EFECTOS DE LA
APLICACIÓN DEL MODELO “NEO-LIBERAL”
EN LA
SUSTENTABILIDAD TERRITORIAL DE SANTIAGO DE CHILE.
ADRIANO ROVIRA PINTO
La
imposición del sistema económico”neo-liberal” por la dictadura militar en Chile,
significó un cambio radical en todos los componentes del sistema socio-económico
y socio-espacial. La incorporación de conceptos claves de esta concepción como
la desregulación, la liberalización de los mercados, el mercado como asignador
de recursos, las ventajas competitivas y la apertura a los mercados
internacionales, provocó profundas transformaciones en el mundo rural y en los
sistemas de ciudades del país.
La
globalización capitalista, funcional al neo liberalismo, refuerza los
desequilibrios, puesto que de ellos se nutre el sistema. En este escenario es
importante centrar la mirada tanto en los desequilibrios al interior de las
metrópolis (sociales, económicos, culturales) como los que se producen en el
sistema regional y nacional del cual forma parte.
En el
caso de Santiago de Chile, la desregulación se concretó con la declaración de la
política urbana de 1979, según la cual, el suelo urbano no es un bien escaso,
por lo que su destino puede ser decidido por el libre mercado de tierras. Como
resultado de ello la ciudad se expandió sobre suelos agrícolas y a un ritmo que
superó las capacidades de los servicios públicos. Con posterioridad, a mediados
de los ochenta, se dio pie atrás en esta política y se retomó una actividad de
planificación urbana, pero muy distante a la que se realizaba antes de los
setenta. Había cambiado el sistema socio-económico, la forma de habitar la
ciudad y el rol del Estado.
Como
resultado de la aplicación de las políticas neo-liberales, la ciudad de Santiago
sigue concentrando la población y las actividades económicas del país. La Región
Metropolitana cuenta con una población estimada de 6.527.903 habitantes
el año 2005. En lo que corresponde a su Región político – administrativa, es
casi 100 veces mayor que la ciudad de segunda jerarquía, lo que se refleja en
una concentración absoluta de las funciones. A escala nacional, Santiago supera en cinco veces a la
ciudad que le sigue, concentra el
40 % de la población del país y aporta el 47 % del PIB nacional y todas las
tendencias indican que el grado de concentración de estas variables continuará
aumentando.
Esta
Región constituye el principal centro económico y geográfico del país. El PIB
regional creció entre 1990-1996 a una tasa promedio anual de 8,7%,
convirtiéndola en una de las regiones con un ritmo de crecimiento por encima del
promedio nacional. Los sectores de mayor dinamismo en el período fueron:
comercio, transporte, comunicaciones y servicios financieros. Por su parte las
exportaciones regionales crecieron a una de las mayores tasas del país, 14,1%
promedio entre 1990 y 1998, lo que significó un flujo promedio anual de 2.037
millones de dólares. En 1998 las exportaciones alcanzaron los 2.741 millones de
dólares. Al mismo tiempo, los flujos de inversión extranjera directa
materializada alcanzaron en el período 1990-1998 a un monto de 9.165 millones de
dólares, el mayor del país, que se orientaron a los sectores de servicios e
industria.
Todo
esto conduce a importantes problemas territoriales que se expresan en nuevas
formas de segregación socio espacial, importante concentración del poder
económico y político, altos niveles de desequilibrios territoriales, alta
congestión y enormes problemas medioambientales. Estos problemas internos de la
ciudad de Santiago, se acompañan de los que se presentan en los sistemas urbanos
de la Región Metropolitana de Santiago y del país en su conjunto, como resultado
de la aplicación de estas políticas económicas que entregan la estructuración de
los patrones espaciales, al libre juego de las fuerzas del mercado, con todo lo
que ello significa.
Respecto a las características del sistema territorial de la
Región Metropolitana de Santiago, lo primero que es indiscutible, es su alta
complejidad y dinamismo, lo que lleva a la generación de una serie de procesos y
problemas, que tornan particularmente dificultoso su
estudio.
SUSTENTABILIDAD ESTRUCTURAL
Uno
de los procesos actuantes en la Región y que contribuye a la citada complejidad
es el correspondiente a la expansión urbana del Gran Santiago. Esta gigantesca
mancha urbana de más de 70.000 hás. se mantiene en un constante proceso de
expansión física, provocando una continua incorporación de suelo al uso urbano.
