ABSTRACT
CALIDAD DE VIDA URBANA EN CIUDADES INTERMEDIAS DE LATINOAMERICA.
EL CASO DE LA CIUDAD DE RESISTENCIA A PRINCIPIOS DEL
2000.
Alejandra Helena
Torre Geraldi
Aníbal Marcelo
Mignone
Fernando Ariel
Bonfanti
Instituto de Investigaciones Geohistóricas- Conicet y
Departamento de Geografía-
UNNE.
Los altos índices de urbanización son característicos de América
Latina, destacándose en este proceso el crecimiento de las llamadas ciudades
intermedias Sin embargo, en muchas de estas ciudades Latinoamericanas, el acceso
a los servicios presenta similares dificultades por la escasa extensión de los
mismos, la calidad deficiente debido a la falta mantenimiento o de modernización
en los sistemas de provisión, que afectan fundamentalmente a los sectores más
pobres y las áreas periurbanas de reciente
ocupación.
En
la ciudad de Resistencia el proceso de expansión urbana genera
una serie de situaciones provechosas como el emplazamiento de servicios,
concentración de mercados de consumo, etc. Sin embargo, existen factores
negativos, vinculados con el tamaño del área central y su poder concentrador,
así como los problemas asociados al crecimiento y deterioro del medio urbano
Esto último se relaciona especialmente con la vivienda y el espacio físico. En
este sentido, el precio más notorio que debe pagar la ciudad es la formación de
una población marginal y submarginal, a menudo en los niveles de subsistencia.
Estos núcleos o grupos sociales de menores ingresos ocupan terrenos en la
periferia de las ciudades, con viviendas precarias, problemas de abastecimiento
y asistencia de servicios básicos.
De
acuerdo a las situaciones mencionadas anteriormente, este trabajo pretende
analizar los problemas ambientales que existen en el área central de la ciudad
de Resistencia y de las zonas periféricas del mismo, todo ello como producto del
proceso de urbanización. Asimismo, se pretende reconocer el real
impacto que esos problemas producen sobre el hábitat urbano y sobre la calidad
de vida de la población.
1- Introducción
Urbanización significa la existencia de ciudades como unidades
localizadas que presentan una alta concentración de personas con modos de vida
primariamente no agrarios. Pero aún más, urbanización significa el proceso de
cambio desde una estructura celular, desconectada, hacia un sistema integrado e
interdependiente en el cual el modo urbano penetra "cada esfera de la vida
personal y colectiva" (Hawley, 1971, en Meichtry,
1998).
La urbanización genera una serie de situaciones provechosas como
el emplazamiento de actividades industriales y de servicios, concentración de
mercados de consumo, acceso a los servicios, etc. Sin embargo, existen factores
negativos, vinculados con el tamaño de los centros y su poder concentrador, los
problemas asociados al crecimiento y deterioro del medio urbano (Foschiatti de
Dell’ Orto, 1995). Esto último se relaciona especialmente con la vivienda y el
espacio físico. En este sentido, el precio más notorio que deben pagar las
ciudades es la formación de una población marginal y submarginal, a menudo en
los niveles de subsistencia. Estos núcleos o grupos sociales de menores ingresos
ocupan terrenos en la periferia de las ciudades, a la espera de su “valorización
urbana” (Villa 1980, en Caillou y Cusa 1997), con viviendas precarias, problemas
de abastecimiento y asistencia de servicios básicos y
dinámicos.
El crecimiento experimentado por las ciudades constituye uno de
los hechos más notables de la sociedad actual. En el ámbito mundial, cada vez
más población se concentra en las ciudades, aumentando no solamente el número de
habitantes residiendo en centros urbanos, sino que también ha crecido el número
de localidades y el de grandes aglomeraciones. Diz y Findling (en
Fernández y Guzman Ramos, 2000) señalan que el incremento mundial medio es del
6%, sin embargo en los países que presentan una cierta evolución en sus
economías, este porcentaje de crecimiento se
duplica.
Los altos índices de urbanización son una característica de
América Latina, destacándose en este proceso el crecimiento de las llamadas
ciudades intermedias. Estas aglomeraciones de tamaño intermedio (Vapñarsky,
1990) han manifestado en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, un
ritmo de crecimiento vertiginoso, especialmente como consecuencia de la
constante migración desde áreas rurales hacia espacios urbanizados con la
finalidad de acceder a nuevos puestos de trabajo, mejores servicios y una buena
calidad de vida. Sin embargo, en muchas de estas ciudades Latinoamericanas, el
acceso a los servicios de calidad presenta similares dificultades por la escasa
extensión de los servicios, la calidad deficiente debido a la falta
mantenimiento o de modernización en los sistemas de provisión, que afectan
fundamentalmente a los sectores más pobres y las áreas urbanas y periurbanas de
reciente ocupación.
Actualmente, está comprobado que las condiciones del ambiente se
encuentran entre los factores más importantes que inciden en el estado de salud
de los grupos humanos. Los problemas medioambientales afectan la estructura
fisiológica de los individuos y generan distintas sintomatologías de acuerdo al
medio en el cuál se desenvuelven los diferentes grupos de población.
