Políticas imperiales y riesgos de apropiación de los recursos
naturales: el caso del agua en Patagonia
por Gerardo Mario de Jong
Introducción
El
agua, como todo recurso estratégico, es apetecido por las grandes potencias
dadas sus condiciones de escasez a los efectos de la reproducción ampliada del
capital. Sucede el nivel de agresión a que se ven sometidos los recursos
naturales, particularmente en la actual etapa de la diferenciación tecnológica,
define un alto nivel de presión de uso. Dicho de otra manera, la degradación de
los recursos naturales no responde a la multiplicación de la población mundial,
sino que es el resultado de la forma en que se genera y distribuye la riqueza en
el contexto de las actuales contradicciones que caracterizan al capitalismo
decadente. Aquellas que son la manifestación de la captura de la capacidad
innovadora del ser humano, degradado a su actual condición de frivolidad
consumista (aquel del individuo en el enjambre) para lo cual cumple con las
labores que son estrictamente necesarias al sistema social, en particular la
proyección de ese fenómeno al conjunto social, hecho que se verifica en el
fenómeno de la exclusión. En este sentido, cabe señalar que no se han dado
situaciones históricas en las que un modo de producción resistió tal
manifestación decadente del desarrollo de las fuerzas
productivas.
En
el contexto sintetizado, existen tres tipos de recursos indispensables para la
subsistencia del género humano que han sido particularmente agredidos: La
atmósfera y su comportamiento en función de la subsistencia de la vida, las
tierras productoras de la mayor parte del los alimentos que demanda el hombre y
el agua en todas sus modalidades de uso por parte de la sociedad. En este
trabajo se efectuarán diversas consideraciones acerca de las apetencias de los
países imperiales, aquellos que definen las modalidades de apropiación y uso de
los recursos a escala mundial, en relación a la modalidad en que actúan los
mecanismos de dominación.
El contexto mundial
A
título de ejemplo, se puede afirmar que mucho se ha hablado ya (aunque nunca es
suficiente), acerca del acuífero Guaraní y la indudables políticas de entrega de
este recurso capaz de cubrir el consumo mundial de agua potable en los próximos
200 años. Por lo contrario, poco se ha hablado de los recursos hídricos
superficiales de otras regiones que por la disponibilidad y calidad de los
mismos aparecen como apetecibles a las necesidades de aquellas regiones del
centro capitalista que ya han agotado o contaminado sus propios cuerpos de agua:
tal es el caso de ese recurso de la región patagónica, en estado líquido, sean
éstos subterráneos o superficiales, y también en estado
sólido.
Para
poder contextualizar el problema es necesario ubicarse en la dimensión a las
aludidas fuerzas que actúan en relación al manejo de los recursos del planeta.
El control de los excedentes a escala mundial requiere también de un consecuente
control de los recursos naturales, de la tecnología y de la innovación
tecnológica a esa escala, donde el espacio y sus recursos, insumos
indispensables de los procesos productivos, acrecienta día a día sus rasgos
comunes en función de ciertos estilos dominantes de tecnología que aseguran la
maximización de la productividad de los recursos, en función de la generación de
riqueza y del correspondiente control de los excedentes generados. La puesta en
valor de los recursos no es, entonces, una función de la necesidad de satisfacer
las demandas de los grupos humanos, sino que por lo contrario, es aquella
demanda que plantea la reproducción del capital.
Ello
exige el control del acceso a la extracción de la riqueza generada mediante el
control de los recursos disponibles en cada región. No obstante, para el capital
monopólico trasnacional, la tecnología disponible ha asegurado que el mundo
entero se transforma en un lugar que requiere del control de los recursos en
función de sus demandas. Ellos serán explotados, seguramente, con modalidades
extractivas degradantes propias de la mayor necesidad del capital en materia del
aumento de la productividad. Así, si el agua potable y el agua demandada para
esa forma de crecimiento del capital se agota en un país central (por ejemplo
EEUU) las corporaciones (bloques de poder) que gobiernan ese país harán todo
aquello que crean necesario para obtener, de dónde sea (por ejemplo, el acuífero
Guaraní o la Patagonia), el agua que
demandan sus industrias y sus poblaciones en el marco del aumento de las
contradicciones del sistema y su modo de producir valor.
