HACIA
LA DEFINICION
DE UN MODELO DE CRECIMIENTO URBANO. ESTUDIO DE CASO: EL PARTIDO
DE LA
PLATA.
Lic. Frediani, Julieta
C.
Docente-Investigador, Facultad de
Arquitectura y Urbanismo- UNLP
RESUMEN
El
resurgimiento en los últimos años a nivel internacional, de la preocupación
sobre la transformación de la ciudad compacta tradicional en un tipo de ciudad
más dispersa y fragmentada como consecuencia de los procesos de suburbanización
recientes, como así también el creciente impulso dado en las últimas décadas a
estudios en los que se intenta identificar los fundamentos de estas
transformaciones y caracterizar el tipo de ciudad hacia la cual se estaría
evolucionando, han motivado nuestro interés por abordar dicha temática.
El objetivo del presente
trabajo, el cual forma parte de una beca de investigación que ha finalizado
recientemente[1], consiste
en analizar las
transformaciones
socio-territoriales producidas en el Partido de La Plata (República Argentina) desde fines
de los años ´80 a nuestros días, con el fin de determinar y evaluar hacia qué
modelo de ciudad -compacto y/o difuso- se dirige la actual configuración
territorial del Partido.
1.
Introducción
El protagonismo
del debate sobre la ciudad dispersa y la ciudad compacta en el urbanismo actual,
no sólo se corresponde con el avance de la suburbanización, sino también con la
mayor sensibilización hacia los posibles efectos de la ciudad dispersa en la
calidad de vida y en el medio ambiente en general. Si bien ninguna ciudad
responde de forma pura a estos dos modelos de ciudad antagónicos, o cualquier
otro modelo en que queramos simplificar lo urbano, sí nos ayuda a comprender
tendencias de crecimiento y, sobre todo, sus costes e implicaciones ambientales.
La aparición de
nuevas acepciones sustitutivas del concepto de ciudad, tales como ciudad
informacional, ciudad global, metápolis, ciudad postmoderna, ciudad
postfordista, postmetrópolis, ciudades en globalización o edge city, ponen de
manifiesto los esfuerzos desarrollados en pos de
definir una urbanización cada vez más indefinida e
imprecisa y de identificar las tendencias que estarían marcando el tránsito
hacia la ciudad del futuro (De Mattos, 2002). La utilidad del concepto “ciudad
difusa” es la de definir un momento en este proceso histórico, en el que las
redes de relación abarcan la totalidad del territorio y hacen, de todo el
territorio, ciudad.
Frente a la
urbanización industrial clásica que genera la concentración de población e
industrias en grandes ciudades, los nuevos procesos de urbanización
postindustrial traen aparejados movimientos centrífugos o desconcentradores
desde las ciudades y regiones centrales hacia su periferia, produciéndose así la
denominada urbanización del campo o urbanización difusa y la redistribución de
actividades económicas y población en el espacio. En la actualidad, la
dispersión es la característica principal que define a la urbanización de las
sociedades occidentales.
Este fenómeno de
urbanización desconcentrada está íntimamente relacionado con el surgimiento de
la era de las telecomunicaciones, computadoras y de la alta tecnología en
general. Los avances técnicos traen consigo cambios radicales en las formas de
asentamiento humano en el territorio; con ellos las economías de aglomeración
pierden vitalidad debido a la mejora de las comunicaciones que reducen los
costes de transporte. La urbanización difusa representa el ensanchamiento de la
urbanización tradicional que se difunde o expande en el territorio de forma laxa
y no polarizada. Es el vehículo que promueve la urbanización del campo y permite
"habitar la distancia", al desvincular el lugar de trabajo del lugar de
residencia en relación directa a las mejoras y avances de las
comunicaciones.
Desde el punto
de vista espacial, en el fenómeno de la urbanización desconcentrada se pueden
distinguir dos procesos afines y diferentes a la vez, pues en ambos casos
conllevan flujos económicos y de población desde las áreas urbanas a las áreas
rurales pero su naturaleza es distinta en función de la distancia que recorren.
Por una parte, tenemos el proceso denominado de "contraurbanización" que
contribuye al declive urbano a favor de un renacimiento de áreas rurales
remotas, y por otra, el de la "suburbanización" en áreas rurales próximas a las
ciudades; estos procesos se encuentran muy relacionados con las nuevas formas de
urbanización dispersa. La contraurbanización y suburbanización previstas u
ordenadas impulsan un nuevo equilibrio territorial entre el campo y la ciudad y
entre las regiones más desarrolladas y menos desarrolladas (Ferrás Sexto, 2000).
Dos modelos de
expansión difusa de ciudad han sido definidos: por una parte, el "modelo
mediterráneo tradicional", por el cual la ciudad es la expresión física de un
núcleo amurallado que a partir del siglo XIX se expande sobre el campo más
próximo pero que continúa siendo rural; y por otra parte, el "modelo anglosajón"
por el cual la ciudad y la sociedad urbana se expanden sobre el campo
substituyendo su condición rural por la urbana (Monclús, 1999). La expansión de
la ciudad sobre su región y por tanto la conformación de la ciudad dispersa
guarda estrecha relación con el modelo anglosajón. La preferencia por la
vivienda unifamiliar frente a la vivienda en altura es tradicional en la
sociedad anglosajona, y debe tenerse presente que la ciudad se desborda sobre el
campo a partir de los flujos de familias que optan por un nuevo estilo de vida
más armónico con la naturaleza en la periferia rural de la ciudad. El
crecimiento y revitalización de las pequeñas localidades y pueblos, o de las
ciudades medias, frente al estancamiento o recesión de la tradicional ciudad
compacta, del núcleo central de las áreas metropolitanas, sugiere la necesidad
de asumir definitivamente la planificación territorial de la ciudad dispersa
postindustrial.
Si bien es cierto que en los últimos
cien años el modelo anglosajón ha influido en las formas de la expansión urbana
mediterránea, cada una de estas dos civilizaciones urbanas ha tenido en el
pasado modalidades de suburbanización propias, muy diversas. Esta diversidad
reaparece actualmente en las matrices territoriales de la periurbanización.
Mientras que en el área latina la vida suburbana tradicional es una expresión de
la dependencia del campo cercano respecto de la ciudad, es decir, una
suburbanización sin expansión de la ciudad, un fenómeno difuso pero que sigue
siendo rural, en los países anglosajones, en los que la dependencia del campo
respecto a la ciudad cercana era bastante menos acentuada, la suburbanización es
más reciente. Esta suburbanización- a diferencia de la latino mediterránea- no
será de tipo rural, sino una invasión de los espacios rurales por parte de la
ciudad, que incluirá, conservándolo, algún elemento, como el verde de las
arboledas, de los pequeños jardines, de los parques existentes (Dematteis,
1996).
