DESPUES DE COLÓN: LA DEFORESTACIÓN SIN CONTROL.
EL CALDEN EN LA PAMPA

María del Carmen Labey
Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de La Pampa
E.mail: mlabey@fchst.unlpam.edu.ar
Resumen- Abstract
Los espacios geográficos siempre se utilizan para la provisión de
recursos que le permitan a las sociedades satisfacer sus necesidades. En este
trabajo se analiza como, en el espacio americano, argentino y pampeano el
proceso de conquista y colonización implicó el comienzo de un proceso de
depredación de los recursos naturales.
El bosque de caldén, formación única en el mundo por sus
características de homogeneidad fue, principalmente a partir de Modelo
Agroexporatador,
sistemáticamente talado para cumplir con diversos objetivos. En la
actualidad su formación es muy diferente de la originaria. La disminución de la
extracción permite la lenta recuperación de las especies pero el avance de la
actividad agrícola nuevamente resulta una amenaza para el
caldenal.
Preservar esta formación es una necesidad urgente y para lograrlo se hace necesario que se
reformulen las relaciones entre la sociedad, la naturaleza y los procesos
económicos.
Palabras clave- Key words
Recursos naturales.
Historia ambiental. Deforestación. Caldenal. Modelo Agroexportador. América.
Argentina. La Pampa. Rol del
Estado.
A modo de introducción
En los espacios geográficos los procesos históricos intervienen a
partir de actuaciones diferenciadas que determinarán la mejor o peor adaptación
a las necesidades de las sociedades que sobre ellos de
asienten.
“...La articulación
del espacio es función básica del modelo de producción – gestión - apropiación
del valor excedente propio de la formación social vigente en cada momento a
partir del espacio social previo – que a su vez comporta un espacio físico-
genealógicamente considerado...” (J.E. Sánchez; 1.991; 69
)
Históricamente las sociedades han utilizado los espacios
geográficos como fuentes de recursos aprovechándolos tal como estos se
encuentran naturalmente, depredándolos o funcionalizándolos, es decir, dándole
otros usos por medio de acciones más o menos sistemáticas como las desarrolladas
a partir de la agricultura. El proceso de apropiación racional de los espacios
geográficos define al hombre como ser histórico. Por lo tanto, se puede afirmar
que el espacio físico tendrá en el tiempo las formas que determinen las
sociedades que sobre ellos se asienten.
El espacio geográfico
es un factor clave en la vida del hombre y en las relaciones sociales. Es un
factor activo, ya que es un medio primario de vida y un ámbito de explotación
donde están y se extraen los recursos necesarios.
Sin el espacio el hombre no cuenta con base sobre lo que proyectar
su fuerza de trabajo y no puede crear valores ni reproducirse. Cuando el hombre
transforma la naturaleza en valor la convierte en riqueza.
Si consideramos que
todas las acciones humanas necesitan de un territorio, el espacio se convierte
entonces en un factor clave de la realidad global porque debe ser apropiado por los agentes sociales
para su manipulación y dominio. Es decir que la articulación social del espacio
está guiada por las relaciones de poder. (Labey;
Inédito)
“... Puede iniciase la reflexión sobre el papel de los recursos
físicos recordando que, de hecho, lo que determina el grado de explotación de un
país en cada etapa histórica es el juego entre las fuerzas productivas y su
desarrollo técnico por un lado y, por otro, las relaciones sociales de
producción características de la sociedad considerada. En ciertas condiciones,
este juego deja inmensas riquezas inexplotadas, mientras que, en otras, es capaz
de suplir las peores insuficiencias naturales.
Ello no impide que cada territorio disponga de ciertas
facilidades, o que, por el contrario, se halle provisto de un cierto número de
factores necesarios. Tanto si se trata de vivir de sí mismo como de practicar un
intercambio – paso a la actividad económica -, el inventario de sus bienes
físicos y naturales forma parte del análisis de sus capacidades. Debe tenerse
únicamente en cuenta que ese inventario cambia considerablemente de sentido
según el período y el lugar en que se efectúe, al tratarse en cada momento de
una valoración social...” (J. E. Sánchez; 1.991; 198
)
Pero “… no basta con el conocimiento de que recursos existen, como
se forman y que tecnología se utiliza para aprovecharlos sino que la sociedad,
especialmente el grupo que está en contacto diario con las máquinas y la
naturaleza, deben saber quienes controlan y manejan esos recursos, si los frutos
van hacia el exterior a enriquecer a los grupos foráneos o son un medio de
intercambio equitativo, si se quedan en la nación respectiva a promover el
desarrollo nacional y una mayor justicia en la distribución de las riquezas o si
se quedan en el país solo para beneficiar a unos pocos privilegiados…” (García;
Cordero e Izquierdo. 1987. Pag. 189.)
