LA PROBLEMÁTICA DEL CRECIMIENTO URBANO Y EL TRANSPORTE PÚBLICO DE PASAJEROS.
EL CASO DEL PARTIDO DE LA
PLATA.
Los nuevos ritmos urbanos impuestos a partir de las
transformaciones socioeconómicas y territoriales acaecidas a nivel mundial,
afectan al sistema integral de movilidad de las personas generando la necesidad
de readaptar los sistemas de transporte. Las nuevas estructuras físicas y sociales de la ciudad
actual surgen a
partir de la expansión del espacio urbano tradicional, merced a los cambios
en la movilidad y en el sistema de
transporte.
Consideramos relevante el conocimiento de la realidad de los
países de Latinoamérica en materia de transporte y expansión urbana, debido a
que es posible -más allá de las particularidades propias de cada una de las
sociedades- hallar situaciones y problemáticas comunes a todos ellos.
Las
soluciones a los problemas del transporte y de la acelerada urbanización que
caracterizan a nuestros países deben basarse en medidas de carácter regional, y
no en la adopción de aquellas provenientes de los países desarrollados, dado que
los problemas vigentes en América Latina difieren de los que uno puede encontrar
en los países industrializados.
Por otra parte, la falta de
articulación entre la organización espacial urbana y las redes de transporte,
tanto técnicas como operativas, se pone de manifiesto en un abordaje sectorial
del tema. La implementación de políticas urbanas y de ordenamiento territorial
se ha realizado históricamente en forma independiente de aquellas dirigidas al
ordenamiento del transporte.
En
el presente trabajo se aborda, desde un enfoque sistémico, el estudio de la
expansión urbana y su relación con la infraestructura y servicios del transporte
público automotor de pasajeros en el Partido de La Plata. La metodología
adoptada
considera al transporte como un sistema complejo, es decir, un sistema
constituido por procesos determinados por la confluencia de múltiples factores
que interactúan de tal manera que no son aislables. Por lo anteriormente
señalado, consideramos que la problemática del transporte público automotor de
pasajeros no puede abordarse sin tener en consideración, entre otros elementos o
subsistemas, a los distintos modos de transporte urbanos, la infraestructura,
los usos del suelo y las políticas públicas.
1. Introducción
El
crecimiento de las ciudades modernas se ha plegado a la circulación rodada, la
que a su vez ha impuesto un trazado físico y un emplazamiento de actividades,
condicionando las relaciones humanas. Formal y
funcionalmente, los medios de transporte tienen un protagonismo urbano
relevante, representando un porcentaje considerable de la apropiación del
espacio, del cual se estima que, en general, ocupan un tercio. El
protagonismo de los modos de transporte motorizados ha configurado el paisaje
urbano actual: asfalto, avenidas, autopistas, grandes superficies destinadas a
estacionamientos, congestión, restricciones peatonales, escasez de espacios
verdes, contaminación y degradación ambiental.
Consideramos
al transporte como estructurador de la organización de las actividades que se
realizan en el territorio, y como un factor clave en la configuración
morfológica de la ciudad. Pero al mismo tiempo, concebimos a la ciudad como
determinante de la organización del sistema de transporte. El transporte en las
ciudades, entendido como sistema, es estructural en el ordenamiento territorial,
y frente a la expansión urbana se constituye en uno de los principales
determinantes del funcionamiento urbano, del medio ambiente y de la calidad de
vida (Gráfico 1).
El proceso de crecimiento poblacional de las ciudades en el marco
del fenómeno de incremento de los automóviles particulares pone de relieve la
necesidad de promover los transportes masivos como modo de organizar y
efectivizar la movilidad de toda la población en el espacio físico disponible de
las urbes.
Por una parte, la promoción del transporte público implica
básicamente producir un cambio en la organización y gestión del sistema,
modernizando sus estructuras y adecuándolas a las cambiantes modalidades de
movilidad de la población. Por otra parte, implica promover cambios en la
conducta de una población creciente y con cada vez mayores demandas de viajes.
Para abordar la problemática del cambio de conducta en la población es necesario
tomar en cuenta que el modo más eficiente de movilidad, para esa población, será
determinante de la localización de actividades, y éstas a su vez determinarán
recorridos para esa movilidad.
En este contexto, la masa creciente de población no puede ser
considerada como una masa estática en el ordenamiento del crecimiento y
expansión urbana, sino que debe tomarse estrictamente en cuenta la complejidad
que presenta la movilidad en el territorio. Las ciudades sufren un proceso de
mutación, reordenando su uso del suelo y, consecuentemente, las modalidades de
desplazamiento. La composición socioeconómica de las periferias en expansión se
modifica e introduce cambios en las características de la demanda de
transporte.
La
relevancia de estos dos aspectos en el territorio pone en evidencia la necesidad
de una coordinación entre los planes de ordenamiento territorial y los planes de
ordenamiento de sistemas masivos de transporte público como base para un buen
funcionamiento urbano en el mediano y largo plazo. La ausencia de esta
planificación coordinada normalmente obedece a factores
político-institucionales, cuyas estructuras muchas veces carecen de un marco
común que las regule orgánicamente.