Las
consecuencias de los procesos de suburbanización son de naturaleza muy diversa:
social, económica, ambiental y paisajística, no existiendo consenso en la
valoración de las eventuales ventajas y costos de los mismos. Desde el punto de vista social la
ciudad dispersa genera grandes desigualdades polarizando territorialmente la
separación entre ricos y pobres, dado que son precisamente las familias
acomodadas las que pueden vivir en una casa unifamiliar en el campo y continuar
vinculadas funcionalmente a la ciudad. Asimismo, la ciudad dispersa conlleva
serios problemas de desjerarquización de los sistemas de asentamientos, la
ineficiencia funcional o pérdida de la multifuncionalidad, y el impacto
ambiental: alta dependencia del automóvil, desplazamientos masivos diarios,
despilfarro energético y de recursos para dotar de servicios a una población
desconcentrada, y ocupación indiscriminada de grandes lotes de suelo rural.
En la ciudad
dispersa, el urbanismo se estructura en torno a las viviendas de baja densidad,
en las grandes superficies y espacios comerciales, y en las grandes vías de
locomoción, mediante transporte privado. La ciudad difusa se convierte en una
ciudad para transitar y no para vivir, en la cual desaparecen los componentes
esenciales de la ciudad, la calle es sólo una vía de comunicación y las plazas y
espacios públicos pierden su función como lugares de relación. Se vive en la
medida que se transita, difícilmente viven quiénes no tienen esa capacidad o la
ven muy menoscabada.
Se observa así
que el crecimiento difuso, en forma de crecimiento en aglomeración urbana,
adquiere una dimensión ambiental importante y negativa, por cuanto supone mayor
consumo de espacio, problema que se relaciona con otros generando un alto coste
ambiental: dependencia de un modelo de movilidad motorizada privada -el
automóvil-, la pérdida de multifuncionalidad de la ciudad, alteración de las
relaciones sociales, aumento indiscriminado del viario -insularización de los
sistemas agrícolas y naturales-, etc., y en general un aumento del despilfarro
energético.
El vehículo
motorizado privado ha contribuido de manera fundamental a la tendencia de
ruptura del modelo de ciudad mediterránea como ciudad compacta y de carácter
mixto, permitiendo ampliar y potenciar la movilidad y la accesibilidad, hasta
generar nuevas dinámicas y procesos espaciales que han modificado paulatinamente
el desarrollo de la ciudad. Se desprende de lo antes señalado que la capacidad
de respuesta desde la planificación para hacer frente a los problemas que
emergen de este modelo urbano se ve seriamente comprometida. Así, los "efectos
ambientales" más claramente admitidos como tales -contaminación, ruidos, gestión
de recursos- tendrán difícil solución si no se cuestiona el modelo de
asentamiento urbano que los produce, y si no se tiene una conciencia más clara
de dónde se encuentran las causas de los problemas.
2.
La Expansión
Urbana en las Ciudades de América Latina.
En
Latinoamérica, a diferencia de lo que ocurre en los Estados Unidos donde la
cuestión de la expansión urbana ha generado muchos estudios, discusiones y
políticas con distintos resultados, esta temática ha sido aún poco debatida. Sin
embargo, esto ha comenzado a cambiar en los años recientes a raíz de los
profundos cambios que están ocurriendo en las ciudades de la región (Lungo, M. 2002).
Mientras que la
expansión urbana en los Estados Unidos se producía a través de un conjunto de
zonas residenciales dirigida a los sectores sociales de ingresos medios y altos,
comunicados por una infraestructura vial donde se privilegiaba el uso del
automóvil individual, el panorama en la mayoría de los suburbios de las
principales ciudades latinoamericanas era diferente: pobreza, informalidad y
ausencia de infraestructura, equipamientos y servicios básicos, pese a que la
concentración poblacional en las áreas centrales generara al mismo tiempo
importantes bolsones de pobreza y zonas con vivienda de gran valor para sectores
sociales de altos ingresos en algunas partes de la periferia.
En los últimos
años este panorama ha cambiado en nuestra región. Todos los países
latinoamericanos, en mayor o menor medida, están viviendo profundas
transformaciones derivadas de los avances de los procesos de reestructuración
socioeconómica y de difusión y adopción de las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación, como partes constitutivas del fenómeno de la
globalización. El
sistema económico global impacta en la configuración espacial deviniendo
"cambios significativos en la producción de la ciudad y de lo urbano"
(Fernández, 1999).
La mayor parte
de los estudios sobre los efectos urbanos y territoriales de estos procesos
tienden a coincidir en que uno de los más significativos ha sido la recuperación
de la importancia de las grandes ciudades y de su crecimiento, y el consecuente
desencadenamiento de nuevas modalidades de expansión metropolitana, donde la
suburbanización, la policentralización, la segregación residencial y la
fragmentación de la estructura urbana aparecen como rasgos destacados de una
nueva geografía urbana (de Mattos, 2002). En el momento en que se profundiza el
proceso de globalización y la función reguladora del Estado se debilita, temas
como el control de la expansión territorial y la densificación ocupan un lugar
cada vez más importante en la discusión sobre la regulación del uso de la tierra
urbana entre académicos y formuladores de políticas urbanas.
A partir de los
años ‘90, algunas formas urbanas típicas de la ciudad "norteamericana" se
difundieron en las urbes del subcontinente. Los procesos de urbanización privada
y la tendencia al aislamiento de complejos habitacionales y comerciales se
impusieron en la mayoría de las metrópolis latinoamericanas, y aún en ciudades
medianas del subcontinente. Así, la ciudad total está siendo sustituida por la
ciudad fragmentada, en donde las nuevas formas urbanas poseen un carácter
marcadamente insular, con características que subrayan la tendencia hacia una
ciudad extremadamente segregada y dividida. Las estructuras insulares de la
ciudad latinoamericana, se han convertido en elemento determinante de la
transformación y el desarrollo del espacio urbano. Esto resulta tanto del
asentamiento insular de estructuras y funciones en su construcción como también
del posterior aislamiento de espacios urbanos preexistentes mediante la
construcción de rejas o muros.