Una breve historia de los recursos naturales latinoamericanos
Los recursos naturales debieran estar al alcance de las sociedades
para permitirles satisfacer adecuadamente sus necesidades, pero generalmente y
sobre todo en América Latina, este proceso no es justo, ni equitativo, ni
racional, sino que influyen en el variables económicas tendientes a una alta
rentabilidad, sin considerar los costos ecológicos que esto
implica.
Cuando se analiza la historia de los recursos naturales en América
Latina se hace evidente la constante depredación de los mismos. Ya sean Recursos
Naturales renovables o no renovables desde la colonización europea hasta
nuestros días los recursos fueron sistemáticamente utilizados sin considerar las
consecuencias.
Las denominadas poblaciones precolombinas hacían uso de los
Recursos Naturales a partir de actividades tendientes a la obtención de
alimentos como la pesca, la caza y la recolección de frutos. También utilizaban
algunos minerales de los que obtenían metales para fabricar armas u objetos de
decoración personal y ambiental. Los suelos eran usados para cultivos, en
algunos casos a partir de la implementación de canales de riego con el agua
contenida en represas. Algunas tribus utilizaron el guano de las aves costeras y
otros aprovechaban la sal. Pero estas actividades no provocaron un alto grado de
degradación porque la mayoría de las sociedades precolombinas no conocieron la
agricultura ni la ganadería y no se
establecían de modo permanente en ningún lado.
La colonización implicó un gran cambio en la forma de utilizar los
Recursos Naturales, principalmente los denominados “minerales preciosos”, que
lucharon por atesorar y que tuvieron como consecuencia la creación de pequeños
poblados en los alrededores de las minas y de los puertos que se destinaron al
embarque de estos minerales.
Tal como lo expresa Cardoso y Perez Brignoli (1984) la
colonización ibérica redefinió y amplió el modo de producción capitalista sin
aplicación de nuevas tecnologías y en el caso argentino no asociado a una alta
productividad por trabajos con bajos rendimientos por unidad de superficie.
Cuando los recursos se fueron agotando no se realizó ningún tipo de innovación
tecnológica de significación, en todo caso se suplieron por otros o se
habilitaron nuevas áreas produciendo como en el caso de la pampa argentina un
corrimiento de la frontera agropecuaria.
Los colonizadores europeos “… se apoderaron de las riquezas que
habían acumulado los indígenas y saquearon las tumbas precolombinas; mas tarde
comenzaron la explotación de las minas y la instalación de unidades agrícolas
que alimenten a la población y que sirvan para el comercio con la
metrópoli…
…sobre la base de la explotación de minerales y piedras preciosas
empiezan a crearse diversos focos que son los fundamentos de la nueva economía…
Esto desarrolla a su vez una serie de áreas especializadas en agricultura y
ganadería para servir a los centros de explotación de minerales y para mandar
productos agropecuarios a la metrópoli… Toda la economía de las colonias se basó
en la exportación de productos primarios…
Los movimientos emancipadores del siglo XIX marcaron escasos
cambios, de los cuales quizá el mayor de ellos, el más importante, fue el
rompimiento de los lazos obligatorios con las metrópolis, que posibilitó una
comercialización directa y abierta entre países del mundo. El poder se concentra
en los productores de bienes primarios (minería y agricultura).
Sobre esta base socioeconómica, es decir, el poder detentado por
los poseedores de las fuentes productoras agropecuarias y mineras, se organiza
la vida económica de la naciones latinoamericanas, se crean nuevos centros
productores, se amplían las áreas agrícolas y comienzan grandes procesos de
colonización en distintas partes del continente latinoamericano: Argentina,
Brasil, Chile, México, Colombia, etc… (García; Cordero; Izquierdo. 1987.
Pág.238.)