A
estas relaciones monopólicas, se agregan otros monopolios,
los que en realidad, son distintas formas de mirar el comportamiento de capital
en relación a la apropiación de excedentes a escala mundial en la nueva era del
capital diferenciado en función de la innovación tecnológica. Efectivamente, el
control de la información y de las armas de destrucción masiva forman parte de
los mecanismos de dominación necesarios a los efectos de que los recursos
naturales, conjuntamente con los nuevos mecanismos de control y sumisión de la
fuerza de trabajo (flexibilizaciones laborales de por medio), aumenten la
capacidad de generar riqueza. Son instrumentos que aseguran la organización de
los mercados en función de la forma de operar de los monopolios del capital
tecnológico a escala mundial. En este sentido, nunca se ha concentrado,
monopolizado y ejercido el uso de la fuerza, como sucede ahora, para imponer y
sostener el sistema mundial en beneficio de las corporaciones de los países del
centro capitalista. Servia, Kosovo, Palestina, Irak, Irán, América Latina son
muestras de la fiereza de la opresión del sistema decadente. Desde el punto de
vista de los sistemas ecológicos terrestres, acuáticos y de los recursos
naturales renovables en general, la presión de uso y de devastación de los
mismos ha superado la velocidad de su recuperación, en el marco de la
resiliencia de los ecosistemas.
Desde una perspectiva política, los arriba enunciados
fenómenos estructurales han resultado en que los estados nacionales han
desdibujado su rol tradicional, consistente en asegurar la reproducción del
capital mediante un sistema legal de organización y control social,
encontrándose sujetos a formas de internacionalización de las decisiones en
atención a los mecanismos de acumulación a escala mundial de las grandes
corporaciones y a la correspondiente concentración del capital. En cuanto a la
toma de decisiones soberanas, los estados han sido reemplazados en buena medida
por esas grandes corporaciones transnacionales (que, además, han absorbido buena
parte de las empresas nacionales de los países sometidos) que controlan los
excedentes a escala mundial. A los efectos de mantener la administración del
conjunto social, esos estados nacionales han reservado para sí el poder de
policía y la gestión de los acuerdos internacionales que aseguran la apropiación
por parte de las corporaciones. Ejemplos de lo dicho son las guerras
corporativas desatadas por la intervención los países de la alianza liderada por
las administraciones anglosajonas en Irak y Somalía, así como aquellas de
la OTAN (EEUU más
los países gendarmes europeos) en la ex – Yugoeslavia y en Afganistan. Asombran,
a las sociedades sometidas y desprevenidas del mundo, la saña tenaz conque se
arrojan sobre esos países las fuerzas equipadas con armas de destrucción masiva
que emplean estos predadores del presente.
Ese es el contexto en el que se da la explotación de los
recursos naturales en el momento actual. No obstante cabe advertir que la
coyuntura política mundial implica un cambio notable en el escenario mundial. En
este sentido, es necesario distinguir el proceso de caída de la potencia
hegemónica en el contexto de las contradicciones del sistema, encuadradas a su
vez en el contexto de la decadencia del modo de producción capitalista, es
decir, de las razones históricas que alimentan el colapso del sistema. Dicho de
otro modo, una cosa es la coyuntura histórica de la decadencia de EEUU y el
capitalismo en área atlántica y otra, el eficiente manejo de esas
contradicciones por parte de India, Rusia, China y los países asiáticos del
Indico y del Pacífico.
El británico Eric Hobsbawm asimila la caída del imperio
norteamericano “condenado al fracaso y a ocasionar desorden, barbarie y caos,
con la decadencia del imperio británico en el siglo XIX”. Para él, “no existe
precedente de una primacía global como la que EEUU intenta establecer”,
propósito en el que seguramente fracasará.
