Frontera y alienación. El caso argentino en el sistema
mundial

Gabriel
Bautista
Introducción
I. La dinámica
de la frontera: de un mundo abierto a uno confinado
II. La relación
campo-ciudad: sojización del agro y dualización de Buenos
Aires
III. Aspectos morales de la frontera: ¿vamos hacia una mayor
intimidad o hacia una mayor alienación?
A modo de reflexión final
Notas con bibliografía
Introducción
Este trabajo representa una parte de mi tesis doctoral y en él se
entremezclan dos de los ejes temáticos propuestos para este VII Encuentro
Internacional Humboldt, “América Latina en el Sistema Mundial”: (i) geopolítica y recursos naturales y (ii)
urbanización y medio ambiente. En la
primera parte, examino la dinámica de la frontera y cómo este proceso
geo-bio-político de frontera al tiempo que implica una apropiación de los
recursos naturales del planeta, va significando también el pasaje de un mundo
abierto a uno ya cerrado. En la segunda parte, considero este proceso de
frontera aplicado al caso argentino. Considero cómo la frontera tiene una doble
dimensión; en lo rural con la adopción del modelo sojero para los
agroecosistemas pampeanos y no pampeanos y en lo urbano la dualización de Buenos
Aires –lo que podría ser extensivo a la Región Metropolitana y asimismo a las
ciudades intermedias en general. En la tercera parte, considero la dimensión
moral del proceso de frontera y si en definitiva conduce a una lógica de
intimidad o de alienación de la sociedad con el entorno. Finalmente, propongo
algunas conclusiones y las notas con la ampliación
bibliográfica.
I. La dinámica de la frontera: de un mundo abierto a uno
confinado
Hablar de
frontera es emplear un término ambivalente que forma parte del imaginario social
como lugar de encuentro de lo diferente, lugar de conflicto, franja de
transición, espacio de diálogo, oportunidad de enriquecimiento mutuo, ocasión de
rechazo y exclusión, espacio de marginación. La frontera está asociada al indio
y al desierto, al poblamiento y al despoblamiento. Desde el
siglo XVI el europeo estuvo ante lo desconocido en términos geográficos; durante
siglos exploró, mapeó y multiplicó las descripciones de los pueblos. Podríamos
pensar que todo está terminado. Pero la globalización con todas las
transformaciones aceleradas creó alrededor de nosotros un mundo que conocemos
mal. La
globalización está creando un
universo social y cultural que progresivamente nos confronta con lo desconocido.
Así como lo fue la carabela en su momento, el microscopio y el telescopio son
las carabelas de hoy. Cuanto más navega la biología celular en el interior de la
célula, más se extravía en el interior de esos mundos y más reacciona como los
colonizadores: se lo trata como un universo geográfico a colonizar. Se van a
buscar todas las poblaciones, se estudian todos los componentes y se coloniza
sin saber exactamente qué resultado va a dar esa colonización (1). La otra gran
frontera sigue siendo todavía el espacio fuera de la Tierra. Los Estados Unidos
no cejan en su promoción del espacio exterior como la nueva y última gran
frontera norteamericana. Está instalada en el imaginario social
(2).
La frontera, como experiencia humana, ha pasado a designar un
lugar, un proceso, un sitio-posición que indica el confín o límite con otra área
diferente de la del punto de vista desde el cual se está ubicado y un frente
estable o en movimiento. Desde los griegos y romanos, pasando por la época
medieval y el establecimiento de colonias en América, hasta la exploración
geográfica y la expansión colonialista de los siglos XIX y XX, llegando al
actual proceso de globalización y a la exploración del espacio y la
biotecnología, todo este vasto conjunto puede designarse como procesos de
frontera. Estos procesos, que no son monolíticos y tienen porosidades, se
originan en las sociedades que fueron conformándose en los estados nacionales de
la modernidad. Estas sociedades están en movimiento hacia nuevas tierras o hacia
tierras ocupadas ya por otras sociedades y en el imaginario hubo siempre una
terra incognita. Actualmente, esta tierra desconocida está siendo procesada por
la tecnología, que es la que guía a la ciencia en su manipulación de la escala
genética, de la escala geográfica y de la escala astronómica (3).
El ciclo
más potente de mundialización comenzó hacia el 1500 (4). Es un gran ciclo de 500
años que se acentúa con la Revolución Industrial y que en los últimos 40 años
culmina con la cuestión ambiental y la toma de conciencia de la finitud de los
recursos naturales. La Conferencia mundial sobre el ambiente de Estocolmo en
1972 es un hito que estuvo precedido por la visión de la Tierra por los
astronautas como una bella nave azul navegando en la inmensidad del espacio (5).
En 1964 el economista Kenneth Boulding había anunciado el paso de una economía
de frontera (frontier economy) a una economía de nave espacial (spaceship
economy) (6). Puesto que las sociedades industrializadas han forjado su morada
en la tierra, su lugar en el sistema mundial, creando fronteras para poder
asegurar el proceso de acumulación y abriendo horizontes que dieron lugar a la
organización de las ciencias, entre ellas la antropología y la geografía, ¿cómo
concebir un mundo sin fronteras, un mundo con la condición de estar totalmente
cerrado en sí mismo? Y, lo que es más grave aún, ¿cómo encontrar la sobriedad y
moderación necesarias para discernir el límite moral de aquello que, aunque ya
puede hacerse para mantener el proceso de frontera sin modificar el sistema, no
es conveniente hacerlo si queremos aprender a vivir por propia decisión con un
acuerdo más proporcionado al entorno o lugar en el que vivimos? ¿Dónde
están entonces hoy por hoy las fronteras en este mundo confinado de la edad de
la globalización? (7) Justamente, la globalización supone el intento de seguir
viviendo como si hubiera fronteras, pero que al mismo tiempo supone la necesidad
de la mediación del diálogo y del entendimiento entre las sociedades, las
culturas y, por supuesto, entre ellas y la naturaleza (8).
