Aproximación teórica sobre la construcción de la identidad social
en el Barrio Sur - Santa Rosa.
Stella Maris Leduc
Departamento de Geografía
Facultad de Ciencias Humanas
UNLPam
Resumen
Los espacios tienen un significado social por su posición en el
conjunto de la ciudad, su valor en el mercado, la infraestructura que poseen y
su valor estético. Estas características explican también muchos comportamientos
de los actores urbanos que se desplazan en este territorio de su vida cotidiana.
Ellos tienen representaciones o imágenes de la ciudad donde se entrecruzan lo
real con el mundo mental de cada uno. Ambos influyen en las conductas
individuales y la ciudad deviene entonces un mundo vivido, al que cada uno
atribuye profundos significados simbólicos y culturales.
El hombre como ser social tiene múltiples necesidades: sociales,
económicas, ambientales y políticas. En este trabajo se aborda la construcción de la identidad
social por parte de los habitantes
de un barrio planificado. Esta problemática requiere de un análisis de gran
complejidad, donde aparecen involucrados diversos actores o sujetos
sociales: los
habitantes en general, de forma individual o colectiva, y especialmente los del
barrio, el Estado, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales, la
iglesia, las instituciones educativas. . . .
La construcción social nunca surge a partir de una mera
diferenciación entre las características propias y singulares, pues requiere
siempre de un carácter reflexivo. Identificarse implica identificarse con, en el
sentido relacional, su carácter simbólico es múltiple y está abierto a
permanentes reconstrucciones.
Cada uno de los actores mencionados interviene de una manera
particular en la elaboración de la identidad. Aquí se realizan solo algunos
aportes teóricos en torno a la indagación de la incidencia de los espacios
personales en la construcción de nuevas territorialidades y en la gestación de
la identidad social del grupo que habita cada barrio.
Theoretical approach about the construction of social identity in
South Suburb, Santa Rosa.
Stella Maris Leduc
Geography Department
Human
Sciences College
UNLPam
Abstract/Summary:
Space has got social meaning according to its position within the
whole of a city, its housing market value, the infrastructure present in the
area and its aesthetic value. These characteristics explain a great deal
about the behaviour of the
urban actors who move within this territory during their daily lives. They have
mental representations or images of the city where the real world is
inextricably interwoven with their individual mental world. Both exert an
influence over individual behaviour and the city becomes a living world, to
which each individual attributes deep symbolic and cultural
meanings.
Man as a social being has multiple social, economic, environmental
and political needs. This paper deals with the construction of social identity
by the inhabitants of a planned suburb. This problem requires a complex
analysis, involving different actors or social subjects: the inhabitants in
general, from an individual or collective perspective, especially those living
in this suburb the state, the
private sector, non-governmental organizations, the church, and educational
institutions.
Social construction is never developed from a mere differentiation
between singular and individual characteristics, but requires a reflective
stance. Identity means identifying ourselves with, and in its relational sense,
its symbolic character is multiple and it is always open to continuous
reconstructions.
Each of the mentioned actors intervenes in a peculiar way in the
construction of identity. This paper presents some theoretical contributions
regarding the incidence of personal space in the construction of new territories
and the gestation of a social identity by the group who inhabits each suburb.
Introducción
El hombre como ser social tiene múltiples necesidades: sociales,
económicas, ambientales y políticas. En este trabajo se aborda la construcción de la identidad
social por parte de los habitantes
de un barrio planificado. Esta problemática requiere de un análisis de gran
complejidad, donde aparecen involucrados diversos actores o sujetos
sociales: los
habitantes en general, de forma individual o colectiva, y especialmente los del
barrio, el Estado, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales, la
iglesia, las instituciones educativas. . . .
Cada uno de los actores mencionados interviene de una manera
particular en la elaboración de la identidad. Aquí se realizan solo algunos
aportes teóricos en torno a la indagación de la incidencia de los espacios
personales en la construcción de nuevas territorialidades y en la gestación de
la identidad social del grupo que habita cada barrio.
La significatividad del espacio
“El espacio está
formado por un conjunto indisoluble, solidario y también contradictorio de
sistemas de objetos y sistemas de acciones, no considerados aisladamente sino
con el contexto único en el que se realiza la historia....” “El espacio es hoy
un sistema de objetos cada vez más artificiales poblado por sistemas de acciones
igualmente imbuidos de artificialidad, y cada vez más tendentes a fines extraños
al lugar y a sus habitantes. Los objetos no tienen realidad filosófica, es decir
no nos permiten el conocimiento si los vemos separados de los sistemas de
acciones y estos tampoco se dan sin los sistemas de objetos.”