Para ilustrar un poquito más en base a circunstancias
históricas similares, el desarrollo capitalista mercantil del imperio bizantino
y de países asiáticos tales como el reino de Samarcanda (creación de Tamerlan),
la India, Ceilán
y China, en el período que va desde el siglo V hasta el siglo XV, fue
primeramente sacudido por la expansión musulmana en el siglo VIII y colapsó con
la cuarta cruzada y la caída de Constantinopla en el siglo XV. Pero los europeos
occidentales, con Venecia, Génova y las hansas del norte de Europa, había
aprendido de esa organización social las ventajas de la acumulación a través de
un eficiente manejo del comercio (primera figura de la mercancía). Los europeos
expandieron el comercio a través del Atlántico y, más tarde, inventaron la
diferenciación industrial del capital (siglo XVII, segunda figura de la
mercancía). El ciclo se cierra cuando en los siglos XX (segunda mitad) y XXI,
llevados por las mismas contradicciones del sistema (crisis de inversión,
agotamiento de la capacidad de consumo de los mercados, crisis de la
disponibilidad de recursos naturales críticos como los hidrocarburos, etc.), las
corporaciones occidentales inventan o sugieren las pautas de una nueva
diferenciación del capital: el capital tecnológico. Pero son los países
asiáticos aquellos que logran hacer un uso eficiente de la innovación en
sociedad con el apoyo de las corporaciones occidentales, las que, ahogadas por
la reducción de sus tasas de ganancia, se asocian al proceso en curso con la
idea de que las licencia de tecnologías y las inversiones en áreas de fuerza de
trabajo barata son la salida a sus propios conflictos. Pero los países asiáticos
no se detienen en las licencias de tecnología solamente, sino que, además,
acrecientan su capacidad innovadora con tecnologías basadas en sus propios
desarrollos y progresivamente mejoran el ingreso en sus sociedades.
Hasta aquí la pintura del contexto. Esto es que, sea por
las nuevas áreas de expansión capitalista o las viejas áreas en las que ha hecho
mella el proceso histórico ineludible de la decadencia del modo de producción,
los recursos naturales del planeta se encuentran sometidos, en su capacidad de
reproducción o de uso racional, a fuerzas depredadoras de difícil control
social. En este sentido es fundamental difundir, tanto el contexto estructural,
como los casos particulares de presiones sobre el uso de los recursos, así como
mecanismos políticos, económicos y militares con que esas presiones se
ejercen.
Para el caso de los recursos de agua dulce en
la
Patagonia, es particularmente importante el papel que pueda
jugar la potencia hegemónica y sus socios europeos (esto, en el marco de
perversas políticas de dominación, más salvajes aún en el contexto de crisis)
mediante los usuales mecanismos de dominación política y económica y,
eventualmente, militar; y, con formas más sutiles, de las potencias asiáticas
(Rusia, China e India, sobre todo). Pero los riesgos con respecto al tema que
aquí se trata sigue siendo el mismo en tanto el surgimiento de las mencionadas
potencias responde a la misma crisis estructural. Tal situación supone la
necesidad de un reposicionamiento de Argentina y América Latina en materia de
las relaciones, económicas y políticas sobre todo, con las potencias emergentes.
Claro que si se toma a Argentina como ejemplo, ya hace más de 30 años que en ese
país no existe una política deliberada de investigación y planificación
orientada a la inserción del país en el mapa político y económico del mundo.
Este país y, probablemente otros de América latina, han amputado la capacidad
creadora en cuanto a la construcción de un futuro político y económico como
sociedades. No sucede en el ámbito estatal y, en los grupos de intelectuales,
sólo producen los “papers” que los ámbitos de las estructuras académicas y del
poder (que son una misma cosa) subsidian y están dispuestos a escuchar.
El agua en
la
Patagonia
Existe
una deliberada política imperial orientada hacia la apropiación de los recursos
patagónicos. En Enero de 2004 la revista National Geographic, medio
pseudocientífico de divulgación, famoso por sus no muy casuales inexactitudes y
sospechado también de recibir financiamiento del Departamento de Estado, trata
de instalar la imagen del desierto patagónico en el imaginario mundial. Publica
un artículo sobre la
Patagonia, con bonitas fotografías, donde desliza que la región
patagónica “Nunca ha sido un país ni un Estado, sino
más bien una región libremente definida (como si no fuese libre cuando
pertenece a Estados que, además, son NACIONES!!!) y
que comparten dos países, Chile y la Argentina…”
Al respecto, el profesor Héctor E. Ramírez de la Universidad
Nacional de Salta se pregunta acerca de la intencionalidad de
esta expresión habida cuenta que “…quienes le dieron su configuración
territorial actual a la
Patagonia fueron, justamente, ambos Estados soberanos.”
El
equipo que realizó el informe sobre curiosidades patagónicas, pletórico de
inexactitudes, se reitera, liderado por un periodista inglés residente en
Estados Unidos y su traductor argentino, entrevistó al autor del presente
artículo. En esa oportunidad se les exigió, antes de la entrevista, no
tergiversar el contenido de la misma.
