La frontera de arena
en Mar del Plata. De balnearios a paradores. 2001- 2006
Javier
Ordoqui
Profesor en Geografía

La frontera
de arena hacia el sur de las “playas del sur”, donde los balnearios y paradores
ya no pueden crecer.
Foto:
Javier Ordoqui, enero 2006.
Introducción
A
lo largo de este trabajo de investigación se procurará trabajar sobre algunas
líneas de pensamiento referidas al crecimiento de la frontera de arena de Mar
del Plata desde su surgimiento como “estación de baños” hacia 1880 y los cambios ocurridos en la pasada
década del ´90 y la reconfiguración de los espacios de playa luego de la crisis
de 2001/ 02 y la profundización de la idea de “paradores” en detrimento de los
antiguos “balnearios”.
Esta nueva reorganización geográfica del turismo de playa
se dio sobre un sector de playas ubicadas en el sur de la ciudad y fuera del
ejido urbano delimitado por la Municipalidad del Partido de
General Pueyrredón. Las playas se encuentran comprendidas entre los barrios
Alfar y La
Serena sobre la ruta 11 en una extensión de
2,5
kilómetros y la problemática se agudiza por el hecho de
que esas playas no se encuentran bajo el dominio del Estado (las playas en su
mayoría pertenecen a la
Provincia de Buenos Aires y su usufructo queda en las arcas de
la
Municipalidad): su posesión es privada, encarnada en los
descendientes de Patricio Peralta Ramos.
Además,
en Mar del Plata a lo largo del Siglo XX fue sufriendo cambios en su
configuración económica desarrollada por la actividad turística, que tuvieron un
nivel de profundización muy fuerte entre 1991 y la actualidad. La ciudad se
consolidó como sitio paradigmático del turismo de playas en la Argentina cuando se montó
toda una planificación y estructuras preparadas para la llegada masiva de
personas y se insertó así la idea de turismo masivo, término definido como “un modelo macro de desarrollo social
inclusivo que permitió a las clases emergentes del capitalismo industrial
integrarse al trabajo y a la recreación” (Cicalese, 2000).
La
implementación del modelo de Estado de Bienestar en la Argentina luego de la crisis de
1930 convirtió a la ciudad: de un sitio de veraneo exclusivo para las clases
privilegiadas a ampliar su espectro de turistas, conformándose Mar del Plata en
“un núcleo donde poco a poco, la
atracción del turista ha ido moviéndose desde su atractivo natural original (las
playas) a otra forma de atracción más difusa donde a la anterior, se agregan
diversiones urbanas”(Reboratti, 1994).
De
la mano de este crecimiento, surgió una de las problemáticas de mayor fuerza
referida a la actividad turística: la ausencia de un criterio de explotación que
respete el equilibrio ecológico. “El
turismo masivo aceleró el desarrollo regional y jerarquizó ciudades con la
creación de estructuras sobre el espacio, en estas intervenciones territoriales
generalmente la variable ambiental no fue tomada en cuenta” (Cicalese, op.
Cit).
La
cuestión se agudiza en el último eslabón de arena que se agrega a la frontera de
arena de la ciudad puesta en producción como espacio de playa para la actividad
turística por su posesión privada, sumado a que son las playas en mayor grado de
resguardo “natural”, debido a la ya comprobada urbanización de las playas
ubicadas al norte del Faro de Punta Mogotes hacia el centro de la
ciudad.

Fuente: COT
(Código de Ordenamiento Territorial) del Partido de General Pueyrredón. 1988.
Modificado por Ordoqui.
Allí se
observa el mapa del Partido de General Pueyrredón
Mar del
Plata y su función espacial hacia 1860
Una comprensión total de los procesos históricos, territoriales,
espaciales, económicos, por ende la construcción de la Geografía de Mar del Plata nos debe
llevar al análisis de su inserción dentro de la División Interna del Trabajo
dentro del Sistema Regional de Argentina.
Mar
del Plata evolucionó desde su aparición como espacio económico desde un
incipiente y marginal saladero y zona comercial de las comarcas rurales de la
zona hacia 1860 que sufrió una reconversión espacio- funcional a causa de los
procesos económicos y políticos que se aventuraban en la Argentina.
Toda la
región del Sudeste Bonaerense se configuró tardíamente en la estructuración del
espacio regional pampeano. La infinidad de loteos sufridos por esta zona se da
hasta 1856 cuando se produjo la primera instalación luego del avance de la
frontera bonaerense en los sectores situados hacia el sur del Río Salado. En ese
año, un
grupo de empresarios portugueses liderados por Coelho de Meyrelles (quien había
sido cónsul portugués en Buenos Aires durante el gobierno de Rosas) y compraron
las tierras y montaron un saladero en la actual zona de San Martín y Boulevard
Marítimo.
En
1860 Patricio Peralta Ramos compró estas tierras conocidas por entonces como “El
Puerto de Laguna de los Padres”) y siguió llevando adelante las tareas del
saladero. Aún el sitio no era más que una pequeña aldea, no había una concreción
material de un poblado. Esa problemática del proceso de formación territorial
tardío del sudeste de la provincia de Buenos Aires se debe en parte a que “la existencia de este paraje fue mejor
conocida desde el mar que desde el campo, vale decir que entre los viajeros
terrestres y navegantes que recorrían la costa... estos últimos habrían
divulgado la singularidad del paisaje de campos feraces cubiertos de colinas,
ajenos completamente a la monotonía de la pampa” (Mantobani,
2001).