Por
tradición militar, los europeos concibieron la frontera más como una línea
límite fortificada que corre a través de regiones más o menos densamente
pobladas y que a veces separan un país de otro (Polonia, por ejemplo) que como
un momento de una transición hacia otra realidad. Esta concepción más dinámica
es propia de la experiencia norteamericana,
cuyo inspirador es el modelo de Frederick J. Turner, quien, en su ensayo clásico
The Moving Frontier, muestra
cómo la frontera norteamericana en su movimiento hacia el oeste fue siguiendo
unas etapas precisas y cómo estas etapas fueron gestando las instituciones
democráticas y el espíritu norteamericanos (9). La visión de la expansión de la frontera
en Norteamérica como una franja transicional entre tierra libre o desocupada o
salvaje o silvestre –donde cada adjetivo implica una visión, aunque tienen un
denominador común- y tierra ya poblada, ocupada, civilizada o urbanizada es
propia de la experiencia americana, es la experiencia del Nuevo Mundo; el único
posible desde un punto de vista eurocéntrico. Ya en la novela Moby Dick de
Melville (1851), se asiste a un mundo confinado, cerrado, conocido y recorrido;
aunque sólo cien años después se hace patente con la crisis ambiental y
posmoderna. Sarmiento lo expresa bien en su Facundo donde claramente establece
dos categorías de análisis sociológico y geográfico: civilización y barbarie
(10). El modelo de Turner fue puesto a prueba de diversas maneras, para
distintos lugares y culturas y distintos períodos de la historia mundial. El
modelo ha resultado ser bastante adecuado en algunos puntos e inadecuado en
otros (11).
Hoy por hoy este proceso continúa en fronteras de expansión urbana
y agropecuaria. Estos dos grandes procesos de frontera ocurren a escala global
como una gran sumatoria. Los remanentes de paisaje natural son presionados por
la frontera agropecuaria; y a su vez el paisaje rural es presionado por la
frontera de expansión urbana. En general, el eje alrededor del cual se mueve
este “avance” es el económico-financiero, la comodificación de la tierra como
mercancía. En general, ocurre en una doble faz intensiva y extensiva. El aumento
de la producción o de lo inmobiliario puede ser intensivo cuando aumenta la
productividad por innovación tecnológica o extensivo por expansión territorial,
cuando ocurre un avance territorial de la producción en espacios "vacíos" o
donde ya existía otro tipo de actividad estable. En general, el proceso de
frontera tiene tres dimensiones: (a) la económica (al valorizar o revalorizar
tierras mediante cambio de uso y de sistemas productivos); (b) social (una
sociedad ocupa tierras vacías o de baja densidad); (c) ambiental (el impacto
sobre un ecosistema escasamente intervenido por parte de un aparato productivo
agresivo) (12). Los frentes costeros de ciudades como Buenos Aires, Londres,
Tokio o San Francisco son un caso particular de este concepto de frontera
inmobiliaria. Así, por ejemplo, los tres aspectos mencionados están presentes en
los tres paisajes de la Región Metropolitana, en el río, la pampa y el delta. En
la ribera metropolitana: la valorización de tierras ocurrió en Puerto Madero y
en Berazategui; también en Berazategui se están ocupando tierras de baja
densidad por parte de las élites que se suburbanizan; en San Isidro y Vicente
López hubo que relocalizar a los habitantes del Tren de la Costa; y desde San
Isidro hasta Berisso se suceden los proyectos de intervención fuertes (Puente a
Colonia, isla artificial, el reciclado de Retiro, la aeroisla y la ampliación
del puerto) (13). En tierra se presenta como consumo de tierra fértil por parte
de las ciudades en expansión. El ritmo de este proceso está marcado a menudo por
las autopistas. Esto se verifica en toda la ribera sur por la autopista Buenos
Aires-La Plata, lo mismo que en Pilar y Cañuelas
(14).
Coronación
del proceso de frontera es el desarrollo sustentable, concepto ambivalente si
los hay. Este concepto expresa o bien que en un mundo cerrado hay necesidad de
seguir manteniéndolo en una condición similar a como cuando estaba abierto, o
bien que es el momento de asumir la condición cerrada o confinada de la Tierra,
una condición parecida a la de Moby Dick. El desarrollo sustentable, es decir
con justicia social, equidad económica y viabilidad ecológica, puede verse como
la aceptación del confinamiento y de los límites del quehacer humano en la
Tierra y por ende, el despertar de una más intensa intimidad, o, por el
contrario, un mayor grado de alienación, es decir, el desarrollo sustentable
como búsqueda de seguir viviendo en una moralidad capitalista, sin cambio
cualitativo, sino mero ingeniárselas para poder abrir nuevas fronteras como si
todavía se pudieran crear nuevas aperturas, como si la condición de mundo
cerrado no existiera o no fuese real (15). La
frontera aparece siempre como una cierta adicción humana a no poner límites
(16). Esto puede considerarse como arrogancia; la arrogancia del poder
racionalizar, dominar y controlar y por lo tanto tiene una connotación ética que
la liga a una ética ambiental y, si ustedes me lo permiten, me gustaría decir
que a una geografía moral, de lo cual haremos mención en el apartado tercero
(17).
Finalmente,
parece
haber un déficit en la consideración de la relación campo-ciudad: “pero el
problema fundamental de la agricultura no se reduce al de la concentración de la
tierra y al que es su correlato, el minifundio. La cosa no es tan simple. Hay
una multitud de problemas, cada vez más graves y crecientes, íntimamente unidos
unos a otros, tanto los del campo como los de la ciudad” (18). Esto significa
que la problemática urbana nunca está desvinculada de la problemática rural; en
la Argentina todos los sistemas rurales han sufrido cambios drásticos a raíz del
proceso neoliberal de los años 90. La pauperización y aumento del tamaño en
superficie y cantidad de habitantes en las “villas miseria” tiene una cierta
relación con los cambios en el agro. No sólo hay una cuestión urbana, también
hay una cuestión agraria y una cuestión socio-ambiental relacionada con ambas
(19).