La información que se les brindó no fue tenida en cuenta, ignorada
completamente. No obstante escribieron tales como que ”… no existe un sentimiento predominante
de identidad patagónica…”, cuando si hay algo que caracteriza a los
patagónicos, más allá del cosmopolitismo de las grandes ciudades, es su
sentimiento de pertenencia a esa región y a la nación
argentina.
Todo
el artículo olvida la historia, muchas veces dolorosa, de su dominio y ocupación
puntual por parte de España primero, su incorporación al territorio nacional
después, genocidio de por medio, y donde perduran situaciones coloniales como
las de la islas Malvinas, ubicadas en la plataforma continental que es la
extensión por debajo del mar de la mesetas patagónicas. Por lo contrario, en el
artículo se puede percibir una intencionalidad manifiesta en brindar una imagen
de “tierra disponible de la cual no se ocupan los estados de los cuales forma
parte” (parecido al argumento inglés sobre Malvinas, repetido con reiteración,
acerca de que en 1833 las islas estaban ocupadas por unos pocos bandoleros y no
por un gobierno y población argentinos). En tal sentido el artículo abunda en
mensajes subliminales para el desprevenido lector de otras partes del mundo
(construcción de una imagen): se magnifica la baja densidad de población sin
mencionar que los datos sólo consignan la densidad rural, aparecen menciones
acerca de enormes riquezas en oro para ser extraídas (un símil moderno de la
leyenda Trapalanda, la ciudad del oro y las riquezas que atrajo a tantos
aventureros a la región después del siglo XVI), se muestra a su gente como
ignorante y de un primitivismo absoluto, se exagera el aislamiento y la falta de
infraestructura, obvian totalmente la existencia y la vida de las grandes
ciudades patagónicas (la conurbación neuquina tiene ahora 500.000 habitantes y
Comodoro Rivadavia, Trelew-Rawson y Río Gallegos superan los 100.000
habitantes), exageran las distancias que no cuentan con abastecimientos básicos,
dibujan la crisis de la ganadería ovina patagónica (en vías de superación) como
un colapso de la economía de la región en su totalidad y sugieren que la única
economía que funciona y donde existe racionalidad en la toma de decisiones es
aquella que depende de los inversores extranjeros que han comprado tierras
patagónicas. En fin, la imagen que se trasmite en el artículo consiste en
mostrar que la región está disponible para cualquiera que le interese explotar
sus recursos. Es significativo el hecho de que se calla la información acerca de
la disponibilidad de los dos recursos que despiertan la codicia de los amos del
mundo: el agua dulce y el petróleo (los yacimientos de la plataforma submarina
pueden ser explotados si se mantiene el precio actual de ese combustible fósil).
En este sentido ya hay tratativas entre ENARSA, Petrobras y PEDEVESA (superarán
el discurso?). Es de desear que en esos acuerdos no se filtre alguna forma de
que el petróleo sea extraído por alguna multinacional que se vea favorecida por
algún tipo de jugoso contrato, con las correspondiente “comisiones” para
políticos.
Por
ahora, el problema del petróleo quedará como motivo de otro documento, aunque
cabe señalar que la política estatal de la Argentina, de connivencia con los poderes
mundiales, prosigue la privatización de los escasos recursos hidrocarburíferos.
Por lo tanto, compromete seriamente a la actual y a las futuras generaciones, en
beneficio de unos pocos capitales y personas que exportan las ya muy menguadas
existencias de gas y petróleo.
La
importancia de los recursos acuáticos superficiales en la Patagonia
El
caso del agua es especialmente significativo para el mundo en los próximos años.
En el precitado contexto se inscribe el uso de ese recurso natural. Subestimar
el riesgo por falta de información acerca de la perversidad de las fuerzas
actuantes, constituye una imperdonable ingenuidad, como
mínimo.
El
interés por la
Patagonia demostrado por la primera potencia mundial no es
fruto de la casualidad. Frente a otros recursos, esta región tiene la
particularidad de disponer de un recurso de agua extremadamente importante,
disponible en la superficie, es decir que su extracción no es costosa y su
calidad es excelente. El siguiente cuadro brinda una idea de la disponibilidad
de agua dulce, de excelente calidad (en el río Limay superior y sus afluentes,
por ejemplo, se ha constatado una calidad equivalente a agua bdestilada), que en
este momento es vertida en el mar Argentino.