En este contexto, la noción de crisis del transporte es tan
unánimemente evocada como la de crisis
urbana. La
crisis de las estructuras urbanas latinoamericanas abarca aspectos tales como la
anarquía en el uso del suelo, la saturación y pérdida de vitalidad de los
centros y de las infraestructuras, la tensión entre centro y periferia, la
depredación ecológica, la proliferación de asentamientos precarios, el desborde
de las actividades informales y la concentración de pobreza. Mientras que la
crisis de los transportes urbanos se manifiesta, fundamentalmente, en la
deficiencia del servicio, la debilidad cuantitativa de la oferta, la
multiplicidad de modos de prestación del servicio y en la escasa intervención
pública. Se observa, también, en el encarecimiento de los costos de transporte,
la disminución de los aportes del Estado, la paralización de los proyectos de
sistemas de transporte masivo, la baja de las subvenciones directas o
indirectas, la disminución del poder adquisitivo de la población, con la
consecuente profundización de la brecha entre demanda y
oferta.
Gráfico
1- Enfoque
Sistémico del Transporte.



Fuente:
Elaboración Propia
2. Una Aproximación a la Relación entre Expansión Urbana y
Transporte.
En relación a nuestro tema particular de estudio puede decirse que
la combinación entre la dispersión edificatoria que impone la expansión urbana y
la necesidad de transporte de personas, materia y energía da como resultado un
uso masivo de los medios de locomoción. La ciudad moderna se convierte así en
una “ciudad al servicio del automotor”. Salvador Rueda (2001) señala al respecto
que la red de movilidad se satura y los intentos para liberarla de la congestión
con más kilómetros de red, desembocan en un aumento de la congestión y de las
variables que están relacionadas con ella. En efecto, con la expansión urbana
aumenta, necesariamente, la emisión de gases a la atmósfera, la superficie
expuesta a niveles de ruido inadmisibles, el número de accidentes y el número de
horas laborales perdidas en desplazamientos.
La resolución de
los conflictos de transporte que genera la ciudad a medida que se expande en el
territorio, se pueden abordar, únicamente, aumentando la infraestructura para
restituir la velocidad pérdida o para resolver la saturación de la
red. De este modo, el
plano tradicional, con sus calles relativamente estrechas, se ve desbordado
obligando así -en el caso de las grandes ciudades- a complejas correcciones
tales como autopistas de dos o cuatro bandas en cada sentido, distribuidores de
circulación, cruces ordenados y regulados cuando no es posible el paso de dos
niveles, semáforos coordinados, estacionamiento en calles y en playas preparadas
en superficie o subterráneas. Esto representa ocupar más espacio, consumir más
energía y más materiales, para acabar haciendo, diariamente, lo mismo. Este
proceso que es dinámico, es complementario y, generalmente, el precursor de
nuevos asentamientos urbanos dispersos que se encargarán de hacer insuficiente
cualquier ampliación de la red, desplazando el problema de la congestión y las
variables que lo acompañan, a superficies cada vez mayores. Como consecuencia de este
proceso y con el objetivo de satisfacer las demandas sociales generadas frente a
la dispersión de las funciones urbanas y de la residencia, como así también de
lograr ciudades habitables y accesibles, se produce involuntariamente un
“círculo vicioso” que se retroalimenta permanentemente, y que puede resumirse en
los siguientes puntos: uso generalizado del automóvil - dispersión de
actividades - saturación de las infraestructuras tradicionales - demanda de
nuevas infraestructuras - construcción de nuevas infraestructuras - aceleración
aún mayor de la dispersión (favorecida ahora por estas nuevas infraestructuras)
- crisis ambiental y funcional - ciudad inhabitable e “inaccesible” (pese a que
las nuevas infraestructuras se construyen para lograr una mayor
accesibilidad).
El excesivo consumo energético que el actual sistema de transporte
genera carece de sentido, en especial cuando se instala la congestión, así como
la irracionalidad que representa dotarse de medios mecánicos para hacer
trayectos en el menor tiempo posible y conseguir, gradualmente, los resultados
contrarios. La velocidad media del transporte en superficie, en nuestras
ciudades, es cada día menor. El tráfico masivo de vehículos se revela como el
mayor generador de disfunciones del sistema urbano. En estos momentos, el
deterioro del medio ambiente urbano es, en gran parte, consecuencia de la
presencia y el uso asfixiante de los vehículos privados (Rueda,
2001).
A igualdad del resto de condicionantes físicos que caracterizan a
un determinado fenómeno de movimiento, la energía requerida para desplazar un
móvil crece necesariamente con la distancia y la velocidad. El crecimiento de la
velocidad del transporte únicamente puede conseguirse con mayores consumos de
energía, y también de los diversos materiales utilizados en la construcción de
los vehículos e infraestructuras.
Si bien el desarrollo tecnológico puede ir perfeccionando el marco
físico en que se produce el transporte, dentro de cada marco físico-tecnológico,
el incremento de la distancia y la velocidad seguirá requiriendo mayores
consumos de energía y materiales.
Al respecto, Miralles (1998) expone cómo las ciudades han ido
cambiando su configuración y funciones en relación a la movilidad permitida por
los vehículos motorizados privados: “...así se han ido sustituyendo los
recorridos cortos por los recorridos largos, bajo presupuestos urbanísticos,
económicos y sociológicos que a la vez alejan las diferentes partes funcionales
de la ciudad. El uso de la ciudad, y con ella el uso de la calle, se hace cada
vez más en sentido longitudinal y se abandona el tradicional sentido transversal
de los movimientos urbanos (...), alargando y diseminando nuestro espacio vital,
disminuyendo la densidad de las ciudades, donde las calles son espacios públicos
de separación y no de unión.