II. La relación campo-ciudad: sojización del agro y dualización de
Buenos Aires
La expansión de la soja conduce a preguntarnos si es correcto
hablar de “sojización de la Argentina” o si no se tratase más bien de un exceso
(20). ¿Amerita el proceso al que está haciendo referencia que se lo identifique
con un nombre propio? Si consideramos:
·
que la
extensión del cultivo de soja ha llegado hasta Jujuy, lo que significa la
expansión de la frontera agropecuaria y la aplicación del paquete tecnológico no
sólo en la región pampeana sino también en ecosistemas más vulnerables de la
zona extra-pampeana (21);
·
que hay
una pérdida de fuentes de trabajo en el campo debido a la mecanización por la
escala necesaria de producción para que el paquete tecnológico sojero sea
rentable;
·
que hay
una migración del campo a la ciudad donde la ciudad ya no ofrece posibilidades
de incorporar mano de obra porque está des-industrializada o la mano de obra que
se requiere es muy específica y con alto grado de
especialización;
·
que hay
una mayor dependencia del chacarero de los insumos que proveen las empresas que
producen y comercializan los fertilizantes, los pesticidas, los herbicidas y
fundamentalmente la semilla, una semilla que ya no es generada por el propio
agricultor sino que le es suministrada para cada
cosecha;
·
que hay
una fuerte integración vertical de esta industrialización de la agricultura,
desde el laboratorio pasando por el campo hasta la bodega del buque granelero
que lo lleva al exterior para alimentar ganado;
·
que la
integración del sistema científico-tecnológico con esta finalidad lo convierte
en un apéndice del sistema corporativo;
·
que la
ilusión tecnológica de que todo esto significa avanzar hacia la mayor producción
de alimentos para paliar el hambre
en el mundo;
·
que por
contaminación del suelo y del agua y también a través de las cadenas
alimentarias hay una mayor vulnerabilidad por disminución de la resiliencia de
los agro-ecosistemas;
·
que hay
una mayor incertidumbre por perder la soberanía alimentaria y por depender de un
producto como la soja que genera endeudamiento a largo
plazo;
·
que hay
una marcada dependencia de los precios de acuerdo a los mercados de la bolsa de
granos supeditados a demandas externas y factores
climáticos;
·
que las
divisas generadas por las exportaciones de soja son para pagar la deuda
externa;
·
que hay
una dominación geopolítica desde la escala biológica por la tecnología
transgénica hasta la escala geográfica por la Hidrovía Paraguay-Paraná y sus
puertos funcionales a la exportación de la soja (22); así pues, si se consideran
estos puntos, entonces es correcto hablar del proceso de sojización de la
Argentina.
El reflejo en la Región Metropolitana de lo que acontece en al
ámbito rural es lo que se conoce como dualización (23). Si bien es cierto que
Buenos Aires puede ser considerada como ocupando un lugar en la jerarquía de
ciudades globales por los servicios que presta y las funciones de comando y
control (24), también es cierto que por cuestiones socioterritoriales, se acerca
más a una ciudad dual –y más a una megaciudad; es decir, a una ciudad de la
semiperiferia, con rasgos propiamente globales como pueden verse sobre todo en
el dinámico frente ribereño que va desde Rosario hasta La Plata –y de un modo
particular en la franja desde San Isidro hasta Puerto Madero-, y con rasgos
propiamente periféricos, la que se expresa tanto en la degradación
socio-ambiental de los asentamientos precarios y la contaminación del suelo y el
agua como en las nuevas urbanizaciones y la dinámica periurbana. En particular,
la histórica zona central del Puerto en relación con todo el litoral
urbano-industrial que va desde Santa Fe o Rosario hasta La Plata, es una franja
que concentra la mayor densidad poblacional del país y las mayores inversiones
de capital y expresa la tensión entre economía y naturaleza, ya que esta franja
no tiene comparación con el resto de la superficie del país y es el nexo entre
la pampa y el río, entre una Argentina interior y la Argentina exterior
(25).
Desde el punto de vista más físico, la complejidad dual de lo
metropolitano está presente en los bordes urbanos, cuando el crecimiento urbano
se va apropiando de los ecosistemas del delta, del río y de la pampa; forzando a
considerar la fisiografía o ecología o naturaleza del medio en el cual la
sociedad va tejiendo sus relaciones existenciales y donde se realizan las
intervenciones urbanísticas. Además, los bordes urbanos como fronteras son zonas
de cierta indefinición donde está en juego la gobernabilidad y las fuertes
presiones de los omnipresentes intereses inmobiliarios (26). Si al mapa
socioterritorial de la RMBA, lo enriquecemos con la fisiografía de la RMBA, que
no es ni mucho menos una mesa de billar, apreciamos las condiciones del medio
físico en relación con el medio social y cómo la sincronía y diacronía del
proceso de ocupación del espacio y las características de la población están en
relación con la geomorfología y la red hídrica. Tanto la sojización como la
dualización son en su conjunto una segunda naturaleza, es decir, una naturaleza
entretejida de historia humana, desde que los grupos humanos empezaron a
co-evolucionar. Esta historia que tiene varios estratos y un espesor no elimina,
sino que condiciona y a su vez es condicionado por el medio natural. En cierto
sentido, los procesos culturales van transformando la naturaleza, la construyen
y condicionan con un sentido que es propiamente humano; la sociedad resignifica
la naturaleza. Se destaca el hecho de que, a pesar de que la RMBA trata de
seguir el modelo norteamericano fomentado por las corporaciones del automóvil,
el momento de la aparición de los country clubs y demás modalidades, no
significa un deterioro marcado del área central, como pasó, por ejemplo, en
Chicago. En esto, el mapa social de Buenos Aires desde 1940 hasta 1990 sigue
respondiendo a un modelo específico (27). La dualización de la Región
Metropolitana se manifiesta en los grandes centros de transferencia de
pasajeros. Esta dualización se manifiesta hasta en el área de la estación
Federico Lacroze que toma el sector noroeste de la ciudad y fue, en cierta
medida, intersticial, ya que los tres grandes corazones de la RMBA siguen siendo
Retiro al norte, Once al oeste y Constitución al sur
(28).