En la República Argentina, muchas ciudades intermedias manifiestan
graves problemas ambientales. Especialmente, con el proceso de urbanización la
aglomeración de personas en espacios reducidos, el incremento de las industrias,
de los medios de transporte y servicios, provocaron alteraciones en el paisaje
urbano que se tradujeron en cambios en las condiciones del hábitat individual y
trastornos en el organismo.
La mayor preocupación es la desigualdad que existe entre los
diferentes grupos expuestos a los riesgos por el entorno ambiental en el cual
conviven. En las áreas urbanas las condiciones de vulnerabilidad son diferentes
entre los distintos estratos económicos y entre los grupos localizados en áreas
periféricas con respecto a las llamadas áreas centrales. Ambos sectores
manifiestan problemas que alteran el metabolismo urbano, aunque los más
resentidos son los sectores periféricos.
Las capitales provinciales presentan estas características, las
que deberían ser resueltas en un período corto de tiempo, puesto que su
ineficiencia determina un aporte al desorden urbano y atenta contra la
convivencia poblacional, fomentando la aparición de movimientos sociales que
luchan por derechos que les corresponden y que en ocasiones derivan en actos de
violencia ante la imposibilidad de los entes reguladores de brindarles servicios
adecuados que permitan el mantenimiento de la calidad de vida de
habitantes.
De
acuerdo a las situaciones mencionadas anteriormente, este trabajo pretende
analizar los problemas ambientales que existen en el área central de la ciudad
de Resistencia y de las zonas periféricas del mismo, todo ello como producto del
proceso de urbanización. Asimismo, se pretende reconocer el real
impacto que esos problemas producen sobre el hábitat urbano y sobre la calidad
de vida de la población.
Las
fuentes de información fueron los datos de las encuestas aplicadas en el casco
central de la ciudad, mediante la
observación directa (sin necesidad de entrevistas obligatorias)
elaborado en el marco la cátedra Seminario de Geografía Regional; y se
utilizaron los registros censales obtenidos de los trabajos hechos por Mignone
(2003), y Meichtry y Mignone (2001) en un total de 13 asentamientos espontáneos
surgidos en el último decenio, con un total de 380
encuestas.
Como fuentes secundarias se recurrieron al aporte bibliográfico y
a consultas en diarios locales, donde se analizaban los problemas provocados por
la expansión acelerada de la ciudad. Asimismo, fueron entrevistados
especialistas de diferentes organismos públicos y entidades no gubernamentales
encargados de analizar las condiciones del medio ambiente en el Gran
Resistencia.
2- El sitio y la situación de
Resistencia
La ciudad de Resistencia, goza de una excelente situación
regional, asegurada por la concentración de vías de transporte, que posibilitan
el cumplimiento de sus funciones básicas y consolida su condición de capital
regional sobre un área suficientemente extensa y compleja.
La instalación de Resistencia en el sitio actual, se realizó a
partir del trazado de un plano en damero a medio rumbo mensurado en 1875; este
plano original está delimitado por lo que son actualmente las avenidas Las
Heras- Velez Sarsfield, Castelli- Alvear; Hernandarias- Ávalos y Lavalle-
Laprida, que conforman el llamado casco central o céntrico (ver gráfico Nº 1).
El sector urbanizado se encuentra circunscrito al norte con el río Negro, al sur
con el riacho Arazá, mientras que al este ofician como límites las localidades
de Barranqueras y Vilelas y al oeste el municipio de Fontana. Con estas tres
últimas (por continuidad y contigüidad del espacio edificado) la ciudad forma el
conglomerado conocido como Gran Resistencia, con un peso poblacional que supera
los 370.000 habitantes (Censo Nacional de Población y Vivienda
2001).
El casco central o distrito central es el área de la ciudad que
nuclea el mayor número de actividades administrativas, culturales, financieras,
comerciales y de servicios. La alta concentración de equipamientos en este
sector ha determinado que la misma tenga también, una fuerte gravitación sobre
los restantes municipios que componen el Gran Resistencia. La gran dependencia
de este centro para la accesibilidad diaria y las grandes distancias, fomentan
en gran medida la utilización de los vehículos a motor para los desplazamientos,
que por las deficiencias de la infraestructura vial dificultan el
desplazamiento, haciendo asimismo lento y conflictivo la movilidad dentro del
sector, y provocando alteraciones en el estacionamiento. Esta multifuncionalidad
produce (en la medida de falta de control y planes que regulen sus usos) un
desequilibrio y deterioro de las calidades ambientales debido a su
densificación.
A
principios de 1970, el sector central de Resistencia contenía más del 60% de la
población total de la ciudad, período a partir del cual se aceleró la expansión
urbana al norte y sur del casco céntrico, especialmente porque se ocuparon
los
espacios libres en el centro. Surgió entonces la necesidad y el impulso de
ocupar nuevos terrenos hacia la periferia con función
residencial.
