Recursos
Culturales del Palmar

El poblamiento
más antiguo de la zona noreste de Entre Ríos ocurrió hace aproximadamente 11.000
años por grupos cazadores precerámicos. Restos de elementos con puntas de
proyectiles de distintos tipos dan cuenta de que sus presas preferidas habrían
sido los ciervos y carpinchos. Sólo unos 10.000 años más tarde incorporan la
alfarería.
La
arqueología nos informa que hace
unos 2.400 años, ambas márgenes del río Uruguay en su curso medio estuvieron ocupadas por
grupos cazadores, recolectores y pescadores que utilizaban boleadoras y
elementos confeccionados con huesos de animales como arpones para pescar, leznas
y punzones para trabajar el hueso y, tal vez, también la piedra. Estas
herramientas aparecen decoradas con
dibujos geométricos.
Poco antes de la
llegada de los españoles, los tupí-guaraní ingresaron a la región. Este grupo
aborigen ya practicaba una agricultura incipiente y su alfarería, algo avanzada,
consistía en la elaboración de urnas funerarias decoradas con líneas rojas y
negras sobre fondo blanco. Fueron hábiles canoeros y dejaron la impronta de su
paso, entre otras cosas, en los nombres de la flora, la fauna y la toponimia.
Los primeros
propietarios de las tierras de estas latitudes fueron los que obtuvieron los
favores de Juan de Garay cuando, luego de fundar la ciudad de Santa Fe de
la Vera
Cruz en 1573, repartió tierras entre sus colaboradores. Hoy
subsisten tres latifundios de aquellas épocas: La Compañía de Jesús, Larramendi Arias
Cabrera, que son descendientes de Hernandarias, y Vera Mujica, descendientes del
propio Juan de Garay.
Dado que a España
le interesaba mucho más el Alto Perú que estas latitudes, el virreinato del Río
de la Plata se
creó apenas en 1776. Buenos Aires cumplió sólo durante algún tiempo la función
de puerto sobre el Atlántico para acceder al Perú. Debido a esto, muchas zonas
de lo que hoy es el territorio de la República Argentina
estaban atrasadas con respecto al avance que experimentaban las de más al norte.
En esta situación se encontraba el territorio de la provincia de Entre Ríos,
desde donde habían partido hacia la metrópoli rumores sobre el avance lusitano
en la región. Por tal motivo, el primer virrey del Río de la Plata, don Pedro de Ceballos,
nombra como veedor a don Manuel Antonio Barquín, con el fin de imponer orden y
resguardar la soberanía sobre estas tierras.
El enviado del
virrey, además de su función pública, aparentemente quiso obtener beneficios instalando en la zona que hoy ocupa el
Parque Nacional una calera cuyas ruinas pueden visitarse. Las características de
este establecimiento no diferían de
las de otros de la misma época. Dada la ausencia de tecnología, el trabajo se
hacía en base a gran cantidad de mano de obra permanente, en parte probablemente
esclava. Se necesitaba ganado para alimentar a todo ese personal, e instalaciones mínimas para desarrollar
su vida, como una capilla y construcciones donde almacenar víveres y la propia
materia prima objeto de comercialización, que se hacía principalmente con Buenos
Aires y Montevideo. En 1782, Barquín es destituido por el virrey Vértiz, quien
nombra en su lugar a un oficial destacado del ejército, don Tomás de Rocamora.
Inmediatamente (1783), Rocamora elige los cabildos de Gualeguay, Arroyo de
la China (hoy
Concepción del Uruguay) y Gualeguaychú. Entre otras cosas, pide dinero para
construir una iglesia, y en un documento de la época figura el siguiente texto:
“para que se cumpliera la disposición testamentaria del finado Domingo Medina,
sobre erección de un oratorio… dispuso al Capellán cumpliera sus funciones…
hasta tanto que se haga el oratorio, en el de don Manuel Barquín…”.
Del análisis de
las partidas de defunción y bautismo que se conservan en la Catedral de Concepción del
Uruguay surge que, entre los años 1785 y 1811, se produjeron en la zona de
la Calera de
Barquín 25 defunciones y, solamente en el año 1810, se efectuaron 49 bautismos.
Hacia los años 1825 y 1826 se radican en el área unos 50 colonos ingleses de la River Plate Agricultural
Association que se dedican durante algunos años al cultivo y procesamiento del
trigo. Luego del fracaso de este emprendimiento comercial, en 1857 se radica
la Sociedad
Arcos, Bilbao y Bragge, con la intención de hacer una
explotación integral del fruto de la palmera yatay consistente en destilar la
pulpa azucarada y extraer el aceite del coco. No hay documentación alguna que nos permita conocer el
resultado de este emprendimiento, ya que al poco tiempo estos campos pasaron a
pertenecer a don Justo José de Urquiza.
En un período más
reciente que llega hasta comienzos del siglo XX, la empresa Salvia Hnos. se
dedicó a la extracción de ripio, limitándose a sacar sólo el que se encontraba
superficialmente. Tal vez sea esto lo que explique la ausencia de palmeras en
sitios con afloramientos planos de ripio. Luego, hacia el final del período en
que la empresa Salvia Hnos. explotó ese rubro, hubo más depredación de la flora
debido al uso de maquinarias modernas, como palas mecánicas y otras.
Lo que hoy queda
a la vista son construcciones originales que datan de fines del siglo XVIII y
otras que sufrieron modificaciones posteriores, probablemente cuando la empresa
reutilizó las instalaciones.
Resumiendo, los
sitios históricos que merecen ser visitados son:
-
Ruinas de
la Calera
Barquín
-
Ruinas de la
destilería
-
Casa de Piedra:
relevada por el Instituto Geográfico Militar en 1928 como puesto de
la Estancia
Loreley.
-
Sitios
arqueológicos prehistóricos: uno de ellos está situado en Puerto Algarrobo,
cerca de la desembocadura del arroyo Palmar, y otro en el arroyo Ubajay, próximo
a Puerto Chiricote.
Octavo Encuentro Internacional
Humboldt. Colón, Entre Ríos - Argentina. 25 al 29 de setiembre de
2006.