Sin embargo, y
pese a que la ciudad latinoamericana se convierte en una forma urbana
relativamente cerca a la ciudad norteamericana, con numerosos puntos en común,
se sigue hablando de una forma latinoamericana propia de ciudad, debido a que
los procesos de transformación suceden en un ámbito urbano latinoamericano
típicamente regional donde la composición social y las estructuras políticas son
ampliamente divergentes. En este marco, las periferias de las ciudades
latinoamericanas constituyen la parte de la ciudad más receptiva a los cambios y
transformaciones que van a producirse y más versátil a la hora de adaptarse a
las nuevas formas de producir y distribuir; viéndose así afectadas por la
localización de nuevos objetos urbanos que parecen convertirse en motores de
nuevas urbanizaciones.
En nuestro país,
en el actual contexto socioeconómico y a partir de los años ’50, las ciudades
comienzan a ser objeto de atención, constituyéndose en posibles focos de
desarrollo económico. Sin embargo, deben diferenciarse las realidades y
problemáticas que caracterizan a las grandes ciudades, de aquellas que afectan a
las ciudades medias y pequeñas de Argentina. Se verifican así dos situaciones
diferenciadas: por un lado, las grandes ciudades que se expanden hacia las
periferias y exhiben los efectos adversos de un crecimiento desordenado; por
otro, las ciudades medias que se mantienen. Mientras que en el algunas ciudades
medias se ha podido mantener un equilibrio en el desarrollo económico, social y
físico-espacial de la ciudad, en el otro extremo, la exitosa transformación
físico-espacial de la ciudad de Buenos Aires, sólo garantiza mejoramiento de la
calidad de vida urbana para sectores minoritarios de la población (Ravella, O;
2001). Esto nos lleva a plantear que la realidad urbana argentina, y la
latinoamericana en general, debe comprenderse a partir del reconocimiento de la
existencia de un proceso dual.
3.
Transformaciones Urbanas en el Partido de La Plata.
A partir de las
transformaciones urbanas que se vienen produciendo en el Partido de
La Plata,
fundamentalmente desde fines de los años ‘80, se observa un notable cambio en la
morfología de la ciudad. Dichas transformaciones responden
no sólo a procesos endógenos sino también a procesos exógenos, formando parte de un proceso global
caracterizado por el acelerado crecimiento de la población urbana, la expansión
física de las ciudades hacia la periferia y, la globalización de la economía y
de las comunicaciones. El sistema económico global impacta de este modo, en la
configuración espacial deviniendo cambios significativos en la producción de la
ciudad y de lo urbano.
La ciudad de
La Plata se ha
desbordado de los tejidos originales hacia la periferia, siguiendo las vías de
comunicación, fundamentalmente hacia la Capital Federal (Figura 1).
Paralelamente con este crecimiento, se verifican transformaciones en la
estructura periférica, con nuevas actividades comerciales, de servicios y
recreativas, cobrando mayor autonomía respecto del centro tradicional.
Figura
1.
Localización geográfica del Partido de La Plata. Fuente: UI6B- IDEHAB-FAU-UNLP.
En la última
década, la emigración de la población desde el centro hacia la periferia en
busca de nuevas oportunidades laborales y un nuevo hábitat, se traduce en un
aumento de la ocupación de nuevas superficies en los límites físicos de la
ciudad, concretamente en la frontera entre los ámbitos urbanos y no urbanos
(Frediani y Elizalde, 2002). Con la expansión de la ciudad, tierras que se
destinaban a explotaciones primarias intensivas presentan ahora otros usos del
suelo propios de un área urbana. Esto genera nuevos loteamientos y una
revalorización del suelo, que desencadena una acelerada especulación por parte
de los agentes inmobiliarios. Esta especulación, causa y consecuencia del
desborde de la mancha urbana, ha hecho variar los precios de la tierra a lo
largo de la última década, estableciéndose una marcada diferencia de precios
entre diversas zonas del Partido de La Plata.
Así, el avance
urbano hacia la periferia del Partido estaría generando no sólo pérdida de
tierras productivas sino también, y desde un punto de vista socio-territorial,
nuevas formas de fragmentación, con espacios cada vez más especializados y
estratificados sobre una estructura socioeconómica desigual, es decir, una
periferia caracterizada por la acentuación de la segregación socio-espacial
existente. Conviven en este complejo espacio, las urbanizaciones cerradas
destinadas a sectores medio-altos y altos de la población con asentamientos
precarios -originados mediante tomas organizadas en terrenos públicos o privados
de los sectores proletarizados- (Pintos, 1993).
La dinámica
expansiva incluye además una alteración de los patrones de comportamiento de los
actores sociales involucrados en los procesos de
suburbanización-periurbanización: agentes inmobiliarios, empresas y,
fundamentalmente, de los habitantes de las áreas en transformación, quienes
adoptarán estrategias variadas, de acuerdo a sus lógicas e intereses dominantes.
Los que desarrollan actividades primarias-intensivas, disminuirán la
participación del personal asalariado e incrementarán el trabajo familiar o
podrán “retirar” la propiedad del circuito productivo, intentando valorizar la
propiedad mediante la generación de rentas urbanas o la especulación rentística
de los territorios ociosos. Para los grupos de ingresos altos y medios-altos, la
producción del espacio residencial en los '90 estará caracterizada por el
desarrollo creciente de “barrios cerrados” y “clubes de campo”, dando cuenta no
sólo de cambios en el proceso de valorización del suelo urbano, sino también de
un nuevo modelo de producir, organizar y consumir la ciudad.
De este modo, la
periferia de La
Plata está afectada por esta dinámica de retención-especulación
en el marco de un proceso de suburbanización que progresa principalmente hacia
el NO tendiendo a conectar la ciudad con Buenos Aires. Esto valoriza la tierra
de ese eje, aunque la constante migración hacia el área con la posterior
ocupación de la misma está agotando la disponibilidad de tierras. El crecimiento
del área está llegando al límite, debido a la existencia de espacios abiertos de
considerables dimensiones que actuarían como "tapones" o freno a la expansión
urbana.
Estas áreas,
denominadas “zonas de reserva urbana”, se caracterizan por ser ámbitos
territoriales destinados al ensanche del área urbana. El uso dominante de esta
zona es el rural intensivo compatible con el uso residencial limitado, estando
condicionadas las intervenciones a la consolidación de las zonas urbanas
adyacentes. Por tal motivo, la ciudad se está dilatando también hacia el SE y
SO, en busca de tierras sin uso como alternativa de expansión.
El crecimiento y
las variaciones demográficas del Partido de La Plata derivan básicamente de dos
factores. El primero obedece a razones culturales, y está representado por un
sector de clase media y media-alta que busca alejarse del centro por propia
elección, dando prioridad a la calidad de vida antes que a la proximidad al
casco. Estos sectores migran fundamentalmente hacia el N-NO del Partido
(Delegaciones de Gonnet, City Bell y Villa Elisa).