III. Aspectos morales de la frontera: ¿vamos hacia una mayor
intimidad o hacia una mayor alienación?
Como un contrapunto, está la intimidad, el diálogo entre
naturaleza y cultura y la posibilidad siempre en juego en cualquier intervención
de generar intimidad o alienación del entorno. Todo es portador de una historia,
de una narración. Los sistemas, tanto el natural como el social –que pueden ser
tratados como subsistemas-, provienen de una historia; estas historias son
narradas por el lugar en su gente y aún por la naturaleza que es como un libro
que también habla su lenguaje y que es necesario saber leer, escuchar e
interpretar. En general, la carencia de una mención a la naturaleza del
lugar y del papel condicionante que
desempeña el sitio parece bastante más relacionado con la alienación del lugar
que con la intimidad con él. Si Frank Lloyd Wright sugería que una casa no debía
estar en tal lado como si estuviera simplemente “apoyada” allí, sino más bien
estar enraizada, arraigada, consubstanciada con el sitio mismo, como si hubiera
brotado de él (29), entonces tanto la sojización del campo como la dualización
de la Región Metropolitana con la variedad de emprendimientos urbanos y los
megaproyectos “que-están-apoyados-sobre” nos dicen de una alienación. Esta
alienación también aparece cuando no se termina de asimilar la existencia de la
naturaleza como segunda naturaleza y todavía se tiene una idea de “naturaleza
virgen”, como un escenario casi intocado por la cultura donde poder montar el
proyecto, cultivar lo que se quiera, construir lo que más reditúe. Este modo es
en gran parte lo que ha llevado a un ecologismo fundamentalista según el cual la
naturaleza debería ser un bien intangible por un lado y, por el otro, a un
economicismo utilitarista que considera a la naturaleza como un mero recurso, un
stock, materia prima o commodity (30). Desde la mirada del geógrafo y
reflexionando sobre cómo la sociedad se vincula con la naturaleza, aunque a
veces parezca olvidarlo, ubicada en la desembocadura de los vastos ríos
sudamericanos, la hoy Región Metropolitana fue entretejiendo su historia con la
naturaleza de la llanura pampeana, del río y del delta. Buenos Aires se fue
haciendo íntima con el entorno y, a la vez, se fue alienando. Actualmente la
Región Metropolitana se asemeja más al aleph de Borges que a una ciudad cuya
imágen tradicional parece diluirse; porque es el espacio donde acontece todo al
mismo tiempo en conexión con el mundo globalizado de este comienzo de siglo y de
milenio (31). Sin embargo, al mismo tiempo, como veía el piloto de avión
Saint-Exupery en los comienzos de la aviación, el ser humano es un constructor
de ciudades y hace de ellas su morada en la tierra (32). Lugar de realización
existencial, esta región está en cuestión porque parece no responder a este
llamado de ser morada para la sociedad.
En esta dialéctica intimidad-alienación (33) hay unas tensiones fuertes
que deben ser reconocidas, tensiones que casi adquieren el valor de un
imperativo categórico por fuerza propia. Así tenemos el IDH (Indice de
Desarrollo Humano), expresión de la calidad de vida, es un concepto que se ha
filtrado hasta en los resquicios íntimos de la vida cotidiana. Y uno puede
preguntarse, pues bien ¿qué es esto de la calidad de vida?¿Me está diciendo algo
de mi vida como una vida humana o tiene una significación de mero bienestar
económico en el sentido más plano de estar bien, sin apremios, sin angustias,
sin incertidumbres, sin riesgos? En esta búsqueda de la calidad de vida, en
general, la ciudad es puesta en crisis como un lugar donde no es posible
realizarse humanamente y se busca el refugio propio de los nuevos
emprendimientos urbanos, p.e. barrios cerrados. Esta búsqueda de la calidad de
vida en un mundo que aparece efímero y riesgoso ha desarrollado una “conciencia
fractal”, una conciencia que opera por la sumatoria indecisa de bordes que son
cambiantes e imprecisos (34).
La cuestión alimentaria es una clave para entender el proceso de
alienación o de intimidad, ya que si un lugar en el mundo no es el hogar donde
es posible la alimentación y el significado profundo de la red de vínculos que
supone la alimentación en familia, con los amigos, en la comunidad religiosa, o
sea, que implica los tres vínculos del amor como eros, como ágape y como filia;
entonces si esto no es posible, somos comos refugiados, refugiados políticos,
ambientales y económicos porque dependemos en todo de la ayuda exterior; como
refugiados estamos alienados de nuestra morada, no tenemos hogar, no podemos
hacer de nuestro lugar en el mundo, el hogar donde desarrollarnos humanamente
(35).
El bioregionalismo plantea entonces el grado más profundo de
intimidad, ya que indica que una persona, un pueblo, una nación habita su tierra
como su hogar y, haciendo de ella su morada, construye la red de significación
que le da sustento a todo su quehacer. El bioregionalismo es una cuestión de
alimentación en este sentido (36); además de ser una posición que, en extremo,
es un determinismo moral, es decir, una persona o comunidad o pueblo decide
vivir por propia elección de los recursos propios del lugar, tratando de
importar la menor cantidad posible de materia y energía de fuera de la región o
del lugar de vida; sigue la idea de la re-habitación del lugar, que vuelva a ser
el hábitat. También en extremo puede acercarse al Lebensraum. Son las
distorsiones extremas a que lleva la dialéctica intimidad-alienación expresada
en la forma de naturaleza-tecnología.