La Revolución Industrial implicó la especialización de la
manufactura y se trató de imponer un sistema que aún significa un desarrollo
desigual entre Latinoamérica y los países industrializados. América Latina tuvo
(y aún lo tiene) el rol de proveedor de materias primas y de comprador de
manufacturas.
Una gran cantidad de capitales internacionales fueron invertidos
en Latinoamérica para el desarrollo de las vías de transporte y comunicación que
unieron los puertos de embarque con las áreas productivas. Claro ejemplo de este
proceso es el desarrollo de la red ferroviaria de la pampa argentina que pone en
contacto los puertos de Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca con el área de
mayor productividad de cereales y ganado vacuno.
Durante el siglo XX, este proceso continuó y se produce además un
perfeccionamiento en las técnicas de explotación de minerales y de cultivos,
dando lugar a un proceso de explotación de nuevos
recursos.
Los recursos forestales
latinoamericanos
Los recursos forestales en Latinoamérica fueron y son intensamente
explotados. La deforestación ha sido una constante actividad en el territorio
americano y solo en las últimas décadas, las sociedades han comenzado a tomar
conciencia de los devastadores efectos de esta actividad aunque esto, no ha sido
un motivo para que el proceso no
continúe. Un ejemplo de este proceso es la devastación de la selva Amazónica que
da lugar al desarrollo de actividades agrícolas y/o mineras o la sustitución de
las especies naturales del bosque húmedo frío del centro- sur de Chile por
especies de alto valor económico destinadas a la industria celulósica.
La colonización significó un fuerte impacto para las áreas
forestales, principalmente las cercanas a las minas porque se talaban los
árboles para abastecer de leña destinada a los procesos de fundición de los
metales y para construir postes y vigas utilizados en el proceso de
apuntalamiento y sostenimiento de las minas.
Las áreas con mayores reservas forestales se concentran en Brasil,
Colombia, Perú y Argentina. En la mayoría de estas formaciones prevalece la
diversidad y en consecuencia el costo económico y ecológico de la explotación es
muy elevado porque hay un bajo rendimiento de cada variedad explotada y por lo
tanto la cantidad de hectáreas desvastadas es mayor. La incorporación de
tecnología es mínima y el desperdicio de gran parte del recurso explotado es
elevado.
Los países desarrollados controlan los procesos de explotación de
los recursos y los pasos siguientes, es decir el transporte, la
industrialización, la comercialización y la aplicación de tecnologías. En el
caso de Latinoamérica esto no sucede porque estos procesos son controlados por
las pequeñas minorías privilegiadas generalmente de origen extranjero.
La historia ambiental Argentina
A lo largo del tiempo el territorio argentino fue habitado por
diversos grupos sociales que actuaron de manera diferenciada en los diversos
ambientes que conforman el espacio.
Antes de la llegada de los conquistadores europeos el espacio
estuvo habitado por grupos aborígenes que se apropiaban de los recursos de
diversos modos, utilizando diferentes tecnologías según las características
naturales de los lugares que habitaron. Ya hacia el 2000 a. C. en el noroeste se
realizaban cultivos (como la calabaza) y se domesticaban camélidos de los que se
obtenían lanas y carnes para consumo personal. Se abastecías de agua para regar,
se construías terrazas y andenes de piedra para proteger el suelo de los
procesos erosivos, lo que implica un uso cuidadoso del ambiente tendiente a no
comprometer el futuro de los Recursos Naturales. También utilizaron la cerámica
para la construcción de utensilios de uso doméstico y el
cobre.
Los espacios de las llanuras pampeana, chaqueña y mesopotámica,
así como también la meseta patagónica, fueron esencialmente habitados por tribus
nómades. En las zonas fluviales (como las de los ríos Paraná, Pilcomayo o
Bermejo entre otros) la pesca costera o en canoas era una de las actividades
principales. En las áreas con vegetación arbórea era importante el proceso de
recolección de frutos como la algarroba y el pehuén. La caza del venado, el guanaco o la mara proveía
de carne fresca a las tribus.
Durante la etapa de la conquista europea el mayor impacto
ambiental se produjo en los espacios próximos a los centros mineros. El
denominado Camino Real que unía Buenos Aires con el Alto Perú era utilizado para
la provisión de mercancías a las minas (tejidos, vino, tasajo y mulas entre
otros).
En este período colonial la introducción de ganado vacuno y equino
en el área pampeana (caracterizado por pasturas abundantes) implicó un proceso
de reproducción muy importante de estos animales que fueron “responsables” de la
dispersión de especies arbóreas como el caldén.