Este
espacio hoy comprendido por Mar del Plata no fue apropiado para la conformación
de un poblado por cuestiones del azar: fueron múltiples los factores que
incidieron y algunos de ellos netamente geográficos: esta zona rompía con la
monotonía del paisaje pampeano y su predominancia de las llanuras, la ciudad “se encuentra emplazada en un área de la
provincia donde el extremo oriental
de un sistema orográfico paleozoico se interfecta con la costa atlántica.
Esto se traduce en un paisaje de lomas chatas y bajas... El área urbana ocupó
desde su nacimiento un valle fluvial, formado por el arroyo Las Chacras, que se
encuentra rodeado por tres lomas: la de Santa Cecilia (antiguamente Loma de
la Chacra)...
la de Stella Maris (antiguamente Loma de la Hidra) y la Loma del Golf o del Cementerio... Estas
características físicas son las que fueron valoradas desde la instalación del
Saladero en 1856 para el emplazamiento de un puerto y más tarde para el
aprovechamiento balneario del paraje. (Mantobani, op.
Cit).
La
conformación del poblado no fue simple. Las pujas entre los propietarios rurales
de la zona eran fuertes en su lucha con la Provincia para lograr el permiso.
El propietario rural Juan A. Peña
obtuvo el permiso para fundarlo en 1864
y fue el encargado de presentar el proyecto ante el gobierno
provincial. La creación del pueblo
iba a seguir la modalidad de fundación predominante; la que se efectuaba sobre
tierras fiscales y por iniciativa pública. Hasta que apareció en escena el gran
especulador inmobiliario de la historia marplatense: Patricio Peralta Ramos,
personaje que la colocado históricamente como un cuasi héroe local, cuando en
realidad su interés estaba focalizado por las ansias de fundar el pueblo en sus
supuestas tierras, ya que reclamó ante
las autoridades provinciales que las tierras del denominado Lote XIII, tierras donde se iba a realizar la fundación
estatal del poblado no eran fiscales sino que eran de su propiedad.. Ese
lote destinado a la fundación era una franja de terreno pegado a la zona de
costa que había quedado deslindado en las primeras mensuras realizadas en la
zona, pero luego incorporado a las tierras que en 1860 había comprado.
La
incorporación del Lote XIII a las tierras de Peralta Ramos fue una clara
apropiación sobre esas tierras fiscales. Ese lote era justo el que se encontraba
entre sus campos y el mar y sin ninguna autorización del gobierno las hizo
suyas. En ese lote se venían desarrollando las actividades más importantes del
poblado como el saladero, corrales, depósitos, muelle y principales
edificaciones. “En tierras fiscales se
encontraba en núcleo de las actividades más importantes de la comarca, el
puerto, junto al cual ya comenzaba a consolidarse el poblado iniciado con el
primer saladero y que más tarde sería reconocido oficialmente a través de las
gestiones de Peralta Ramos”(Mantobani, op. Cit)
Peralta
Ramos nunca devolvió las tierras hasta el punto que logra que se le sean
expropiadas, con el rédito económico que eso significaba. Durante el lapso 1872-
73 él se encargó de la construcción en la aldea del cementerio, la capilla y
realiza la donación del terreno para la primera escuela pública del
sitio.
La
expropiación hubiese significado el comienzo de medidas concernientes a la
creación oficial y sobre tierras fiscales del pueblo. La expropiación no fue
realizada, sino que se gestionó la cesión de Peralta Ramos de las tierras para
la fundación del pueblo. Y un año después él consigue el permiso para fundar
sobre tierras privadas el poblado.
Lo
que se realizó en 1874 fue la oficialización del centro de población
preexistente. No fue una fundación desarrollada desde una instalación no
existente que promoviese el acceso de población a este sitio; sino que este
proceso oficial de territorialización era el envión que necesitaba el poblado
para consolidarse como un incipiente espacio urbano.
Precisamente
ese permiso para que la fundación fuese realizada bajo tierras privadas
estableció que quedase bajo su mandato el precio de las tierras y si se vendían
o no los terrenos emplazados en la ciudad. La dificultad de acceso a la tierra
significó una gran limitante para nuevos pobladores. Hasta la llegada de Pedro
Luro en 1877 gran parte de la población se había ido hacia Balcarce que había
sido fundado tiempo después que Mar del Plata, pero sobre tierras
fiscales.
La
oligarquía rioplatense y la construcción de su espacio de
ocio
Mar
del Plata fue convirtiéndose en el principal centro turístico de la Argentina desde 1880
cuando se montó su conexión con la aristocracia, los sectores oligarcas y la
burguesía concentrada en el Río de la Plata con su transformación en
balneario para esas clases, quienes eran los directores de los procesos y rumbos
políticos y económicos del país, insertándolo netamente como un espacio
proveedor de materias primas dentro de la División Internacional
del Trabajo.
Argentina por esos años estableció su propia división interna del
trabajo, estableciendo áreas centrales en la llanura pampeana y sus principales
ciudades y el resto de los subespacios regionales como periféricos de ese
funcionamiento centralizado.
La
llegada de Pedro Luro y sus hijos a la zona con la compra de los terrenos a
Peralta Ramos en 1877 posicionó a Mar del Plata como el sitio de descanso
estival al estilo de lo que era visitado por las clases altas en los balnearios
europeos. El balneario comenzó a tomar forma, consolidándose con la llegada del
tren en 1886 y la inauguración del Bristol Hotel (en la actual zona del Bristol
Center) en 1888.