“Sistemas de objetos y sistemas de acciones interactúan. Por un
lado, los sistemas de objetos, condicionan la forma en que se dan las acciones
y, por otro lado el sistema de acciones lleva a la creación de objetos nuevos o
se realiza sobre objetos preexistentes. Así el espacio encuentra su dinámica y
se transforma.” (Milton Santos, 2000: 54-55).
Los espacios tienen un significado social por su posición en el
conjunto de la ciudad, su valor en el mercado, la infraestructura que poseen y
su valor estético. Estas características explican también muchos comportamientos
de los actores urbanos que se desplazan en este territorio de su vida cotidiana.
Ellos tienen representaciones o imágenes de la ciudad donde se entrecruzan lo
real con el mundo mental de cada uno. Ambos influyen en las conductas
individuales y la ciudad deviene entonces un mundo vivido, al que cada uno
atribuye profundos significados simbólicos y culturales.
Las características del hábitat se convierten en el criterio
espacial más importante para entender el posicionamiento social: los habitantes
tienden a distribuirse en el área urbana de acuerdo a las distancias que los
definen socialmente, donde sobre todo las clases más favorecidas económicamente
pugnan por diferenciarse del resto.
Esta interacción hace que los diferentes grupos usen el espacio
como recurso de manera distinta también y la organización urbana hace más
visibles las diferencias. Se establecen “fronteras” que no se perciben en el
terreno pero sí en la distancia entre los niveles de vida de sus
habitantes.
En el caso de los
barrios planificados algunos de los objetos son las viviendas, las escuelas,
comedores escolares, salones de usos múltiples, plazas, espacios verdes. Dichos
objetos son creados desde el Estado, condicionan las acciones de los grupos,
generando un sistema de acciones diferentes según los intereses y necesidades
sociales y culturales de los habitantes.
Para la geógrafa Doreen Massey (1994) “…la sociedad está
necesariamente construida espacialmente, y ese hecho- la organización espacial
de la sociedad- hace una diferencia en la manera en que esta opera”. Esto
significa que lo espacial debe ser tratado como producto de procesos sociales y
a la vez, como explicación de los mismos.
Según Massey (1994) “Las distribuciones espaciales y la
diferenciación geográfica pueden ser resultado de procesos sociales, pero
también afectan la manera en que estos procesos operan. Lo espacial no es sólo
un resultado; es también parte de la explicación”. Quienes hacen ciencias
sociales incorporan el hecho de que los procesos que estudian son construidos,
reproducidos y transformados en maneras que necesariamente involucran distancia,
movimiento y diferenciación espacial.
En general, los barrios planificados se localizan en el área
periférica de la ciudad no sólo como resultado de procesos sociales según lo plantea Massey, sino
como explicación para establecer las distancias que representan las diferenciaciones
sociales. Lo espacial se construye a partir de lo social y es así que cada
objeto dentro del sistema ocupa un lugar que es producto de la decisión de los
actores sociales.
Estos atribuyen significados legitimados tanto por los habitantes
en general como por los del barrio. Y si bien estos significados admiten
reconstrucciones, resulta difícil modificar las diferenciaciones socio –
espaciales.
El movimiento de fragmentación del espacio social conduce a los
grupos que residen en viviendas sociales a la apropiación de representaciones
que les son dadas por los demás actores .Este movimiento puede ser entendido
como una dinámica de exclusión del espacio propiamente urbano en la que
experimentan la negatividad transmitida por una variedad de
signos.
La
noción misma de espacio presupone ya la proyección de una cierta discontinuidad
sobre una continuidad indeterminada y amorfa. Así, un espacio determinado es una construcción que implica una
selección de ciertos rasgos, superpuesto a la continuidad indistinta de la
extensión.
Identidad y espacio urbano
“En el marco de la postmodernidad, se observan diversas formas de
reconstrucción geográfica que tienen por objetivo revisar la mirada
contemporánea acerca de la cultura;
la combinación de un análisis materialista y cultural del espacio se
demuestra como una forma eficiente de interpretar el cambio urbano, enfatizando
en las representaciones, los símbolos y los significados, más que en la
morfología urbana, la planificación o la estructura social de la ciudad.”