El segundo se
centra en la repercusión que tuvo la crisis económica que se inició a mediados
de los ‘70 y se profundizó en los ‘80 y fines de los ‘90, y que en nuestra
región determinó la prolongación de la ciudad hacia el sur, destacando el caso
de Villa Elvira, donde arribó en los últimos años un gran número de migrantes
intraprovinciales y extranjeros. Este éxodo hacia el sur parece estar motorizado
económicamente por el cuentapropismo. De aquí se desprende que en la periferia
platense no sólo se asientan grupos de ingresos medios y medio-altos, sino
también sectores de bajos recursos cuya estrategia es ocupar y/o usurpar
terrenos sin uso aparente, conformando asentamientos precarios y villas
miseria.
Como puede
observarse, los años '90 han sido escenario de importantes transformaciones en
el proceso de organización territorial del Partido, en el cual pueden
reconocerse, a lo largo del tiempo, distintas fases constitutivas: de creación,
expansión, consolidación, fortalecimiento, estancamiento y retracción de áreas
urbanas, suburbanas, periurbanas y rurales.
La creación y
expansión de suelo urbano consiste en la subdivisión del catastro rural en
catastro urbano, y en un lento proceso de incorporación de servicios y
equipamientos urbanos. A la materialización del catastro y de los primeros
servicios, generalmente la energía eléctrica, sucede la autoconstrucción de
viviendas en una reducida proporción de lotes urbanos. Por su parte, el
fortalecimiento del suelo urbano se trata de una instancia posterior a la
consolidación urbana, caracterizada por la complejización de significados y
funciones frecuentes en los sitios de mayor trayectoria territorial urbana.
La retracción de
suelo rural tiene lugar dentro de una tendencia de cambio de las máximas
rentas diferenciales agrarias a las mínimas rentas diferenciales urbanas. Sin
tener lugar la subdivisión del catastro rural, los suelos agrícola-intensivos
van cediendo lugar a una ocupación relacionada con el esparcimiento y la
recreación propia de clubes, asociaciones y otras entidades públicas o privadas.
El avance urbano sobre tierras agrícolas productivas se ha vuelto un serio
problema para el desarrollo sustentable de la ciudad.
El negocio de
comprar tierra agrícola para construir urbanizaciones cerradas, se ha convertido
en una de las operaciones más especulativas del mercado. Con réditos de más del
100% en negocios inmobiliarios, contra sólo el 10% en producción rural, la
conversión de tierra agrícola a urbana, está yendo a un ritmo inesperado en las
últimas décadas, y la frontera urbana está creciendo a una tasa no conocida
oficialmente (Morello et al, 2000). En el caso
de La Plata,
este proceso adquiere una particular relevancia, si consideramos que el Partido
es el primer productor
hortícola de la
Argentina y que a la vez integra la denominada tercera corona
metropolitana de Buenos Aires, una de las diez principales metrópolis del mundo
periférico.
3.1 Proceso
de Producción de Suelo Urbano Periférico
Al analizar el
avance urbano hacia la periferia del Partido de La Plata, debe considerarse en particular
la competencia entre actividades que se produce como consecuencia de los cambios
en los usos del suelo, lo que redunda muchas veces en un serio problema para el
desarrollo sustentable de la ciudad. En este sentido, el impacto generado por el
loteamiento -o producción de tierra urbana- sobre el Cinturón Verde merece un
abordaje particularizado, debido por un lado, a la importancia que reviste este
ámbito desde el punto de vista productivo para la región y el país, y por otro
lado, a que en La
Plata más del 70% de los lotes urbanos en medio periurbano se
encuentran vacantes.
El Cinturón
Verde de La
Plata, declarado “área protegida” en el año 2000 por el
gobierno local, es una franja de territorio de 5 a 12 Km. de ancho y 36.580 ha. de extensión
que se extiende entre la ciudad y el suburbio, por un lado, y el ámbito
agropecuario pampeano, por otro lado. Sobre el total del territorio municipal de
La Plata
(94.200
ha.), 15% (14.130 ha.) corresponde a espacios
urbanos (ciudad y suburbios), 39% (36.738 ha) a espacios periurbanos
(cinturón verde) y 46% (43.332 ha.) al espacio rural -medio
agropecuario pampeano-.
Algunos datos
que ponen de manifiesto la necesidad de controlar la expansión urbana sobre las
tierras agrícolas-productivas del Partido pueden resumirse en los siguientes
guarismos: La
Plata se destaca a nivel nacional en algunos productos como el
tomate (70% de la producción nacional), el alcaucil (el 90%), el apio (el 90%),
la lechuga (el 80%), la frutilla y el clavel, entre otros. El sector florícola a
finales de la década de 1990 representaba, desde el punto de vista de la
producción con flores de corte y de las hectáreas bajo cubierta, el 51% de las
hectáreas cultivadas del Área Metropolitana de Buenos Aires.
Mención aparte
en el estudio del avance urbano hacia la periferia, merecen los sectores
residenciales, en especial las urbanizaciones cerradas que se han implantado en
el espacio periurbano platense, dando lugar a un rápido crecimiento de “formas
privadas de urbanización” y a la constitución de un nuevo paisaje urbano, en el
cual la ciudad tradicional, abierta y continua es sustituida por fragmentos o
ghettos privilegiados que ponen en crisis los fundamentos de la vida urbana
(Frediani, 2005). La
producción del espacio residencial en el Partido de La Plata, desde mediados de los años '90,
estaría caracterizada por el desarrollo creciente de “clubes de campo”, dando
cuenta de cambios en el proceso de valorización del suelo urbano.
En el
Partido de La
Plata, si bien no existe un desarrollo de las urbanizaciones
cerradas de la magnitud alcanzada en otros partidos de la Región Metropolitana de
Buenos Aires (Pilar, Escobar o Tigre), puede decirse que el fenómeno de los
clubes de campo se observa principalmente en la zona
norte del Partido, la cual
ha experimentado en los últimos años un importante crecimiento de población.
Precisamente la zona del
partido en donde se localiza el corazón de las producciones hortícolas y
florícolas del partido.