Cuadro
1: Módulos de los ríos patagónicos
RIO |
Estaciones
de aforos |
Módulo:
m3/seg |
Río
Colorado |
Pichi
Mahuida (R. Negro) |
133,2 |
Río
Negro |
Paso
Roca (R. Negro) |
1014,0 |
Río
Chubut |
Gaiman
(Chubut) |
48,1 |
Río
Senguerr |
Dique
de toma (Chubut) |
49,4 |
Río
Deseado |
Puerto
Deseado (Santa Cruz) |
5,0 |
Río
Chico |
Gdor.
Gregores (Santa Cruz) |
30,0 |
Río
Santa Cruz |
Charles
Führ (Santa Cruz) |
770,0 |
Río
Coile |
Ruta
3 (Santa Cruz) |
5,0 |
Río
Gallegos |
Güer
Aike (Santa Cruz) |
30,0 |
Rio
Grande |
Río
Grande (Tierra del Fuego) |
30,0 |
Todos los
ríos |
Total
en m3/s |
2114,7 |
Todos los
ríos |
Total
m3/día |
181.500.000 |
Fuente:
Consejo Federal de Inversiones. Recursos Hidráulicos superficiales -
1961
El
total de 2114,7 m3/s (cuadro 1) que suman los ríos patagónicos, transformados en
m3/día suman un total de 181,5 millones de m3 que están disponibles para el uso
humano. Para tener una idea de lo que esto significa se puede establecer un
parámetro de referencia con un indicador apropiado al caso: ese volumen de agua
disponible podría cubrir el consumo urbano de 453,8 millones de personas, a
razón de 400 litros diarios por persona. Ese volumen de agua es el que
consumirían las familias y las actividades que se desarrollan en las ciudades,
exceptuadas industrias basadas en el uso intensivo del agua (por ejemplo,
plantas de agua pesada o fábricas de soda solvay, por mencionar dos industrias
de este tipo que ya existen en la Patagonia). Se tratadle consumo medio normal de
sociedades urbanas con un nivel de industrialización medio. Un recurso nada
despreciable, no es cierto?
Los recursos de aguas subterráneas
En
cuanto a aguas subterráneas, las perforaciones realizadas brindan una
información que puede dar idea de las dimensiones de los acuíferos, aún cuando los
estudios realizados en materia de disponibilidad de aguas subterráneas son pocos
y de confiabilidad limitada. Esto es relativamente normal en una región con
tantos recursos superficiales. No obstante se aventuran aquí algunas cifras que
surgen de la lectura de los datos de las mencionadas perforaciones. Sobre esa
base se pueden establecer ciertos rangos de disponibilidad de agua en las
siguiente áreas:
I
– Meseta:
se pueden encontrar cañadones y cuecas cerradas en cuyo subálveo las
perforaciones pueden brindar caudales de entre 500 y 2000 l/h, de calidad
aceptable a mala (estas últimas, no aptas para el consumo
humano).
II
- Valles de los grandes ríos alóctonos:
(Negro, Chubut, Santa Cruz): Los caudales medidos varían entre 2500 l/h y
10.000l/h. En este caso, a diferencia de las pocas y aisladas zonas de la meseta
que cuentan con niveles freáticos, los caudales se pueden repetir en
reiteradamente con más y más perforaciones en tanto las capas freáticas se
extienden a lo largo de los aluviones que conforman el fondo de los valles, los
que admiten la extracción de caudales mayores. Un parámetro que puede dar una
idea de la disponibilidad de agua es el caudal que se desplaza por las terrazas
del río Negro entre Cipolletti y Valle Azul (a lo largo de 130 km), tramo en el que su
caudal fue medido por métodos indirectos (al caudal que arroja la sumatoria de
todos los desagües de riego y urbanos se le descontó el aporte del canal
principal de riego, único aporte de agua a excepción del agua de las lluvias y
el agua infiltrada desde el río) y que arroja un caudal total subterráneo del
orden de los 60
a 70m3/s. En una confrontación con los caudales
superficiales patagónicos, ese valor coloca a los caudales subterráneos de las
terrazas de ese río en el cuarto lugar, después de los caudales superficiales de
los ríos Negro, Santa Cruz y Colorado, en ese orden. Es necesario, no obstante,
remarcar que se trata de terrazas cuyo río está regulado y que cuentan con riego
superficial, por manto: ambos factores influyen en la recarga de los niveles
freáticos. La calidad es, en general, buena u óptima.