El aumento del número de cabezas de ganado vacuno permitió el
desarrollo del saladero que abastecía el consumo de tasajo demandado para la
alimentación de los esclavos y en algunos casos la exportación de los
cueros.
La actividad del saladero y la curtiembre de cueros cobró mayor
importancia en el período independiente y tuvo como consecuencia la valorización
de los salares en La Pampa y sur de la provincia de Buenos Aires. El saladero
provocó en la ciudad de Buenos Aires problemas ambientales porque los líquidos
de desecho eran enviados al río sin una previa desinfección y el aire se
impregnaba del feo olor de la carne secada al sol.
El denominado “modelo agroexportador” implicó una intensa
modificación del ambiente, principalmente en las tierras de la región pampeana.
El desarrollo de la actividad agropecuaria implicó la desaparición de los
pastizales naturales; se construyeron miles de kilómetros de vías férreas que
alteraron en algunos casos el normal escurrimiento de las aguas; se alambraron
los campos impidiendo el natural desplazamiento de algunos mamíferos, etc. En la
llanura chaqueña el tratamiento del ambiente no fue mejor, el bosque chaqueño
(para la utilización del quebracho colorado) fue talado sin ninguna
consideración de tipo conservacionista. En Misiones la producción intensiva de
la yerba mate se asocia a intensivos procesos de deforestación y deterioro de
los suelos.
Durante el pasado siglo y hasta la actualidad no se han producido
cambios significativos en el pensamiento ecológico de la sociedad argentina,
contrariamente aunque los medios de comunicación y las campañas escolares hacen
llegar permanentemente mensajes tendientes al cuidado y conservación de los
Recursos Naturales, los procesos de degradación y contaminación han ido
aumentando progresivamente. Así por ejemplo, los mínimos procesos de
industrialización han generado severos procesos de contaminación en el aire, el
agua y el suelo. La actividad minera, en manos de capitales extranjeros, genera
severos procesos de destrucción de los ambientes y contamina los suelos de modo
irreversible. La mecanización agrícola implicó la sobrepoblación sin control de
algunos centros urbano (por la inmigración rural) y el aumento de los procesos
de erosión de los suelos por la realización de trabajos continuos que no
permiten las rotaciones y el barbecho. La rápida (y a veces elevada)
rentabilidad de la agricultura ha implicado un corrimiento de la frontera
agropecuaria sobre espacios agroecológicamente más débiles y menos estables. En
algunos casos se han acentuado los procesos de erosión y degradación de los
suelos y en otros se realizan intensos procesos de deforestación para dar lugar
a cultivos de alta rentabilidad.
Un recurso forestal pampeano: El Bosque Abierto Caducifolio de
Caldén
Cuando hacemos referencia a las formaciones arbóreas surge una
relación directa con actividades económicas ligadas a los procesos de obtención
de insumos rurales como postes, varillas, tranqueras, o a la de pasta celulósica
para obtener diversos tipos de papel o a la fabricación de muebles, la obtención
de carbón vegetal o de leña para calefacción o construcción de viviendas, entre
otros usos. Pero también los árboles protegen el suelo de la erosión provocada
por el viento y el agua, inciden en las condiciones climáticas de una región o
actúan como filtro purificador de la atmósfera.
El Caldén forma parte del Bosque Abierto Caducifolio. Se extiende
desde el Sur de la provincia de San Luis hasta el Suroeste de La Pampa. La Pampa
es la provincia que posee el bosque de mayor magnitud de esta formación que es
única en el país. Es por esto de gran importancia contar con reservas de esta
especie para preservar su ecosistema.
Tiene un especial interés tanto desde el punto de vista ecológico
como productivo.
Ecológicamente, el Caldén contiene una fauna y flora específica y
además brinda protección contra la erosión y las distintas adversidades
climáticas. Con relación al beneficio productivo, representa un importante valor
forestal y es productor de bienes y servicios, además de ser generador de mano
de obra. También es importante la calidad de las pasturas naturales que se
obtienen a través de un buen manejo, ya que permite el desarrollo de la
actividad ganadera de cría. También su fruto, una chaucha amarillenta es base de
la alimentación del ganado por su alto valor
proteico.