(Albet, 2000 :108).
La nueva geografía cultural urbana remarca el peso de las
relaciones sociales y los significados simbólicos tal y como se revelan en los
lugares o localidades específicas. Las cuestiones espaciales son fundamentales
en las definiciones identitarias desde el análisis y la experiencia en el
espacio urbano. Esto significa abrirse a las nuevas perspectivas que incluye la
geografía acerca de la cultura material, las prácticas sociales y los
significados simbólicos.
“Desde el punto de vista de la relación entre identidad y espacio
urbano, en el que confluyen y se mezclan rasgos culturales distintos para crear
nuevas formas, puede reivindicarse un derecho a la diferencia que no tiene por qué
redundar en formas defensivas y reaccionarias, sino que puede ser transgresora
de las identidades impuestas desde el poder.” (Rovira Benach,
2005:79).
Ese derecho a la diferencia supone distintas formas de manifestar
el derecho a la ciudad.
“La cuestión reside en saber cómo, porqué y para quién se
construyen las identidades colectivas y las diferencias sociales.” (Rovira
Benach, 2005: 74)
Por lo tanto, la diferencia al igual que la identidad es un
producto social y de las relaciones espaciales
Analizar la importancia de los espacios urbanos en la construcción
de la identidad en el escenario global actual, supone un contexto complejo
teniendo en cuenta la dimensión cultural.
La construcción de la identidad
social
La construcción de la identidad social, al contrario de la
interpretación del sentido común que enfatiza su aparente estabilidad y
longevidad, es siempre dinámica,
está siempre en curso.
Nunca surge a partir de una mera diferenciación entre las características propias y
singulares, pues requiere siempre de un carácter reflexivo. Esto significa que
identificarse implica identificarse con, en el sentido relacional. Por esencial
que resulte su carácter simbólico,
es múltiple y está abierta a reconstrucciones.
La
cuestión central de la reflexión recae en indagar si hay una incidencia de los
espacios personales y reconocidos como representaciones sociales en la configuración mental del territorio.
En este sentido pueden entenderse como territorialidades en la construcción de la
identidad social de los grupos que viven en barrios planificados. Se
sostiene desde el sentido común y el sentido común científico, que tienden
a atribuir identidades
sociales de los sujetos a partir de su inserción individual en
la territorialidad.
Las ideas, los valores, los símbolos compartidos se aferran al
espacio y es la territorialidad la que se ha convertido en uno de los
componentes más importantes para explicar las manifestaciones
sociales.
La primer escala de análisis de la cultura es la local: en la
intersección de los grupos es donde se producen los intercambios de manera tal
que la comunicación sea posible. No
hay comprensión de los procesos culturales si se evita el juego de la
intersubjetividad.
La escala de los análisis cambia para aprehender los procesos
culturales verdaderamente significativos. A partir de la experiencia de los
sujetos, de sus contactos y sus formas de expresión se descubre como las
actitudes cambian y los objetos colectivos se construyen a partir de las
interacciones.
Las herramientas que brinda la geografía cultural nos permiten
acercarnos más a la realidad de las pequeñas comunidades, comunidades barriales
que a las realidades globales. Lo que cambia no son los principios sino la
manera de interpretarlos o de transgredirlos para adaptarse a las
circunstancias.
Los sujetos presentan múltiples identidades (pertenencias), de
acuerdo al proceso histórico que hayan
atravesado sus vivencias, algunas acentuadas en
detrimento de otras. Esto significa que la identidad se va transformando a lo
largo de nuestra existencia.
En consecuencia, los grupos sociales presentan connotaciones
diferenciales en sus aspectos identitarios según el contexto espacial y
temporal.
La cultura como forjadora de identidades no se nos muestra como
una totalidad que se pueda encontrar de forma idéntica en todos los miembros de
una sociedad. Resulta de un proceso de construcción inacabado llevado a cabo por
los individuos.
La relación entre la construcción material y la simbólica se manifiesta en las
diferencias culturales entre los residentes de viviendas sociales y está vinculada al par dialéctico
unificación/ diversificación pues como fundamento de las identidades la cultura
permite unir y dividir a las personas.