Desde
la aparición de los Luro la venta de tierras se hizo mucho más rápida, y la
ciudad va tomando el impulso de crecimiento urbano hacia sudoeste: “Ya a comienzos del Siglo XX se construye un
hipódromo, emprendimiento al que se suma el barrio Las Avenidas y el proyecto de
barrio aristocrático en Playa Grande, ambos gestión de Pedro Luro, propietario
de estas tierras” (Cacopardo y Nuñez, 2001).
Pedro
Luro fue extendiendo el trazado de la ciudad hacia el sur, no solamente con la
creación de Playa Grande en 1910, sino también al impulsar la Ley 6499 que marcaba el
traslado del puerto hacia el sur. Así se realizó una gran concentración de las
características que debe tener un poblado: “un espacio de producción (el puerto), uno de
consumos (Las Avenidas) y uno de intercambio (Hipódromo). (Cacopardo, op.
Cit)
Un
avance en lo referido a la política local ocurrió en 1912 con la reforma
electoral de Sáenz Peña que determinó el fin del gobierno de los comisionados y
llegó el turno de los gobiernos del Partido Socialista (opositores de los grupos
tradicionales) que gobernó la comuna sin interrupciones desde 1916 hasta 1929
(golpe de estado de Uriburu). Pero la gestión local se vio golpeada por las
trabas y los sectores de contrapoder formados en la ciudad (Club Mar del Plata y
Comisión Pro Mar del Plata) con mucha vinculación con los grupos dominantes
radicales y conservadores que se encontraban al mando de la gestión en la
provincia de Buenos Aires hasta 1929;
ya que con el golpe se instauraron los conservadores y reinstalaron el
gobierno de los comisionados en las comunas, ocurriendo un grave retroceso en
los incipientes gestos de democratización que había dado Argentina en los
primeros años del Siglo XX.
1930:
Crisis en el mundo y la ciudad sigue hacia el Sur
La
crisis económica mundial de 1930 y los procesos de cierre de mercados para los
productos exportados por Argentina suscitado por las dos guerras mundiales
(1914- 1919; 1939- 1945) originó que en la economías periféricas del mundo se
tendiese a crear mercados internos y procesos industrializadores, conocido como
la etapa económica de “sustitución de importaciones”.
Bajo ese modelo se instaló el incipiente Estado de Bienestar en
la Argentina
y desde el Estado se procuró a Mar del Plata como el eje principal de los
espacios dedicados al ocio recreativo con toda la estructura montada alrededor
de la idea de turismo masivo. Allí se dio la aparición de nuevos actores
sociales provenientes de capas sociales “populares” que se fueron insertando en
el trabajo y por ende también en la recreación. Este hecho provocó que el
espacios de playa de epicentro del turismo de playa conocido como
“La
Rambla” dejase de
ser ese reducto de descanso para la elite, que fue jerarquizando nuevos espacios
de playa como el complejo Playa Grande y el barrio Los Troncos en la década del
´30 en el pasado siglo.
La
ciudad vivió en los ´30 un gran crecimiento de la magnitud de los proyectos
urbanísticos desde la política. En el transcurso de gobierno de los
conservadores, Playa Grande se convirtió en el “sur cercano” y la zona del Faro
de Punta Mogotes como el “sur lejano”, mediante la concreción del Parque San
Martín en Playa Grande y con la construcción de la Ruta 11 entre 1937 y 1939 y la
parquización de una parte de ese recorrido, valorizando sectores sureños todavía
alejados de la urbe.
Este
espacio costero sureño en la década del ’30 ya se encontraba aferrado a
intereses de una futura valorización de la zona. En los primeros años de los
treinta, el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Nación llevo a cabo una extensa
fijación de los médanos logrando un bosque marítimo de arbustos, pinos y
eucaliptos. La obra pública siguió actuando con la construcción de la ruta,
escenificando sobre este sitio el hoy denominado Paseo Costanero Sud. Las características del paseo estaban
supeditadas a la descripción que hiciese el por entonces gobernador bonaerense
Manuel Fresco: “esta clase de caminos que
los ingleses llaman parkways y para lo que en castellano no hay todavía
una expresión bien definida son de un carácter completamente distinto a un
camino común” (Cicalese, 1996).
El
plan a desarrollar en esta obra consistió “en la construcción de vías verdes complementadas con paseos
peatonales, parquización de banquinas, sendas para equitación, caminos para
ciclistas, emplazamiento de balnearios, clubes de campo, restaurantes y
confiterías de alta calidad. Marshall Berman define a los parkways: su belleza
no emana del entorno natural que rodea la ruta: surge del ambiente creado
artificialmente por la propia ruta” (Cicalese, op. Cit ). El Paseo Costanero
Sud tomó el concepto de parkways, pero la artificalización espacial llevada a
cabo con la fijación de médanos, el bosque y la construcción de la Ruta 11, potenció la belleza
paisajística que poseían ya estos espacios de playa.