Este
crecimiento vertiginoso de propagación significó una desarticulación espacial,
provocando falencias en la distribución de los servicios e insuficiencias en las
áreas periféricas (Foschiatti de Dell ‘Orto, 1992). Respecto a esto último
el
proceso de expansión del área urbanizada, particularmente acentuado en los
últimos años, ha intensificado la diferencia existente con respecto a la
extensión espacial de los servicios urbanos básicos, que a su vez, sirven áreas
desiguales por cuanto la provisión de dichos servicios depende de organismos
estatales de diversas categorías y recursos (Bolsi y Bruniard, 1974:4-5); así
existen áreas donde solamente llega el agua potable, por lo general por medio de
una canilla pública que debe abastecer a sectores donde la población supera las
400 personas.
Los
habitantes se ocupan de obtener solamente el agua para consumo personal en
envases que adolecen de la higiene necesaria. Estos conjuntos y especialmente
los niños, se transforman en grupos potenciales para el contagio de enfermedades
como la diarrea, gastroenteritis,
tifus, afecciones de la piel y oculares, además de la posibilidad de asimilar
las bacterias y parásitos en las aguas de consumo. A esto se suma la falta del líquido para la
realización de la higiene personal y de los utensilios y productos para
consumo.
Asimismo, solamente el 43% de los hogares del Gran
Resistencia (especialmente el casco céntrico y algunos barrios planificados)
tiene acceso a la red cloacal, mientras el resto recurre a conexiones
clandestinas y a pozos ciegos para la descarga de los retretes o
inodoros.
Este marcado desequilibrio espacial acentúa la congestión de la
construcción en las áreas mejor servidas de nuestra ciudad, donde se concentra
la población de mayores recursos y, en contrapartida, en la expansión hacia la
periferia de frentes pioneros constituidos por sectores de medios de vida más
limitados.
Las sucesivas etapas de crecimiento asociadas a la consolidación y
posterior diversificación de sus funciones regionales prolongaron los ejes del
damero inicial hasta superar finalmente dichas fronteras y conformar un
perímetro de desarrollo irregular, que evidencia la gran expansión de los
últimos años y el actual dinamismo de la edificación urbana.
Si bien el ordenamiento general de las construcciones urbanas ha
seguido las líneas maestras de la cuadrícula original, existen en la ciudad
sectores de parcelamiento y “amanzanamiento” que contradicen dicha norma; en
efecto, los sectores residenciales planificados y los de ocupación espontánea
con viviendas precarias en tierras fiscales y privadas, constituyen núcleos
discordantes localizados preferentemente en la periferia
urbana.
En la última década, el crecimiento del espacio urbanizado operó
según tres mecanismos principales: el más importante de ellos fue el de los
asentamientos espontáneos, acompañados por los barrios planificados y la construcción de edificios en torre en la zona céntrica.
Muchos de los edificios alteran las condiciones microclimáticas de los espacios
aledaños, porque fueron (y son) construidos sin un previo estudio sobre el
impacto ambiental de los mismos.
La ocupación espontánea de los terrenos (asentamientos ilegales o
informales) y los barrios planificados ampliaron los límites de la ciudad, en
los sectores norte y sur, hacia lugares desfavorables, especialmente con
problemas de contaminación.
La instalación de los asentamientos espontáneos, está usualmente
en relación con los terrenos y sus condiciones ambientales, además de considerar
la proximidad a las vías de circulación. Algunas de las áreas ocupadas en el
norte del municipio de Resistencia se encuentran dentro del valle de inundación
del río Negro, en terrenos bajos y anegadizos. Otros núcleos se asentaron entre el noroeste del río Negro y el
este de la ruta nacional Nº 11, localización que si bien presenta
características desfavorables en cuanto al sitio, contrapone excelentes
condiciones de accesibilidad en términos de cercanía al casco
céntrico.
3- Diagnóstico del municipio
En lo que respecta al paisaje urbano de Resistencia, se pueden
destacar la interacción de diversos factores que intervinieron en el proceso de
ocupación espacial y de las condiciones
ambientales.
La ciudad se encuentra emplazada en una vasta llanura con
alteraciones topográficas prácticamente imperceptibles que cuenta con la
presencia de fuentes de agua de tipo lagunar y ríos que se transforman en
desagües naturales de dicho espacio. Ubicada en la margen derecha y en gran
medida en el lecho mayor o terraza de inundación del río Paraná, se ve afectada
por crecientes periódicas de distintas magnitudes, que vuelven vulnerables a la
ciudad e influyen en el modo de vida de la población. A excepción del sector
céntrico y el sudoeste de la ciudad, el resto de los terrenos son bajos e
inundables, con proliferación de lagunas remanentes de los desplazamientos del
río Negro, muchas de las cuales han sido rellenadas y ocupadas sin tener en
cuenta su valor como reservorio natural o como parte del sistema de
escurrimiento (Foschiatti de Dell' Orto, 1991:6).
El área urbanizada presenta dos terrazas diferenciadas, una baja y
pantanosa, hasta la cota 49 en el SE y otra más elevada con cotas de más de 50
metros sobre el nivel del mar en el NW, ambas salpicadas de gran cantidad de
lagunas semilunares, y en proceso de lenta
extinción.