A través de la expansión de la ciudad y a través también de la
especialización funcional -grandes espacios dedicados a una única actividad- se
incrementan las distancias que se tienen que recorrer, las velocidades para
consumir el mismo tiempo de viaje y, en consecuencia, la energía consumida para
conseguir cualquier contacto o intercambio. Esta dinámica refuerza nuevas
oleadas de motorización y nuevos retrocesos de la capacidad autónoma para
desplazarse. En efecto, la segregación espacial de las funciones cotidianas en
la ciudad, aumenta las distancias relativas entre ellas, impone el uso del
vehículo privado e invalida el resto de los medios de transporte.
En la
ciudad compacta, las soluciones a un aumento de los intercambios como resultado
de un mayor número de contactos físicos, es posible idearlos en sentido
contrario al que viene obligado el modelo disperso. El concepto de ciudad compacta, al
corresponderse con el de una ciudad caracterizada por la mezcla de actividades y
servicios, facilita los desplazamientos a pie y el intercambio y relación entre
sus habitantes. El
número de viajes a pie se puede aumentar incrementando la calidad urbana,
mejorando el diseño de la vía incluidas las partes más pequeñas (aceras, vados
permanentes, uso de materiales nobles como la piedra, etc.), mejorando los
itinerarios peatonales y el mosaico de plazas y zonas verdes (no es necesario
que sean grandes plazas, ni grandes parques; pequeñas plazas y perspectivas con
puntos de verde entrelazados es suficiente), aumentando la diversidad de
actividades en las plantas bajas de manera concatenada,
etc.
De este modo, los desplazamientos a
pie o con medios no motorizados resuelven muchas exigencias de movilidad dentro
de este modelo
compacto, cuya mayor
calidad de vida, asociada, a las menores necesidades de utilizar el coche, puede
incrementarse mediante un adecuado tratamiento de las aceras y de los espacios
públicos así como mediante la mejora de la frecuencia y preferencia del
transporte público y los procesos de peatonalización o de restricción del
tráfico privado.
En relación al transporte público, éste puede ser
racionalizado y conseguir, con voluntad de hacer un servicio eficiente que
atienda a la práctica totalidad de la ciudad compacta, a un costo entrópico
menor que el derivado de una movilidad equivalente en transporte privado. Un
transporte público eficiente (en superficie) obliga a reducir el número de
automóviles que circulen y liberar de tráfico privado la mayor parte de las
vías. Esto no quiere decir que se prohíba el uso del vehículo privado en la
ciudad; se le ha de dar, no obstante, otro papel con un peso específico
menor.
De este modo, las alternativas de transporte en una ciudad
compacta son el medio que permite, para un consumo energético menor respecto a
la ciudad expandida en el territorio, obtener una mayor complejidad del sistema
que, en términos de información, implica hacer más próximos los entes del
sistema urbano con relación potencial y poder acceder a los intercambios con
medios de menor consumo energético y un menor impacto sobre los sistemas
naturales.
Sin embargo, en
la actualidad existe un modelo de desarrollo urbano -el de la ciudad difusa- que se está haciendo dominante, en
donde las nuevas periferias parecen destinadas a convertirse en la verdadera
metrópolis. Este modelo urbano está definiendo la evolución de las ciudades,
exigiendo al mismo tiempo una readecuación del sistema de transporte, en
general, y del sistema de transporte público de pasajeros, en
particular. Quizás
el problema más importante para este tipo de configuración urbana sea su
capacidad de expandir sus vías expresas y los lugares de estacionamiento para
permitir que la motorización creciente se desenvuelva con eficacia, seguridad y
aceptables impactos en el medio ambiente. Debe perseguirse como objetivo para la
organización del transporte y la planificación urbana, el de asegurar, más que
la proximidad, el máximum de accesibilidad a las zonas de empleo y equipamientos
para toda población urbana. La adaptación de los transportes a la ciudad es una
estrategia más inmediata que consiste en privilegiar a los modos de transporte
con la mayor eficacia frente a la demanda mayoritaria.
En este
contexto, se plantea la necesidad de contar en nuestras ciudades con un
ordenamiento del transporte que tenga en cuenta la multiplicidad de factores que
intervienen en la organización del territorio, logrando una nueva
visión planificadora que integre
la relación Transporte-Usos del suelo y supere la tradicional
planificación “estática”.
Normalmente, se presentan serios problemas para la planificación de las
transformaciones territoriales por la falta de adecuación a los cambios
dinámicos de la realidad, especialmente cuando no se utilizan métodos de
conocimiento y simulación de los fenómenos que interpretan correctamente las
relaciones entre los elementos básicos del problema: el territorio, los
transportes, la economía, el medio ambiente y la sociedad” (Frediani, F,
1999).
Como en variados sectores de la planificación, las áreas
temporales son de largo plazo, la continuidad que asegure la eficacia del
proceso, exige un compromiso de asunción de responsabilidades del sector
político, que es un actor principal en la toma de decisiones. En nuestro país,
este aspecto del problema es particularmente crítico, pues ha resultado
imposible mantener procesos de planificación “continuos” aún cuando las
decisiones políticas de acciones correspondieran a gobiernos del mismo signo
partidario. La razón de esta actitud “zigzagueante”, que tanto afecta la
eficiencia, debe buscarse en la escasa interacción entre dos actores
principales: los políticos, decisores de acciones y los expertos técnicos que
diseñan la planificación.