III
- Cordillera:
Allí las perforaciones realizadas en esos valles han ofrecido resultados que
arrojan datos sobre caudales que varían entre 1500 y 6000 l/h. Como la
disponibilidad de agua superficial en los valles cordilleranos es muy importante
en cantidad y con una distribución que coincide con los lugares aptos para los
asentamientos humanos, el aprovechamiento de los caudales subterráneos (cuya
distribución se corresponde con los valles dónde se encuentran recursos
superficiales importantes), la investigación sobre caudales no se ha
desarrollado suficientemente. Es decir, que la búsqueda de agua subterránea no
es un objetivo social relevante, por lo que los datos son escasos. La calidad
es, también, excelente.
El
hielo continental como recurso
Después
de la
Antártida, es el recurso de agua en estado sólido más
importante del hemisferio sur. Las dimensiones de los campos de hielo hablan por
sí mismo de la relevancia de esta fuente de agua dulce. Véanse las superficies
del hielo continental patagónico en el siguiente cuadro 2:
Cuadro
2: Agua en estado sólido
Cuenca
pacífica austral |
Cuenca
atlántica austral |
Sup.
Km2 |
% |
Sup.
Km2 |
% |
9140 |
84,6 |
1660 |
15,4 |
Fuente:
Consejo Federal de Inversiones. Recursos Hidráulicos superficiales -
1961
Si bien,
en el contexto de los cambios del clima, sean estos de propios de ciclos de
largo plazo o la definitiva proyección de la contaminación en calentamiento de
la atmósfera, el mayor derretimiento de los hielos se está dando en el
hemisferio norte (calota polar y Groenlandia) pero también están siendo
afectados los hielos antárticos y el hielo continental patagónico. Pero más allá
de estas afectaciones, es indudable que los recursos de agua de la Patagonia están en la
mira de los intereses de las poderosas corporaciones
monopólicas.
A
criterio de quien esto escribe, pareciera razonable tomar el guante e iniciar
una profunda e importante discusión pública del tema con el objetivo de
denunciar las intenciones del imperio, tanto si se toman al descuido los
incidentes del tipo de aquél señalado más arriba, como si se ignora el marco de
fenómenos estructurales vinculados a la decadencia de la potencia hegemónica y
el surgimiento de las potencias asiáticas.
Las
compras de tierras en Argentina
Otras
consideraciones y acciones preocupantes concurren a poner en evidencia las
intenciones con respecto a los recursos naturales patagónicos, los que se
describen en los apartados siguientes., bajo el influjo de la propaganda que
fomenta la imagen de que nunca podría esperarse tal perversidad de los grupos
hegemónicos de los Estados Unidos y de las corporaciones capitalistas
internacionales.
Así,
cabe advertir que “la cosa” no pasa sólo por difundir una imagen de
la Patagonia
como vacío poblacional y de un sinnúmero de riquezas listas para ser llevadas
como resulta de la intención de la revista National Geographic; existen hechos
concretados a través de la compra de tierras por parte de grandes empresarios,
entre los cuales dominan aquellos que operan desde EEUU. La mayoría de las
tierras han sido adquiridas en aquellos lugares en que se encuentran las mayores
reservas de agua dulce de excelente calidad. Son las áreas de captación de las
cuencas hidrográficas patagónicas y, en algunos casos, en las riberas de los
grandes ríos. La ubicación de las tierras compradas no solo abre la puerta a la
explotación del recurso, sino que asegura el control de las cuencas debido a que
las decisiones tomadas aguas arriba siempre condicionan las que pudiesen ser
tomadas aguas abajo.
En
nuestro país hay nuevos “colonos”,
esta vez por el procedimiento de compra de tierras a los valores venales que
muchos terratenientes y productores medios de argentina están dispuestos a
vender en el contexto de la crisis a que nos han conducido las políticas
económicas y sociales diseñadas en los centros hegemónicos
imperiales.
Algunos
datos dan cuenta de la situación:
Cuadro
3: Tierras bajo control extranjero o en riesgo de estarlo
|
hectáreas |
%
sup. total |
%
de ventas concretadas |
Tierras
vendidas o en venta, excepto región Patagonia* |
12.766.097 |
6,41 |
0,46 |
Tierras
vendidas o en venta en la región Patagonia* |
3.798.702 |
4,83 |
3,2 |
Tierras
vendidas o en venta en el total del país |
16.566.799 |
5,93 |
---- |
Tierras
enajenables con privatización del Banco Nación |
14.500.000 |
5,19 |
---- |
Total
de tierras en riesgo de recibir “colonos” |
31.066.799 |
11,13 |
---- |
(*)
Provincias al sur del río Colorado.