En
ese momento se hace la primera valoración espacial de las playas sureñas del
Partido de General Pueyrredón, a la misma vez que se suscitó la realización de
la Ruta
Provincial N° 11 entre Mar del Plata y Miramar, con la
parquización boscosa realizada en la zona del Faro de Punta Mogotes. El decreto de Fresco admitía que “cuando la distancia entre la ruta
provincial 11 y la ribera supere los cien metros, permite un plan de
urbanización adecuado a la naturaleza del paraje y que no perjudique la vista
panorámica del lugar” (Cicalese, op. Cit). Todos estos proyectos que se
remitían a la creación de nuevos espacios y valorizarlos positivamente conducían
siempre al crecimiento de la frontera de arenas en dirección
sur.
El
paso definitivo del goce y uso de las playas y riberas al Partido de General
Pueyrredón lamentablemente ocurrió cuando la historia argentina comenzó a
recorrer sus años más trágicos y sangrientos. El 24 de marzo de 1976 se instauró
en el poder una nueva dictadura militar que además de realizar una fuerte
opresión política (costó 30.000 desaparecidos), también significó el comienzo de
la desaparición del incipiente Estado de Bienestar que había sido instalado
desde 1940 en el país. La dictadura comenzó a impulsar políticas ligadas al
neoliberalismo económico, conllevando a una descentralización de las funciones
del Estado. El traspaso fue garantizado por el decreto provincial 1362/ 76. “Por esa misma norma, la comuna quedaba
encargada del cobro de cánones e imposición de multas y se comprometía a
invertir en infraestructura y promoción turística...” (Cicalese, op.
Cit).
Las
arenas vuelven a ser privadas:
En
la primera parte de este trabajo se caracterizó cómo se desarrolló el proceso de
fundación de Mar del Plata y todos los conflictos existentes entre los mismos
terratenientes de importancia en la zona
y como la especulación inmobiliaria fue el vector clave en el
desenvolvimiento de la ciudad durante todas sus etapas (desde el saladero a
estación de baño para la aristocracia y de éste al balneario de
masas).
El
fundador Peralta Ramos era quien poseía la estancia Cabo Corrientes con un
extenso frente marítimo que fue expropiado por la provincia de Buenos Aires en
1937 para poder construir la ruta 11 en su conexión Mar del Plata- Miramar, obra
culminada hacia 1939. El Estado Provincial tomó posesión de las
214
hectáreas necesarias para la obra y que incluían a la zona
costera bajo estudio. En 1938 se materializó la desposesión oficial y
la Corte
Suprema de la Provincia de Buenos Aires acepta
satisfacer los daños y perjuicios a los primitivos dueños, pero recién en 1942
se dictó sentencia a la expropiación.
Pero
en 1958 los descendientes del “fundador” Patricio Peralta Ramos hicieron una
presentación judicial para recuperar la franja costera que había sido apropiada
por la provincia. El mismo apellido volvía a la escena de las playas y otra vez
con el único motivo de valorizar espacios con una visión mercantilizadora:
argumentaron que la provincia en la expropiación dejó en desuso una franja
adyacente de 102
hectáreas de playas boscosas que había sido expropiada
junto a los terrenos utilizados para la construcción de la Ruta 11.
La
Corte Suprema
de la Nación en
1970 emitió un fallo en el cuál hace referencia al total de 214 hectáreas y como
expropiadas solamente a 112 y que el excedente de 102 pertenecían a los
demandantes. “La provincia pudo demostrar que se
encontraba en posesión de la franja este, limitada por la ribera, ni haber
realizado actos posesorios; empero la Corte habilitó el camino para que se
reclame por las mejores útiles efectuadas (Cicalese, op.
Cit).
Con
la vuelta a la vida democrática suscitada
brevemente en 1973, hubo un proyecto que emergió del Concejo Deliberante
desde las bancadas justicialistas haciendo un pedido de expropiación de estos
espacios de playas. El reclamo contaba con el apoyo del gobierno provincial y
también tomó buena acogida por la comuna bajo gestión socialista.
Pero
el gobierno local a la vez que apoyaba la moción de una nueva expropiación,
también negociaba con los nuevos propietarios de las playas (Compañía Playas del
Faro Sociedad Anónima Inmobiliaria, compradores de los descendientes de Peralta
Ramos) para el otorgamiento de las licencias necesarias para la explotación
económica del lugar. “La inmediata puesta
en valor del predio consistió en destinarlo a la extracción minera de arenas con
destino a la construcción y a la producción de servicios turísticos recreativos,
mediante la concesión de las unidades balnearias” (Cicalese, op.
Cit).
Los
conflictos no sólo se han dado en la lucha de intereses entre los gobiernos y el
sector privado: La lucha por el mantenimiento de las características geofísicas
diferenciales junto a las características artificiales como la forestación, que
valorizaron positivamente el paisaje de estos espacios de playas fue llevada a
cabo también por los vecinos del lugar. La extracción de arenas para la
construcción fue realizada por Playas del Faro Sociedad Anónima, la misma
empresa que explotaba los balnearios, ellos mismos estaban dañando los cimientos
de su propia empresa. La visión cortoplacista del empresariado local vuelve a
focalizarse, como durante toda la historia del crecimiento de la frontera de
arenas de la ciudad. La degradación realizada por la minería puede ejemplficarse
en “la intensa explotación que lleva a
cabo la compañía en la década del ´70, mediante el otorgamiento de permisos
precarios para la extracción de arena, genera procesos erosivos sobre médanos
forestados y la desaparición de las terrazas marinas (Cicalese,
2001).