Esta expansión se encuentra explicada actualmente, por una fuerte movilidad
interna (desde los espacios centrales a la periferia de la ciudad). En efecto,
entre 1987 y 1992 se produjeron alrededor de 800.000 movimientos entre las
comunas del Gran Santiago, lo que generó un traslado de población desde comunas
centrales o pericentrales hacia la periferia, generando una redistribución de
las densidades comunales y un crecimiento del área urbana (Schiappacasse y
otros., 2001; Ortiz y Schiappacasse, 1997). Esto ha redundado en que entre los
años 1982 y 1992, el crecimiento urbano en extensión ha significado un consumo
promedio de 1.281 ha por año (Román en SERPLAC RM – GORE RM – CEPAL, 2000). A
esta dinámica se suma el crecimiento económico de la gran ciudad.
En un
estudio recientemente realizado, en el cual se consideró dentro de la superficie
urbana, las llamadas “parcelas residenciales”, es decir espacios suburbanos que
invaden los antiguos paisajes agrarios de los alrededores de la ciudad, Santiago
ocupa, al año 2000, un total de
78.640 hectáreas. Esto significó un incremento de 17.000 hectáreas entre los
años 1995 y 2000. Esta expansión responde no sólo a llegada de nuevos habitantes
a la metrópolis, sino principalmente a migraciones internas, según recientes
estudios realizados a escala intra urbana
El
crecimiento del área urbana de Santiago no tiene su principal explicación ni en
el crecimiento demográfico vegetativo, ni en movimientos de inmigración desde
otras regiones del país. La tasa de crecimiento demográfico regional, ha
disminuido su velocidad de incremento. Así, para el periodo 1982 – 1992, la tasa
de crecimiento de la Región Metropolitana fue de 1.94 % anual, mientras que
entre los años 1992 y 2002, la población de la Región creció en un 15,3 %,
levemente superior a la tasa del país, que fue de 1.2 % anual para el mismo
periodo. Igualmente Ortiz y Schiappacasse, 1997, señalan que los movimientos
inmigratorios extrarregionales, han manifestado una clara disminución en las
últimas décadas, aunque siguen existiendo.
Schiappacasse y otros (2001) reportan que tras una primera etapa
de polarización de los movimientos regionales hacia el gran Santiago, asociada
al modelo de sustitución de importaciones, en la última década se ha
desarrollado una modalidad de crecimiento extensiva, que responde a un
predominio de los movimientos internos, con fuertes pérdidas de población en las
áreas centrales y crecimiento en la periferia. La ciudad pues presenta una
modalidad de crecimiento en la última década que se tipifica como extensiva,
horizontal, francamente dinámica, que responde más a un predominio de los
movimientos internos y a cambios en el ciclo de vida de la población., que al
peso de corrientes inmigratorias regionales.
Contribuye a la expansión urbana el hecho de que este proceso se
caracteriza por ir asociado a una disminución en la densidad de población del
área urbana del Gran Santiago. En 1982 la densidad era de 87,6 hab/ha, mientras
en 1992 había bajado a 84,3 hab/ha. Además las áreas centrales registran una
pérdida progresiva de población, mientras las pericentrales se comportan
relativamente estables y las áreas periféricas manifiestan un crecimiento
acelerado. Se espera que este proceso se acentúe, de manera que hacia el año
2022 el área central de la ciudad podría ver reducida su participación desde el
23,5% que tenía en el 2000, a tan sólo un 14,6 % de la población. Para el mismo
periodo, la población del área periférica pasaría desde un 54,2 % en el 2000 a
un 66,8 % en el 2022 (Román en SERPLAC RM – GORE RM – CEPAL,
2000).
Este
proceso de crecimiento demográfico lleva a estimar para el año 2020, una
población de entre 7 a 7,5 millones de habitantes para la Región Metropolitana
de Santiago, de los cuales, dadas las actuales tendencias (que no dan muestras
de cambiar), la mayoría estará asentado en la ciudad de Santiago. Esto implica
una demanda futura de entre 12.000 a 15.000 hectáreas adicionales para uso
urbano (Román en SERPLAC RM – GORE RM – CEPAL,
2000a).