Fuente:
Programa periodístico de canal 13 y datos propios, año
2001.
La
concreción de la estrategia que aquí se denuncia es especialmente alarmante, ya
que del total de tierras disponibles para la venta en la Patagonia (sin contar
las que se pondrían a la venta con la privatización total o parcial del Banco de
la Nación), que
suman un 4,83% de la región y que obviamente pueden aumentar, se ha
concretado la venta efectiva de aproximadamente el 3,2% de la superficie
patagónica (unas 350 estancias).
Los
datos muestran un interés diferencial por la Patagonia con respecto a
las demás regiones de Argentina, ya que la compra de tierras es mucho más activa
y pareciera mostrar la preferencia del supuesto proyecto imperial por la región.
Ello surge de confrontar esas cifras con el resto del país, donde el proceso es
menos importante habida cuenta que sólo se ha vendido hasta ahora el 0,46% del
territorio nacional, sobre un total de tierras disponibles que ascienden al 6,4%
del territorio del resto del país (no se cuentan, tampoco aquí, las tierras
enajenables en una eventual privatización del Banco de la Nación). Los datos no son
precisos y sería deseable que el Estado tomase a su cargo un pequeño trabajo de
investigación con el objeto de llegar a valores precisos acerca de las
operaciones con tierras producidas en los últimos 15 años, trabajo que debería
incluir datos mínimos acerca de los nuevos propietarios. Para abonar esta
sugerencia vale tomar nota de que noticias periodísticas de Estados Unidos,
indudablemente preocupantes, estiman la superficie de la región patagónica que
pasó a manos de extranjeros es un 17% del total,
superficie muy superior a la que se consigna en el cuadro 3. La conducción
política del Estado debe priorizar, sin duda, su interés en la protección del
recurso frente a los buenos negocios para unos pocos.
Todavía
más: el diario parisino Liberation
ha denunciado que el Estado argentino, en la agonía de la crisis 2001/2002,
planificó y eventualmente hubiese podido pagar su deuda externa con territorio
y, particularmente, ha denunciado el citado proceso de venta de tierras a sumas
extremadamente bajas. Otros periódicos también lo han hecho, lo cual implica
preguntarse acerca de la intencionalidad de estos artículos, si se intenta
promocionar el tema o si algunos de los perversos políticos locales están
relacionados a una operación de alta traición, de la cual se puede sospechar
ante la pasividad de los gobiernos provinciales en cuanto a la preservación del
recurso.
Los
colaboradores locales
Dos
gobernadores patagónicos firmaron, en el contexto de la crisis 2001/02, un
acuerdo destinado a llevar adelante una política de fusión de las provincias de
Río Negro y Neuquén. Uno de ellos, el de Neuquén, tiene la pretensión de
convertirse en presidente de la nación. Véanse los hechos.
La
acción de gobierno de cada uno de esos gobiernos provinciales ha sido muy pobre
en la solución de los problemas regionales y en la generación de riqueza y
empleo, a la cual se agrega en el caso de uno de ellos, el hecho de haber
dispuesto la entrega del yacimiento de gas más importante de Argentina a una
firma española por un lapso de 27 años. Ello, hasta dónde se ha difundido, sólo
(¿?) a cambio de las inversiones necesarias para explotar los yacimientos e,
incluso, con el acompañamiento de medidas extraordinarias tales como el perdón
del impuesto de los sellos, que significó otra enorme pérdida para el erario
provincial.
La
propuesta subyacente era extender este tipo de “integración regional” al resto
de las provincias patagónicas. El cambio de situación en la economía nacional y
el comienzo del cambio de la crisis de 2001 y 2002 implicó el olvido
(momentáneo?) del proyecto de fusión.
