranquilidad y la
contemplación del paisaje.
De los testimonios recogidos se desliza la persistencia de
elementos significativos propios de una ruralidad añorada pero con la adopción
de nuevos patrones de ocupación y pautas de vida
urbanas.
En definitiva, el análisis de la morfología social expresada a
través del perfil sociodemográfico de los residentes de un Club de Campo en una
ciudad intermedia, nos permite percibir que la conformación de los grupos, así
como las motivaciones y el desarrollo de vínculos sociales de los mismos difiere
notablemente de los procesos manifestados en las grandes ciudades.
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