Los
fomentistas del sur volvieron a realizar sus reclamos sociales después de 1983,
luego de la dictadura militar y lograron que en 1985 el gobierno provincial
emitiese un decreto en el cual se prohibió la extracción de arena en todo el
Partido de General Pueyrredón, aclarando que además la extracción por parte de
Playas del Faro Sociedad Anónima había sido realizado fuera de su propiedad, ya
que al traspasar la línea de ribera y luego de haber sacado arena hasta del mar,
invadieron la propiedad pública provincial. “El problema de la explotación minera ponía
sobre el tapete otro conflicto... que era el avance de la línea de ribera
adentro, línea que marca el deslinde entre la propiedad privada y el dominio
público provincial. Este límite que separa la escasa playa pública de las playas
privadas... cobra relevancia en el derecho esbozado por los vecinos al acceso y
uso de la ribera” (Cicalese, op. Cit).

Zona de
estudio en plena temporada veraniega. Verano 2006
Foto:
Javier Ordoqui, enero 2006.
Nuevos
proyectos para el sur en los “turbios” noventas
La
lucha entre los vecinos fomentistas y Playas del Faro S. A. cambió de ribetes
cuando desde finales de la década del ´80 la empresa arremetió con un proyecto
de instalaciones sumamente jerarquizadas. La sociedad “propondría un complejo de residencias de
jerarquías y servicios de calidad exclusivo para propietarios y accionistas,
retomando de esta forma algunas de las ideas del “plan histórico” pensado para
la región desde las elites conservadoras (Cicalese, op.
Cit).
En
1989 el proyecto fue elevado a la Comuna para su aprobación y en 1991 el
mismo año en que es instalado el Plan de Convertibilidad operado por el entonces
ministro de economía Domingo Cavallo bajo el primer gobierno de Carlos Menem)
logró conseguir su habilitación para iniciar las construcciones en el área de
las 102
hectáreas apropiadas como consecuencia directa del desuso
que efectuó el gobierno provincial al no realizar actividades de protección ni
de recreación sobre estos espacios de playa.
La
construcción se inició en 1994 y previó la edificación de 156.556 metros
cuadrados. La nueva oferta turística dada sobre esta zona
está claramente vinculada a esa expansión hacia el sur de la frontera de arenas,
buscando alejarse del centro urbano de Mar del Plata con su playa Bristol como
“casco fundacional” de la actividad balnearia en todo el sudeste de la provincia
de Buenos Aires. El capitalismo generador de espacios turísticos siempre intentó
desde la masificación del turismo ocurrido en la ciudad desde la década del ´30
y consolidado bajo el gobierno de Juan Domingo Perón en la década del ´40 lograr
la concreción de espacios exclusivo alejados de esos espacios que fueron
destinados a públicos de ingresos más dispares y pertenecientes a sectores
sociales más bajos. Ese modelo de lograr aislar durante los tiempos de ocio en
espacios netamente exclusivos corresponde a todo un pensamiento sumamente
reaccionario, ya que pretende la construcción social de “ghettos” fabricados
exclusivamente para aristócratas y burgueses.
La
estructura que se montó definió claramente a que sectores sociales iban
dirigidos los proyectos balnearios de la zona y más fuerte se hizo el conflicto
con los vecinos por la garantía de circulación anteriormente descripta. “Los accesos determinan en gran medida las
características de los espacios de ocio y recreación. Un espacio destinado a la
masividad requiere de espacios complementarios adicionales, con entradas que se
caractericen por su fluidez; en cambio, un espacio para recreación exclusiva de
sectores sociales de altos ingresos carga... con impedimentos materiales y
culturales que convoquen flujos de poca magnitud pero de calidad turística en
términos de mercado” (Cicalese, op. Cit).
La frontera de arena se extendió sobre el llamado sector de “playas del
sur” ubicadas al sur del Faro de Punta Mogotes, pero ya no puede seguir
creciendo más hacia ese sector debido a la erosión y a los acantilados de esas
playas, quedando esa franja de 2, 5 km como un enclave de arena con un
funcionamiento bien distinto: el paso de “balnearios a paradores”.
El
legadod de los noventa en el turismo marplatense:
Sin
ningún lugar a dudas, un punto de quiebre en la historia argentina fue
establecido en 1991
a partir de la ejecución del decreto de desregulación
económica 2284, junto a un paquete de medidas que incluyó la ley de emergencia
económica, la ley de reforma del Estado y la ley de flexibilización laboral.
Estas medidas estuvieron orientadas a la desregulación y liberalización de los
mercados, lo que implicó un profundo cambio en el rol que había jugado el Estado
en los procesos económicos: “el explosivo
crecimiento del desempleo y el subempleo estructural aún en medio de una
expansión productiva en el período 1991- 1994, las tendencias cada vez más
desalentadoras en las condiciones de vida de la población y una distribución del
ingreso con un perfil de creciente regresividad (Rofman, A. y Romero, L. ,
1997).
El
proceso de concentración de capital implicó una disminución del consumo de los
sectores mayoritarios de la población, teniendo en cuenta el gran porcentaje de
población que cayó en su nivel de ingresos, encontrándose esta antigua “clase
media” hoy en día dentro de la línea de pobreza.
Estas
consecuencias tienen un impacto negativo en la actividad turística marplatense,
además de tener un impacto negativo en la población en general, dado que la
oferta de servicios turísticos estuvo orientada a este sector perjudicado
ampliamente por estas políticas.
El gasto en servicios como el turismo se vio lógicamente perjudicado,
convirtiéndose en uso exclusivo del sector con mayor poder
adquisitivo.