A modo de reflexión final
La frontera está muy relacionada con la vista como el sentido de
apropiación, de poseer aquello que se ve, aunque sea a la distancia, así como
David se perdió y cometió el crímen de matar a su general y amigo porque desde
lejos vió a su esposa y la deseó para poseerla e intimar, intimidad que se hizo
alienación, olvido, muerte, angustia. Así, el Borges que va perdiendo la vista,
podría ser un Borges que se va confinando, sin embargo, empieza un aprendizaje
de mundos nuevos, de descubrimientos de lugares que antes parecían no existir.
Lo mismo en David que en Borges, la ceguera, en vez de confinarlo y alienarlo,
lo abre a horizontes de intimidad cada vez más profundos. Es un Borges que
parece hacerse más piadoso, reverente, inclinado ante la vida. Así, en este
mundo confinado, aparece un horizonte nuevo, un horizonte de apertura, sin
necesidad de expansionismo, sin necesidad de buscar una frontera que sostenga la
maquinaria bélica y económica sin límites. Este horizonte no está tanto en
relación con los ecosistemas naturales, sino con los ecosistemas rurales y
urbanos, ya que es en estos sistemas donde realmente se dirimen las cuestiones
más importantes de la relación entre la sociedad y la naturaleza; porque la
naturaleza débilmente intervenida está limitada al sistema de áreas protegidas;
sin embargo, es esta misma naturaleza la que penetra en los ecosistemas rurales
y urbanos dándoles su fundamento.
Estas cuestiones que se estuvieron tratando dicen algo tan obvio
que a veces se oblitera: que estamos siempre hablando de la relación entre el
ser humano y la tierra como algo vital. La pérdida de la intimidad con la
tierra, con el lugar rural implica una pérdida del vínculo con la tierra
entendida como fuente de vida y don recibido y como tarea responsable a
realizar. Que la Argentina se fuera
convirtiendo en un país sojero, significa que es un país donde la gente está
perdiendo sus vínculos entre sí y con la tierra como fuente de vida, ya que la
obtención del alimento es dependiente de las corporaciones que manipulan la
tierra y la semilla como mercancía. Que la Región Metropolitana se dualize,
significa la misma pérdida en relación con el barrio como lugar. Además, como no
se trata sólo de physis o naturaleza impoluta, quiero enfatizar la estética en
tanto que poiesis como tekné como bien social que saca del mero ámbito de lo
utilitario y hace referencia a la dignidad de la persona. La construcción de la
Argentina como morada hace al quehacer cotidiano de la sociedad y también al
proyecto y, no está mal decir, al diseño del territorio rural y urbano como bien
público en relación con la vida y la existencia humana. El viaje de la
residencia al trabajo y viceversa es casi como la médula de la vida urbana; a
menudo olvidamos que habitamos paisajes urbanos y rurales cuya realización
estética dependerá de la negociación pública y privada y del énfasis que
pongamos los argentinos para decidir la realización de un lugar más humano, de
más intimidad y menos alienación financiera y
político-institucional.
Notas con bibliografía
(3)
HEIDEGGER, Martin. The Question Concerning Technology and other essays. New
York, Garland Publishing Inc., 1977.
(4)
BEAUD, Michel. A History of Capitalism. 1500-2000. New York, Monthly Review
Press, 2001[1983].
(5) BOFF, Leonardo. Ecologia. Grito de la Tierra.
Grito de los Pobres. 2da., Madrid, Trotta,
1997.
(6)
BOULDING, Kenneth. The Economics of the Coming Spaceship Earth. In:
Environmental Quality in a Growing Economy. Ed. By Henry Janett. Baltimore,
John Hopkins University Press, 1966.
(7)
VIRILIO, Paul. El cibermundo, la política de lo peor. Madrid,
Ediciones Cátedra, 1997. WEBB, Prescott Walter. The Western World
Frontier.
In: WYMAN, Walker D. and KROEBER, Clifton B.: The Frontier in Perspective.
Madison, The University of Wisconsin Press, 1965:
111-126.
(8)
KEMMIS, Daniel. Community and the politics of place. London, University of
Oklahoma Press, 1990 [2nd. 1991].
(9) TURNER, Frederick Jackson.
History, Frontier, and Section. Three Essays by FJT. Introduction by Martin
Ridge. Albuquerque, University of New Mexico Press, 1993. A su
arribo a este Nuevo Mundo, los europeos entran en contacto con los aborígenes,
moradores de esta tierra. Con ellos llegará, entre otras cosas, la idea de
conquistar la naturaleza, establecer el dominio de lo urbano, de la
civilización, de progresar y avanzar. Muchos años después, ya en plena
mordernidad, el lema del roquismo será "administración y progreso".
Originariamente, los árboles tenían que ser erradicados como maleza y los indios
tenían que ser reducidos a la racionalidad colonizadora. La frontera en
movimiento daba la sensación de recursos ilimitados. Así pues, la frontera es
esa posibilidad de expansión y conquista, de colonizar y cultivar nuevas
tierras, tierras vírgenes porque todavía no han entrado dentro del sistema; por
este mismo motivo son tierras libres o vacantes o improductivas porque no están
incorporadas a la racionalidad dominante. Será también la "válvula de seguridad"
que permitirá emigrar a los excedentes de población y de capital a la periferia
sin tener que modificar la situación socio-económica en el
centro.
(12) REBORATTI, C. et al..
La
frontera agraria en el umbral del Chaco. Desarrollo, balance y perspectivas.
Versión preliminar. UBA, FFyL, Instituto de Geografía,
1989.