2. Transformaciones Territoriales y Readecuación del Sistema de
Transporte Público en el Partido de La Plata.
El Partido de La Plata, ubicado a 58 km al Sureste de la
ciudad de Buenos Aires y a unos 10 km del margen derecho del Río de La Plata,
presenta
una estructura urbana planificada sólo en el casco urbano, el resto del
conglomerado se articula a través de vías regionales, y ha crecido por extensión
de algunos núcleos urbanos externos al Partido de pequeña magnitud o por barrios
originados en loteos especulativos.
La ciudad se ha desbordado de los
tejidos originales hacia la periferia, siguiendo las vías de comunicación,
fundamentalmente hacia la Capital Federal. Paralelamente con este crecimiento,
se verifican transformaciones en la estructura periférica, con nuevas
actividades comerciales, de servicios y recreativas, cobrando mayor autonomía
respecto del centro tradicional.
La
periferia de La Plata no escapa a la situación que caracteriza a las periferias
de otras ciudades latinoamericanas, viéndose afectada por la localización de
nuevos objetos urbanos
(complejos habitacionales vigilados para los grupos de ingresos
altos; hipermercados, shopping
malls y entertainment centers; colegios privados; empresas industriales y
logísticas)
que
parecen convertirse en motores de nuevas urbanizaciones, induciendo usos de
suelo comercial, residencial o recreativo. Las nuevas alternativas
residenciales, countries o torres, han puesto en crisis el tejido urbano,
mientras que los hipermercados asociados al rediseño y ampliación de la red de
autopistas y accesos metropolitanos, están dando un gran impulso y factibilidad
a las urbanizaciones cerradas. Se aprecia así el auge de nuevos
modos de organización del espacio construido, es decir, una nueva modalidad de
producción del espacio urbano caracterizada por una fuerte fragmentación
socioterritorial, con espacios cada vez más especializados y estratificados
sobre una estructura socioeconómica desigual.
En la última
década, la emigración de la población desde el centro hacia la periferia en
busca de nuevas oportunidades laborales y un nuevo hábitat, se traduce en un
aumento de la ocupación de nuevas superficies en los límites físicos de la
ciudad, concretamente en la frontera entre los ámbitos urbanos y no urbanos.
Tierras que anteriormente se destinaban a explotaciones primarias intensivas
ahora, con la expansión de la ciudad, presentan otros usos del suelo propios de
un área urbana. Esto genera nuevos loteamientos y una revalorización del suelo,
que desencadena una acelerada especulación por parte de los agentes
inmobiliarios produciendo la elevación de los precios del suelo. El fenómeno se
ha ido manifestando en los años '90, entre otras áreas, en distintos puntos del
SE y del N-NO del Partido.
La
periferia de La Plata se encuentra afectada por esta dinámica de
retención-especulación en el marco de un proceso de suburbanización que progresa
principalmente hacia el Noroeste, valorizando la tierra de dicho eje pese a que
la constante migración y ocupación del área estaría agotando la disponibilidad
de tierras. Asimismo, la existencia de espacios abiertos de considerables
dimensiones -que actúan como freno a la expansión urbana- ha hecho disminuir el
ritmo de crecimiento en este sector en los últimos años a favor del Sudeste y
Sudoeste del Partido. Esta especulación, causa y
consecuencia del desborde de la mancha urbana, ha hecho variar los precios de la
tierra a lo largo de la última década, estableciéndose una marcada diferencia de
precios entre diversas zonas de un mismo territorio, el Partido de La Plata.
La dinámica
expansiva incluye además una alteración de los patrones de comportamiento de los
actores involucrados: agentes inmobiliarios, empresas y, fundamentalmente, de
los habitantes de las áreas en transformación. Por ejemplo, los que desarrollan
actividades primarias-intensivas, disminuirán la participación del personal
asalariado e incrementarán el trabajo familiar o podrán “retirar” la propiedad
del circuito productivo, intentando valorizar la propiedad mediante la
generación de rentas urbanas o la especulación rentística de los territorios
ociosos. Mientras, que para los grupos de ingresos altos y medios-altos, la
producción del espacio residencial en los '90 estará caracterizada por el
desarrollo creciente de “barrios cerrados” y “clubes de campo”, dando cuenta de
un nuevo modelo de producir, organizar y consumir la ciudad.
En las áreas periféricas
de La Plata conviven diversos usos del suelo, que son el resultado de una
valorización diferencial del
territorio platense. Así, pueden encontrarse grandes equipamientos de
consumo (hipermercados) y grandes centros de equipamiento y de producción,
algunos de los cuales ya están funcionando y otros se hallan en vías de
ejecución. Por otro lado, además de las actividades agrícolas intensivas, se
desarrollan espacios residenciales tradicionales (barrios, viviendas
unifamiliares) y no tradicionales (urbanizaciones cerradas, villas
miserias).