Este
fenómeno se desarrolla durante la década de los '90, favorecido entre otros
factores, por la construcción de la Autopista La Plata-Buenos Aires,
convirtiendo en áreas de atracción inmobiliaria a las tierras situadas en los
bordes de su recorrido. Asimismo, el ensanche de la Ruta Nº2 sirvió como
disparador para la instalación de clubes de campo y barrios de chacras en su
área de influencia. Ante el crecimiento de la demanda de barrios privados en
otras zonas, los desarrolladores descubrieron el potencial del sector Sur del
Área Metropolitana de Buenos Aires para la instalación de nuevas urbanizaciones
(Frediani y Elizalde, 2002). Los dueños de los campos no tardaron mucho en
percatarse de los cambios, por lo cual los valores de las fracciones se
triplicaron desde el año 1998
a fines del 2000. También se modificó la forma de “tratar”
un campo, dado que ahora los compradores se fijan en otros detalles, como la
calidad del acceso, la distancia respecto de la ruta, la antigüedad y el diseño
de la forestación o las características del casco.
La
situación antes mencionada produjo un incremento en la cantidad de proyectos de
urbanizaciones cerradas presentados al municipio. Desde 1992 hasta 1998 se
registraron 24 presentaciones, mientras que desde 1998 al 2000, la cantidad de
proyectos se duplica, ascendiendo a 48. Sin embargo, la necesidad de preservar
sectores extraurbanos y rurales, como así también de impedir la construcción de
un frente continuo de clubes de campo que dificulte una adecuada vinculación de
diferentes zonas del partido, ha llevado a que el gobierno local rechace más de
veinte emprendimientos de este tipo por tratarse de pedidos de localización en
áreas con trayectorias productivas significativas.
Asimismo, la
nueva Ordenanza Municipal de Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo,
sancionada en Diciembre de 2000, ha determinado tres zonas (en
ámbitos rurales y periurbanos) para la localización de urbanizaciones cerradas.
Promueve la localización de clubes de campo en zonas donde no se verifican
conflictos territoriales o ambientales reales o potenciales, no interfiriendo
con lugares donde dominan otros actores y circuitos socioeconómicos. Se
pretende, de este modo, ordenar la localización de clubes de campo en la
totalidad del parcelario rural del Partido, orientando su posible localización
dentro de algunas zonas con mayor aptitud y menores niveles de conflicto con
otras lógicas de ocupación.
La intención
desde el gobierno local de impedir un crecimiento desordenado de este tipo de
urbanizaciones, determinando zonas para su localización, y no otorgando la
factibilidad en caso de incumplirse las condiciones requeridas, pone de
manifiesto la capacidad del municipio en la formulación de políticas explícitas
que enmarcan el uso y la apropiación del espacio urbano por parte del capital
inmobiliario. El municipio tiene muchas herramientas para regular estos
emprendimientos sin llegar a la irracionalidad de denegar la aprobación de la
mayor parte de los mismos.
4.
Distribución Poblacional por Sectores Urbanos
El Partido de
La Plata posee
142 km2 urbanizables, sobre un total de 926 km2 de
superficie. En el año 1991, según datos del Censo de Población y Vivienda,
contaba con 513.738 habitantes, de los cuales sólo el 4% era población rural, y
una densidad de 585,2 hab./km2. En la actualidad, según los datos
del Censo 2001,
hay 574.226
habitantes; siendo el crecimiento poblacional en el período 1991-2001 del 6%,
con una densidad de 620 hab./km2.
A partir de
datos de los últimos tres censos nacionales de población, el Partido de
La Plata
registra un crecimiento medio-bajo en relación con los demás partidos de
la Provincia
de Buenos Aires. La tasa de incremento medio anual del partido (12,3‰) es
levemente inferior al promedio provincial (14,1‰) y al nacional (14,7‰). El
crecimiento demográfico del Partido en el período 1978-2000, para el total del
área urbana, es del 27%, destacándose el estancamiento del casco fundacional y
el significativo incremento de la periferia, y poniéndose de manifiesto el
proceso de suburbanización-periurbanización descripto.
En cuanto a la
variación del crecimiento demográfico por sectores urbanos, se observa al
interior del casco fundacional una diferencia marcada entre: la zona central con
decrecimiento, y el resto del casco con un crecimiento muy bajo o casi nulo. En
contraposición a ello, la periferia registra los mayores índices de crecimiento:
53% en el desborde del casco urbano fundacional y 58% en las localidades del
cinturón verde. De aquí se desprende que el crecimiento demográfico es muy
heterogéneo si se divide el territorio del Partido en sectores urbanos
consolidados, en consolidación y en expansión.
El mayor
crecimiento poblacional lo registra el eje sureste en expansión, seguido en
orden decreciente, por el eje noroeste en expansión. Otros tres sectores urbanos
registran incrementos superiores al 50%, las localidades del cinturón verde, el
eje noroeste en consolidación y el desborde suroeste del casco. El desborde
sureste del casco es algo inferior a estos. El desborde noroeste registra el
menor crecimiento poblacional fuera del casco fundacional (Figura
2).
El sector
Noroeste del Partido se ha convertido en los últimos años en una suerte de
"imán" para cientos de platenses, dando lugar a lo que algunos califican como
"éxodo hacia el verde". En la última década, la población de estas tres
delegaciones creció un 20% y continúa en aumento. Este sector se estructura a
partir de los caminos Gral. Belgrano (Ruta Nacional Nº1) y Centenario (Ruta
Provincial Nº14), que ligan a La
Plata con Buenos Aires, y enlazan una serie de localidades hoy
convertidas en áreas de vivienda permanente. Se produce así un proceso de
conurbación que llega hasta el límite del Partido, y en donde la construcción de
la Autopista
Buenos Aires-La Plata ha desempeñado un papel relevante.
En este sector
es posible diferenciar, un eje en consolidación, uno en expansión y otro de
creación de suelo urbano, generándose asimismo tres franjas de crecimiento
demográfico y valorización inmobiliaria, decreciente a medida que nos alejamos
de los subcentros de City Bell, Villa Elisa y Gonnet. Entre el Camino Gral.
Belgrano y las vías del ex FCGB la población se incrementa 67% en el período
1978-2000, y en el área más consolidada del eje noroeste el crecimiento es de
52%.
Pese a ser el
área de mayor densidad de población del partido, en el casco urbano
fundacional predomina un estancamiento marcado en términos demográficos,
manteniéndose casi inalterable el número de habitantes desde hace 40 años.
Situación que difiere de la observada en el desborde del casco fundacional,
el cual atraviesa un proceso de consolidación y expansión que tiende
a formar dos coronas. Una primera consolidada y adyacente a la avenida de
circunvalación (Tolosa, Los Hornos, Villa Elvira y San Lorenzo). La segunda
corona atraviesa un proceso de expansión y consolidación urbana y adquiere mayor
desarrollo al sureste y suroeste que hacia el noroeste (Ringuelet, Gonnet). La
primera corona registra una tendencia de crecimiento demográfico menor que la
segunda.