(13) BAUTISTA, Gabriel. Aporte para la Gestión
Ambiental de Territorios en Redefinición. La Ribera Metropolitana. San
Isidro-Berisso Tesis de
Maestría, UCES, 2001.
(15) En el caso argentino, el desarrollo sustentable
está hecho en un contexto de pauperización con fuerte fragmentación
socioterritorial y exclusión social. Además, queda planteado en relación con la
gobernabilidad que debe tener como prioridad política el considerar el
territorio como una totalidad y la ciudad como un espacio
social.
(16) BERRY,
Thomas. The Great Work. Our Way into the Future. New York,
Bell Tower, 1999.
(17) Esto no quiere ser otro seccionamiento de la
geografía, antes bien, reconocemos las dos ramas clásicas, humana y física, y
aún la unidad de la geografía; es sólo un modo de expresar una dimensión o un
énfasis en un cierto aspecto de lo humano. La ética sustenta la política y esta
a su vez sustenta a la economía. Sin ética no hay política ni economía. Así se
entiende que Adam Smith se considerara a sí mismo antes que nada un filósofo
moral. Desde este punto de vista, el desarrollo sustentable que, además de la
política como equidad social y de la economía como viable, incluye a la ecología
como sustentable en el tiempo, es también parte de la filosofía moral en este
amplio sentido. Además, el desarrollo sustentable es un desafío social porque el
desafío ambiental también lo es, como desafío para construir la nación. El medio
ambiente es un compromiso de todos, es una tarea social y política. La gran
pregunta que nos hacemos es si estamos tan mal que nos tenemos que olvidar de la
cuestión ambiental, que es como olvidarse de la vida, porque es olvidarse que
vivimos en un mundo finito, es decir, de recursos limitados. Esta limitación
parece no condecirse con la racionalidad económica dominante, para la cual
contaminar y consumir son externalidades que no hacen a la esencia del proceso
económico, esencia que está reducida a la fábrica con sus entradas y salidas;
esencia en la cual sólo interesa la naturaleza si forma parte de la fábrica.
Este es el mundo en el que estamos propiamente confinados. De aquí la
importancia del principio precautorio. El reconocimiento de los límites
significa que es necesario adoptar el principio precautorio antes de producir o
de generar un nuevo proceso y no sólo un producto. A esto debería tender también
la EIA, la cual debe suponer antes que nada cómo es el ecosistema rural o urbano
sin la intervención y cómo evoluciona sin ella para luego plantearse desde el
proyecto mismo, suponiendo que debería realizarse y que no hay otros modos de
obtener los mismos fines, modos que no sólo hacen referencia a intervenciones
duras sino también a una apreciación moral de pautas, conductas y hábitos que
quizás deban modificarse para hacer irrelevante la intervención. En la visión de
la naturaleza como fábrica la participación ciudadana no es atendida, la
economía se basa únicamente en el consumo de energía, la Agricultura en el
desmonte y los insumos industriales, no hay gestión integral de los residuos y
en definitiva el ambiente se empobrece y se empobrece la sociedad; en vez de
construirse un hogar, una morada, se va construyendo una tierra yerma donde se
pierde el sentido de la vida y las tramas de significado que hacen de la vida un
lugar humano. Esta inhumanidad de la tierra yerma puede entenderse como
alienación, que es lo propio de la fábrica, en vez de intimidad, que es lo
propio del hogar.
(18)
BARROS, Marcelo de y CARAVIAS, José Luis. Teología de la Tierra. Madrid,
Ediciones Paulinas, 1988: 16. Cf. también AMIN, Samir. World
Poverty, Pauperization, and Capital Accumulation. Monthly Review. Review of the
month, October
2003:1-9.
(19)
El concepto
de frontera se extiende a otras áreas. Se habla de una frontera del
conocimiento, como franja entre lo que se conoce y lo que se desconoce; se habla
de niños fronterizos, cuyas capacidades están cercanas o por debajo de un
parámetro establecido como el normal; hay una frontera de lo imaginable; siempre
con una connotación de franja entre lo seguro y lo inseguro, lo conocido y lo
desconocido, lo aceptado y lo discutido, lo establecido y lo cuestionado, lo que
da miedo y lo que da protección. La
investigación de Mora Liljesrthrom sobre personas con movilidad reducida pone de
relieve lo anterior y lo propuesto en el proyecto de centros de transferencia.
Al considerar a las personas con movilidad reducida, en realidad estamos
repensando la vida, viéndola desde una perspectiva más amplia y humana,
saliéndonos del ansioso e impaciente sesgo economicista que nos reduce a
consumidores-productores en edad económicamente activa si tenemos entre 18 y 65
años y a pasivos transitorios o definitivos según seamos menores o mayores que
este intervalo de edad. Parece importante la mención de Mora de la discapacidad
comprendida como relación social, ya que así deja de ser sólo algo inherente a
la persona misma para incumbir al entorno social y físico de la ciudad, lo que
repercute en el diseño y en la cultura proyectual, es decir, el modo en que
pienso cuando proyecto. El desarrollo de la accesibilidad para personas con
movilidad reducida plantea en última instancia la pregunta sobre en qué ciudad
queremos vivir. Cf. Seminario sobre la investigación de la problemática
urbano-regional en la FADU: Ensayo de integración y crítica de los contenidos
temáticos. La mirada de un geógrafo que reflexiona sobre la sociedad y la
naturaleza. Trabajo final, FADU, Octubre de 2004-Abril de
2005.
(20) PENGUE, Walter. Cultivos transgénicos, ¿hacia
dónde vamos? Algunos efectos sobre el ambiente, la sociedad y la economía de la
nueva “recombinación” tecnológica. Prólogo de Jorge Morillo. Bs. As., Lugar
Editorial, 2000. ALVAREZ, Carina y MULIN, Eduardo. La soja: riesgos y ventajas.
Encrucijadas. Diciembre 2003: 14-18. Varios autores, Biotecnología. El infierno
puede esperar. Encrucijadas. Marzo 2001. Varios autores, Argentina Agraria.