También en la construcción de la identidad influye la mirada de
los otros, que en muchos casos se asocia a espacios de inseguridad,
delincuencia, miedo, drogadicción. Estas percepciones generan el desarraigo y la
idea de la búsqueda de otro lugar en aquellos que pretenden diferenciarse, pero
que ante la imposibilidad de
acceder a él construyen sus vínculos próximos hacia el interior de su vivienda.
Generalmente se abandona un barrio donde era importante la vida
comunitaria, destruyéndose un tejido social que difícilmente se reconstituya en
el nuevo, al menos hasta que transcurra mucho tiempo. Es frecuente que se
transformen en áreas dormitorio donde el desplazamiento hacia los lugares de
trabajo y estudio obliga a permanecer mucho tiempo fuera del lugar de residencia y de esta
manera se generan otros vínculos. Estos barrios se convierten así en uno de los
extremos de un movimiento pendular continuo que jerarquiza algunas vías de
comunicación y donde el acceso a los medios de transporte, privados o públicos,
devienen en factor crucial para la vida cotidiana.
El Estado y su representación
social
El Estado se representa a sí mismo como el sujeto benefactor,
capaz de contribuir a solucionar la problemática de vivienda de aquellos que
categoriza como sujetos necesitados
socialmente. Estos constituyen, según el Estado, los que han sido excluidos del
proceso general de participación en la vida social como en los circuitos
económicos, sociales y espaciales.
El Estado, al momento de definir la política habitacional, se autorepresenta
como el único capacitado para la tarea.
El Estado asume la asistencia habitacional como una obligación propia y un
derecho de los beneficiarios. De allí que aquellos que no puedan cotizar
mensualmente para ser parte activa del sistema, podrán ser
beneficiarios.
Los sujetos se conceptualizan a partir del criterio económico: el
acceso a la adjudicación de la vivienda está relacionado con el poder
adquisitivo. Es a partir del nivel de ingresos que se define quien podrá ser
beneficiario de una vivienda construida mediante los programas
estatales.
Analizado desde el tema que nos ocupa, puede afirmarse, como
limitante, que el sistema de
adjudicación desde el Estado no ha generado ningún mecanismo previo que permita
la cohesión social y el comienzo de elaboración de la
identidad.
Serían medidas adecuadas para este
fin:
-Generar estrategias para socializar problemáticas y mejorar
vínculos.
-Estimular actitudes positivas hacia los espacios públicos y
posibilitar la coconstrucción de lugares significativos para los actores
sociales
-Resignificar espacios que fueron creados verticalmente desde el
Estado, sin la participación de los futuros habitantes, quienes son los
encargados de aportar la trama de redes horizontales que cohesiona el
conjunto
-Articular verticalidad y
horizontalidad.-
-Trabajar sobre lugares simbólicos que tienen sentido para los propios
sujetos Utilizando entre otras herramientas
entrevistas abiertas o mapas
mentales.
-
Realizar talleres
con participación de diferentes actores sociales del
barrio.
El objetivo de las
entrevistas y de los talleres es generar una participación activa de los sujetos
con la finalidad de poner en marcha acciones y prácticas concretas para lograr
que resignifiquen
los espacios y autogestionen su construcción incorporando una mirada
alternativa.
Barrio Sur
El área de estudio
seleccionada corresponde al Barrio Sur, localizado en el sector suroeste de la
ciudad de Santa Rosa.
Allí se realizó en primer lugar un estudio cuantitativo, cuyos
resultados principales son los siguientes:
Las 1760 viviendas de dicho barrio forman parte de un plan de 5000
viviendas sociales distribuidas en toda la provincia, construidas por el Instituto Provincial
Autárquico de Vivienda (IPAV). Según el Censo del año 2001, habitaban el barrio
7.194 habitantes.
La Dirección General
de Estadística y Censos –Departamento Sociodemográfico- trabajó en los hogares
del Barrio Sur a partir de ese relevamiento, analizándolo a través de
la
Subsecretaría de Planificación y Evaluación de Proyectos del
Ministerio de la
Producción.
Sobre un total de 1.713 hogares, 1.661 no tiene Necesidades
Básicas Insatisfechas (NBI), lo que representa el 97 por ciento de la
población.
La población con NBI cumple con al menos una de las cinco
condiciones que se encuadran dentro de los indicadores de
privación.
1-
Hacinamiento: hogares
que tuvieran más de tres personas por cuarto.
2-
Vivienda: hogares en
una vivienda de tipo inconveniente.