En la época anterior a la conquista el territorio estuvo poblado
por indígenas, araucanizados aproximadamente a partir del año 1.800. Hubo
asentamientos de carácter permanente pero, como su número de pobladores era
escaso, no se produjeron cambios notables en los ecosistemas aunque utilizaban
el cardenal para la provisión de alimento, protección, abrigo, combustible y
madera para la construcción.
El Caldén es el principal recurso forestal de la provincia, a
punto tal que a fines del siglo pasado y principios del actual, su explotación
(ligada principalmente a la extensión del ferrocarril) dio lugar a la fundación
de diversos pueblos, entre ellos Quehue, Naicó, La Maruja,Loventué, Conhelo,
Rucanelo y Telén.
La explotación del Caldén fue un factor de poblamiento, pero no de
afincamiento. Surgió un personaje típico – el hachero – generalmente oriundos de
espacios empobrecidos del Centro y Norte del país; llevaban, solos o con sus
familias, una vida errante y llena de privaciones.
Actualmente, algunos de aquellos pueblos han desaparecido o
tienden ha hacerlo (son los denominados pueblos fantasmas, como Naicó) y la
superficie del bosque ha disminuido notoriamente debido a la extracción
indiscriminada de árboles y sin un plan de manejo adecuado. A esto debe sumarse
la expansión de la frontera agropecuaria y los incendios. Además, el fuego como
herramienta de manejo para la obtención de mejores pasturas para el ganado,
afectó y afecta en forma cualitativa a los caldenes y otras especies maderables
del bosque.
Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, tanto el Caldén como el
Algarrobo, fueron empleados para hacer parquets de muy buena calidad, en
reemplazo del roble europeo y norteamericano. Nuevamente el bosque pampeano fue
depredado, aunque esta vez el valor agregado era muy superior. Con la aparición
de materiales sintéticos, pisos de goma y tratamientos químicos para endurecer
las maderas blandas, se eliminaron del mercado el piso de Caldén y Algarrobo y
cerraron las fábricas pampeanas.
El agotamiento de los bosques (de muy lenta reposición), la
desvalorización de la madera y su reemplazo por el carbón y el petróleo,
hicieron entrar en crisis esta actividad de carácter
depredatorio.
La ausencia del Estado visible en la carencia de una política
ambiental es la causa de la pérdida de grandes masas vegetales. El caldenal fue
explotado con criterio minero, meramente extractivo, sin tener en consideración
los tiempos de reposición y transformando el recurso en no renovable. El
ferrocarril fue agotando los bosques cercanos a sus trayectos y a medida que se
agotaban se extraía leña de áreas más lejanas.
El bosque de Caldén en la actualidad ocupa aproximadamente
una superficie de 2.800.000 has, de las cuales solo unas 750.000 has son
aprovechables. La media anual de deforestación, es decir, la pérdida neta de
superficie de los bosques nativos, a través de un uso sustitutivo, es de
aproximadamente 3.000 has., con una media de degradación (alteración más o menos
intensa e irreversible de los parámetros estructurales de los bosques nativos)
de unas 300.000 has. En amplias superficies la estructura actual del bosque es
totalmente diferente de la originaria, se presenta como un bosque cerrado,
achaparrado que comúnmente es denominado fachinal. Los renuevos del Caldenal
tienden en algunos sectores a avanzar lentamente y se trata de recuperar el
equilibrio perdido. Es una zona dedicada a la ganadería, principalmente de
vacunos de cría, con escasa densidad de población.
La madera de caldén tiene diversos usos. Los más tradicionales
son: leña, postes, varillas, vigas, carbón, tablas para pisos, muebles, marcos y
contramarcos de puertas y ventanas.
En lo relacionado a la producción de rollizos se poseen datos
desde 1.951, siendo los primeros 8 años donde se produjo la mayor extracción. A
partir de la década del ’70 hubo una declinación considerable.
La excesiva extracción en décadas pasadas produjo un grave
deterioro en la calidad del caldenal, mas que reducción de la superficie
boscosa. La escasa extracción actual de rollizos permite la lenta restauración
de los bosques. Actualmente se han elaborado políticas tendientes a restituir al
caldenal la importancia económica que tuvo. En ese sentido, las políticas se
orientarían hacia un manejo
silvopastoril que considera la producción de madera de buena calidad como un objetivo compatible con la
función protectora y forrajera del bosque. Se tiende a la aplicación de planes
de ordenación que permitan a las masas boscosas recuperar su capacidad
productiva y regularizar la oferta maderera en cantidad y
calidad.