La
extrema concentración demográfica y económica que se manifiesta en esta ciudad,
es precisamente otro de los procesos que forman parte de la actual dinámica del
sistema regional en su conjunto. Todos los análisis llevan a concluir en la
mantención de las tendencias históricas a este respecto, debido a la existencia
de importantes economías de escala y de aglomeración. Esto hace difícil que
cambie la distribución de estos indicadores a escala nacional, por lo cual es
factible esperar que estos se mantengan en niveles de concentración de alrededor
del 50% del PIB y sobre el 40 % de la población del
país
A
pesar de la relativa importancia que han ido adquiriendo algunas fuerzas de tipo
centrífugas, la Región continúa con un proceso de alta concentración demográfica
y económica en el área correspondiente al Gran Santiago. El que alrededor del
90% de la población regional se concentre en el Gran Santiago, se explica por
las enormes fuerzas centrípetas derivadas de las economías de aglomeración, que
actúan sin ningún tipo de contra peso de las restantes ciudades del país. Esto
lleva a una suerte de enanismo relativo en los tamaños y roles funcionales del
resto de los centros urbanos que constituyen la Región Metropolitana (Trivelli
en SERPLAC RM – GORE RM – CEPAL, 2000). Este efecto incluso se extiende a los
sistemas urbanos de las regiones vecinas, la cuales registran importantes flujos
de personas que diariamente se desplazan a Santiago por trabajo, estudios o
servicios (comerciales, médicos, financieros).
La
debilidad de los centros menores del sistema urbano regional, ha resultado un
problema importante a la hora de analizar la factibilidad de estructurar una
jerarquía de centros que asegure una óptima distribución de los servicios y del
equipamiento en el territorio. Esa estrategia de jerarquización debería redundar
en un mejoramiento de la accesibilidad de la población a esas facilidades. Esta
debilidad detectada se asocia directamente a la fuerte condición primada de la
ciudad de Santiago respecto al sistema urbano regional. De hecho mientras el
Gran Santiago reúne alrededor de 5.5 millones de habitantes, la segunda ciudad
del sistema llega a alrededor de las 57 mil personas. Esta fuerte diferencia
demográfica, unida a la relativamente poca distancia física y en tiempo, entre
los centros, conduce a que se registre una gran concentración de los servicios
comerciales y de utilidad pública en la gran ciudad, induciendo la ausencia de
ellos en los centros de menor población, que no consiguen contrarrestar el peso relativo de
Santiago
Otro
proceso de gran fuerza e importancia que viene manifestándose en los últimos
diez o quince años, de manera espectacular, corresponde a los fenómenos de
suburbanización y urbanización del campo de la Región, especialmente en la
periferia lejana de la gran ciudad. Este proceso se hace concreto en la
proliferación de las denominadas “parcelas de agrado”, que en forma más o menos
aislada, o en desarrollos inmobiliarios del tipo condominio, han transformado el
espacio agrícola inmediato a Santiago.
Estas
nuevas formas de ocupación de suelos se explican por las mismas causas que
operan en el proceso de expansión de la mancha urbana del Gran Santiago y se
traduce en la ocupación de suelos rurales de las comunas periféricas a las
ciudades. Este proceso que en un principio tuvo su impulso principalmente en la
búsqueda de ambientes cercanos a la naturaleza, lejos de la congestión, la
contaminación y el hacinamiento de la gran ciudad, evolucionó hacia una nueva
forma de segregación socio espacial, en la medida en que esta estrategia de
urbanización asumió connotaciones eminentemente de exclusividad y estatus
(Rovira, 2002). Varios estudios han caracterizado este proceso como una nueva
forma de hacer ciudad, una nueva estrategia de expansión del área urbana, fuera
de los territorios normados por la planificación urbana y por lo tanto asociada
a importantes efectos territoriales.
En
efecto, las parcelaciones de agrado responden, específicamente, a un proceso
ligado a la expansión urbana del Gran Santiago, tanto por el origen de sus
dueños, como al comportamiento y modo de vida urbano que presentan. Este
fenómeno, junto a otros procesos, está en la base de la explicación de la
pérdida que se registró entre 1976 y 1997, de casi 9.000 ha de suelos de cultivo
bajo uso intensivo y que se encuentran entre los suelos de mejor calidad de la
región (Román en SERPLAC RM – GORE RM – CEPAL, 2000). La expansión urbana que
provoca la pérdida de importantes superficies de suelo agrícola, se acompaña de
la inexistencia de instrumentos de planificación del medio rural.