El
turismo exclusivo para las clases altas también tenía otro punto de estudio:
durante gran parte de la década del ´90 dirigieron su consumo de espacios
turísticos hacia los sitios más selectos de Mar del Plata y la costa atlántica
bonaerense (se denota la aparición como enclaves de “calidad” a Cariló y
Pinamar). Pero hubo una gran apertura hacia otros destinos como Punta del Este,
Brasil, el Caribe o Miami en Estados Unidos. Estos sectores (vieja aristocracia,
antigua burguesía y el fenómeno de “nuevos ricos”) son los que se vieron
beneficiados por la política cambiaria establecida por la Ley de Convertibilidad dictada en 1991 y
que a largo plazo significaría la entrada de la Argentina en su peor crisis socio-
económica, así como también político- institucional, con la caída del presidente
Fernando De la Rúa
y con una gran represión desatada en todo el país, pero con escenario central en
la Plaza de Mayo
de la ciudad de Buenos Aires, sitio donde las fuerzas represoras asesinaron en
las calles a decenas de ciudadanos que simplemente intentaban demostrar su
desagrado con el presente que vivía el país.
Con
la devaluación de la moneda ocurrida en enero de 2002 realizada por el senador
convertido en presidente de modo transitorio, Eduardo Duhalde, los destinos que
fueron elegidos lejos de Mar del Plata tuvieron que ser prácticamente
eliminados. Se había caído para siempre esa idea de “primer mundo de cartón”
fabricado social y culturalmente bajo la creciente frivolización de la sociedad
argentina, dentro de lo que podemos denominar el “menemismo
cultural”.
Estos
sectores que vieron como se les cerraban las puertas de los espacios de ocio del
¿primer mundo? tuvieron que elegir nuevamente a Mar del Plata como lugar
vacacional. Muchos de los productores turísticos tuvieron que redirigir sus
inversiones a sitios como nuestra ciudad (ver Ordoqui,
2003).
La
aparición de los nuevos balnearios: los paradores
Una
de las nuevas estrategias adoptadas por el sector empresario para afrontar las
temporadas veraniegas luego de la devaluación monetaria, ha sido la unificación
de capitales provenientes de diversos eslabones comerciales, siempre a cargo de
grupos económicos privados, quienes vienen siendo el núcleo dinámico de la
economía, motivado por la desarticulación del aparato estatal, aunque como ya se
aclaró en los primeros tramos de esta investigación, en Mar del Plata, el sector
privado ha sido el dinamizador de todos los espacios desde antes de su propia
fundación realizada sobre tierras privadas apropiadas al
fisco.
La
nueva estrategia comercial se vino implementando a lo largo de la década del
´90, pero su boom se hizo presente en la temporada 2002- 2003. Las empresas que
se unieron fueron muy variadas: los dueños de los balnearios, ahora denominados
“Paradores” (aunque aún sobreviven algunos balnearios en la zona de estudio que
mantienen la estructura de balneario tradicional), buscaron como socios desde
radios FM pertenecientes a grandes grupos económicos nacionales e
internacionales a marcas de bebidas (gaseosas, cervezas, champagne, vinos,
energizantes, etc.), marcas de ropa informal y deportiva, telefonía celular,
servidores de Internet, etc.
El
sistema se basa en que los dueños de los espacios de playa (en manos de Playas
del Faro Sociedad Anónima) alquilan los espacios de ocio a concesionarios, o sea
que ven su ganancia reflejada en la renta del alquiler a quienes se asocian con
las empresas para manejar durante la temporada. Esta producción de espacios de
ocio por parte de la empresa
“Playas del Faro” parte de que “el
beneficio de la apropiación del territorio para una función de tiempo libre, se
asemeja al concepto marxista de
renta, considerada como una forma de ganancia que no se origina en la
explotación del trabajador por extracción de plusvalía, sino por el hecho de
poseer el suelo... la “renta turística” debe ser pagada al dueño tanto por el
consumidor del espacio como por el inversor en el sitio” (Daniel Hiernaux,
1989).

Croquis de
la ubicación de los balnearios y paradores de la zona de estudio en la temporada
2004.
Fuente: “El
programón de la semana”. Modificado por Ordoqui, 2004.
Los
casos encontrados en la zona de estudio son (numerados en su aparición Norte-
Sur de sus accesos sobre la ruta 11) La Caseta, Abracadabra, El Taino, Piedra
Marina, Playa Peralta Ramos, Aguamarina, El Chiringo, La Restinga y Tamarindo.
El
nuevo modelo de explotación se manifiesta claramente en el “Parador Tamarindo”
montado con la estructura de la
FM Rock & Pop (en manos de un grupo empresarial mexicano) y
de las marcas Sprite, Beldent, Quilmes, etc.
En
“La Caseta”
(ligado a capitales pertenecientes a complejos de diversión nocturna de Mar del
Plata) se encuentran vinculados a Coca Cola, Movicom, Quilmes, Manolo, O2,
etc.
En
el Taino se desarrolló en la temporada 2003- 2004 el parador de Sprite y del
canal musical Much Music (de capitales canadienses). Además en la zona también
opera el Mega Parador, regenteado por la FM Mega y asociado con marcas como
Quilmes y Levis, por ejemplo.
Estos
diversos espacios de ocio mantienen una característica en común: todos se
encuentran concentrados sobre la zona del Paseo Costanero Sud que se encuentra
más densamente forestado y donde la erosión y el creciente paso de zona de
playas a acantilados es mucho menor o prácticamente imperceptible por el común
denominador de la población.