Por su parte,
las localidades del cinturón verde atraviesan dos fases del proceso de
urbanización: la expansión y consolidación de cada subcentro y la incorporación
creciente a la suburbanización de la ciudad en los casos de Olmos y
Romero.
En
relación a la evolución del crecimiento poblacional por barrio, se presentan
marcados contrastes en la distribución de la población del Partido. Mientras que
el Casco Urbano y Tolosa registraron los más significativos descensos de
población en el período 1991-2001, los barrios de Olmos-Etcheverry (357%),
seguidos por Romero-Abasto (49%) y Villa Elisa-Arturo Seguí (45%) experimentaron
los crecimientos más importantes. Los barrios que más crecieron
demográficamente en los últimos años son precisamente aquellos localizados
en los ejes sudoeste y sudeste del Partido. Estos
crecimientos diferenciales al interior del Partido estarían determinados por
cuestiones sociales, culturales y económicas.
Figura
2.
Crecimiento Poblacional del Partido de La Plata. Período
1991-2001. Fuente:
Elaboración Propia.
En las
zonas donde la población decrece los factores que explicarían esa baja son una
mayor planificación familiar y el envejecimiento de la población, mientras que
en las zonas que muestran un mayor crecimiento, generalmente periféricas,
pesarían factores tales como las migraciones internas y el escaso control de la
natalidad. Así el decrecimiento de la población o el crecimiento lento no tienen
que ser leídos como un factor negativo, sino al contrario, muchas veces está
vinculado a una mejor calidad de vida.
El casco
urbano registró la variación porcentual negativa mayor del período (-12%). Así,
mientras en 1991 fueron contabilizadas en ese sector de la ciudad 210.776
personas, en el 2001 se contaron 186.527. Sin embargo, el comportamiento del
casco urbano no es homogéneo; esta disminución se ve afectada fundamentalmente
por el comportamiento del centro (ex UCA, -15,65%), pero no así por el resto de
los barrios del casco fundacional que registran un leve crecimiento (0,43%).
El segundo
decrecimiento significativo en el período 1991-2001 se dio en Tolosa (-1,1%).
Asimismo, se han registrado decrecimientos de la población porcentualmente altos
en otros sectores del Partido, tales como el Transradio, Hernández y Gambier.
Sin embargo, debe relativizarse el caso de estos últimos barrios, por tratarse
de poblaciones reducidas en números absolutos y donde factores menores pueden
tener impactos decisivos en el porcentaje final. Por el contrario, los barrios que
más crecieron demográficamente en los últimos años son barrios periféricos de
los ejes sudoeste y sudeste del Partido, entre los que se destaca Lisandro Olmos
(96%) y Villa Montoro (60%).
Por último, los
barrios que presentan el mayor número de habitantes -tanto en el año 1991 como
en el 2001-, con excepción del Casco Urbano, son los de Villa Elvira, Los Hornos
y Tolosa-Ringuelet. Mientras que en los que se observa -para ambos años- la
menor cantidad de población son los de Olmos-Etcheverry, Villa Elisa-Arturo
Seguí y Romero-Abasto, precisamente son aquellos que registran el mayor
crecimiento de población.
5.
Expansión Urbana y Marco Normativo
Frente a los
cambios producidos en la organización territorial del Partido de La Plata en los últimos años fue
necesario readecuar el marco normativo vigente relacionado con el ordenamiento
urbano y territorial, sancionándose en el año 2000 la Ordenanza 9231 de Ordenamiento
Territorial y Usos del Suelo.
Este nuevo
código tiene como finalidad garantizar el crecimiento armónico de la ciudad y el
pleno aprovechamiento de cada sector de su territorio. En líneas generales, la
nueva Ordenanza: 1. Regula el ordenamiento del territorio a través de las nuevas
urbanizaciones (subdivisión del suelo, conjunto de viviendas, clubes de campo),
la localización de las actividades (grandes emprendimientos comerciales, de
servicios e industriales) y las pautas morfológico-edilicias (alturas máximas,
densidad de ocupación y demás indicadores urbanísticos); 2. Define al territorio
en tres grandes ámbitos: el área urbana, el cinturón verde y las zonas
industriales; 3. En el área urbana, apunta a valorizar el espacio público,
fortalecer el centro, revitalizar los subcentros, estructurar una malla de
corredores, revalorizar el casco fundacional, consolidar los barrios y definir
un área de futuro crecimiento; 4. En el cinturón verde se promueve la
consolidación y el desarrollo de las actividades productivas dominantes:
horticultura y floricultura. 5. En las zonas industriales se intenta desarrollar
y fortalecer un corredor económico de vinculación entre la zona portuaria-Zona
Franca y el corredor industrial, con una oferta de suelo industrial compatible
con el medio urbano que atraviesa; 6. Se crean zonas de preservación
patrimonial, de protección de arroyos y bañados y de recuperación territorial;
7. Se propone una estructura vial jerarquizada en concordancia con los planes de
pavimentación implementados; 8. Se implementan mecanismos de participación, de
gestión y de información pública a través del libre acceso a las actuaciones en
trámite.
Una de las
principales modificaciones que introduce esta nueva ordenanza en relación con la
anterior, radica en la ampliación del área urbana, en un 17%, a partir del
reconocimiento legal de subdivisiones y ocupaciones urbanas preexistentes. A su
vez, la creación de las denominadas "áreas complementarias", como fuelles entre
el área urbana y el área rural se sustenta en un criterio general de protección
del cinturón verde.
La distribución
de las nuevas superficies urbanas del Partido pone de manifiesto una creciente
polarización: mientras que en el eje sureste se encuentra la mayor expansión
propuesta, hacia el suroeste el incremento de superficie urbana es bajo (el
desborde suroeste del casco y las localidades del cinturón verde casi no
registran variación en su superficie). Alrededor del 20% de la superficie de
ampliación urbana son suelos decapitados como consecuencia de la actividad
extractiva superficial. En estos suelos el uso agropecuario presenta fuertes
limitaciones debido a la drástica reducción de su productividad. Por esa razón,
el uso urbano constituye el destino más adecuado.
6. Escenario
Tendencial para el Partido de La
Plata
La construcción
del escenario tendencial o escenario probable
se ha realizado a partir de la selección de un
conjunto de variables consideradas relevantes para la explicación del fenómeno
de la expansión urbana en el Partido[2]. Para la elaboración
de las estimaciones del comportamiento de las variables, se ha utilizado la
metodología del “Panel Data” o Datos de Panel[3], que ha permitido
aprovechar al máximo los datos disponibles, mediante la utilización conjunta de
información temporal y espacial. Los resultados de esta modelización permitieron
establecer entre las variables mencionadas, importantes relaciones de carácter
“intuitivo–empírico”, a partir de las cuales surge la construcción y simulación
del presente escenario de crecimiento urbano para La Plata, en una proyección a 15
años.