Junto
a lo anterior, también se debe consignar un lento proceso de traslado de
población desde Santiago a los pueblos más cercanos, siguiendo las más variadas
motivaciones, lo que ha transformado el estilo de vida en estas comunidades. A
esto ha contribuido la carencia de suelo urbano de bajo precio en la ciudad de
Santiago, por lo que importantes desarrollos inmobiliarios destinados a grupos
de ingresos medio bajos, se han trasladado a estas localidades periféricas a la
gran ciudad.
SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL
La
temática medio ambiental, constituye uno de los problemas sobre el cual se ha
escrito y hablado lo suficiente como para no tener que abundar en detalles. En
este ámbito se puede mencionar las cuestiones referentes a la contaminación,
tanto del aire como del agua y del suelo. Además se debe tener presente el
problema asociado a la disposición final de residuos domésticos e industriales,
así como los residuos industriales líquidos. Estos últimos aspectos irrumpen
periódicamente en la discusión pública y ocupan indudablemente un lugar
destacado en la preocupación ciudadana.
La
contaminación, especialmente la que afecta a la atmósfera, ha llevado a la
necesidad de establecer una numerosa batería de instrumentos tendientes a su
reducción, dada la fuerte incidencia que ella tiene sobre la salud y el
bienestar de la población. Sin embargo no menos grave son los problemas de
polución que presentan los suelos y las aguas de la Región, tanto por los
volúmenes de aguas servidas que se vierten en los cuerpos de aguas naturales,
como por el aporte de residuos industriales líquidos y de metales pesados que
ellos reciben. Como resultado de esto se han debido adoptar medidas como la
prohibición de algunos cultivos, a menos que se rieguen con aguas
subterráneas.
Respecto a la
contaminación atmosférica, se debe señalar que la situación
geográfica de la cuenca de Santiago y condiciones de ventilación adversas
determinan, especialmente en invierno, un escenario propicio para la acumulación
de contaminantes atmosféricos. La cuenca de Santiago está limitada al oriente
por los faldeos de la Cordillera de los Andes, con cerros que superan los 3.200
m.s.n.m. (Cerro Ramón). Por el oeste, la cordillera de la Costa alcanza alturas
sobre 2.000 m.s.n.m. (Cerros Roble Alto), siendo interrumpida por el Valle del
Río Maipo, que abre la cuenca hacia el sector sudoeste. Más al sur, el macizo de
Alhué (Cerro Cantillana) supera los 2.200 m de altitud. Las dimensiones
aproximadas de la cuenca son 80 km en sentido N-S y 35 km en sentido E-O. La
gran cantidad de cerros que la rodean, dificultan la circulación de vientos, y
consecuentemente, la renovación del aire en su interior. Por ello, en épocas de
estabilidad atmosférica, los contaminantes quedan atrapados, dando origen a un
aumento repentino en los niveles de contaminación.
El tema de la descontaminación atmosférica de la Región
Metropolitana ha sido sin duda una permanente preocupación gubernamental en
estos años de gobierno democrático y los esfuerzos se han traducido en una
importante disminución de un 50%. en los índices de contaminación atmosférica
más dañinos para la salud. Pese a que los avances son evidentes, persiste en la
población una percepción negativa respecto a la calidad del aire, la que no se
condice con la considerable reducción del número e intensidad de los episodios
críticos de contaminación (www.conama.cl).
Después del
transporte, la actividad industrial es la principal fuente de contaminación del
aire en la Región Metropolitana, participando con el 21% de material particulado
respirable (MP10) y con un 67% de los óxidos de azufre (SOx). De esta manera, la
actividad industrial constituye parte importante del problema de contaminación
atmosférica de Santiago, y en términos generales su nivel de emisiones aumenta
en proporción al incremento de la actividad económica de la región. Sin embargo, la
industria ha logrado una reducción significativa de sus emisiones de material
particulado y óxidos de azufre, principalmente por la incorporación del gas
natural
El río Mapocho,
que atraviesa la ciudad de Santiago en su parte central, no tiene oxígeno en sus
aguas debido a su condición de alcantarilla a tajo abierto en que ha sido
trasformado a través de los años. Los residuos líquidos de la ciudad don
llevados por el sistema de alcantarillado de aguas servidas, hacia el río
Mapocho en alrededor de un 30 % y al Zanjón de la Aguada el restante 70 %. Ambos
cauces escurren a tajo abierto y el mencionado Zanjón de la Aguada desemboca en
el Mapocho en su cauce medio.