El
proyecto idealizado por los gobernantes conservadores en la década del ´30
encontró luego su concreción a lo largo de la década del ´90 pero recién en el
verano de 2002 se consagró como el nuevo enclave de playa de Mar del
Plata.
Descripción
de los paradores y sus usos del suelo:
En base a los datos detallados en el COT y por la Ley Provincial de Ordenamiento
Territorial 8912/ 77, se pasará a describir como están establecidos los
balnearios y paradores ubicados en la zona en dirección norte- sur. (para mayor
precisión sobre datos del COT para la zona ver Ordoqui
2004)
Parador La
Caseta: En su entrada desde la ruta 11 se denota claramente
el carácter exclusivo que tiene este sitio en relación con el acceso hacia su
interior desde dicho camino. Las publicidades de grandes marcas se hacen
presente desde la entrada.
Cuenta hacia sus dos extremos dos playones sobre piedras para ser
utilizados como estacionamiento. Los caminos hacia la zona balnearia desde allí
van en simultaneidad con el valor estético que se le quiere dar en su conjunto
al complejo.
En el centro del parador funciona durante las noches (desde diciembre
hasta marzo) El Divino Beach, sitio de entretenimiento nocturno, con lo cual se
desplaza hacia una zona dominada por playas naturales actividades propiamente de
la vida urbana. Esto se termina de denotar en los paradores y bares instalados
cerca o sobre la zona de arena, denotándose claramente la falta de contacto del
turista con el entorno paisajístico que lo rodea: su instalación en dicho
espacio de playa se da claramente por un fenómeno social que es el uso del
turismo de playa como actividad para ejercer presión social. Pero debe ser
aclarado que la actividad de balneario también es realizada y el sector de
carpas se encuentra algo alejado de todo estos eventos.
Otra aclaración que vale la pena realizar es que el acceso público
ubicado a unos metros hacia la izquierda de la entrada de La Caseta no se encuentra bajo
la mismas condiciones, ya que para llegar hasta la zona de playa pública se debe
realizar un recorrido mucho mayor que el realizado por el veraneante que visita
alguno de los balnearios.
Abracadabra: Funciona en realidad casi como un anexo del anterior
parador. Sus instalaciones son mucho menores que La Caseta, pero por este motivo no deja
de presentar las mismas características funcionales y efectos
sociales.
El Taino: Su entrada desde la ruta 11 se encuentra justo al
kilómetro 531 de la misma. La condiciones de accesibilidad mantienen las mismas
condiciones que los anteriores. A diferencia de los ya nombrados, este parador
guarda algunos elementos más vinculados con la actividad de un “balneario” que
con la de un “parador”. Puede considerarse que mantiene usos de ambos modelos.
Mantiene su zona de carpas, pero en su zona de arenas está montado el parador
“Sprite”.
Balneario Piedra Marina: Tanto desde su acceso desde la ruta 11
como desde la zona de playa pública, puede observarse que este complejo guarda
características más referenciadas en el antiguo modelo de explotación del
turismo de playas realizada por los concesionarios. Aquí no se denota
“penetración” del modelo de paradores. Pero sigue manteniendo el mismo ideal de
exclusividad.
Balneario Peralta Ramos: Ofrece las mismas características del
anterior caso.
En el kilómetro 532 de la
Ruta 11 se encuentra la zona de establecimiento y de balneario
público y reserva forestal. Lo que surge de su observación es la considerable
falta de mantenimiento de las estructuras de servicios montadas en la zona. La
variable “mercantilizadora” de los espacios de playa de esta zona de estudio.
Aquí, donde el nivel socio- económico de los veraneantes y turistas es mucho
menor que los casos citados con anterioridad, las condiciones de uso de este
espacio de playa se encuentran sumamente degradadas.
Aquamarina: Mantiene el mismo modelo de explotación que los
balnearios Piedra Marina y Peralta Ramos. No se denotan usos relacionados con la
actividad de los paradores y el traslado de costumbres urbanas al espacio de
playa.
El Chiringo: También posee características más vinculadas al
modelo de “balnearios” que al de “paradores”; pero durante la temporada estival
suelen desarrollarse pequeños eventos musicales de menor rango y de menor
cantidad de espectadores de los suscitados en La Caseta, El Taino o Tamarindo.
La característica diferencial de este balneario es que no se encuentra
dispuesto sobre una franja de arena, sino que está montado sobre una barranca,
lo que le brinda una diferenciación geofísica singular en relación con el resto
de los espacios de playa de la zona de estudio.
La
Restinga: Aquí vuelve a evidenciarse la inserción
del nuevo modelo de explotación. Sus condiciones de acceso quizás sean de menor
rigurosidad. Suele detectarse la entrada de turistas desde el acceso de
la Ruta 11 hacia
la zona de playa. Esto quizás se deba al funcionamiento en este lugar del
parador de la FM
Metro de Buenos Aires (además tiene una estación repetidora en
Mar del Plata) y los eventos y recitales vinculados a la música electrónica y el
dance (de creciente masificación y
aceptación entre las capas medias jóvenes) suelen ser desarrollados a diario
durante la temporada veraniega, con lo cual, el éxito de estas realizaciones
depende en sí de la cantidad de público que asista.