Hacia 1880, las lagunas ocupaban gran parte de la superficie del
ejido, las cuales se transformaban en desagües pluviales naturales. Para
principios del siglo XX, sufrieron un acelerado proceso de rellenamiento para el
ulterior emplazamiento del Ferrocarril Santa Fe y el Belgrano, y a su vez para
la obtención de una mayor superficie con destino a la localización y
construcción de viviendas particulares a partir de la parcelación y venta de
dichos terrenos. Por lo tanto, fueron reemplazadas las vías naturales de drenaje
por canales y conductos impermeables, mientras que las depresiones naturales que
funcionaban como retardadores del flujo, fueron (y continúan siendo) rellenadas
y edificaron sobre las mismas. Esto genera actualmente, un retraso en la
infiltración de las aguas, provocando un aumento del volumen total de
escurrimiento superficial y de la frecuencia con que se producen las
inundaciones urbanas.
La red de desagües pluviales del sector norte de la ciudad fue
diseñada integrando el sistema artificial de lagunas; las mismas funcionan como
reservorios donde descargan los conductos y zanjas que transportan la
precipitación en exceso, para luego descargar por gravedad o por bombeo, de
acuerdo con el equipamiento existente en cada caso (Bianucci, 1992).
Lamentablemente, muchas de estas lagunas, reciben el aporte de un importante
número de conexiones clandestinas, construidas por los propios vecinos y sin
control por parte de las autoridades municipales.
Por otra parte, en el sector sur se realizó el entubamiento del
riacho Arazá, transformándose en un canal a cielo abierto que recepciona los
efluentes del sector sur-suroeste. Asimismo, un kilómetro más al sur se localiza
otro canal de descarga, el cual se encuentra completamente cubierto de malezas y
no cumple con las funciones para el cuál fue construido. Además, se debe sumar
la obstrucción del escurrimiento del agua por ausencia de control sobre las
alcantarillas que colocan los particulares (en los accesos vehiculares de las
calles de tierra), sin respetar las ordenanzas correspondientes. Como resultado,
el escurrimiento pluvial se produce en forma lenta, lo cual genera anegamientos
de calles y provoca trastornos en el tránsito y dificultades en los hogares de
los vecinos.
La falta de decisión política para priorizar las tareas de
limpieza y acondicionamiento del sistema de desagües, respetando un plan de
trabajo que aproveche los períodos del año con escasas precipitaciones, conduce
a trabajos desordenados y atención de los reclamos puntuales al momento de
producirse el anegamiento de las calles. Todo esto ocasiona pérdidas de tiempo y
dinero por falta de rendimiento de equipos y de
personal.
Se considera que la gestión de los residuos es uno de los
principales problemas ambientales que presenta la ciudad, después de las
inundaciones. La cantidad de residuos que cada ciudadano genera, está reflejando
el grado de despilfarro de alimentos, materias primas o recursos naturales del
cuál son responsables todos los grupos sociales.
Asimismo, una de las actividades que aún no se han potenciado, es
el reciclaje de los residuos, como una de las alternativas de solución. En la
actualidad la mayor parte de los residuos producidos en la urbe son trasladados
y depositados en el “vertedero” municipal que se localiza en el sur de la
ciudad, donde no reciben ninguna clase de tratamiento. Especialmente, los
desechos orgánicos son consumidos por parte de la población de bajos recursos,
mientras que algunos de los elementos de descarte son vendidos en los mercados
informales (denominados “chacaritas”).
Por
otra parte, la buena calidad del aire es considerado otro factor importante para
disfrutar de una adecuada calidad de vida en la ciudad y de un medio ambiente
saludable. La opinión pública, considera que la principal causa del ruido en
Resistencia es el tráfico vehicular, los locales comerciales y las
propagandas
móviles. Además existen otros focos de emisión puntuales como son los locales
bailables, dispersos por el entramado urbano.
El ciudadano percibe el tráfico como uno de los aspectos
principales a mejorar en la ciudad. Dentro del tipo de medidas que deberían
adoptarse para solucionar el tema, se destacan aquellas que favorezcan las
alternativas al vehículo privado. En cuanto a las medidas dirigidas a mejorar el
uso del automóvil, la más productiva es el incremento del número de playas de
estacionamiento.
Asimismo, se debe mencionar que la
mayoría de la vías de la ciudad se encuentran habilitadas al tránsito, pero
existen aproximadamente 80 Km. de calles pavimentadas y 360 Km. de calles de
tierra (Municipalidad de Resistencia, 1995), implicando un gran costo operativo
de mantenimiento para éstas últimas y el progresivo abandono, dado el contexto
de crisis económica actual. El progresivo deterioro de las calles sin pavimento
fomenta la preferencia de las circulaciones por las calles pavimentadas, su
sobrecarga y consecuente ralentización de la transitabilidad y la accesibilidad
al área central de la ciudad, incrementando los costos de la movilidad; y
determinando también la pérdida de la eficiencia del sistema vial con
infraestructura adecuada y aumentando la posibilidad de conflictos y accidentes
de tránsito (Borges y Scornik, 2003)
En nuestra ciudad, la contaminación atmosférica fundamentalmente
es producto de las emisiones de los gases contaminantes originados por la
combustión interna de los hidrocarburos con alto contenido de plomo. Como se
mencionara anteriormente, el objetivo de una política de transporte sostenible
debe ser reducir el uso del coche particular; por ello se debería diseñar una
estrategia de transporte de la cual resulte más cómodo y rentable para el
ciudadano a poder utilizar otros medios alternativos y menos contaminantes, como
la bicicleta o el transporte público.