En 1996 fueron
efectuadas por el Instituto Nacional de Hidráulica (INH), las últimas mediciones
en el sector donde el Zanjón de la Aguada desemboca en el Mapocho. Se
registraron hasta 17 millones de coliformes fecales por cada 100 milímetros de
agua (la norma chilena 1.333 sobre agua apta para el riego permite un máximo de
1000 coliformes por 100 milímetros de agua). Pese a ello, el agua del Zanjón de
la Aguada se emplea en el riego de cerca de cuatro mil hectáreas de hortalizas,
cereales y frutas.
Todo esto llevó
a la región Metropolitana a una condición de alta incidencia de enfermedades
gastrointestinales, debido al uso de aguas con elevados contenidos de patógenos,
en el riego de hortalizas de consumo crudo. Para enfrentar el problema de la
calidad de las aguas superficiales, el plan de saneamiento integral de la Región
Metropolitana, consulta la construcción de 16 plantas de tratamiento, que
cubrirán el 100 % de las aguas servidas del sistema urbano de la Región, antes
del año 2009. En la actualidad se encuentran en funcionamiento tres de ellas que
tratan alrededor del 70 % de las aguas de Santiago. La mayor de ellas es la
planta de La Farfana que descontamina las aguas de aproximadamente 3,3 millones
de habitantes.
Estos cauces de
agua son también receptores de los residuos industriales líquidos, los que
mayoritariamente son vertidos a través del sistema de alcantarillado
domiciliario. En la actualidad alrededor del 36% de las industrias de la región
cuentan con plantas de tratamiento para sus riles. Es relevante señalar que el
79% corresponde a tratamientos de tipo primarios, que remueven fundamentalmente
los sólidos en suspensión. También es importante indicar, que la existencia de
plantas de tratamiento no significa necesariamente que se cumpla con la
normativa vigente (www.conama.cl).
El acuífero de
Santiago tampoco se encuentra libre de los efectos contaminantes de la gran
ciudad y de sus numerosas actividades industriales. El peligro de la
contaminación de las aguas subterráneas emerge como un problema sobre el cual se
debe poner atención, más aún cuando se mantiene la explotación del acuífero y se
reducen las áreas de alimentación, todo lo cual redunda en su disminución
paulatina.
Otro tema es la
contaminación de los suelos de la Región Metropolitana. Según el servicio
Agrícola y Ganadero cerca de 5.000 hectáreas de la región sufrirían de una
permanente exposición a contaminantes producidos por fuentes industriales y
debieran ser objeto de programas de reparación ambiental mediante reforestación
y otras prácticas.
Los desechos
sólidos industriales generados en la región alcanzan a alrededor de un millón de
toneladas anuales, de las cuales el 5% corresponde a residuos peligrosos.
Estimaciones de la Comisión Nacional del Medio Ambiente, señalan que
aproximadamente el 50 % de los residuos sólidos son reciclados, dentro o fuera
de la industria, en tanto el 25 % de ellos son depositados en rellenos
sanitarios, junto a los residuos domiciliarios y el resto es almacenado al
interior de las industrias. Sin embargo existe una porción de estos residuos que
se depositan ilegalmente en vertederos clandestinos, sin ningún tipo de control
y de protección para el medio ambiente y la
población.
SUSTENTABILIDAD SOCIAL
La
ciudad de Santiago, y la Región Metropolitana, presentan un conjunto de problemas
de naturaleza social y económica, entre los cuales destaca la concentración de
la pobreza. Sobre la base de los
resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) desarrollada
por MIDEPLAN (2000) se determinó las dos dimensiones relevantes para el
análisis: población bajo línea de pobreza y población bajo línea de
indigencia.
En relación con el primer indicador, los
porcentajes de población comunal bajo la línea de pobreza son altamente
heterogéneos, variando entre 0,3% (Las Condes) y 31,1% (La Pintana).