Algunas consideraciones finales
El caldenar es una conjunción de flora, fauna y suelo que fue
utilizado de diversos modos. Con la excepción de los grupos aborígenes, el resto
de los grupos sociales que lo aprovecharon no consideraron sus etapas de
crecimiento y recuperación e hicieron de este ecosistema un agroecosistema
desvastado, que constantemente fue perdiendo las características de su formación
natural.
“... El agrosistema es un ecosistema truncado y exportador, y a él
corresponde, por definición la destrucción de unos equilibrios naturales y su
sustitución por otros equilibrios secundarios, inestables y directamente unidos
al ritmo y tipo de valor económico.
De esta forma, los elementos constitutivos del agrosistema son los cultivos y
las técnicas tanto de organización del espacio como técnicas de cultivo,
orientadas a obtener mayores producciones cuyo destino es el autoconsumo y/o el
mercado. La dinámica del agrosistema supone en sí la obtención de unos
beneficios.
El agrosistema se materializa en un espacio cuyos caracteres
físicos, climáticos topográficos y edáficos, brindan unas determinadas
posibilidades a los distintos cultivos
en función de la valencia ecológica de los mismos. Al mismo tiempo los
agrosistemas están configurados por unos condicionantes humanos, como la
existencia de una población productora y consumidora, la estructura social de la
misma determinada por los distintos regímenes de tenencia de la tierra y las
explotaciones y, por último, los distintos sistemas económicos y políticos donde
se practican estos sistemas agrarios... ” (Márquez Fernández; 1.992; 10).
A partir de la
inserción del territorio provincial en el modelo agroexportador, que los desequilibrios ecológicos
adquieren tal magnitud que comprometen la futura utilización de los
recursos.
Cada modelo productivo soluciona algunos problemas ecológicos
pero, también crea otros. El modelo agroexportador implicó aumentar la
producción pero como consecuencia, multiplicó las superficies sometidas a
riesgos edáficos y climáticos.
De este modo, el sobrepastoreo provocó el deterioro de los suelos,
la expansión de las malezas y el aumento de los procesos erosivos. La causa de
esto fue el inadecuado manejo de los rebaños, que al no existir alambrados,
deambulaban libremente. Los cambios tecnológicos importantes como el alambrado y
las aguadas dieron un principio de solución a esta grave
situación.
Pero con el Modelo Agroexportador surge otro elemento
desencadenante de los procesos erosivos: la agricultura realizada por
arrendatarios temporarios, sin interés por preservar el suelo ajeno y sin
demasiados conocimientos agronómicos.
Se cortaron los caldenes en forma indiscriminada para abastecer de
combustible al ferrocarril o para el desarrollo de los aserraderos al tiempo que
se araba siguiendo la pendiente del terreno, facilitando así el arrastre de los
nutrientes con la lluvia.
La agricultura es, desde el punto de vista ecológico, una forma
extrema de simplificar un agrosistema porque, limita su diversidad biológica a
un mínimo de componentes (cultivo, maleza y plagas). Los procesos actuales de
avance de la agricultura han determinado la lenta pero progresiva deforestación
del caldenal para dar lugar a tierras destinadas a cultivos. Si bien hay leyes
que tienden a proteger la superficie del monte de caldén, los productores
encuentran siempre “artilugios” legales (por ejemplo si se quema se pueden sacar
los árboles afectados y entonces se provocan incendios) y de este modo, año a
año la superficie cubierta por el cardenal esta
disminuyendo.
En la actualidad, la idea de la conservación de los Recursos
Naturales está generalizada, pero se hace necesario transitar el camino de las
ideas hacia las acciones. El Estado deberá tener un rol fundamental en el
proceso de conservación de recursos como el caldén, para que las futuras
generaciones encuentren un espacio que les permita desarrollar actividades
económicas sin perjuicio de la desaparición de un ecosistema tan importante como
este.
Será necesario realizar una reformulación de las relaciones entre
la sociedad, la naturaleza y los procesos económicos y no olvidar los hechos del
pasado, principalmente los que han provocado severos daños en los ecosistemas y
que han beneficiado solo a unos pocos, en la inmensa mayoría de los casos sin
pertenencia al espacio deteriorado.
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