El crecimiento y
las variaciones demográficas del Partido de La Plata derivan básicamente de dos
factores. El primero obedece a razones culturales, y está representado por un
sector de clase media y media alta que busca alejarse del centro por propia
elección, dando prioridad a la calidad de vida antes que a la proximidad al
casco. Estos sectores migran fundamentalmente hacia el N-NO del Partido (Tolosa,
Gonnet, City Bell y Villa Elisa). El segundo se centra en la repercusión que
tuvo la crisis económica que se inició a mediados de los ‘70 y se profundizó en
los ‘80 y fines de los ‘90, y que en nuestra región determinó la prolongación de
la ciudad hacia el sur, destacando el caso de Villa Elvira, donde arribó en los
últimos años un gran número de migrantes intraprovinciales y extranjeros. Este
éxodo hacia el sur parece estar motorizado económicamente por el cuentapropismo.
De aquí se desprende que en la periferia platense no sólo se asientan grupos de
ingresos medios y medio-altos, sino también sectores de bajos recursos cuya
estrategia es ocupar y/o usurpar terrenos sin uso aparente, conformando
asentamientos precarios y villas miseria.
De lo anteriormente mencionado, puede observarse que los años '90
han sido escenario de importantes transformaciones en el proceso de organización
territorial del Partido, en el cual pueden reconocerse, a lo largo del tiempo,
distintas fases constitutivas del mismo. En el Informe denominado Convalidación
Ordenanza 9231/00 de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo, de la Dirección
de Planeamiento de la Municipalidad de La Plata (2001), se reconocen como
instancias del proceso de organización territorial del Partido a las fases de
creación,
expansión, consolidación, fortalecimiento, estancamiento y retracción de
áreas urbanas, suburbanas, periurbanas y rurales, totalmente diferenciadas según
se trate del área de desborde del casco fundacional, del eje noroeste, del área
de expansión sureste o de las localidades del cinturón
verde.
Se
destacan tres tipos de actores como conductores de los citados procesos, que
producen, consumen y gestionan la ciudad, desde el punto de vista de sus
racionalidades y objetivos. En primer lugar, los actores económicos vinculados con
los procesos de producción de
la ciudad (infraestructuras, equipamientos, servicios, etc.). En segundo
término, los actores
sociales vinculados principalmente con los procesos de consumo de bienes y servicios
(viviendas, equipamientos, etc.). Y por último, los actores políticos vinculados
al proceso de gestión en sus
diferentes niveles (nacionales, provinciales, municipales), que definen
regulaciones y controles sobre las acciones de los
actores.
Las
mencionadas transformaciones territoriales acontecidas en las últimas décadas en
el Partido exigían una readecuación del sistema de transporte público automotor
de pasajeros. Situación que junto a la pérdida
de viajes en transporte público colectivo y, por ende, en las ganancias de las
empresas locales, llevaron a que en Mayo del año 2002 se implementara un nuevo
sistema de transporte de pasajeros, conocido en nuestra ciudad como
“SUT”.
Al respecto, el subsistema de transporte en la Microregión del
Gran La Plata (Partidos de La Plata, Berisso y Ensenada) constituye un sistema cerrado, debido a que por su
conformación territorial, el transporte tiene el origen y el destino de sus
viajes dentro de sus propios límites
jurisdiccionales.
El
transporte público colectivo en la Microregión se ha producido de modo
“espontáneo”. Cuando el único modo de transporte público era el tranvía regulado
por el Estado comenzaron a funcionar colectivos como emprendimientos privados,
haciendo recorridos que cubrían los movimientos de mayor flujo de gente.
Comenzaron siendo unas pocas líneas que fueron incrementándose en
número según el crecimiento de la población y la consecuente demanda de viajes.
Pero históricamente, las que luego fueron empresas de transporte siempre
decidieron hacer los recorridos más rentables, con lo cual desde entonces hasta
la actualidad la acumulación y congestión se manifestó en el centro de la
ciudad, situación que ha llegado a ser crítica en la actualidad. La congestión
de hoy está asociada, además, al transporte privado, especialmente autos
particulares, en un contexto de marcado crecimiento del parque
automotor.
La modalidad de
crecimiento de la ciudad, de gran concentración de actividades terciarias en el
área central y dispersión de las zonas residenciales, fue acompañada por la
distribución de recorridos de los servicios del autotransporte colectivo de
pasajeros; adoptando una forma tentacular, que a su vez trajo como consecuencia
el tener que transitar largas distancias en áreas de baja densidad
residencial.
Esta histórica falta de planificación de los recorridos, y de
regulación de las políticas empresariales por parte del municipio, hicieron de
los colectivos de la Microregión uno de los de más alto costo del
país[4]. Esta situación se conjugó con una serie de factores asociados
que incidieron de manera directa en la pérdida de viajes en transporte público
colectivo. De acuerdo a datos proporcionados por la Dirección de Transporte de
la Municipalidad de La Plata, a lo largo del período 1991-2001, se observa una
tendencia en términos de transporte de pasajeros francamente declinante. Se
produjo, en estos años, una disminución de los pasajeros transportados del
49.5%, en las empresas provinciales, y del 44.4% en las empresas bajo
jurisdicción comunal. En 1993 año se vendieron 116.5 millones de boletos, de los
cuales el 53% lo hicieron empresas provinciales, y el 47% las empresas de
jurisdicción comunal. Por otra parte, durante el año 2001 se expendieron 61.3
millones de boletos, de los cuales el 51% pertenecía a empresas provinciales, y
el 49% a empresas comunales. Esto implica, en definitiva, una merma de 55.2
millones de boletos respecto al año 1991; pero en relación a 1993, este valor
asciende a 67.5 millones de boletos menos. Estos indicadores muestran la
tendencia de deterioro del sistema y de colapso de las empresas más débilmente
organizadas. Pero éste no es un fenómeno exclusivo de la ciudad, ni de la
región, e incluso puede afirmarse que se trata de un fenómeno global[5].