Cosecharás tu siembra. Encrucijadas. Febrero 2003. SIERRA, Eduardo M. El clima y
la campaña agrícola 2004/2005. Encrucijadas, Abril 2005: 79-85. En El Federal No
61, 7 de Julio de 2005, la soja es
presentada en la portada como “oro verde”, al vaivén de las condiciones
climáticas en EE.UU. y la cotización en alza en el mercado de cereales. Además,
en este número hay una nota a Eduardo Leguizamón, presentado como uno de los
grandes impulsores de la revolución tecnológica, quien dice que “el
ambientalismo europeo es una ideología genocida”. Para este empresario parece no
haber lugar para el principio precautorio. Esta problemática ambiental ya ha
impactado incluso a la Teología en su aspecto moral; cf. GALINDO, Angel. Moral
Socioeconómica. Madrid, BAC, 1996.
(21)
CONTE, Analía. Ponencia en las Jornadas interdisciplinarias sobre frontera.
Bs. As.,
CONICET, 2004.
(22) KNEEN,
Brewster. The Geopolitics of
Genetic Modified Organisms. Revista Theomai. No 5,
primer Semestre de 2002.
(25) Parece, pues, apropiado, tener en cuenta todas
estas escalas al considerar la intervención en un lugar tan central como la
Reserva Ecológica en la zona de Puerto Madero que ediliciamente y
urbanísticamente se encuentra en el eje simbólico que va desde el Congreso hasta
la Casa Rosada, un eje sin duda central. El mismo eje se encuentra repetido en
La Plata con algunas diferencias; tal como el sitio de la Catedral y de la sede
del gobierno municipal de la Plata. Tanto en Buenos Aires como en La Plata el
eje se prolonga hacia el Puerto, con la gran diferencia que todavía está
plenamente activo en la capital provincial, mientras que en Buenos Aires se ha
convertido en el barrio más moderno y de mayor inversión de capital tanto en
residencias como en otros usos urbanos.
(28) Habría que pensar un equivalente para el
sudoeste, quizás la estación Buenos Aires, detrás de la cancha de Huracán. Al
este, está el río. En este sentido, Federico Lacroze no es tan neurálgica como
las tres grandes, sin embargo, presenta características similares desde el punto
de vista urbano: suciedad, confusión, invasión del espacio público, incomodidad,
un lugar que tiene muy poco de ciudadano y mucho de falta de humanidad, es
deshumanizante. Como centro de transferencia, debería ser un lugar más humano,
un lugar donde los tiempos de espera -si bien reducidos al mínimo-, esos tiempos
fueran en un lugar estéticamente humano, donde la sensibilidad se distienda en
vez de crisparse todavía más. Al presente están en vías de convertirse en una
mezcla de no-lugares por impersonales y de lugares donde se refleja la miseria
del país en su condición de semi-periferia capitalista, la dualidad propia de
Buenos Aires como ciudad globalizada y pauperizada al mismo tiempo. Hablar de
estos centros de transferencia es hablar de transporte, un tema que no es ni
económico ni político, sino de economía política y viceversa, que tiene aristas
ambientales muy fuertes. Aquí convergen los rieles del tren y del subte y el
transporte automotor público y privado. Es debido a los fuertes intereses
económicos que en los últimos cincuenta años se ha privilegiado el transporte
automotor debido a los fuertes intereses corporativos de los sindicatos, las
automotrices y las petroleras, lo cual a su vez está potenciado por la
construcción de autopistas. De otra manera no se puede entender cómo es posible
que si Buenos Aires quiere mostrarse con un perfil global, entonces todavía no
haya integrado el transporte sobre rieles en la modalidad subte-tren, ya
que no debería siquiera haber
transferencia del subte al tren o viceversa; esto se ve muy claro en Federico
Lacroze, donde se debería poder viajar desde Campo de Mayo (General Lemos) hasta
Leandro N. Alem sin hacer ningún trasbordo. Chicago y Boston, a pesar de estar
en un país donde el petróleo, el auto y las autopistas imperan, son dos ciudades
que han integrado muy bien el transporte sobre rieles, más Boston que Chicago.
Creo que en términos de escala, Federico Lacroze y los otros centros de
transferencia (habría que agregar otros de menor jerarquía como, por ejemplo,
Primera Junta, Belgrano y pronto Villa Urquiza cuando la prolongación del
subterráneo llegue hasta allí) anudan la escala metropolitana regional con la
local (Chacarita, Constitución, Retiro, Once, Villa Urquiza son además de
centros de transferencia, barrios de Buenos Aires que tienen todavía una cierta
identidad, bastante desdibujada, por cierto). El cruce de las escalas local y
regional dicen de la complejidad y son significativas al momento de tomar
decisiones que configuran el territorio
real.
(30)
SILVESTRI, Graciela. La Convención Verde. Contra la naturalización ecologista de
la vida urbana. Centro para la gestión urbana. Bs. As., Serie: Boletín No 8.