La carencia de árboles en los sectores que concentran las
actividades centrales, la pérdida paulatina de los centros de manzana forestados
y las alturas de los edificios en torre atenúan las óptimas características
microclimáticas y modifican los vientos en velocidad y
temperatura.
El centro es la única área que cuenta con todos los servicios de
infraestructura, aunque algunos servicios presentan ya deterioros. La falta de
alternativas de nuevas áreas residenciales provocó el crecimiento en forma
“vertical” por la acción del sector privado que contribuyó a la desordenada y
especulativa situación urbana.
Es importante, también, que se apliquen en mayor medida criterios
ambientales como aquellos que tienen en cuenta el microclima del lugar, orientación de los edificios con respecto al sol,
aprovechamiento de la iluminación y ventilación natural y utilización de
materiales resilentes y energías renovables.
4- Calidad de vida en el casco céntrico de
Resistencia
El casco céntrico tiene cuatro kilómetros de lado, y posee en su
centro una plaza central de cuatro hectáreas, a partir de la cual parten las
avenidas 25 de Mayo, Alberdi, 9 de Julio y Sarmiento, que dan origen a las
restantes calles de la ciudad.
El casco céntrico de nuestra ciudad, altamente densificado,
debería contar como se mencionó en el párrafo anterior con los más eficientes
servicios urbanos, desde alcantarillados pluviales, servicios de cloacas,
recolección diaria de residuos, etc.
El noroeste del casco céntrico, circunscripto entre las avenidas
Lavalle, Sarmiento, Alberdi, Alvear, Hernandarias y Ávalos, estuvo hasta
mediados del siglo XX, ocupado en algunos sectores por lagunas que
posteriormente han sido rellenadas. Estos espacios lagunares, que tuvieron un
período de colmatación y nivelación, fueron utilizados para la construcción
edilicia. Las mismas en la actualidad, al igual que sus habitantes, sufren las
consecuencias de ese rellenamiento, no solo porque las edificaciones han
comenzado a presentar fisuras en toda su estructura, sino que también al
desaparecer los espejos de agua también se interrumpió la posibilidad de
escurrimiento de las aguas pluviales en forma natural; para compensar esta
situación se han construido desagües pluviales de poca capacidad y nulo
mantenimiento, es así que en los períodos de lluvias mas del 50% de espacio
padece de inundaciones crónicas, que generan pérdidas materiales y atentan
contra la seguridad de los habitantes que circulan caminado en los sectores
anegados con el riesgo de ser absorbidos por las bocas de tormentas, que por el
exceso de presión provoca el salto de sus tapas; u otros desagües que no poseen
sus correspondientes protecciones.
A su vez la falta de concientización de los habitantes sumado al
ineficiente servicio de recolección de residuos influye en esta situación, en
primer lugar la población no respeta el horario de recolección de los mismos,
los cuales se encuentran a merced de animales y personas de muy bajos recursos,
sumado a que en muchas ocasiones los desechos son depositados en el suelo debido
a la ausencia de los cestos correspondientes, en especial en las áreas
comerciales. Esta situación, además de contribuir al taponamiento de desagües,
deriva en malos olores y en una vista poco agradable para los residentes. Lo
mismo ocurre con el derrame de aguas servidas que cotidianamente son eliminadas
del interior de los inmuebles, ya sea su origen de baldeo o cloacal en las zonas
que no se ven beneficiadas por este servicio, o en aquellos espacios donde
existen las instalaciones centrales, pero los residentes no realizan las
correspondientes conexiones, es por esta razón que el 30% de las cuadras se ven
afectadas por esta situación. Esto contribuye a determinar focos infecciosos y
generar espacios topofóbicos debido a los olores nauseabundos de esos
lugares.
Otro aspecto que es necesario mencionar es la elevada congestión
vehicular, desde móviles particulares hasta vehículos de gran porte que circulan sobre las avenidas y que alteran la vida diaria de
la población, tanto física como psíquicamente, debido a la emanación de gases y
los ruidos molestos que generan los mismos. A su vez los espacios verdes, que
deberían contribuir a la purificación local del aire, cada vez son menores al
igual que los árboles que se asientan en los parterres, los mismos son extraídos
debido a que dificultan, especialmente en áreas comerciales, la visibilidad de
carteles y marquesinas.
Existe
también la presencia de los transformadores de alta tensión que crean campos
electromagnéticos. La comunidad científica no ha llegado a ningún consenso en
cuanto a las respuestas biológicas negativas específicas sobre las corrientes
electromagnéticas, pero algunos estudios sugieren que los mismos producen
contaminación por electromagnetismo (Rosa, 1996). Asimismo, el PCB se
utiliza
como aislante y refrigerante para los equipos transformadores. El PCB está
considerado como un producto altamente contaminante (es uno de los 15 tóxicos
más potentes del mundo), que puede infiltrarse en las napas subterráneas y en el
aire.