Frente a la
fuerte crisis por la que atravesaba el sector en los años noventa, reflejada en
la disminución del número de pasajeros transportados, la Dirección de Transporte
de la Municipalidad de La Plata, implementa en Mayo de 2002 una importante
reestructuración de su sistema de transporte público automotor de pasajeros,
modificando el diseño de la red de recorridos y frecuencias, como así también la
forma de gestión institucional[6]. Este sistema de transporte, surgido
de la primera Licitación Pública de la historia de La Plata, reemplaza después
de 67 años al servicio surgido en 1934.
Este nuevo Sistema
Urbano de Transporte se caracteriza por la división del
territorio del Partido de La Plata en cuatro zonas de operación,
dejando
abierta la posibilidad de complementación con el sistema intercomunal a cargo de
la Provincia. Cada una de las zonas se identifica
con un color de referencia, que a su vez diferencia a los ómnibus, a las paradas
y a los refugios de cada zona, evitando de este modo superposiciones de
líneas.
Se busca
así optimizar el sistema de movimientos urbanos, garantizando una adecuada
articulación con las actividades del territorio y el funcionamiento de la
ciudad; priorizar el transporte público de pasajeros, a fin de garantizar la
accesibilidad urbana a todos los sectores de la población y favorecer los modos
de transporte eficientes que maximizaran el uso de la vía pública y minimizaran
la afectación ambiental.
Sin embargo, en la actualidad, muchas de las mejoras tecnológicas
originalmente planteadas no se han efectivizado, tal es el caso de los servicios
diferenciales y los diferentes tamaños de los vehículos utilizados por las
empresas. Asimismo, las empresas han abandonado el cumplimiento de varios
ramales por considerarlos "no rentables", viéndose resentida la cobertura
espacial del servicio. Tampoco se han adoptado, plenamente, los recorridos
planificados en un primer momento.
Uno de
los principales problemas que enfrenta la Municipalidad de La Plata para una
racionalización y optimización del sistema, está asociado a la
falta de coordinación entre las jurisdicciones responsables del sistema de
transporte público en la región. Esto
lleva
a la aplicación de políticas parcializadas en el territorio que impactan en la
cotidianeidad de la población, sin que los objetivos de dichas medidas queden
íntegramente satisfechos. Sin
embargo, ante la imposibilidad material de volver al sistema anterior, la
solución más racional consistiría en mejorar el sistema actual, sin perder de
vista que tal adecuación debe ser razonable, y en lograr mediante una justa
composición de los derechos y obligaciones de cada una de las partes
involucradas: Estado, Empresas de Transporte y Usuarios.
2.1.
Cobertura del Sistema de Transporte Público en los distintos barrios del
Partido.
En este punto se
presentan los resultados obtenidos en materia de transporte público en los
talleres participativos realizados en el marco del Plan Estratégico de La Plata.
El
análisis de lo expresado por la población de los distintos barrios platenses en
relación al tema permite una primera aproximación acerca de cuáles son los
barrios que presentan los mayores y menores problemas de transporte, como así
también un conocimiento más acabado de las características de dichos problemas
en cada uno de los distintos barrios.

Figura
1- Recorridos del
Actual Sistema de Transporte Público Automotor de Pasajeros (*) en el Partido de
La Plata.
Fuente: Elaboración Propia mediante Sistema de Información
Geográfica -SIG- Arc View 3.1.
(*)Cabe destacar que la reestructuración del sistema de transporte
público automotor de pasajeros implementada en el año 2002 sólo incluyó a las
líneas municipales; no así a las líneas provinciales sobre las cuales el
municipio no tiene injerencia, pese a presentar recorridos al interior del
Partido.
Las demandas
presentadas por los vecinos de las localidades periféricas del Partido, entre
las que cabe destacar a Romero, Abasto, Etcheverry, Olmos, Colonia Urquiza,
Villa Elvira, San Lorenzo, Gorina, Los Hornos, San Carlos, Tolosa, Gonnet, Villa
Elisa, Seguí, El Peligro y City Bell, lo que representa un total de
aproximadamente 300.000 habitantes, se encuentran relacionadas con deficiencias en
el servicio de transporte público de pasajeros tales como: déficit
de cobertura en cuanto a frecuencias, recorridos y rondines; necesidad de
implementar una tarifa social; terminar con el monopolio imperante en el
sistema; falta de trasbordos y paradores; tarifas altas y falta de
información.
Asimismo, otras demandas planteadas se encuentran relacionadas con
la conectividad y accesibilidad, es decir, con variables directamente vinculadas
con la integración / exclusión
territorial, y que deben ser tenidas en cuenta si se concibe al
transporte como sistema. Entre ellas cabe destacar:
-El estado deficitario de la red vial, caracterizado por la
existencia de vías principales de circulación con pavimento en mal estado o sin
pavimentar. Se produce así el aislamiento de la población de las áreas
periféricas y se genera un obstáculo a la salida de la
producción.
