VOLVER A MIRAR EL PAÍS
(1ra parte)
“Buenos días a todos y bienvenidos.
Es un placer encontrarme acá rodeada de
tantos amigos nuevos, viejos, y de otros que lo serán en el futuro.
Es también un honor inaugurar esta sesión
en la que se concreta, una vez más, algo de lo que hace muchos años soñábamos
quienes teníamos ocasión de encontrarnos en representación de nuestros países en
algunas reuniones que tenían un tinte exclusivamente oficial.
Hemos hecho referencia a la existencia de
la Unión Geográfica Internacional donde confraternizan los geógrafos de todo el
mundo. Pero tenemos, todos los países que forman parte de la Organización de los
Estados Americanos, otra institución. Y ese es, también, el espacio de
conquistar. Aquí voy a lanzar un reto a mi colega mexicano: la sede del
Instituto Panamericano (de Geografía e Historia) está en la ciudad de México, en
Texas, Obispado 29 y tuve la fortuna extraordinaria de participar de esa reunión
de la OEA, del Instituto Panamericano en diferentes oportunidades y allí conocer
la excelencia del esfuerzo que mis colegas mexicanos hacían, pero también
confraternizar con brasileños, uruguayos, con chilenos y con una enorme minoría,
es cierto, los geógrafos de América Central. Y sin embargo, alguna reunión
panamericana se realizó en Guatemala y eso permitió también un acercamiento con
los países aunque no existía un verdadero desarrollo de la ciencia geográfica
como tal. Porque este hecho de contar con representantes oficiales y la
circunstancia de que muchos de los institutos cartográficos se llamen en
nuestros países institutos geográficos, que dependen de las Fuerzas Armadas (que
son las responsables de la realización de la cartografía), hacía que muchas
veces las representaciones estuvieran constituidas por quienes miraban la
Geografía con una visión sesgada desde ese punto de vista. Sin embargo,
reconozco que para los que participamos de esas reuniones fue muy estimulante
encontrar que había geógrafos con un lenguaje en común y una necesidad de
conocernos mutuamente.
No era tan fácil –ni fue tan fácil- por las
historias trágicas que vivieron todos nuestros países en un período en que las
dictaduras se instalaron sucesivamente en uno o en otro con más o menos crueldad
y originaron una verdadera diáspora, y rompieron las posibilidades de realizar
estos encuentros, con los que soñábamos. Y en este sentido quiero rescatar la
importancia que tuvo la relación con Milton Santos, en ese sueño de construir
una Geografía elaborada por nosotros mismos.
Es cierto que nos encontrábamos con que los
representantes de EEUU y aún en Canadá, que en ese momento ingresaba en la OEA,
que también sabían más de nuestra geografía que lo que nosotros conocíamos
puntualmente y además nos conocían a todos los que en nuestros países hacíamos
algo, mientras nosotros los ignorábamos.
Por eso, cuando Humboldt plantea esta
posibilidad de encuentro. Y esta posibilidad de que la cosa sea fuera de la
égida oficial, contó con mi apoyo espiritual porque creo que es realmente este
tipo de encuentros lo que necesitamos. Y necesitamos, como se ha dicho acá,
mirar nuestros países hacia adentro; es decir, tener conciencia clara de quiénes
somos, y a partir de ese conocimiento y esta afirmación de quiénes somos,
estamos en condiciones de reconocer qué es lo que nos acerca a nuestros hermanos
latinoamericanos y cuáles son nuestros problemas comunes y cómo debemos
enriquecer la mirada del geógrafo a partir del conocimiento de esta
realidad.
Porque la Geografía es también una
geografía de los lugares y los lugares son únicos y si no tenemos conciencia
desde qué lugares estamos hablando estamos siempre dispuestos a aceptar la
postura que hoy está de moda, que surge del análisis de otras realidades, o a
confundir el medio, que es una tecnología que representa el hecho geográfico,
con el fin mismo de la Geografía. Y eso nos está pasando, a veces, con el
exagerar la importancia que tiene la confección de los modelos o el dominio de
ciertas tecnologías para representar el conocimiento geográfico, pero lo
fundamental es alcanzar el conocimiento geográfico.
Y en este propósito de introspección, ver
qué es lo que sabemos de nosotros mismos.
Quiero traer a colación la experiencia que
estoy viviendo como docente de Geografía en la universidad. Me encuentro, no con
alumnos de otras carreras que están cursando Geografía, sino con alumnos que
están cursando la carrera de Geografía, que no tienen –diría yo- ni la más
pálida idea de qué cosa es su país. Entonces, ¿para qué estamos enseñando? Y no
los culpo a ellos. Digo, ¡cómo hemos enseñado nosotros para llegar a esta
situación! Que un universitario que tiene 18, 19, 20 años, que es un ciudadano
que decide sobre el destino de su país, ignore acerca de cuál es la materia
sobre la cual va a dirimir en el futuro, en el momento que elige un
gobernante...
Pienso cuáles son las etapas a través de
las cuáles uno va adquiriendo ese conocimiento del país. Empieza por la escuela
primaria y a veces simplificamos demasiado la mentalidad del niño como si fuera
incapaz de comprender otra cosa que el barrio. Es necesario que comprenda el
barrio y que aprenda a escribir lo que ve; pero también tiene un afán de
conocimiento, una capacidad de imaginación y un interés por lo exótico, que lo
lleva a interesarse, por ejemplo, en una obra como la de Harry Potter. ¿Quién
podría repetir –yo no- los nombres de ninguno de los héroes que participan en
las aventuras mágicas de Harry Potter? Pero ellos los repiten, reconocen las
personalidades, saben los milagros... Y pienso que nosotros no fuimos de la era
de Harry Potter pero éramos de la era de Selma Laguerlof que recurre al
artificio de transformar a Nils Holgersons en un Pulgarcito que se monta sobre
el lomo de un ánade, que viaja desde Noruega hasta el Parque Doñana y describe
desde el aire todo lo que ve, y de tanto en tanto tiene que bajar para comer, y
entonces traba relación con la sociedad. Y finalmente descubre que la rebelión
que lo llevó a transformarse en un Pulgarcito era injustificada porque él se
rebelaba contra su realidad y entiende que su raíz estaba en su lugar de origen.
Entonces vuelve con el ánade hacia las zonas polares y en premio por su
arrepentimiento vuelva a transformarse en el niño mimado en su hogar. Y reconoce
a través de sus andanzas por diferentes países, sus raíces.
Nosotros nos hemos olvidado de esas
capacidades de los niños y no les hacemos hacer el viaje de Holgersons por el
propio país o por el propio continente, y descubrir cuáles son las afinidades
que tenemos.”
Conferencia dictada durante la apertura del
Séptimo Encuentro Internacional Humboldt. Villa de Merlo, San Luis – Argentina –
19 de setiembre de 2005.