El
policloruro de bifenilo (PCB) aparece relacionado con un número importante de
enfermedades cancerígenas, problemas óseos y renales, y de acuerdo a ciertos
informes, las personas que viven o trabajan próximas a estos transformadores
corren más riesgo de contraer alguna de estas afecciones (Organización
Panamericana de la Salud, 2000).
Ante esta situación la población se encuentra en constante “lucha” para lograr
la eliminación de los mismos o el reemplazo de otra estructura que no posea
consecuencias nocivas para la salud humana.
Los cestos de residuos son otros elementos importantes para el
estudio del medio ambiente, puesto que su presencia es de necesaria importancia
para el mantenimiento de la higiene urbana. Se ha determinado que
aproximadamente poco más del 50% de las parcelas poseen contenedores,
coincidiendo con el espacio de uso de suelo residencial, mientras que en los
inmuebles que tienen destino comercial o administrativo, por lo general no se
observa la presencia de los mismos. Es por ello que la eliminación de residuos
en estos sectores dan un aspecto caótico al ambiente y colaboran en la
obstrucción de los desagües receptores de agua.
Por otra parte relevamiento de información concerniente a los
espacios verdes determinó que la presencia de los mismos disminuye en zonas
comerciales antes mencionadas, allí son eliminados con el fin de evitar la
obstrucción visual de carteles y vidrieras.
Dos
elementos que también se tuvieron en cuenta fueron los ruidos molestos y el
deterioro visual, el primero está relacionado con aquellos sonidos que perturban
la tranquilidad física y mental de los habitantes en áreas residenciales, tales
como bocinas, ruidos provenientes de talleres mecánicos y de construcciones,
La
contaminación acústica también es importante en las zonas comerciales, debido al
congestionamiento de tránsito, a la publicidad callejera a través de alto
parlantes móviles, por la música de algunos locales de venta, etc.; También se
originan sobre las avenidas que empalman con las rutas de acceso a la ciudad, a
causa de la circulación permanente de camiones de gran porte y colectivos de
líneas urbanas e interurbanas, que se constituyen en las principales fuentes
móviles generadoras de ruidos molestos.
5- Condiciones ambientales de las áreas periféricas de
Resistencia
El entorno de la ciudad de Resistencia está formado por una gran
cantidad de barrios y villas que presentan importantes problemas ambientales. La
existencia de un amplio basural municipal (no muy alejado de zonas urbanizadas),
como así también de otros basurales dispersos por el municipio y la
contaminación del agua en muchas lagunas, cuyos bordes están ocupados,
contribuyen a un deterioro en la calidad de vida.
El caso particular del basural a cielo abierto constituye un foco
de contaminación, e inconscientemente favorece el crecimiento poblacional de
virus, bacterias, hongos, roedores e insectos. Si a esto le sumamos la gran
cantidad de personas que permanecen en el predio realizando una separación
informal de las basuras, como así también los animales porcinos y vacunos que se
alimentan de restos, provocan una situación ambiental sumamente crítica en el
área y en su entorno.
Por otra parte, la contaminación acuática es otro de los problemas
ambientales que caracterizan a la ciudad de Resistencia, ocasionando un
deterioro en casi todos los elementos del sistema fluvio-lacustre del área. La
contaminación proviene en su mayoría de la descarga, en forma clandestina, de
líquidos cloacales y del arrojo de residuos de origen doméstico sobre algunas
lagunas del borde norte y nordeste y al río Negro. Existe entonces un potencial
caldo de cultivo que puede llegar a producir enfermedades como salmonellas,
cólera y hepatitis A, en especial en las temporadas estivales, cuando estas
fuentes de agua son utilizadas por los niños de estos barrios como área de
esparcimiento.
Con respecto a los residuos también se puede mencionar, de acuerdo
a las inquietudes de los vecinos, que en la mayoría de los asentamientos no se
recolecta la basura o su recolección es muy irregular, lo que genera grandes
depósitos de desperdicios acumulados y transforma el área en una potencial
fuente generadora de enfermedades parasitarias, bacterianas y
virósicas.
La
provisión de servicios básicos no acompañó al crecimiento de estos sectores de
la ciudad. Una necesidad vital como el agua presenta dificultades en su
servicio, desde la colocación de cañerías domiciliarias hasta la canilla pública
para el asentamiento, o incluso el aprovisionamiento con tanques municipales. La
provisión de agua potable, como se mencionara anteriormente, se realiza por
medio de canillas públicas, que en muchos casos la población dispone cada 100 o
200 metros. En otras situaciones recurren a los complejos habitacionales para
obtenerla.
Esto es una muestra de deficiencias de infraestructura, porque el crecimiento
urbano no fue acompañado por el incremento en el trazado de la red de agua
potable
Asimismo, un número importante de los asentamientos informales de
la ciudad utiliza el sistema de pozo ciego para la descarga del retrete o
inodoro ante la ausencia de desagües cloacales que atraviesen los barrios. Esto
es comprensible si se considera que el servicio de cloacas en la ciudad sólo
alcanza a cubrir un 33% de los hogares capitalinos (Administración Provincial
del Agua, 2003), limitado al casco céntrico y a los barrios
planificados.