De
las 49 comunas cubiertas por la CASEN 2000, hay dos que se ubican en valores muy
bajos: Las Condes y Ñuñoa, a las que se sumarían Providencia y Vitacura, no
consideradas en la encuesta. En el nivel de pobreza Bajo se encuentra la comuna
de La Reina, que aparece con un valor muy próximo al rango Muy Bajo, repitiendo
el patrón de concentración de los mejores indicadores sociales en el sector
oriente del Gran Santiago.
En los rangos "Medio", "Bajo" y "Muy Bajo", coexisten comunas urbanas y rurales con
indicadores similares. Sin embargo, se debe destacar, que en función de los
montos totales de población bajo la línea de pobreza, la situación se torna más
crítica en las comunas urbanas, pues poseen mucha más población total y por
ello, mayor número de población pobre.
En relación con los indicadores de indigencia, que implican el
grupo social más vulnerable, presentan valores que oscilan entre 0% (Las Condes,
La Reina y Ñuñoa) y 12,8% (Renca). La distribución de los datos destaca tres
comunas en que el nivel de indigencia se escapa del resto: dos de ellas urbanas
(Renca y La Pintana) y otra rural (Til-Til). Cabe señalar que las comunas de los
rangos de indigencia Alto y Muy Alto corresponden, generalmente a comunas
urbanas del Gran Santiago, mientras que las comunas de nivel Medio corresponden
a comunas de diverso tipo urbano o rural. Sin embargo, en los niveles "Muy Bajo"
se repite el patrón concentrado en el sector oriente del Gran Santiago.
Pese a lo anterior, se debe tener en consideración que entre 1990
y 1998 la población pobre disminuyó en 768.200 personas, lo que representa una
disminución del porcentaje de la población en situación de pobreza de 33% a
15,4% para los mismos años. Por su parte la población indigente se redujo en
280.400 personas, lo que implicó una reducción de 9,6% en 1990 a 3,5% en 1998 de
la población en situación de indigencia.
Como un complemento a los datos de la encuesta
CASEN, se estimó adecuado incorporar el Indice de Desarrollo Humano (IDH)
calculado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la
medida que, tratándose de un indicador sintético de la calidad de vida de la
población, puede entregar buena cuenta de los patrones que se presentan al
interior de la Región Metropolitana.
Este indicador considera siete variables
representativas de tres dimensiones de la calidad de vida: salud, educación e
ingresos de las personas, considerando todas ellas con la misma ponderación. El
comportamiento de este indicador (PNUD-MIDEPLAN, 1998), expresa que las comunas
de la Región Metropolitana son relativamente heterogéneas, con un valor mínimo
de 0,660 (Alhué) y un máximo de 0,920 (Vitacura), el que viene a reflejar las
disparidades territoriales que manifiesta la calidad de vida al interior de la
Región
Seis comunas presentan valores muy superiores
respecto al resto, Providencia, Lo Barnechea, Las Condes, La Reina y Ñuñoa,
todas comunas urbanas del sector oriente del Gran Santiago. También aparece en
el rango "Alto" la comuna de Santiago, pero con valores más cercanos al rango
"Medio". Las comunas de IDH "Medio" son casi todas las restantes comunas
eminentemente urbanas de la Región Metropolitana (con excepción de San José de
Maipo),. El rango "Bajo" está representado por comunas urbanas del sector norte,
sur y poniente del Gran Santiago, que corresponden a los valores superiores del
rango, y por comunas de carácter rural de las provincias de Maipo, Talagante y
Chacabuco, principalmente. Las tres comunas de rango "Muy Bajo" corresponden a
comunas rurales de las provincias de Melipilla (Alhué y San Pedro) y de
Talagante (El Monte), ubicadas en el sector sur poniente de la
Región.
Por su parte, el Índice de Prioridad Social (IPS,
calculado por SERPLAC RM, 2001), tiene por objetivo realizar un ordenamiento
jerarquizado de la Comunas de la Región Metropolitana en función del desarrollo
social, permitiendo identificar comunas o grupos de comunas con mayores
necesidades de una acción institucional, pública y/o privada. Esta compuesto
por seis indicadores que integran
dimensiones relevantes para el desarrollo social comunal en los ámbitos de la
salud, educación, capital humano, ingresos y dimensión socio demográfica.
Comparando el IPS con el IDH, se puede indicar
que las comunas del sector oriente de la Región, se mantienen claramente como un
grupo diferenciado al interior del territorio regional. El resto de las comunas
tiene un comportamiento más irregular y presentan variaciones en sus posiciones
relativas.