Tamarindo: Posee características muy parecidas al anterior caso
descripto, con la singularidad de que su instalación data desde la temporada de
verano 1998/ 1999. Este parador tiene la característica de poseer un escenario
natural para el desarrollo de sus tan convocantes recitales, ya que tiene dentro
de sus instalaciones un acantilado propio.

Así quedan
las playas de los “paradores” a la hora en que los turistas emprenden la
retirada
Foto:
Javier Ordoqui, enero 2006
En Tamarindo (ubicado casi sobre el kilómetro 532, 5 de la Ruta 11) tiene funcionamiento
durante el verano la FM
Rock & Pop Beach (subsede marplatense de la radio porteña
Rock & Pop). Todas sus actividades van dirigidas hacia un público en
particular: el público ligado a la música rockera La estructura de servicios
montada hacia los visitantes del parador está dirigidos precisamente por las
características de este público. Este espacio suele albergar a los recitales más
convocantes de los últimos años, llegando a la cifra de más de 12.000 personas
en el ya clásico evento “Sol de Noche” en el cual se ilumina por completo toda
la zona de playa y se realizan exhibiciones de surf, la presencia de figuras
televisivas y de la música, más el cierre efectuado sobre el escenario por
alguna banda de gran convocatoria. El
acceso a este parador suele ser mucho más abierto que en el resto de los sitios
mencionados en la investigación.

Vista desde
Playa La Serena
hacia el sur.
Foto: Javier
Ordoqui, enero 2006.
Consideraciones
finales
Las cuestiones actuales que ocurren en la actividad turística marplatense
no son procesos que se hayan generado particularmente por los sucesos económicos
que ha experimentado la
Argentina desde el 2002, hay cuestiones de peso que son
históricas, que están netamente entrelazadas con las características que ha
tomado Mar del Plata como espacio desde antes de su fundación, que provienen de
cómo se generó una conexión funcional con la zona del Río de la Plata en el Siglo XIX y que
esa formación que tuvo la región del Sudeste Bonaerense ha vertebrado no
solamente a la ciudad sino que la propia evolución del turismo de playa dentro
de la dinámica interna del turismo en la Argentina y a todo el corredor
turístico de la subregión de la provincia de Buenos Aires.
Mar del Plata necesita de múltiples cambios para dejar de depender
económicamente de lo que ocurra en las temporadas de verano o con la
reactivación de la industria pesquera. El motor de crecimiento de la ciudad
desde antes de su fundación oficial ha sido el mismo: la especulación financiera con la posesión y
el uso de las tierras, en este caso de las arenas.
La explotación balnearia en la ciudad se instaló así, diversificando y
montando nuevos espacios de ocio para el turismo de playa, a medida que se iban
degradando los sectores céntricos, abandonados para la utilización de los
veraneantes menos pudientes, sumado a que la zona costera norte siempre fue
observada por la óptica empresarial negativamente por su menor valoración visual
y estética a causa de sus características geofísicas. Así se fueron creando
nuevos espacios de playa destinados a los sectores más acomodados, como Playa
Grande en la década del ´30 y como lo son desde la década del ´90 los balnearios
de las playas del sur, reconvertidos a “paradores” ya en los comienzos del Siglo
XXI.
La ciudad siguió su extensión urbanizadora de playas hacia el sur, pero
el problema es que la frontera de arenas no puede seguir creciendo más hacia el
sur. La geografía de la costa lo evita, sumado a la preocupante erosión de las
playas ubicadas entre Playa Serena
y la zona de Acantilados.

Se observa
en la foto las playas ubicadas más hacia el sur de Playa Serena, hoy sumamente
erosionadas.
Fuente:
Elaboración propia. Enero 2004.
Bajo la implentación y el proceso de reconversión de los balnearios a
paradores , se ha profundizado a la vez relaciones sociales de la vida urbana
dentro de sectores de playas no urbanizados, produciéndose un grave contraste:
las playas que antes eran promocionadas por su mayor contacto con variables
“naturales”, ahora son demandadas por el tipo de actividades “urbanas” que se
realizan allí.
Pero a la vez, surge la dicotomía de las ideas de cómo debe “solucionar”
la ciudad sus inconvenientes en relación a esta problemática que vive el turismo
de playa y el crecimiento de la frontera de arena en Mar del Plata; y en sí a
sus problemas integrales y como sigue dirimida por la problemática integral que
vive el país.
La
segmentación y fragmentación de los espacios de playa en Mar del Plata se fueron
dando como un proceso desde mediados de la década del ´70 en íntima relación con
los nuevos momentos que estaba viviendo el país con su degradación de las capas
medias producto de las políticas económicas,y la profundización de la caída
económica y social del país registrada durante el período del “retorno
democrático”. La urbanización de la ribera marplatense sostuvo desde esos
tiempos su crecimiento y exclusividad hacia el sur de la ciudad, degradando el
uso del sector céntrico y norte.
El
destino de la
Argentina y el destino de las playas marplatenses mantienen
aspectos claves que promulgan un estudio combinado de los procesos que ocurren
dentro de la ciudad, en la región, en el país. Desde la apertura a la supuesta
“Globalización” de la economías rezagadas y periféricas, se ha dado el
crecimiento y la aparición de nuevos espacios de playa que mantienen el mismo
lazo histórico con esas formaciones construidas en cada una de las etapas
vividas `por el país y Mar del Plata.
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presentada en el Simposio Geografía y Turismo. Octavo Encuentro Internacional
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2006.