-Los conflictos en el tránsito, generados por el uso inadecuado de
vías principales y secundarias, la falta de semáforos, de señalización y de
reductores de velocidad. En este marco, se hace necesaria la implementación de
un Plan de reorganización del tránsito que contemple la revisión de los sentidos
de circulación, la reorganización de los accesos a las localidades, la creación
de bicisendas y un Plan de seguridad vial.
Por último, y con el objeto de analizar la relación existente
entre la expansión urbana del Partido de La Plata -medida a través del
crecimiento poblacional por barrio según datos del último censo 2001 y de la
variación de población intercensal 1991/2001- y los cambios en el sistema de
transporte público automotor de pasajeros local, se ha utilizado la herramienta
que nos proporciona el Sistema de Información Geográfica -SIG- (Arc View 3.1).
De este modo, se superpuso al plano de los recorridos actuales del
SUT -por línea y ramal-, como así también al plano de cobertura espacial del
sistema de transporte, los datos sobre población por barrio al año 2001 y
variación poblacional por barrio 1991-2001, pudiéndose observar en qué medida la
reestructuración realizada en el sistema de transporte público automotor de
pasajeros en mayo del 2002 había considerado las transformaciones urbanas
acontecidas en los últimos años.
En cuanto a la relación de las variables población (medida en valor absoluto) - recorridos del SUT (área servida), que
permiten analizar la demanda y la oferta de transporte público respectivamente,
puede decirse que la mayor cantidad de ramales continúa -como en el anterior
sistema- convergiendo hacia el centro del casco urbano del Partido, precisamente
donde se asienta el 32% de la población de La Plata, se localiza la mayor parte
de las principales actividades del partido (administrativas, comerciales, de
servicio, educativas, financieras, otras), se encuentran las densidades más
altas de población y por consecuente la mayor demanda de transporte público. De
allí que las cuatro líneas municipales, sumadas a las provinciales, sirvan al
casco urbano del Partido, y que como consecuencia de ello se registren las
frecuencias más altas del sistema. Tanto la accesibilidad como la conectividad
que se registra en el área central del casco son las más elevadas del partido.
Dentro del casco urbano platense, la distribución de la oferta de
servicios no es homogénea, observándose la mayor concentración en el cuadrante
nor-noroeste del casco, donde convergen las cuatro líneas del SUT. Esta
situación se debe a la localización en dicho cuadrante de la Estación de
Ferrocarril, la Estación Terminal de Ómnibus, algunos establecimientos de la
UNLP, y del Centro Comercial. Por otra parte, puede observarse que el cuadrante
sud-sudoeste presenta la menor oferta de servicios coincidente con la existencia
de escasos centros de atracción.
Hacia la periferia del Partido se produce progresivamente, a
medida que nos alejamos del casco, una disminución de la oferta del servicio,
tanto en el número de recorridos como en la frecuencia de los mismos. Al
respecto, en la periferia Norte -comprendida por Villa Elisa, Arturo Seguí, City
Bell y Gonnet-, el SUT no ofrece servicios en los 2 primeros casos y lo hace
parcialmente en los 2 últimos, quedando la oferta casi exclusivamente a cargo de
las líneas provinciales (214 y TALP).
En relación a la periferia SO -Abasto, Olmos, Romero, Etcheverry y
Hernández- servida por la Línea Oeste, el sistema presenta un importante número
de ramales, es decir, una buena cobertura, pero con una deficiente calidad del
servicio a consecuencia de las bajas frecuencias ofrecidas.
En líneas generales, con excepción del caso del sector NO del
Partido, existe una correspondencia entre los recorridos del SUT y la cantidad
de población por zona; observándose en cambio una distorsión en las frecuencias
ofrecidas. Esta situación se debe al incremento del área servida sin el
correspondiente incremento del número de colectivos. La necesidad, por parte de
las empresas de transporte, de obtener una buena relación costo-beneficio, al no
modificar la capacidad de las unidades utilizadas para servir estas zonas de
baja densidad, llevó a las mismas a realizar el ajuste en la variable
frecuencia. De esta forma se evitaron inversiones en nuevos equipos de menor
capacidad, que estaban previstos en la propuesta original del SUT.
Por otra
parte, de la interrelación de los datos sobre variación
intercensal de la población 1991/2001 y recorridos del SUT, pudo
observarse que los barrios que más han crecido demográficamente en el período
analizado se localizan en la periferia Sudoeste del Partido: Etcheverry
(449,9%),
Lisandro
Olmos (96,2%), Abasto (54,8%)
y Melchor
Romero (54%). Por su parte, el Barrio Ruta Sol, cercano a la Ruta 2 registra
un incremento del 1670%, pero no se
ha considerado al tratarse de un barrio que no existía en el anterior censo. Si
bien se trata de incrementos importantes en términos relativos (porcentuales),
debe
relativizarse el dato por tratarse de poblaciones reducidas en números absolutos
(Abasto cuenta con 4.300 hab. y Etcheverry con 3.000 hab.). Por lo
tanto, la demanda de transporte del sector, atendida por la Línea Oeste del SUT,
si bien aumentó notablemente en forma porcentual, en valores absolutos plantea
una demanda de bajo nivel.