A partir de la información analizada, es posible
identificar cuatro tipos de comunas, en función de las disparidades
territoriales que presentan. Un primer grupo conformado por las ya mencionadas
comunas del sector oriente de Santiago, con buenas condiciones en los
indicadores utilizados. El segundo grupo está constituido por un conjunto de
comunas que se caracterizan por su condición más rural, que no pertenecen al
Gran Santiago. Un tercer grupo reúne a las comunas urbanas del área más
consolidada del Gran Santiago, que presentan algunas variables en condición
deficiente, pero que en general tienen un comportamiento medio en relación al
conjunto. Por último aparece un grupo de comunas periféricas urbanas, con un
comportamiento también irregular en los indicadores, pero en general en
condiciones de mayor deterioro respecto a las comunas del grupo
anterior.
Cuadro 1.- Agrupamiento de comunas en función a los indicadores
de IDH y Vulnerabilidad Social.
AGRUPAMIENTO |
COMUNAS |
1 |
Vitacura, Providencia, Lo Barnechea, Las Condes, La Reina,
Ñuñoa, Santiago. |
2 |
San José de Maipo, Pirque, Til Til, Peñaflor, Talagante,
Colina, Curacaví, Paine, Calera de Tango, Buin, Melipilla, Lampa, Isla de
Maipo, María Pinto, San Pedro, El Monte,
Alhué |
3 |
La Florida, La Cisterna, Macul, San Miguel, Maipú, Cerrillos, Puente Alto, Peñalolén,
San Joaquín, Estación Central, Recoleta, San Bernardo, Padre Hurtado, P.
Aguirre Cerda, Huechuraba, Quilicura, Quinta Normal, Independencia,
Pudahuel |
4 |
Lo Espejo, Cerro Navia, La Pintana, El Bosque, San Ramón, La
Granja, Conchalí. |
Ortiz y Schiappacasse (2000) califican a la
ciudad de Santiago como un espacio fuertemente segregado y por lo tanto no
sostenible socialmente, situación que los autores indican se ha acentuado a
través del tiempo, por lo menos en el periodo que cubre su estudio (1970 –
1992). Sabatini y otros (2001) definen la segregación residencial como “aquella
disposición espacial aglomerada de un grupo social que contribuye a agravar
determinados problemas para sus
integrantes”.
En el
caso de Santiago, Ortiz y Schiappacasse (2000) señalan que ell sector de la
elite residencial se presenta como una cuña invertida que nace desde los
distritos centrales de la ciudad y se extiende hacia el oriente. Ello se
superpone a una estructura general de anillos concéntricos que marcan un
gradiente de decaimiento social hacia la periferia.
Como
una explicación a esta estructura, señalan el abandono del centro por parte de
las elites económicas, la política urbana de 1979 que permitió el libre juego de
las empresas inmobiliarias que diferenciaron el mercado objetivo y el vasto
programa de erradicaciones forzadas desarrollado entre 1979 y 1985 y que afectó
a 28.000 familias con un total de 112.000 personas. Mediante esta acción del
gobierno militar, la población pobre que habitaba en las comunas del oriente de
la ciudad (Las Condes, La Reina, Ñuñoa) y en la comuna de Santiago, fue
trasladada hacia las comunas del sur (La Pintana, La Granja, San Bernardo y
Puente Alto), del noroeste (Renca y Pudahuel) y del oeste
(Maipú).
Sabatini y otros (2001) plantean que en la
actualidad la segregación social en las ciudades está registrando un proceso de
transformación consistente en lo que ellos denominan, “una reducción en la
escala geográfica de la segregación en algunas zonas internas de las ciudades, y
su ampliación en otras”. Sin embargo afirman que los efectos perjudiciales que
esta segregación siempre ha tenido para los pobres, se han agudizado, en tanto
han tendido ha desaparecer los
pocos efectos positivos que hubiera podido tener. Estos cambios, según los
autores, se asocian a la globalización de la economía de Chile, a la
liberalización de los mercados del suelo urbano y a la flexibilización de los
mercados laborales, procesos que en términos generales se inician en la década
de 1980.