3-
Condiciones
sanitarias: hogares que no tuvieran ningún tipo de
retrete.
4-
Asistencia escolar:
hogares que tuvieran algún niño en edad escolar (6 a 12 años) que no asistiera a la
escuela.
5-
Capacidad de
subsistencia: hogares que tuvieran cuatro o más personas por miembro ocupado y
además cuyo jefe haya completado tercer grado de escolaridad
primaria.
Más específicamente la población con NBI clasificada por sexo
según el Censo 2001 muestra un predominio de mujeres. Del total de habitantes
que no tiene NBI que suman 6.920, el grupo de mujeres supera al de varones con
la cifra de 3.607. La situación se repite para NBI en hacinamiento y vivienda,
con valores y proporciones similares según sexo.
Según los datos sobre la condición de asistencia escolar
clasificados en las categorías Nunca asistió, Asiste a establecimiento público,
asiste a establecimiento privado y no asiste pero asistió. El grupo más
representativo es el de no asiste pero asistió que corresponde a los grupos
etáreos jóvenes y adultos y el segundo lugar lo ocupan los niños y jóvenes en
edad escolar obligatorio y un grupo reducido que asiste a establecimientos
privados.
Con respecto a las condiciones laborales, son dos o tres miembros por familia
los que trabajan, en menos oportunidades lo hace sólo el jefe de hogar. Entre
los años 1996-1997 alrededor de la mitad de los ocupados tuvo empleo permanente,
en segundo lugar se encuentra el empleo temporario y luego el servicio
doméstico. Es importante agregar que los planes de trabajo sólo alcanzaban el 8
por ciento de quienes trabajan.
Si comparamos con la situación actual, se incrementó el número de
miembros que acceden al trabajo. El empleo permanente sigue ocupando el primer
lugar como condición laboral con el 43 por ciento mientras se produjo
la incorporación de la categoría patrón o socio con un 15 por ciento. El resto:
empleo temporario, changas y servicio doméstico representan el 11 por ciento cada caso y
se redujeron al 4 por ciento los planes de empleo. Es interesante analizar estos
datos por los cambios en la situación económica que se relacionan con el aumento
de ingresos y la disminución en las categorías ocupacionales que no aseguran la
estabilidad laboral.
Respecto a la construcción de la identidad social, se presentan
algunas reflexiones finales, a modo de conclusión, construidas a partir de la
aproximación teórica expuesta.
Conclusión
El barrio Sur adquiere características particulares con respecto a
otros barrios planificados, por concentrar un número elevado de viviendas cuyos
habitantes de procedencias diferentes manifiestan una gran
heterogeneidad.
Su nivel socio-cultural facilita por un lado, y por otro
interfiere, porque
son opuestos en la
búsqueda de espacios
relacionales.
El sentido de pertenencia se construye entre los habitantes del barrio, pero
también influyen las relaciones que se establecen fuera del ámbito de la
cotidianeidad.
La pertenencia es así producto de las múltiples experiencias
individuales y cotidianas que aportan en
este sentido, la que depende de la historia del
barrio, de las instituciones, de la participación de los vecinos en
distintas asociaciones.
A
la dimensión individual se suma la colectiva, y este cambio permanente humaniza
los espacios cotidianos hasta convertirlos en
lugares.
El trato diario en el barrio y las vivencias, ya sean sociales o familiares pueden
llegar a contribuir a establecer los vínculos para la construcción de la
identidad social.
Las viviendas sociales presentan la particular condición de ser
fruto de políticas que se diseñan desde los organismos de poder, y “descienden”
hacia los habitantes, que no tienen muchas posibilidades de intervenir en su
desarrollo. Por tal motivo, hay que afirmar que el barrio y sus habitantes, al
igual que el Estado, tienen una identidad que le es propia, la cual ha sido
producida a lo largo de su historia y de su proceso de construcción. Llegan a
construir su propio universo de relaciones y significados pero condicionada por
la mirada de los demás actores sociales y la fragmentación
urbana.
En general existe en la sociedad una representación acerca de
quienes residen en viviendas sociales, cabría preguntarse acerca de los
mecanismos de formación de dicha representación.
En síntesis, son las condiciones económicas, sociales, históricas
que caracterizan a cada sujeto junto con sus creencias y valores. Como así
también las prácticas vinculadas a la comunicación social las que definen la
experiencia personal en la construcción de su identidad social.
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