Es
dable sospechar que, de alguna manera, las potencialidades de la Patagonia estaban en
juego. Vale preguntarse si este proyecto tenía que ver con los recursos
acuáticos, mineros, hidrocarburíferos pesqueros, de germoplasma o forestales de
esta particular región. En todo caso cabría preguntarse si este tipo de fusión y
de reclamo paralelo de mayor autonomía no tiene que ver con la política
deliberada de fragmentación territorial impulsada desde EEUU. La hipótesis de
fragmentación territorial, que en los años de crisis parecía estar siento
impulsada con mucha fuerza, dejó de ocupar el centro de la especulación en
Argentina, pero se la ve trasladada ahora a Bolivia. Los intentos de mayor
autonomía de los departamentos de Pando, Santa Cruz y Tarija no parece ser fruto
de la casualidad.
El contexto de los mecanismos de dominación
La política de fragmentación
territorial que impulsan los centros hegemónicos a escala mundial, en particular
desde EEUU, es una realidad. Ella siempre contará con socios locales que
admitirán la apropiación de tierras por parte, no ya de extranjeros, sino de
grandes capitales comprometidos con las políticas mundiales de sus gobiernos.
Pero los socios locales se inscriben en un primer impulso hacia el fomento de
las autonomías regionales (cuando la coyuntura lo permite), consonante con las
políticas seguidas al efecto por el Departamento de Estado en otros campos, por
ejemplo, el control de los mercados desde Alaska hasta Tierra del Fuego vía el
ALCA.
En el
conjunto de fuerzas que se mueven en dirección a la fragmentación territorial,
la discusión acerca de la eventual fusión de provincias no es otra cosa que un
juego peligroso, perverso o ingenuo, según se lo mire, que parece desconocer las
actuales condiciones en que se desenvuelve la crisis del sistema mundial a la
que se aludió más arriba. El estado de la globalización del sistema social en el
contexto de su crisis, ha producido fenómenos dignos de ser considerados según
ya se expuso. Queda claro entonces, que en materia de organización del
territorio, la fragmentación de los
mismos es funcional al control de los recursos del planeta y al ejercicio
político y militar de la dominación.
En términos
de abundar en precisiones, se puede afirmar que nunca las sociedades locales han
sido tan penetradas por los mecanismos de manejo de los excedentes a escala
mundial, en particular, a través del sistema financiero. Nunca como ahora la
modalidad del uso de los recursos naturales depende tanto de las necesidades y
dinámica de la reproducción ampliada del capital a esa escala. Nunca tampoco se
ha controlado, de la manera que se da en el presente, la circulación de bienes a
escala mundial, o regulado el consumo y por ende el funcionamiento de los
mercados hasta el punto que un supuesto "libre" comportamiento de los mismos les
asegura a buena parte de los países del tercer mundo su condición de
"emergentes" para siempre.
Cabe entonces preguntarse porqué el uso y manejo de recursos naturales vitales
para la economía de las grandes corporaciones monopólicas (con su crisis
estructural), no despertaría el interés y la decisión política para asegurar el
control de los mismos.
Así, se puede afirmar, una vez más,
que la política imperial de fragmentación territorial (hecho que puede llegar a
implicar, incluso, el uso de las de las armas de destrucción masiva,
monopolizada por las potencias hegemónicas), es totalmente funcional a los
mecanismos de apropiación de excedentes a escala mundial aquí descriptos. Ello
sucede aunque y porque implica favorecer una estructura económica ineficiente que
sólo puede ser sostenida mediante el vaciamiento productivo del resto del mundo
y el control de mercados estables en las distintas regiones del globo, aptos
para consumir los productos de alta tecnología generados en el imperio y sus
socios de oportunidad en función de la diferenciación del capital tecnológico.
El resto de la población mundial, aquellos que no logran insertarse en el
excluyente sistema mundial, sólo tiene un destino, la exclusión, la miseria, la
subalimentación, el hambre y la muerte. Asia, que luce con una dinámica del
capital un tanto diferente, requerirá y ya requiere también, de recursos
naturales a escala planetaria.
Ante esto, sólo cabe una estrategia, el diseño de una política
de estado para la preservación y uso racional de todos los recursos naturales y,
en particular, de las fuentes de agua dulce. Para ello es necesario superar, por
parte de los políticos, la soberbia de sentirse elegidos por sus condiciones
intelectuales y no por un simple proceso electoral, para pasar a aceptar que no
existe ni ha existido un país que logró su desarrollo como sociedad sin equipos
ocupados en la planificación del proceso de construcción
social.
BIBLIOGRAFÍA
7
- de JONG, G. M.: Introducción al método
regional, LIPAT-Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades de
la Universidad
Nacional del Comahue, Neuquén, 2001.