El tema de la segregación residencial o socio
espacial, no alude simplemente a una cuestión de exclusión social, sino que
tiene muchas más aristas y tiene su principal expresión en la reducción de la
integración social de los grupos más pobres de la sociedad (Sabatini y Arenas,
2000). Pero si se tiene presente la reducción de la escala de la segregación a
que hace alusión Sabatini y otros (2001), es posible advertir que si bien hace
más evidentes las desigualdades sociales, por la proximidad espacial, permite,
por otro lado, a los pobres de la ciudad tener acceso a mejores servicios y
oportunidades de trabajo. Esto conduce a mejoras en las condiciones objetivas de
vida y provocan un incremento en los niveles de satisfacción residencial de
estos grupos más pobres (Sabatini y Arenas,
2000).
Pero la diferenciación de patrones espaciales
intra urbanos y regionales, no sólo se aplica a lo social, sino que también se
aprecia en cuanto a la distribución de las actividades económicas. Así, es
posible destacar la fuerte concentración de las actividades económicas, que
acompaña a la concentración demográfica que caracteriza a la Región. En efecto,
la ciudad de Santiago presenta un claro predominio en materia de actividades
económicas, ya que en ella es donde se concentran las industrias, el comercio,
los servicios, las actividades financieras y las asociadas al tiempo libre, la
cultura y la recreación. Por su parte, el resto de las comunas, particularmente
las más periféricas, aportan básicamente actividades asociadas a la
agricultura.
Al interior de la ciudad también se puede
advertir una concentración de algunas actividades en las comunas centrales donde
se localizan preferentemente actividades de comercio y servicios de todo tipo.
Esta tendencia a la concentración de las actividades, junto a la marcada
segregación que numerosos estudios han destacado, se encuentra en la base de las
altas desvinculaciones que se registran entre los lugares de trabajo y los de
residencia, de gran parte de la población. Esta situación origina otro de los
grandes problemas territoriales regionales, el desplazamiento de importantes
volúmenes de personas al interior de la Región y específicamente al interior de
la ciudad de Santiago. Cada vez más se aprecia que el fenómeno de los
movimientos diarios de tipo pendular, comprometen a ciudades de la periferia
regional, como las del eje que se extiende hasta Melipilla y las del sector
norte.
CONCLUSIONES
A la luz de los antecedentes disponibles, se
puede afirmar que Santiago presenta una serie de problemas que afectan la
sustentabilidad tanto de la ciudad, como del territorio de la Región
Metropolitana. Estos problemas se refieren a la forma y la estrategia en que se
expande la ciudad, creando nuevos espacios suburbanos, incrementando el número y
la extensión de los viajes entre el lugar de residencia y el de trabajo,
generando así problemas de congestión que agravan las condiciones de
contaminación que afectan a la ciudad y causando serias
deseconomías.
Sin embargo estos problemas no son suficientes
como para revertir la potencia de las fuerzas centrípetas derivadas de las
economías de aglomeración que la ciudad presenta y que amenazan con seguir
provocando concentración demográfica y
económica.
El tema de la sustentabilidad no sólo se refiere
al medio ambiente, sino también al sistema social y económico. La segregación,
las desigualdades espaciales regionales e intra urbanas, hacen peligrar la
posibilidad de que la ciudad pueda ser asimilada como una unidad y compartida
por todos sus habitantes. Las fuertes diferencias en ingresos, equipamiento,
calidad de vivienda, dotación de áreas verdes, calidad de los servicios, hacen
que de Santiago se diga que es una ciudad quebrada en
dos.
Los gobiernos democráticos, a partir de la década
de los años noventa del siglo pasado, se han preocupado fundamentalmente por la
calidad ambiental de la ciudad y la región, desarrollando una serie de acciones
en el ámbito de la contaminación atmosférica y de las aguas. Como parte de ellos
se está en plena construcción de una amplia red de autopistas urbanas y
regionales, las que si bien solucionarán el problema de la movilidad interna y
disminuirán los tiempos de viaje y la congestión, incidiendo por esa vía sobre
la contaminación, servirán al mismo tiempo, para incentivar la expansión de la
superficie urbanizada.
Como tarea pendiente queda el tratamiento de las
desigualdades sociales, las cuales son resultado directo de la aplicación del
modelo que hace quesea el mercado el que orienta la localización de los
servicios y, por medio del valor del suelo, la distribución de las viviendas
destinadas a los sectores más desfavorecidos de la
sociedad.
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