En promedio, en los asentamientos espontáneos, existe un 75% de
las viviendas con baño construido en el terreno en condiciones precarias;
mientras que los grupos restantes deben utilizar las "instalaciones" de los
amigos o vecinos, acrecentando las condiciones de insalubridad; y pudiendo
favorecer la aparición de gastroenteritis y parásitos intestinales, entre otras
enfermedades.
Desde
fines de la década del 70, con la creación del Fo.Na.Vi.(Fondo
Nacional para la Vivienda), aumentó la
articulación del estado con los capitales de empresas constructoras y con los
dueños de grandes extensiones de tierras urbanizables. Se edificó en terrenos de
bajo costo y alejados del casco céntrico (Benítez, 1999), especialmente en el
sector norte y sur-sureste. Como ejemplos se pueden mencionar los barrios de
Villa Río Negro y Golf Club, sin protección ante el avance periódico de las
aguas del río Negro. En realidad, los
conjuntos habitacionales no han modificado el tipo de urbanidad que promueven y
continúan siendo concebidos como simples unidades de habitación bajo los
parámetros del funcionalismo moderno (Rozé, 2000). Además, esta forma de
planificación se restringió durante la década del 90, por las ordenanzas
establecidas en el ámbito municipal que exigen un conjunto de trabajos previos
para autorizar la venta de los inmuebles.
6- La gestión ambiental en la
ciudad
La Gestión Ambiental Urbana está compuesta por los mecanismos,
procedimientos, acciones de gobierno y gestión dentro de una ciudad, que se
distinguen por incorporar conductas dirigidas a mejorar el ambiente, articuladas
o ajustadas a las tendencias de crecimiento urbano y al desarrollo local
sostenible. Este proceso de articulación y ajuste es un requisito fundamental
para que la gestión ambiental urbana sea factible y ejecutable. En nuestro caso
particular, el municipio de Resistencia debe tratar de establecer
permanentemente mecanismos que posibiliten acuerdos entre distintos actores, que
en su interacción con el medio ambiente operen desde distintos espacios urbanos
y expresen por lo tanto una variedad de intereses, expectativas y
conductas.
En este sentido, la propuesta de Gestión Ambiental, acoge el
proceso de planificación y gestión considerado como un proceso de revisión de
los distintos ámbitos y sistemas de nuestra ciudad, a fin de proponer planes de
acción a corto, mediano y largo plazo, para solucionar problemas
socioambientales, encaminando así la función de habitar un espacio
sustentable.
Si la ciudad es gestionada con este enfoque, alcanzará no sin
esfuerzo previo, consensos entre los diferentes actores urbanos que estén
dispuestos a cooperar, provocando que los resultados de la acción sean
apreciados con nitidez por la multiplicación de sus impactos, generando al mismo
tiempo certezas de que se está defendiendo la ciudad frente a futuros colapsos
que afectarían a todos sin distinción. El principal recurso son las propias
personas, por lo tanto no interesa cuántas instituciones u organismos se crean o
se convocan para la generación de una acción, sino la calidad de los recursos
humanos que la ejecutan.
Es por eso que se puede hablar de Mecanismos de Participación
Ciudadana, para fomentar la participación de la sociedad, pero no referida a un
solo individuo, sino a un conjunto de personas que se involucren en el diseño de
un “objeto” del cual serán destinatarios, directa (pobladores, comunidad) o
indirectamente (instituciones no gubernamentales, otros), siendo ellos mismos
los actores sociales que identifiquen algunos de los problemas ambientales que
perjudican al municipio.
Las actividades claves de intervención deben realizarse con la
presencia de ciudadanos, miembros de ONGs, de la municipalidad y del gobierno en
forma participativa, tanto en la determinación de problemas como en la búsqueda
de soluciones. Esto se llevará a cabo con reuniones o mesas de debates,
información y difusión medioambiental, jornadas temáticas, talleres y cursos de
capacitación, así como un contacto directo, fluido y permanente (asistencia
técnica) en la ejecución de las tareas en el campo.
7- Conclusiones parciales con propuestas
ambientales
A principios del siglo XXI, se puede mencionar que en las ciudades
Latinoamericanas que se encuentran en constante crecimiento siempre debe existir
el estudio y posterior actualización de los datos correspondientes a la calidad
de vida de la población y la situación ambiental del entorno urbano. En el caso
de la ciudad de Resistencia, más exactamente en el casco céntrico, no existen
estudios previos (por ejemplo) sobre la aplicación de diferentes indicadores
ambientales relacionados con el nivel sanitario y la accesibilidad de los
habitantes a los medios de comunicación. Entonces, para alcanzar una mejor
calidad ambiental de vida, se deben elaborar una serie de indicadores a fin de
contar con datos reales que permitan evaluar las condiciones socioambientales
del medio urbano, con el fin de generar respuestas concretas a los diversos
conflictos. Estas variables también permitirán establecer prioridades al momento
de solucionar las dificultades generadas por una expansión urbana cada vez más
acelerada.