En
sentido contrario, la zona Sudeste (en particular Villa Elvira) con una baja
expansión en términos relativos del 11%, pero con una población en valores
absolutos de más de 62.000 habitantes, genera un fuerte incremento de la demanda
que no fue acompañada con el correspondiente incremento de la frecuencia
ofrecida. La
línea Este que cubre la zona cuenta con 85 unidades afectadas a 19 recorridos,
lo que implica que el servicio se presta con un promedio de 4,50 unidades por
cada uno, y con frecuencias del orden de los 20 minutos.
Aunque el diseño de los nuevos itinerarios del SUT contempló en
general la demanda emergente en zonas periféricas de alto crecimiento del
Partido, la oferta debería ser ajustada -luego de un especial y profundo
análisis- al nuevo perfil de la demanda.
Conclusiones
El
análisis de las transformaciones urbanas y los cambios en la configuración
territorial del Partido de La Plata en los años ´90, permite reconocer las
tendencias de expansión urbana que registra el Partido, como así también los
diferentes actores que intervienen en dicho proceso. La dinámica expansiva incluye una
alteración de los patrones de comportamiento de los actores involucrados:
agentes inmobiliarios, empresas y, fundamentalmente, de los habitantes de las
áreas en transformación. En los procesos de suburbanización y periurbanización,
los diferentes actores sociales adoptarán estrategias variadas, de acuerdo a sus
lógicas e intereses dominantes, como así también al contexto social y político
imperante.
En los últimos años la ciudad se ha desbordado de los tejidos
originales hacia la periferia, siguiendo las vías de comunicación,
fundamentalmente hacia la Capital Federal. Situación que ha desencadenado una
acelerada especulación por parte de distintos agentes inmobiliarios, la
generación de nuevos loteamientos y la consecuente revalorización del suelo. La
emigración de la población desde el centro hacia la periferia se traduce en un
aumento de la ocupación de nuevas superficies en los límites físicos de la
ciudad, concretamente en la frontera entre los ámbitos urbanos y no urbanos.
Tierras que anteriormente se destinaban a explotaciones primarias intensivas,
presentan ahora otros usos del suelo propios de un área urbana. Entre los
diversos usos del suelo del área periférica de La Plata se encuentran los
grandes equipamientos de consumo y grandes centros recreativos, comerciales y de
producción.
Por otro lado, además de las actividades agrícolas intensivas, se
desarrollan espacios residenciales tradicionales (barrios, viviendas
unifamiliares) y no tradicionales (urbanizaciones cerradas, villas miserias).
Surge, de este modo, la necesidad de adaptarse desde el marco normativo a los
cambios mencionados. Por dicha razón en el año 2000 se sanciona una nueva
Ordenanza de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo (Ordenanza 9231), que
introduce diversas modificaciones en relación al anterior marco normativo
(Ordenanza 4495/78).
Frente
a las actuales transformaciones territoriales, la discusión deberá centrarse en
las posibilidades de utilización de terrenos existentes en lugar de poner en
juego sistemáticamente nuevas extensiones urbanas o suburbanas. Es ahí donde se
pueden si no ya invertir los procesos en curso, sí al menos moderarlos y
controlarlos, poniéndose en juego el “poder” del mercado especulativo y las
capacidades de contralor de los poderes públicos para contrarrestarlo. Disminuir
la presión sobre los ámbitos periurbanos y rurales del Partido parecería un
propósito modesto aunque, aplicado con decisión, quizás sea la estrategia más
realista y acertada para afrontar el problema de la dispersión suburbana.
Considerando que el objeto de estudio del presente trabajo
consiste en analizar la relación existente entre el crecimiento urbano y el
transporte público de pasajeros en el Partido de La Plata, el reconocimiento de
los principales problemas surgidos a partir de la implementación del Sistema
Urbano de Transporte (SUT), como así también de otros temas directamente
vinculados con el transporte público automotor de pasajeros (tránsito,
señalización, conectividad, infraestructura vial y de servicios, etc.) en cada
uno de los distintos barrios y delegaciones de nuestro Partido, resulta de
fundamental importancia para el abordaje y la comprensión del mencionado objeto
de estudio.
Surge
claramente la necesidad, por parte del Estado, de una planificación integrada
del transporte y del espacio urbano, tendiente a una óptima utilización de las
redes de transporte, en general, y del transporte público automotor de
pasajeros, en particular, y a un desarrollo urbano armónico. Consideramos
que el tratamiento de esta temática es necesario, en el actual escenario de las
nuevas transformaciones territoriales y del surgimiento de nuevas formas de
movilidad. El desafío del presente es desarrollar un profundo debate sobre la
producción del espacio y el rol del transporte como estructurador del mismo, a
fin de construir un marco conceptual que nos permita tomar decisiones temáticas
sobre el fenómeno urbano.
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Ponencia
presentada en el Simposio Problemáticas Urbanas. Séptimo Encuentro Internacional
Humboldt. Villa de Merlo, San Luis – Argentina. Viernes 23 de setiembre de
2005.
Si se compara la evolución de la
tarifa media- es decir, el cociente entre ingreso totales/pasajeros
transportados- de las empresas de la Región Metropolitana de Buenos Aires con
las de la Región de La Plata, se puede verificar que prácticamente siguen la
misma evolución en aumento.