La
construcción de este escenario supone la continuidad de la tendencia de
crecimiento urbano que se viene registrando en el Partido de La Plata desde fines de los años
’80, con un área compacta -el casco urbano y barrios adyacentes (Tolosa,
Ringuelet, Los Hornos)- y áreas difusas -los barrios de las periferias más
alejadas (Villa Elvira, City Bell, Villa Elisa, etc.). El crecimiento del
Partido de La
Plata se ha producido sin, o con escaso, control estatal lo
cual ha determinado una configuración territorial diversificada y fragmentada,
caracterizada por la disminución del suelo apto para usos productivos y la
localización de asentamientos en planicies de inundación natural. La ciudad de
La Plata se ha
desbordado de los tejidos originales hacia la periferia, siguiendo las vías de
comunicación, fundamentalmente hacia la Capital Federal.
Los datos
del crecimiento demográfico por sectores urbanos al interior del Partido
correspondientes a los dos últimos Censos Nacionales de Población (INDEC,
1991-2001) confirman el mencionado proceso de dispersión urbana, registrándose
una disminución en el crecimiento poblacional al interior del casco urbano y un
fuerte incremento en los barrios de la periferia. Actualmente, el 60% de la
población vive fuera del casco y de mantenerse las actuales tendencias de
crecimiento poblacional, en las próximas décadas más del 70% de la población de
la ciudad vivirá en la periferia, donde coincidentemente se concentran los
déficits más altos en la cobertura de servicios básicos (transporte, agua
potable, cloacas).
Los resultados
obtenidos para el escenario tendencial a quince años ponen de manifiesto un
aumento en el crecimiento de la densidad poblacional en todos los barrios, con
excepción de Altos San Lorenzo, Casco Urbano y Tolosa-Ringuelet. En el caso
particular del Casco Urbano, este es el único sector del Partido que mantiene
una tendencia negativa respecto al crecimiento de la mencionada
variable.
Estos resultados
indican que las variables explicativas: población, distancia al centro y
habitantes con cloacas (utilizada como variable proxy de la existencia de
infraestructura) resultan significantes en la explicación del cambio en la
densidad. Asimismo, permiten reconocer una estrecha relación entre los cambios
en la superficie construida y las variables población, trámites permisados,
coeficiente de concentración y valor del suelo. Al respecto, por cada 1% de
crecimiento en la cantidad de habitantes con cloacas, o mayor cobertura de
servicios e infraestructura, la densidad crece 0,46%. A nivel de la totalidad
del Partido, el factor de atracción que generan las áreas con buena cobertura de
servicios y a menor distancia del centro produce un incremento de la radicación
del orden de un 2% en 15 años.
En relación a la
vinculación entre el cambio en la densidad y las variaciones en la población se
obtuvo un coeficiente significativo que implicaría que por cada 1% de cambio en
la población, la densidad se reduce en 0,19%. Mientras que en relación a la
variable “distancia al centro”, el coeficiente es negativo y significativo; ya
que este es una “dummie” que toma valores de cero y uno, su interpretación es
que a mayor distancia al centro, menor es la densidad.
El
escenario tendencial
pone de
manifiesto una
profundización de la dispersión urbana que se viene registrando en el Partido de
La Plata, y el
mantenimiento de las
actuales presiones, impactos y respuestas hacia y desde el espacio
urbano. En este
sentido, los barrios de la periferia son los que presentan los crecimientos
poblacionales más importantes para el período 2001-2016 (Cuadros 1 y 2).
Los aumentos o
disminuciones en la densidad y la población por barrio que surgen del escenario
tendencial (ver cuadro 1), se encuentran directamente relacionados con los
cambios en la superficie construida y en el coeficiente de
concentración[4]. Los resultados
obtenidos con el modelo han mostrado que por cada 1% de cambio en la población,
la superficie construida aumentaría un 0.52%, y que por cada 0.77% de cambio en
la superficie construida, el coeficiente de concentración cambiaría un
1%.

Cuadro
1-
Crecimiento de la
Población y la Densidad en el Escenario Tendencial.
Partido de La Plata.
Fuente: Elaboración Propia

Cuadro
2- Población
en Barrios “Cercanos” y “Lejanos” del Partido de La Plata en Escenarios Tendenciales a 15 y
30 años. Fuente:
Elaboración Propia
Así, de los
valores de densidad obtenidos en el escenario tendencial al año 2016, puede
decirse que si la población crece un 23%, la superficie construida se
incrementaría un 12% y el coeficiente de concentración lo haría un 15.6% en los
próximos 15 años. Estos datos generales a nivel Partido si se los analiza
agrupados por tipología[5] de barrio[6], ponen de manifiesto que el
incremento de la población en los barrios del casco y adyacencias -denominados
barrios “cercanos”- en los próximos 15 años será del 11.3%, mientras que en los
llamados barrios “lejanos”, el incremento alcanzará el 60.4%.
El escenario
tendencial indica para el período 2001-2016 un incremento de la población total del Partido del 23%,
que pasaría de 568.244 habitantes a 700.929 habitantes. La distribución actual
(año 2001) de la población en nuestro Partido se caracteriza por un 75% de la
población habitando en los denominados barrios “cercanos” y un 25% en los
barrios más alejados. En el año 2016, la población total del Partido se
distribuiría diferencialmente al interior del municipio, localizándose un 68% en
los barrios cercanos (477.286 hab.) y un 32% (223.644 hab.) en los barrios
lejanos.
En síntesis, el
escenario tendencial pone de manifiesto la
continuidad de las dinámicas urbano-territoriales actuales, cuantificando
claramente la
dispersión urbana hacia la cual se dirige el crecimiento urbano futuro del
Partido, si no se toman medidas que modifiquen este proceso.
7.
Conclusiones
El debate actual
sobre el modelo de ciudad es complejo, no reside meramente en la elección entre
uno u otro, es decir, no pasa por hallar un modelo de ciudad “ideal”. El modelo
único es incapaz de responder a las diferentes realidades locales. Por ello, el
intento por conformar un modelo urbano ideal no pasa por moldear esta realidad
heterogénea, sino por que cada ciudad encuentre sus propios mecanismos,
soluciones y formas urbanas. Los modelos urbanos como herramienta de análisis
pueden ser metodológicamente útiles y adecuados si, entendidos como
generalizaciones son ajustados a las condiciones locales encontradas y a cada
configuración espacial urbana real. Así como las ciudades cambian, los modelos
que intentan interpretarlas también deben cambiar.