Se hace imperativo superar las visiones sectoriales en la
ejecución de las políticas ambientales y su integración en una planificación
estratégica flexible para aprovechar integralmente las políticas referidas a
privilegiar el bienestar social del ciudadano. En este sentido, la creación de
modelos alternativos de desarrollo urbano con fuerte presencia de la variable
ambiental, que abandone el crecimiento económico desde su actual consideración
de consumo y producción con sus inevitables secuelas de pobreza y marginación,
se hace ineludible, apostando por la transformación del gasto social en
inversión social y del medio ambiente.
El núcleo histórico o casco céntrico de nuestra ciudad presenta
varios problemas que deben ser atendidos en forma casi inmediata, sobre todo si
se desea materializar conceptos como “calidad de vida” y “desarrollo
sustentable”.
Los aspectos a tener en cuenta son: a) las aguas servidas, b)
tratamiento de los residuos domiciliarios, c) falta de espacios verdes y
arbolado urbano, d) ruidos molestos y tráfico vehicular, y e) anegamiento de
zonas céntricas por mal funcionamiento de desagües
pluviales.
Creemos que es importante realizar un reordenamiento en el manejo
actual de las aguas pluviales, puesto que el taponamiento de las alcantarillas,
a causa de la falta de conciencia de la población que arroja cualquier tipo de
desperdicio a la calle, produce el desborde de dichos sistemas, dejando como
consecuencia la inundación de vastos sectores céntricos en los períodos de
lluvia.
Esta situación, además de constituir un foco de contaminación,
deriva en una vista poco agradable para los ciudadanos. Lo mismo ocurre con el
derrame de aguas servidas, que contribuyen a determinar focos infecciosos y
espacios con malos olores.
Otro aspecto que es necesario mencionar es la elevada congestión
vehicular, especialmente en las avenidas y que altera la vida diaria de la
población, tanto física como psíquicamente, debido a la emanación de gases y los
ruidos molestos que generan los mismos. A su vez los espacios verdes, que
deberían contribuir a la purificación local del aire, cada vez son menores.
Es importante el control del sistema de recolección de residuos,
especialmente en áreas periféricas, con el fin de comprobar el correcto
funcionamiento de los diferentes tramos de la red así como para controlar el
tiempo de llenado de los diferentes contenedores. En el sector central, la
recolección debe realizarse todos los días, y en las zonas periféricas
(mínimamente) debe tener tres frecuencias
semanales.
El área de medio ambiente de la municipalidad de Resistencia, debe
trabajar en la definición de unas directrices que marquen las líneas de
actuación tendentes a mejorar la situación de los parques urbanos: “2 de
febrero” y “Ávalos” localizados en el norte de la ciudad. En este sentido, los
aspectos tratados deberían ser la búsqueda y la elección de especies que
precisen de un mínimo mantenimiento, así como la adecuación del diseño a una
gestión más racional de los mismos.
Similares actividades deben desarrollarse en las principales
plazas de la ciudad, así como controlar al accionar de los vecinos sobre las
especies vegetales.
Es importante realizar un diagnóstico de la situación actual de la
utilización de la bicicleta en la ciudad mediante la caracterización y
valoración de las infraestructuras ciclistas existentes y del uso, actual y
potencial de las mismas.
A partir de la información obtenida, se puede señalar que la
ciudad requiere un inmediato reordenamiento de los servicios básicos que brindan
a sus habitantes, no sólo la Municipalidad sino también otras empresas del
Estado provincial que brindan el suministro de agua y energía en la
ciudad.
Las ordenanzas municipales vigentes en la actualidad, e insertas
en el Código de Planeamiento Urbano, el Código de Tránsito, y la Carta Orgánica
no son cumplidas ni controladas por el ente regulador. Para su cumplimiento debe
existir una reeducación ambiental para la concientización de los habitantes,
donde los organismos educativos provinciales y nacionales (Universidad) deberían
trabajar con proyectos que permitan la formación ecológica de los
mismos.
Existe en Resistencia, un importante número de edificios con alto
valor patrimonial, actualmente degradados. Sería bueno implementar una política
de revalorización de dichas construcciones a fin de recuperar sus valores
esenciales y con ello la identidad urbana.
Por último, la elaboración de una Agenda 21 Local permitiría crear
un marco normativo y un plan estratégico de acción con el objeto de alcanzar el
Desarrollo Sustentable mejorando las condiciones sociales y ambientales a través
de procesos orientados a mejorar el medio ambiente y la calidad de vida de la
población urbana.
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Encuestas Resistencia 1990/99 y Gran Resistencia
2000/01 realizados en asentamientos
espontáneos.
Encuesta Permanente de Hogares: Períodos Mayo 2000-
Mayo 2003

Gráfico Nº
1
Ponencia presentada en el Simposio Calidad de Vida
Urbana. Séptimo Encuentro Internacional Humboldt. Villa de Merlo, San Luis –
Argentina. Viernes 23 de setiembre de
2005.
Su objetivo es supervisar las actividades que
desarrollan y ejecutan los Institutos de Vivienda Provinciales.