Los textos de Worster también hacen
importantes aportes en la comprensión de la relación de la sociedad con la
naturaleza. WORSTER, Donald. American
Environmentalism. The Formative Period, 1860-1915. New York, John Wiley, 1973;
Dust Bowl. The Southern Plains in the 1930s. New York, Oxford University Press,
1979; Under Western Skies. Nature and History in the American West. New York,
Oxford University Press, 1992; The Wealth of Nature. Environmental History and
the Ecological Imagination. New York, Oxford University Press, 1993; Nature’s
Economy. A History of Ecological Ideas. 2nd. Ed. New York, Cambridge
University Press, 1994; Nature and the Disorder of History. In: Soule, Michael
E. et al.: Reinventing Nature? Responses to Postmodern Deconstruction.
Washington D.C., Island Press, 1995: 65-85. El enfoque
sistémico está facilitado por los Sistemas de Información Geográfica y el uso de
las imágenes satelitales al facilitar el manejo integrado de la unidad del
ecosistema. Esto es importante en la planificación de los bordes y el
ordenamiento regional. Debido a la apropiación de ecosistemas por el crecimiento
urbano sobre la pampa, el río y el delta y a la naturalización ideológica de la
vida urbana, se detecta la aparición de las reservas naturales urbanas como
lugares de cuidado de la naturaleza, tan modificada que son una segunda
naturaleza, como el caso de la Reserva Ecológica. Todo lo cual dice de nuevas
configuraciones ecológicas, según mi parecer, entonces al hablar de “naturaleza”
sin más hay que tener ciertos recaudos. Por otro lado, hay que preguntarse cuál
es la base histórica que tomamos como base para evaluar el estado actual de los
ecosistemas: ¿hay que pensar en los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial
o antes? ¿Cómo es posible considerar un tiempo base dado con condiciones tan
cambiantes, en especial la de población? Sin duda que la vida está entramada en
la política; y esta a su vez ha quedado entramada en la economía financiera de
corto plazo que está rigiendo las actividades humanas en prácticamente todos los
aspectos de la vida. En nuestro país no estaría mal preguntarse al menos si una
agricultura orgánica no sería una agricultura elitista, o ¿es que hay que
mejorar la calidad de vida del pueblo y en especial de los humildes para que
sean mejores consumidores? Además, hay que preguntarse si los precios de lo
orgánico son precios altos o ¿no sería más bien que los salarios son muy bajos?
Cf. JACKSON, Jeremy et al. Historical Overfishing and the Recent
Collapse of Coastal Ecosystems. Science, Vol.
293, 27 July 2001: 629-639; con respecto a la base histórica de análisis
ambiental.
(31) El
geógrafo Edward Soja dice que la geografía actual se asemeja al Aleph de Borges
porque su rasgo más destacado es la sincronicidad de acontecimientos y su alta
complejidad por el grado de relaciones ambientales, económicas, políticas,
sociales, éticas y hasta religiosas. SOJA, Edward W. Postmodern
Geographies. The Reassertion of Space in Critical Social Theory. 5th,
London, Verso, 1998 [1989]. En general, hoy hay que tener como trasfondo la
complejidad y por lo tanto, la gobernabilidad y la planificación. En definitiva,
se trata de un sistema ambiental complejo que requiere un abordaje complejo. Cf.
Foro Metropolitano. Edición 2005. Construyendo consensos para la Gran Buenos
Aires. Más allá de las definiciones, es el espacio vivido, el espacio donde
existo como ser humano. La complejidad de la Región Metropolitana, la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires más los 24 partidos de su conurbación, está configurada
actualmente por el doble impacto de la globalización y por el proceso
neoliberal, de modo tal que es una ciudad dual, con una fachada de ciudad global
y al mismo tiempo con áreas y poblaciones empobrecidas. Esto, además, es un
reflejo de lo que ha venido ocurriendo en el hinterland con la producción
sojera.
(32) Yi-Fu Tuan comenta que
SAINT-EXUPERY, Antoine de. Wind, Sand,and stars. NY, Reynal &
Hitchcock, 1940. SAINT-EXUPERY, Antoine de. The Little Prince. San Diego,
Harcourt, 1982 [French edition: Le Petit PrinceHoughton Mifflin Company,
1946].
(35) La huerta tiene una gran significación no sólo
en términos de cuestión alimentaria, sino principalmente en cuanto modo de
recomponer vínculos. Es curioso que haya que volver a la tierra siempre que se
desee recomponer los vínculos. Es un modo de volver a ser adán, es decir, de
volver a ser el hombre hecho de tierra que es recreado por Dios, que vuelve a
creado y sustentado en el ser por el dador del ser mismo. Este es el ámbito de
la hondura de la huerta, es el ámbito del adán que vuelve a ser humilde, de la
tierra y a postergar la soberbia que arrasa por un modo más humano de adaptarse
al vínculo, de irlo descubriendo como algo dado, como algo que le es dado y que
empieza a crear un espacio nuevo, espacio que podemos llamar piedad, el espacio
de la reverencia, el espacio de la totalidad recompuesta, de saberse parte de un
todo cuya cifra no siempre es posible develar exhaustivamente sino que se
presenta inagotable porque dice de vínculos humanos que se abren al espíritu de
la vida.
(36) A un
nivel máximo de escala, el bioregionalismo puede significar el reconocimiento de
los límites del planeta. Hay que ver hasta dónde la economía puede ir más allá
de su planteo evolutivo, el paso de la metáfora mecanicista a la biológica, y
percibir algo del significado de la tierra como un todo, hasta quizás podría
decirse como Gaia, como un todo orgánico que puede regularse a sí mismo, sin
conceder a esta metáfora una valoración absoluta, ya que puestas así las cosas,
en este movimiento autopoiético constante, la vida humana no tendría más
cuestionamiento que el de ser quizás un momento de desequilibrio efímero. Por
otro lado, la cuestión termodinámica y energética sigue siendo casi un dictum
inamovible. Habría que ver hasta dónde es posible sostener este imperio
termodinámico sin descomponer la hondura humana de la vida, es decir, sus tramas
de significación. Cf. McGINNIS, Michael V. ed..
Bioregionalism. London, Routledge, 1999; et al. The Conflicting Discourses of
Restoration. In: Society & Natural Resources, 13: 339-357, 2000.
(37) FRENKEL, Stephen. Old Theories in New Places? Environmental
Determinism and Bioregionalism. Professional Geographer, 46 (3) 1994:
289-295.
Ponencia presentada en el Simposio Procesos de Integración
Regional. Séptimo Encuentro Internacional Humboldt. Villa de Merlo, San Luis -
Argentina. Lunes 19 de setiembre de 2005.