El análisis de
las transformaciones territoriales en el Partido de La Plata, ocurridas fundamentalmente en
los años ’90, permite el reconocimiento de las tendencias de expansión urbana.
Se observa así que la ciudad se desborda de los tejidos originales hacia la
periferia, siguiendo fundamentalmente dos direcciones que responden a actores,
lógicas e intereses diferentes: hacia el noroeste -sectores sociales medio-altos
y altos-, y el sureste -sectores medios y medios-bajo. Este proceso genera
nuevos loteamientos y la consecuente revalorización del suelo, desencadenándose
una acelerada especulación por parte de distintos agentes inmobiliarios
produciendo la elevación de los precios del suelo. En la última década, la
emigración de la población desde el centro hacia la periferia se traduce en un
aumento de la ocupación de nuevas superficies en los límites físicos de la
ciudad, concretamente en la frontera entre los ámbitos urbanos y no urbanos.
Tierras que anteriormente se destinaban a explotaciones primarias intensivas,
presentan ahora otros usos del suelo propios de un área urbana.
Entre los
diversos usos del suelo del área periférica del Partido se encuentran los
grandes equipamientos de consumo y grandes centros recreativos, comerciales y de
producción. Por otro lado, además de las actividades agrícolas intensivas, se
desarrollan espacios residenciales tradicionales (barrios, viviendas
unifamiliares) y no tradicionales (urbanizaciones cerradas, villas miserias).
Surge, de este modo, la necesidad de adaptarse desde el marco normativo a los
cambios mencionados. Por dicha razón, a fines del año 2000 se ha sancionado
la Ordenanza
9231 de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo, que ha introducido una serie
de modificaciones en relación al anterior marco normativo, con la finalidad de
garantizar el crecimiento armónico de la ciudad y el pleno aprovechamiento de
cada sector de su territorio.
La metodología
desarrollada en el presente trabajo, con la definición de coeficientes que
definen cuantitativamente características del fenómeno de crecimiento de las
ciudades es un aporte más en el camino de la investigación de procesos de suma
complejidad como es el de la difusión y compacidad de las formas urbanas. Esta
herramienta permitiría a los planificadores urbanos disponer de parámetros que
los ayude a adoptar decisiones más eficientes en las inversiones de
infraestructura de servicios en el mediano y largo plazo.
Partiendo de la
consideración de que el escenario tendencial es el escenario más probable,
creemos que frente al avance urbano, y con el fin de moderar y controlar los
procesos en curso, la discusión debería centrarse en las posibilidades de
utilización de terrenos existentes en lugar de utilizar nuevas extensiones
urbanas o suburbanas. Disminuir la presión sobre los ámbitos periurbanos y
rurales del Partido podría resultar una estrategia adecuada para afrontar el
problema de la dispersión suburbana, de cara a mejorar la habitabilidad de
nuestra ciudad en los próximos años. En este sentido, resulta necesario
revitalizar al Estado, en su rol de planificador y regulador, controlando las
acciones privadas en interacción con la comunidad. Así, el modelo urbano, los
criterios y objetivos que se escojan para el Partido de La Plata deberían orientarse a
la búsqueda y obtención de una ciudad social, económica y ambientalmente
sostenible, reduciendo las disfunciones de la ciudad existente y evitando las
disfunciones potenciales en la ciudad de futura construcción.
8.
Bibliografía
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Nacional de La Plata. La Plata, 2001.
[1] En este artículo se presentan los
resultados obtenidos a partir de investigaciones realizadas durante el
desarrollo de una Beca de Formación Superior titulada: “Modelos Urbanos: La
ciudad compacta y la ciudad difusa. Su análisis a través de las redes de
servicios y transporte en el Partido de La Plata”, otorgada por la Universidad
Nacional de La
Plata, y que ha sido recientemente finalizada
(2004-2006).
[2]Superficie, población y
densidad; costo de la extensión de la infraestructura de servicios; espacio
construido; población con y sin agua corriente; población con y sin desagües
cloacales; superficie construida nueva; trámites permisados; valor del suelo;
cobertura, frecuencia y conectividad del transporte público de pasajeros;
kilómetros recorridos del transporte masivo y no masivo y coeficiente de
concentración.
[3] Un conjunto de datos en panel, o longitudinal, es aquél
que sigue a una determinada muestra de individuos a lo largo del tiempo y provee
por lo tanto múltiples observaciones de cada uno de ellos en la muestra sobre la
cual se estimarán los resultados. Se busca tener así una base de datos no para
responder a una pregunta concreta, sino como una base de referencia para
posibles consultas futuras, captando simultáneamente la evolución temporal de la
variable analizada (al utilizar el corte temporal) y la estructura o
distribución entre los elementos analizados (al aprovechar año a año el corte
transversal).
[4] El coeficiente de
concentración se ha construido con el fin de disponer de un indicador que
permita determinar los tipos de organización urbana –compacta, semicompacta,
semidifusa y difusa- correspondientes a los distintos barrios. Consiste
fundamentalmente en la correlación existente entre la densidad de población por
barrio (hab./km2) y la distancia al centro del Partido. El coeficiente de
concentración más alto (25.03), correspondiente a los barrios localizados al
interior del casco urbano, representa un modelo compacto de organización urbana;
mientras que el coeficiente más bajo (0.93) pone de manifiesto un modelo de
organización urbana difuso. Entre estos dos extremos se sitúan los barrios del
Partido que presentan una organización urbana semicompacta, (con un coeficiente
entre 10 y 5) y semidifusa (con un coeficiente entre 5 y 1.5).
[5]La tipología de los barrios
fue realizada con el fin de lograr una mayor distinción entre los barrios, útil
a los fines de la modelización de comportamiento diferenciales. Esta tipología
se ha realizado exclusivamente a partir de la variable distancia, diferenciando
entre los barrios “cercanos” y los denominados barrios
“lejanos”.
[6]El concepto tradicional de
barrio lo define como una unidad espacial que forma parte de la ciudad; se trata
de un sector de la misma con características físicas, sociales y arquitectónicas
particulares y diferentes a las de otras unidades. Cada barrio es una unidad
física, espacial y social diferente a las restantes en la que se establecen
relaciones humanas y con el entorno que son propias de la entidad y que
contribuyen a generar representaciones e identidades territoriales colectivas
particulares.
Ponencia
presentada en el Simposio Ciudad y Territorio en América Latina. Octavo
Encuentro Internacional Humboldt. Colón, Entre Ríos, Argentina. Jueves 28 de
setiembre de 2006.